“Sabemos que jugar con un palo es increíble, pero esto ya es demasiado”, decían en un anuncio de una bebida, “Limón y nada”, mientras un niño se volvía loco de alegría al desenvolver su regalo y ver que contenía, un modesto palo.
Un modesto palo. Y sin embargo hay mucha más verdad oculta en este anuncio de lo que parece a simple vista. A mí me sugiere varios temas.
El primero es que cuando el primer animal, empezó a utilizar un palito, para conseguir comida, creó la primera máquina en nuestro mundo, la protomáquina, la arqueomáquina, la madre de todas las máquinas.
Pero la cosa va mucho más lejos. Porque este palo o palito que agarra el animal supone un cambio epocal de proporciones cósmicas. Hasta entonces las especies eran bastante estables, y solo se producían cambios evolutivos, por vía genética, siempre por causas aleatorias, aunque quizás estas evoluciones parciales también se produjeran por la emergencia de combinaciones nuevas de la información, en situaciones fluídas inestables, (Prigogine).
Pero a partir de que el cerebro, mediante su capacidad inteligente, inicia la construcción de sistemas auxiliares, o máquinas, esa lenta evolución darwiniana, es sustituida por una de naturaleza lamarckiana, (la que rige en la cultura), mucho más acelerada, pues cada avance se transmite rápidamente vía enseñanza-imitación a las nuevas generaciones.
Y eso supone una aceleración histórica tan vertiginosa, que nos tiene muy despistados y perplejos, al estar siendo testigos y protagonistas de sus últimos estadios, tanto para bien como para mal.
La segunda cuestión que me inspira lo del “palo”, es sobre su última y más reciente versión.
Después del palo como instrumento para cazar hormigas, y del gran palo-porra para golpear, (que tanto progreso ha otorgado a la humanidad, y lo digo muy en serio), y pasando por los sublimes (y nunca suficientemente ponderados), palito del chupa-chups, y del palo de la fregona, la mente humana ha alcanzado sus cotas más sofisticadas en el palo extensible para hacerse un “selfie”.
Puede parecer una tontería, y quizás lo sea, pero tiene más enjundia de lo que aparenta. El surgimiento del palo del “selfie”, es todo un perfecto símbolo del grave problema humano subterráneo, de la perspectiva de su autoanálisis.
Cuando en muchas controversias se exponen opiniones e ideas diversas sobre una cosa u otra, debajo de ello, en sus cimientos, lo que existe es una visión y un modelo distinto sobre la naturaleza del hombre.
Los múltiples, variados y hasta contradictorios modelos de la mente humana de los cientos de escuelas psicológicas que existen, enseñan que somos como el ejemplo de los cuatro ciegos, tocando un elefante: cada uno se hace una idea diferente y parcial.
Y es que vernos a nosotros, desde nosotros mismos, nos supone un condicionamiento tan grande y limitante, que por ello necesitamos redirigir nuestra mirada con otra perspectiva, que solo podríamos tener si nos quitáramos un ojo y lo sujetáramos con los dedos de la mano al borde de nuestro brazo extendido.
El “selfie”, lo conseguía, y ahora, el palito extensible, amplía mucho más la perspectiva y nos da una mayor profundidad de campo. Hace cercana y cotidiana, la gran revelación simbólica contenida en la primera foto de la Tierra, realizada desde la Luna, que removió las ideas de la gente, mucho más que miles de editoriales y libracos. Si es verdad que como Susan Sontag decía, “hay pocas imágenes que valgan más que mil palabras”, esa imagen de la Tierra valía más que un millón.
Muchos estamos en una situación llena de dudas, de inseguridades, de perplejidad, de controversias circulares, de especulaciones sin cuento, y sin acabar de rematar nunca, de no saber qué camino tomar. Y todos esos son síntomas claros de cimientos poco sólidos, de apoyar nuestra cosmovisión, en una visión poco ajustada a la realidad. Y de falta de imaginación para una percepción correcta de la realidad: “la realidad, sin imaginación, es media realidad”, (Luis Buñuel), y “la imaginación crea la realidad”, (Richard Wagner).
