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La Víctima y el Victimario. Responsabilidad, culpa y otros engendros del ‘amor en tiempos de terror’

GEORGE

A George lo hemos ido leyendo y estimando cada vez más. Y hoy todos le agradecemos que nos proponga, como autor por primera vez, es este “martes teológico”, una reflexión muy personal que es a la vez teológica, psicoanalítica y muy actual.

Marcos 11, 15: “Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y empezó a echar a los que vendían y compraban allí; volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían palomas; y no consentía que nadie transportase objetos atravesando por el templo. Luego se puso a enseñar diciendo:
― ¿No está escrito: ‘Mi casa ha de llamarse casa de oración para todos los pueblos’? En cambio, vosotros la tenéis convertida en una cueva de bandidos’.

Juan 2, 13-17: “Estaba cerca la Pascua de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas instalados, y haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas y a los que vendían palomas les dijo:
―Quitad eso de ahí; no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios.
Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: ‘La Pasión por tu casa me consumirá’.”

(Los textos escriturarios son del Nuevo Testamento de Luis A. Shökel y Juan Mateos, Cristiandad, 1984; para la interpretación de Juan recurro a J. Mateos y J. Barreto, Cristiandad, 1992).

Presuponiendo la validez de la hipótesis exegética de las “fuentes” omito el texto de Mateo 21, 12-13 y el de Lucas 19, 45-46. La única diferencia real entrambos es que Mateo mencione los textos proféticos de Isaías y Jeremías que le atribuye a Jesús.

Reproduzco el texto de Juan porque su redacción le otorga un simbolismo extraordinario. Por ejemplo, una vez que ha quedado atrás el teológicamente cargoso prólogo (1,1-18), la narración inaugura la actuación pública de Jesús en términos inequívocamente violentos, denunciando la corrupción de las autoridades y hasta del propio espacio del templo convertido en “casa de negocios” o en palabras de Marcos “cueva de bandidos” (ut supra).

Hay en Juan otro momento narrativo extraordinario en el cual Jesús libera su apasionamiento con lenguaje fuertemente directo, esta vez, en reacción a una injusticia físicamente cometida contra él mismo. Así, Juan 18, 22-23 narra:

“Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo:
― ‘¿Así le contestas al sumo sacerdote?’
Le replicó Jesús:
―’Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?’.”

Fuera preferible, sobre todo para la mentalidad perfeccionista que necesita minimizar la humanidad de Jesús en cuanto a que corra riesgos, para poder―contra Calcedonia―confundir su humanidad con su atribuida divinidad. Pero el Jesús de Juan es narrado contradiciéndose, al menos en esta ocasión narrada en los sinópticos, en la cual aconsejó-contra la conducta impulsiva, la venganza, la violencia, etc.: (Cf. Mateo 5, 38-39 que incluye la cita de Éxodo 21, 4 “Os han enseñado que se mandó: ‘Ojo por ojo, diente por diente’ que Lucas 6, 29 omite). Mateo hace decir a Jesús un consejo que después, en su proceso judicial no practicó si uno ha de atenerse al evangelio de Juan. He aquí el texto mateano: “Pues os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; etc.”

No quiero dejar pasar inadvertida la sutileza de una frase que enfatiza la intencionalidad de los evangelistas. Me refiero a la anotación de Juan Mateos acerca de “la mejilla derecha”, que tuviera que ser infligida volviendo la mano izquierda (implicando un gesto forzado), facilitando la segunda bofetada si se ofreciese la mejilla izquierda.

En mi fe personal encuentro imposible comprender la noción de divinidad y el tema ha dejado de preocuparme. Al Jesús Divino, el Cristo, parece que nunca le conoceré, a menos que haya en efecto “resurrección” como el Magisterio Católico lo ha venido presentando siguiendo a Pablo y a otros. El propio título de Cristo cobra sentido en el contexto de la noción hebrea de un Mesías.

Aunque parezca que llevo algunas gotas de sangre sefardí en mis venas, lo que celebro, prefiero seguir a Teresa de Jesús, a Juan de la Cruz, a Ignacio de Loyola, al Hermanito Carlos y a muchos otros/as, afianzando mi esperanza de que se cumplan las promesas atribuidas a Jesús en lo extraordinario de su humanidad –y aun así tan humana– la cual al menos puedo intentar comprender desde mi propia humanidad falible.

Mi fe no es doctrina ni es cuestión de conocimiento sino que la siento. En efecto se me hace presente como una gran esperanza confiada del cumplimiento de dichas promesas. Por lo demás, creo firmemente la imposibilidad de afirmar la existencia de Dios desde la experiencia humana. Menos aún de un Dios creador de una naturaleza que si tan frecuentemente puede ser tan inmensamente bella, no deja de ser frecuentemente problemática casi en la misma proporción. Respeto a quien pueda comprender la noción de “divinidad” pero ese no es mi caso.

Impulsivo o no impulsivo, me impresionan la compasión y la misericordia de Jesús tantísimas veces explícitas, paradójica o contradictoriamente, en sus expresiones de ira violenta o de dolor inmenso (Juan 18, 22-23. 35 ¡el mismo capítulo!).

Mi Jesús es respetuoso de la libertad ajena (Cf. Juan 5, 6-7. 18, 23).  Me gustaría llegar a ejercitar mi compasión y mi ira, por poco tiempo que me quede, a su modo. De hecho tras de leer a Herman-Emiel Mertens (Cf. Not the Cross but the Crucified, an essay in soteriology, Louvain Press, Pastoral Monographies, 11, 1992) –especialmente el capítulo 5 acerca de la significancia actual de una lectura sacrificial del asesinato horrífico de Jesús en la cruz–, y la extraordinaria (al menos para mí) reflexión de a John F. Baggett en la primera parte de su Seeing through the eyes of Jesus (Cambridge 2008) me gustaría parecerme aunque fuese un pelín más  al modo de ser y de mirar de ese Jesús que me parece entrever.

