Al aproximarse el primer aniversario de su elección como obispo de Roma, Francisco ha concedido una entrevista a sl Corriere della Sera, cuya traducción publicó LA NACION en forma simultánea y exclusiva. Bergoglio habla de su revolucionario primer año al frente de la Iglesia. Publicamos el texto completo.
ENTREVISTA AL PAPA FRANCISCO
Por Ferruccio de Bortoli | Corriere della sera
Un año ha transcurrido desde aquel simple buona sera que conmovió al mundo. El lapso de doce meses tan intensos no alcanza para contener la gran masa de novedades y signos profundos de la innovación pastoral de Francisco. Nos encontramos en un pequeño salón en Santa Marta. La única ventana da a un patio que abre un minúsculo ángulo de cielo azul. El Papa aparece de improviso por una puerta, con la cara distendida y sonriente. Se divierte con los varios grabadores que la ansiedad senil del periodista colocó sobre la mesa. “¿Funcionan todos? ¿Sí? Menos mal.” ¿El balance de este año? No, los balances no le gustan. “Yo sólo hago balance cada 15 días, con mi confesor.”
Santo Padre, usted cada tanto llama por teléfono a los que le piden ayuda. ¿Y algunas veces no le creen que sea usted?
Sí, ya me ha pasado. Cuando uno llama es porque tiene ganas de hablar, una pregunta que hacer, un consejo que pedir. Cuando era cura en Buenos Aires, era más fácil. Y a mí me quedó esa costumbre. Es un servicio. Me sale así. Pero es cierto que ahora no es tan fácil hacerlo, dada la cantidad de gente que me escribe.
¿Hay alguno de esos contactos que recuerde con particular afecto?
Una señora viuda de 80 años que había perdido a su hijo. Me escribió. Y ahora le pego una llamadita una vez por mes. Ella está feliz, y yo hago de cura. Me gusta.
Respecto de su relación con su predecesor, Benedicto XVI, ¿alguna vez le pidió un consejo?
Sí, el Papa emérito no es una estatua de museo. Es una institución, a la que no estábamos acostumbrados. Sesenta o setenta años atrás, la figura del obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio Vaticano II, y actualmente es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el Papa emérito. Benedicto es el primero y tal vez haya otros. No lo sabemos. Él es discreto, humilde, no quiere molestar. Lo hablamos y juntos llegamos a la conclusión de que era mejor que viera gente, que saliera y participara de la vida de la Iglesia. Una vez vino hasta acá en ocasión de la bendición de la estatua de San Miguel Arcángel, después a un almuerzo en Santa Marta, y después de Navidad le devolví la invitación a participar del consistorio, y él aceptó. Su sabiduría es un don de Dios. Algunos hubiesen querido que se retirara a una abadía benedictina muy lejos del Vaticano. Y yo pensé en los abuelos, que con su sabiduría y sus consejos le dan fuerza a la familia y no merecen terminar en una casa de retiro.
A nosotros nos parece que su modo de gobernar la Iglesia es así: usted escucha a todos y después decide solo. Un poco como el padre general de los jesuitas. ¿El Papa es un hombre solo?
Sí y no, pero entiendo lo que me quiere decir. El Papa no está solo en su trabajo porque es acompañado por el consejo de muchos. Y sería un hombre solo si decidiese sin escuchar a nadie o fingiendo que escucha. Pero hay un momento, cuando se trata de decidir, de poner la firma, en el cual queda solo con su sentido de la responsabilidad.
Usted ha innovado, ha criticado algunas actitudes del clero, ha revolucionado la curia. Con algunas resistencias y algunas oposiciones. ¿La Iglesia ya cambió como usted quería hace un año?
Yo en marzo pasado no tenía ningún proyecto para cambiar la Iglesia. No me esperaba, por decirlo de alguna manera, esta transferencia de diócesis. Empecé a gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales de las diversas congregaciones. Y en mis acciones espero contar con la inspiración del Señor. Le doy un ejemplo. Se había hablado de la situación espiritual de las personas que trabajan en la curia, y entonces empezaron a hacer retiros espirituales. Había que darles más importancia a los ejercicios espirituales anuales: todos tienen derecho a pasar cinco días de silencio y meditación, mientras que antes en la curia se escuchaban tres rezos al día y después algunos seguían trabajando.
