El foco de esta última entrega de George se centra en un personaje, Carl A. Anderson. ¿Os acordáis, en plena crisis del Vatileaks, cuando destituyeron fulminantemente a Goti-Tedeschi, el Presidente del IOR que quería cooperar con la justicia italiana? El que se quedó con las riendas de todo fue Anderson. Ahora está mas en segunda fila. Pero Los Caballeros de Colón, junto con la Orden de Malta y la más discreta pero omnipresente e inteligente fuerza del Opus son los que siguen manejando las finanzas del Vaticano. Gracias, George por tu esfuerzo informativo. AD.
Cuando la agencia de credenciales financieros A.M. Best calificó este año por 35ª vez consecutiva las finanzas de la Orden con su máxima calificación de A++ (Superior), certificó que “la solidez financiera de Caballeros de Colón se basa en un capital extremadamente sólido, una posición competitivamente muy sólida por su ventaja estratégica única en el mercado católico, una sólida rentabilidad a lo largo de su historia y una liquidez sumamente sólida…”
¿Cómo logra esta Orden Laica ser multibillonaria y cumplir cabalmente con la Doctrina Social de la Iglesia, los pronunciamientos anti capitalistas de los últimos pontífices de la propia conferencia de obispos norteamericanos y, sobre todo, con las demandas sociales del Evangelio atribuido a Jesús? Aún más difícil de responder.
En medio de ese relativo vacío informativo documental y siguiendo la pauta tan utilizada por la Iglesia de proponer personajes para ilustrar las virtudes de la Iglesia misma, me ha parecido útil echar una mirada a la trayectoria del Sr. Carl A. Anderson, actual Caballero Supremo de la orden de Caballeros de Colón a fin de apreciar, aunque sea aproximadamente, la magnitud de su importancia estratégica para la Jerarquía Católica y comprender, en alguna medida, por qué ésta le ha favorecido a lo largo de su ya la larga y exitosa carrera internacional (más de 30 años) hasta la cúspide de la Orden que lidera.
La información en español la he obtenido primariamente del portal de la propia Orden: www.kofc.org pero también otras fuentes fiables como las declaraciones públicas que la Orden sometió desde 2010, como ONG registrada, a la Tesorería Federal norteamericana.
El Caballero Supremo de la Orden de Caballeros de Colón
El Sr. Anderson nació en los EE UU de Norteamérica hace 64 años de edad, está casado con Dorian Lounsbury Anderson y han tenido cinco descendientes. Carl se graduó de Filosofía en la Universidad de Seattle y de Derecho en la Universidad de Denver. Es miembro del Colegio de Abogados del Distrito de Columbia y tiene licencia para actuar ante la Corte Suprema de Estados Unidos.
Además ha recibido doctorados Honoris Causa de la Universidad Católica de América, la Pontificia Academia Teológica de Cracovia (Polonia) y el Seminario benedictino y reputado doctrinal e ideológicamente como ultraconsevador, San Vicente (Latrobe, Pennsylvania, EE UU AA). Además es Caballero de la Gran Cruz de la Orden de San Silvestre, Caballero de la Orden de San Gregorio el Grande, y Caballero de la Gran Cruz de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén (diferente de la Soberana Orden de Malta).
La Carrera política pública del Sr. Anderson comenzó en el ala derecha del Senado Federal de los EE UU. Eso subraya el enorme poner social-conectivo que ahora ejercita Anderson y tan útil a la jerarquía católica doméstica cuanto a la Santa Sede.
De 1983 a 1987 Anderson desempeñó varios cargos en las Oficinas Ejecutivas del Presidente de Estados Unidos Ronald Reagan, incluyendo el de Asistente Especial del Presidente y director Suplente de la Oficina de Relaciones Públicas de la Casa Blanca.
Concurrentemente, en el ámbito educativo, de 1983 a 1998, el señor Anderson enseñó Derecho Familiar como profesor invitado en el Pontificio Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia de Universidad Pontificia Lateranense de Roma. En 1988, fue nombrado Vicepresidente fundador y primer Decano de la Sede de Washington, D.C. de esta escuela de postgrado de estudios de teología que ahora alberga La Universidad Católica de América.
