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Canonizaciones. Beata Evita de Perón

ALCAINALa competencia en causas de beatificación y canonización estaba, hasta 1970, atribuida a la Congregación de Ritos. Más exactamente, era una sección, la segunda, de ese dicasterio. Pablo VI convirtió las dos secciones en dos Congregaciones: Culto y Causas de los Santos. De esa reforma surgió un inusual incremento de beatificaciones y canonizaciones. En la práctica, una devaluación de la santidad canónica que, tangencialmente, produjo unos mayores ingresos extra para el Vaticano. El tradicional elenco de los santos se duplicó. Juan Pablo II beatificó y canonizó a más personas que todos sus antecesores juntos.

En ocasiones, el Santo Oficio debía emitir informes sobre candidatos a los altares. Era por su implicación en temas doctrinales o de otra categoría afín. Padre Pío, por ejemplo, no estaba involucrado en ideas heterodoxas, pero su extraña personalidad lo hacían cliente nuestro.

José Sebastián Laboa (posteriormente nuncio en Panamá) era el único oficial español en Ritos, luego Culto, como yo lo era en el Santo Oficio. Durante años coincidíamos en el almuerzo. Con frecuencia, surgía el tema de las beatificaciones y canonizaciones. Laboa era un hombre muy lúcido y en nada compartía el proceder de la Iglesia en la materia. Esa no era la única sintonía entre nosotros dos.

Se comprende que la Iglesia Católica ensalce o proponga como modelos a algunos de sus miembros después de su muerte. Lo hacen los pueblos con sus próceres. Y, de manera similar, las organizaciones o instituciones con sus mejores miembros o líderes. Pero la normativa eclesiástica de las beatificaciones y canonizaciones está repleta de puntos negros, incomprensibles y escandalosos.

Roma acaba de canonizar conjuntamente a Juan XXIII y a Juan Pablo II. Un acto de clara endogamia, de exhibición, populismo, autoritarismo, discriminación y puede que deshonesto. El Papa que los canonizó, así como los responsables del evento, no sólo conocieron a los ahora santos, sino que, además, fueron beneficiados por uno u otro en vida. De forma claramente discriminatoria, el Vaticano “dispensó” a Juan XXIII del segundo milagro, requerido por Ley para todos los candidatos a la canonización. Es una “dispensa” similar a la que había realizado Pablo VI a favor de nuestro Juan de Ávila. En el caso del “santo súbito”, estamos ante una canonización “exprés”. Surge una pregunta. ¿Quién está detrás y quien paga? Puedo asegurar que el Vaticano nunca paga. Cobra y recibe. No se ha tenido en cuenta la repulsa de muchos fieles hacia Juan Pablo II, particularmente – y no sólo – por la involución por él operada respecto al Vaticano II y por su conocida desidia o complacencia en el tratamiento de eclesiásticos pederastas. Francisco tuvo en su mano la ocasión para clausurar la Congregación de las Causas de los Santos. Una oportunidad perdida.

Días después de la doble canonización, los medios han dado a conocer la inminente beatificación de Pablo VI. Al parecer, por su intercesión, un feto diagnosticado inviable por los médicos se habría convertido en viable. Sucedió en California en los años 90. La madre se habría encomendado a Montini para dar a luz el fruto de su vientre no obstante los negros pronósticos de los médicos. El bebé nació sin problemas.

Mi estima y veneración por Pablo VI están fuera de duda. Como persona y como Papa fue superior a los dos ya canonizados. Este mi juicio no se debe exclusivamente a que Pablo VI me haya distinguido llamándome a ser su colaborador. Se esperaría que yo aplaudiera su beatificación. Y no es así. Estoy convencido de que en santidad y ejemplaridad, Montini no fue superior a muchas personas de las que nadie ha propagandeado su nombre para que de ellos se imploren “favores” y milagros. Sin ir más lejos, no me parece que haya sido más santo que mis padres, que varios de mis compañeros, que unos vecinos cuyas andanzas y problemas conozco.
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A este respecto, quiero dejar constancia de un episodio cuyos intervinientes me son muy próximos. Con algunos –los que todavía viven– estoy en contacto permanente. Podrían confirmar cuanto estoy a punto de revelar. La historia podría titularse “Beata Evita Duarte de Perón”. Y es que, los hechos tuvieron lugar en Buenos Aires, pocos años después de la muerte de la “defensora de los descamisados” y cuando su fama ya era idolatría.

Actores. Mi sobrino Héctor, 55 años, Madrid. Su padre, hermano mío, Ramón, fallecido. Su madre, Sitilita, 86 años, mi cuñada, Buenos Aires Capital. El Doctor Gil Balagué, fallecido, eminente ginecólogo, de renombre mundial, jefe de Ginecología del afamado Hospital Anchorena, Buenos Aires. Mi hermano Manolo, enfermero en el mismo Hospital, ahora en España. Ricardo y Lola, hermanos de Sitilita, Buenos Aires Capital.

Sitilita había sido intervenida por Gil Balagué en ocasión de un aborto. Histerectomía total con anexectomía. Mi cuñada y mi hermano fueron advertidos. Ninguna posibilidad de gestar. Se resignaban a quedarse sin descendencia. Meses después, Ramón y Sitilita comunicaron al ginecólogo los síntomas de embarazo. Gil Balagué, por teléfono, les respondió que el embarazo era absolutamente imposible. “Solo un milagro podría contradecirme”, aseguró. Sucesivas visitas y consultas certificaron el “milagro”. Gestación y parto fueron normales. Está aquí. Es Héctor Alcaina, de profesión electricista, inmigrante en la época del “corralito”.

