En este primer Domingo de Cuaresma, empecé leyendo un artículo laudatorio sobre el papa en El País, un periódico considerado como prototipo de laico anticlerical en los ambientes eclesiásticos. Me lo habían señalado varios amigos, con el deseo de verlo reproducido en ATRIO. Es una crónica del corresponsal en Roma Pablo Ordaz: La limosna no sirve para encubrir a quien paga en negro. Se resalta la manera clara e inteligible con la que el papa habla a los cristianos de la Cuaresma:
Dice el papa Francisco que quien va a misa todos los domingos, comulga, da limosnas o incluso envía un cheque para ayudar a la Iglesia pero luego paga mal a sus empleados o lo hace en negro, sin depositar la contribución para que tengan acceso a sanidad y jubilación, está “usando a Dios para cubrir la injusticia; y eso es un pecado gravísimo”. Durante su homilía matutina en la residencia de Santa Marta, Jorge Mario Bergoglio advirtió a los presentes de que la Cuaresma –el tiempo litúrgico que dedican los cristianos a preparar la Pascua—no consiste en “no comer carne los viernes, hacer cualquier cosita, y después hacer crecer el egoísmo, la explotación del prójimo, ignorar a los pobres; no es buen cristiano aquel que no hace justicia con las personas que dependen de él”.
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Durante su homilía de Santa Marta, que como todos los textos que lee están escritos de su puño y letra, el Papa también instó a los creyentes a que se pregunten qué pueden hacer para evitar tantas injusticias sociales: “¿Qué puedo hacer por los niños o por los ancianos que no tienen la posibilidad de ser visitados por un médico, o que esperan ocho horas y más el turno para ser atendidos y luego les cambian la cita para la semana siguiente?”.
Está bien este empeño de Francisco de hablar cada vez más claro, empleando todas las ocasiones posibles para remachar lo que ya Isaías decía sobre la verdadera adoración a Dios. Lo hace lo mismo en las homilías de las solemnes misas del Vaticano como en las de la capilla de la residencia donde vive y donde ha hecho como su parroquia de cada día. ¡Bravo!
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Pero después he leído algo de uno de los nuevos cardenales que él acaba de crear. El arzobispo de Morelia, Alberto Suárez, con todo lo que está pasando México, ha hecho unas declaraciones para defender a las autoridades que siguen sin aclarar lo que pasó con los 43 jóvenes de Ayotzinapa, detenidos por la policía y desaparecidos desde hace casi cinco meses. ¿Es esta la manera de hablar de los nuevos cardenales de Francisco, a quienes les ha dicho expresamente que no se pueden callar las injusticias ni aunque sea en beneficio de la misma Iglesia? ¡Vergogna!:
“Percibo que hay una cierta manipulación y una cierta tendencia política, de intereses que se aprovechan del dolor de los padres de familia para provocar insurrecciones“, afirmó en conferencia de prensa.
“La Iglesia en general quiere mantenerse en un plan de mucha seriedad y de mucha serenidad para no ir más allá de los hechos comprobados“, comentó.
“No hay que dramatizar, porque hay muchos aspectos muy positivos en la región”, dijo al referirse a Morelia, lugar en el que se vive, dijo, “en un ambiente muy humano, con sobresaltos, que no faltan”. Morelia –acaba diciendo el mismo periodista de la CNN México– es la diócesis más grande de Michoacán, estado marcado por la inseguridad, el crimen organizado y la lucha entre cárteles.
Incluso ha dicho en otras declaraciones que de los casos de sacerdotes pederastas no hay que hablar en público ni siquiera denunciarlos a las autoridades civiles, pues causan escándalo. “Al fin y al cabo no es solo en las iglesia donde los niños son abusados. Muchas veces es en las mismas familias o por los maestros”.
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Me ha provocado tanta mala sangre este altísismo príncipe de la Iglesia mexicana que he querido participar en la celebración ecuménica de los 63 mineros no rescatodos de Pasta de Conchos, que se celebró como todos los años en plena calle y con la participación este año de los familiares de los 43 desparecidos de Ayotzinapa. Me habían enviado un vídeo de algo más de una hora. De esos que no se ven porque estamos acostumbrados en Internet a cosas cortitas y rápidas. A mí, cobre todo en fines de semana, me apetece acercarme por medio del vídeo en directo a actos como al que he asistido. La familia de Pasta de Conchos, de la que me siento parte, sin poder olvidar y manteniendo vivos a los que murieron porque ellos se mantienen unidos en la lucha y van incorporando en la causa a otras víctimas. Esto es, entre otras cosas, lo que he visto y oído:
Primero, una manifestación hacia el lugar de reunión. Casi todos con cruces blancas donde estaban los nombres de cada uno de los 65 mineros muertos en la mina de Pasta de Conchos y no rescatados. Los gritos: A una voz. Rescate ya. Y refiriéndose a los 43 jóvenes: Vivos se los llevaron. Vivos los queremos.
