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El ser humano: parte consciente e inteligente de la Tierra

BoffEl ser humano consciente no debe ser considerado aparte del proceso evolutivo. Él representa un momento especialísimo de la complejidad de las energías, de las informaciones y de la materia de la Madre Tierra. Los cosmólogos nos dicen que alcanzado cierto nivel de conexiones hasta el punto de crear una especie de unísono de vibraciones, la Tierra hace irrumpir la conciencia y con ella la inteligencia, la sensibilidad y el amor.

El ser humano es esa porción de la Madre Tierra que, en un momento avanzado de su evolución, empezó a sentir, a pensar, a amar, a cuidar y a venerar. Nació, entonces, el ser más complejo que conocemos: el homo sapiens sapiens. Por eso, según el antiguo mito del cuidado, de humus (tierra fecunda) se derivó homo-hombre y de adamah (en hebreo tierra fértil) se originó Adam-Adán (el hijo y la hija de la Tierra).

En otras palabras, nosotros no estamos fuera ni encima de la Tierra viva. Somos parte de ella, junto con los demás seres que ella generó también. No podemos vivir sin la Tierra, aunque ella pueda continuar su trayectoria sin nosotros.

Por causa de la conciencia y de la inteligencia somos seres con una característica especial: a nosotros nos fue confiada la guarda y el cuidado de la Casa Común. Todavía mejor: a nosotros nos toca vivir y rehacer continuamente el contrato natural entre Tierra y humanidad pues su cumplimiento  garantizará la sostenibilidad del todo.

Esa mutualidad Tierra-humanidad se asegura mejor si  articulamos la razón intelectual, instrumental-analítica, con la razón sensible y cordial. Nos damos cada vez más cuenta de que somos seres impregnados de afecto y de capacidad de sentir, de dar y de recibir afecto. Tal dimensión posee una historia de millones de años, desde cuando surgió la vida hace 3,8 miles de millones de años. De ella nacen las pasiones, los sueños y las utopías que mueven a los seres humanos a la acción. Esta dimensión, llamada también inteligencia emocional fue desestimada en la modernidad en nombre de una pretendida objetividad de análisis racional. Hoy sabemos que todos los conceptos, ideas y visiones de mundo vienen impregnados de afecto y de sensibilidad (M. Maffesoli, Elogio da razão sensível, Petrópolis 1998).

La inclusión consciente e indispensable de la inteligencia emocional con la razón intelectual nos mueve más fácilmente al cuidado y al respeto de la Madre Tierra y de sus seres.

Junto a esta inteligencia intelectual y emocional existe también en el ser humano la inteligencia espiritual. Esta no es solamente del ser humano; según renombrados cosmólogos es una de las dimensiones del universo. El espíritu y la conciencia tienen su lugar dentro del proceso cosmogénico. Podemos decir que ellos están primero en el universo y después en la Tierra y en el ser humano. La distinción entre el espíritu de la Tierra y del universo y nuestro espíritu no es de principio sino de grado.

Este espíritu está en acción desde el primerísimo momento después del big bang. Es la capacidad que muestra el universo de hacer una unidad sinfónica de todas las relaciones e interdependencias. Su obra es realizar aquello que algunos físicos cuánticos (Zohar, Swimme y otros) llaman holismo relacional: articular todos los factores, hacer convergir todas las energías, coordinar odas las informaciones y todos los impulsos hacia delante y hacia arriba de forma que se forme un Todo y el cosmos aparezca de hecho como cosmos (algo ordenado) y no simplemente como una yuxtaposición de entes o caos.

En este sentido no pocos científicos (A. Goswami, D. Bohm, B. Swimme y otros) hablan de un universo autoconsciente y de un propósito que es perseguido por el conjunto de las energías en acción. No es posible negar esta trayectoria: de las energías primordiales pasamos a la materia, de la materia a la complejidad, de la complejidad a la vida, de la vida a la conciencia, que en nosotros, los seres humanos, se realiza como autoconciencia individual, y de la autoconciencia pasamos a la noosfera (Teilhard de Chardin), por la cual nos sentimos una mente colectiva.

Todos los seres participan de alguna forma del espíritu, por más “inertes” que se nos presenten, como una montaña o una roca. Ellos también están envueltos en una incontable red de relaciones, que son la manifestación del espíritu. Formalizando podríamos decir: el espíritu en nosotros es aquel momento de la conciencia en que ella sabe de sí misma, se siente parte de un todo mayor y percibe que un Eslabón liga y re-liga a todos los seres, haciendo que haya un cosmos y no un caos.