De 1987 a 1997 Anderson ocupó el cargo de Vicepresidente de Relaciones Públicas de la Orden. Ha sido Gran Caballero, Diputado de Distrito, Abogado de Estado, Secretario de Estado y Diputado de Estado de la jurisdicción para el Distrito de Columbia. Anderson fue Vicesecretario supremo y Secretario de Caballeros de Colón. En octubre del 2000 fue elegido Caballero Supremo de la Orden.
De la Casa Blanca, el señor Anderson pasó a trabajar por casi una década como miembro de la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos. Es de sentido común imaginar que nadie asciende a través de un entramado tan podrido como el de la política de los EE UU sin seguir fielmente las reglas del juego y sin dejarse tocar por la pudrición reinante. Su éxito posterior sugiere que debió jugar bien las reglas del juego porque lejos de fracasar solo ha ascendido en su carrera.
Además Anderson, desde su fundación, es miembro del Consejo Científico Internacional del Studium Generale Marcianum di Venezia patrocinado por el Patriarcado de Venecia y auspiciado por el Opus Dei [La sede central del Studium está anexa a la histórica y católicamente significativa de Santa María de la Salud, y fue creada en 2004 por el entonces Patriarca de Venecia (2004-2011) Angelo Scola, hoy Arzobispo de Milán; y consiste en un conjunto de varias instituciones educativas desde la enseñanza elemental hasta la universitaria y ésta en los campos del derecho y la teología, cuya inauguración oficial solemne, en abril de 2004, fue presidida por el cardenal Angelo Sodano, entonces Secretario de Estado de Juan Pablo II (de censurable complicidad como nuncio cerca de Augusto Pinochet), y en presencia del Prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, Gran Canciller de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, perteneciente al Opus Dei.
Publicaciones
Anderson es autor de un libro listado entre los “Best Sellers” (más vendidos) del New York Times: “A Civilization of Love: What Every Catholic Can Do To Transform The World” (Una Civilización del Amor: Lo que todo católico puede hacer para transformar el mundo); coautor (junto con Monseñor Eduardo Chávez) de otro libro también mencionado entre los “más vendidos” por el N. Y. Times: “Our Lady of Guadalupe: Mother of the Civilization of Love” (Nuestra Señora de Guadalupe: Madre de la Civilización del Amor); coeditor (con Livio Melina) de “The Way of Love: Reflections on Pope Benedict XVI’s Encyclical Deus Caritas Est” (El camino del amor: Reflexiones sobre la encíclica del Papa Benedicto XVI Deus Caritas Est) y publicó (en colaboración con el sacerdote José Granados) “Called to Love: Approaching John Paul II’s Theology of the Body” (Llamado al amor: Sobre la teología del cuerpo de Juan Pablo II).
Labor propiamente dicha en la Orden
En su posición de Caballero Supremo de la Orden de Caballeros de Colón desde el año 2000, Carl A. Anderson ha fungido simultáneamente y hasta el presente como Director Ejecutivo y Presidente de la Junta Directiva de la Orden de Caballeros de Colón hoy día la organización católica masculina “fraternal” más grande del mundo, con más de 1.8 millones de miembros al servicio de la promoción y el cuidado de la familia concebida al estilo patriarcal de la tradición católica oficial.
Su “carrerismo”, diría Francisco, experimentó un impulso meteórico no ajeno a la concurrencia en el tiempo del éxito mediático de ambos Juan Pablo II (1978-2005) y Ronald Reagan (1981-1989) ―esto lo sugiero yo― aunque es comprobable que ni BenedictoXVI, sucesor de Juan Pablo II, ni los sucesores republicanos de Reagan en absoluto le desconocieran. De hecho fue Benedicto XVI quien finalmente convirtió al fundador de la Orden en “Venerable”.
