Me he impuesto, por deber profesional, seguir el domingo la magna ceremonia en la plaza de San Pedro. Intentaré hacerlo a través del Centro Televisivo Vaticano, sin comentarista alguno, lo más directo posible. Este evento lo señalé en un escrito anterior como prueba del algodón para ver la capacidad del papa Francisco para hacer cambios significativos en la cúspide de la Iglesia Católica. El hecho de haber aceptado la canonización de Francisco pero a condición que le acompañase Juan XXIII (ha sentado muy mal en la curia: Sandro Magister le tacha de dictador) no me parece en principio acertada decisión. Ha llenado este día de más confusión. Quiero estar atento a palabras y detalles. A posteriori continuaremos juzgando. Pero entretanto, para que no quede hoy sin nada esta columna, reproduzco un escrito de un gran teólogo de la liberación brasileño, Marcelo Barros, abad benedictino, que fue secretario de Hélder Camara, de quien reproduce un recuerdo muy actual: su carta a Pablo VI y la respuesta recibida a través del Cardenal Villot. Ahí está la cuestión: ¿estamos o no en tiempos del Evangelio? ¿A qué “huele” esa multitudinaria ceremonia del domingo en Roma? AD.
El Papa Francisco y la Teología de la Liberación
Marcelo Barros. Artículo tomado de un opúsculo colectivo, publicado en ALAI, que tiene por título general ‘El Papa Francisco y los signos de los tiempos’ (Febrero2014)
Desde que Francisco fue escogido como obispo de Roma, el tema de la Teología de la Liberación ha regresado, cuando se habla del Vaticano y de las posiciones del Papa. En setiembre de 2013, el Papa recibió en su casa a Gustavo Gutiérrez y en Italia salió al público el libro escrito por Gustavo conjuntamente con el ahora Cardenal Muller, actual Presidente de la Congregación de la Doctrina de la Fe[1].
De hecho, quienes hacen Teología de la Liberación han afirmado que lo más importante no es ésta sino el mismo proceso social y político de liberación, hoy cada vez más necesario y urgente en todos los continentes[2]. Por tanto, no se trata de saber si el Papa adhirió a la Teología de la Liberación. Lo importante es ver que él ha sido sensible y atento a los problemas que esa teología ha denunciado y señalado en todo el mundo. Y es lo que el Papa ha hecho, tanto en sus discursos y entrevistas, en su viaje a Lampedusa para prestar su solidaridad a los migrantes perseguidos, como en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (n. 53-60).
El 5 de diciembre, la Academia de Ciencias del Vaticano, a pedido del Papa Francisco, invitó a representantes de movimientos sociales de todo el mundo para analizar el reto de una economía de exclusión y de cómo podemos hacerle frente.
Quienes han acompañado los discursos claros y contundentes del Papa tienen la impresión de que él pudo haber seguido el movimiento más reciente de la Teología de la Liberación que se manifestó no solamente latinoamericana, sino también internacional. Hasta hoy, en el marco de los Foros Sociales Mundiales, se han realizado cuatro Foros Mundiales sobre Teología y Liberación, contando con la participación de teólogos/as de Europa, Norte América, África y Asia, además de los compañeros/as involucrados en la preparación y coordinación desde Porto Alegre, Brasil[3].
La actualidad del Evangelio
La simple y simpática presencia del Papa Francisco y las posiciones que ha tomado me recuerda un episodio que acompañé, hace poco menos de 50 años, como secretario y consejero de Mons. Hélder Câmara, entonces Arzobispo de Olinda y Recife. Tenemos en los archivos del Arzobispo una carta personal que envió (1966) a su amigo de tantos años, el Papa Pablo VI. En su carta, este obispo profeta proponía al Papa un gesto profético. El Papa debería renunciar a ser Jefe de Estado para volver a ser solamente obispo de Roma y, como tal, pastor de la unidad de las Iglesias. Y para significar eso, según esa carta, el Papa debería pasar el Vaticano a la ONU y mudarse a San Juan de Letrán, primera residencia de los obispos de Roma.
Pocas semanas después, el arzobispo de Recife recibió una correspondencia del Vaticano. En la carta, el Cardinal Villot, Secretario de Estado, afirmaba: “El Santo Padre agradece su carta, pero le recuerda que no estamos más en los tiempos del Evangelio”. Mons. Hélder quedó triste con esa respuesta del Vaticano. Si estuviera vivo ahora, ciertamente estaría feliz y diría: finalmente, después de Juan XXIII, tenemos en el Vaticano un cristiano que cree y expresa públicamente la actualidad del Evangelio de Jesús. Vivimos en los tiempos del Evangelio. Incluso si, por el momento, el Papa no pueda mudarse a San Juan de Letrán, o piense que no debe renunciar a ser Jefe de Estado, ya señala de que percibe las contradicciones que existen en la realidad actual y revela una libertad interior que va en la dirección a la cual el Evangelio llama.
El obispo de Roma
En marzo, durante el último cónclave, un periodista brasileño me preguntó cómo veía yo la posibilidad de un papa brasileño. Le respondí que no quería. Prefería un papa italiano, que fuera obispo de Roma y respetara la autonomía y la eclesialidad propia de las iglesias locales. Cuando quedó claro que el escogido era Bergoglio, me di cuenta que, en la actual realidad eclesial, la elección de Francisco había sido una bendición divina. Yo no deseaba un Papa de la Teología de la Liberación, sino uno que acepte convivir con el pluralismo del mundo y de las iglesias. Por eso me parece un buen signo que, desde el inicio, el Papa actual ha dado al mundo.
