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El suicidio del copiloto: ¿expresión del nihilismo de la cultura?

BoffEl suicidio premeditado del copiloto Andreas Lubitz de la compañía Germanwings, llevando consigo a 149 personas, suscita varias interpretaciones. Seguramente había un componente psicológico de depresión, asociado al miedo de perder el puesto de trabajo. Pero llegar a esta solución desesperada de poner voluntariamente fin a su vida, llevando consigo a otras 149 personas, implica algo muy profundo y misterioso que necesitamos tratar de descifrar de alguna forma.

Actualmente este miedo a perder el empleo y vivir bajo una grave frustración por no poder realizar nunca su sueño lleva a no pocas personas a la angustia, de la angustia a la pérdida del sentido de la vida, y de esta pérdida al deseo de morir. La crisis de la geosociedad está haciendo surgir una especie de “malestar en la globalización” replicando el “malestar en la cultura” de Freud.

A causa de la crisis, las empresas y sus gestores llevan la competitividad hasta un límite extremo, estipulan metas casi inalcanzables, infundiendo en los trabajadores angustias, miedo y, no es raro, síndrome de pánico. Se les exige todo: entrega incondicional y plena disponibilidad, lastimando su subjetividad y destruyendo las relaciones familiares. Se estima que en Brasil cerca de 15 millones de personas sufren este tipo de depresión, ligada a las sobrecargas de trabajo.

La investigadora Margarida Barreto, médica especialista en salud del trabajo, observó, en una investigación llevada a cabo en el año 2010 oyendo a 400 personas, que cerca de la cuarta parte de ellas había tenido ideas suicidas a causa de la excesiva exigencia del trabajo. Continúa ella: «es necesario ver el intento de quitarse la vida como una gran denuncia de las condiciones de trabajo impuestas por el neoliberalismo en las últimas décadas». Resultan especialmente afectados los empleados de banca del sector financiero, altamente especulativo y orientado a la maximización de los lucros.

Una investigación hecha en el 2009 por el profesor Marcelo Augusto Finazzi Santos, de la Universidad de Brasilia, averiguó que entre 1996 y 2005, cada 20 días se suicidaba un empleado de banca a causa de las presiones por metas, exceso de tareas y pavor al desempleo.

La Organización Mundial de la Salud estima que se suicidan cerca de tres mil personas diariamente, muchas de ellas por causa de la abusiva presión del trabajo. Le Monde Diplomatique de noviembre de 2011 denunció que entre los motivos de las huelgas de octubre en Francia se encontraba también la protesta contra el ritmo de trabajo acelerado impuesto por las fábricas causando nervosismo, irritabilidad y ansiedad. Se volvió a lanzar la frase de 1968 que rezaba: “metro, trabajo, cama”, actualizándola ahora como “metro, trabajo, túmulo”. Es decir, enfermedades letales o suicidio como efecto de la superexplotación del proceso productivo al modo ultra acelerado norteamericano.

Estimo que, en el fondo de todo, estamos frente a aterradoras dimensiones nihilistas de nuestra cultura. El término nihilismo fue introducido en 1793 durante la Revolución Francesa por Anacharsis Cloots, un francoalemán, y fue divulgado por los anarquistas rusos a partir de 1830, que decían: «todo está equivocado, por eso todo tiene que ser destruido, y hay que recomenzar de cero». Después Nietzsche retoma el tema del nihilismo, aplicándolo al cristianismo que, según él, se opone al mundo de la vida. En la posguerra, en su seminario sobre Nietzsche, Heidegger va más lejos al afirmar, creo que de forma exagerada, que todo el Occidente es nihilista porque olvidó el Ser en favor del ente. El ente, siempre finito, no puede llenar la búsqueda de sentido del ser humano. Alexandre Marques Cabral dedicó dos volúmenes al tema: Nihilismo e Hierofanía: Nietzsche y Heidegger (2015). En sectores de la posmodernidad, el nihilismo se transformó en la enfermedad difusa de nuestro tiempo, es decir, todo es relativo y, en el fondo, no vale la pena; la vida es absurda, los grandes relatos de sentido perdieron su valor, las relaciones sociales se licuaron y está en vigor un aterrador vacío existencial.