Según el banco de datos www.guidestar.org, la más confiable fuente de datos pertinentes a las ONG norteamericanas, en el año de 2008, Anderson recibió, de las arcas de los Caballeros de Colón, un “paquete” de beneficios ascendente a US $1.2 millones de dólares; en 2014 la organización de “Concerned Christians” reportó que el salario anual de Anderson había subido a US $2.1 millones. (Cf.: http://www.guidestar.org/FinDocuments/2009/060/416/2009-060416470-06b0c7e3-9O.pdf, y al de 2014 (Concerned Christians) se accede por este otro: http://www.christiannewswire.com/news/5665274562.html.
Anderson jugó su primer rol internacional al servicio de la Iglesia, en 1994, en la delegación del Vaticano al 15º Encuentro del Comité Internacional de Relaciones Católico-Judías, en Jerusalén. También fue el primer laico norteamericano invitado a intervenir en el Sínodo Mundial de Obispos en octubre de 2001, 2005 y 2008.
El Papa Juan Pablo II nombró al señor Anderson miembro de la Academia Pontificia para la Vida (1998), miembro del Consejo Pontificio del Laicado (2002) y consultor del Consejo Pontificio para la Justicia y la paz (2003).
El Papa Benedicto XVI lo nombró consultor del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales en 2007 y miembro del Consejo Pontificio para la Familia (2008). Benedicto XVI le nombró miembro del Consejo de Superintendencia del Instituto para las Obras de Religión – Banco Vaticano (2009) y ha servido como consultor del Comité Pro-vida de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de Estados Unidos desde 2002.
Desde que el Sr. Anderson asumió la responsabilidad de caballero supremo en 2000, las donaciones caritativas o Filantrópicas de la Orden de Caballeros de Colón han alcanzado cifras sin precedencia. En 2014, las donaciones recaudadas fueron superiores a los $151 millones de dólares. Las horas de servicio voluntario coordinadas por la Orden fueron 69.3 millones.
Entre las obras que la Orden desde el 2000, bajo el liderazgo de Anderson se destacan las siguientes (US $ dólares):
• Creación del “Fondo de los Héroes” por 1 millón, para brindar asistencia inmediata a las familias de socorristas que perdieron sus vidas rescatando víctimas del ataque terrorista a New York en el 9/11;
• Recaudar cerca de 10 millones utilizados en reconstruir escuelas e iglesias católicas destruidas o dañadas por el huracán Katrina en la costa del Golfo de Estados Unidos;
• Distribución de más de 30.000 sillas de ruedas a los necesitados en Afganistán, Vietnam y otros numerosos países del tercer mundo;
• Establecimiento del fondo “Pacem en Terris” para ayudar a las escuelas católicas en Tierra Santa;
• Donación de más de 70.000 abrigos de invierno a niños estadounidenses y canadienses en el año de 2009;
• Financiación del nuevo seminario católico nacional en Cuba;
• Proporcionar, junto con el “Proyecto Medishare”, prótesis para extremidades a 1.000 niños haitianos víctimas del terremoto del 2010 que devastó ese país;
• Financiación y donación de medio millón de libros de oración a soldados estadounidenses estacionados en el extranjero;
• Construcción de escuelas y centros de distribución de alimentos para los huérfanos de SIDA en Kenia y Uganda;
• Donación de 268 máquinas de ultrasonido, valoradas en algo más de $ 14 millones a centros de cuidados perinatales y a embarazadas de alto riesgo en 44 estados de los EE UU y en Canadá;
• Construcción, en el recinto de la Universidad Católica de América, del edificio dedicado al padre Michael J. McGivney, nueva sede de la Pontificia Facultad Juan Pablo II y su Instituto Para Estudios Sobre el Matrimonio y la Familia;
• Compra del Centro Cultural Juan Pablo II, en el propio recinto de la Pontificia Universidad Católica de América, en Washington, D. C.; establecimiento del Santuario Archidiocesano dedicado a San Juan Pablo II, que pronto albergará un museo de clase mundial dedicado a su vida, su pontificado y sus enseñanzas.
