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Sólo el evangelio nos sacará del atasco

CastilloJosé María Castillo acaba de publicar en su blog Teología sin censura este artículo que suena mucho a llamada del bautista a la meta-noia (cambio de mente) para poder acoger el Proyecto de igualdad humana de Jesús. Esa será la verdadera Cuaresma que empezó ayer.

El papa Francisco les dijo a los cardenales el domingo 15 de febrero“Nos encontramos en la encrucijada de estas dos lógicas: la lógica de los doctores de la ley, o sea, alejarse del peligro apartándose de la persona contagiada; y la lógica de Dios que, con su misericordia, abraza y acoge reintegrando y transfigurando el mal en bien, la condena en salvación y la exclusión en anuncio”. Esto es lo que dijo el papa. Lo que pasa es que ni nos enteramos del todo de lo que Francisco quiso decir. Y menos aún entendemos las consecuencias que lleva consigo asumir de veras la “lógica de Dios”.

La “lógica de Dios” es el meollo del Evangelio. Esto supuesto, la pregunta que tendríamos que afrontar es ésta: ¿nos puede sacar el Evangelio del atasco en que estamos metidos? Me refiero a la crisis y al atasco económico, social, político, cultural, jurídico y sobre todo ético en que nos tiene estancados y hundidos esta maldita crisis.

Así las cosas, yo me pregunto si el Evangelio nos podrá sacar de este atasco. Porque está visto que la economía y sus magnates, la política y sus gestores –al menos hasta ahora– ni nos sacan del atasco, ni dan visos de querer, incluso de poder, sacarnos. ¿Podrían hacerlo? Hay quienes piensan que sí. Pero, ¿podrán hacerlo, tal como están las cosas? Sinceramente, lo veo muy difícil. Extremadamente difícil, al menos en varios años, que quizá van a ser demasiados años. ¿Por qué? Yo no soy economista. Pero no estoy ciego. Y lo que veo es que la economía mundial funciona de tal manera, que, cada año que pasa, la riqueza mundial se va concentrando más y más en menos y menos personas. Con lo cual la desigualdad entre unos pocos (muy pocos) ricos y el resto de los habitantes del planeta es increíblemente asombrosa. Instituciones de ámbito mundial muy autorizadas nos dicen que el uno por ciento de los habitantes del planeta acumula ya tanta riqueza como el noventa y nueve por ciento restante. Ahora bien, una sociedad tan asombrosamente desigual es inevitablemente una sociedad, no sólo estancada, sino sobre todo desquiciada y sin futuro.

Pero no es esto lo peor. Lo más grave del asunto es que, en las sociedades democráticas, en que vivimos, la gente sigue votando a quienes nos han llevado a este desastre total. Y esos votantes quieren que nos sigan gobernando los mismos que nos han llevado a esta ruina y al futuro tan dudoso y sombrío que nos espera. Los mecanismos del sistema (no los partidos) hacen posible este desquiciamiento aterrador. Y no sólo lo hacen posible, sino que hasta lo hacen inevitable. Porque han llegado a producir un modelo de sociedad, una gestión del poder y un estilo de vida al que nos hemos acomodado y que –aquí está el secreto y la clave del asunto– nos resulta irresistiblemente seductor. Ya no es el “poder opresor” el que nos domina. Es el “poder seductor” el que hace con nosotros lo que quiere y lo que le conviene. Teniéndonos y manteniéndonos convencidos de que somos libres, más libres que nunca. Y persuadidos, además, de que esto no puede ser de otra manera. Porque es “el mejor estado de cosas” que se ha inventado hasta ahora. Nos han metido en la cabeza que este modelo (de economía y de política), hoy por hoy, no tiene alternativa.

Por todo esto digo que veo muy difícil que, al menos por ahora, salgamos de este atasco en el que estamos metidos. Y en el que, además, nos sentimos a gusto. Precisando más, estamos a gusto los que hacemos falta para apuntalar, mantener, asegurar y hacer que dure este sistema canalla, que tanto sufrimiento, tanta violencia y tanta desvergüenza sigue produciendo, y acumulando de día en día. Por supuesto, hay millones de criaturas que ya no pueden más. Pero también, para esos desamparados del sistema, hay “bancos de alimentos” y otras “ayudas” por el estilo. Para que sigan aguantando y no alboroten demasiado. Por eso insisto en mi pregunta: ¿podremos salir de este atasco? Esta es la cuestión que no me deja en paz.

