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Voces israelíes por Gaza

Landi 2

Publicado en el blog Palestina en el corazón

Dedico esta entrada a mis queridas/os amigas/os israelíes antisionistas, que estos días, además de cargar con el enorme sufrimiento e impotencia que compartimos (en muchos casos, no exentos de culpa y vergüenza), tienen que enfrentar la embestida violenta de sus enardecidos compatriotas acusándoles de traidores y antipatriotas.

La derrota moral de Israel nos perseguirá por muchos años


Amira Hass*

28 de julio 2014

Si la victoria se mide por el número de muertos, entonces Israel y su ejército son los grandes vencedores. Desde el momento que escribo estas líneas el sábado, hasta que usted las lea el domingo, la cantidad ya no será 1000 (70-80 por ciento civiles), sino más aún.

¿Cuántos más? ¿10 cuerpos,18? ¿Tres mujeres embarazadas más? ¿Cinco niños muertos, con los ojos entreabiertos, la boca abierta, los dientes de leche asomando, sus camisetas llenas de sangre, todos transportados en una sola camilla? Si la victoria significa hacer que el enemigo apile una cantidad de niños sacrificados en una camilla (porque no hay suficientes camillas), entonces ustedes han ganado, Jefe del Estado Mayor Benny Gantz, y Ministro de Defensa Moshe Yaalon; ustedes y el pueblo que les admira.

Y el trofeo va también para la ‘Startup Nation’, esta vez destacada por saber e informar lo menos posible para el mayor número posible de medios de comunicación internacionales y sitios web disponibles. “Buenos días, fue una noche tranquila“, anunció alegremente el anfitrión de la radio del Ejército en la mañana del jueves. En la víspera del feliz anuncio, las Fuerzas Armadas de Israel mataron a 80 palestinos y palestinas ─64 civiles, incluidos 15 niños y niñas y 5 mujeres. Al menos 30 de ellas fueron asesinadas durante esa misma noche tranquila, en abrumadores ataques, bombardeos y disparos de artillería, y esto sin contar el número de personas heridas o la cantidad de casas voladas.

Si la victoria se mide en el número de familias aniquiladas en dos semanas ─padres e hijos, una madre y sus hijas, una abuela, sus nueras, nietos e hijo, hermanos y sus hijas, o todas las variaciones que usted quiera─, entonces también tenemos la sartén por el mango. He aquí algunos nombres de memoria: Al-Najjar, Karaw’a, Abu-Jam’e, Ghannem, Qannan, Hamad, A-Salim, Al Astal, Al Hallaq, Sheikh Khalil, Al Kilani. De todas estas familias, los pocos miembros que sobrevivieron a los bombardeos israelíes en las últimas dos semanas ahora envidian a sus muertos.

Y no olvidemos las coronas de laurel para nuestros expertos juristas, aquellos sin los cuales el ejército israelí no hace ni un movimiento. Gracias a ellos, la voladura de una casa entera ─tanto vacía como llena de gente─ es fácilmente justificable si Israel caracteriza a uno de los miembros de la familia como un objetivo adecuado (ya sea un miembro veterano o joven de Hamas, militar o político, hermano o huésped de la familia) .

Si eso es legal según el derecho internacional“, me dijo un diplomático occidental, atónico por el apoyo de su propio gobierno a Israel, “es señal de que algo huele mal en el derecho internacional“.

Y otro ramo de flores para nuestros asesores, los egresados ​​de las exclusivas facultades de Derecho de Israel y Estados Unidos, y tal vez también de Inglaterra: ellos son sin duda los que asesoran al ejército israelí sobre por qué está permitido disparar a los equipos de rescate palestinos para evitar que lleguen hasta los heridos. En dos semanas, siete miembros de los equipos médicos fueron asesinados a tiros por los soldados israelíes cuando iban en camino a rescatar a los heridos; los dos últimos, solo el viernes pasado. Otros 16 han resultado heridos. Esto no incluye los casos es que el fuego del ejército impidió a los equipos llegar a la zona de desastre.

