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Buscando una esperanza en la posmodernidad

Reflexión

Excelente artículo de Diego Pereira, publicado en la revista digital Reflexión y Liberación que dirige un ‘joven’ jesuita de 97 años, José Aldunate.

I- En la marea de la complejidad posmoderna

Luego del fracaso de la modernidad, siguió una etapa donde aquellas esperanzas depositadas en ella se esfumaron. Es entonces que hasta hoy hablamos de posmodernidad y es dentro de este clima que nos toca vivir la renovación de un nuevo cristianismo que se presenta confuso, entre normas y dogmas religiososo frente a la necesidad de búsquedas de libertad, de salir de la angustiante situación que se respira en los países como el nuestro con una cultura tan occidentalizada.

Son muchas las características que podemos describir del mundo y la sociedad en la cual vivimos, pero en este limitado trabajo veremos aquellos que nos pueden mostrar lo perdidos que podemos estar. En ello hay complejidades no sólo en lo comunitario sino que, y quizá sobre todo, es en el aspecto personal, interior en donde los sujetos posmodernos nos vemos mareados, y muchas veces, sin saber hacia donde ir.

Uno de estos aspectos tiene que ver lo cambiante, reciclable, donde no sólo hablamos de objetos sino que las personas parecieran ser desechables, utilizables según el propio interés pero, luego de haberse extraído del otro lo útil o necesario, se procede al recambio. Así lo explica este profesor: “…en la sociedad actual la relación personal es un producto más de consumo inmediato, y por tanto fácilmente descartable. Aun en el caso de que el producto cumpla con lo prometido, no puede ser de uso verdadero.”(Antonio Jiménez). Esta actitud propia del sujeto posmoderno de rechazar las relaciones a largo plazo, son reemplazadas por las relaciones virtuales facilitadas hoy por las redes sociales. Ante la necesidad de aprender valores comunitarios vemos que “…entre las artes del vivir moderno líquido y las habilidades necesarias para practicarlas, saber librarse de las cosas prima sobre saber adquirirlas…” (Zygmunt Bauman)

El mito de Narciso también nos sirve en la actualidad para analizar algunos aspectos del individuo posmoderno. Este vivir centrado en sí mismo conduce a un descentramiento de la realidad perdiendo esa relación de amistad con el medio y con los demás, ya que el sujeto no existe ni con-vive con lo creado, sino que está en una relación de primacía sobre el mundo. Es un “culto al yo” desde una concepción materialista de la existencia.Los individuos de la cultura posmoderna sufren una grave inestabilidad psicológica que tiene efectos decisivos en las opciones vitales. Hay una ambiente de que “todo vale” o que “todo está permitido” que genera un cierto libertinaje a la hora de enfrentar decisiones, asumir responsabilidades y jugarse por razones grandes. Es más: cada quien puede ser quien quiera ser ya que “hay que ser tolerantes”.

Otro rasgo posmoderno es la atemporalidad. Se piensa que el pasado no tiene relación con lo que vivimos hoy y del mañana nada podemos saber. La vida se juega en este momento. No hay noción de historia y por lo tanto tampoco de proceso, o mejor, de camino. Por lo tanto se relativizan o pierden valor muchos elementos: la familia, los amigos, los compromisos, la educación, los sueños. Si no hubo ayer (desde donde vengo) y no hay mañana (hacia donde voy) pierde valor cualquier esfuerzo que se deba hacer hoy por algo ni tampoco hay posibilidad de ponerse a pensar en ello. “El resultado final es el secuestro del acontecimiento, la imposibilidad de la reflexión de la vuelta sobre las cosas, impidiendo la recuperación de la secuencia de significados y erradicando el sentido” (J. Mardones).

También la violencia es vivida hoy como “el pan de cada día”, lo que aparece diariamente en los informativos. Según Jung Mo Sung podemos hablar de dos tipos de violencia: la violencia institucionalizada y los actos de violencia. La violencia institucionalizada es aquella por la cual se la encubre intencionalmente y se la presenta como problema social. El problema del hambre, de la pobreza, de la injusticia y de la exclusión social es visto como consecuencia del mal funcionamiento del sistema económico y del mercado de consumo, de los defectos del sistema judicial o como errores del sistema político y de las políticas sociales, pero nunca son presentados como violencia. Por otro lado tenemos los actos de violencia que son aquellos actos en los cuales el acento no está puesto en la falta, por ejemplo robar, matar, drogarse, sino que en la acción violenta con la cual se produce el acto. Lo que más se remarca es la carga de violencia que se deposita en ellos, como propaganda, muchas veces política.