Llegados a este punto, a muchos les parecerá ridículo el solo hecho de preguntarse si el Evangelio nos podrá sacar de este atasco. Podrá, por supuesto y en el mejor de los casos, atraer a los “alejados” y a los “excluidos” para que se acerquen a la Iglesia. Y eso, sin duda, es bueno. Es necesario. Más aún, es urgente. Pero con eso nada más no cambiamos el sistema. Ni, por tanto, salimos de la crisis. Sinceramente y pensando en serio, ¿puede el Evangelio modificar el camino que lleva la economía, la cultura, la sociedad y la historia?

Hace más de medio siglo, el profesor de la Universidad de Oxford, E. R. Dodds, nos recordó cómo, en el imperio romano, en el largo período que medió entre Marco Aurelio y Constantino (del a. 161 al 306), se extendió por el mundo occidental la más grave crisis de su historia. Los ciudadanos de aquel enorme imperio se daban cuenta de que todo se desmoronaba: el mismo Imperio, las instituciones, la vida social, la economía y la religión, todo se venía abajo. Así cundió lo que el mismo Dodds denominó “una época de angustia”. Y fue en esta dura situación en la que ya, por primera vez, el Evangelio, no vivido como una religión de ritos, normas morales, promesas eternas, convento y sacristía, sino como “una conciencia nueva de sí mismo” que modificó aquella cultura, fue el factor determinante de una recuperación que ahora no estamos en condiciones de imaginar.

Fue entonces cuando el cristianismo se presentó “como una fe que merece la pena vivir porque es también una fe por la que merece la pena morir”. Así lo reconocieron, a pesar de sí mismos, hombres como Luciano (Peregr., 13), Marco Aurelio (11, 3), Galeno (R. Walzer, Galen and Jesus…, 15) y Celso (Orígenes, Contra Cels. 8, 65). Por otra parte, es notable que aquellos cristianos, por la fuerza del Evangelio, llamaron poderosamente la atención porque estaban abiertos a todos. No hacían distinciones sociales: aceptaban al obrero manual, al esclavo, al proscrito y al ex criminal. Todo el mundo encontraba acogida en cada grupo o comunidad de cristianos. Nadie era censurado, ni enjuiciado. De forma que, como bien notó Cipriano, en la comunidad cada cual se encontraba igual o mejor que en su propia casa (Ad Donat. 4 y 14). Es verdad que, durante el s. II e incluso el III, el cristianismo era aún en gran medida un “ejército de desheredados” (A. D. Nock). Pero también es cierto que los beneficios que acarreaba el Evangelio, vivido en serio, no se reducían a ofrecer esperanzas para el otro mundo. Cada grupo, cada “iglesia local”, poseía un sentido comunitario más fuerte que cualquier otro grupo laico o religioso (sobre todo las religiones de Mitra e Isis de aquel tiempo).

Así, los creyentes en Jesús se sentían unidos no sólo por unos ritos comunes, sino sobre todo por una forma común de vida, cosa que ya percibió Celso (Orígenes, o. c., 1, 1). Y también unidos por el mismo peligro que juntos corrían (E. R. Dodds). Su pronta disposición para prestar ayuda a quien la necesitase es cosa que quedó atestiguada no sólo por los autores cristianos, sino incluso por el mismo Luciano (Peregr., 12 s). Ya a comienzos del s. III, Tertuliano hace, en una apología pública y dirigida a los gobernantes, la audaz afirmación según la cual los cristianos “lo tenían todo en común, excepto la esposa de cada cual” (“Omnia indiscreta sunt apud nos praeter uxores”Apol.39, 11).

Pero, como bien nota Dodds, más importante que los beneficios materiales era el sentimiento de grupo que la fe en Jesús estaba en condiciones de fomentar. Los modernos estudios sociológicos nos han familiarizado con la universalidad de ese “sentimiento de grupo” como algo absolutamente necesario para el individuo, así como con las formas inesperadas en que esa necesidad puede influir sobre la conducta humana, particularmente sobre los individuos desarraigados en las grandes ciudades. Epicteto (3.13.1-3) nos ha descrito el horrible desamparo que puede experimentar un hombre en medio de sus semejantes. Y el mismo Dodds nos describe con admirable sencillez y profundidad cómo debió de vivirse aquel desamparo. “Debieron ser muchos los que experimentaron ese desamparo: los bárbaros urbanizados, los campesinos llegados a las ciudades en busca de trabajo, los soldados licenciados, los rentistas arruinados por la inflación y los esclavos manumitidos. Para todas estas gentes, el entrar a formar parte de la comunidad cristiana debía de ser el único medio de conservar el respeto hacia sí mismo y dar a la propia vida algún sentido. Dentro de la comunidad se experimentaba el calor humano y se sentía la prueba de que alguien se interesa por nosotros, en este mundo y en el otro”. Y termina el insigne estudioso de la antigüedad: “Los cristianos eran “miembros unos de otros” en un sentido mucho más que puramente formal”. Con esta conclusión final:”Pienso que ésta fue una causa importante, quizá la más importante de todas, de la difusión del cristianismo” (Paganos y cristianos en una época de angustia, Madrid, 1975, 179).