¿La ternura y la misericordia son la esencia de su mensaje pastoral?
Y del Evangelio. Son el corazón del Evangelio. De lo contrario, no se entiende a Jesucristo, ni la ternura del Padre, que lo envía a escucharnos, a curarnos, a salvarnos.
¿Pero ese mensaje fue comprendido? Usted dijo que la “franciscomanía” no duraría mucho. ¿Hay algo de su imagen pública que no le guste?
Me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que salgo de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano… Jamás se me ocurriría. Sigmund Freud decía, si no me equivoco, que en toda idealización hay una agresión. Pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Es una persona normal.
¿Le molestó que lo acusaran de marxista , sobre todo en Estados Unidos, tras la publicación de “Evangelii Gaudium”?
Para nada. Nunca compartí la ideología marxista, porque es falsa, pero conocí a muchas personas buenas que profesaban el marxismo.
Los escándalos que perturbaron la vida de la Iglesia ya quedaron afortunadamente atrás. Sobre el delicado tema del abuso de menores, los filósofos Besancon y Scruton, entre otros, le pidieron que alce su voz contra el fanatismo y la mala fe del mundo secularizado que respeta poco a la infancia.
Quiero decir dos cosas. Los casos de abusos son tremendos porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió el camino. Y siguiendo ese camino la Iglesia avanzó mucho. Tal vez más que nadie. Las estadísticas sobre el fenómeno de la violencia contra los chicos son impresionantes, pero muestran también con claridad que la gran mayoría de los abusos provienen del entorno familiar y de la gente cercana. La Iglesia Católica es tal vez la única institución pública que se movió con transparencia y responsabilidad. Ningún otro hizo tanto. Y, sin embargo, la Iglesia es la única en ser atacada.
Usted dice que “los pobres nos evangelizan”. La atención puesta en la pobreza, la más fuerte impronta de su mensaje, es tomada por algunos observadores como una profesión del pauperismo. El Evangelio no condena la riqueza. Y Zaqueo era rico y caritativo.
El Evangelio condena el culto a la riqueza. El pauperismo es una de las interpretaciones críticas. En el Medioevo, había muchas corrientes pauperistas. San Francisco tuvo la genialidad de colocar el tema de la pobreza en el camino evangélico. Jesús dice que no se puede servir a dos amos, Dios y el dinero. Y cuando seamos juzgados al final de los tiempos (Mateo, 25), nos preguntarán por nuestra cercanía con la pobreza. La pobreza nos aleja de la idolatría y abre las puertas a la Providencia. Zaqueo entrega la mitad de sus riquezas a los pobres. Y a quienes tienen sus graneros llenos de su propio egoísmo el Señor, al final, les pedirá cuentas. Creo haber expresado bien mi pensamiento sobre la pobreza en “Evangelii Gaudium”.
Usted identifica en la globalización, sobre todo financiera, algunos de los males que sufre la humanidad. Pero la globalización sacó de la indigencia a millones de personas. Trajo esperanza, un sentimiento que no debe confundirse con el optimismo.
Es cierto, la globalización salvó de la miseria a muchas personas, pero condenó a muchas otras a morir de hambre, porque con este sistema económico se vuelve selectiva. La globalización en la que piensa la Iglesia no se parece a una esfera en la que cada punto es equidistante del centro y en la cual, por lo tanto, se pierde la particularidad de los pueblos, sino que es un poliedro, con sus diversas facetas, en el que cada pueblo conserva su propia cultura, lengua, religión, identidad. La actual globalización “esférica” económica, y sobre todo financiera, produce un pensamiento único, un pensamiento débil. Y en su centro ya no está la persona humana, sólo el dinero.
