Adelantamos ahora solo la breve pero significativa homilía de Francisco hoy en el la misa inaugural
Basílica Vaticana
Domingo 5 de octubre de 2014
Vídeo (a partir del min. 38,30).
A continuación el texto completo, resaltando palabras importantes:
El profeta Isaías y el Evangelio de hoy usan la imagen de la viña del Señor. La viña del Señor es su «sueño», el proyecto que él cultiva con todo su amor, como un campesino cuida su viña. La vid es una planta que requiere muchos cuidados.
El «sueño» de Dios es su pueblo: Él lo ha plantado y lo cultiva con amor paciente y fiel, para que se convierta en un pueblo santo, un pueblo que dé muchos frutos buenos de justicia.
Sin embargo, tanto en la antigua profecía como en la parábola de Jesús, este sueño de Dios queda frustrado. Isaías dice que la viña, tan amada y cuidada, en vez de uva «dio agrazones» (5,2.4); Dios «esperaba derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos» (v. 7). En el Evangelio, en cambio, son los labradores quienes desbaratan el plan del Señor: no hacen su trabajo, sino que piensan en sus propios intereses.
Con su parábola, Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, es decir, a los «sabios», a la clase dirigente. A ellos ha encomendado Dios de manera especial su «sueño», es decir, a su pueblo, para que lo cultiven, se cuiden de él, lo protejan de los animales salvajes. El cometido de los jefes del pueblo es éste: cultivar la viña con libertad, creatividad y laboriosidad.
Pero Jesús dice que aquellos labradores se apoderaron de la viña; por su codicia y soberbia, quieren disponer de ella como quieran, quitando así a Dios la posibilidad de realizar su sueño sobre el pueblo que se ha elegido.
La tentación de la codicia siempre está presente. También la encontramos en la gran profecía de Ezequiel sobre los pastores (cf. cap. 34), comentada por san Agustín en su célebre discurso que acabamos de leer en la Liturgia de las Horas. La codicia del dinero y del poder. Y para satisfacer esta codicia, los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo (cf. Mt 23,4).
También nosotros estamos llamados en el Sínodo de los Obispos a trabajar por la viña del Señor. Las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente… Sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por su pueblo. En este caso, el Señor nos pide que cuidemos de la familia, que desde los orígenes es parte integral de su designio de amor por la humanidad.
Somos todos pecadores y también nosotros podemos tener la tentación de «apoderarnos» de la viña, a causa de la codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos. El sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Podemos «frustrar» el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu nos da esa sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad.
Hermanos sinodales, para cultivar y guardar bien la viña, es preciso que nuestro corazón y nuestra mente estén custodiados en Jesucristo por la «paz de Dios, que supera todo juicio» (Flp 4,7). De este modo, nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un pueblo santo que le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios (cf. Mt 21,43).
Hola Román
Una pequeña aclaración. Aunque estrechamente relacionados, son distintos los conceptos de sensus fidei (sentido de fe) y sensus fidelium (sentido de los fieles). Me parece que cuando hablas de “sensus populus” te refieres al segundo, al sensus fidelium.
Por lo que he estado leyendo, sin conseguir el artículo original, Jorge Costadoat se mueve entre sensus fidei y sensus fidelium, pero con mayor énfasis en el segundo. Por ello, no propone directamente lo que digo: que se debe reconocer como enseñanza equivocada; limitándose a pedir una “derogación tácita”. Yo enfatizo el sensus fidei: en terminología teológica, es el Espíritu quien ha guiado a los fieles a no reconocer veracidad a la enseñanza de la Humanae Vitae. Por tanto, no puede reducirse a no aplicarla, a derogarla tácitamente, sino a proclamarla como enseñanza errónea.
Ya sé que desde otras experiencias y paradigmas, no es aceptable reconocer intervencionismo histórico a Dios. Yo mismo me apunto a esta convicción. Pero incluso la teología heterónoma y anquilosada tradicional lleva a que se debe reconocer que Pablo VI se equivocó en su función de magisterio al ceder a las presiones de los conservadores en contradección a las conclusiones de la propia comisión que él convocó.
Saludos
Hola!
Mi pregunta acerca del Sínodo es la siguiente:
Con la compulsa al “sentido de los fieles”
¿se piensa que se ha salido a las “periferias existenciales”?
“Periferias existenciales”, pero ¿de quiénes?:
* ¿las de los católicos?
* ¿las de todos?
………………………….
La compulsa fue dirigida al “sensus fidelium” de los católicos.
* La cosa vale, entonces, dentro de ese Conjunto.
Si le agregamos un “cum-sensus fidelium” de “¡mejor no decir nada!”
(supuesto expresado en el “sean valientes y humildes” largado por Pancho)
* La cosa sinodal va cayendo de peso.
Y si le agregamos el panorama vejestorio-varonil de los Encargados del asunto
* posiblemente estemos acercándonos a un des-infle emocional.
……………………..