Reflexión conclusiva

¿Seria esto posible en este momento? Mi modesto punto de vista es que, no sólo es posible, sino que es tan necesario que, a mi manera de ser, es la salida que nos queda. No digo que todos nos hagamos cristianos. Lo que digo es que el Evangelio, en el que tanto insiste el papa Francisco, es la salida que nos queda. Hoy ya no manda en el mundo lo que es más noble en la condición humana, la bondad, la honradez, la justicia, el amor y la ternura. No. Lo que manda sobre nosotros es la tecnología y sus mil artilugios, utilizados en interés de los potentados que lo manejan todo para su propio provecho.

¿Qué hacer? Vamos a fiarnos del gran líder mundial que ha surgido, que no es otro que el papa Francisco. Este papa repite constantemente que el Evangelio de Jesús es lo que nos puede sacar de este atasco que nos tiene paralizados en la falsa idea de que estamos saliendo y vamos adelante. Si la Curia Vaticana, si el Episcopado mundial, si el clero y los religiosos/as, si las parroquias…, las comunidades y grupos cristianos, todos y todas, dejamos de lado nuestros intereses y conveniencias, y nos centramos en organizarnos como grupos humanos en los que todo el mundo encuentra acogida, protección, ayuda, respeto, y sobre todo verdadero cariño, por ahí iremos viendo la luz de un Evangelio con menos carga de religión y costumbres de tiempos pasados, y más fuerza para hacer presentes y tangibles las tres preocupaciones que centraron la vida y las enseñanzas de Jesús; la salud para todos/as, la alimentación para todos/as, y las mejores relaciones humanas de que somos capaces. Lo demás vendrá por sí solo.

166 comentarios

  • Asun Poudereux

     
    Hola Pepe:
    A tu pregunta :
     1.- Cuando hablas de apoyar la heteronomía con la creencia  y, al mismo tiempo, emplear palabras que diluyen aparentemente la dualidad, ¿a qué te refieres exactamente?

    Me refiero a la confusión que suele darse hoy en día, con intención o no, en el discurso o predicación empleando términos que aparentemente se ubican en la no-dualidad y sin embargo, en su fondo,  sigue la creencia, y como tal, aferrada en una religiosidad de creencias, liturgias y dogmas, nacidos de una consciencia mítica –racional, por tanto heterónoma, en su cosmovisión de base.
     
    Es,  por tanto,  a mi modo de ver,  un saber metamorfosear lo  externo, la imagen proyectada sin transformación profunda,  por lo que la Iglesia Institución  sigue siendo estructuralmente lo que la ha hecho mantenerse y enriquecerse persistiendo en ser  tal como es y en la línea buscada y deseada durante estos dos mil años. Hay ahí una seguridad de control máxima y desconcertante.
     
    En cuanto a:
    2.- Cuando hablas del “dedo que apunta  lo primordial llevado a la vida, ¿te refieres a las palabras?
     
    Creo que con la primera respuesta está incluida también ésta.  Sin duda,  las palabras sirviéndose de  imágenes que tanto protagonismo toman precisamente en esta época del año, en que lo mítico y casi mágico de la creencia se fortifican,  siguen obstaculizando, en todos los sentidos,  el paso y acceso a un umbral diferente e incluyente, un modo no-dual de ver  y  por tanto de vivir sin demarcar separaciones ni exclusiones  ni privilegios interesados. El dedo se ha convertido, con el tiempo,  en  señas de identidad  que levanta fronteras absolutizándolas apagando lo que era su intento originario de descubrimiento y liberación de todo ser humano en el aquí y ahora.
     
    Y esto, en cierto modo,  podría enlazarse con lo que  Mª Luisa expone,  pues al hacer compartimentos estancos de la Realidad que es y somos, otorgándose autoridad de unas partes sobre otras, con todas sus implicaciones y consecuencias,   se hace imposible la salida del atasco en el que estamos inmersos. Y esto, por supuesto, no solo se reduce a la interpretación y vivencia  incoherentes  del Evangelio, que también,  sino a un salto en la cosmovisión  donde el conocer y el ser no hacen diferencia,   sino íntima interconexión continua con todo y todos, pues nada parece que haya  separado de nada, como la ciencia nos va adelantando,  y la experiencia de personas sabias coherentes, conocidas o no,  nos han ido desvelando de múltiples formas, donde lo puramente  personal  delimitado a uno/a  mismo/a es reintegrado de modo  nuevo,   y abierto a todo,  transcendido.
     
