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Una teoría plausible sobre la destitución de Tomás Gómez

Primitivo logo del blog que acabó anidando en Público

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Beatriz Gimeno es escritora y activista. Este artículo lo escribió el 15 de febrero en el blog EconoNuestra. Creo que merece nuestra consideración y reflexión pues apunta al problema de si es posible una renovada democracia hoy. Desde luego, estamos de acuerdo con su conclusión final: “Se anuncian cambios”. AD


¿Que Tomás Gómez iba mal en las encuestas? Pues qué novedad, Pedro Sánchez no es que vaya muy bien. Hace tres días el PSOE aparecía hundido en el peor resultado de su historia. ¿Que dicen que iban a salir unas corruptelas a cuenta de un tranvía? Pues, seguramente, en este país no hay obra pública en la que no se meta la mano, pero, vamos a ser serios… ¿Me estáis diciendo de verdad que han cesado a un dirigente político porque una obra pública tiene un sobrecoste por el que él no está imputado (y no está claro que lo llegue a estar)? Basta con mirar alrededor para darse cuenta que la corrupción, aquí, no es motivo para cesar a nadie hasta que la cosa ya está en los tribunales. Seguramente si Tomás Gomez estuviera impoluto hubiera resultado más difícil hacer colar esta operación, pero esta destitución no es sólo por el tranvía.

No lo sé, pero como lo que ocurre en el interior de los partidos es completamente inescrutable para los mortales entre los que me encuentro, he llegado a la conclusión de que hay algunas teorías conspiranoicas que nos pueden hacer reflexionar. En primer lugar habría que reparar en la mala suerte que tienen todos los políticos que llegan a la primera línea elegidos en procesos que parezcan, aunque sea remotamente, democráticos. Podríamos decir que son pocos, muy pocos, pero todos acaban mal. A lo mejor no nos damos cuenta porque el fenómeno de la democracia interna en un partido se da muy raramente, pero si ponemos a los dirigentes políticos que han salido elegidos por primarias (unas más democráticas que otras) todos juntos y vemos como van muriendo… a lo mejor se nos ocurren cosas. Desde Hernández Mancha, pasando por el pobre Borrell, obligado a dimitir porque el aparato le hizo la cama, hasta recientemente Tania Sánchez o ahora Tomás Gómez, podemos concluir que los aparatos de los partidos están conjurados para que sus líderes no sean elegidos más que por el propio aparato, que se reproduce por esporas; y aquel o aquella que se les escapa… ya se encargan de que le pase algo (que se conozcan unas supuestas contrataciones o que le atropelle —metafóricamente hablando— un tranvía). Los partidos no se permiten veleidades democráticas ni personas que tengan ideas propias acerca de su utilidad. En ese sentido, puede pasar mucho tiempo o poco, pero los y las dirigentes que salen elegidos por las bases tarde o temprano son cuidadosamente apartados. Pim Pam Muerto.

Una vez defenestrada la última víctima de la democracia interna mediante algo muy parecido a un golpe de Estado, que los militantes han tragado sin apenas atragantarse, el PSOE se ha inventado un proceso ridículo que demuestra eso mismo: que los militantes están ahí para escuchar y tragar cualquier cosa que les digan. No va a volver a haber primarias, claro que no. Pero se va a “consultar” a los militantes en unas “asambleas” que no se sabe dónde van a ser, ni con quién, ni cuándo ni, sobre todo, para qué. Porque digan lo que digan los militantes se va a poner al que designe el aparato. Y en todo caso, para demostrar que la renovación va en serio, al frente de todo este asunto va a estar Simancas, la renovación en persona. No importa nada que el partido de Simancas estuviera en su momento podrido hasta la médula por gentes que llevaban y traían maletines y que eran amiguísimos de Granados, el que está en la cárcel. Eso fue hace mucho tiempo.

Los grandes partidos son empresas que hacen un trabajo de intermediación entre el gran capital y los votos. Gestionan la democracia de manera que ésta jamás amenace los intereses del gran capital. Eso son los partidos hasta el momento. Los grandes partidos se reparten los papeles de manera que la supuesta voluntad popular tenga su canal de supuesta representación; y sus principales dirigentes y cuadros medios son por ello bien recompensados. Si hace falta, los partidos abandonan por un momento el teatrillo que se traen y se ponen de acuerdo rápidamente para lo que haga falta, ya sea cambiar la Constitución para pagar una deuda eterna a costa de lo que sea o para asegurar un Estado represivo que controle a la gente si ésta amenaza con desmandarse. Luego, si es necesario, el PSOE dirá que se arrepiente y que lo va a cambiar. Pero nunca lo cambia. Lo malo de las primarias es que cuando alguien llega al poder aupado de verdad por la voluntad de la gente y no por el dedo de los poderosos, puede tener la tentación de creerse que en verdad depende de aquella, y sentirse así legitimado para tomar decisiones que ignoren a los que mandan. Y lo malo de la gente cuando se pone a votar es que —¿por qué será?— suele decantarse por personas ajenas al aparato. Por eso organizar primarias es un lío, luego siempre hay que buscar cómo librarse del candidato.