Seguramente ustedes repetirán lo que dice el ejército:”Los terroristas se esconden en las ambulancias“; porque los palestinos no quieren realmente salvar a sus heridos, en realidad no quieren evitar que se desangren y mueran bajo las ruinas; ¿no es eso lo que están pensando? Nuestros aclamados servicios de inteligencia, que no descubrieron la red de túneles durante todos estos años, ¿saben en tiempo real que en cada ambulancia intencionalmente alcanzada por los disparos del ejército, o cuyo viaje para salvar a una persona herida fue bloqueado, hay realmente palestinos armados? ¿Y por qué está permitido salvar a un soldado herido al precio de bombardear a todo un barrio, pero no está permitido salvar a un anciano palestino enterrado bajo los escombros? ¿Por qué está prohibido salvar a un hombre armado, o más correctamente: a un combatiente palestino que resultó herido mientras repelía a un ejército extranjero que invadió su vecindario?

Si la victoria se mide por el éxito en causar un trauma para toda la vida a 1.8 millones de personas (y no por primera vez) que están esperando ser asesinadas en cualquier momento, entonces la victoria es vuestra.

Estas victorias se suman a nuestra implosión moral, a la derrota ética de una sociedad que ahora se niega a toda autocrítica, que se regodea en la autocompasión por los vuelos demorados de las aerolíneas, y se pule a sí misma con el orgullo de la ilustración. Una sociedad que está de luto, naturalmente, por sus más de 40 soldados muertos, pero al mismo tiempo endurece su corazón y su mente ante todo el sufrimiento, el coraje moral y el heroísmo del pueblo al que estamos agrediendo. Una sociedad que no quiere entender hasta qué grado la correlación de fuerzas está en contra de ellos.

En medio de todo el sufrimiento y la muerte“, me escribió un amigo desde Gaza, “hay tantas expresiones de ternura y bondad. Las personas están cuidando unas de otras, consolándose mutuamente. Especialmente los niños y niñas, que buscan la mejor manera de apoyar a sus padres y madres. Vi muchos niños no mayores de 10 años que están abrazando, consolando a sus hermanas menores, tratando de distraerles del horror. Tan jóvenes y ya cuidando de otra persona. No encontré a un solo niño o niña que no haya perdido a alguien: padre, madre, abuela, amigo, tía o vecino. Y pensé: si Hamas surgió de la generación de la primera intifada, cuando los jóvenes que lanzaban piedras fueron abatidos a balazos, ¿qué saldrá de la generación que ha vivido las repetidas masacres de los últimos siete años?

Nuestra derrota moral nos perseguirá durante muchos años.

* Amira Hass es corresponsal de Haaretz en los territorios palestinos ocupados. Nacida en Jerusalén en 1956, hija de sobrevivientes del Holocausto, es la única periodista judío-israelí que han estado casi 20 años viviendo e informando desde Gaza y Cisjordania. Vivió tres años en Gaza, de donde surgió su aclamado libro “Beber el mar en Gaza”. Vive en la ciudad cisjordana de Ramala desde 1997. Es también autora de otros dos libros, que son recopilaciones de sus artículos. Ver en este blog otras entradas buscando por “Amira Hass”. Publicado enHaaretz. Traducción: María Landi.
¿Estamos todos de acuerdo en que ESTO NO ESTÁ BIEN?

¿Estamos todos de acuerdo en que ESTO NO ESTÁ BIEN? Esta pregunta solo puede responderse con “SÍ” o “No”.

Toda la culpa es de Hamas, ¿verdad, Israel?

Gideon Levy *

31/07/14

Es tan fácil ser un israelí; tu conciencia es pura como la nieve recién caída: todo es culpa de Hamas. Los cohetes son culpa de Hamas; eso puede darse por sentado. Hamas empezó la guerra, sin ninguna razón; eso, ni siquiera hay que decirlo. Hamas es una organización terrorista despiadada, son bestias con forma humana, nacidos para matar, fundamentalistas (y aparte de eso, Señora Lincoln, ¿cómo estuvo la obra?) [Alusión al asesinado de Abraham Lincoln, que fue asesinado mientras miraba una obra de teatro]

Unos 400.000 palestinos han sido desplazados. Más de 1200 han sido asesinados; alrededor del 80%, civiles; la mitad, mujeres, niñas y niños. Alrededor de 50 familias han sido arrasadas; sus hogares fueron bombardeados con sus miembros adentro. Esto ha alcanzado las dimensiones de una verdadera masacre. Pero las manos de los israelíes están limpias y sus conciencias están tranquilas; tan tranquilas que ustedes podrían llorar. Es culpa de Hamas.

Vamos a dejar a los sicólogos las causas profundas de esta maldita auto-represión y negación. Desde los días en que Israel acusó a los palestinos de asesinar a sus propios hijos a través del ejército israelí, no hemos visto tanta negación. Después de incubarse durante años, la enfermedad es ahora una epidemia rabiosa cuyos portadores son sintomáticos. La conciencia nacional no ha movido un dedo en respuesta a esta atrocidad; y hay fuerzas trabajando para mantenerla de esa forma.