Empieza la celebración, verdaderamente ecuménica. Breves y selectas lecturas. Pero sobre todo los testimonios que me estremecían. Niñas que hablan de cómo vivieron la tragedia de pequeñitos y cómo han crecido sin sus padres, mujeres que expresan su fe en Dios que en está en esta unión que se ha producido entre todas las víctimas y con algunas comunidades de diferentes religiones que les apoyan, otros relatan paso a paso todas las gestiones hechas en los tribunales y organismos del Estado para rescatar los cuerpos, ofreciendo medios técnico para hacerlo y encontrando la negativa total de la compañía propietaria… Y todo al aire libre, mientras circulan los coches, frente a las oficinas que en la Ciudad de México tiene el Grupo México, propietario de la mina de Pasta de Conchos y de otras muchas con las mismas deficiencias en cuestiones de seguridad. El vídeo no llega hasta allí, pero me han dicho que al final partieron el pan y comulgaron con él junto con carbón
Pero os dejo, a los que queráis, con el vídeo que me levantó el ánimo este primer domingo de de Cuaresma:
¡Cuanto dolor se ciente… y que solos los he visto!
Parece como si solo e las personas allá congregadas les importase… el resto pasa sin apenas mirar.
¿Es que no les duele tanto sufrimiento?
El poder y el dinero, han asentado sus posaderas en los primeros sitios de este mundo, y parece como si la oscuridad nos envolviese.
No hay que perder la esperanza… pero a veces, que difícil es, seguir esperando.
Un abrazo entrañable para quienes sufren sin obtener ninguna respuesta.
mª pilar
Ni Franco ni Stalin, ni Castro cometieron el error fatal que cometió Allende: Dejar enemigos organizados en la retaguardia. Francisco, como Allende cometió el error de dejar vivos a Sodano, a Ratzinger, y aquellos a quienes Juan Pablo II y su Corte habían dado tanto poder.
Francisco confió en alguien como el hondureño Maradiaga que por meses estuvo ayudando a desvirtuar u ocultar el escándalo del encubrimiento de los curas explotadores de menores por parte de los obispos gringos. En efecto, el Maradiaga, nunca se escondió para acusar a los medios de comunicación de inescrupulosos y farsantes sensacionalistas, infundados enemigos de Dios.
Francisco además encomendó la supervisión de la curia y su reforma a aquellos mismos cardenales que le eligieron, los cuales no fuera razonable pensar que le eligieran precisamente para que les arrebatara el poder. De hecho, muchas veces se ha dicho que el último contendiente contra Ratzinger fuera Francisco después que Martini dejara de ser un candidato viable y que Maradiaga fuera otro de los favoritos.
Las religiones, siendo como son, excrecencias sociales tan extraordinariamente irracionales, cuando alcanzan fama mitológica, se convierten como las momias en impasibles ante el tiempo. La religión católica, como las momias y los mitos, no parece estar superando sus contradicciones internas pero sobrevive: Francisco habla de una cosa que todo el mundo quiere escuchar pero canonizó fraudulentamente a Juan Pablo II (como éste canonizó fraudulentamente a Escrivá de Balaguer a pesar de las incontables acusaciones de maltrato y corrupción interna de la “Obra”).
Ahora Francisco, a pesar de lo que representa y dice, crea cardenales a obispos que piensen y actúan contrario a él. Todavía los católicos seglares en posiciones políticas o financieras de poder mundano similar al eclesiástico que se atribuye a Francisco, garantizan la inequidad opresora que crece sin cesar.
La clave para comprender la supervivencia de algo tan viejo ya y tan corrupto como el catolicismo pudiera ser que en el catolicismo haya de todo, lo bueno, lo menos bueno, lo menos malo y lo malo, de modo ninguna situación pueda ser realmente nueva, que toda situación por caótica que sea, siempre encuentre ecos en la Historia Católica que juegan el rol de las vacunas.
Me pregunto por qué si hay un telegrama de Francisco en solidaridad con un accidente ferroviario, que lo comprendo y me parece Bueno, ninguna de sus instancias cercanas se ocupa de que envíe otro a reunions como ésta del memorial y tampoco se sabe nunca qué ocuure en términos de “corrección fraternal” cuando alguien en la jerarquía (son tantos!) se separa de la línea ética del Papa.
La heterodoxia es un crímen cuando se trata de dogmas, pero la incongruentcia con la ética del evangelio no se corrige.
Es realmente difícil creer los gestos cuando no existe una congruencia comprensible. A los cardenales obviamente los escoge una comisión que muy posiblemente necesita saneamiento y limpieza.
(Isaias 21, 11-12) Me gritan desde Seír: “Centinela, ¿cuánto queda, cuánto queda de la noche?”. 12 Responde el centinela: “Ya llega la mañana, pero aún es de noche. Si queréis preguntar, volved otra vez