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¿El último Dalai Lama?

ArregiSu Santidad el Dalai Lama ha sugerido que podría renunciar a renacer como tal y, por lo tanto, a sucederse a sí mismo en su próxima reencarnación. Ya no habría más Dalai Lamas, y quedaría derogada una institución que ha regido al budismo tibetano desde hace 450 años. Es como si el papa no solo dimitiera, sino que además derogara el papado. ¿Sería grave para los católicos quedarse sin papa ni papado? ¿Sería grave para los budistas tibetanos quedarse sin Dalai Lama? No, no sería grave. Y algún día será.


Permítaseme un breve rodeo para recordar la creencia budista del renacimiento, por conocida que sea: cuando morimos volvemos a nacer en un cuerpo distinto, pero siempre sufriente, y así una y otra vez, hasta que lleguemos a disolver todo apego a nuestro ego. Renacer es sufrir. Despertar o ser Buda y disolverse en el Puro Ser o en el Nirvana o en la plenitud del Vacío es la máxima aspiración de un budista. Bien, pero en la corriente mayoritaria del budismo (mahayana), y también en el budismo tibetano, hay seres humanos que, habiendo llegado a ser Buda y pudiendo por tanto liberarse del renacimiento, optan por renacer en un cuerpo sufriente, y ello por pura compasión, para seguir ayudando a liberarse a todos los seres vivientes, sufrientes. Y así cada vez que mueren hasta que todos los seres dejen de sufrir, o dejen de renacer y lleguen a SER. A tales Budas que renacen por compasión se les llama bodhisattvas.

Pues bien, el Dalai Lama, nombre que significa “océano de la sabiduría”, es uno de ellos. El actual sería la decimocuarta reencarnación del Gran Lama tibetano Gedun Drup muerto en 1474, venerado a su vez como encarnación de Chenrezig, el buda divinizado de la compasión, el gran Bodhisattva. Cuando muera, sus mejores discípulos, a través de visiones y de complejas verificaciones, deberían identificar al niño en el que se ha reencarnado, y designarlo como nuevo Dalai Lama.

¿Pero qué pasa si el Dalai Lama decide en vida que no va a reencarnarse con ese papel? ¿Significaría que prefiere instalarse para siempre en su feliz condición de buda celeste, renunciando a la compasión? De ningún modo. Sería más bien una prueba más de su sabiduría espiritual, que sabe distinguir en su tradición budista lo que es esencial – eldesapego radical del ego y la compasión universal para con todos los seres– de lo que son creencias o prácticas de gobierno trasnochadas, propias de culturas del pasado. Y, por cierto, sería una buena lección para el Vaticano y su arcaico papado medieval, con su poder absoluto e infalible, vuelto ya insostenible, y más con el evangelio en la mano.

Sería también un acto de resistencia no violenta frente al régimen chino ocupante del Tíbet. Ya en el año 2011 el Dalai Lama renunció a su poder político y asignó al pueblo tibetano la responsabilidad de su destino, cosa que molestó sobremanera a China; ahora parece que se dispone a devolver a la comunidad budista el poder religioso, para que sea ella quien elija a sus representantes espirituales, y también esto disgustará a China, que aspira a controlar igualmente el poder religioso del Tíbet.

Si el Dalai Lama derogara esa vieja institución, los budistas ganarían. En cuanto a los que no somos budistas, no nos importa que se “reencarne” o no, o en qué cuerpo lo haga. Nos importa lo que nos enseña hoy: el camino de la transformación de la mente, el camino de la paz, el camino de la liberación profunda; nos enseña que podemos ser personas mejores y más felices, y que para ello debemos pensar de otra manera y desarrollar un nuevo mundo interior; nos enseña que la fuerza y la violencia no son el camino de la auténtica victoria, que solo el diálogo y la tolerancia, el cuidado, la responsabilidad y el perdón nos permitirán ser felices, salvar la humanidad, salvar el planeta; nos enseña que la religión verdadera es aquella que nos lleva a ser mejores, pero que, para ser mejores, no necesitamos ninguna religión, sino fe en la bondad. Y lo que enseña lo vive y lo encarna hoy, y hoy es siempre. ¡Gracias, Santidad!

¡Ojalá nazcan muchos que vivan y enseñen como él, sean o no reencarnación suya y se llamen o no como él! Al fin y al cabo, ¿acaso no somos Uno todos los seres?

José Arregi

(Publicado el 05-10-2014 en DEIA y los Diarios del Grupo Noticias)

3 comentarios

  • h.cadarso

    Hola, Asun, kaixo, Joseba Arregi. A mí esto del Dalai Lama, que nos ha visitado en Bilbao por medio de su representante en España, me inquieta o interroga por cuanto representa una interpelación al régimen chino comunista-neoliberal-tiránico etc. etc. Y se me ocurre que el Tibet y sus cabezas pensantes tendrían que profundizar en los caminos para generar una corriente de diálogo con el Dragón chino, la búsqueda de un terreno común donde encontrarse y darse el abrazo de la paz. Y se me ocurre también que esa misma llamada al diálogo se produce en el otro extremo oriental de China, ese dichos Hong-Kong medio chino medio británico cuyos estudiantes reclaman un régimen democrático en una China tan cuadrada cuadrada como el imperio de los Faraones. Lo cual quiere decir que valoro por igual los gestos del Dalai Lama y los de los estudiantes honconeses, que desde el este y el oeste a China le llega una llamada a adoptar un rostro más humano ene su gobierno, llamada que también entre nosotros se produce con Podemos, con el sínodo del Papa Pancho, con tantas voces que surgen por todos los rincones del mundo…
    Tal vez estoy repitiéndote, Asun, en lo que dices de que Ç”tenemos muchos ejemplos en toda la humanidad, personas que han llegado a tener fe-confianza en sí mismas…” Tu Dios, Asun, se te hacee presente, visible y tocable en este planeta enferme de ébola…

  • Asun Poudereux

    Me gusta que se abran las puertas a la no necesaria pertenencia de grupos religiosos, que valoran sus creencias, sus instituciones y el sostenimiento del aparato de control y poder, contradictoriamente, por encima de las personas en la vida práctica cotidiana.
     
    Sería un salto en lo más hondo del ser el ser humano al no necesitar de seguridades egoicas, teóricas y aparentes que se instalan en la mente, pero no encaminan a profundizar y descansar en la hondura humana universal, que se ve y se reconoce en el otro sin separaciones ni exclusiones.
     
    Tenemos muchos ejemplos en toda la humanidad, personas que han llegado a tener fe-confianza en sí mismas, a pesar de las dificultades y obstáculos que van encontrando en la vida, pero la viven en coherencia en hechos y palabras. Pienso como cristiana en Jesús, por supuesto, como el espejo en que  vemos lo que somos de fondo, pero no excluyo, en absoluto, a  tantísimas otras personas de culturas, sexos y épocas diversas, que, precisamente,  por su apertura universal a los otros han sabido compartir lo verdadero y auténtico del ser humano, ese no-lugar donde las diferencias enriquecen y nunca separan.
     
    Gracias por este artículo al autor y al equipo Atrio.

  • Miguel

    Gracias por la reflexión. Todavía nos queda muchos a los católicos para creer de verdad  en la bondad. Y eso que decimos creer en Dios : “sólo Él es bueno”, dijo Jesús.