Pero aún a través de la maligna nube de negación, aún entendiendo cuán fácil es culpar a Hamas de todo –Israel nunca ha tenido un enemigo tan conveniente, que puede ser incriminado por todos sus pecados–, debemos preguntar si todo es realmente culpa de Hamas. ¿Es Israel genuina y completamente inocente? Ante la sangrante y destruida Gaza, obra de las manos israelíes, tal negación es incomprensible.

¿Es Hamas una despiadada organización terrorista? ¿Cómo es que ha sido más despiadada que el ejército israelí en esta guerra? ¿En que Hamas no “golpea el techo” 80 segundos antes de bombardear un hogar? ¿O en que apunta sus cohetes hacia poblaciones civiles, tal como hacen nuestras Fuerzas Armadas, pero menos efectivamente? ¿O en que quiere destruir a Israel? ¿Cuántos israelíes quieren destruir a Gaza? Mientras tanto, todos sabemos quién está destruyendo a quién.

La santurronería de Israel alcanza su pico máximo en su preocupación por los residentes de Gaza: “Miren cómo los oprime Hamas”, lloran los demócratas israelíes, tan solícitos hacia los derechos de los palestinos. Hamas puede ser tiránico, pero su tiranía no es nada comparada con la de Israel, que ha sometido a la Franja de Gaza a un bloqueo de 7 años y a una ocupación de 47.

Lo que ha destruido a la sociedad y la economía de Gaza es el bloqueo, y quienes dicen que buscan su bienestar, que lo impusieron. Son los que están preocupados por su falta de democracia, los que dicen estar conmocionados por la corrupción, los que denuncian a sus líderes por hospedarse en lujosos hoteles o esconderse en bunkers, o quienes están preocupados por las enormes sumas usadas para construir túneles y cohetes en lugar de parques y actividades extra escolares. De verdad, gracias a todos ellos.

¿Y qué hay de Israel? ¿Acaso sus líderes viven en carpas? ¿No se gastan enormes sumas en submarinos superfluos y explosivos secretos, en lugar de gastarlas en salud, educación y bienestar? ¿Hamas es fundamentalista? Israel está en el mismo camino. ¿Hamas oprime a las mujeres? Eso está mal, pero Israel hace lo mismo, al menos en algunas de sus grandes comunidades.

¿Por qué los gazatíes eligieron a Hamas, en vez de elegir un liderazgo moderado? Porque los moderados han estado intentando durante años obtener algo de Israel, lo que sea, y todo lo que han recibido es humillación y rechazo. ¿Le ha dado Israel a los palestinos alguna razón para elegir el camino diplomático de la OLP en vez de la resistencia violenta de Hamas? ¿Los ha llevado la OLP una pulgada más cerca de la categoría de “Estado” o de la libertad?

Hamas por lo menos logró la liberación de 1000 prisioneros y también preservó una dosis de autorespeto, aún al terrible precio que los desesperados gazatíes están dispuestos a pagar ahora. ¿Qué le ha dado el ‘presidente’ palestino Mahmoud Abbas a su pueblo? Nada. Una foto con Barack Obama.

No soy fanático de Hamas, todo lo contrario. Pero el intento de Israel de echarle toda la culpa a Hamas es indignante. La comunidad internacional pronto juzgará las atrocidades cometidas en esta guerra. Puede que Hamas sea reprendido, merecidamente, pero Israel será condenado, y también condenado al ostracismo; mucho más, por lejos. Y entonces los israelíes dirán: “Es culpa de Hamas”. Y el mundo se va a reír de ellos.

Gideon Levy es columnista del periódico israelí Haaretz. Ver en este blog otras entradas buscando por “Gideon Levy”. Publicado en Haaretz. Traducción: Patricia Curbelo (editada por María Landi).
"No, Israel NO tiene derecho a defenderse mientras continúe con su viciosa violación de Palestina".

“No, Israel NO tiene derecho a defenderse mientras continúe con su perversa violación de Palestina”.