Actualmente Anderson es miembro de la Junta de Directores de la Universidad Católica de América regentadas por jesuitas y de la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, el cual está bajo el patrocinio directo de la Orden.
En el más mundano dominio de las finanzas, en la década que ha sido Presidente y Director Ejecutivo de la Orden, Anderson ha supervisado un sólido crecimiento de los recursos económicos de la misma, muchos de los cuales se han duplicado durante su periodo.
¿Cómo puede navegar un cisne sin ensuciar su plumaje? Quizás Anderson lo esté logrando aunque sus jefes en el Vaticano a lo largo de su carrera, muchos no pudieron.
¿Por qué la Orden de los Caballeros de Colón no está presente en España siendo España precisamente la nación que hizo posible la llegada de Colon a América?
¿Por qué no se reconoce el mérito que tuvo España precisamente en la epopeya del descubrimiento?
¿Por qué no se reconoce a la reina Isabel la Católica el mérito que le corresponde?
JUAN PASCUAL BAZTAN GONZALEZ
QUE BIEN QUE HAYAN ORGANIZACIONES DE CATOLICOS QUE RECEN Y CONTRIBUYAN REALMENTE A LAS NECESIDADES DE LA GENTE
Querido George: Has hecho un excelente trabajo de recopilación de datos para mostrar la historia “financiera” de la Iglesia Católica. Aquí se puede ver con claridad la ejecución de la Regla de Oro, es decir “Que el que tiene el oro, hace las reglas” y ayuda a las personas a perder la visión ingenua acerca de la institución, y a madurar en su postura frente a la religión establecida.
Hay quién prefiere que todos permanezcamos como niños recitando” Jesusito de mi vida” Yo, por mi parte prefiero gente más madura y más informada, por lo cual te agradezco tu esfuerzo.
Amigo Ramón: El artículo que escribí tenía interés informativo y de ilustrarlos un. El del Vaticano y sus finanzas es un tema desagradable. Creo que no resienta una recepción silente o pobre si ésta ha de ser medida por el número de comentarios provocados (única medida objetiva). “Fair Warning”: Quizás no sea necesario seguir leyendo mi anti-novela.
El primer artículo de estos tres recibió un poco de rechazo merecedor de aclaraciones al extremo que de 11 o doce comentarios cinco fueron míos para aclarar o agradecer. Quizás esa sea la naturaleza del oficio de expresarse en público que me hubiera gustado llegar a aprender. Gracias por tu generosa sensibilidad. Un abrazo cordial.
Los rostros del águila bicéfala del imperio financiero de la Iglesia pertenecen uno a la jerarquía misma, si no en particular (aunque algunos clericales tienen que dejar testamento de sus bienes después de destinar en vida aquello que desean ocultar) sí corporativamente. E otro nos pertenece a los seglares, sobre todo ciertos sectores elitistas entre los laicos que la jerarquía explícitamente alienta y utiliza y que, por su parte, se beneficia dejándose utilizar. Me refiero a los de siempre la antigua nobleza y la hodierna burguesía multimillonaria que se compra títulos nobiliarios en quiebra o titulares en la crónica social. Pero “el laicado” es la mayoría de la Iglesia, que vive de sus negocios comerciales y de la política y directamente oprime para beneficio propio o resulta oprimida por otros laicos.
Este último rostro, el secular o laical, tiene a su vez dos rostros que imagino mirando respectivamente hacia ambos lados de su perfil, como Jano (Janus), del Panteón Romano, que guarda las puertas de entrada y salida y por eso dio nombre al mes de Enero.