En este contexto, se retoman tradiciones nihilistas de la filosofía occidental como el mito, citado por Aristóteles en su Eudemo, del fauno Sileno que dice: «no nacer es mejor que nacer y una vez nacido, es mejor morir lo más pronto posible». En la misma Bíblia resuenan expresiones nihilistas que nacen de la percepción de las tragedias de la vida. Así dice el Eclesiastes: «es más feliz quien nunca llegó a existir y no conoció la iniquidad que se comete bajo el sol» (4,3-4). Nuestro Antero de Quental (+1860) en un poema afirma «que siempre el mal peor es haber nacido».

Sospecho que ese malestar generalizado en nuestra cultura, contaminó el alma del copiloto Lubitz. Personas que entran en las escuelas y matan a decenas de estudiantes en varios países y hasta entre nosotros en 2011 en Río en la escuela Tasso da Silveira, cuando un joven mató a más de una decena de alumnos, revelan el mismo espíritu nihilista. Miedo difuso, decepciones y frustraciones destruyeron en Lubitz el horizonte de sentido de la vida. Quiso encontrar en la muerte el sentido que le fue negado en la vida. Escogió trágicamente el camino del suicidio.

El suicidio pertenece a la tragedia humana que siempre nos acompaña. Por eso hay que respetar el carácter misterioso del suicidio. Tal vez sea la búsqueda desesperada de una salida en un mundo sin salida personal. Delante del misterio callamos, pasmados y reverentes, por más desastrosas que puedan ser las consecuencias.

Recomiendo el libro de Clodovis Boff: O livro do sentido, vol I de tres, Paulus 2014.

Traducción de Mª José Gavito Milano

14 comentarios

  • George R Porta

    Amigo Isidoro: Mi comentario anterior al que te pedía disculpas  14:34 h no se refería a tí. Como te explicaba me expresé mal porque fui malinterpretado y no soy remiso a la autocrítica ni a las críticas exógenas. No me refería a tí y a tus citas libres. De hecho mis comentarios abundan en referencias y suelo dar los detalles de mis citas para que puedan ser validadas directamente por cualquier lector que lea las cosas que escribo. Respeto que no lo hagas porque sueles solo atribuir la cita pero no dar la referencia textual. Eso no me preocupa ni me irrita. Tu forma es irritante a veces pero creo que no sea mal intencionada.

    Créeme que soy bastante capaz de abiertamente dirigir un comentario y hacer cualquier reproche que necesite hacer, aunque prefiero ni sentirme aludido a menos que se dirija a mí explícitamente el comentario, ni aludir a nadie directamente.

    Lamento, te repito que te hayas sentido aludido, pero mi crítica sobre citas no iba dirigido a ti aunque la sucesión inmediata de los comentarios, el mío tras del tuyo, causara esa impression. 

    De hecho tengo más experiencia publicando reporets y comentarios científicos o técnicos en mi especialidad professional que en periodismo o en blogs de carácter colloquial. Como digo te anticipo mi gratitude por tu tolerancia de todas maneras.

  • Isidoro García

    Amigo George: te contradices algo en tu escrito, como todos hacemos en mayor o menor medida.
     
    Si yo en verdad tuviera ínfulas de inerrancia e infalibilidad, no apoyaría mis ideas con citas de autoridades, diría simple y llanamente: yo opino esto, y nada más. Y además presumiría de ideas de los demás. El que usa bastón es el que no presume de piernas buenas.
     
     
    Por otra parte, te agradezco que seas sincero y reconozcas que te irrita mi estilo, y que “algunas de mis interpretaciones teológicas” te parezcan que se convierten en catecismo. Tú mismo reconoces, que a todos nos puede pasar que nuestras opiniones no sean del agrado de los demás, y por ello pides respeto para ti, y que asimismo deberías respetar a los demás. Y sin embargo por dos veces me acusas de “inerrancia e infalibilidad”.  Con la vara que midas serás medido.
     