    Cito otra vez a Mª Luisa:  ”La resistencia a admitir la maravillosa complejidad de la materia, obliga a refugiarse  bajo la idea de trascendencia intervencionista.”  Precisamente es aquí donde la relación personal con la Trascendencia se enmarca y encierra en sí misma,  por temor a alinearse con la vida tal como se nos va descubriendo  hoy día, favoreciendo  el narcisismo religioso, del que nadie, sin la menor duda,  está libre de no caer.
     
    Un abrazo a todas y todos.
     

  • M.Luisa

    Hola Pepe!  Ya me resistía a entrar pero al ver que continuáis te comento lo siguiente.
     
    En efecto,  al menos por  mí  parte he sido consciente en muchas ocasiones,  durante estos años, de nuestras  coincidencias.  Y en esta ocasión  en la que, por derivación, ha terminado hablándose de la realidad material no puede  ser menos
     
    Todo lo real es material. Ahora bien, en la historia esta tesis se ha entendido de formas distintas de manera que, una de las cuales, la que aquí me interesa destacar precisamente por la definición que de “materia” hace el DRAE, es la de que semejante oposición es para evitar reducir a lo que se ha llamado espíritu, mente, sentimientos, ideas, etc., a fenómenos físico-químicos. Ahora bien,  en el Nuevo  Paradigma, físicamente hablando,  lo psíquico es una esfera de realidad con propiedades irreductibles a lo físico –químico. Lo mental brota de lo físico y depende de ello permanentemente.
     
    Un abrazo!

  • pepe blanco

    Hola Asun,
     
    Me gustaría que me aclararas estas dudas:
     
    1.- Cuando hablas de apoyar la heteronomía con la creencia  y, al mismo tiempo, emplear palabras que diluyen aparentemente la dualidad, ¿a qué te refieres exactamente?

    2.- Cuando hablas del “dedo que apunta  lo primordial llevado a la vida, ¿te refieres a las palabras?

  • pepe blanco

    Hola Asun,
     
    Gracias por tu comentario. Disculpa que no te haya contestado antes, pero es que he estado un par de días de viaje. Le daré un par de vueltas a lo que dices, para ver si te puedo ayudar a reflexionar… Un abrazo.

  • Asun Poudereux

    Hola Pepe:
    Si me permites, me vas ayudar a reflexionar en alta voz.
     
    Las palabras tienen la importancia que les queramos dar, tanto o más que lo que expresan por sí mismas.  Por ejemplo,  el aferrarnos a lo que apuntan, sin darnos cuenta que es solo eso,  un apuntar.  Y hasta podemos lograr  metamorfosear en el discurso pero sin salir del atasco de fondo.
     
    Es, según parece,  a través de la historia de las religiones  el dedo, que apunta,  lo primordial llevado a la vida. Y  así  la metáfora no deja de dar vueltas en torno a la imagen dual, con lo que se aleja  aún más la propia visión heterónoma de la autonomía y de la no-dualidad.  
     
    Cómo se puede al mismo tiempo apoyar la heteronomía con la creencia  y emplear palabras que diluyen aparentemente la dualidad ¿?
     
     Es la religión en sí misma la que trae consigo tal confusión al separarse  de lo que es origen y principio del sentir  inmanente-trascendente-transparente-real  o si lo prefieres  inclasificable ¿?
     
    Si Jesús mismo habla por sus hechos, qué tiene aquí que ver la religión que conocemos, nos han transmitido e inoculado por activa y pasiva. ¿? Aquí hay algo que se escurre una y otra vez. Y que no hay manera….
     
    Como ves,  confío en tu paciencia. Espero que no te atasques.
     
    Un fuerte abrazo.
     

  • Román Díaz Ayala.