He preguntado a mi cuñada si ella y/o su marido se encomendaron a Evita para quedarse embarazada. Lamentablemente, no comprende qué es eso de “encomendarse”. Recuerda que, por aquel entonces, todos los porteños lloraban la desaparición de Evita. Creían que vivía después de su vida, que era la más santa de las santas, que continuaba protegiendo a los trabajadores.

Esta es mi interpretación, mi convicción, mi creencia: Hector es el milagro de Evita, ya proclamada “Jefa Espiritual de la Nación”. Estoy redactando un escrito que daré a un conocido “postulador” romano para que incoe el proceso de beatificación de Eva Duarte de Perón. Los arriba nominados, Héctor, Sitilita, Manolo, Ricardo y Lola serán aleccionados para “deponer”. Nada negativo, todo positivo sobre la candidata. Porque los muertos han de ser elogiados. Su comportamiento, a veces detestable, se obvia o se endulza. Y, tratándose de candidatos a los altares, son santos, ejemplares, intercesores ante el Altísimo.

Seguro que Evita operó otros milagros. Siempre de ídole sanitaria, claro. Si en vida fue rica en fama, en honores, en poder, en bienestar, es obligado que ahora disfrute de similares bienes y prerrogativas. Su “transito” fue a mejor vida. Eso es lo que ocurre con la mayoría de los canonizados. Dios atiende a los afortunados o poderosos y prolonga su felicidad más allá del paso por esta nuestra Tierra. Y Dios lo demuestra atendiendo a sus deseos de privilegiar a algún que otro mortal, al tiempo que inmortaliza al propio intercesor elevándolo a los altares. Los pobres, los humildes, el pueblo llano, muy raramente son escuchados por ese dios. Atención, argentinos: ¡Favor de comunicar “favores” obtenidos por intercesión de Evita!
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“Canonizaciones. Milagros imposibles o pueriles”. Es el artículo que colgué en mi blog http://blogs.periodistadigital.com/enigma.php hace cuatro años. Fue recogido en algunos portales y otras publicaciones. Me permito reproducir sólamente el grito con el que concluía el post. Espero que alguien me rebata. O no. Para mi tranquilidad.

Un dios que discrimina a sus criaturas, aunque sea positivamente, no es el Dios. Un dios que encumbra a los ricos y famosos, a los poderosos, a los fundadores de algo, a los amigos de los jerarcas, postergando a los humildes y anónimos, ése no es el Dios. Implicar a nuestro Dios en tales hechos y para tales fines es simplemente un imposible, un infantilismo que conlleva la negación de Dios. Los fenómenos inexplicables son sólo eso, inexplicables. Algún día o nunca se explicarán. No se puede achacar a Dios algo que podría proceder de un ídolo, de un patrón, de un mandarín. La hipótesis de que Dios ha creado el mundo con sus leyes es la más plausible. Resulta absurdo que cada poco, incluso una sola vez, ese Dios haga excepciones a sus leyes. Todavía más absurdo cuando se lo demanda algún que otro humano y con el fin de encumbrar a un humano. Y, repito, peor todavía cuando la excepción conlleva acepción de personas. Entendemos y creemos que Dios creó este mundo con amor, por amor, para que nos amemos. Trasladando ideas filosófico-teológicas de A. Torres Queiruga en un artículo sobre el desastre natural de Haití, Dios creó este mundo para el bien y deja que la Naturaleza siga sus propias sabias leyes. Nos toca hacer buen uso de nuestras facultades y de nuestra libertad.

16 comentarios

  • ana rodrigo

    Pues si el Papa no se entera de un evento tan ruidoso y tan ostentóreo (perdón por el palabro) es que este Papa no se entera de nada y, entre los filtros, los intereses creados y el aparato putrefacto de la curia, no creo que, como he dicho, esto tenga arreglo. Es su mundo, no conocen otro, viven en palacios, que en Roma abundan por todas las esquinas, les parece normal gastar 18.000 euros en una cena, les parece normal gastarse millones en canonizaciones de Papas, viven dentro de su normalidad.
     
    ¿Por qué no tiene algún/a  asesor/a de la calle, de la gente normal?
     
    Lo que no podemos es acostumbrarnos a estas aberraciones (incluidas, por supuesto, las canonizaciones), y nuestras denuncias puede ser que algún día, dios sabe cuándo, sirvan para algo.

  • Antonio Duato

    Respecto a lo que acaba de señalar Celso.

    A mí me llegó ayer la primera noticia con esta información de EL PLURAL

    Pero después busqué el sitio italiano en el que habían aparecido las indiscretas fotos. Es una revista digital de chismes de sociedad que se titula Dagospia. Ya otra vez había hecho un reportaje de un acto de alta sociedad en el que eran estrellas invitadas Inmaculada Francesca Chaouqui, la relaciones públicas de Ernst Young nombrada por Francisco para una comisión económica y el curita leonés del Opus Dei, Lucio Ángel Vallejo, encumbrado de repente a las altas esferas del poder económico vaticano, aunque parece que ha entrado en desgracia.

    Mirad las fotos de Dagoscopia. El cura opus de Astorga es el que distribuye la comunión  en un vaso de plástico (¿de dónde vendrían esas hostias?). La Chaouqui abraza sonriente al principal asesor del presidente Renzi. Devotamente comulgan Bruno Vespa (manipulador presentador todopoderoso de la RAI) y el presidente supremo del IOR. Y como organizadora y pagadora de todo está otra mujer, la presidenta de una Mutua en alza, ASSIDAI, que seguramente estará haciendo buenos negocios en la reorganización empresarial del Vaticano.