No me asustan las conductas difíciles, oscuras, paradójicas o erróneas que las narraciones pudieran atribuir a Jesús. Ni necesito la absoluta congruencia o la absoluta transparencia de una humanidad que yo no pudiera ni comprender ni imaginar. Prefiero y deseo creerle –según el dictum de Pablo en  Filipenses 2, 7: “haciéndose uno de tantos”– aunque los expertos me reprochasen lo que fuese.

Desde mi propia humanidad, mis propias oscuridades me pueden ser a menudo impenetrables y no por ello dejo de agradecer mi propio ser con todas mis virtudes y defectos todo lo más que puedo, como una especie de yerba a veces hermosa y otras seca o podrida, siempre carente de perfume a menos que se la machaque o destile. De hecho mis propias oscuridades se me aclaran cuando las puedo mirar como imagino que Jesús las hubiese mirado, con la misma serenidad compasiva y gratuita que me parece que le atribuye Juan 5, 7 describiendo el momento en que reconoce y se dirige al paralítico de la piscina al que nadie, en 38 años, ha querido ayudar a buscar la “salud”.

Puedo agradecer esta visión de Jesús, agradecerla completamente en la integridad variopinta de su persona como pide el Decreto de Calcedonia (más o menos): “sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación”, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas (si tiene más de una) por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada una de esas características que unos/as y otros/as le atribuyen pero, a mis ojos, concurriendo todas en una sola persona humana y en una sola hipóstasis o integridad indivisa en su realidad histórica allá hace 2000+ años, “no partido o dividido en dos, sino uno solo y el mismo”, sin recurrir al difícil galimatías filosófico y teológico de aquellos señores y aquellas circunstancias, sino como le veo con mis propio poder resolutivo ocular, con mi corazón más que con mi mente, con cualesquiera limitaciones culturales, cognitivas, (o ventajas), hasta donde buenamente pueda acercarme a Jesús, consciente de que siempre quedaré corto en mi visión. Al fin y al cabo solamente soy responsable de mi propio mirar, pensar y actuar y no del de los/las demás.

En mi antropología personal ―aprendida de mis pacientes y de mis supervisores y maestros en los años de práctica clínica y en mis no menos tortuosos y a veces felices setenta y uno de vida― solamente puedo reconocer inconsistencias, progresos y regresos, enfermedades y mejoramientos conductuales, y mucha pero mucha experiencia o situación interrumpida, por lo que muchos propósitos no llegarán a fruición, aunque siempre abundó mucha experiencia que agradezco a muchísimas personas, sobre todo a mis pacientes y alumnos.

Me consuela que mi intuición haga que me parezca reconocer en Jesús y sus inconsistencias un mensaje de serenidad y de confianza, de esperanza confiada; que no me releva en ninguna medida de la obligación moral de vivirme en mi existencia lo más decente y efectivamente que pueda, priorizando la civilidad y la paz, lo que promueva las buenas relaciones hasta donde yo creo que no me engañe, consciente de las demandas de riesgos y tolerancias, deseando e intentando el suficiente dominio de mis impulsos pero garantizando hasta donde discierno que sea bueno y necesario, mi deber, liberar mis impulsos, porque mi vida así lo exige, sobre todo para evitar el mal por negligencia o intención, o hacer el bien y siempre absteniéndome de juzgar a los demás sin antes pedirles que se me aclaren si quieren y pueden hasta donde me permita comprenderles o aceptarles.

La noción de “perfección” parece que emerja del narcisismo primario y patológico de los moralistas (es decir de quienes parece que no acepten su propia vulnerabilidad y que no se han detenido a escuchar a los químicos acerca de la “pureza substancial”); quienes necesitan imaginarse superiores o más fuertes o mejores (consciente o inconscientemente). Quienes tengan esa mentalidad parecen atribuir el significado de infalible o quizás de “inmaculado/a” a algunas realidades y no toleran que toda realidad sea precisamente mucho más factible, pequeña y humana por ser común. Es a esta humanidad a la que alude el poeta en el Salmo 138/139 haciendo equivaler (a mi modo de ver) que la “perfección” sea solamente la mayor “completitud posible” (según cada uno/a y sus circunstancias y más en congruencia con su etimología) e idealizando la “completitud absoluta” solo como u-topía (carente de locación), como meta ideal, motivante, nunca como meta alcanzable. Teilhard por ejemplo hace del hombre Omega “el último hombre”, el único que habrá podido alcanzar la mayor completitud. Me gusta la metáfora y me parece acertada (también Ratzinger recurre a ella en la tercera sección de su Introducción al Cristianismo, Sígueme, 2002, que escribió en 1968) .

Fidel Castro (Cf. Discurso en el acto de inauguración de la presa hidráulica “Viet Nam Heroico”, en la Isla de Pinos, el 12 de agosto de 1967): “Si me pregunto a cuál de los grupos pertenezco yo, diría que milito en el bando de los impacientes, y milito en el bando —no voy a decir de los dinámicos, porque puede parecer una inmodestia— de los apurados, y de los que siempre presionan para que las cosas se hagan y de los que muchas veces tratan de hacer —en ocasiones— más de lo que se puede. Pero nosotros tenemos un lema, que dice: ‘¡Siempre se puede más!’.” (Me parece escucharle aquí una especie de eco del ignaciano Magis).