    Me gustaría, con permiso vuestro, citar la contribución de M. Luisa de ayer 19 a las 12.49 pm, a quien admiro muchísimo y que a pesar no se prodigue más  que otras personas intervinientes, quizás es de las personas que más aprendo, porque tiene un discurso ( un discurrir) tan fiel a si mismo que cada vez que descubro el significante dado a una palabra esto me sirve para comprender un poco más este intrincado mundo de la filosofía de escuela que ella cultiva.
    El lenguaje es algo convenido donde significado y significante tienen que estar en la expresión del consentimiento de los/las interlocutores.
    Cuando se trata de una disciplina científica, como por ejemplo, cuando Pepe Blanco nos ilustra sobre sus dos especiales disciplinas le doy valor de autoridad, es decir, estoy en la presunción de que tiene necesariamente mejor criterio que yo, pues como lego me conduzco en la vulgaridad, en lo puramente coloquial. Y así otros/as intervinientes quienes reflejan sus muchos saberes.
    Dice M. Luisa: ” La resistencia a admitir la maravillosa complejidad de la materia, obliga a refugirarse bajo la idea de trascendencia intervencionista.”
     
    Bien, me gustaría esclarecer mi situación, ( que no mi opinión, porque yo no he tratado de estos temas como si de un asunto académico se tratase)
    Esta situación me es compartida por personas muy cercanas a mí, muy íntimas, y por muchísimas más personas que trato, o conozco, o he tenido la opoe¡rtunidad  de conocer a lo largo de mi vida.
    Dios nos es un “tapahuecos”, para construirse un pensamiento, o una explicación a los problemas de la existencia, no es una fe que necesite ser corrobarada mediante un tenaz asentimiento, sino el encuentro que conlleva una relación, una amistad, un comercio amoroso y una iluminación que llena todos los rincones de la vida, una esperanza y una seguridad en el propio destino personal. Algo que se recibe como un don. Yo puedo asegurar que Dios existe, porque Él se ha manifestado, y yo he confiando en la palabra de Jesús.
    Quizás, esto sea lo que no encaje cuando decimos que el Evangelio nos sacará del atasco.

  • George R Porta

    Parece que sea imposible de responder científicamente la pregunta de qué sea o consista el espíritu o lo espiritual a menos que se le defina como lo opuesto a materia o lo espiritual, introduciéndose una dualidad de cuya necesidad no parece que haya suficiente evidencia más allá de la misma imposibilidad de concebir algo que carezca de contrario. Concebir que lo espiritual sea lo contrario de lo material también es gratuito excepto en ciertos paradigmas filosóficos que distan de ser universales al menos científicamente hablando. Por otro lado lo material o la materia ambos pudieran existir sin ser conocidos o comprendidos, independientemente de nuestra sensorialidad. Por lo tanto lo mismo ocurriera al espíritu o lo espiritual. Más allá de la mera posibilidad no hay “forma” de afirmar su existencia sino en el campo de lo ignoto o desconocido. 

    Se puede suponer una cierta presunción arrogante en la afirmación de la existencia de algo o alguien que solo puedo nombrar inespecíficamente. Por ejemplo nombrar Luis o Luisa a personas desconocidad. Seguramente habrá millones o miles de personas que se llamen de esa forma, pero no parece posible incluso atribuirle género a aqlguien que quiero nombrar con cualquiera de esos nombres, el que le correspondiera, pero ni siquiera sé que esa persona específicamente existe. Tampoco puedo atribuirle naturaleza humana como si yo pudiera crear a esa persona casi ex-nihilo como los teístas afirman que la divinidad creadora creó como causa primera.

    Por otra parte la lengua se construye dialéctica y dialógicamente y el uso destierra palabras y nociones e introduce otros. Imagino que esa sea la causa de que un diccionario como el DRAE contenga expresiones coloquiales o populares que los científicos no usen. Las diferencias culturales explican la presencia de palabras en áreas del Planeta que tienen una lengua en común y que sin embargo no se utilizan para designar lo mismo o son consideradas de mal gusto.

    Nada de eso debiera impedir el acuerdo de que el uso indiscriminado de la lengua en campos que deben tender a ser precisos constituya una causa de confusión, una dificultad innecesaria, aunque coloquialmente sean palabras todavía significativas, sobre todo mientras haya quien sostenga determinadas creencias filosóficas o religiosas. Posiblemente a medida del avance del conocimiento algunas nociones y las palabras que las designan o describen caerán en desuso o se volverán más significativas. 

  • pepe blanco

    Muchas gracias por vuestras felicitaciones, aquí y en el post editorial.
     
    Me alegra, Isidoro y M Luisa, que estemos de acuerdo en lo que comentaba ayer. Si estamos de acuerdo en eso, pienso que habríamos estado de acuerdo en lo fundamental de muchas discusiones que se han mantenido en Atrio a lo largo de muchos años. Creo que, esa vía, es la única manera de fundamentar sólidamente la autonomía frente a la heteronomía.
     