En general, los periodistas han llamado la atención respecto a la simplicidad con la cual él se presenta y cómo afronta con sinceridad las complejas cuestiones morales e institucionales. Yo pienso que la decisión más valiente que ha tomado es, desde el primero momento de su elección, presentarse siempre como “obispo de Roma”. Teológicamente, eso me parece más importante y transformador que sus posiciones éticas y teológicas, porque eso permite que la Iglesia vuelva a respetar la diversidad de disciplinas, de liturgias e incluso de teologías en los diversos continentes y realidades locales.
Como obispo de Roma y primado de la unidad de las Iglesias, el Papa retoma la eclesiología del Concilio Vaticano II en su propósito de valorizar las iglesias locales (particulares). Y al insistir que sacerdotes y obispos vuelvan a la base y busquen servir a las periferias, Francisco retoma la doctrina de la 2ª Asamblea de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968) que proponía: “Una Iglesia servidora y pascual, comprometida con la liberación de todo ser humano y de cada persona en su integridad” (Med. 5, 15). Ahí está la base profunda de la Teología de la Liberación que se expande hacia afuera de la misma teología. Para mí, lo importante fue que Francisco abrió el diálogo con toda la teología, cualquiera que fuera, porque los dos Papas anteriores solo aceptaban teólogos de la corte. En la Iglesia ya no había más espacio para una teología que no fuera mera repetición de encíclicas y documentos oficiales.
En el protagonismo del Papa Francisco, hay un problema. Si la simpatía de un Papa carismático hace parecer positiva una estructura que en sí es mala y tiene que cambiar (la estructura actual del papado con su visión de Cristiandad), él no haría bien al conjunto de la Iglesia[4]. La figura de ese Papa comunicativo y sencillo es buena ahora para crear otro clima y posibilitar cambios en las iglesias locales, pero es fundamental que no quede centrado en el Vaticano.
Interpelación a la Teología de la Liberación
Es posible ver en las palabras y gestos del Papa signos de aprobación de la Teología de la Liberación, pero lo más urgente es discernir lo que Francisco nos dice que puede servir de llamado a una revitalización de la Teología de la Liberación. Sin duda, sus advertencias para que toda la iglesia jerárquica no pierda el contacto con las bases y, al contrario, vivamos una nueva inserción, es muy importante y útil para todos/as los/as que hacen una teología comprometida y desde la práctica. Lamentablemente, en las últimas décadas, la tentación del academicismo ha amenazado a sectores antes muy comprometidos con los movimientos de base. Es necesario volver a eso, sea para apoyar la reforma eclesial propuesta por el Papa, sea para dar nueva vitalidad a nuestra teología.
En los años 70 e inicios de los años 80, algunos compañeros/as buscaban dialogar e insertarse en los sectores sociales que intentaban cambiar el mundo. Hoy, desde el inicio de este siglo, América Latina asiste a un proceso social y político nuevo en diversos países del continente. En una de sus audiencias, el Papa hizo alusión a la integración latinoamericana. Sin duda, es un campo en el cual la Teología de la Liberación necesita entrar más y participar. El proceso bolivariano no es únicamente una cuestión de gobiernos como los de Nicolás Maduro, Rafael Correa y Evo Morales. Es más que eso. Es un proceso impulsado y sostenido por las comunidades indígenas, los movimientos populares y la participación de muchos cristianos de base. Es urgente que la Teología de la Liberación pueda participar en esto. Era la convicción de mi maestro, el padre José Comblin, quien, como teólogo, estuvo varias veces en Venezuela y hasta aceptó acompañar como observador internacional una elección presidencial. Esa intuición favorable al bolivarianismo por parte de Comblin se suma a la de pioneros como Hélder Câmara. Ya en 1965, en una de sus cartas del Concilio, el entonces arzobispo de Olinda y Recife defendía la necesidad del bolivarianismo, como descolonización de nuestros países en relación al imperio, e integración de nuestros pueblos en una Patria Grande única[5]. Hoy, más que en aquella época, esa inserción es necesaria y urgente. Pienso que, para los hermanos y hermanas que hacen Teología de la Liberación, las palabras y gestos del Papa Francisco puedan ir más allá de lo que podrían significar en sí mismos y resonar como la palabra del Ángel del Apocalipsis a la Iglesia de Éfeso: “Vuelve a tu primer amor” (Ap2, 5). Para la Biblia, el primer amor es el Éxodo y el tiempo de la lucha por la tierra en el desierto (Cf. Jr 2, 1-2; Os 2, 16-21). Para la iglesia latinoamericana, que encontró su identidad propia en Medellín, ese primer amor solo puede ser volver a la mística del reino de Dios en la inserción concreta con el pueblo que lucha por su liberación.
Marcelo Barros es monje benedictino,
teólogo y biblista. Actualmente es coordinador
latinoamericano de la Asociación Ecuménica
de Teólogos/as del Tercer Mundo (ASETT),
consejero en Brasil de las comunidades
eclesiales de base y de movimientos sociales.
Tiene 45 libros publicados en diversos
idiomas y colabora con diversas revistas
internacionales de Teología.
[1] Cf. G. GUTIERREZ y G. MULLER, Della parte dei poveri, Teologia della Liberazzione, Teologia della Chiesa, Padova, Messaggero e Bologna, EMI, 2013. Sobre esto, también se puede ver el reportaje de PAOLO RODARI, in La Repubblica, 04/ 09/ 2013.
[2] Esto ya fue señalado por L. BOFF e C. BOFF, Teologia da Libertação e Libertação da Teologia, Petrópolis, Vozes, 1982, p. 15 ss.
[3] Ver LUIZ CARLOS SUSIN, Teologia para outro mundo possível, São Paulo, Paulinas, 2006.