    A ti y a todo el que quiera le propongo que haga una pequeña prueba. Imaginaros que mi comentario de ayer a las 19,42, que ha sido la anécdota detonante  de todo hubiera sido el siguiente.
     
    “Respecto a si Leonardo Boff, ya no cree en nada, como dice Pepe Blanco, yo creo, (sin ánimo de infalibilidad alguna, y con perdón para los que se sientan ofendidos e irritados por mi opinión), que cuando el hombre deja de creer en lo absoluto, ya no cree en nada. Porque toda creencia es creencia en lo absoluto. A todo lo demás se le llama pensar.
     
    Porque cuando uno deja de creer en una idea sistemática, que lo llena y lo contempla todo, ese vacío lo intenta llenar con todo tipo de ideas parciales, construyendo un pensamiento exterior, disperso, que va dando rodeos contínuamente.
     
    Ya Heráclito decía que una cosa es ser un filósofo y otra cosa es ser un recolector de opiniones, (salvo que Rodrigo, que lo está comprobando, diga otra cosa). La filosofía, que debiera ser el amor a la sabiduría no tiene nada que ver con la polimatía, la pluralidad de información.
     
    Y Hegel, en el prólogo a la Fenomenología del Espíritu, (que yo no he leído), hablando de este pensamiento disperso dice: “Se le debe incluir, de hecho, entre las invenciones a que se recurre para eludir la cosa misma y para combinar la apariencia de la seriedad y del esfuerzo, con la renuncia efectiva a ello”, (a la espera de la confirmación de Rodrigo).
     
    Y es que la vida debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias.
    ¿Te gusta más así?. Pues dad por sustituído el anterior comentario, por este. Y perdón por lo que haya menester.
     
     

  • George R Porta

    Amigo Isidoro, lamento causarte esa impression. Más bien estoy a favor de citar para que todo el mundo pueda verificar por si solo y para divulger Fuentes que uno ha o vaya encontrando. Ese es un modo de educar educándose que me parece una tarea vitalicia. Discúlpame , por favor.  Me refería a la especie de obsession de probar con citas lo que uno dice y no a que se suministren referencias que sean explorables con respect al tema. Hay algunas interpretaciones teológicas que se convierten en catecismo al punto de resultarme a veces irritantes. Sé que debiera respetar el estilo de cada uno si deseo que respeten el mío pero Bueno, afortunadamente no me atribuyo inerrancia ni infalibilidad. De Nuevo pido que me disculpen los amigos atrieros.  Acepta una abrazo cordial.

  • Rodrigo Olvera

    Ningún ataque ad hominem, Isidoro, porque nada he referido a tu persona. Has defendido tu uso de citas textuales, y para argumentar tu defensa de las citas textuales has hecho una cita textual (entrecomillada) que no corresponde a lo realmente escrito por el autor supuestamente citado.  Eso, que puede ser excusable en la persona de a pie, me parece imperdonable en quien se presenta como divulgador cultural. Y supuse, quizá me equivoqué, que alguien que se presenta como divulgador cultural agradecería salir de un error, como el citar textualmente palabras que no fueron dichas.
     
    Ahora, respecto a lo que dices “si no lo dice Confucio, lo digo yo”… pues si lo dices tú, dí que lo dices tú;  no hay necesidad de que digas que lo dice Confucio.  Pero me parece que más bien es sólo una salida para no decir un simple “ah, me equivoqué”. ¿Será?
     
    Aquí lo dejo

  • Isidoro García

    Amigo Rodrigo: Si no lo dice Confucio, lo digo yo. Las ideas valen lo que vale la idea, y si las dice alguien de prestigio, mejor. Pero si no lo dice, es lo mismo. Si es una buena idea, lo es, y si es una patochada, también lo será.
    Ya que te tomas la molestia de escribir, discute la idea, (que como todas es discutible), y no te refugies en hacer ataques ad homine.