En la imaginería afrocubana (que me resulta más cercana y amable) recuerdo a Eleguá o Ellegbá. Su nombre en dialecto yoruba suena como Eshu y fue transliterado al “cubano” o al español sincrético como Eleguá (!!!), y en el Panteón Yoruba-cubano asumió diversamente a San Miguel Arcángel, San Antonio de Padua, o al Niño Jesús de Atocha que, respectivamente, son un angelical matón guarda-caminos, un caminante milagroso de la bilocación, y un niño aparecido en el camino de Santiago, portando su bastón de peregrino y su cuenco de güira seca y ahuecada. Quien visite como las Reinas españolas la basílica correspondiente ya sabe que un santero cubano se sonreiría quedamente al mirarla desde las sombras y quién sabe, quizás aguarda por ellas y lo hace invisiblemente.
Comprensiblemente esta deidad fea, enana y bisexualmente lujuriosa, pero desafortunada en amores, es el Oricha encargado de la custodia de las puertas de entrada o salida, los cruces de caminos, los comienzos y los finales.
Una santera de Párraga (la Habana) me aseguró una vez, con bastante acierto, que Eleguá fuera mi Oricha protector y que cuando saliera de Cuba nunca me abriría puertas a mí mismo, pero que me dedicaría a abrir y cerrar las puertas de otras personas confundidas. No he encontrado cosa más parecida que la psicoterapia que he practicado por más de 35 años. En cuanto a tratar de abrir mis propios caminos, fallé en la vida conventual y otras obligaciones familiares objetivamente más perentorias me lo exigieron.
Traté de dedicarme a las matemáticas que había estudiado en La Universidad de la Habana (me “depuraron” por razones políticas a un semestre de graduarme de la licenciatura) e, intermitentemente, a la enseñanza, otro modo de abrir puertas. En el campo que pude progresar un poco (el clínico paradójicamente demandante de largos silencios) debo el progreso a los esfuerzos de una realista consejera de universidad.
Volviendo al tema (ya explicaste con otras palabras que los cubanos somos parlanchines y fácilmente dejamos camino por vereda, a lo cual quizás se deba el éxito del turismo sexual cubano). Uno de los rostros de las finanzas católicas un tanto oculto, es el de la Orden de Malta que como es más vieja es más sabia y sabe cubrir sus huellas y mantenerse confortablemente en una especie de anonimato.
El otro pertenece a una “gringada”, de origen espurio como los inmigrantes al capitalismo y, típico de la cultura en la que fue concebida, a la Orden de los Caballeros de Colón que necesita auto-publicitarse para asegurarse como cualquier mercancía un espacio en el mercado y ser reconocida. Y que necesita envejecer, como el vino, para mejorar o avinagrarse o, quizás, para sentirse mejor en las sombras, inadvertida, libre de hacer y deshacer según sea más productivo.
Además, personalmente, me encuentro en la fase de “desembalaje” y en ese contexto han nacido una serie de engendros textuales más o menos atinados que en el mejor de los casos, si son leídos al lector/a solo queda quizás formarse opinión propia.
No te asombre, pero nací tartamudo. A los cuatro años me daba pánico hablar por las bromas y las burlas. Era precoz y fui al kindergarten a esa edad por algunas habilidades. El tiempo pasó, voló un águila sobre el mar, y al terminar mi bachillerato y serme imposible salir de Cuba como deseaba, “salí” de Pinar del Río a La Habana y encontré empleo cuando todavía se hacían exámenes de oposición, en la enseñanza secundaria básica nocturna del sistema obrero-campesino.
Casi seis años de tratamiento lograron hacerme superar mi neuropatología, hasta poder hablar en público sin causar burlas o bromas. Así por años he enseñado incluso en el legendario Pre-Universitario de La Habana (Vieja). Soy del tipo de tartamudo que hace pausas, no repito sílabas al estilo de la ametralladora gracias a un especialista extraordinariamente dedicado, ya fallecido en una cárcel cubana.
Eso explica un poco que sea crónicamente “verborreico”. Dar rodeos no es solo un problema étnico (el cubana cuenta-cuentos como la Tía Tata) sino biológico, la necesidad de un repertorio amplio de sinónimos para rellenar las pausas. Parlotear otras lenguas ha sido de inmensa ayuda.
