No recuerdo bien desde cuando conocía a Antonio, a Antonio Vicedo.. Debió ser por los años setenta. Pero sí recuerdo nítidamente la última vez que le ví, en Alicante.
No es que fuéramos amigos, sino que a fuerza de empuñar ambos el mismo remo (con el cómitre siempre a nuestras espaldas) terminamos teniendo una relación de complicidad mucho más fuerte que una simple amistad.
Fue cristiano y de izquierdas, consecuente, leal, una persona de que siempre supe que podía fiarme sin temor alguno. Amaba a la Iglesia, pero estimaba en más el mensaje de Jesús y siempre supo distinguir los dos campos, lo que le llevó inevitablemente a ser crítico con la estructura, con la jerarquía. Siempre expresó su fidelidad al mensaje en su vital fidelidad a los pobres. Y también con una modestia personal que jamás le impidió gritar la verdad a tiempo y a destiempo.
¡Antonio, amigo, que el Señor te acoja en su seno y te conceda la felicidad eterna!
Hola!
¿Se puede “conocer” a una Persona?
En realidad no se puede conocer NADA -ni menos a NADIE- “enteramente“.
A Vicedo lo conocí, entonces, “pacialísimamente”. En Atrio.
Después, me incluyó en un Listado y me mandaba Info.
Yo leía “a mi manera” sus Comentarios en Atrio: A vuelo de pájaro pues se entendían. Diría que se entendían casi sin leerlos. Porque casi todos de cad uno de ellos formaban un Cuadro visual. Me bastaba sobrevolar las “negrillas“. Casi siempre las mismas sobre “el hermano” y “el Padre-Dios”. Infatigable. “Oportune et importune”.
Y sin embargo, nunca me aburrió. No me molestaba pasar raudamente por su “modo”.
Gracias! – Óscar.