Consecuencia de esta globalización del mercado neoliberal es la cultura de consumo de la cual somos todos parte. No se trata de que somos sujetos que consumimos productos indiscriminadamente y nada más, lo grave es que consumimos lo que no es necesario e incluso va en desmedro del medio ambiente, y esto sin ninguna clase de reflexión, y por ello sin ninguna culpa. Pero sobre todo hablamos de que “una sociedad consumista es aquella cuya dinámica está constituida por los bienes de consumos superfluos; y en la que, además, la gente cifra su éxito y su felicidad en ese consumo…” (Jung Mo Sung), por ello es preocupante el valor que le damos al consumismo ya que eso pauta nuestra felicidad o tristeza, y sobre todo nuestro status social. En la mayor parte del mundo moderno “Consumo, logo existo! Ou: Você  é o que consome!, sãoexpressões que explicam a explictam a vivência dessa cultura no cotidiano das pesoas…”.

La pobreza sigue siendo un tema principal desde la antigüedad hasta hoy. Ha acompañado las diversas etapas del desarrollo de la humanidad y siempre ha sido tema de grandes críticos de la historia. En los tiempos actuales la pobreza ha tomado un papel principal en las discusiones no sólo parlamentarias y religiosas, sino que ha pasado a formar parte del debate de una gran parte de la sociedad. Esto también se debe al declive que, como ya vimos, se ha dado en la educación, ya que siempre es la clase más pobre y desprotegida la que recibe peor educación. Pero aún así se siguen dando dos fenómenos paralelos: la instalación de la pobreza como un problema más de los tantos a enfrentar por cualquier gobierno que esté de turno, y el de la gran ignorancia de la cual son parte millones de personas en el mundo, como si la pobreza no afectara la conciencia social.

II- Una esperanza firme y alcanzable: la Cruz de Jesús de Nazaret

La situación descrita en la primera parte nos va llevando a adoptar una actitud concreta ante la realidad.Para nosotros los cristianos de Latinoamérica pasa por un encuentro con Jesús de Nazaret que no es solo esperanzador, sino liberador. La esperanza cristiana nace desde la muerte de un hombre sencillo y pobre, asesinado en una cruz, desprotegido, abandonado, condenado injustamente como un hombre peligroso. Un no-existente en aquella sociedad de hace más 2000 años porque no cumplía con los requisitos para ser parte de ella y porque se rebeló contra los poderosos. Es en esta conjunción de situaciones, similares a las nuestras actuales, que el mundo judío recibe el mesías tan esperado y prometido por los profetas, que fue condenado por el Templo de Jerusalén y por el Imperio Romano. Jesús se confió a las manos de un Dios que en apariencia lo abandonó. Esa sensación de abandono y soledad es la que sufren tantos hermanos y hermanas en todo el mundo. Pero aún en esa situación Jesús logra vencer al mundo, el sufrimiento y la muerte, alcanzando la resurrección por el amor de Dios Padre, que escuchó sus plegarias y que no se olvidó de su fidelidad. Es la afirmación del amor predilecto de Dios por el que sufre, por el que no cuenta en la sociedad.

El encuentro con Jesús de Nazaret tiene esa capacidad de meternos en la historia y descubrir, desde la suya, atisbos de nuevas esperanzas en la nuestra. Sin duda es una esperanza incomprensible desde la racionalidad dominante o la lógica del poder, pero no es una esperanza irracional. Es un cambio en la lógica del conocimiento: no desde las seguridades que podamos alcanzar, sino desde la precariedad de la misma existencia humana, sobre todo aquella que está ante nosotros. Es la realidad del que sufre, del oprimido, del pobre, del enfermo, del exiliado, del maltratado, del no-existente. De esto ya hablaba San Pablo al referirse a que mientras los griegos buscaban la sabiduría, los cristianos la encontraban en la cruz de Jesús, escándalo para los judíos y locura para los paganos (1Cor 1, 21-25). Creemos entonces que el camino para encontrarnos con Jesús y renovar nuestra fe pasa por buscar en las situaciones y contextos de pobreza humana: material y espiritual. Allí volvemos a la fuente: encontramos a Jesús crucificado, pero que resucita liberado de la muerte.