    Lamento que la palabra “materia” esté tan contaminada por determinados usos cotidianos de la misma. Incluso el DRAE ofrece algunas definiciones de esa palabra que tienen mucho más que ver con el habla cotidiana que con la física. Por ejemplo, la definición 2. Y, en la 3, llega a decir que la materia es lo opuesto al espíritu (¡¡!!) Viejos esquemas mentales que siguen ahí, plenamente operativos. Cambiar de paradigma, eso que tantas veces se lee en Atrio, es mucho, muchísimo más difícil de lo que pueda parecer a primera vista.
     
    Mientras no cambiemos las palabras, no cambiaremos el paradigma.

  • Santiago

    No puedo yo mismo dejar de desearte, Pepe,  en el día de tu onomástica mi mas cordial felicitación ….y tambien agradecer tu comentario al mío….Admiro lo que escribes y como lo haces….y pienso, que como hombre de ciencia, lo estás haciendo desde este punto de vista  esencialmente.científico..Sin embargo, como dice George la “física cuántica no contradice  el proceso pensante dialéctico”…La ciencia que intenta ser experimental es solo una parte del conocimiento…porque el conocimiento humano no es solamente matemático o físico…ni se puede reducir a solamente a eso….ya que no somos pura biología…sino “algo mas”….somos personas que aman y sufren…que deciden hacer el bien o realizar  el mal….que dirigen su destino…que poseen sentimientos..que tienen “alma”…no meras rocas frías…sino poseen tambien conciencia de trascendencia….
    Por eso, el conocimiento para el ser humano no es solo ciencia, sino tambien filosfofía, no es solamente matemática sino tambien psicología y teología….El conocimiento humano, pues, ecléctico…No somos maquinarias…sino personas humanas con destino propio…..Seres pensantes en praxis….

    Por eso, SI el salto cualitativo se entiende en relación con la sustancia,  entonces entre el planeta y la estrella no existe un verdadero
     cambio sustancial….se trata de una transformación de materia a energía y viceversa….pero se trata de materia planetaria…. a materia
    -energía estelar….Es la misma energía física….igual…aunque fenotípicamente diferente
    …. 
    Por eso la diferencia entre el mono chimp y yo son pocas cuantitativamente hablando, en relación lo somático-celular….pero somos cualitativamente bien distintos…en cuanto al “espíritu” que es distinto e independiente de la vida biológica…No fue simplemente la mutación cerebral la que  provocó en mi ese enorme cambio “cualitativo” ya que los procesos puramente neurobiológicos no pueden
     explicar satisfactoriamente mi capacidad de decidirme libremente a la acción, y ademas del poder amar y del poder sufrir…La actividad neurológica, por tanto, no equivale a la consciencia. Existe una intereacción y susbtrato biológico…. pero la causa es inmaterial..Por eso, Román, hablaba de donde estaba “Adan”…o sea, si reducimos todo a procesos biológicos y químicos ¿donde queda el verdadero ser humano?….

    Por eso la sustancia del espíritu no puede ser una emanación o arreglo de la energía fisica..No podemos concederle a la energía puramente física propiedades divinas….La leyes energéticas requirieron tambien una creación…La materia-energía no se informó a si misma. Para poder actuar y ser maravillosamente dinámica y para poder organizarse necesitó una previa información externa que esta fuera de ella misma     ..ya que esta energía no tiene en si el poder de realizar decisiones “personales”……..Ella no constituye en ser “pensante” en si mismo…Sino que dependió de algo constituído sobre ella para poder venir a la existencia…

    Un saludo cordial   de Santiago Hernández. 

  • George R Porta

    Me choca la tendencia a proponer la interpretación  jerárquica o piramidal de la realidad. Mi ignorancia en tantos temas es desde luego una explicación del “shock” pero lo cierto me parece que debiera andar en la única contradicción posible que pone el déficit de exactitud y de certeza del lado del observador y del instrumento que medie la observación pero negar esto parece que afirma la identidad entre lo observado y la observación misma y esa es una relación que no parece posible. Hay una subjetividad que no es eliminable de la ecuación porque es la constante que le garantiza parsimonia.

    Se pudiera relativizar todo lo que se quiera pero lo cierto es que la divinidad no puede ser expresada por la naturaleza porque el problema está de parte de quien haga la observación y después de parte del lenguaje con la que la expresa. No se trata de factores naturales sino artificales.

