Obama dejó clara una cosa, que no aceptaría la creación de un califato ni en Siria ni en Iraq. El casi califato saudí de prácticamente un siglo de antigüedad nunca ofendió a Estados Unidos ni a sus aliados occidentales, los cuales contribuyeron de hecho a crearlo, a pesar de que las bases ideológicas de Arabia Saudí y del ISIS son exactamente las misma. La declaración oficial del ISIS sobre “la destrucción de cementerios y tumbas” no se publicó en la prensa árabe controlada por los saudíes, ni siquiera se mencionó. Les pareció demasiado embarazoso difundir las declaraciones del ISIS, cuyos argumentos y justificaciones religiosas se basan en las opiniones y prácticas de ni más ni menos que Mohammed ibn ‘Abdul-Wahab, fundador del wahabismo, la doctrina político-religiosa gobernante tanto en Arabia Saudí como en Qatar.
El ISIS no es algo ajeno a los musulmanes religiosos aunque muchos musulmanes dedican hoy todas sus energías a explicar a los occidentales que el “Islam” (¿qué es el Islam y qué Islam?) en realidad no suscribe los puntos de vista e interpretaciones del ISIS. Pero esto no es inexacto. De hecho, las principales corrientes del Islam (tres de las cuatro escuelas de jurisprudencia sunní y la jafarite, duodécima chií) ven muy mal los puntos de vista, los excesos, las prácticas y las interpretaciones del ISIS. El wahabismo, en cambio, está en plena sintonía con el ISIS.
Con todo, se puede afirmar que hay cismas y corrientes tipo ISIS en todas las religiones, incluido el budismo, que se suele considerar una religión pacífica e incluso pacifista a pesar de los pogromos contra los musulmanes que encabezan y alientan monjes budistas en Birmania y Sri Lanka. En la naturaleza de la religión está que la elite religiosa y una parte de la población genere y comparta estas tendencias intolerantes, exclusivistas y asesinas. Por supuesto, los supuestos laicos occidentales consideran que las amenazas al laicismo provienen únicamente de los musulmanes cuando las amenazas al laicismo emanan incluso del Tribunal Supremo estadounidense.
Obama empezó la campaña de bombardeos arrojando comida en las montañas de Sanjar [en Baloquistán, Paquistán]. Es de esperar que no se repitan los errores mortales de Afganistán, cuando los aviones estadounidenses arrojaron enormes paquetes de comida que provocaron la muerte de civiles inocentes que perecieron por un exceso de “arroz y alubias”, por así decirlo. Esperemos que esta vez lo paquetes sean más pequeños.
Siempre que surge el tema de las minorías se mencionan los mismos tópicos occidentales: que la minoría de cristianos y yazidis (o más bien azidis) sufren a manos de los musulmanes. Pero estas minorías han coexistido durante siglos bajo el “Islam”. Es cierto que no vivían en condiciones de igualdad, pero, ¿quién lo hacía? Pudieron sobrevivir bajo Sadam mucho mejor que las minorías no religiosas bajo el gobierno del Estado judío de Israel. De hecho, Israel es una culminación de una ideología similar a la del ISIS, pero da la casualidad de que está aliado a Occidente, exactamente igual el wahabismo.
Los azidis están en estos momentos en boca de todos. Se les representa como la quintaesencia de las víctimas cuando todos son víctimas del proyecto de Arabia Saudí y del ISIS. Estas son unas ideologías que atacan a los musulmanes antes de atacar a otros. Mohammed Ibn `Abdul-Wahab empezó su campaña de fanatismo lapidando a una mujer sunní mucho antes de emprender su campaña contra los chiíes en el norte. Ni los cristianos ni los musulmanes han comprendido a los azidis, que además han padecido la discriminación y hostilidad antikurda. Ni los musulmanes ni los cristianos se molestaron en aprender sus enseñanzas y mucho menos en entenderlos. Su complicado sistema de creencias incluye el culto al dios pavo real, que los musulmanes y cristianos siempre han confundido con Satán. Pero como todos los grupos religiosos, los azidis también tienen sus propios prejuicios religiosos. No se permite a sus miembros convertirse a otras religiones: en 2007 se lapidó a una mujer azidi en este mismo territorio por convertirse al Islam, lo que provocó una miniguerra sectaria.