¿Por qué había que quitarse de encima a Tomás Gómez? Ya he dicho que no lo sé. Pero… ¿qué había hecho de extraño Tomás Gómez en estos años? Pues creo que es de los pocos dirigentes socialistas que se había comprometido de verdad con la no privatización sanitaria; incluso había hablado de revertirla en algunos casos. No conozco a Tomás Gómez y estoy muy lejos del PSOE, y además seguro que lo del tranvía tiene mucho que ver, pero en estos años de lucha de la Marea Blanca, ha sido el único dirigente del PSOE comprometido con esa causa. Y ahora traten de imaginar cómo están en este mismo momento las empresas del sector sanitario. Están ahí, rugiendo y salivando detrás de una puerta entreabierta, dispuestos a lanzarse sobre el enorme negocio de nuestro servicio de salud que entre el PP y el PSOE llevan años troceando y dejando morir, a ver si así llega el momento en que venderlo sea la única opción.

Supongo que ahora que se prepara la gran coalición, que vendrá, no les quepa duda, Tomás Gómez podía ser un incordio si es que ponía el más mínimo inconveniente a la privatización de la Sanidad pública o, peor aún, si se le ocurría tratar de pactar con Podemos, aunque fuera para esta cuestión en exclusiva. Ayer se filtraba la información de que el motivo de la destitución es tratar de frenar desde el PSOE cualquier intento de pacto de los barones territoriales con Podemos tras las elecciones. Y no me extraña, hay muchos negocios y mucho dinero en juego.

No sé si la coalición PP-PSOE se hará en forma de pacto estable, supongo que no, o más bien se tratará de pactos puntuales, como el antiterrorista (más bien antiprotesta) y, en ese caso, será muy fácil ponerse de acuerdo en seguida sobre cómo no revertir ningún proceso privatizador en la Sanidad o, incluso, en avanzar aprobando alguna ley de nombre indescifrable como “Ley para la Regulación y Acompañamiento de las Medidas Sanitarias de la CAM”, es un decir. Se nos dirá, ya lo verán, que es para hacerla sostenible. Igual que el 135, igual que el pacto antiterrorista, PP y PSOE no van a tener dificultad en ponerse de acuerdo para venderlo todo, ahora que están negociando en secreto el TTIP.

No olvidemos tampoco que el ritmo de la destitución de Tomás Gómez lo ha marcado Prisa, que marcará también el ritmo de la coalición “necesaria”. Prisa pertenece, en realidad, a los bancos y aseguradoras que se quieren repartir ese negocio de la Sanidad, las pensiones y otros muy golosos que se están abriendo. Y qué casualidad, los partidos pertenecen también a estos mismos bancos, llenos como están de deudas con ellos. El País no quería a Tomás Gómez no fuera a ser capaz de fastidiar algún negocio, y tres horas después de que Pedro Sánchez hiciera caso a Prisa, es decir a los bancos, El País le regalaba la encuesta soñada: “Ganas a todos”, le ha dicho. De la nada al todo en tres horas, así da gusto.

Y esto es todo amigos y amigas. Falta decir que, en realidad, Tomás Gómez usó las primarias para llegar al poder y cuando estuvo en la cúspide no quiso ni oír hablar de otras primarias que pudiera ganarle alguien a él. Pero esto es pecata minuta para mi teoría. ¡Seguramente no haya nada de verdad en todo esto que acabo de escribir y se trate sólo de Pedro Sánchez queriendo dejarle claro a Susana Díaz que no se le ocurra tratar de aterrizar en Madrid porque un ERE bien usado da para mucho! O quizá, quién sabe, se trate de ambas cosas y de matar dos pájaros de un tiro. En todo caso, no se olviden de quien manda en realidad y atiendan a los signos de lo que viene. Se anuncian cambios.

Un comentario

  • h.cadarso

    Beatriz Gimeno no va del todo descaminada. El fantasma de Podemos asusta a todo el politiquerío de la península, y si lo juntamos a Siriza, también a todo el politiquerío de Europa. de tal manera que Alemania no se corta y asume ella sola la respuesta a Grecia, dejando a la Unión Europea fuera de juego.
    De hecho, Tomás Gómez ya dejó caer una sugerencia de que en caso de necesidad intentaría fórmulas de encuentro y colaboración con Podemos.
    En este tablero de ajedrez, PSOE y PP juegan con fichas negras, y Podemos con blancas. !Qué poca vergüenza el  nuevo candidato del PSOE, no afiliado al PSOE,  aceptando la plaza que Tomás Gómez había conquistado con juego limpio!
    Tal vez no cabe sacar de esta historia la conclusión de que Podemos es la solución, pero desde luego queda muy claro que PSOE está del lado del gran capital. Con todo mi respeto a otras opiniones…