[4] Incluso en este pontificado, la selección de obispos en algunas diócesis del mundo ha sido muy poco democrática y pastoral. En el Vaticano, el Papa Ratzinger había reforzado dos sectores entre los cardenales de la curia: los miembros y partidarios del OPUS DEI y, de otro lado, los miembros y partidarios de la orden semi-secreta CAVALIERI DI COLOMBO, fundada en los EE.UU (1882) y que se afirma como “el brazo derecho de la Iglesia” porque anualmente da millones de dólares para obras sociales de la Iglesia. Esa orden que parece una masonería tiene mucho poder en el Vaticano y disputa puestos en la Curia Romana con el Opus Dei.
Recientemente, el Papa Francisco nombró doce miembros para la poderosa Congregación de los Obispos, responsable de proponer al Papa el nombre de los candidatos al episcopado en todo el mundo. El responsable por ese organismo de la curia y hombre de confianza del papa Francisco es el cardenal canadiense Marc Ouellet, muy ligado a los Cavalieri. El arzobispo de Washington, Donald Williams Wuerl, es miembro de los Cavalieri. El cardenal William Levada es otro Cavalieri. El cardenal suizo Kurt Koch, actual presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, es del Opus Dei. Así podríamos nombrar a muchos de los miembros de la curia y por él. ¿Qué se puede esperar de las propuestas de renovación del Papa Francisco con semejante cuadro en la Curia Romana? Sobre esto, ver ADISTA, 28 diciembre 2013, n. 46, p. 5- 6.
[5] DOM HELDER CÂMARA, Circulares Conciliares, volumen I, tomo III, 68ª Circular, Roma 16-17/
Para reflexionar desde este hilo pego lo siguiente. Gracias por vuestra paciencia.
PARÁBOLA DE LA CUERDA Y EL RÍO
Había una vez dos países. En uno corría la leche y la miel y el otro era árido, desgarrado por luchas y entristecido por inquietudes. Así pues, al primero le llamaban el país de la felicidad y al segundo el país de la desgracia. Estaban separados por un caudaloso río, ancho y peligroso. Muchos se ahogaron tratando de cruzarlo.
Un día vino un hombre que, por amor a la humanidad, dijo: “En verdad, voy a tratar de echar una cuerda que una las dos orillas del río y, si perezco en el intento, poco importa, ya que otros podrán agarrarse a la cuerda y atravesar el río con toda seguridad“.
Este hombre ejecutó su proyecto; se preparó una cuerda, fijó un extremo a un árbol e hizo un nudo corredizo al otro extremo. Y así entró en el río en medio de la corriente, luchando contra los remolinos.
En medio de los remolinos y de la espuma, unos cazadores le lanzaron unas flechas y lo hirieron de muerte, tomándolo por un animal.
En un último esfuerzo, antes de hundirse, logró atar la cuerda alrededor del tronco de un árbol. Perdió la vida, pero realizó su proyecto a pesar de la insensatez de los cazadores.
A partir de ese instante, los que fueron testigos del acontecimiento consideraron que este hombre había sido un héroe y lo adoraron diciendo: “Murió por salvarnos, es digno de nuestro amor“.
Todos le rindieron culto, pero muy pocos siguieron su ejemplo tratando de cruzar el río. Ellos pensaban: no nos ahogaremos si nos agarramos a la cuerda, pero el agua está tan fría y el río es tan caudaloso que el peligro de atravesarlo siempre es grande.
Y así, al cabo del tiempo, se olvidaron de la cuerda casi por completo. Como no se utilizaba, se fue cubriendo de algas y se le enredaron las ramas, hasta tal punto que no había ya forma de encontrarla.
Pero el culto al héroe perduró. El pueblo levantó monumentos en su memoria, cantó himnos en su honor y continuó dedicándole oraciones en recuerdo del gran amor que les había demostrado.
Después vino una segunda, una tercera y una cuarta generación. Doctores, oradores y sabios predicaron las virtudes del héroe y dijeron cómo con su muerte había salvado a los hombres; pero nunca más se volvió a hablar de la cuerda que se tendió por encima del río. Se habían olvidado de ella totalmente. Los argumentos, los discursos y las enseñanzas de los letrados acabaron por crear una enorme confusión. Cundieron las supersticiones y fueron muy pocos los que pudieron distinguir el error de la verdad.
Surgieron discusiones y pleitos. Se organizaron persecuciones contra los que conservaban aún vestigios de la verdad. La pena y la inquietud aumentaron en el país de la desgracia.
Por fin, un grupo de oradores declaró: “¿Por qué tanta disputa? Lo único que hay que hacer es adorar a nuestro héroe como un dios y creer que murió para salvarnos a todos. Y así, cuando muramos, entraremos sin ninguna dificultad en el país de la felicidad. Si nuestro cuerpo nos impide ahora atravesar el río, después de la muerte nuestra alma volará hacia la otra orilla. El amor, el poder, la valentía del héroe eran tan grandes que todo lo que pidamos a su espíritu nos será concedido; y, a cambio, nosotros le demostraremos cumplidamente nuestro amor“.
Cuando el pueblo oyó esto, sintió una inmensa alegría y cubrió de honores a los oradores diciendo: “Grande es su sabiduría, porque nos han mostrado un camino fácil. Es muy sencillo adorar, rezar y recurrir a nuestro héroe para obtener nuestra salvación en el momento de nuestra muerte. Así pues, ahora comamos, bebamos, divirtámonos y saquemos el mejor partido de nuestra estancia en este país de la desgracia“.