El tema de la familia es central para la actividad del consejo de los ocho cardenales. Desde la exhortación “Familiaris Consortio”, de Juan Pablo II, muchas cosas cambiaron. Se esperan grandes novedades. Y usted dijo que a los divorciados no hay que condenarlos, hay que ayudarlos.
Es un largo camino que la Iglesia debe completar. Un proceso que quiere el Señor. Tres meses después de mi elección, me fueron sometidos los temas para el sínodo, y nos propusimos discutir sobre cuál es el aporte de Jesús al hombre contemporáneo. Pero al final, gradualmente -que para mí es un signo de la voluntad de Dios-, se decidió discutir sobre la familia, que atraviesa una crisis muy seria. Es difícil formar una familia. Los jóvenes ya no se casan. Hay muchas familias separadas, cuyo proyecto de vida común fracasó. Los hijos sufren mucho. Y nosotros tenemos que dar una respuesta. Pero para eso hay que reflexionar mucho y en profundidad. Es eso lo que están haciendo el consistorio y el sínodo. Hay que evitar quedarse en la superficie del tema. La tentación de resolver los problemas desde la casuística es un error, una simplificación de cosas profundas. Es lo que hacían los fariseos: una teología muy superficial. Y es a la luz de esa reflexión profunda que podrán afrontarse seriamente las situaciones particulares, también la de los divorciados.
¿Por qué el informe del cardenal Walter Kasper en el último consistorio (un abismo entre la doctrina sobre matrimonio y familia y la vida real de muchos cristianos) generó tanta división entre los purpurados? ¿Cree que la Iglesia podrá recorrer esos dos años de fatigoso camino para llegar a un consenso amplio y sereno?
El cardenal Kasper hizo una hermosa y profunda presentación, que muy pronto será publicada en alemán, en la que aborda cinco puntos, el quinto de los cuales es el de las segundas nupcias. Más me hubiese preocupado que en el consistorio no se desatara una discusión intensa, porque no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron puntos de vista diferentes, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco.
En un pasado reciente, era habitual referirse a “valores no negociables”, sobre todo en cuestiones de bioética y de moral sexual. Usted no ha usado esa fórmula. ¿Esa elección es señal de un estilo menos preceptivo y más respetuoso de la conciencia individual?
Nunca entendí la expresión “valores no negociables”. Los valores son valores y basta. No puedo decir cuál de los dedos de la mano es más útil que el resto, así que no entiendo en qué sentido podría haber valores negociables. Lo que tenía para decir sobre el tema de la vida lo he dejado por escrito en “Evangelii Gaudium”.
Muchos países regularon la unión civil. Es un camino que la Iglesia puede comprender, pero ¿hasta qué punto?
El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar la unión civil para regular diversas situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como, por ejemplo, la obra social. Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad.
¿Cómo será promovido el rol de la mujer dentro de la Iglesia?
Tampoco en esto ayuda la casuística. Es verdad que la mujer puede y debe estar más presente en los puestos de decisión de la Iglesia. Pero a esto yo lo llamaría una promoción de tipo funcional. Y sólo con eso no se avanza demasiado. Más bien hay que pensar que la Iglesia lleva el artículo femenino, “la”: es femenina desde su origen. El teólogo Urs von Balthasar trabajó mucho sobre este tema: el principio mariano guía a la Iglesia de la mano del principio petrino. La Virgen es más importante que cualquier obispo y que cualquiera de los apóstoles. La profundización teologal ya está en marcha. El cardenal Rylko, junto al Consejo de los Laicos, está trabajando en esta dirección con muchas mujeres expertas.
Medio siglo después de la encíclica “Humanae Vitae”, de Pablo VI, ¿puede la Iglesia retomar el tema del control de la natalidad?
Todo depende de cómo sea interpretado el texto de “Humanae Vitae”. El propio Pablo VI, hacia el final, recomendaba a los confesores mucha misericordia y atención a las situaciones concretas. Pero su genialidad fue profética, pues tuvo el coraje de ir contra la mayoría, de defender la disciplina moral, de aplicar un freno cultural, de oponerse al neomalthusianismo presente y futuro. El tema no es cambiar la doctrina, sino ir a fondo y asegurarse de que la pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona y lo que esa persona puede hacer. También de eso se discutirá en los preliminares del sínodo.