Necesitamos analizarnos y estudiarnos desde una nueva perspectiva, que no puede ser otra que la del hombre en medio del cosmos, e inmerso en sus leyes. Leyes que es la ciencia la que nos las está descubriendo. Y sobre estos cimientos firmes luego podemos, (el que quiera), especular e intentar descubrir, los planes de la Trascendencia, sobre nosotros, la “lógica” de Dios respecto a nosotros.
“Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa”. (Lucas, 6, 47-49)
Hombre, Isidoro, si no has entendido mi comentario, apaga y vámonos. A mí me pasa lo mismo pero con el “totum revolutum”, que no me aclaro.
El tema que suscita George es interesantísimo. ¿Estamos perdiendo la capacidad imaginativa?. Mucha gente acusa a la escuela de castrar imaginativamente a los niños, promocionando el almacenamiento de saberes, en contra de la imaginación y creatividad. Y eso tiene unas repercusiones inimaginables. Y no olvidemos que antes de “atender”, debemos “entender”.
En las escuelas, por falta de interés y quizás de una teoría adecuada, (lectores habrá que sepan mucho mas de este tema), se trata de uniformizar a los niños, estructurándolos para “el mercado de trabajo”. Y así, al final, como decía Eugenio d’Ors, “todo el mundo, si no es chauffeur, lo parece”.
Dice el maestro Leonardo Boff: “La liberación requiere también una profundización en la interioridad. Ésta ya no se satisface con el mero consumo de bienes materiales; pide valores ligados a la creatividad, a las artes, a la meditación y a la comunión con la madre Tierra y con el universo”.
El mismo Daniel Goleman que he citado antes decía: “Podríamos preguntarnos, ¿y caen del cielo la creatividad y la intuición? Ciertas actitudes, prácticas y conocimientos acerca de cómo funciona nuestra mente pueden darnos una respuesta mucho más interesante y útil. La mejor intuición requiere, después de todo, una extraordinaria cantidad de datos y la experiencia de toda nuestra vida filtrada a través del cerebro humano.»
Él, denomina a esa mente imaginativa y creativa como la “mente errante”, y señala: «Entre las funciones positivas de la mente errante se hallan, además de proporcionar un refrescante descanso a los circuitos destinados a una concentración más intensa, están la generación de escenarios futuros, la reflexión sobre uno mismo, la navegación a través de las complejidades del mundo social, la incubación de ideas creativas, la flexibilidad de la concentración, la ponderación de lo que estamos aprendiendo, la organización de nuestros recuerdos o la simple reflexión sobre nuestra vida». ¿Hay quién de más?.
Pero exige un cierto valor o quizás algo de “locura” personal. Eric Fromm advertía: “La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas”. Y por eso, la imaginación se relaciona con lo de los niños y el reino de los Cielos, de Jesús. Y con una actitud lúdica de la vida, y si se quiere infantil, porque como decía Einstein: “La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”.
¿Y la tecnología?. Yo como soy tecnófilo y creo que el que escupe al cielo, le cae encima, y por eso no deberíamos desmerecer los frutos de nuestra inteligencia, estoy de acuerdo en el dicho de que la televisión hace mas listos a los listos y mas tontos a los tontos. Y quien dice televisión, se puede aplicar a todo.
Los comentarios de M.Luisa y su continuación el de Asun, (aunque la verdad sea dicha, no he entendido muchas de las frases de sus comentarios, (por mis limitaciones personales), y aún a riesgo de contestar con un “manzanas traigo”), me sugieren varias ideas.
La primera, respecto a la interpretación de los textos antiguos. Yo sigo la teoría de Shorawardi, (que le costó la vida), que consideraba el Corán, como si se lo hubiesen dictado a él. O sea que cada uno tiene su derecho e incluso diría que su deber de interpretar los textos, con su buen saber y entender, aunque lógicamente cada uno debe intentar aumentar y mejorar constantemente su saber y su entender.