    Ya puede indignarse Francisco. Pero en este caso sí que tendría que emplear el látigo y arrojar del vaticano a los mercades, no dejar que se ataque a unos cristianos que celebran como mejor pueden la memoria del señor en sus casas.
     

  • Celso Alcaina

    Lo leo y no lo creo o no lo digiero. Lo recogen varios periódicos ayer y hoy. El Papa está enfadado, escandalizado, porque el día de la canonización de los dos papas 150 personalidades – banqueros, políticos, eclesiásticos – celebraron una comida en una azotea del Vaticano. Un gasto de 18.000 euros pagados por dos patrocinadores. El cardenal Versaldi testifica el enfado papal. 120 euros por plato. Dentro del Vaticano. ¡Qué barbaridad!
    El verdadero escándalo consiste en el hecho de la canonización. Una canonización de sus dos colegas o jefes. El verdadero  derroche-negocio está en continuar con prácticas contrarias al evangelio. Al tiempo que se critica el gasto en la celebración de un festival promovido por el mismo Vaticano, se fomenta la explosión idolátrica en todo el orbe que congrega a medio millón de “creyentes” en Roma. Turistean en el Vaticano. Allí dejan sus divisas, su aduladores aplausos. Muy probablemente, algunos de esos comensales han pagado y sufragan fastos y viajes populistas del Jefe de Estado del Vaticano. Ya está bien de simples gestos y de huecas palabras. Queremos decisiones y hechos. Y, por lo menos, un poco de coherencia.
     
     

  • m. pilar

    Me uno a la queja firme y totalmente consciente de la cual me hago responsable, de:

    ¡¡¡Basta de canonizaciones!!!

    Todas ellas engañosas, todas con un sentido totalmente comercial… ganar dinero… jugando con las personas buenas (no lo dudo) manejadas al antojo de una iglesia, que las sigue manteniendo en la más oscura y verdadera información y formación cristiana.

    Supongo que algo cuadra aquí… eso que nos dice J. Arregui:

    ¡Oler a oveja!

    Que no piensen… solo obedezcan a sus mandatarios sean buenos, malos o peores… de todo habido en la viña del Señor.

    Jesús informaba con claridad meridiana (no lo que dicen después,  que dijo e hizo) por algo cuantas personas le escuchaban decían entusiasmados:

    “Este ¡sí! que enseña con autoridad”

    mª pilar

  • Carmen Pereira

    El razonamiento de Don Celso sobre los procesos de canonización en la Iglesia son tan contundentemente convincentes que no dejan lugar a la discusión. Sólo cabría oponerse valiéndose de la misma autoridad eclesiástica que el articulista critica.  Por lo demás, atendiendo a la praxis de Jesús y a las supuesta palabras del mismo Cristo recogidas en el Nuevo Testamento, las canonizaciones son un pegote o una excrescencia intolerable. Poner a Dios por testigo de algo en que no tiene parte, discriminar, atribuir poder a alguien sin pruebas, apropiarse o discernir lo que es santidad. Todo es un sinsentido.
    Quiero referirme al email enviado por Teresa a Don Celso. Teresa demuestra supina ignorancia, pero también un odio fanático que le lleva a admitir la posibilidad de milagros negativos: mandar al infierno a alguien por discrepar. Ella lo hubiera enviado a ese lugar o estado en que cree todavía. Penoso que existan cristianos de esa índole.

  • Félix Estévez

    Los escritos de Celso Alcaina atraen siempre mi atención y suscitan mi reflexión. El tema de las canonizaciones va mucho más allá de cuanto se pueda criticar de la institución católica. Las canonizaciones y los milagros anexos suponen una blasfemia contra Dios y una bofetada al pueblo creyente. Son muchos los que consideran imposibles los milagros. Al menos, son improbados. Nadie debería estar legitimado para certificar un milagro. Quien lo haga es simplemente ignorante de las leyes naturales. Está, además, la discriminación eclesiástica y supuestamente divina. Porque el Vaticano eleva a alguien a los altares después de una campaña promocional a base de dinero y de fomentar clientela. Lo hace desde Roma o desde la periferia bajo protocolos romanos. Lo hace por alguien y no por otro. Como dice Celso, porqué a Montini y no a sus padres.  Y por qué los papas han de ser santos y no los párrocos o los sacristanes. Y por qué Evita y no un descamisado del Raval. Convengo con el autor que lo mejor que podría hacer Francisco es abolir el dicasterio de las Causas de los Santos. Prescindió del palacio y de las zapatillas rojas. Sería preferible  prescindir de ser llamado Santo Padre y proclamar que santo sólo es Dios.

  • Teresa Walsh

    Desilusiono, pero no comunico ningún favor concedido por Evita. Pido uno sólo, decantar si el autor demanda  la “incoacción” en serio o es un acto sarcástico. Imposible entrar en las entrañas de  otro, especialmente si  es un fallecido de décadas.                                                                                                                                                       No todos los porteños la lloraron y esto no debería opacar el proceso eclesial.  Un lío grande para sondear certezas.
    Lo que jamás se me ocurriría es iniciar un proceso de beatificación, ni siquiera de Romero. Tanto nuevo santo empalaga caundo no distrae; nos hemos encandilado por éste o aquél  que sube a los altares, sin percibir que debemos colocar todo nuestro ser en Aquél no subió al altar sino que bajó al dolor humano.