“La causa de Dios es la causa de los pobres. La opción por la causa de los pobres tiene su fundamento en que Dios, nuestro Padre, desea la igualdad y la hermandad entre sus hijos. El ha creado con amor los bienes de la tierra para todos los hombres, no para unos pocos.” También nos iluminan las palabras de Pablo a los cristianos de Corinto: “Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza” (2Cor 8,9). Con ello queremos reafirmar lo que surgió en Latinoamérica, en la década del 80, y en los demás países del Tercer Mundo: la opción por los pobres. La grandeza de Dios que acoge a todo lo creado es también perfecta predilección por lo pequeño y desvalido del mundo, por lo oprimido y despreciado; por los pobres. Allí radica para nosotros la esperanza en medio de la niebla posmoderna: es el pobre que nos revela a Jesús crucificado y resucitado y nos invita a unirnos a él y a su causa: el Reino de Dios.

Diego Pereira  –  Montevideo

www.reflexionyliberacion.cl

7 comentarios

  • Dracir Abad

    Acerca de este párrafo de Vicedo:

    “Porque, si la relación personal llega a ser un producto más, es porque previamente de ha considerado, por acumulación, o carencia, a la PERSONA, no como un SUJETO inalienable, sino rebajada y prostituida a la condición de OBJETO o MEDIO.” permítaseme traer a colación algo que escribí, a riesgo de ser también reiterativo. Me refiero a lo siguiente.

    En otro hilo comenté citando a Rebecca Chopp, una mujer extraordinaria que ha llegado a ser hoy día  Canciller de la Universidad de Denver después de haber alcanzado “tenure” permanente como profesora de Teología en la Universidad de Chicago. Las citas de sus textos sobre  la  “Interrupción de los Olvidados” fueron publicados en Concilium 195 (5) de 1984 y ya en esa época apoyaban en gran medida la afirmación, para nada machacona y muy necesaria de Antonio Vicedo (perdona Antonio por errar en tu apellido hasta ahora varias veces) acerca de este fenómeno que solamente ha aumentado en gravedad y en frecuencia.

    Me refiero a que tratándose de aquellos a quienes Francisco a menudo concede preferencia sean tratados en la vision de la Historia en términos de objetos o medios en lugar de hacerlo como Dr. Chopps propone sobre todos a partir de la horrífica experiencia de la Shoa Hebrea y de los genocidios anteriores y posteriors. Ella propone que se hable de dos diferentes  sujetos: El sujeto agente que controla la historia y el sujeto que la sufre para sobrevivir la acción del primero, llegando hasta a colaborar con sus opresores.

     Hannah Arendt y Bruno Betthelheim entre otros, criticaron la participación de las autoridades judías representativas del geto en la selección de las víctimas en un cierto orden prioritario , tratando de demorar las ejecuciones o demorando la muerte de algunos. Eichmann se destacó encomendando esa responsabilidad para precisamente desmoralizar y deshumanizar al máximo a quienes estaban ineludiblemente condenados a morir aunque colaboraran.  

  • Antonio Vicedo

    Tendré que empezar mis aportaciones pidiendo disculpa por lo reiterativas y machaconas que seguramente parecen y ¿? posiblemente también lo sean, pero hay relámpagos en noche de tinieblas que, en un instante, te orientan para todo el tiempo que aquellas duren y permanezcan.
     
    Leo y cito: “-Así lo explica este profesor: “…en la sociedad actual la relación personal es un producto más”.
     
    Ya tiene su calado que un profesor  circunscriba  a la sociedad actual con afectación singular o especial lo   de la  relación personal  como la que se da entre un producto más, como si eso no hubiera sido factor constante a lo largo de la Historia de la Humanidad, sino entra la totalidad de las personas, si entre unas clases privilegiadas con poder y otras expoliadas de valor y dignidad, reducidas a simples medios, instrumentos u objetos útiles o despreciables según gustos, caprichos o intereses de quienes por naturaleza y especie eran iguales en valor dignidad y finalidad,
     
    Porque, si la relación personal llega a ser un producto más, es porque previamente de ha considerado, por acumulación, o carencia, a la PERSONA, no como un SUJETO inalienable, sino rebajada y prostituida a la condición de OBJETO o MEDIO.
     