Y yo personalmente, creo que Jesús, (dejando aparte su hipotético papel “cósmico”), en su misión en la Historia fué ante todo un maestro, un sabio, que intentó con sus parábolas y cuentos didácticos, enseñarnos, la Realidad de las cosas, (como todos los demás sabios de la Historia: Confucio, Lao y Chuang Tse, los autores de los Vedas y los Upanishads, los filósofos griegos, con Pitágoras a la cabeza, etc.).
Por eso fue descrito por el evangelista Juan como el “Logos”, el significado. Y por eso la interpretación de ese apotegma de los cimientos de la casa, para mí es clara: si tu cosmovisión es certera, resistirá todos los “embates” culturales que vengan, y si no lo es, la casa se derrumba, y vienen las crisis y los lamentos y los desconciertos y las perplejidades y el estar hechos un lío, y el sentirse incomprendidos, y la culpa es del empedrado. Lo que decía Julián Marías: “tratar de anular la confusión intelectual con una confusión emocional. Es el calamar que, para no ver que el agua está turbia, descarga su tinta”.
Es lo mismo que la filosofía taoísta. Si estás en la corriente del Tao, o sea en las Leyes generales del Universo, todo lo que hagas estará bien, porque vas en el sentido correcto. Y si no te encuentras en la corriente del Universo, entonces no te quedará mas remedio que cumplir las normas que te de tu religión, o la moral de tu sociedad, que son los mimbres con los que construímos nuestra moral personal.
Lo difícil es hacer el esfuerzo de colocar la canoa en la corriente de agua. Una vez conseguido, es la corriente la que te lleva intuitivamente. Y para eso hay que intentar tener despejadas las vías de conexión con nuestro inconsciente-daimon-espíritu interior, evitando distorsiones y bloqueos internos, causados por nuestros errores cognitivos y por nuestros baches emocionales. Conseguirlo es difícil, y es la tarea de una vida, de conseguir subir la montaña de la sabiduría.
Daniel Goleman en su libro ‘Focus’, lo define así: «La capacidad cognitiva que sigue aumentando a medida que pasan los años es la denominada ‘inteligencia cristalizada’, es decir, la capacidad de diferenciar lo relevante de lo anodino o, dicho en otras palabras, la señal del ruido. Esto es lo que algunos llaman también sabiduría».
Para no hacerme pesado, seguiré en otro comentario posteriormente.
Quizás por mi propia historia personal lo que menos me cuesta o lo que no me cuesta en realidad es imaginar que Jesús, si existió, haya sido humano y en ese sentido debió albergar miedo y todo el espectro de reacciones humanas, incluyendo el miedo y la ira hasta el pavor y el furor respectivamente. Los propios evangelios le atribuyen momentos en los que reaccionó de esas formas durante sus últimos días y semanas.
La razón de atribuirle posible veracidad a esas narraciones es precisamente que le hacen parecer humano y un pelín (o muchos) en contradicción con sus discursos acerca de la misericordia, el perdón, la tolerancia, etc.
Si Jesús no era realmente humano me parece aún menos procedente cualquier pregunta sobre su atribuida condición divina.
Parto en mi comentario de lo transcrito al final del artículo del Evangelio de Lucas.
Como no dejo de repetir hasta qué punto esas son frases exactas de Jesús, por una parte, y por otra parte lo dicho en este pasaje, qué podía querer decir independientemente de la lectura literal y del auto proselitismo que representa, lo cual, es de destacar , pues se hace incomprensible y difícil de provenir de una persona no egocéntrica como lo era Jesús, por lo que cabe sospechar que lo dicho por Jesús es de nuevo reinterpretado, enfocando lo que interesa en un tiempo y lugar de circunstancias y situaciones concretas.