  • Rodrigo Olvera

    Hola Isidoro
     
    Pensar sin leer, nos hace arbitrarios, aunque también leer sin pensar es un desastre total.
     
    Esta “cita” tuya es un desastre total; pues Confucio nunca escribió eso sino algo distinto, como podrás verificar en Analectas II, capítulo 15.
     
    Saludos

  • Isidoro García

    Amigo George: Te noto algo reticente ante el uso de citas por los demás, y te quiero explicar por qué las uso yo.
     
    Lo primero por mi natural e irrefrenable tendencia personal al coleccionismo, que yo canalizo a través de mi manía en apuntar ideas y frases que me llaman la atención, y que luego puedo utilizar en mis escritos. Yo soy escritor, aunque en plan aficionadillo, y he editado, dirigido, escrito, y hechos los diseños gráficos íntegramente, durante tres años de una revista de divulgación cultural, “Quitapesares”, (que puedes descargarte gratis en Internet buscando en Google).
     
    Pero es que además el tema va de nuestro discernimiento. Ya sabes que el mundo cultural, no es aprenderse una lección de la enciclopedia, sino recibir múltiples ideas y opiniones variadas, que luego cada uno con su natural discernimiento valora y elige la que más le gusta. Y en eso utiliza su discernimiento, que de natural, puede ser mejor o peor, pero que en general suelen ser más o menos el mismo, en todas las personas. Genios y tontos diagnosticados hay muy poquitos.
     
    Tú también sabes que el discernimiento personal se puede ayudar, leyendo y conociendo las opiniones de otras personas que han pensado sobre el tema, y reflexionando algo de tiempo sobre ello. Los jueces antes de dictar sentencia, consultan jurisprudencia, o sea opiniones de otros jueces sobre temas similares, y las reflejan en sus escritos.
    Se busca leyendo, pero se haya meditando, decía San Juan de la Cruz. Y ambas actividades llevan su mucho tiempo. Y si por prisas no lo hacemos, caemos en la arbitrariedad, que es confiar única y exclusivamente en nuestra capacidad natural de discernimiento. Como ejemplo típico los árbitros deportivos, que por necesidad tienen que fiar a su buen criterio sus decisiones urgentes.
     
    En el mundo de las ideas, si queremos acercarnos lo más posible al conocimiento de la realidad no hay mas camino que leer y pensar. Confucio advertía: “Pensar sin leer, nos hace arbitrarios, aunque también leer sin pensar es un desastre total”.

    Y el citar los autores, sirve como elemento de apoyo para que todos los lectores de nuestros escritos, se hagan ellos personalmente sus ideas propias sobre cada tema.

  • George R Porta

    Caben las preguntas de si se pudiera creer sin pensar o si dicho pensar no fuera precisamente el modo o camino para llegar a la creencia y si ésta no fuera un pensamiento al que se atribuye certidumbre suficiente y si esto ultimo, no depende de la necesidad de confiar o de la ignorancia de lo contrario o simplemente de la conveniencia de creer.

    La fe, en cambio es confianza en lo que se espera que pueda ser cierto ya o en el future haya o no haya certidumbre porque lo absoluto no parece que pueda ser conocido o, de lo contrario quien lo conozca habrá llega al límite mismo de la realidad. 

    En fin, no veo como se pueda reprochar citar y citar porque si yo no puedo hacerlo es por mi ignorancia y no porque quien lo haga esté errado. De cualquier modo uno cita aquello que lo persuade como confinable o cierto y si está persuadido ya no puede creer en otra cosa, sobre todo cuando está asistido de inerrancia o de infalibilidad.  

  • Isidoro García

    Señalaba Antonio Machado que “cuando el hombre deja de creer en lo absoluto, ya no cree en nada. Porque toda creencia es creencia en lo absoluto. A todo lo demás se le llama pensar”.
     