Mientras tanto, el espíritu de este héroe contemplaba con tristeza a sus hermanos, escuchando sus oraciones y sus súplicas. Él trataba de ayudarles diciendo: “Hijos míos, en verdad estáis equivocados. He vivido para salvaros. Mi muerte no es más que un episodio del esfuerzo que he realizado. No puedo en ningún caso ser la causa de vuestra salvación. Desgraciadamente, habéis olvidado la cuerda que lancé por encima del río entre el país de la desgracia y el de la felicidad y vine únicamente para eso. Por amor hacia vosotros, mi espíritu se encuentra presente para reconfortaros y animaros en la adversidad; pero me es totalmente imposible transportaros al otro lado del río cualesquiera que sean vuestras oraciones y súplicas“.
Pero el rumor de esas oraciones y súplicas eran tan grandes que no dejaban oír la voz de su espíritu. Así pues, se quedaron para siempre en el país de la desgracia.
Cyril SCOTT, Una visión del Nazareno, Sirio, Málaga 2000.
En el artículo “Sobre las canonizaciones”, apuntaba yo que me parecían más interesantes otras preguntas, incluyendo el preguntar quien financiaba la canonización. Pues ya tenemos algunas respuestas, que vuelven a poner en evidencia que Bergoglio se le puede aplicar muy bien lo que decía Jesús de los fariseos: “ Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican”.
Grandes bancos, 2 compañías petroleras, 1 compañía gasera y una ferroviaria las principales financiadoras de la ceremonia de canonización. La nota en español la da RT http://actualidad.rt.com/sociedad/view/126582-bancos-petroleras-patrocinio-canonizacion-papas-vaticano; siguiendo la nota original en inglés en CNBC http://www.cnbc.com/id/101616991
¿A Dios rogando y con las trasnacionales canonizando?
Leo en EL PAÍS a su habitual corresponsal Pablo Ordaz:
“(…) No fueron pocos los que se alarmaron ante la posibilidad de que bajo las formas sencillas de Jorge Mario Bergoglio se escondiera lo nunca visto: ¡Un papa rojo! Sin embargo, la canonización conjunta de Juan XXIII y Juan Pablo II, dos papas tan parecidos como la noche y el día, ha venido a demostrar que Francisco, más que ser de izquierdas, lo que tiene es mucha mano izquierda. La suficiente para, piano piano, hacer de su capa un sayo sin que nadie —ni siquiera los ultraconservadores más furibundos— pueda rasgarse las vestiduras. La de ayer en Roma fue, además de la histórica jornada de la canonización de dos papas ante la presencia de otros dos, la constatación de que Bergoglio ya es el rey absoluto de un Estado tan difícil de gobernar como el de la Ciudad del Vaticano (…)
“(…) ejemplo vivo de que la Iglesia necesita un papa fuerte. Y Francisco demostró ayer que lo es por partida triple. En primer lugar, haciendo coincidir la canonización de Karol Wojtyla —que le habían servido en bandeja y por vía de urgencia— con la de Angelo Roncalli, destinada a dormir para siempre el sueño de los justos. En segundo lugar, diseñando una ceremonia de canonización sobria para las costumbres vaticanas. De hecho, el perfil que trazó Francisco de sus predecesores santos —hombres valerosos que no se abrumaron frente a las tragedias del siglo XX— fue menos papista que el impresionante despliegue de loa mediática. Y, en tercer lugar, desatando la locura de los fieles —de los amantes del perfil conservador de Juan Pablo II y de los del aperturismo de Juan XXIII — cuando salió con el papamóvil de la plaza de San Pedro y llegó hasta el umbral mismo del castillo de Sant’ Angelo.
Una jornada en la que la Iglesia se daba un homenaje por el pasado terminó resultando una apuesta por el futuro.(…)
Enlace:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/04/27/actualidad/1398624769_819570.html
El título del artículo es capcioso en sí mismo. Estamos en tiempo de evangelio pudiera interpretarse afirmativamente en el sentido de que el Evangelio se esté realizando. Negativa o críticamente en el sentido contrario de que no se esté realizando y que sea necesario cambiar de un modo especial o aún más.
Pudiera significar, en el contexto del artículo, si estamos en tiempo de evangelio, de anuncio activo del Reino de modo comparable al evangelizar jesuano y entonces la respuesta fuera un categórico !No! aunque hay una cosa en común. El cacareado renuevo incruento del sacrificio de la cruz, no es tal, pero la matanza de Jesús si está ocurriendo de nuevo en el maridaje casi incestuoso de la jerarquía y de una buena parte de católicos no jerarcas con la injusticia social y con la explotación de la humanidad.
Todas estas defensas de Francisco carecen de sentido excepto que buscan oscurecer una realidad. Ninguna dirigencia de algún organismo corporativo y la iglesia es uno en todo sentido jurídico, etc., elige para dirigirle a alguien que amenace la existencia de dicho organismo, sino a alguien que garantice su perpetuidad. Francisco fue elegido por compinches, cofrades, y similares para perpetuar la institución como estaba y la Iglesia como estaba: Dominada por la injusticia.
Pero eso no lo libera de lo peor: Si es cierto el ritual oficialmente dado a conocer, le preguntaron si aceptaba o no el cargo y respondió afirmativamente porque cayó en la trampa de su propio pensamiento mágico y creyó que la Divinidad misma lo había elegido. No sabemos como votó, ni si votó por sí mismo (posiblemente Ratzinger si lo hizo) y por lo tanto está donde está a sabiendas.
Escribí en este sitio hace tiempo que corría el riesgo de ser mediatizado y acabar esclavo de su imagen artificialmente creada, una especie de Fotoshop no virtual. Bueno ahora debiera encontrar el modo de salir de la trampa y al menos uno de los cerrojos que se lo impedirán ya lo cerró definitivamente canonizando a Juan Pablo II, porque Juan XXII no era necesario canonizarlo (quién sabe si en el “Paraiso” uno se pueda poner iracundo al enterarse de que le empujan al borde del escenario para distraer o si mantienen notas memoriales que debieron ser destruidas.