Hay controversia grande acerca del affaire Charlie Hebdo. Soy de los que creen que si en algún contexto alguna persona adulta careciese de responsabilidad sobre su conducta, eso se deba a que le haya sido arrebatada violentamente la totalidad de su dignidad personal, humana, como si le hubiesen violentado con una lobotomía moral. La tortura física o de cualquier tipo, el maltrato, la violencia doméstica son capaces de reducir la persona si no a la misma condición de bestia, hasta muy cerca de ello, arrebatándole, destruyendo  la dignidad humana de ambos víctima y victimario. Cf. Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal (artículo en New Yorker, 1963 o en su ensayo homónimo posterior) o en Los Orígenes del Totalitarismo (Alianza, 2006).

Prefiero siempre que puedo imaginar que la deshumanización completa de la víctima humana del maltrato sea imposible, que algún mínimo de dignidad realmente inalienable e inviolable, aunque sufra cuantos asaltos violentos sufra, deba quedar en alguna célula.

Los héroes han sido imprudentes y han desafiado a los poderes injustos hasta las últimas consecuencias porque, por mucho que sufrieran, quedaba en ellos suficiente dignidad y responsabilidad para poder optar por el sufrimiento máximo o el sacrificio supremo en defensa de la Justicia, el Bien, la Verdad. Jesús es mi héroe más representativo en ese sentido, pero no el único. Quizás Maximiliano Kolbe fuera otro, aunque su disponibilidad para reemplazar al judío que estaba destinado al gas pudo ser una tentación de fuga para evadir más sufrimiento. Nunca he podido leer todos los documentos del proceso de la heroicidad de sus virtudes. Tratándose de otro polaco y de Juan Pablo II y su corte, no puedo evitar las preguntas y tampoco las quiero evitar.

Admiro por ejemplo que en una de las últimas fotos del periodista judío-norteamericano Daniel Pearl, ya muy cerca del día de su ejecución en Paquistán por los islamistas de Al-Queda (2002), imprudentemente levantara ambos dedos mayores cuando le están filmando a la fuerza para que lea algo.Daniel Pearl Cuando ya parece imposible hacer o decir nada, al menos pudo hacer un gesto de rebeldía y repudio gritando en silencio su protesta, ejerciendo su autonomía, por limitada que fuese, lo cual leo como al menos vestigio de auténtica dignidad (alguien me ha dicho que mi imaginación lee algo que no consta: Pudiera ser, pero soy terco).

Jesús fue imprudente cuando desafió a los poderes de su tiempo y por eso éstos le asesinaron. Quisieron destruirle y para ello le rebajaron a lo que Isaías había descrito en sus cánticos (sobre todo 52, 14-15) propinándole los tormentos inenarrables de “la muerte en cruz” (Cf. Filipenses 2, 8 aunque no creo como Pablo que estuviese obedeciendo a nadie, ni como Isaías que estuviese pagando por nuestros pecados. Creo que sus verdugos le sometieron a la tortura y la muerte porque el Dios que parece que Jesús ha tratado de revelar es Omnicompasivo y Misericordioso (Cf. Ibn Al’Arabí, El Secreto de los Nombres de Dios, Editora Regional de Murcia, 1997, 29-46).

Los hombres y mujeres dignos conservan su autonomía y al hacerlo pueden contradecirse porque asumen los riesgos no de ser aprobados, sino de ser desaprobados, actuando en cada circunstancia si lo hacen con alguna dignidad incluso si eso pudiera contradecir lo que en otro contexto mucho más apacible no dijeran. Cada quien existe en sus multifacéticas circunstancias y nunca fuera de ellas y éstas cambian o pueden cambiar de un momento a otro.

Los periodistas de Charlie Hebdo fueron, a mi parecer, heroicamente imprudentes (conscientemente o no) publicando algo que desafió a los poderes terroristas y asesinos (o a otros poderes oportunistas), lanzados a esta cruzada religiosa y diabólica de sumir el Planeta en guerra. Se mofaron de los Islamistas del Terror que se atreven a reclamar violentamente de dichos periodistas y del Occidente derechos y respetos que ellos mismos no reconocen a sus propios pueblos.

Eso no disminuye la responsabilidad de los periodistas, sino que eleva su imprudencia al rango de heroica. Si su denuncia irónica, sarcástica o como gustéis no hubiese sido responsablemente imprudente, no hubieran cumplido con la misión que habían asumido en su profesión o negocio de combatir la opresión terrorista del Islam, que ha jurado muerte, aunque les costase su vida, a base de utilizar acremente la expresión gráfica o verbal. Y lo mismo vale si uno toma en cuenta que hacían dinero de las ganancias de lo espectacular publicitario en el campo de la política del momento.

Que hayan sido imprudentes no los culpa de su asesinato. Los hace víctimas martiriales de la libertad de expresión y deben ser recordados honrosamente como tales.

Sus verdugos, en cambio, no pudieran alcanzar una deshumanización mayor cuando ya han alcanzado el nivel casi robótico de las bestias. En mi opinión carecen de cualquier responsabilidad moral porque no son capaces de ejercerla. Son eso, ¡bestias! En cambio merecen sufrir todo el peso de la Ley  y ser castigados según permita la justicia constitucional, legítima, por actuar criminalmente. Como cristiano pienso además que al matar se auto privaron de la posibilidad evangélica del perdón que en realidad ya nadie les puede otorgar vicariamente, ni siquiera los familiares más cercanos de los asesinados.

