Hay un punto de vista de diferencia valorativa entre estos tumultos y la represión policial en EEUU y las guarimbas organizadas por la derecha en Venezuela. Ver ¿Dónde está la justicia?. Pero Vicenç Navarro analiza las tensiones preexistentes en EEUU no sólo entre blancos y negros sino entre clases acomodadas y clases trabajadoras (blancos y negros) que sufren en la crisis crecientes e indignantes desigualdades de poder adquisitivo y ayudas sociales. ¿Tiene razón Vicenç en su análisis?
En primer lugar, es cierto que la raza juega un papel clave en la vida política, cultural y social de aquel país. Es una variable –la raza- que configura predominantemente dos países: el EEUU blanco y el EEUU negro. Según una encuesta publicada recientemente en el Washington Post (citada en “Race, Hope and Organizing in the Rust Belt”, Z Commentaries, 28.04.15), el 75% de los estadounidenses de raza blanca no tiene en su red de amigos a ninguna persona negra (o asiática o hispana), un porcentaje idéntico, por cierto, al que indican los estadounidenses de raza negra en cuanto a tener amigos blancos. Para valorar estos datos es importante saber que los negros en EEUU pasan nueve veces más tiempo con blancos que estos con negros (“pasan” incluye relaciones de trabajo, en el comercio o de ocio). Estos datos muestran claramente que hay dos Estados Unidos, el blanco y el negro, con una difícil relación entre ellos.
Ahora bien, esta manera de ver EEUU (que es la mayoritaria en los medios) es insuficiente, pues no incluye otra variable que debería considerarse, y que es la clase social de unos y otros. Y aquí quisiera aclarar que, en contra de lo que indica la sabiduría convencional en aquel país (que es la producida y promocionada por la estructura de poder de EEUU), que niega la existencia de clases sociales (reduciendo la estructura social a “ricos”, “clase media” y “pobres”, poniendo a la gran mayoría de la población en la categoría clase media), EEUU tiene una estructura social muy semejante a la de cualquier país europeo, es decir, tiene una clase capitalista (a la que se conoce en EEUU como Corporate Class), una pequeña burguesía, una clase media y una clase trabajadora (que es, tanto objetiva como subjetivamente, la mayoría de la población, tanto negra como blanca. Así es como se define la mayoría de la población de ambas razas cuando se les pregunta por su pertenencia a la “clase alta”, “clase media” o “clase trabajadora”).
El gran deterioro del bienestar de la clase trabajadora blanca y, sobre todo, negra
Lo que hemos estado viendo en estos años de crisis y supuesta recuperación en EEUU es también lo que veremos (en realidad, ya lo estamos viendo) en la Unión Europea, incluyendo en España. Y no es ni más ni menos que una enorme polarización de las rentas (con un enorme crecimiento de las rentas del capital a costa de un enorme decrecimiento de las rentas del trabajo, es decir, de la mayoría de la población). Jack Rasmus, uno de los economistas más interesantes hoy en EEUU, acaba de publicar unos datos sobre la evolución de las rentas del capital y las rentas del trabajo durante la llamada Recuperación, que son impactantes y abrumadores (“USA: How the Rich Get Richer”). El promedio de las rentas familiares que derivan sus rentas del trabajo (es decir, de los salarios) ha ido bajando y bajando desde el año 2009 cuando, en teoría, la economía estadounidense inició su recuperación. Este descenso ha sido particularmente acentuado entre los 100 millones de familias trabajadoras, que han visto cómo se reducía, además de su estabilidad laboral (aumentando su precariedad), su trabajo, consecuencia de que se han estado destruyendo puestos de trabajo, lo que ha determinado que el porcentaje de la población ocupada (tasa de ocupación) haya bajado. La gran mayoría de la población negra (conocida como afroamericana) pertenece a los sectores con menor nivel salarial entre la población ocupada, habiendo sido particularmente afectada por este declive tan notable del mundo del trabajo. Barrios de clase trabajadora negra, cuya población trabajaba en la manufactura y la construcción (como ocurre en muchos barrios obreros negros en Baltimore), hoy están enormemente deteriorados. Es más, la Ley de Derechos Civiles, que prohíbe la discriminación de raza, paradójicamente, ha contribuido más a este deterioro, pues ha facilitado que las familias negras pertenecientes a la pequeña burguesía y a la clase media de renta media alta hayan abandonado los barrios donde estaban ubicados antes (y donde convivían con la clase trabajadora), desplazándose a los suburbios donde las clases más pudientes están ubicadas. Donde antes había suburbios blancos, ahora hay suburbios blancos y suburbios negros. Como consecuencia, los barrios tradicionalmente negros son más uniformes en cuanto a su clase social: la mayoría es clase trabajadora ocupada y, sobre todo, desocupada.