El presente como proyecto del pasado

Uriel Kon *

Estoy nostálgico. Quizás porque la poesía bélica me puede. Quizás al recordar aquellas hermosas palabras dichas por aquel soldado entrevistado ayer por un periodista: “Esto es aroma a Gaza: cabras, animales y cadáveres…bienvenidos“. De esta manera el israelí adoctrinado cree cumplir una misión imposible, la de intentar convencer al mundo de la ecuación peculiar que postula que los mismos gazatíes son los productores de su propia tragedia y cadáveres. Avanza la entrevista. De pronto se lee un verso clave, obra de aquel soldado de la vanguardia poética: “Sáquennos el freno de mano, llegaremos hasta el mar”(ubicado en el extremo occidental de Gaza).

Decía “soldado de vanguardia poética”, quizás porque la analogía mecánica del “freno de mano” neutralizado para dar rienda suelta a la potencia guerrera, me haya traído por un momento por asociación, el futurismo fascista de Filippo Marinetti. Recordemos a Marinetti declamando con fervor sus máximas guerreras en Sudamérica, allá por 1924: “Queremos glorificar la guerra ─única higiene del mundo─, el militarismo, el patriotismo… las hermosas ideas que matan, y el desprecio a la mujer“. Podríamos imaginar al soldado poeta portando los escritos de Marinetti, y como el Che Guevara, trepado a un árbol leyendo que “La poesía debe ser un violento asalto contra las fuerzas desconocidas para hacerlas rendirse ante el hombre“. Pero por efecto de aquella conjunción entre vanguardia y tiempo presente, la vanguardia de los años Veinte hoy ya no lo es; recordemos al mismo Marinetti volviendo de su segundo viaje a Argentina en los años Treinta, abucheado por su fascismo avejentado, oportunista y visceral, exento ya de poesía.

La analogía futurista me recuerda a la llamada “tercera opción” estratégica a utilizar en Gaza, quizás la preferida por un analista político-militar en su artículo de ayer: “desplazamiento y fuego veloz por parte de las fuerzas terrestres, que presionen tanto a Hamas como a la población civil. Una combinación de aplastamiento y picado en pedacitos a base de fuego aéreo y de artillería, junto con el rápido movimiento de los cuerpos de infantería armados, que saque a Hamas de su equilibrio“. Los conceptos de “velocidad” y “picado” pululan en los deseos de la gente y los análisis periodísticos de los últimos días.

Lejos del futurismo utópico pero acorde a la literalidad de sus máximas, la gran masa israelí imagina una limpieza similar al imaginario de aquellos jóvenes corrosivos de los Veinte: una victoria arrasadora, depuradora, veloz, luminosa, terminante, higiénica, luego de la cual la sociedad israelí pueda recomenzar su proyecto de nación pacífica. El problema comienza al darnos cuenta de que no existe tal proyecto. No existen los croquis futuristas a la tinta, con bocetos urbanos de un futuro imaginado. El que conozca internamente esta sociedad, se dará cuenta de que casi no existe como tal el concepto de “futuro”, sino más bien una avanzada hacia atrás, una suerte de Volver al futuro inverso.

Sigamos por un momento a los jóvenes colonos de ultraderecha en los territorios ocupados, corriendo por prados y desiertos, arrojando sus desechos cloacales sobre poblados palestinos vernáculos. Observemos sus formas, su vestimenta, su manera de hablar. Alejándose del judaísmo internacional, para ellos tan débil, el imaginario de estos jóvenes colonos suele apelar a una adaptación infantil de los viejos cananeos, paradójicamente vestidos como una mezcla entre beduino, Indiana Jones y activista New Age. Como decía, su propulsión no empuja hacia adelante, sino que a la inversa: al no tener el sionismo ultranacionalista una historia rica a través de la cual proyectarse en el futuro, el prototipo de colono es inventado a base de retazos de una historia, muchas veces bíblica, o imaginada. El colono New Age conceptualmente confuso, a veces hasta vistiendo una remera del Che y un turbante improvisado, da un gran salto de miles de años por sobre el judaísmo diaspórico y débil, para localizar unas raíces primitivas, existentes quizás, aunque visualmente borrosas.

Sigamos ahora con la mirada al prototipo de tel-avivense triunfador, sentado con amigos en un bar. Pareciera estar sacado de Flashdance o de otras series norteamericanas de los Ochenta: gente de ciudad aparentemente superada y pacífica, que en su mayoría borra de sus conciencias, como por arte de magia, las consecuencias nefastas de su voto en las elecciones. Ellos son un género peculiar de Flashdance que va al ejército sin cuestionamiento de ningún tipo, para ratificar su compromiso con la nación opresora.