    La precedencia de lo ritual sobre la formulación de la fe no parece negable. Así matar para comer y después paliar el sentimiento de “pena” por haber matado y consumido algo que antes tenía vida y a lo cual se le ha arrebatado dicha condición refiere a la incapacidad de comprender donde reside la vida. La sofisticación de la imaginación parece haber conducido a concederle al aire, la sangre, el calor, el alma, etc. los simbolismos correspondientes y la imposibilidad de conocerlo todo pudiera ser una ruta paralela (si no la misma, como una especie de cable troncal de teléfono o de puente nervioso entre un cerebro y otro).

    La inteligencia ha ido variando en su comprensión y para respetar la tendencia parsimoniosa de las conclusiones científicas hubiera que recurrir al proceso dialéctico que no puede culminar en una no antítesis. La Física Cuántica no contradice el proceso  pensante dialéctico sino que parece confirmarlo al beneficiarse del mismo. La probabilidad solo materializa las posibilidades y éstas búscan a aquellas para convertirse en objeto de la confianza y someterse a su utilización, consumo, etc.

    Queda un reducto que es producto dialéctico pero que no es eliminable: Lo desconocido (ignoto) que es la antítesis permanente por llamarlo de alguna manera, al final de un proceso que hasta ahora solo conocemos como carente de final. Los matemáticos se conforman con decir que el límite sea un número. Los poetas que “el límite sea el cielo”, los teólogos proponen que el límite sea el mismo origen como si se cerrara el círculo o quizá en ascenso (teilhard).

    Desde el punto de vista de la interpretación solo el silencio esperanzado pudiera ser suficiente respetuoso si arrancase de una humildad asombrada, dispuesta a aceptar todo el imaginario correspondiente sin idolatrizar ninguno. Algo así como no ignorar que la servilleta que utilizamos al comer esté relacionada con la estética de eliminar todo vestigio de la sangre vertida en el lugar de la caza o la pesca, por ejemplo, que se sigue sintiendo en lo profundo de lo humano como si de alguna manera fuera inevitable vertirla (necesaria) pero de todas formas injusta, causante del pensamiento de culpa que contemporáneamente late en la preocupación ecológica. 

  • M.Luisa

    A ver, Isidoro, yo te comprendo y  a lo que me referí ayer con lo del revolutum no era por tu artículo en portada, pues lo encontré  muy bien construido,   sino por algún comentario tuyo puntual. Ahora bien,  esto no nos ha de extrañar teniendo en cuenta  el terreno por donde transitamos. He leído este comentario tuyo a partir del de Pepe Blanco  y como ves no estamos tan alejados, pero lo que sí haré  cuando me sea posible  mirar de contrastar ambas cosmovisiones e intentar ver en dónde nos diferenciamos. ¡Un abrazo!

  • M.Luisa

    Discúlpame,  Pepe,  me quedó fuera de la selección  felicitarte por tu onomástica y pulsé sin darme cuenta, así que  ¡¡Felicidades, amigo!!

  • M.Luisa

    Bravo Pepe!   La resistencia a admitir la maravillosa complejidad de la materia, obliga a refugiarse   bajo  la idea de trascendencia intervencionista. Contrariamente,  lo explicado por ti hace que  la realidad se acomode, por sí misma,  en forma de estructura esencialmente abierta   quedando  liberada  de concebirla sustancialmente   como algo ya clausurado.
     
    Consistente, pues, en estructura es por lo que le compete a la materia, a la nueva concepción de naturaleza física,  ese momento de alteridad (alteridad estructural) entre lo cuantitativo y lo cualitativo  sustituyendo y borrando del panorama  su visión dualista.
     
    También, desde esta nueva perspectiva hay que sustituir  la idea de trascendencia por la de trascendentalidad cuyo concepto, aunque incómodo,  engloba, comprende, incluye el carácter dinámico de la realidad  ya  que,    desde la materia, por ejemplo,  la de  “tal” cosa real concreta,  lleva en sí (“talidad” trascendental) aquel momento funcional de la misma.  A partir de la física  cuántica,  el punto de vista causal   cede el paso a la funcionalidad de la materia.

  • Román Díaz Ayala.