    Y de esa consideración falsa del ser humano proceden las falsificaciones de las relaciones personales tan constantes y en grado tan alarmante como el que en la actualidad está amenazando la misma existencia de la Humanidad o su posibilidad de que pueda llegar a ser HUMANA por el reconocimiento real y eficaz de su universal RACIONALIDAD LIBRE y RESPONSABLE  cualificada en su condición de SUJETO INALIENABLE y EQUIVALENTE, cualesquiera sean las circunstancias en que su existencia terrena se concrete.
     
    Hay que aferrarse con carácter inconmovible a la Verdad, en cuanto progresivamente sea descubierta, de que SOLO DE ELLA DEPENDE la LIBERACIÓN de cuanto daña o amenaza a las PERSONAS en su más auténtica realidad humana

  • Dracir Abad

    Isidoro, me alegra ver mencionar a Martini a quien admire profundamente sobre todo por su Cattedra dei Non Credenti. Un saludo cordial

  • Dracir Abad

    Y por todo lo anterior se contradice a mi modo de ver—argumento con intención de búsqueda no en calidad de censor—al afirmar que “La esperanza cristiana nace desde la muerte de un hombre sencillo y pobre, asesinado en una cruz, desprotegido, abandonado, condenado injustamente como un hombre peligroso. Un no-existente en aquella sociedad de hace más 2000 años porque no cumplía con los requisitos para ser parte de ella y porque se rebeló contra los poderosos. Es en esta conjunción de situaciones, similares a las nuestras actuales, que el mundo judío recibe el mesías tan esperado y prometido por los profetas, que fue condenado por el Templo de Jerusalén y por el Imperio Romano.”
     
    La esperanza cristiana nace de las promesas que le atribuyen las narraciones evangélicas, no de su muerte. Los poderes de su época le ejecutaron como a malhechor por razones políticas—como bien dice el autor del artículo—según las palabras que le atribuye Juan 11, 45-57 al Sumo Sacerdote Caifás—Cf. J. Mateos y L. A. Schökel del N. Testamento, Madrid, Cristiandad, 1987—pero su muerte no tuvo el carácter sacrificial que convirtiera a los sacerdotes del templo en oferentes ni a Jesús en cordero sacrificial como pretende la tradición originada en la anónima Carta a los Hebreos y en la visión judía de un fariseo sincero y auténtico como Pablo. Por eso nunca ha sido dogmatizada la afirmación de que Jesús materialmente pagara por nuestros pecados. Una tal afirmación contradiría excepcionalmente la percepción misericordiosa del Padre para convertirla en sádica, el mismo Padre que detuvo el brazo de Abraham.
     
    Por último, el autor afirma que: “Jesús se confió a las manos de un Dios que en apariencia lo abandonó.”
    Una tal afirmación parece inaceptable: Posiblemente Jesús no experimentó la sensación de abandono porque el Evangelio Marcos 15, 34-39 pone en sus labios los versos del Salmo 22/21, que los espectadores de su asesinato confunden con un llamado a Elías como confesión de lo que desean escuchar al llamar a Elías que debía preceder al Mesías y que por lo tanto confirma que Jesús no lo sea. El pagano es quien le reconoce “Hijo de Dios” confirmando algo anterior referente a que nadie sea profeta en su tierra (Marcos 6, 4).
     

  • Dracir Abad

    Aceptando lo que propongo el articulista yerra al afirmar: “Los individuos de la cultura posmoderna sufren una grave inestabilidad psicológica que tiene efectos decisivos en las opciones vitales. Hay una ambiente de que ‘todo vale’ o que ‘todo está permitido’ que genera un cierto libertinaje a la hora de enfrentar decisiones, asumir responsabilidades y jugarse por razones grandes.”
     
    No hay evidencia de que hoy día haya una mayor prevalencia e incidencia de inestabilidad psicológica que antes porque nunca antes la epidemiología se desarrolló como hoy y nunca antes tuvieron las ciencias clínicas pertinentes los medios de diagnóstico actuales. De hecho hasta hace apenas 150 años los trastornos psicológicos o psiquiátricos eran considerados in humanos o mágicos, posesiones, malos espíritus aunque los Mayas y los Incas con una intuición extraordinaria localizaban el mal alojado en el cráneo.
     