  • Celso Alcaina

    He recibido algunos correos discrepantes de mi planteamiento y razonamientos. Éste que aquí copio íntegramente es sorprendente y base de reflexión. Según Teresa (así se llama mi comunicante), yo afirmo que Juan Pablo II fue pederasta. Además, deberé temer que Juan Pablo II logre de Dios el milagro de mandarme al infierno. Ella lo haría, pero no lo hace porque no es santa.  Léanlo y opinen.

    “D. Celso, acabo de leer su artículo en periodismo digital; con todo el respeto que usted merece, pero también con el deber que como cristiana tengo de decir la verdad, aunque sé no le va gustar, y, no me importa
    Mire, coincido en que hay cristianos a los que no les gustaba Juan Pablo II, normal, no pasa nada, no es obligatorio que te guste un Papa, ni siquiera a los que vemos en él el vicario de Cristo, y, además creemos que Cristo es Dios, que no sé, si usted lo cree, ni me importa, pero también eramos muchos, los que lo teníamos por santo, sin  que nos gustase,  perdón voy hablar a título personal, pues gracias a Dios,  no soy de ningún movimiento eclesial ni Opus, ni Kicos, ni nada,  repito no me gustaba todo lo que hacía, y, hubo cosas que hizo que me dolieron, aunque ahora las entiendo mejor, pero que venga, usted a decir que era un pederasta,  porque eso es quien apoya ese horrible crimén,  eso no tiene perdón de Dios, usted sabe muy bien,  que el sr Maciel, no le iba informar al Papa de sus crimenes,  asi que por favor, no acuse a un hombre fallecido que no puede defenderse, bueno, como es santo,  puede rogar a Dios que vaya usted al infierno,  no sé, yo en su lugar lo haría, claro que él es santo, y, yo no, ni pienso serlo nunca, usted tampoco, que no le importa puesto que no cree en esas cosas

    Bueno, D. Celso

    disculpe el correo, si hubiera un sitio para poner una opinión se la habría puesto, como no lo tienen he tenido que hacerlo por correo, le deseo un  feliz día, y,una larga vida, no le envíaré más, pues no volveré a leer sus artículos, ni falta que le hace a usted dicho sea de paso
    Teresa”


  • ana rodrigo

    Es cierto que la histerectomía y la anexectomía es cirugía contundente. En el caso que nos ocupa, pregunto, ¿se analizó si realmente el cirujano hizo lo que corresponde a este tipo de cirugía? ¿En qué parte del cuerpo, que no fuese el útero, se alojó el feto? ¿Acaso apareció algún órgano nuevo para este efecto? ¿Se comprobó fehacientemente este proceso? ¿No se equivocaría el ginecólogo y dejara parte de ovarios y parte de útero? Yo tengo unos amigos a lso que a ella le hicieron una ligadura de trompas y a él una vasectomía y después de ellos, tuvieron dos hijos más.
     
    Respecto a la beatificación de Pablo por el milagro reseñado, ¿no será una estrategia antiabortista del Vaticano? ¿Se hizo las correspondientes pruebas médicas de aseveración de feto inviable? ¡Se dan tantos casos inexplicables sin intervención divina…!
     
     
    Estoy de acuerdo con Celso, ¡qué casualidad que Dios cure oportunamente a quien avale a alguien para su canonización, y no cure a tantos sufrientes que, por no tener, no tienen ni acceso a la medicina terrena.

  • m. pilar

    ¡Hola Héctor – milagro!

    También puede ser posible, que además de la admiración por Eva Perón de tus padres y todo lo bueno que ella hizo durante su vida; cuente el amor profundo de tus padres, el deseo grande de tenerte… eso sí que puede hacer maravillas en el ser humano.

    Puede… hasta ir solucionando “daños-correlativos a una intervención quirúrgica” alguien dijo hace ya mucho tiempo:

    “El amor todo lo puede… ¡todo!”

    Sea lo que fuere, tiene que haber sido para tus padres, el gozo más profundo, grande, feliz de su vida.

    Así que, por todas las posibilidades que te rodean, eres…  ¡¡¡Bien venido!!!

    Un abrazo.

    mª pilar

  • Héctor Alcaina

    Soy yo, el Héctor del artículo.Soy ese milagro del que mi tío Celso escribe irónicamente. Nací en Buenos Aires en el Hospital Anchorena con la asistencia del Dr. Gil Balagué. Los datos que aporta mi tío son exactos pero incompletos. La fecha de mi nacimiento es 26 de Julio, el día en que se conmemoraba el 6º anivesario de la muerte de Evita. Pueden consultar datos históricos de Eva Duarte de Perón. Verán que ella murió el 26 de Julio de 1952. Y es un hecho que mis padres y tíos le tenían una gran devoción.Nunca me consideré un milagro. Pero no me disgusta serlo. Estoy en esta vida sin merecerlo y contra los pronósticos de los sabios. Eso puede no ser milagro, pero es un misterio

  • oscar varela

    Hola Alcaína!
     