Por otra parte, las rentas del capital se han disparado. El 1% de las familias, las más pudientes, que derivan sus rentas del capital, han aumentado sus ingresos de una manera casi obscena por su cantidad. Estas rentas derivan en gran parte del enorme incremento de los beneficios empresariales, habiéndose incrementado 3.7 billones de dólares (trillones en EEUU) durante los años de crisis. Estos beneficios son de las empresas que producen bienes y servicios, y se han conseguido a base de la disminución de los salarios y de lo que llaman aumento de productividad, que ha significado un enorme incremento de la tasa de explotación, y que ha incluido una gran destrucción de puestos de trabajo y la sustitución de buenos salarios por bajos salarios. De nuevo, las familias negras han sido las más afectadas, pero no han sido las únicas.
Pero a estos 3.7 billones se debe añadir otro billón de dólares (trillón en EEUU) que procede de las rentas derivadas de la actividad financiera, cuya rentabilidad se ha disparado debido a la enorme especulación con los productos financieros. Los super-ricos, que obtienen beneficios como consecuencia de una enorme explotación del mundo del trabajo, no invierten en actividades que puedan crear empleo, sino en actividades especulativas, alcanzando un total de ingresos de 4.7 billones, que están arruinando el país y el bienestar de la mayoría de la población.
El problema no es solo el 1%, como dice el Occupy Wall Street Movement
Naturalmente que este 1% requiere para mantener su enorme dominio en la sociedad, tanto sobre el Estado como sobre la sociedad civil, incluyendo los medios de comunicación, de otro 10 ó 15% de la población (pequeña burguesía y clase media de renta alta), que juega un papel clave en la reproducción del poder de ese 1%. Y este es el grupo más beneficiado por la ley antidiscriminatoria, consecuencia de lo cual hoy tiene su sector de raza negra. El Presidente Obama, que era un abogado, más tarde senador, y ahora Presidente, es un claro ejemplo de ello. Esta clase media profesional de renta alta tiene intereses de clase comunes con sus homólogos de raza blanca. Hoy, la estructura de poder político en la ciudad de Baltimore es de raza negra y la mayoría de la policía es también de raza negra, así como lo son la alcaldesa y el jefe de la policía. Y la policía es percibida en estos barrios obreros negros como una institución de represión, lo que explica las tensiones frecuentes en estos barrios, donde la criminalidad es la respuesta individual, antisocial e incívica del joven negro que no ve ningún otro futuro. Vean la excelente serie “The Wire”, y entenderán mejor lo que pasa en estos barrios.
Este artículo no puede terminar aquí, pues hay también cambios que permiten un atisbo de esperanza. En realidad, la crítica que puede hacerse a “The Wire” es que transmite una sensación extremadamente pesimista, pues aquellos barrios de Baltimore fueron también los que iniciaron el movimiento –que se extendió al resto de EEUU- para el salario decente, categoría distinta y superior al salario mínimo, exigiendo a las autoridades públicas que en sus contratos incluyeran salarios decentes. Lucharon y ganaron. Y lo hicieron aliándose con trabajadores blancos, siguiendo la filosofía política de la Rainbow Coalition, iniciada y liderada por Jesse Jackson (el discípulo predilecto de Martin Luther King), que consistió en establecer alianzas entre todos los grupos sociales, razas y etnias que consiguieron una movilización sin precedentes en EEUU (causa de que el candidato Jesse Jackson ganara el 40% de los delegados al Congreso del Partido Demócrata en 1984). Fui asesor de Jesse Jackson en aquellos años y pude ver con mis propios ojos lo que puede ocurrir en EEUU cuando los distintos componentes raciales y étnicos del mundo del trabajo se alían. Y lo que ocurrió con la campaña del salario decente es un ejemplo de ello. En este aspecto, el racismo es el mayor obstáculo para que dicha alianza se establezca. Pero la agitación social y racial que ocurre hoy en los centros urbanos de EEUU muestra también los límites de las políticas representativas simbólicas, que llevaban a la conclusión de que elegir a un Presidente negro beneficiaría a la población negra, o que la posible elección de una Presidenta beneficiará a las mujeres. Sin desmerecer la importancia de los símbolos, la realidad muestra que estas políticas son dramáticamente insuficientes. Necesarias, pero, repito, muy insuficientes, puesto que la realidad muestra que la mayoría de la clase trabajadora negra no se ha beneficiado necesariamente de haber tenido un Presidente negro. Sin desmerecer algunas de las políticas sociales progresistas de la Administración Obama, el hecho es que la situación del mercado de trabajo se ha deteriorado de una manera muy marcada durante la crisis, incluyendo los años de gobierno del Presidente Obama, y las desigualdades sociales y de renta se han disparado, como consecuencia de tal deterioro. Es más, los rescates bancarios, que han favorecido claramente a las altamente concentras rentas del capital financiero, han disparado todavía más tales desigualdades, habiendo generado una protesta generalizada que ha llevado a una situación conflictiva que ha abierto toda una serie de interrogantes.
Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.
Me ha parecido que esta afirmación del autor debe tener su fundamentación pero yo no he podido encontrarla. La categoría de clase trabajadora en inglés es difícil de traducer. Fuera algo así como “the working class” y en realidad las clasificaciones communes en las encuentas privadas y públicas, de mercadeo o políticas y demográficas ofrecen una esclara de ingreso bruto o neto, según el caso, y quien responde se ubica en el rango de ingreso annual que le corresponda.
Otra clasificación común es la de alta clase media o media-clase media o Baja clase medio y sigue bajos ingresos e indigente. Por ejemplo para tener derecho al seguro público de cuidados de salud la persona solicitante tiene que ser alguien que nunca haya pagado impuestos de la Seguridad Social,que nunca haya reportado al Gobierno Federal o Estatal ingresos personales o de paraja, que haya venido a los EE UU con mayor edad que la de la jubilación o esté legalmente impedido de trabajar, o que sus ingresos anuales brutos, individual o en familia, hayan estado el año anterior o hasta el momento por debajo de los lineamientos de pobreza/indigencia que el Gobierno Federal define cada año a medidados de su año fiscal (enero o febrero) en la Gaceta Oficial (Federal register).
He buscado la categoría clase trabajadora y except en ensayos sociológicos o de investigación del desempleo, no he podido encontrar que se utilice el nivel de ingreso o el de poder de consume o compra, ni el de ahorro, ni la profesión o nivel educacional (si se trata de una escuela de oficios tecnológicos o artesanales, por ejemplo) para categorizer como perteneciente a la clase trabajadora.
Es cierto que en general, teóricamente, se niega la existencia de clases sociales, sobre todo en el discurso ideológico o politico excepto en el de las Uniones o Sindicatos y el Partido Comunista, pero en la práctica es difícil encontrar a alguien que no distinga a un sector social relativamente minoritario que es enormemente rico, otro que sueña con serlo y vive endeudado y es significativamente grande, y uno inmensamente grande que vive de prestar servicios, recibir servicios públicos, y le gusta el glamour de las revistas y la publicidad de la riqueza pero sabe que nunca podrá alcanzarla.
No es extraño entrar con ropa no elegante, por ejemplo una camiseta barata y un pantalón de suficiente uso, en una tienda como Saks 5th Avenue y que los agentes de seguridad que llevan una chaqueta roja no le merodeen a uno según que se va de un departamento a otro. No es extraño que la policía de tráfico imponga más multas a quien conduce un coche Viejo y barato que a quien conduce uno del año y caro.
Las invitaciones genéricas (dirigidas al “redidente” de cualquier dirección postal) a asistir, por ejemplo, a una feria de arte o de yates solo la reciben individuos que por los archivos públicos de sus ingresos fueran posibles compradores y si una persona amiga le regalara a una persona de bajos ingresos la invitación y esta asistiera, al hacerlo muy posiblemente se sintiera como pez fuera del agua por la atmósfera de mercadeo que predomina aunque sea una exhibición abierta al público en general, como una feria.
Todas esas pudieran ser ejemplos de la consciencia de clase o del clasismo o la estratificación social en clases según el poder social o politico, o de compra. Con todo cuando se habla de “lucha de clases” o de estratificación en clases sociales es muy difícil encontrar un ejemplo de categorización como plase patronal versus clase trabajadora.
Esto que digo no resta validez al argumento del Profesor Navarro, pero puede ayudar a comprender por qué es importante en el capitalism norteamericano seguir refiriendo a la raza para divider la población y por qué es importante suprimir la categorización de clases sociales. Es parte de la alienación que la elite dominante necesita instilar en el resto y que las religiones organizadas y los partidos políticos también necesitan alentar o sostener. En los EE UU, en general, todavía se habla del comunismo en los mismos términos de los años de la llamada Guerra Fría y hasta se asocia el islamismo extreme con la misma categoría de amenaza global. Después de todo el sentimiento de un enemigo común siempre engendra un cierto grado de unidad nacional o general, muy similar al modo como alentar la imaginación proponiendo modelos sociales glamorosos distrae tanto como la necesidad de recoger la alimentación diaria de entre los basureros. De cualquier modo no deja tiempo al pensar y menos al discernimiento politico o social o a la solidaridad para provocar el cambio.