    Esta otra afirmación no es del todo errada pero es altamente cuestionable: “Es más: cada quien puede ser quien quiera ser ya que ‘hay que ser tolerantes’”.
    Auschwitz-Birkenau y los fascismos y totalitarismos del siglo XX, la denuncia de la violencia doméstica, la supresión de la explotación laboral infantil, la denuncia del machismo eclesiástico y del maltrato religioso de la mujer, el auto-maltrato del hombre implícito en el “machismo”, la separación política de la religión y la política, la crítica de una filosofía caduca, y otras muchas sensibilidades modernas son todas beneficios originarios de la modernidad que consecuentemente remarcaron la urgencia de una mayor tolerancia en beneficio de la paz y la concordia, la eliminación del nacionalismo imperialista que aún no se ha logrado, las discriminaciones por causas raciales, políticas, religiosas,  económicas, sociales, etc. La preocupación por la tolerancia es un logro de la humanidad y no un vicio causado por ella. Quizás el autor quiso referirse a algo inherente al ser humano, i.e., el poder de corromper lo que toca si se lo propone.  
     

  • Dracir Abad

    Parece necesario mirar de cerca estas aseveraciones del artículo originador de este hilo por razones de longitud dividiré mi comentario en tres partes y ruego que se me permita hacerlo.
     
    Afirmar: “El mito de Narciso… Este vivir centrado en sí mismo conduce a un descentramiento de la realidad perdiendo esa relación de amistad con el medio y con los demás, ya que el sujeto no existe ni con-vive con lo creado, sino que está en una relación de primacía sobre el mundo. Es un “culto al yo” desde una concepción materialista de la existencia.”
    Aplicado en clínica, como pretende el autor, Narciso no vivía centrado en sí mismo sino en la imagen que ilusamente se atribuía. Tampoco perdió su relación con los demás, solo esperaba ingenuamente que los demás se sintiesen deslumbrados por él. Esta constituía su relación de convivencia. Por lo tanto su atención a su imagen era su pago por la aceptación profunda e inconscientemente deseada pero no sentida. De ahí que técnicamente la expresión “herida narcisista” denomine el profundo dolor y la correspondiente ira del narcisista rechazado o criticado en su ser personal o el posible homo-erotismo del varón que contemplando al “macho” en el espejo de su baño está seguro de gustar a las mujeres, por tanto identificándose con su propia feminidad.
     
    La “herida narcisista no fuera clínicamente explicable si al narcisista no le importara sentirse excepcionalmente aceptado y deseado.
     
     

  • Isidoro García

    (Recoloco aquí, mi comentario de esta tarde en otro hilo, pues creo que es en este hilo es en el que debía estar).
     
    El gran problema filosófico de la religión a mi modesto entender es doble y se repite, (como ves M. Luisa sigo siendo incorregiblemente dualista).
     
    El primero se dió cuando la Ciencia empezó a comprender, que no se necesitaba para nada a Dios en el desarrollo del Universo. La frase clásica de Laplace, a Napoleón, es significativa. No sabemos si existe el Dios Creador o no, pero si existe, a nuestros efectos es como si no existiera: está ausente.
     
    Pero los cristianos, parece que lo tenemos más fácil: tenemos a Cristo, que es el Dios humano, y con eso parece que el problema anterior está resuelto. Jesús mismo dijo, que solo se llegaba al Padre a través de Él.
     
    Pero hete aquí que nos vuelve a pasar lo mismo: no sabemos quién es Jesús. El psiquiatra Freijo en la primera parte de su artículo, (citado por Duato, cuyo final, yo no lo he entendido, y agradecería que alguien  más lúcido nos lo aclarase), nos muestra como cada uno en función de su ideología y cosmovisión personal, recrea un Jesús personal. El amigo Duato reconoce, que el Cristo “que nos habla”, nos dice siempre lo que queremos escuchar: algo así como el amigo invisible de los niños.
     
    Al final el cristianismo es un guirigay, una amalgama caótica de ideas personales o “fantasmas psicológicos” sobre Jesús, donde prima lo emocional, sentimental y experiencial. Es todo tan complicado que dan ganas de tirar la toalla y dejarlo todo para otro más listo, o más crédulo.
     