    Leo:
     
    – “Me permito reproducir sólamente el grito con el que concluía el post.
    Espero que alguien me rebata.
    O no.
    Para mi tranquilidad.”-
     
    · Un dios que discrimina, no es el Dios.
    · Un dios que encumbra, no es el Dios.
    · Es un infantilismo que conlleva la negación de Dios.
    · Los fenómenos inexplicables son inexplicables.
    · Algún día o nunca se explicarán.
    · que Dios ha creado el mundo con sus leyes es la más plausible.
    · absurdo que Dios haga excepciones a sus leyes.
    · más absurdo cuando se lo demanda con el fin de encumbrar a un humano.
    · peor cuando la excepción conlleva acepción de personas.
    · Entendemos y creemos que Dios creó este mundo con-por-para que nos amemos.
    · Dios creó este mundo para el bien y
    · deja que la Naturaleza siga sus propias sabias leyes.
    · Nos toca hacer buen uso de nuestras facultades y de nuestra libertad.
    …………………………
     
    1.- Colmaré, tal vez sus esperanzas.
    2.- No lo voy a rebatir, porque:
    * todo lo que dices es lo que tú crees.
    * las creencias son i-rrebatibles
    * lo “rebatible, o no” son las opiniones.
    * Tú ni nadie  “entiende” (a lo más podrá creer-lo) que “Dios creó”,
    * solo se puede opinar “plausiblemente” que “Dios creó”.
    * También es conjetura, “la-más-plausible para ti”, que haya sido creado “para-el-bien”
    * Que tu creído Dios “deje a su Creación seguir sus propias leyes” es una de las conocidas gambeteadas de creyentes como tú. Que tu familia argentina te explique qué cosa sea para nosotros “gambetear” a lo Maradona y/o Messi; y sino ponte a leer al sociólogo argentino Jorge Mafud.
    …………………….
     
    ¡Voy todavía! – Oscar

  • ana rodrigo

    Desde luego, Alcaina es una fuente de información de primera mano, un sabio que sabe reírse hasta de su sombra, su ironía y su sarcasmo, mezclados con la realidad dan como resultado historias que parecen de otros mundos.      

  • oscar varela

    El padre Hernán Benítez, fue el confesor de Eva Perón y una de las personas que estuvo más cerca de ella y, también, quizás uno de sus mayores admiradores, reconociendo sus virtudes sin dejar de mencionar sus defectos. En el libro “Yo fui el confesor de Eva Perón”, el Padre Hernán Benítez dedica dos capítulos exclusivamente a hablar sobre Eva Perón. Presentamos aquí el primero de esos capítulos, el capítulo IX titulado:
     
    EVA PERÓN Y EL DOLOR DE LOS POBRES
     
    – Padre, ha llegado su sábado más glorioso: Hábleme de Eva Perón.
     
    Existen tres Evas.
    * La primera. según propia confesión, ‘mala actriz’de teatro y peor de cine, en cambio, se defendía bastante bien por radio.
    * La segunda. La política. que acompañaba a Perón y cuyos no tenían mucho contenido, a decir verdad
    * Pero la tercera era la que tenía pasión social tremenda. ¡Formidable! ¡Qué mujer!

    Estaba entregada totalmente a los desposeídos, abrazaba a los leprosos, cancerosos, tuberculosos… Yo estaba al lado de ella. yo, pastor de Cristo, me tiraba atrás. Pero ella no vacilaba. se entregaba y lo hacía de igual a igual, como hermana, no como las señoras de la Sociedad de Beneficencia. de los viejos tiempos… A la noche regresaba. tarde, a la madrugada. llena de piojos y liendres. ¡Tremendo! Su adhesión a los pobres era bárbara..

    Mire, hijo, que quiere que le diga, nunca vi algo igual… Y recuerdo que un obispo me dijo una vez: – ¿No me explico como usted puede defender a una puta? Perdí los estribos. Le contesté que no dijera barbaridades, que ella era castísima y que yo lo sabía en mi carácter de confesor de Eva. Y ya desbordado le agregué: -Además, ¡ella no se preocupa de decir si usted es puto o no!

    “Eva Perón le ganó a Dios el corazón, no tanto con edificar policlínicos monumentales, ni escuelas, ni hogares de tránsito, ni ciudades infantiles, ni barrios obreros, cuanto con darle su corazón al pobre. Yo la vi derrochar amor a los necesitados, el amor que redime a la limosna de la carga de injusticia que lleva implícita…

    Si sus aciertos fueron más o menos que sus errores, ¡que juzgue Dios! Pero es evidente que no por sus errores, sino por su aciertos la amó el pueblo apasionadamente como, por esos mismos aciertos y no por sus errores, la odió el antipueblo.

    Ella no comprendía pudiera apellidarse cristiana una civilización que cada año condena a morir de hambre a ochenta millones de personas, en la que los dos tercios padecen desnutrición y el 15 por ciento posee y goza de más bienes que el 85 por ciento restante. Incomprensible estado de injusticia social luego de dos mil años de predicación del Evangelio.

    . …Los Derechos Humanos no eran para Eva Perón un rosario de bonitos apotegmas ni de quiméricos ensueños. La defensa de esos derechos, cuando va de veras, importa un compromiso existencial. Importa una toma deposición. Importa una lucha cotidiana por un orden más justo. Ella no comprendía pudieran defender de verdad los Derechos Humanos quienes usufructúan gozosos los privilegios de la sociedad individualista liberal.

    La defensa de los Derechos Humanos, desde la vida fastuosa, la mesa regalada. la mansión suntuosa, le parecía insulto cruel al pobre, a Cristo, al Evangelio. Su indisimulada enemistad respec­to a las castas privilegiadas: oligarcas, jerarcas militares, altos prelados eclesiásticos, le nacía de no poder conciliar en su cabeza y menos en su corazón que quienes con las palabras defienden la igua1dad y fraternidad entre los hombres, las nieguen flagrantemente con sus vidas. Este compromiso dual, bifronte, de mascarada, la sacaba de quicio provocándole soflamas cargadas de virulencia”

    Escuche bien, hijo. Esto se lo conté a Abel Posse, tal cual.