La iglesia católica apostólica romana está clericalizada…¿quién la desclericalizará?
La i.c.a.romana está celibatizada…¿quién la descelibatizará?
La i.c.a.romana está gallardonizada y borbonizada…¿quién la desgallardonizará y la desborbonizará?
El significado individual de una persona cualquiera es prácticamente mínimo excepto cuando los medios de comunicación lo magnifican para un propósito u otro y cuando las instituciones lo manipulan en un sentido u otro.
JP II y Juan XXIII, individualmente no añaden ni quitan en realidad. Me refiero a que aún queda toda la injusticia de la “Iglesia” representada en las relaciones económicas o políticas en las que los seglares, usualmente en la sombra y fuera de la atención de los medios de comunicación porque para comprar ese silencio sirve también el dinero,
La preocupación por el testimonio de la Iglesia como aval del evangelio que pretende anunciar y por el que pretende regirse viene, sobre todo cuantitativamente hablando, debiera referirse no a los curas y monjas santos, Papas o no, sino a los seglares exclusivamente. Siempre se habla de ejemplos para la gente, pues bien, si hubiera alguien digno de señalar no fueran estos “santones” de dentro del clero de un modo u otro, sino de dentro de la cristiandad de “a pie”.
La corrupción social, política y económica, la violencia doméstica, las desigualdad en cualesquiera de sus formas, el maltrato de la naturaleza por las industrias y los negocios, esa “maleficiencia” es infinitamente más significativa que la mera malignidad de cualquier cura.
No obstante siempre será innecesario aumentar el número de modelos o ejemplos. Bastae el único, el de Jesús, sobre todo entre quienes le atribuyan condición divina en contra de su voluntad, porque al parecer él mismo quiso despojarse de ella.
Este reconocimiento a JP II que Ana cuestiona muy razonablemente es precisamente el problema: Del matrimonio y por ende, en profundidad acerca de la familia, debieran poder hablar teológica o antropológicamente solamente los concernidos o implicados. Todos tenemos una experiencia familiar pero solamente los casados pueden hablar desde la realidad empírica del mismo.
Los curas, si quieren, pueden hablar de su curato que bastante revisión que necesita y urgentemente. La soltería es un tema más universal, pero diera voz a un tercer grupo muy diverso y debieran poder hablar, teológica o antropológicamente con su propia voz. Gracias, Ana.
Francisco puso el acento en la virtud de la defensa de la familia por el hoy santo Juan Pablo II. Pues bien, yo me divorcié hace 30 años con grandes sufrimientos humanos, una decisión difícil donde las haya, muy pensada y meditada desde todo lo que suponía para mis hijas y toda la decepción de haber perdido un proyecto de vida ilusionante y comprometido. Pues bien, era la época en que el hoy santo, Juan Pablo II, estaba todo el día y todos los días con el látigo moral contra quienes nos veíamos abocadas a tomar responsablemente esta decisión. ¿Se preguntó este hombre en alguna ocasión el daño moral que añadía a quienes ya lo estábamos pasando tan requetemal? Miles y miles a quienes el hoy santo nos culpabilizaba sin preguntarse ni preguntarnos cuáles eran las razones de nuestra decisión. Personas vulnerables que deseábamos comprensión y amparo, no tanta brutalidad de parte de quien dicen es el representante de Jesús en la Tierra….
No digamos a otros aspectos familiares como el aborto, los gais y lesbianas, los anticonceptivos, etc., cristian@s responsables, fustigados a diario por este hombre tan insensible al sufrimiento humano de tantas personas y familias. ¿Y se nos dice que este hombre es un santo? Además que por otros aspectos ya denunciados en todos los medios. Es indignante!!!!
Y se quejan de la desafección hacia el cristianismo y la Iglesia por parte de la sociedad. Ay!, Francisco, abre los ojos y mira, mira y ve cuáles son las angustias de la gente, no pongas como ejemplos de santidad a quienes fueron verdugos de víctimas de distinta índole, como las víctimas de la pederastia de Maciel a quien Juan Pablo II puso como ejemplo para la juventud. Si no se enteró, mayor motivo de incompetencia y mayor demérito para no canonizarlo.
¡Gracias Rodrigo!
He leído lo que nos enviaste en tu segunda entrada, me ha gustado.
Un abrazo entrañable, yyy… siempre en camino, a ser posible sin enfados baldíos, no nos llevan a ninguna parte; tú eres un hombre curtido en luchas duras y dolorosas.
pili-mª pilar
-Me había propuesto contemplar el espectáculo hasta después de la homilía, alejando cualesquiera consideraciones que me lo hacían nada asumible al ver las dos fotos de los canonizables al mismo nivel, pero uno colgando a la derecha y otro a la izquierda de esa despampanante fachada que preside el grandioso templo, en el que se sacraliza el mer4cadeo de poderes religiosos; y la comunidad de cuerpos humanos llenando la explanada de la plaza y la via que a ella da acceso.
Y digo cuerpos, porque, estando allí, venidos desde donde tantos hermanos tienen algo en contra como su minusvaloración y la desatención de sus necesidades extremas de supervivencia, ya dice mucho del ofertorio que constituían camino del altar, empezando desde el trono papal, el presbiterio , los primeros estratos clericales o de personalidades laicas, hasta una larga clasificación humana, que a veces, por lo más alejado, mezclaba gente muy sencilla con policías que impedían el paso.
Intenté restar atención al modo formal de la canonización, sin poder evitar la solemne referencia a la Beatísima Trinidad: Padre , Hijo y Espíritu Santo como apoyo de lo que su representante había decidido y estaba ejecutando en su nombre y con su representativo poder.