Esta muy claro que… dependiendo de quienes gobiernan los países, vuelven a salir a la luz, “maneras” de como hay que amordazar al pueblo.
Es el gran pecado… y esto si es un pecado terrible… de la humanidad.
Y como nos dice Asun… o cambiamos el chic… o no tardaremos mucho en probar la misma medicina.
Es patente a lo largo de la historia, que cuando manda el capital, los D.H. se van al traste.
¡Gracias por el art. Atrio!
mª pilar
Gracias, por la publicación del artículo en Atrio.
Dice el refrán: Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.
Sabiduría popular, o si no, al tiempo.
Para alguien que reside en los EE UU este es un análisis muy esclarecido y válido.
Un aspecto interesante es que el autor no menciona que el Gobierno Federal establece cada año una definición de la indigencia que solamente aumenta año tras año y al subir la cifra a una mayor, obviamente aumenta la cantidad de personas o familias que caben en la categoría. Desde 1982 hasta 2015, en cualquiera de los estados de la Unión, except Hawai y Alaska que tienen indicadores diferentes, según el Buró Federal del Censo de Población y Familia que es una dependencia del Departamento Federal de Comercio, una familia de cuatro miembros ha sido y es considerada indigente si la suma de sus ingresos brutos fué (1982) de $9300 dólares anuales o de (2015) $24250.00 dólares anuales. Esto es una burla al público y en realidad está diseñado para que incluya a la mayor parte de la población en el Sistema tributario de impuestos por eso el increment de las cifras ha ido siendo cada vez menor. Con poco más de $6000 de ingresos brutos anuales nadie puede pagarse el alquiler y la alimentación siquiera en un trimester, entre otras muchas razones por la carestía de todo que solo ha aumentado. Eso explica el increment de la obesidad infantile porque la dieta es básicamente carbohidratos y azúcares que son los productos alimentarios menos caros. Si a eso se suma la disminución de los programas de protección y ayuda a los ciudadanos o las familias, el traslado masivo de la industria manufacturera al extranjero, el endeudamiento en guerras que difícilmente se pueda justificar, y el presupuesto enorme dedicado a los armamentos más el grado de corrupción institucional que se extiende a todos los niveles de las corporaciones y de la política, explosions como las de Baltimore debieran ser predichas.
Es cierto como apunta el autor que cualquiera pudiera concurrir en considerer lo racial como un factor mayor en la vida del país. Para muchos la candidature de Hillary Clinton fue destruida por el demócrata Ted Kennedy que fue el primero en apoyar a Obama en su partido porque es muy possible que un negro a cuya etnia una gran parte del país abierta o veladamente nunca ha reconocido igualdad de derechos y dignidad (los firmantes de la Constitución y de la Declaración de Derechos no dejaron de ser esclavistas y negaron el voto a la mujer y hasta idearon los filtros de los Colegios Electorales para evitar el voto directo entre otras causas por el analfabetismo prevalente en el país también entre blancos) les fuera preferable a una mujer en la Casa Blanca.
Lo cierto parece que sea que no importa quien habite la Casa Blanca, esa persona no renunciará a tartar de dejar un legado politico y se vuelva cómplice de los intereses particulares predominantes que favorecen la preservación de la injusticia social reinante.
Tampoco importa quien vote o no en las elecciones. Mientras no haya más partidos politicos la selección es imposible. Aún sigue siendo cuestionable si existieran más quien puede contender en las campañas electorales sin disponer de capitals enormes para pagar a los media de comunicación y propaganda sin venderse a quienes tienen el dinero sobre todo ahora que la Corte Suprema de Justicia ha autorizado el secreto de las donaciones.
La policía, tenga el color de la piel que tenga, sempre sirve al poder establecido y por lo tanto quien quiera que proteste, de un color u otro, de una etnia u otra, solo puede enfrentarse a una policía represiva aunque el evento sea monocrómico con respect a la piel de los contendientes.
Este artículo es enormemente ilustrativo para interpretar esta situación concreta y también, con sus variantes, la española. Es una ventana para la interpretación del trasfondo económico de los problemas e injusticias sociales.