Si todo eso fuera poco tiendo a ser obsesivo-compulsivo. He sido descrito desde hace mucho, y me he sentido exhaustivamente analítico. Mi propio entrenamiento-tratamiento psicoanalítico en La Habana y en Florida solo añadió leña al fuego.
Consecuentemente me identifico con la “Hermenéutica de la Sospecha y de la Afirmación” y mi negatividad a menudo acidula lo que digo y escribo. También soy compasivo y sensible, según me dicen. Mis pacientes se han beneficiado mucho de todo ello y yo mismo (a través de ellos) porque el análisis negativo o sospechoso del “Abogado del Diablo” a menudo, muy a menudo, hace como el boomerang australiano y enriquece o depura al propio Diablo, que por eso hasta los dioses encuentran difícil silenciarle.
El mismo Creador de la Biblia Hebrea parece haber practicado esa hermenéutica dialéctico-dialógica en sus andaduras terapéuticas o pedagógicas. Jesús parece haber hecho otro tanto sobre todo frente a sus adversarios. Caifás, rabino al fin y a l cabo, utilizó el análisis negativo cuando “perdió la tabla” frente a su Sanedrín. Los rabinos hebreos en sus comentarios a la Torah se sirven del método con sus preguntas y respuestas. Ignacio de Loyola lo hace en la segunda y tercera semana de sus Ejercicios, Teresa de Ávila en su Camino y en sus Cuentas de Conciencia y Juan de la Cruz no vacila en sospechar que el Amado le abandone a fuer de no merecerle. Como vez ando apropiándome indebidamente de sombras grandes: “quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.
Agradezco de corazón el espacio y la oportunidad que generosamente me brindó Atrio para figurar en la historia y poder entrar decorosamente en las penumbras.
No creo que la ausencia de comentarios ( hasta ahora) sobre el trabajo de George sea por las razones que se apuntan, aunque es cierto que ha realizado un esfuerzo muy logrado de divulgación sobre datos, cronología y citas oportunas, apoyado todo en una escogida fuente documental, sino que coge a la gente algo fuera del enfoque o tratamiento.
George tiene una posición privilegiada donde recoge lo que es información conocida y tratada en ciertos círculos de la sociedad americana. El episcopado americano es vigoroso, la Orden de Caballeros de Colón se hace más visible allí, su lugar natural.
Ese “universalismo” de la que hace gala George, y a nuestro Antonio (Duato) le entusiasma resulta un fruto patente del masivo exilio cubano. Se eleva sobre nuestros localismos y nuestros particularismos. Cuba se hizo universal ya en el siglo XIX, cuando los pronunciamientos, las guerras y los afanes que en principio eran autonomistas contra la ceguera de la política de las Cortes Españolas y su centralismo que reducían a Cuba a la condición de colonia, cuando entonces todo el pueblo cubano se sentía parte de España, y había demostrado lealtad a la Corona y fidelidad a la Patria durante la ocupación napoleónica, presente en las Cortes de Cádiz (1.812)
Envuelto en el ideal romántico, José Martí, encauzó a la ciudadanía cubana hacia la independencia como única forma de defender la identidad propia de una Cuba blanca, negra y mestiza.
Perdonen tan larga digresión, pues decía que nuestros particularismos a veces no nos permiten enfocar bien los temas. Lo mismo ocurre por ejemplo con la saturación sufrida con la “espiritualidad laica”, que no acabamos de descubrir como la versión hispano-católica de la “New Age”, con mucho más rodaje en Los Estados Unidos, y que cultivan con ardor elementos venidos de una fuerte religiosidad católica en nuestro suelo hispánico.
Sucede con la Orden de los Caballeros de Colón, lo mismo que a toda la derecha religiosa norteamericana mayoritariamente protestante que han hecho una larga marcha a través de las instituciones desde su condición laical donde el dominio económico se hace desde una hegemonía cultural. Pero en la Iglesia Católica el laicado formalmente está al servicio de la Jerarquía. El Vaticano se hace así más poderoso.