En más de una ocasión he defendido la hipótesis de que Jesús demandó de sus discípulos una conducta que la jurisprudencia humana no puede condonar o permitir. Me refiero a que la/el víctima tenga el deber/derecho de perdonar (Cf. Mateo 18, 22) y al hacerlo el de renunciar a exigir el castigo de su victimario/a. Un juez legítimo no pudiera dejar de castigar a un reo por un crimen que las evidencias provistas condenan. La víctima en cambio, contra toda justicia humana, puede perdonar a su victimario/a y paradójicamente cometer la “injusticia” de obstruir la justicia de los Tribunales y Códigos Penales.

Un tema que me gustaría tratar separadamente y proponerlo en el foro de Atrio si la redacción lo aprueba:

A menudo la mujer o el hombre víctima de maltrato conyugal quisiera y hasta concibe posible ayuda a su cónyuge y victimario/a para que cese de maltratarle. El terapeuta no siempre puede convencerle de que esa tarea no le toca y que muy bien pudiera ser inútil además de imprudentemente fallida. Que si bien le debe perdonar para liberarse de toda atadura con su victimario/a ―se arrepienta o no éste/a― no le corresponde iniciar la reconciliación (Mateo 5, 22ss) –lo cual corresponde al ofensor– y en cambio, por amor si así desea interpretarlo, le debe en cambio no arriesgarse nunca más imprudentemente a ser abofeteado de nuevo; que en efecto le deba a su victimario/a la caridad de alejarse y cortar en seco toda relación, sin alternativas de ninguna índole; que debe reclamar la protección y hasta el peso de la ley para asegurar no solo su propia integridad sino la de su prole si la hay y estuviesen en peligro de nuevas agresiones como suele ocurrir.

En mi práctica profesional no pocas veces he visto que la conducta de asalto parece en gran medida una carencia psicótica del control de los impulsos (función ejecutiva del córtex) comparable a la respuesta real o virtual de quien percibe una amenaza, sea esta real o no.

Uno de los daños que en el contexto del machismo el “macho” se auto inflige es el de sentirse compelido a destruir la fuente de amor que en realidad existe en la persona de su cónyuge que desea amarle y pudiera amarle.

Hay autores clínicos (yo suscribo dicha opinión) que en el caso de un agresor de género fuera muy plausible comprender semejante conducta autodestructiva en función de la necesidad incontenible de destruir la otra mitad de su propio identidad genérica porque la perciba ilusamente como amenaza intolerablemente real aunque no lo sea.

El machista, según esa explicación hipotética atacaría en la persona de su mujer a su propia feminidad. Si se acepta esa hipótesis el machismo fuera homofobia, en otras palabras, miedo a no ser real o suficientemente masculino y a que su mujer lo descubra y le someta o le rechace, aunque toda esa percepción psicóticamente distorsionada de ella carezca de justificación o de realidad.

En el caso de la mujer agresora (mucho menos frecuente y muchísimo menos reportado a las autoridades o a la justicia, Cf. http://www.rtve.es/noticias/20130811/hombres-maltratados/729222.shtml) un razonamiento similar pudiera explicar hipotéticamente la relación víctima/victimaria. Y lo mismo se puede intentar en el caso del maltrato infantil aunque con mayor complejidad.

18 comentarios

  • George R Porta

    Gracias, Román por tu generosa acogida y por tu comentario. Un abrazo muy cordial.

  • Román Díaz Ayala.

    La presencia activa de George ( paisano, ¡compay!) en Atrio,
    resulta enriquecedora,
    por lo que tiene de búsqueda, de apertura humana, con calor que fraterniza, ( y que en mi caso, me ilustra extraordinariamente)
    !Qué rico es el exilio cubano! ¡cuántas personalidades, de las que habría que hacer un registro de referencias!
    No quiero ser yo quien ponga una nota discordante de  lo que es más que nada un testimonio personal, ese tipo de manifestaciones que acerca y une hasta en las discrepancias.
    A mi Juan, el evangelista, me retrata el retrato más humano de Jesús de todo el Nuevo Testamento, y nunca he tenido dificultad, me lo hace ver en su intimidad más extrema, incluso por dentro de los largos discursos netamente teológicos, y cuando se apela a su origen y a su condición divina.
    quizás, es porque lo miro todavía con mis ojos de “guajirito”, cuando con apenas cinco o seis años años le decía a mi padre que yo creía en Dios.(Tendría esa edad, porque aún vivía en la casa vieja antes de mudarnos) No tuve que buscarle en la doctrina, ni en la religión, que vinieron después.
    Confío en el Señor que nos de la oportunidad de compartir todo esto que nos das con tus comentarios mucho tiempo en Atrio.

  • Antonio Vicedo

    Disculpa,  George, por no dejar claro que lo de la verdad iba referido al comentario de Rodrigo. Gracias,

  • Antonio Vicedo

    George, gracias por tus puntuaciones que recojo para reflexionar, pro ahora, por no alargarme mas y tener tiempo para lo otro, me interesa lo que he expuesto sobre la verdad como causa de la libertad y sobre ello lo que he querido decir, con todas las reservas de nuestra deficiente evidencia de la verdad, es que la realidad nos presenta distintos a los fanáticos islamitas terroristas y a los islamitas que no caen en ese fanatismo que deben ser los mas, así como los humoristas que critican el fanatismo en Mahoma, cosa que no es así, o al menos podemos y debemos admitir que el Profeta intentara también orientar a la humanidad hacia la colaboración y la paz.
     