Sigamos por un momento al prototipo de habitante de ciudad periférica: entes motorizados que recuerdan al americano desplazado de las urbes en los años Cincuenta, hacia zonas suburbanas alimentadas por centros comerciales montados alrededor de playas de estacionamiento. Su odio racial es evidente; parecieran desarrollar su pasión nacionalista a causa de las largas colas en los supermercados al por mayor.

Sigamos al prototipo de hombre maduro de kibutz, a caballo entre un trotskismo juvenil olvidado y el orgullo elitista de haber formado parte de grupos de aeronáutica o de comandos preferenciales en el ejército. El típico soldado de kibutz no sería un Ferdinand Bardamu ─protagonista de Viaje al fin de la noche─, quien sentado en un café parisino decide acoplarse a la caravana de reclutados a la guerra casi por no tener nada mejor que hacer. No. El soldado kibutz solía o suele ver en el ejército la materialización consciente de su activismo comunitario y clasista.

Pocas son las voces críticas, diferentes, que quedan en este país. No es que no existan tales voces, pero son contadas: pequeñas agrupaciones, artistas y escritores marginales, grupos de poesía de protesta, organizaciones de denuncia y defensa legal a los palestinos, grupúsculos políticos – no más de 10 mil individuos. Casi nada queda ya de la Jerusalén con intenciones cosmopolitas, portadora de esperanza ilusa de paz que conocí 20 años atrás. Ante tales modelos de hombre, tan potentes y modeladores (colono, Tel-Aviv y alrededores, hombre de ciudad periférica y de kibutz), pocos son los espacios conceptuales alternativos en los que se pueda respirar.

Me pregunto retóricamente: ¿adónde encajaría la figura del inmigrante, por ejemplo el inmigrante latinoamericano que llega a Israel, y se encuentra con modelos de hombre tan específicos, conformando esta sociedad en la que debe insertarse? Recuerdo conversaciones e impresiones comunes entre inmigrantes latinoamericanos, allá por 1998: recuerdo una primera intuición común de duda y de extrañeza entre nosotros, al encontrarnos en el día a día con la unanimidad israelí y un conjunto de premisas cuando menos rígidas en cuanto al ejército, la relación con los árabes y las perspectivas futuras. Recuerdo también la ambigüedad que percibíamos al entablar conversaciones con nativos israelíes sobre política y paz. Diríase una ambigüedad paralizante.

Muchos inmigrantes latinoamericanos pudieron mantener sus creencias pacíficas: recordemos que el primer desertor de conciencia de la primera guerra del Líbano en 1982 fue un argentino. Siempre vamos a encontrar latinoamericanos participando en organismos para la paz y los derechos humanos, yendo a manifestaciones, escribiendo, criticando, formando parte de la producción de cultura desde marcos críticos e innovadores. Otros inmigrantes pudieron, de alguna manera, insertarse en la sociedad local manteniendo un gran cariño por el país junto con ideas más o menos progresistas en cuanto a la devolución de los territorios y la paz.

Pero lamentablemente los otros, quizás más de la mitad, sucumbió de diferentes maneras a los dogmas nacionales del Estado. Este fenómeno se debe a que a cambio de derechos civiles y la puerta abierta a la inmigración judía, la sociedad israelí presiona sistemáticamente y exige al inmigrante alinearse a los dogmas sionistas, o bien hacer silencio y callar.

Dentro de los inmigrantes alineados, se encuentran los más peligrosos, los idealistas, dentro de los cuales existe un subgrupo que mira despectivamente a la América Latina que los vio nacer. Estos sujetos catalogan de antisemitas a toda persona que se pronuncie en contra de la política oficial del Estado, sin importar quién gobierne. Estos sujetos parecen haber mutado, creyéndose a sí mismos nativos, renegando de su país de origen y hasta ocultándolo. Sin ir más lejos, hoy a la mañana recibí uno de los continuos mails adoctrinadores y racistas emitidos por el titular de la organización de inmigrantes latinoamericanos en Israel; en él podemos leer que “Es increíble cómo los líderes latinoamericanos cometen errores continuamente, sin que nadie les pueda anticipar que sus decisiones traen generalmente aparejadas consecuencias nefastas para sus propios pueblos, muchas de ellas generando diferencias y enfrentamientos entre sus propios pueblos. En este caso y a través del Mercosur ─otra institución totalmente anquilosada─, han encendido la mecha del antisemitismo de manera descarnada en América del Sur… Claro, si uno lee los nombres de los declarantes ─Maduro, Mujica, Dilma Russef, Kirchner, Evo Morales─ es suficiente para entender que sus ideologías destructivas están precisamente al servicio de sus causas, que tanto daño le hacen a la humanidad…”