Esta comprensión despierta en nosotros un sentimiento de pertenencia a este Todo, de parentesco con los demás seres de la creación, de aprecio de su valor intrínseco por el simple hecho de existir y de revelar algo del misterio del universo.

Al hablar de sostenibilidad en su sentido más global, necesitamos incorporar este momento de espiritualidad cósmica, terrenal y humana, para ser completa, integral y potenciar su fuerza de sustentación.

Leonardo Boff es autor de Ecología: grito de la Tierra – grito de los pobres: Dignidad y derechos de la Madre Tierra, a salir por la Editorial  Vozes en 2014.

Traducción de Mj Gavito Milano

6 comentarios

  • carlos alejos

    Si nos ponemos en el centro y no queda otra debemos saber igual que el campesino cultivar la tierra para comer de sus frutos y no de prenderle fuego y dejar solo cenizas.

  • Nacho Dueñas

    No afirmaré que es el ser humano el más inteligente del cosmos, ni aun del conocido ni del por conocer.  No toda mente es cerebro. Ni todo pensamiento es idea…
    Nacho.

  • Asun Poudereux

    Gracias por el artículo. Me gustaría hacer hincapié en lo siguiente:
     
    Por causa de la conciencia y de la inteligencia somos seres con una característica especial: a nosotros nos fue confiada la guarda y el cuidado de la Casa Común. Todavía mejor: a nosotros nos toca vivir y rehacer continuamente el contrato natural entre Tierra y humanidad pues su cumplimiento  garantizará la sostenibilidad del todo.
    En estas palabras se sigue respirando al hombre como centro, indudable concepción religiosa, precisamente la y lo que  ha contribuido a destruir la naturaleza con el Planeta tierra, que, contrariamente, por su parte, ha hecho realidad la vida del hombre en ella.
     
    Por lo que me temo que el título del artículo puede todavía llevar a confusión,  con lo dicho al final, si no se añade a esto último,  una fuerte dosis permanente de humildad y de desapropiación. Un fluir de conciencia en interrelación y conexión con todo el universo, donde la parte y el todo que somos todos se transforman mutuamente:

    Esta comprensión despierta en nosotros un sentimiento de pertenencia a este Todo, de parentesco con los demás seres de la creación, de aprecio de su valor intrínseco por el simple hecho de existir y de revelar algo del misterio del universo. 
    Al hablar de sostenibilidad en su sentido más global, necesitamos incorporar este momento de espiritualidad cósmica, terrenal y humana, para ser completa, integral y potenciar su fuerza de sustentación.

    ¿Quién tiene que demostrar a quién y apreciar su valor intrínseco por el simple hecho de existir  y de revelar algo del misterio del universo?… puede que me equivoque , pero sigo temiéndome que continuamos  poniéndonos en el centro, como si toda la fuerza de sustentación estuviera en nuestras manos….
     
    Saludos para todos
     
     

  • Marco

    Muy bien Boff, como parte consciente e inteligente de la tierra, poseedores de derechos y “dignidad”, partiendo de la unidad con la Tierra que nos aporta todo lo que necesitamos, nosotros debemos hacerla partícipe de los mismos derechos y “dignidad” y salvaguardarla de la explotación  y de la agresión sistemática, nos tenemos que concienciar que no somos respetables  sino respetamos aquello  a los que estamos unidos de la que formamos parte.

  • carlos alejos

    Somos seres pensantes, llamados a cuidar la tierra y lo que en ella existe. Llamados a relacionarnos con otros para crecer o caminar juntos en una misma realización.
     

  • oscar varela

    Hola!

    Pareciera Boff estar respondiendo al diálogo Pascual Pont – Nacho Dueñas en torno al “HILO CONDUCTOR”.

    – “Este espíritu está en acción desde el primerísimo momento después del big bang.

    Es la capacidad que muestra el universo de hacer una unidad sinfónica de todas las relaciones e interdependencias.

    Su obra es realizar aquello que algunos físicos cuánticos (Zohar, Swimme y otros) llaman holismo relacional:

    articular todos los factores, hacer convergir todas las energías, coordinar todas las informaciones y todos los impulsos hacia delante y hacia arriba de forma que se forme un Todo

    y el cosmos aparezca de hecho como cosmos (algo ordenado) y no simplemente como una yuxtaposición de entes o caos.”-
    ………………………

    http://www.youtube.com/watch?v=M8AoWuoa-HI
     
    http://www.youtube.com/watch?v=S-k4AHbfstw