    Me uno a la felicitación de Isidoro para Pepe Blanco, para José María, el autor de este post que llevamos dos semanas comentando y para todos los Josés, Josefas, Marías Josés que acuden a estas citas.
    Ciertamente, tan sólo cuando se produjeron losprimeros testimonios escritos hemos podido aproximarnos a la configuración del pensamiento humano.
    Con anterioridad a esto, tenemos que contestarnos con rastrear el pensamiento simbólico en multitud de indicios sujetos a nuestras interpretaciones, a sus conjeturas, y a contaminar de alguna forma su realidad histórica con nuestras apreciaciones basada en criterios subjetivos.
    Las escuelas que aprecian signos de espiritualidad en la esencia, en la naturaleza humana desde sus albores en sus formas de relación con el entorno, otras tesis precisan que debemos situar tales signos como un estadio evolutivo, una nueva forma de abstracción, en la naturaleza inquisitiva que implica el proceso de “humanización”.
    De igual manera es tan maravilloso lo conseguido por las ciencias físicas y astronómicas  en su comprensión del Universo (lo que escolarmente hemos entendido como el Cosmos) que la apreciación de los antiguos pensadores, desde los griegos en nuestra cultura, se a convertido en ejercicios de escolares principiantes. Mientras buscábamos las dimensiones del Cosmos, nos hemos tenido que asombrar de sus estructuras más íntima y de su “dynamis” que nos hacen parecer eterno, generador de sí mismo.  Nos hemos convertido en una pequeña mota, casi imperceptible, del conjunto, y no en un accidente casual, pues tal poder dinámico es capaz dentro de tal apreciación de construirlo todo.
    Pero hay una pregunta que sigue en pie, la pregunta de  Yahvé Dios en el Edén:
    ¿Adán, dónde estás tú?
    Es una pregunta existencial, pues bien que estaba donde Yahvé lo había colocado.
    Pero Jesús ha venido a las periferias existenciales para provocar un encuentro con nosotros, que vivimos nuestra religión junto al Pozo de Jacob.

  • Isidoro García

    Estoy cien por cien de acuerdo con Pepe Blanco, al que felicito en el día de su santo. ¡Felicidades sinceras!.
     
    Claro que el Universo está compuesto de energía, (en forma libre, y en forma “cristalizada”, que es uno de los dos componentes de la materia. El otro componente, como muy bien indica Blanco es la “información”, que es “esa extraordinaria organización de masa, carga, energía, radiación, etc., etc., etc.”
     
    Y esa “información”, que es el conjunto de leyes del Universo, que estaban todas ya en el momento cero, aunque luego se han ido desplegando en cada detalle del mismo, estaban como “plegadas”, en las fuerzas y forma de “cristalizarse” esa materia originaria, para dar lugar a los quarks y gluones, ladrillos primarios de toda materia.
     
    Esta “organización” primigenia, que luego se va desplegando en toda una cascada, (casi diría en una orgía creativa), de información mas específica  concretada para cada elemento del Universo, para mí, es algo maravilloso, cuasi incomprensible para nosotros, y es algo tal que solo puede decirse que es fruto de una inteligencia, (que no tiene por qué ser personal). Haya Dios o no haya Dios, es claro que el Universo es Inteligente.
     
    De ahí la insistencia en mi cosmovisión, de Dios como Suma Inteligencia. Y por eso mi creencia en que la inteligencia nos hace dioses, por participación, (que decía Santo Tomás): cuanto mas inteligentes, más dioses. Y por eso mi insistencia en la importancia y significación de que a Jesús, se le denomine “el Logos”, (el significado), y que junto a él, la Iglesia Católica, (que como siempre acierta, equivocándonos), venere a María, (como símbolo maternal para nosotros, primarios primates aún), de Sofía, la Sabiduría, el alter ego de Jesús.
     
    Y de ahí mi insistencia en que el Conocimiento, nos hace buenos, y no las normas  morales a palo seco. Y en que no hay pecadores, sino equivocados, y en que el Purgatorio será una gran Academia donde aprenderemos lo que no hemos aprendido aquí.
     
    La controversia materialismo-espiritualismo, es un peldaño de la escalera, que está muy abajo, y que en el futuro hay que superar. Teilhard compuso un “Himno a la materia”, no por excentricidad.
     
     
    Tenemos que elegir, si queremos ser los últimos supervivientes del siglo XX, o los primeros del siglo XXII. Comprendo que para muchos es un reto que les causa mareos. Cada uno somos hijos de nuestro tiempo.

  • George R Porta

    Es curioso que la evidencia material arqueológica demuestre que la noción de embarazo o bochorno al causar la muerte de la presa que serviría de alimento, la humanidad primitiva de hace más de 10, 000 años (edad del cobre, más o menos, ya rendía curto pidiendo permiso a la bestia para comerla, agradeciéndole a modo de culto exculpatorio y en esa época la idea de una divinidad o un dios por encima de lo humano no hay evidencias de que existiera. Es decir el pensamiento de culpa, más o menos consciente causaba el fenómeno religioso del culto a modo de exculpación y sin embargo lo divino no hay evidencia de que existiese como noción, sino la inmediatez del fenómeno, muerte, comida autorizada por la víctima, entierramento de los residuos como celebración cultual.