    Y es aquí cuando yo vuelvo a insistir en la idea de una nueva mirada revolucionaria o mejor “evolucionaria”. Leo con alegría que Carlo María Martini, ex arzobispo de Milán solía decir provocativamente: “No quiero creyentes, quiero pensantes”.
     
    El problema originario de todo, lo describe muy bien Diego Pereira, (aunque al final, en mi opinión, no le saca todo el partido posible a su análisis): “Analizando algunos aspectos del individuo posmoderno: Este vivir centrado en sí mismo conduce a un descentramiento de la realidad perdiendo esa relación de amistad con el medio y con los demás. Es un “culto al yo” desde una concepción materialista de la existencia”.
    “Otro rasgo posmoderno es la atemporalidad. Se piensa que el pasado no tiene relación con lo que vivimos hoy y del mañana nada podemos saber. La vida se juega en este momento. No hay noción de historia y por lo tanto tampoco de proceso, o mejor, de camino. Por lo tanto se relativizan o pierden valor muchos elementos: la familia, los amigos, los compromisos, la educación, los sueños”. “El resultado final es el impedir la recuperación de la secuencia de significados y la erradicación del sentido” (J. Mardones).
     
    Necesitamos basar nuestros análisis de la realidad, (a los que nos insta Duato), en una base firme, en cimientos sólidos, lejos de la subjetividad personal de las emociones y sentimientos. Los sentimientos son muy buenos para la novia, para los hijos, o hasta para con los pobres, pero no valen para el análisis de la realidad. Los sentimientos son un mal sustituto del conocimiento. Son como la mucha sangre de los malos escultores: “A mal Cristo mucha sangre”. Y ese es el sentido de la frase de Martini.
     
    ¿Y cuál puede ser esa base, esos cimientos?. La Ciencia, y el conocimiento que nos proporciona del devenir del Universo, y del papel que tenemos los humanos en ese devenir. Cuando comprendamos que estamos aquí y ahora, en un momento determinado de un proceso, en que debemos cumplir un papel cósmico, entonces comprendemos plenamente las frases citadas de Diego Pereira.
     
    Y Enrique Feijo lo confirma también: “El hombre sólo puede autorrealizarse si se sobrepasa radicalmente: si se “diviniza”. Si estas cosas son posibles no pueden aclarárnoslas ni la sociología política, ni el psicoanálisis, ni el resto de las ciencias y técnicas que desarrollamos. Pero, sin embargo, es en ellas en las que cree el cristiano cuando busca a Cristo y espera en El”. En lo que no estoy de acuerdo es que la Ciencia evolucionaria, hoy, con nuestros conocimientos modernos, ya nos lo aclara, si sabemos leerla adecuadamente.
     
    Y para los cristianos, ¿cuál es el papel de Jesús?. Sabemos que encabeza en la sombra ese proceso de la especie “homo sapiens”, y que lo estimula a través del instrumento que es el “Mundo Espiritual”, también denominado “Espíritu Santo”, pero que deja totalmente en nuestras manos, la realización y culminación de ese proceso de metamorfosis en el que está embarcada la especie.
     
    Por eso al igual que sucedía con el Dios Creador del principio del comentario, da lo mismo que sea de una forma o sea de la otra. Para los efectos prácticos nuestros, lo tenemos que hacer todo nosotros solos, y contaremos con su estímulo y apoyo moral, que no efectivo.
     
    Su “REDENCIÓN”, (es una opinión estrictamente personal), y donde pondrá todo su poderío, será que a todos los humanos que hemos participado, mejor o peor, en esta travesía, nos otorgará después de la muerte un estatus especial, misterioso, ligado a ese Mundo Espiritual- Cuerpo místico de Cristo-Supermente de Aurobindo- Nirvana budista- Paraíso islámico, por el que seguiremos teniendo una “realidad virtual” y mantendremos nuestra individualidad. Eso en el futuro, pero en el presente, nos toca actuar a nosotros.
     
     
    Quiero añadir, que no rechazo la vía religiosa sentimental, para aquellos que así lo deseen o estén especialmente vocacionados a ella. Cada uno tiene su camino. Y hay camino para el sentimiento y camino para la reflexión. A riesgo de ser pesado, repito la frase de Machado: “Cual venta del camino, para los sedientos, agua, para los borrachos, vino”.