    A esa verdad que se impone desde la realidad es a la que yo intentaba referirme y lamento, si no me he expresado bien y por ello se puede entender aquello de Pilatos ¿Y qué es la verdad?
     
    Porque algo que nos ayuda, como en la relación frutos árbol, es que la realidad de aquellos pone enclaro la calidad de la planta. Gracias.

  • George R Porta

    Gracias Rodrigo por tu comentario y por el enlace a Cantinflas. Hacía mucho que no disfrutaba al Cantinflas.

  • Rodrigo Olvera

    Hola George
     
    Justo antes de leerte, y como consecuencia de una plática con otra persona, venía yo pensando que Jesús y Mohandas predicaron ambos la no violencia; pero de ambos se conoce por lo menos un episodio en que incurrieron en violencia: en el caso de Jesús, el pasaje que citas, en el caso de Gandhi contra su esposa cuando ésta se negó a lavar los excusados del ashram (por considerar que era una actividad propia de parias).
     
    La diferencia es que en el caso de Jesús, casi la totalidad de creyentes prefieren recurrir a malabarismos para justificarle antes que reconocer que la humanidad de Jesús incluye (como en toda persona) la incongruencia.
    Por éso me ha gustado y concuerdo cuando dices No me asustan las conductas difíciles, oscuras, paradójicas o erróneas que las narraciones pudieran atribuir a Jesús. Ni necesito la absoluta congruencia o la absoluta transparencia de una humanidad que yo no pudiera ni comprender ni imaginar.
     
    Hola Antonio V
    El problema de que sólo reconozca la libertad a partir de la verdad, es que siempre habrá entonces quien se atribuya el derecho a determinar la verdad y desconocer la libertad. Por otro lado, me parece inaceptable tan siquiera sugerir que lo ocurrido en Francia pueda entenderse bajo el esquema de defensa propia. No. Matar a los caricaturistas no fue un acto de legítima defensa.
     
    Saludos
     

  • George R Porta

    Gracias amigo Antonio Vicedo por leer lo que escribí y hasta dedicarle tu atención en forma de tus propios comentarios a ello. Ofrezco aquí algunas reflexiones adicionales que quizás me ayuden a expresar con alguna clridad lo que deseaba decir.

    1. En cuanto a este particular: “‘Jesús fue imprudente cuando desafió a los poderes de su tiempo y por eso éstos le asesinaron’.” puede aceptarse tal cual, pues del testimonio de Jesús no se sigue imprudencia alguna, sino clara voluntad fundamentado en su Humanismo de oponerse a QUIENES, con sus actitudes de poder magisterial, religioso y político violentaban la condición humana de las gentes.

    Fuera muy difícil interpretar de otro modo que como “prudencia” el llamado “secreto mesiánico” o las restricciones en cuanto a la divulgaciones de algunas curaciones, o el hecho de enviar a otros a que se dejaran encontrar y guiar por alguien conocido solo por Jesús para contratar un salón para la Cena, etc. Por contraste, entonces, no es imposible que la irrupción violenta látigo en mano, física y verbalmente agresiva “llena de celo que consume”, no sea imprudente aunque fuera más que justa y justificable.
    La cuestión está en que quienes nos hayan pasado a través de más de dos milenios el retrato literario de Jesús no tuvieran contradicciones con respecto a que Jesús fuera “humano como uno de tantos”. Yo cuestiono en cuanto a mi propio uso del mismo, llamar a Jesús “El Cristo” o “Jesucristo”. Los títulos que se le atribuyen en la tradición quizás tenían sentido en la tradición hebrea de aquellos tiempos, como el de: “Hijo de Dios” tenía sentido para los romanos con respecto al emperador de turno.

    No acuso a Jesucristo de causar su propio asesinato, pero sé por experiencia que cuando se trate de decir una realidad o una verdad “monda y lironda” no sea poca cosa detenerse un momento a discernir si la audiencia podrá tolerarla con provecho. Hacia el final de su estancia en Jerusalén el tono de su discurso y sus reproches no baja y no le quito el derecho a que lo elevara si así sintió que debiera hacerlo, pero cuando se trata de otros no escatima instrucciones de callar, evadir los pueblos, volver la espalda sin discutir y sacudirse hasta el polvo de las sandalias pero no entrar en conflicto y las referencias de Mateo al AT no van por otro camino.

    2. En cuanto a mis “cabezotas a la intemperie”: Llevo sangre española por parte de mis abuelos pero no sé exactamente qué quiere decir “cabezotas a la intemperie” porque sé que mi español es cubano y no castellano real y porque conozco un pelín el gran sentido del humor de Oscar y de los españoles en general. El DRAE no me brinda mucha ayuda. Me ayudó más recordar a José Donoso en su “El obsceno pájaro de la noche” cuando habla de las “cabezotas” de utilería, hechas de cartón piedra, que me recuerdan a los gigantes y cabezudos desfilantes de las ferias. Pero he de confesar a Oscar y ahora a ti, que me sabe muy mal repetir algo y no dar crédito a quien lo dijo antes y de quien lo haya aprendido. Quizás escribiendo en un blog eso no sea adecuado y sea hasta pedante de mi parte, pero creedme que me sabe mal no acreditar debidamente aquello que copio de alguna manera. No es que quiera reafirmar mi opinión o validarla,  sino que me siento moralmente obligado a reconocer la deuda que tengo con quien quiera que sea. No me ofende la referencia a los libros, pero si me aconsejáis acerca de citar en un blog os lo agradeceré.