En un intento, creo generoso y valiente, de actualización libre de fe, me dispuse a empezar a compartir el MEMORIAL DE JESÚS, no sin extender mi mente y amor, buscando la compañía de Jesús, vivo en la global Humanidad y en ella, entre sus más PEQUEÑ*S HERMAN*S por dondequiera que estuvieren sobre este maravilloso planeta azul.
Pedí perdón a tod*s l*s herman*s, próximos o lejanos a quienes he podido ofender, y al Padre Dios que, en ellos, ha recibido mis ofensas más o menos conscientes.
He puesto atención en el Gloria, aún en medio de tanta armonía y sosegado clamor, y me he conmovido, con los ojos cerrados, ante ese:“Quoniam Tu sólus Santus. Tu sólus Dóminus. Tu sólus Altísimus, Jésu Christe”, imaginando agradecido a toda la Humanidad, gozando en plenitud de comunión después de la muerte física, o con destino para ello, cuando nos llegue la hora.
He practicado el recuerdo del italiano y el latín en las lecturas de la Escritura y me ha venido a la mente este pensamiento: Francisco , te lo están poniendo a gusto del mejor caldo. A ver, si sólo con hacer de eco valiente y con coraje, ahora, sin necesidad de empuñar el látigo, como hizo el Maestro en aquel Templo, liberas esclavas palomas, tumbas mesas de mercadeo y poder y esparces por el suelo lo que tanto valor recibe de toda clase de mercaderes.
La Comunidad de Discípul*s de Jesús, implica inexcusablemente IGUALDAD PERSONAL EN HERMANDAD AMOROSA por encima de acumulación de propiedad de cuanto nos sobra, para que a nadie le falte, lo que, para vivir como persona, necesite.
¿Y por qué lo de la limpieza del Templo y esto de la inexcusable IGUALDAD en la eclesialidad, o asamblea discipular se ha de actualizar en ti, Francisco, como cálido e inconfundible ECO?
Pues porque, si estás ahora ahí, viéndote y contemplándote casi media Humanidad, es solo porque Jesús te recuerda: “COMO el Padre me envió, ASÍ os envío Yo a vosotros”; y en especial a ti que actualizas al PEDRO que me negó tres veces y por tres veces le exigí me confesara su humilde. y verdadero AMOR.
He visto que cogía Francisco unos folios y he empezado a sospechar de que nada habría de autentico ECO, después de que el artístico y precioso LIBRO se cerrara y fuera utilizado para trazar una cruz de bendición.
He estado a punto de apagar la tele, pero no lo he hecho por aquello de que, la esperanza es lo último que se pierde. Pero ..
Francisco ha empezado y terminado con referencias, de las que puede que ni siquiera estuviera del todo convencido, pensando lo mejor.
Refiriéndose a San Juan XXIII con la docilidad de espíritu para la bondad humana que ya, todos los que de él sabemos algo, lo teníamos y tenemos claro, aunque recordando carencia, en esa bondad, de asumir riesgo y valentía para haber derribado mesas de mercadeo curial y eclesiástico, aún a riesgo extremo de perder su vida, ahuyentando lobos, ávidos de hacer presa en el Aprisco de Jesús.
Refiriéndose a San Juan Pablo II, el recurso a declararlo papa de la Familia, sin ninguna referencia puntualizadora sobre la opinión de Jesús sobre la normalidad de la familia humana comenzando por la suya propia ( ¿Quien es mi madre y quienes son mis herman*s?), era evidente que también se salía por la tangente, con clara sensación (Respetando intenciones papales, como las de cualquier persona) de que se trataba de salir del paso como quien nada y guarda seca su ropa.
Apagué la tele, intenté actualizar mi fe en Jesús y en el Dios Padre,Hijo y Espíritu Santo que en Él y por Él se nos revelo según sus testig*s y me dije desde mi mayor intimidad y pequeñez: -A ti te corresponde ahora y siempre de cir ¡ABBÁ! confiando, e intentando, desde tus limitaciones, vivir ese NUESTRO filial compartido.
Agradezco vuestras aportaciones con las que la HERMANDAD queda más arropada para seguir esperando; pero, por ahora, no mucho más del pobre hermano Francisco.
Pablo reclamó alguna vez con palabras duras a los romanos: por culpa de ustedes el nombre de Dios es blasfemado.
Noten cómo no reprocha a quien blasfema, sino a los cristianos que con su actuar causan el odio al cristianismo
Este reproche es aplicable al obispo romano hoy.
Esto circula este domingo en México
http://www.proceso.com.mx/?p=370668
Hola querida Pili
Te diré que soporté toda la interminable comunión; observando dos cosas:
a) Bergoglio DICE que quiere una iglesia pobre para los pobres, y que supere el clericalismo; ¿por qué entonces la distribución de los asientos en este acto de Estado con ropajes religiosos no reflejó tal intención? La distribución que observé fue la siguiente: Primero, unos pocos lugares con asientos cómodos, reclinatorio y techo protector del sol, ocupados por altos dignatarios de la política y de la propia iglesia (hasta entre los cardenales hay clases, supongo); después una sección de asientos cómodos, pero sin reclinatorio ni techo protector, para cardenales y obispos; después, varias secciones muy ordenadas de asientos sencillos, sin reclinatorio ni techo protector, ocupados (en este orden) por presbíteros, religiosos varones, religiosas mujeres, y seminaristas; finalmente, una amplia sección de personas laicas, sin asientos siquiera, de pie y al rayo de sol. Y mientras veía eso, iban viniendo a la mente varios pasajes del nuevo testamento: la parábola del hijo que dijo que si iría al campo y no actuó; el pasaje en que Jesús dice de los fariseos que se siga lo que enseñan pero no se imite lo que hacen; la parábola del rico Epulón (que ahora sería, había unos asistentes ricos, bajo techo protector del sol, mientras a su lado miles soportaban la inclemencia de la primavera romana); y varios pasajes de la carta de Santiago.
b) la otra observación que hice fue a los rostros de las personas. No observé (salvo en un señor, y en dos pre-adolescentes) alegría, felicidad, sonrisas (se supone que es una fiesta, al menos eso dijo Bergoglio); los rostros eran de seriedad, dureza, eran rostros grises, cansinos, y hacia el final (completamente comprensible) hasta fastidiados. Hasta ahí llegó la “alegría del evangelio”.