    Cuando uno deja de creer en una idea sistemática, que lo llena y lo contempla todo, ese vacío lo intenta llenar con todo tipo de ideas parciales, construyendo un pensamiento exterior, disperso, que va dando rodeos contínuamente. El psiquiatra Enrique Eskenazi decía: “Ya Heráclito decía que una cosa es ser un filósofo y otra cosa es ser un recolector de opiniones. La filosofía, que debiera ser el amor a la sabiduría no tiene nada que ver con la polimatía, la pluralidad de información”.
     
    Y sigue: “Hegel, en el prólogo a la Fenomenología del Espíritu, hablando de este pensamiento disperso dice: “Se le debe incluir, de hecho, entre las invenciones a que se recurre para eludir la cosa misma y para combinar la apariencia de la seriedad y del esfuerzo, con la renuncia efectiva a ello”.
     


    José Martí, remata: “La vida debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias”.

  • George R Porta

    La locura no es nihilismo. Lo filosófico, aunque ya se hable de una neurofilosofía que nadie sepa exactamente qué sea, es más bien imaginativo, en gran grado estético, debe poder caber en el espacio de las preguntas fundamentales (aunque aún se ignoren las preguntas que se engendrarán de cada respuesta) y hacerlo de cierto modo satisfactorio y bello al mismo tiempo a fuer de ser tan simple cuanto sea posible (parsimonioso).
     
    De hecho como sucede con tantas otras paradojas, la filosofía es hija de la ignorancia, como parece que la ciencia moderna lo sea del filosofar y que, este impulso más bien “productivo” dirigido a dominar “lo otro” al que los antiguos le atribuyeron el carácter de mandato o deseo de la divinidad, surja el propósito imperativo de calmar el hambre y disminuir la angustia de la vulnerabilidad.

    ¿Tiene que ser nihilista una humanidad capaz de crear y no solo de destruir aunque de romper cáscaras se extraigan almendras y de la ruptura del grano emerja la planta y luego el fruto?
     
    Parece que una sola generalización sea válida, la de que ninguna generalización lo sea.

  • MariPilar Zugarramurdi

    Lo que dice PepeBlanco me parece que está calificando a Boff, más que hablar sobre el suicidio del alemán, tan bien  reflexionado, con tanto respetórespetó y con argumentos creíbles, por parte de Boff.
    Yo a Boff  lo considero más creyente que cualquiera de nosotr@s. Para mi es un ejemplo de creyente a profundidad. El cita a Heidegger quien dice: que aunque en forma exagerada, Heidegger afirma que todo el Occidente es nihilista porque olvidó el SER en favor del ente. Yo pienso que aquí está la razón profunda del nihilismo occidental, aunque no distingo bien entre  Ser y ente, pero, interpreto que se nos ha enseñado que Dios son tres divinas “personas”  y mientras no veamos en forma holística, como Foff a Dios más en sus obras, que en su palabra bíblica ( AT, etc), seremos nihilistas y para llegar a ser creyentes, creo que tenemos que cambiar de fondo. Y para mi Boff anda muy cerca de esa verdad de Dios y de las consecuencias de ser profundamente creyente.
    Adelante Boff¡.    Eres un referente muy valioso para todos los buscadores de Dios.    MariPilar Zugarramurdi

  • George R Porta

    Boff escribe: “El suicidio pertenece a la tragedia humana que siempre nos acompaña. Por eso hay que respetar el carácter misterioso del suicidio. Tal vez sea la búsqueda desesperada de una salida en un mundo sin salida personal. Delante del misterio callamos, pasmados y reverentes, por más desastrosas que puedan ser las consecuencias.”
     
    En el campo del suicidio, neurobiológicamente hablando, los expertos parecen estar de acuerdo solo en cuanto al carácter multifactorial de dicha conducta, incluyendo la diátesis o tendencia genética a dirigir la agresividad contra sí mismo.
     