Decía que estoy nostálgico. Observo crónicas que había escrito durante las masacres pasadas en Gaza. Sobre guerras que remitían a otras. Leo: “Hoy empezó la guerra, llueve, pero empezó la guerra, solo unos pocos días después de haberse terminado la temporada de “Gran hermano”. Recuerdo un artículo que había escrito durante la guerra pasada, la del Líbano II, inmediatamente después de haberse terminado el Mundial de fútbol; la había titulado “Mundial para Israel”. En aquel artículo trataba de traducir el léxico del fútbol al de la guerra. Los penales, los tiros libres, la pelota, el referí, las banderas, los goles en contra, los cantitos, todos, encontraban su paralelo en el vocabulario belicoso que se escuchaba en ese entonces“.

Pienso que nada cambió desde entonces, que los israelíes se empecinan en proyectar la misma película. Que no existe la mínima señal de que la gente aquí pueda pensar, aunque sea por un segundo, que de esta manera no se llega a ningún lado. Salvo al pasado.

A modo de nostalgia, recuerdo una lectura adolescente de “Retrato del colonizador y del colonizado” del tunecino Alber Memmi, texto en el que se me advertía sobre la interdependencia y la relación de tinte erótico que opresores desarrollan con los oprimidos. Me pregunto qué tengo que ver yo con esta relación. Recuerdo, por último, parte de mi Top Ten de racismo israelí, diríase un racismo Vintage: grupos de israelíes pidiendo en los parques de agua que no dejen a los árabes bañarse en la misma agua que sus hijos, el incendio de una mezquita en la ciudad de Tiberíades en el año 2000, un trayecto en automóvil escuchando a Charly Garcia mientras colonos israelíes arrojaban piedras a los árabes, por encima del auto en viaje.

No hice eco a las advertencias. En estos días crecen la violencia y la agresión; la gente te quita el saludo, te hace escenas nacionalistas, te insulta y te evita. Te boicotea.

Cae la tarde, se acerca el Shabat y las calles de Jerusalén ya están desiertas. Recuerdo por una décima de segundo la lectura reciente de Dissipatio humani generis, aquella finita pero robusta novela de Guido Morselli, en la que un hombre sale de una cueva luego de un intento de suicidio fallido, encontrándose con que la población de su ciudad se ha volatilizado.

Aquí, en Jerusalén, quedan los habitantes, ahora rezando, o viendo los relatos de guerra por televisión. No hay volatilización, no hay suicidio. Solo una marcha paulatina pero constante hacia la destrucción, y la autodestrucción.

*Uriel Kon es ciudadano israelí nacido en Argentina, arquitecto y residente en Jerusalén. Este texto fue tomado de su página de Facebook. (Corrección: María Landi). Ver también en este blog su “Carta de un israelí indignado.
Expulsaremos a los árabes y tomaremos su lugar. En cada ataque tenemos que asestar un golpe decisivo que resulte en la destrucción de casas y en la expulsión de la población Ben Gurion, el primer Primer Ministro israel

“Expulsaremos a los árabes y tomaremos su lugar. En cada ataque tenemos que asestar un golpe decisivo que resulte en la destrucción de casas y en la expulsión de la población”. Ben Gurion, líder sionista, fundador y primer Primer Ministro de Israel. Carta a su hijo, 1937.

Un comentario

  • Javier Pelaez

    Ramón Pedregal Casanova nos da cuenta en rebelión.org de la Ley de Entrada y Ciudadanía de Israel de 2003 que prohíbe contraer matrimonio a las personas residentes en territorios ocupados e Israel y en caso de contraerlo les prohíbe residir en ambos sitios.Esto suena a las leyes de Nuremberg que prohibían el matrimonio,relación de hecho o sexuales entre alemanes y judíos,con un concepto de judío demencial.En fin,la extrema derecha israelí,según,Pedregal tiene un plan de echar a todos los gazatíes a la península de Sinaí con la venía de Egipto….Es cierto que todo es cuestión de grados y el holocausto es difícilmente superable en su maldad,pero cuando uno es un cabrón-como ocurre con los dirigentes israelíes- le coge gusto a ser un cabrón y empieza por el gueto y si le dejan pasa a la solución final…Me refiero a la solución final con càmaras de gas,porque este plan de bombardeo con tantos niños como víctimas parece un plan premeditado de exterminio de la descendencia…parece un plan bastante “racial”.