Te mando un abrazo
PD bueno, confieso que hice una tercera observación. Para entretenerme en la larga comunión, me dediqué a contar cuántas personas eran capturadas por la cámara rascándose la nariz, y especialmente cuántas de ellas eran captadas con algún dedo dentro de la nariz. Fue un ejercicio divertido, siendo no bajo el número contado (cardenales incluidos). Así que verás que en mi caso no se trató de valentía 🙂
El santo despiste.
Hace unos días, en Brescia, estaban erigiendo una enorme cruz de 30 metros de altura dedicada a Juan Pablo II, el ya nuevo santo patrono protector de pederastas y machistas. Resulta que, en un momento dado, la cruz empezó a crujir y, en unos segundos, se desplomó y se cayó, con tan mala fortuna que mató a un pobre chaval de 21 años, discapacitado, que no consiguió escapar a tiempo.
Allá arriba, en los cielos, Wojtyla debía estar muy concentrado en la ceremonia de hoy, encantado de haberse conocido a sí mismo, pendiente solamente de la certificación pública de su ubicación VIP en el más allá, hasta el punto de pasar por alto el mortal instante de riesgo de ese pobre muchacho discapacitado. Y es que, un despiste, lo tiene cualquiera.
¡Qué valientes sois, poder soportar… esas celebraciones!
Solo lo puedo comprender, si es para comentar después como buena referencia al pueblo sencillo y seguidor del Proyecto de Jesús.
Para mí, no tienen ningún sentido, están fuera de toda lógica evangélica.
¡Cómo no mentir!
Si se acepta de verdad la vida que los dos han llevado hay que mentir u omitir la verdad (queda más fino) porque ambos dos.
¡¡¡N o se pueden comparar!!!
Juan XXIII comenzó un saneamiento, una reforma, que de haberla seguido, hoy estaríamos de otra manera con otro espíritu y ¡sí! estaríamos en tiempo de Evangelio para vivirlo, expandirlo, acompañarlo, compartirlo con todas las personas de:
¡¡¡Buena voluntad!!!
mª pilar
un abrazo, y buena celebración familiar
Bueno, están en la interminable comunión…
Ya corto y me voy al campo a celebrar la pascua a la valenciana, con mi familia.
Buena Pasquetta, que dicen los italianos!
Yo empecé a verla casi al final de la lectura del evangelio. La homilía se me hizo bastante sosa de contenido y me queda claro que leyendo Bergoglio pierde todo su “encanto”. Me entretuve contando cuántas personas bostezaban o de plano cabeceaban. Bergoglio da su mejor puntaje cuando no está atado al protocolo, sin duda
Rodrigo:
Lo que más me ha llamdo la atención ha sido cómo se ha escabullido de la situación.
Ni un saludo a autoridades ni a Benedicto.
Una d elas homilías más simples. Brevísimas refrencias a Juan XXIII, papa d ela docilidad al Espíritu, y a Juan Pablo II, papa de la familia.
Ha tirado agua a su molino hablando del próximo Sínodo que él pretende reforzar, con misericordia por las personas familias separadas más que con rigidez de indisolubilidad.
¿Mentiras? Pues tantas. Empezando porque lo que se ve en todo este espectáculo: es lo más contrario a la Iglesia que se describe en los hechos, donde todos los cristianos ponían sus propiedades en común… Y tantas más.
Acaba de terminar la homilía. ¿Cuántas mentiras reconociste en ella? Yo al menos tres
Estoy siguiendo la ceremonia a travé del CTV cuyo enlace puse, sin traducción ni comentarios, pero con una cámara que descubre muchos detalles. La sonrisa del Bello George recibiendo a las autoridades, Rey, Reina y Gallardón incluidos, y un parénteois para recibir y llevar a su sitio a Bendicto Ratzinger. Pero gestos y expresiones de los asistentes que dicen mucho y una enorme bandera española con el aguilucho junto al obelisco…
Mientras se canta el Gloria tras la ceremonia de la canonización, mi pensamiento va a este texto que acabo de recibir:
– Compréndame, yo necesito tener una audiencia con el Santo Padre…
– Comprenda usted que tendrá que esperar su turno, como todo el mundo.
Otra puerta vaticana se le cierra en las narices.
Desde San Salvador y con el tiempo necesario para salvar los obstáculos de las burocracias eclesiásticas, Monseñor Romero había solicitado una audiencia personal con el Papa Juan Pablo II. Y viajó a Roma con la tranquilidad de que al llegar todo estaría arreglado.
Ahora, todas sus precauciones parecen desvanecidas como humo. Los curiales le dicen no saber nada de aquella solicitud. Y él va suplicando esa audiencia por despachos y oficinas. – No puede ser -le dice a otro-, yo escribí hace tiempo y aquí tiene que estar mi carta…
– ¡El correo italiano es un desastre!
– Pero mi carta la mandé en mano con…
Otra puerta cerrada. Y al día siguiente otra más. Los curiales no quieren que se entreviste con el Papa. Y el tiempo en Roma, a donde ha ido invitado por unas monjas que celebran la beatificación de su fundador, se le acaba.