    En estos casos que arrastran a la muerte a tantas personas ajenas al destino que les está siendo impuesto dicha  conducta parece mucho más irracional, incomprensible.  
     
    Atribuir la conducta suicida a un factor exógeno o ambiental predominante como sugiere Boff es inaceptable incluso como sospecha. La presión ambiental para aumentar la productividad o el sentimiento de seguridad y estabilidad en el empleo no es en los EE UU mayor que la que es ejercida, por ejemplo, en Japón o la que arrastra a tanta persona pobre a asumir los riesgos realmente mortales de apostar por la emigración desde la Europa del este, el África subsahariana o la América Central respectivamente a Europa Occidental, o a los EE UU cruzando “fronteras” que tan a menudo prueban ser insalvables como la del Mediterráneo o la de los agentes del tráfico humano.
     
    Parece que la conducta martirial de los terroristas asociados con la Yihad islamita sea igualmente resultado de un conjunto de múltiples factores, neurobiológicos que quizás incluyan la diátesis o tendencia de raíz genética al suicidio, y que muy probablemente incluyan el deseo de prevenir la alienación o deseo de pertenecer a una elite, por irracional que sea.
     
    El carrerismo que ha censurado Francisco y la disposición a sacrificarse físicamente para ganar una competencia deportiva al extremo de recurrir a esteroides que dañan el cuerpo irreparablemente, aunque no sean ejemplos idénticos, no parece que carezcan de un denominador común comparable a la motivación de los pilotos suicidas japoneses o al desapego a la vida propia por parte de los misioneros cristianos de algunas épocas, por ejemplo aquel deseo impulsivo atribuido a Francisco de Asís o a Ignacio de Loyola de adentrarse en territorios mortalmente hostiles a predicar sus creencias.
     
    Tampoco carecen de parentesco con la inmoral deformación de jóvenes para alistarlos en  fueras militares especiales o en el espionaje inculcándoles el falso valor heroico de arriesgar la vida a cambio de una cierta paga o la gloria pero en realidad al servicio inescrupuloso de doctrinas ideológicas y políticas, o como hizo Bush Jr., de estimular el enlistamiento en el ejército para ir a Iraq ofreciendo a cambio la inmediata residencia o ciudadanía por naturalización a jóvenes inmigrantes indocumentados.
     
    En cualquier caso, hasta que no haya suficiente evidencia de su etiología sigue siendo doloroso y extremadamente irracional escoger un método de resolución personal que arrastre a tantas otras personas seleccionadas de modo tan causal a menos que exista una lamentable necesidad extraordinariamente poderosa de reconocimiento similar o comparable a la que parece motivar a los terroristas capaces de estallar una bomba atada a sus cuerpos fundada sobre creencias ideológico-religiosas.

  • pepe blanco

    Este artículo de Boff se puede interpretar como una proyección sobre el copiloto deprimido, homicida y suicida, del nihilismo de Boff. Peor aún, se puede interpretar como una proyección sobre toda la cultura actual del nihilismo de Boff. Algunas personas quizás se sorprendan de esto que digo, pero a veces tengo la sensación de que Boff, a fuerza de creer en tantas cosas (en Jesús, en la Trinidad, en Gaia, en la Pachamama, en la teoría de cuerdas, en una versión trilera de la Física Cuántica, etc., etc.) al final quizá lo que pasa es que no cree en nada.

  • Javier Pelaez

    A mi lo mas llamativo del suicidio del alemán es la gente que se llevó por delante.Desgraciadamente por motivos familiares el suicidio no me es ajeno.Pienso en algún familiar que se suicidó,persona buenísima y que la forma en que lo hizo-es evidente que no viene al caso-revela un profundo dolor y desesperación,pero que evidentemente no decidió llevarse por delante más que su dolor…Lo de este piloto me sorprende,¿falta de empatía?.Algunos dicen que los suicidas son “unos cobardes”,creo que esto es una apreciación bastante inexacta…Lo de este piloto me sorprende bastante…