    “En Eva se daba la rabia por la justicia. Una implacable voluntad de desterrarla. Lo hacía a la criolla, llevada por la furia santa. Y claro; cometía algunos errores. Al principio, cedió a vengan­zas en el medio artístico y sindical Pero nunca concretó nada memorablemente grave.

    Yo le pregunté alguna vez, por qué se había alejado de la Eva anterior y se había recluido (políticamente) en esa pasión absorbente de la ‘acción social directa’, la pasión de su tercera vida.
    Eva me miró desorientada desde sus almohadas. Pensaba. Yo la había desconcertado con mi pregunta. Era como si le mostrase un espejo que reflejaba a otra persona. diferente de la que ella creía ser. No supo qué decirme.

    Después con los años, meditando en el exilio prisión a que me condenaron mis pares por mí imprudencia peronista, llegué a la conclusión siguiente, a ver si me sigue. Cuando Eva sintió por primera vez el misterio -la fuerza- del poder en su mano, como un elemento para ejercer el sagrado mandato del bien, nadie, ni el mismo Perón, la pudo ya sujetar. Fue algo así como cuando se fugó de Junín. ¿Quién la hubiera parado?

    Y oiga: en un país y en un tiempo en que el poder no era más que un instrumento para la gloria, el honor, el enriquecimiento personal o el orgullo, Eva vivió la fiesta del poder en su dimensión divina. Lo vivió como un amor supremo, hasta la locura. Hasta la última consecuencia.

    …Ella se sentía representante de los que nunca se habían podido expresar, incluso en tiempos de democracia, las mujeres, los desamparados, los enfermos, los distintos… Sólo unos pocos, incluido por supuesto, el sagacísimo Perón, se dieron cuenta de que en Eva había estallado esa pasión transpolítica, una especie de vuelo místico. Eva, en su genialidad descubría el poder en su dimensión sublime: poder dar. Poder acompañar al que sufre. Poder hacer el bien. Poder alimentar y sobre todo, poder directo, como el de los santos medievales o la madre Teresa de Calcuta”
    ………………………….
     
    – ¿Usted entiende que era una santa?
     
    “No era una santa. No, no lo era. Menos que menos santa de altar. No corre el riesgo de que el Vaticano la canonice .¡Y a lo que habría llegado en caso de ser santa!
    No renunció a las riquezas como los santos. Pero renunció al orgullo frente al pobre que crea la riqueza.

    No renunció a los honores. Pero tampoco los aprovechó para escapar a su clase social dejando a los sumergidos en el atolladero.

    Fue fiel a su pueblo. Fiel, porque amó al pobre y porque condenó al rico. No a éste por ser rico (ella también lo era) sino por ser enemigo del pobre (ella no lo era).

    El amor al pobre, la pasión por la justicia hasta las cimas de la abnegación a que ella las llevó no pueden brotar ni de ambición, ni de egoísmo. ni de oscuro resentimiento social ni de ninguno de los siete pecados capitales. Sólo quien da la vida por sus hermanos los desposeídos y sacrificados puede tener confianza de que ama a Dios de verdad. Y ella dio la vida por los desposeídos y sacrificados.

    Amaba a Dios de verdad.

    El odio clasista la cubrió de infamias. Ese odio no perdonó ni sus sacrificios, ni su enferme­dad..”
    …………………
     
    – ¿ Qué rasgo la definía a Eva, por sobre todo?
     
    La autenticidad, sin ninguna duda. Ella no se iba con vueltas. Esa anécdota que pone Posse en su libro la pinta de cuerpo entero… Yo se la conté… “Era un l4 de julio en que por azar me tocó acompañarla al festejo del día de Francia… Por un azar del tránsito el auto y la escolta se detuvieron frente a un Banco, en Cerrito, había una viejita mal entrazada, llorando, hablando con unos curiosos. Dio orden de esperar y bajamos. La viejita no entendía ni sabía explicar lo que le exigían en la sucursal del Banco. Le mostró a Eva el documento y entraron en el edificio. Eva caminó a lo largo del mostrador principal llevando por el hombro a la viejita llorosa. De pronto se oyó su voz terrible paralizando a los cagatintas y todo d movimiento del Banco, desde el gerente hasta el ordenanza:

    – Díganme, señores, ¿quién de ustedes fue el hijo de puta que le dijo a esta señora que vuelva mañana?… No se iba con vueltas. Al pan, pan y al vino, vino. Y durísima. Pero en el trato de la residencia era delicadísima. En el largo y doloroso proceso de su enfermedad ganó en espiritualidad hasta en el lenguaje.

    Ella bramaba contra los burócratas, contra los obsecuentes. Una mañana estaba furiosísima contra el ministro Méndez San Martín. Me dijo: ¿Quiere conocerlos? Estábamos en la residencia y el peluquero, ese famoso, la estaba peinando. Entraron los tres ministros. Ella me hizo una seña de complicidad y de pronto, dijo: – Ay, caramba, se me ha caído una perla. ¿Sabe lo que hicieron los tres? se agacharon y se pusieron en cuatro patas buscando la perla, los ministros. Y ella, mientras la seguían peinando, me miraba de reojo y se sonreía… Al rato, cuando le pareció suficiente la humilla­ción, dijo: – Acá, acá está. Fin de la opereta. Ella no se iba con vueltas”
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    – Padre, me interesa aclarar un equívoco acerca del 17 de octubre ¿Participó efecti­vamente Evita ese día, impulsando la movilización popular, como afirman algunos?
     