    3. Respeto tu opinión de que se pueda perdonar vicariamente. Creo que el dictum atribuido a Jesús en Juan 20, 23 pueda implicar que mientras haya tiempo, hay tiempo de perdonar, si la generación o la persona injuriada, la siguiente o la más cercana y que se pueda perdonar vicaria o subsidiariamente. No obstante, si el ofensor muere ya no tiene “derecho al perdón” (emanado de la obligación de perdonar) y reduce sus opciones de reconciliación que si no es obligatoria para la víctima en cambio Jesús parece haberla aconsejado al ofensor que la buscase.

    4. En cuanto a los temas solo mencionados de posible interpretaciones de los temas de maltrato conyugar y Charlie Hebdo, confieso que hubiese deseado tantear el terreno. Ya en el pasado he tocado esas mismas áreas y no salí bien parado por las reacciones. Ya ves que también cuestionas la validez del argumento de la prudencia o imprudencia de Jesús y el rol de ambas en su asesinato. Pero estoy de acuerdo. Estoy preparando por separado unas reflexiones más específicas y breves sobre ellos y las someteré a la redacción de Atrio para que juzguen si valdrá la pena de publicarlas. Lo mismo estoy pensando con respecto a una pregunta muy oportuna y difícil que hizo Rodrigo Olvera acerca de la “responsabilidad” desde la ética. Son temas difíciles y no quiero ser irrespetuoso tratándolos a la ligera además de que lo hiciera sin ser experto en ellos.
    Un abrazo cordial y agradecido a ti.

  • Antonio Vicedo

    Gracias, George, por este casi sintético curso, o si no tanto, entrevista sintetizadora de la problemática que nos ha vendo dando tarea especial después del atentado de París, y sobre todo por regalarnos ese paseo tuyo vital por los campos de las vivencias, las ciencias y el horizonte de la fe-
    Esto último que yo me atrevo a resumírtelo en esta cita: “….garantizando hasta donde discierno que sea bueno y necesario….,sobre todo para evitar el mal…. o hacer el bien” te lo agradezco especialmente porque me ha actualizado algo que recuerdo repetía mi padre un pobre, sencillo y honrado labriego. “Fes be i no fases mal, i altre sermó, no cal” que traducido a nuestro romance y práctica es idéntico a lo por ti afirmado y vivido. (“Haz el bien ,y no hagas el mal,y sobran todos los sermones”)
     
    A lo del atentado de París y su causalidad aducida tanto por los terroristas como por quienes consideran a las víctimas héroes de la defensa de la libertad de expresión, ofrecer aquí como propia opinión que toda libertad para que pueda reconocérsele su identidad de tal, tiene que apoyarse y partir de la verdad,pues sigo convencido de que es la verdad quien tiene la exclusiva rentable de la libertad. Y no tengo claro que así fuera , ni por un lado ni por otro.
     
    Porque, empezando por los publicista humoristas,o el conjunto de la Revista, opino que el humor crítico, sobre todo,si descalifica, debe contenerse dentro de las líneas rojas que delimitan una actitud de violencia física o cultural de tal condición que esta pueda convertirse en causa o fundamento de propia defensa: En este caso de la crítica humorista a Mahoma, parece que esas líneas se traspasaban, pues no es lo mismo Mahoma que el islamismo; y buena prueba de ello es que muchos que le tienen como El Profeta, no caen en comportamientos violentos (aunque puedan ser ambientálmente excluyentes) para otr*s.
     
    Otro cosa bien distinta hubiera sido si el humor crítico hubiera ridiculizado a quienes adoptan una actitud violenta respaldándose falsamente en Mahoma y su Islamismo.
     
    Tampoco creo que esto: “-Jesús fue imprudente cuando desafió a los poderes de su tiempo y por eso éstos le asesinaron.” puede aceptarse tal cual, pues del testimonio de Jesús nose sigue imprudencia alguna, sino clara voluntad fundamentado en su Humanismo de oponerse a QUIENES, con sus actitudes de poder magisterial, religioso y político violentaban la condición humana de las gentes.

    Esto:”-Si su denuncia irónica, sarcástica o como gustéis no hubiese sido responsablemente imprudente, no hubieran cumplido con la misión que habían asumido en su profesión o negocio de combatir la opresión terrorista del Islam, que ha jurado muerte, aunque les costase su vida, a base de utilizar acremente la expresión gráfica o verbal.” a no ser que hubieran dejado claro a que parcela o parcelas del islam se referían por su referencia a la violencia que no puede considerarse generalizada.

    A este párrafo (“-Como cristiano pienso además que al matar se auto privaron de la posibilidad evangélica del perdón que en realidad ya nadie les puede otorgar vicáriamente, ni siquiera los familiares más cercanos de los asesinados.”) añado, de mi consideración, lo que en reciente comentario he aclarado sobre el porqué del perdón y el amor cristianos, traspasando la frontera de la amistad, pues uno y otro van dirigidos a lo que es la persona; y la vendetta justa tiene que circunscribirse a lo que los sujetos hacemos y no a lo que somos.
     
    .De acuerdo con lo de “GONZALO HAYA.-En cuanto a Charlie Hebdo y el maltrato conyugal creo que cada uno merecía un artículo propio.
    Así como concuerdo también con lo de :-Mª. Luisa “ al fijarme en ese párrafo tuyo que transcribo parcialmente “Mi fe no es doctrina ni es cuestión de conocimiento sino que la siento…” Es justo lo que expresé diciendo  el otro día aquello de que   la fe no se tiene  en Jesús puesto que a él se le siente, es el momento fáctico de la experiencia. En cambio sí que creo que en donde   se deposita  la fe es precisamente  en  esa imposibilidad que dices  de afirmar la existencia de Dios.- Científica la imposibilidad, añado yo, pero no imposibilidad real y absoluta, en tanto la mente no se tropieza al considerar las opciones de fe con el absurdo.
     