Obama afirma que Estados Unidos quiere proteger un orden político. Aquellas personas que desafían la voluntad de Estados Unidos en Iraq deberán partir, aunque hubieran sido reclutados por Estados Unidos hace tan solo unos años. Los aviones estadounidenses garantizarán que la ocupación estadounidense puede continuar de otra manera y los aeropuertos para las operaciones con drones pronto llenarán todo el paisaje de Oriente Próximo, si es que no lo llenan ya.
Estados Unidos emprende guerras que no desea terminar y los nuevos candidatos presidenciales tienen que prometer emprender nuevas guerras cuando sean elegidos, siempre que estas guerras se lleven a cabo contra árabes o africanos. La consigna es luchar contra el “terrorismo” y siempre se encuentran fondos y soldados para esta misión eterna (el fundador de la ideología baath firmaba cómicamente que contenía un “mensaje eterno”, pero la “guerra contra el terrorismo” estadounidense está demostrando ser más eterna que el mensaje del baath).
La omisión más palmaria al hablar del ISIS es su dimensión siria. El ISIS no surgió de la nada: fue creado, alimentado y fortificado por la política estadounidense en los dos países adyacentes, Siria e Iraq. En Iraq la ocupación estadounidense dio ímpetu a nuevos grupos militantes yihadistas ahí donde no existían antes (exactamente igual que la intervención del OTAN en Libia). En Siria Estados Unidos hizo algo todavía más siniestro: permitió a sus aliados, Qatar, Arabia Saudí y Turquía, armar y financiar a todas las milicias que operaban contra Bashar al-Assad, aunque estas milicias tuvieran ideologías que hasta al-Qaeda considera demasiado extremas. Estados Unidos no creía que la campaña duraría tanto tiempo: estaba asumido que Bashar caería en cuestión de semanas o de meses como mucho, y que entonces estos grupos simple y voluntariamente se disolverían. Esta es la verdadera historia del ascenso del ISIS.
Estados Unidos continua operando en una zona que había tratado de remodelar después del 11 de septiembre. Pero Estados Unidos nunca deja de sorprenderse de no controlar todas las piezas de la zona. Sigue creyendo que con una guerra “pequeña” o con otra campaña de bombardeos las piezas se ordenarán y prevalecerá el orden estadounidense-saudí-israelí. Cada vez está más en entredicho este deseo estadounidense, especialmente porque los miembros de su propia coalición se vuelven unos contra otros.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos para Rebelión. |
Dr. As’ad AbuKhalil es profesor de ciencias políticas de la Universidad de California y autor de The Angry Arab News Service. Su tweeter es @asadabukhalil.
Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/isis-us-saves-iraq-yet-again
Por primera vez después de tantas décadas, los Estado Unidos son vistos no como la primera e indiscutible potencia mundial, sino como una portencia venida a menos, pero que sigue jugando a ser gendarme del mundo.
Algo muy gordo ha ocurrido desde el verano del 2.013 hasta este mes de agosto de 2.014 para que la política exterior del Presidente Obama esté dando palazos de ciegos y se vaya realineando con las medidas y tesis del anterior gobierno republicano.
Los estados que no se han querido someter a la tiranía de la ofensiva neoliberal patrocinada por los EE.UU. y el FMI y las otras instituciones han ido elaborando una suerte de nueva concertación, en intercambios y nuevas estrategias de cara al futuro para un mundo multilateral aun dentro del capitalismo (Los Estados Brics, Brasil, Rusia, China y Sudáfrica) Las nuevas economías emergentes toman la delantera.
Y parece que Obama no quiere darles la oportunidad de que tomen otras iniciativas con el mundo árabe que no sea la militar. El mundo del Islam está en una gran encrucijada que impide el florecimiento de nuevas primaveras, la búsquedas de soluciones de convivencias sobre las bases de la tolerancia, esta tolerancia que ha sido una de las grandes aportaciones del Islam en siglos pasados.