    No, hijo. Ella no intervino. Para nada. Evita no precisa que le agreguemos méritos que no tuvo, para ser lo extraordinaria que fue. Ella carecía de contactos y vínculos como para mover a la gente. Todavía no la conocían. Quiso gestionar la liberación de Perón y un permiso para salir del país, creo que un recurso de amparo y fue a ver a Román Subiza. Cuando vino Perón al Hospital militar, la mañana del 17, yo fui allí y me quedé hasta la noche, que fuimos a la Casa Rosada. Eva no estaba. Él la encontró en su casa, cuando regresó. Pero si es elemental los únicos que podían favorecer la movilización eran los sindicalistas, los delegados… Aunque ella había dirigido un gremio, el de locutores de Radio”
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    – Fíjese, Padre, tanto se ha escrito sobre Evita y no se ha acentuado la importancia dc que este general que sintetiza Ejército Nacional con sindicatos obreros en un frente único antimperialista, se haya casado precisamente con una gremialista. Del mismo modo, tampoco se recalca la condición de hijos extramatrimoniales que tenían ambos, lo cual suponía humillación y marginación.
     
    Efectivamente, esas condiciones de profesión y de vida parecen simbólicas de lo que fue el peronismo: la irrupción de los desamparados, de los marginados, ajenos al orden legal desde el campo militar y el campo obrero. Qué notable, ¿no es cierto?
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    – Dos palabras sobre “La razón de mi vida”.

    Lo escribió Penella de Silva, estupendo, muy buen escritor. Ella lo conoció en Europa. durante su viaje. Después él vino a Buenos Aires. Yo tuve a sus hijas en mi curso de Antropología.

    Penella había escrito unos apuntes para una biografla de la señora de Roosevelt, el presidente norteamericano. ¿Sabía usted eso? Mire que es muy poco conocido. Ella le propuso que los adaptara para relatar su vida. Lo hizo y salió muy bien, requetebién. Pero escrito muy en español.

    Entonces, los borradores los tomó Mendé. Un escritor simple, sencillo y con un estilo muy de mujer, lo digo sin ánimo de crítica. El libro salió muy bien escrito. Pero tenía muchos inventos, muchas macanas. Mendé lo escribió pensando en quedar bien con Perón. Salieron cosas ridículas. Por ejemplo, en lo que se refiere a los días de octubre del ‘45, donde dice “No te olvides de los descamisados” ¡Qué descamisados ni que ocho cuartos! él no se acordó ese día. Quería el retiro e irse. El libro contiene, entonces, muchas falacias.

    Fíjese la paradoja, lo digo siempre: ese libro lo leyeron millones de mujeres argentinas, menos una, la que aparece firmándolo”
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    – Volvamos a la Obra Social. Los opositores decían que era fácil hacer beneficencia con dinero ajeno. También decían que ella era muy orgullosa. ¿Qué puede decirme?
     
    “Eva no poseía el orgullo de clase que deja al pobre en su pobreza para acentuar la superiori­dad del rico sobre el pobre.

    Todo su orgullo lo ponía en que el pobre cesara de ser pobre y de necesitar remedio a su pobreza. Para redimir al pobre de su pobreza repartió por millares viviendas confortables, aseguró el trabajo del obrero y lo defendió con avanzada legislación social. Su beneficencia se enderezaba a complemen­tar la justicia social No a engañar a los hambrientos para que se resignaran a la injusticia.

    Reparte lo que no es de ella -decía la oligarquía enfurecida y agrega: ¡Qué gracia.’ Hacer caridades con plata ajena. Si contáramos nosotros con los recursos de ella, haríamos lo mismo. Efec­tivamente, ella hacia caridades con plata ajena. pero con sacrificio propio. Ganó el amor del pueblo y el odio del antipueblo, no por la plata que daba, sino por el amor, por la pasión, por los pedazos de corazón que entregaba con la plata.

    Yo la vi besar al leproso, besar al tuberculoso, besar al canceroso. Yo la vi distribuir amor. El amor que redime a la limosna de la carga de injuria al pobre que la limosna sin amor lleva dentro de sí. La vi abrazarse a los harapientos y llenarse de liendres y de piojos. La vi sentirse hermana del pobre y no superior al pobre. Por más que sus riquezas, sus joyas y trapos la colocaran tan lejos de la pobreza.

    Los oligarcas ponían su orgullo en estar contra el pueblo y contra Evita. Evita ponía su orgullo en estar con el pueblo contra los oligarcas. Las damas de la sociedad no podían decir, como ella decía a cada instante: – Nosotras, las mujeres del pueblo. Porque las damas de la sociedad son las mujeres del antipueblo. Ella se jactaba de ser pueblo. Y el pueblo sabía que se jactaba con razón. Ella era pueblo. Nada más que pueblo”
     
    – Usted colaboró estrechamente con ella en la Fundación, ¿no es cierto?
     
    Sí. Lo hice a partir de mi regreso a la Argentina, a mediados de 1948. “Le dije a Evita. -El comunismo es un fracaso. Se habla del comunismo de los cristianos primitivos. Nadie tenía interés en trabajar. Es un fracaso. El capitalismo incentiva. Entonces el hombre trabaja, se esfuerza y termina explotando a los otros. Es otro fracaso. Por eso, la economía no tiene solución. Evita, hay que crear una gran Fundación. La economía individualista unida a una gran Fundación Social puede dar soluciones”

    “En la Fundación, hicimos algunas presiones y algunas vengancitas. No éramos ángeles, ni mucho menos, es cierto”

    “Más de cien religiosas y cincuenta sacerdotes servían en las obras de la Fundación. Yo era director espiritual honorariamente”

    La Fundación fue instrumento de justicia social, de elevación del indigente a la categoría de persona humana… Ninguna legislación aunque sea hecha por ángeles. logrará extirpar del todo de la sociedad las enfermedades, la injusticia. los infortunios, el desamparo. De allí la necesidad de orga­nismos como la fundación.
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    – Otra aclaración, Padre. últimamente, en el libro “Santa Evita”, de Tomás Eloy Martínez, aparece la cuestión de la candidatura a la vicepresidencia y el renunciamiento de Eva. El autor -escudándose en que se trata de una novela- lo coloca a Perón en papel siniestro enrostrándole el cáncer a Eva para trabar su posibilidad vicepresidencial. ¿Qué opinión le merece esta versión?
     