    Y coincido con lo de alabanza de OSCAR.”-Libros … son unas cabezotas a la intemperie.”
     
    Todo esto que nos vaya ayudando a profundizar en lo que a fe y humanismo se refiere sobre aquello que Jesús atribuye al beneplácito del padre, escondiéndoles algo a los sabios y entendidos y revelándoselo a las gentes sencillas. Un abrazo.

  • George R Porta

    Amiga María Luisa: Preguntas  “¿de dónde tendría que venir, pues,  la fe sino es de aquella experiencia que por ser sentida es abierta?”. Resulta que solamente necesitaré hacerlo en dos comentarios más breves en lugar de tres.
     
     
    Estoy seguro de que no necesite la digresión de recordar que etimológicamente “fe” sugiera no conocimiento o certidumbre sino confianza presentida, pero para decir de dónde vengo, lo hago.
     
     
    Hasta donde sé, parece que los animales, aún los superiores, no puedan presentir, intuir y a partir de ello calcular, o predecir midiendo además la posibilidad de certidumbre, y menos corregir progresivamente sus andaduras subsecuentes haciendo “camino al andar” (Machado) pero manteniéndose enfocados en el infinito.
     
     
    La fe es eso, aquello que confiadamente espero que ocurra parezca ahora tener la mayor probabilidad de ocurrencia.
     
     
    Los cinco, Buda, Jesús, Agustín de Hipona, Marx, Nietzsche, Freud percibieron con agudeza la insatisfacción irremediable de la persona y propusieron alternativas (Cf. Norman Brown, Eros y Tánatos, el Sentido Psicoanalítico de la Historia, Barcelona, Santa & Cole, 2007) Solo la humanidad ha podido alcanzar esa altura más allá de los reflejos condicionantes. Solo la humanidad es capaz de esperar confiadamente en el cumplimiento de promesas sentidas desde antiguo, desde la noche de los tiempos, para utilizar una expresión manida. Solo la humanidad puede buscar incesantemente, hasta con testarudez o arrogancia, pero inevitablemente. La mitología lo demuestra.
     
     
    Creo que la fe sea eso, no la causa de la esperanza, sino el modo de ella y que subsiste, apropiándome de una hermosa y delicada expresión de Asun: “[por]que la misma vida va desvelando  y acariciando con humildad”.
     
     
    Siento que la esperanza me preceda quizás atrapada en los genes que recibí y, si la Genética tiene razón, una buena parte de ella debe estar en el cromosoma X primario de mi madre, sin el cual mi condición humana no hubiera podido organizarse biológica o históricamente.

  • George R Porta

    Gracias Asun por tu acogida generosa. Un abrazo cordial.

  • George R Porta

    Amiga María Luisa: gracias por tu comentario. Apuntas que doy la impresión de “considerar cerrada la  experiencia humana” y preguntas  “¿de dónde tendría que venir, pues,  la fe sino es de aquella experiencia que por ser sentida es abierta?”, comentando a continuación que pienses que “de este  impase en el vacío es de lo que se ha aprovechado la metafísica.” Trataré de explicarme mejor en tres comentarios breves, respectivamente.
     
     
    1. Sobre la experiencia humana cerrada o abierta.
    El rollo matemático puede verse gráficamente en este video: http://youtu.be/VI5pgAzVJLI). Considero la vida como una sucesión de experiencias que si son prioritariamente orientadas hacia la alteridad del infinito, acogidas con la mayor autonomía posible, será una vida “convertida”, evangelizada.
     
     
    Mi metáfora preferida es la de la vida como parábola centrada en el cruce de coordenadas (cero), que acoge y no retiene, que confía pero ama la duda, en fin, que se arriesga a imaginar de antemano a pesar de la imposible certeza incuestionable. Esa capacidad de predecir intuitiva, sentientemente fuera la fe. Un científico escoge la línea de investigación anticipada como la más promisoria pero busca y conserva la autonomía para modificar su línea de experimentación o búsqueda en función de los descubrimientos que vaya obteniendo sin desenfocarse de su propósito.
     
     
    El origen de mi vida me preceda―metafóricamente puedo situar ese punto al interior del útero de mi madre en colaboración con mi padre. Esta simiente gratuita e innecesaria en sí y cargada de potencial como cualquiera otra, echó a andar. Ahora “mi corazón” es imagen de aquel punto de amor conyugal creativo y me lo recuerda para honrarlo  (Cf. Éxodo 11, 12) y cobra el sentido de Mateo 6, 20-21 para que no le oculte atesorando tonteras (antífona de la antigua Misa del Sagrado Corazón en el rito oriental: Mi sabiduría vaciará tu corazón del amasijo  de tus angustias y residirá en él―traducción mía libre).  
     
     
    Si me vivo responsablemente, con propósitos que iré discerniendo lo mejor que pueda en cada encrucijada, no perderé irreparablemente mi orientación inicial al infinito. Me liberaré de distracciones regresivas tan pronto las advierta pero sin angustias autógenas por los desvíos momentáneos, aprendiendo, buscando obrar contrariamente (agere contra) a las trampas propias o ajenas, como una especie de Ulises, siempre sin angustiarme por los errores y sin envanecerme por cualquier aciertos.
     
