(Las pequeñas hazañas de uno se consideran grandes. Las grandes del otro, pequeñas)
Los Fasti delimitaban el calendario de la Roma senatorial señalando los días de fiestas, los de tribunales y los días de circo. Cuidaba el calendario de no confundir los días de tribunales con los de circo. No estamos en Roma y por eso ahora se confunden. Estamos en precampaña electoral al Parlamento Europeo.
Guardias civiles armados han ido a las Cortes Generales a llevar un misterioso sobre cerrado por orden de una jueza de instrucción que demuestra así desconocer los procedimientos y el respeto debido a las instituciones donde reside la soberanía nacional, al tratar de convertir a los presidentes de ambas Cámaras en agentes judiciales de su juzgado.
Guardias civiles fueron con el general Pavía y Rodríguez de Alburquerque el 3 de enero de 1874 a las mismas Cortes, las cuales disolvió por la fuerza de las armas.
El general olvido los procedimientos y el respeto a los representantes del pueblo español. La jueza de instrucción también. Los guardias civiles tienen cierta propensión a ir a las Cortes. Ya fueron con Tejero, por cierto. Sería conveniente que en las oposiciones al Benemérito Instituto se les hiciera aprender a los aspirantes a guardias a qué sitios no deben ir, ni deben visitar y menos armados.
Los andaluces llamamos soldaditos de Pavía a las tajadas de bacalao rebozado y frito. Un frito rebozado es enviar guardias civiles armados a las Cortes para que los presidentes de sus Cámaras se transformen en ujieres y, de paso, soslayar la autoridad del Tribunal Supremo. Según el Diccinario de la RAE (vigésima primera edición) echar por las de Pavía es hablar o responder con alteración, despecho o descomedimiento.
Nos ha recordado hace unos días un libanés autor dramático, Wajdi Mouawad, que para los griegos el idiota era el que no se preocupaba de los asuntos públicos y solo pensaba en sí mismo.
Sócrates le pregunta a Menón cuál es la virtud específica del hombre y Menón responde:
“La virtud del hombre consiste en su experiencia por administrar los asuntos del Estado y a través de su administración, hacer bien a sus amigos y mal a sus enemigos, teniendo a su vez cuidado en que no le suceda a él lo mismo”.
(Platón. “Diálogos con Menón”).
Horacio, Odas, II, iii, sabiamente escribió: “Aequam memento rebus in arduis servare mentem” (recuerda conservar la mente serena en los momentos difíciles).
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