Sin embargo, parece asumible que Jesús pusiera empeño en hacer ver que el miedo encuentra obstáculos para tomar dominio de la persona, del ser humano, que se sabe afincado no en normas de control disuasorias, sino en lo que se es de fondo, comparable a una inmensa roca a la que no es fácil de hacer sucumbir en el miedo y temor, ni perder su dignidad ante los acontecimientos cotidianos e inesperados de la vida.
Por tanto, según a lo que apunta el pasaje, es clave en dónde estoy situado, ¿En lo aparente y lo constructo? ¿O más bien en lo que no se ve y es anterior a todo ello, haciéndome vivirme y ser eso que soy?
Dicen mucho estas palabras del comentario de Mª Luisa, a las que he puesto alguna que otra coma. Gracias:
Pero ya se entiende que no me refiero a la modalidad de la razón instrumental, sino aquella razón que nos irá dando la realidad del objeto que estamos buscando. Aplícale aquí el principio de indeterminación, y se verá cómo por mucho que el pensamiento busque, al final la realidad supera y rebasa el esbozo construido para ello. La sabiduría cuenta con ese momento, pues lo que se saborea es algo otro, pero dado en nosotros. Ahora bien, esta perspectiva implica una teoría nueva sobre el conocimiento, lo cual exige superar primero el dualismo.
Saber que el palo del artículo, que no puede ser independiente del fin que se busque, es una herramienta o instrumento, pero nunca lo que somos en un despliegue continuo, nos quita mucho dramatismo y euforias innecesarias, acompañantes frustrantes de nuestros miedos y deseos egoicos.
Estimado Isidoro, tú ves el problema enfocándolo por el lado donde la imaginación parece que no despierta, sin embargo, pienso, como ya sabes, que ese no es un buen enfoque. Tanto Luis Buñuel como Richard Wagner eran artistas y todos sabemos que lo artístico, cayendo dentro del ámbito de la creatividad, llega a un nivel del conocimiento (no de la inteligencia) donde, por la finalidad que se pretende, ha de intervenir, necesariamente, como en ciencia, la razón. Pero ya se entiende que no me refiero a la modalidad de la razón instrumental, sino aquella razón que nos irá dando la realidad del objeto que estamos buscando. Aplícale aquí el principio de indeterminación y se verá cómo por mucho que el pensamiento busque al final la realidad supera y rebasa el esbozo construido para ello. La sabiduría cuenta con ese momento pues lo que se saborea es algo otro pero dado en nosotros. Ahora bien, esta perspectiva implica una teoría nueva sobre el conocimiento, lo cual exige superar primero el dualismo.
Isidoro, amigo, me ha sorprendido tu cita de Wagner: “la imaginación crea la realidad”, (Richard Wagner).
¿No parece que debiera ser lo opuesto, que la realidad crease a la imaginación?
¿La gente carente de suficiente estimulación por tener que vivir en un espacio de realidad muy reducido no se intoxica pronto bebiendo solo de su propio pozo, posiblemente porque pierda (por atrofia) la capacidad de imaginar y de curiosear?
Las industria cinematográfica, televisiva han hecho mucho bien pero han lucratido enormemente creando una imaginería alienante (culebrones) que ha facilitado la pasividad adictiva del entretenimiento de sofá y pantalla. ¿No te lo parece?
Si la cosa sigue como va, la tecnología telefónica/comunicativa pronto nos robará la expresión facial a base de no comuniocarla y para quien no pueda comprar telefonía cara la comunicación interpersonal se reducirá a la voz y, quizás, la entonación. Desde luego Skype, los video-calls, las llamas telefónicas de face time, etc. y sus demás sucedáneos me dan un poco de esperanza.
¿No es la realidad de fuera de uno/a la causa de nuestra “orexis”(desear o apetecer) y nos atrae de la progresiva entropía (centrados/as en nosotros/as mismos/as) hacia el ambiente?
Lucas 6, 47-49, final alternativo de la historia: hubo un terremoto y la roca sobre la que estaba construida la casa se desplazó quinientos metros de su ubicación anterior y descendió 10 metros de nivel. Jesús se sumió en una divina perplejidad.