     
    Una distracción regresiva viene representada por la elipse en la cual el desenfoque del infinito, (quizás la neurosis o la psicosis), intencional o accidentalmente cause la duplicación del cruce del abrazo en esperanza y, causando confusión, cree un foco ilegítimo, el cual tendrá que estar anclado en el pasado―en el área negativa de las coordenadas). Este breve video permite ver la originación de una elipse: http://youtu.be/81NbgFpAfOU.

  • Asun Poudereux

    Pues, claro, George, estamos encantados de que estés aquí y ahí. No lo dudes y háblanos de tus adentros siempre que lo desees. Como te habrás dado cuenta por todos los comentarios, bastante acertados  en los matices,  según muestran,  se han leído el artículo con detenimiento como lo mereces.
     
    Es cierto que nuestra  comprensión  alberga un cúmulo de confusiones, que la misma vida va desvelando  y acariciando con humildad,  pero  la experiencia íntima nos da la certeza  de que siempre está ahí presente, aún en los momentos más difíciles y oscuros,  una espaciosidad inmensa de paz y confianza que no se acaba ni termina en nosotros su despliegue. Y estoy convencida que eso precisamente intentaba transmitirnos Jesús,  descubrirlo en cada uno/a de nosotros/as.
     
    Un gran abrazo.
     

  • George R Porta

    Gracias Gonzalo por tu apunte de que el maltrato conyugar  y el tema de Charlie Hebdo merezcan un trato aparte. De hecho escribi algunos comentarios en otros hilos acerca de ellos y si la redacción se arriesga a publicarme de nuevo, en otro estilo de ser menos disperse, los comentzré. Un abrazo cordial.

  • George R Porta

    Sí tienes razón, Oscar. Pero te comento que una de las cosas que más content me produce estos días es que ya encvontré una institución a quien donar mi biblioteca en castellano y otra para donar los otros en inglés y alguna que otra lengua. Lo de cabezota, mucho me tomo que no lo puedo remediar. Es Bueno escuchar de ti y te ofrezco un abrazo agradecido y saludos a Olguita. 

    Agradezco tu requiebro, María Luisa. Un abrazo cordial.

    Os agradezco a todos vuestra generosidad y paciencia. En realidad al releerme pienso que escribí una nueva receta de paella y que quizás deba tartar de concentrarme en una inquietud cada vez. Un abrazo.

  • Gonzalo Haya

    Agradezco mucho a George la sinceridad de esta exposición, con la que me siento básicamente identificado. Lo importante es la sinceridad de esta actitud existencial. Todo lo demás son interpretaciones y teorías que intentan explicarla o justificarla. La realidad es más compleja y difícilmente encaja en un pura lógica. La figura humana de Jesús, con toda su complejidad que George nos comenta, dice mucho más que todas las teologías que han tratado de explicarla. Vivir a Jesús significa para mí reconocer la imagen de Dios que llevamos impresa de serie en nuestra conciencia. También es muy oportuna la visión de un psicoterapeuta que conoce bien nuestras limitaciones. En cuanto a Charlie Hebdo y el maltrato conyugal creo que cada uno merecía un artículo propio. Veo interesante su sugerencia de que hay un derecho -incluso obligación- a desenmascarar una injusticia con palabras duras (con caricaturas). Ellos  sabían el riesgo que corrían, y lo afrontaron con audacia profesional. Jesús empleó palabras muy duras con los fariseos y desafió a los sacerdotes en el templo; incluso reprochó su proceder generalizando, sin tener en cuenta que había muchos fariseos honrados y sinceros. Habrá que combinar la prudencia con el enfrentamiento; y nadie tiene la receta con la dosis exacta.

  • josela

    Me gusta el estilo, el planteamiento. Adelante..que hay mucho camino en esos “caminos”…Se  te felicita.

  • M.Luisa

    Qué buen parecido amigo George! Y un retrato muy edificante de tu personalidad  que ya hemos ido intuyendo  durante  este tiempo que hemos   compartido contigo.
     
    Lo que leo en esta sección amplia  lo que ya te entendí   en otro hilo  que, por cierto,  me quedó  pendiente  por falta de tiempo.  responder el comentario que  allí me diriges.
     
    Ahora lo aprovecho para  fijarme en ese párrafo tuyo que transcribo parcialmente “Mi fe no es doctrina ni es cuestión de conocimiento sino que la siento…” Es justo lo que expresé diciendo  el otro día aquello de que   la fe no se tiene  en Jesús puesto que a él se le siente, es el momento fáctico de la experiencia. En cambio sí que creo que en donde   se deposita  la fe es precisamente  en  esa imposibilidad que dices  de afirmar la existencia de Dios.  Pienso que es justo por eso, por esa imposibilidad por lo que se deposita la fe, ya que la fe no implica afirmación  alguna sino confianza, una confianza que viene ya  prefigurada  en aquella  experiencia  Reparo sin embargo aquí un pequeño matiz  que me haría discrepar contigo  y es que según interpreto consideras  cerrada la experiencia humana.  Entonces yo pregunto    ¿De dónde tendría que venir, pues,  la fe sino es de aquella experiencia que por ser sentida es abierta?

    Pienso que de este  impase en el vacío es de lo que se ha aprovechado la metafísica.

    Un buen trabajo, George, un abrazo!

  • oscar varela

    Hola George!
     
    ¡Bien, muy bien!
     
    Una cabezota llena de Lbros,
     
    Libros que son unas cabezotas a la intemperie,
     
    Se te ve bien!
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.