En cambio, el jesuita señalado por rodrigo (Jorge Costadoat) basa su modo de ver en esto:
–“Si el Evangelio no es para todos, no es para nadie”-
Coincide con una Teología, pero PROFANA.
……………………..
La cosa tiene sus bondades; pero muy moderada para el mundo actual
¿o no?
¡Voy todavía! – Oscar.
EL PAÍS en su edición digital publica hoy un nuevo artículo de su corresponsal Pablo Ordaz, relativo al tema de este “post” con los siguientes titulares:
“El Papa pide al clero valentía para hablar y humildad para escuchar.
Bergoglio: “La Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma”
Enlace:
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/10/06/actualidad/1412603812_684745.html
Rodrigo Olvera,
El tema que propones revierte para mis estudios el mayor interés y me gustaría mucho que ultimases tu trabajo, con independencia de que terceras personas hablen del valor “Sensus populus” de las decisiones que salgan del Sínodo.
Es precisamente, ese valor que le das a la sensibilidad expresa del colectivo, del pueblo de Dios, y que se pueda aplicar a la Humanae Vitae, al Sínodo, o a otras cosas más, como forma y manifestación del Espíritu.
Y tus puntos de vistas creo que apuntan en la buena dirección
Muy inteligente el texto de Bergoglio. Puede interpretarse como su respuesta al libro de los cardenales que promueven la rigidez. Pero creo que es más que éso, creo que es la preocupación de que el Sínodo profundice la división interna. ¿Un llamado a mutuas concesiones entre los grupos eclesiales?
He venido trabajando un texto, a partir de la presentación de las respuestas de los episcopados al cuestionario preparatorio del Sínodo, que gira en tres hipótesis:
a) La manera de enfocar por la mayoría de obispos católicosel hecho sociológico de que la mayor parte de las personas católicas no siguen la enseñanza de la Humanae Vitael y otras enseñanzas vaticanas sobre la familia es la de ignorancia: las personas no conocen suficientemente y adecuadamente la enseñanza, por tanto la principal propuesta que se advierte en tal reacción es la de fortalecer la catequisis (es un enfoque primordialmente pastoral/magisterial);
b) Una manera distinta de enfocar ese mismo hecho sociológico, presente en algunos obispos católicos y en funcionarios curiales, es bajo el esquema de rebelión/desobediencia; y la respuesta entonces se enfoca en fortalecer la disciplina y autoridad (es un enfoque primordialmente institucional/jerárquico);
c) Una manera aún distinta de ver el mismo hecho sociológico, que es lo que me interesa desarrollar en el texto, es que no sólo es un hecho sociológico que llama a cambios pastorales e institucionales, sino un hecho teológico: la expresión del sentido de fe del pueblo de Dios que excluye de la fe común un enseñanza magisterial equivocada. En el catolicismo se ha diluído mucho esta comprensión teológica de la resistencia a recibir una proposición magisterial; en la ortodoxia es mucho más clara. No es una mera rebelión, sino una defensa de la fe común ante falibilidad de la jerarquía. Como casos históricos se pueden mencionar la resistencia del pueblo a los obispos cuando la crisis arriana (en la tradición latina e minimiza lo que en la tradición ortodoxa se enfatiza: originalmente, los obispos y presbíteros adoptaron el arrianismo, y fue la resistencia del laicado la que defendió la “fe común”); otro caso (también minimizado en el catolicismo pero enfatizado en la ortodoxia) fue la resistencia de laicado a los obispos y popes que habían originalmente adoptado la iconoclasia. La noción del sensus fidei implica que la no-recepción de la mayoría del pueblo de Dios de una enseñanza, es señal de que es ajena a la fe común y en consecuencia, es equivocada. De aquí, la propuesta congruente sería que el Sínodo y el Obispo de Roma están obligados a certificar la no recepción de la Humanae Vitae en especial, y de buena parte de la enseñanza vaticana sobre la familia en general, y en consecuencia declararles como no compatibles con la fe de la Asamblea.
Quizá no lo termine, porque me entero que ya un jesuita chileno ha publicado un artículo sobre esta tercer forma de interpretar lo datos. No he podido localizar ese artículo, pero aquí les dejo la nota en que se habla de él
http://vaticaninsider.lastampa.it/documenti/dettaglio-articolo/articolo/sinodo-famiglia-36694/
De todas formas, creo lo realista es que se impondrá en el Sínodo la primera interpretación: se podrá suavizar la disciplina, pero se mantendrá sin cambiar una coma la enseñanza. Lo lamento por las personas que siguen obedeciendo esas enseñanzas.
¡Cuánto me cuesta creer que los cardenales conservadores díscolos -incluido el prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, me parece- hayan publicado un libro para criticar al papa y enfrentarse públicamente a él, supuestamente sin el consentimiento papal! Si el enfrentamiento es real, si no es teatro, entonces a lo mejor es que de verdad está cambiando algo en el Vaticano.
El corresponsal de El PAÍS, Pablo Ordaz, comenta la apertura del Sínodo en los términos que pueden verse en el siguiente enlace.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/10/04/actualidad/1412445073_252491.html