    “Supercherías, burradas. ¿Vamos a ver? Esos insultos, que querías ser esto o aquello, que hijo de p…, ¡cancerosa.’ ¡Cómo se te ocurre!… Por favor, hijo. Piense en una mujer que está por operarse que debe suponer que tiene algo grave. Piense si está en condiciones de tener ánimo para pelear una vicepresidencia. De ninguna manera. En segundo lugar, observe, para no caer en la estupidez que le digan novelescamente. Ella era infinitamente más que un vicepresidente. La vicepre­sidencia la iba a encasillar en el Congreso. Significaba renunciar a su vocación, a su destino de la Obra Social para reemplazarlo por algo para lo cual ella no estaba preparada. Y ella no tenía un pelo de tonta.

    Que internamente aparecieron algunos fuegos fatuos de esos, por la vanidad ¿sabe? Y bueno, ¿quién no lo desea? Era lógico. Pero bastaba tener dos dedos de frente y ella tenía más de cuatro para decir, no me voy a matar por esa estupidez”
    …………………………….
     
    – ¿Algún otro recuerdo sobre Evita?
     
    Sí. Quisiera que recordase esto: “El enemigo político vio en Eva Perón lo exterior, lo accidental suyo y le gritó a la cara: demagoga, resentida, odiadora, vanidosa. vengativa… Dios, en cambio, vio su interior, vio la sustancia de su ser, vio el fondo de su alma desbordando pasión de justicia hizo de ella la más célebre, la más famosa mujer de este siglo”
     
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  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo:
     
    – “Estoy redactando un escrito que daré a un conocido “postulador” romano para que incoe el proceso de beatificación de Eva Duarte de Perón.”-
    …………………..
     
    Tal vez sea:
     
    * ¡un lindo entretenimiento infantil!
     
    * pero lo cierto es que parece haber mucho infantilismo y uno más no se va a notar.
     
    * infantilismo que no solo es coyuntural (algunas veces; algunos individuos),
     
    * sino estructural (solencia y de masas).
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    * lo de Evita será “masivamente” bien recibido por los argentinos.
     
    * En el Episcopado habrá divisiones.
     
    * Pancho no lo verá nada malo. Dependerá en que página de “El Principe” ande su lectura.
     
    * Al Gobierno kircherista le vendrá como anillo al dedo.
    …………………….
     
    Por mí, que le meta Alcaina nomás; hay muchas peores cosas; ésta no es tan mala.
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • oscar varela

    ¡EVITA ETERNA EN EL ALMA DE SU PUEBLO!

    ¡EVITA, LA ABANDERADA DE LOS HUMILDES!
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    Tenía yo 15 años cuando a la hora 20:25 de un 26 de julio de 1952 EVITA ENTRA EN LA INMORTALIDAD.

    La Jerarquía eclesiástica se hacía cruces y le dolía el hígado. No podía soportar al Confesor de Evita, el Padre Benítez; por supuesto que fue y sigue ninguneado por los dueños (civiles y eclesiásticos ) de la pelota nacional.
    ………………………..
    “Yo fui el confesor de Eva Perón”
    http://evita4.marianobayona.com/fatherhb.htm
     
     
    “Yo fui el confesor de Eva Perón”. Conversaciones con el Padre Hernán Benítez. Norberto Galasso. Homo Sapiens Ediciones, Rosario, Argentina, 1999. 78 páginas.
     
    En su casita de la localidad de Florida, rodeado de un busto de Evita, una lámina de Carlos Marx y un óleo del Che Guevara, el Padre Hernán Benítez conversó durante largos atardeceres con el ensayista Norberto Galasso. Allí opinó sobre cristianismo, socialismo, peronismo y tantas cosas más, entre las cuales no faltó el diálogo sobre la duda, la angustia y la muerte.
     
    Este libro recoge ese testimonio valiosísimo de este singular sacerdote que falleció el 22 de abril de 1996, dejando el recuerdo de una vida intensísima, de permanente compromiso con Cristo, con su pueblo y con la historia.
     
    Benítez estuvo muy cerca de Perón y de Eva Perón entre 1943 y 1955 especialmente de Evita de quien fue confesor y asesor en la Fundación Eva Perón.
     
    Participó luego en la resistencia peronista impulsando el periódico Rebeldía. Al mismo tiempo, fue un precursor de la nueva Iglesia y del diálogo entre católicos y marxistas, mucho antes de que lo propusiese Juan XXIII.
     
    Se trata de un diálogo apasionado entre dos argentinos profundamente comprometidos con el destino de su pueblo, no siempre coincidentes, donde más de una vez salta la filosa ironía o estalla la carcajada, en el clima fraternal de quienes se saben del “mismo lado” popular. Constituye por esto una riquísima enseñanza sobre nuestra historia y nuestra política, resultando insoslayable para todos aquellos que bucean angustiosamente en busca de las grandes verdades argentinas.
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    ¡Vamos todavía! – Oscar.