No puede regresar a San Salvador sin haber visto al Papa, sin haberle contado de todo lo que está ocurriendo allá.
– Seguiré mendigando esa audiencia -se alienta Monseñor Romero.
Es domingo. Después de misa, el Papa baja al gran salón de capacidad superlativa donde le esperan multitudes en la tradicional audiencia general. Monseñor Romero ha madrugado para lograr ponerse en primera fila. Y cuando el Papa pasa saludando, le agarra la mano y no se la suelta.
– Santo Padre -le reclama con la autoridad de los mendigos-, soy el Arzobispo de San Salvador y le suplico que me conceda una audiencia.
El Papa asiente. Por fin lo ha conseguido: al día siguiente será.
Es la primera vez que el Arzobispo de San Salvador se va a encontrar con el Papa Karol Wojtyla, que hace apenas medio año es Sumo Pontífice. Le trae, cuidadosamente seleccionados, informes de todo lo que está pasando en El Salvador para que el Papa se entere. Y como pasan tantas cosas, los informes abultan.
Monseñor Romero los trae guardados en una caja y se los muestra ansioso al Papa no más iniciar la entrevista.
– Santo Padre, ahí podrá usted leer cómo toda la campaña de calumnias contra la Iglesia y contra un servidor se organiza desde la misma casa presidencial.
No toca un papel el Papa. Ni roza el cartapacio. Tampoco pregunta nada. Sólo se queja.
– ¡Ya les he dicho que no vengan cargados con tantos papeles! Aquí no tenemos tiempo para estar leyendo tanta cosa.
Monseñor Romero se estremece, pero trata de encajar el golpe. Y lo encaja: debe haber un malentendido.
En un sobre aparte, le ha llevado también al Papa una foto de Octavio Ortiz, el sacerdote al que la guardia mató hace unos meses junto a cuatro jóvenes. La foto es un encuadre en primer plano de la cara de Octavio muerto. En el rostro aplastado por la tanqueta se desdibujan los rasgos indios y la sangre los emborrona aún más. Se aprecia bien un corte hecho con machete en el cuello.
– Yo lo conocía muy bien a Octavio, Santo Padre, y era un sacerdote cabal. Yo lo ordené y sabía de todos los trabajos en que andaba. El día aquel estaba dando un curso de evangelio a los muchachos del barrio…
Le cuenta todo al detalle. Su versión de arzobispo y la versión que esparció el gobierno.
– Mire cómo le apacharon su cara, Santo Padre.
El Papa mira fijamente la foto y no pregunta más. Mira después los empañados ojos del arzobispo Romero y mueve la mano hacia atrás, como queriéndole quitar dramatismo a la sangre relatada.
– Tan cruelmente que nos lo mataron y diciendo que era un guerrillero… -hace memoria el arzobispo.
– ¿Y acaso no lo era? -contesta frío el Pontífice.
Monseñor Romero guarda la foto de la que tanta compasión esperaba. Algo le tiembla la mano: debe haber un malentendido.
Sigue la audiencia. Sentados uno frente al otro, el Papa le da vueltas a una sola idea.
– Usted, señor arzobispo, debe de esforzarse por lograr una mejor relación con el gobierno de su país.
Monseñor Romero lo escucha y su mente vuela hacia El Salvador recordando lo que el gobierno de su país le hace al pueblo de su país. La voz del Papa lo regresa a la realidad.
– Una armonía entre usted y el gobierno salvadoreño es lo más cristiano en estos momentos de crisis.
Sigue escuchando Monseñor. Son argumentos con los que ya ha sido asaeteado en otras ocasiones por otras autoridades de la Iglesia.
– Si usted supera sus diferencias con el gobierno trabajará cristianamente por la paz.
Tanto insiste el Papa que el arzobispo decide dejar de escuchar y pide que lo escuchen. Habla tímido, pero convencido:
– Pero, Santo Padre, Cristo en el evangelio nos dijo que él no había venido a traer la paz sino la espada.
El Papa clava aceradamente sus ojos en los de Romero:
– ¡No exagere, señor arzobispo!
Y se acaban los argumentos y también la audiencia.
Todo esto me lo contó Monseñor Romero casi llorando el día 11 de mayo de 1979, en Madrid, cuando regresaba apresuradamente a su país, consternado por las noticias sobre una matanza en la Catedral de San Salvador.
Testimonio de María López Vigil, autora del libro PIEZAS PARA UN RETRATO, UCA Editores, San Salvador 1993.
Sin comentarios.
El artículo de Sandro Magister al que hace referencia la introducción de Antonio me parece que refleja perfectamente un aspecto significativo de la tragedia del catolicismo:
Si Wojtila ensombrecía la institución con el culto a su persona, ésto era criticado por una buena parte de la izquierda católica y justificado/minimizado por una buena parte de la derecha católica. Ahora que Bergoglio ensombrece la institución con el culto a su persona, ésto es criticado por una buena parte de la derecha católica y justificado/minimizado por una buena parte de la izquierda católica. Cuando en ambos casos, se trata del culto a la personalidad como reproducción de la papalotría católica.
Si Ratzinger viola las normas del proceso de canonización para acelerar la canonización de Wojtila, ésto es criticado por una buena parte de la izquierda católica y justificado/minimizado por una buena parte de la derecha católica. Ahora que Bergoglio viola las normas del proceso de canonización para acelerar la canonización de Roncalli, ésto es criticado por una buena parte de la derecha católica y justificado/minimizado por una buena parte de la izquierda católica. Cuando en ambos casos es el Papa por encima de las normas de la propia comunidad, el papa-rey, el papa- único-legislador que no es responsable ante nadie más que Dios.
Mientras los grupos renovadores católicos no superen este patrón de conducta, dificilmente se concretará una verdadera renovación católica.