La ciencia evoluciona y redibuja los confines de la vida. ¿Tiene sentido prolongar la vida en estado vegetativo? ¿El testamento biológico podría ser una solución?
No soy un especialista en argumentos bioéticos, y temo equivocarme en mis palabras. La doctrina tradicional de la Iglesia dice que nadie está obligado a usar métodos extraordinarios cuando alguien está en su fase terminal. Pastoralmente, en estos casos, yo siempre he aconsejado los cuidados paliativos. En casos más específicos, de ser necesario, conviene recurrir al consejo de los especialistas.
¿Siente nostalgia de su Argentina?
La verdad es que no siento nostalgia. Querría ir a ver a mi hermana, que está enferma y es la única que queda de nosotros cinco. Me gustaría verla, pero eso no justifica un viaje a la Argentina: la llamo por teléfono y con eso alcanza. No tengo pensado ir antes de 2016, porque en América latina ya estuve cuando fui a Río. Ahora tengo que ir a Tierra Santa, a Asia y después a África.
Hace poco tuvo que renovar su pasaporte argentino. Usted es para siempre un jefe de Estado.
Lo renové porque se vencía.
¿Su viaje a Tierra Santa conducirá al acuerdo de intercomunión con los ortodoxos que Pablo VI, hace 50 años, estuvo a punto de sellar con el patriarca Atenágoras?
Estamos todos muy ansiosos por obtener resultados “cerrados”. Pero el camino de la unidad con los ortodoxos implica sobre todo caminar y trabajar juntos. En Buenos Aires, a los cursos de catecismo venían ortodoxos diversos. Yo pasaba Navidad y el Día de Reyes con los obispos ortodoxos, que muchas veces también pedían consejo a nuestras oficinas diocesanas. No sé si será cierto lo que se cuenta de Atenágoras, que le habría propuesto a Pablo VI ir a caminar juntos y mandar a todos los teólogos a una isla a discutir entre ellos. Es un broma, pero lo importante es caminar juntos. La teología ortodoxa es muy rica.
Dentro de algunos años, la primera potencia del mundo será China, con la que el Vaticano no mantiene relaciones. El misionero Matteo Ricci era un jesuita, como usted.
Estamos cerca de China. Le envié una carta al presidente Xi Jinping cuando fue elegido, tres días después que yo. Y él me respondió. Hay contactos. Es un gran pueblo al que quiero mucho.
¿Por qué no habla nunca de Europa? ¿Qué cosa no lo convence del programa europeo?
¿Se acuerda de lo que dije sobre Asia? ¿Qué dije? [el cronista tarda en darse cuenta de que ha caído en una amable zancadilla]. ¡Nunca hablé de Asia! Ni de África ni de Europa. Sólo hablé de América latina cuando estuve en Brasil, y cuando recibí al Celam. Todavía no tuve ocasión de hablar de Europa. Ya verá.
¿Qué libro está leyendo?
?Pietro e Maddalena, de Damiano Marzotto, sobre la dimensión femenina de la Iglesia. Un libro bellísimo.
¿Y no se anima cada tanto a ver alguna película, otra de sus pasiones? La gran belleza acaba de ganar el Oscar. ¿Piensa verla?
No sé. La última película que vi fue La vida es bella, de Benigni. Y antes había visto La Strada, de Fellini. Una obra maestra. También me gustaba Wajda.
San Francisco tuvo una juventud alocada. Le pregunto, ¿alguna vez se enamoró?
En El jesuita, cuento que a los 17 años tuve una noviecita. Y también lo menciono en El cielo y la tierra, el volumen que escribí con Abraham Skorka. Y cuando estaba en el seminario, hubo una chica que me hizo perder la cabeza durante una semana.
¿Y cómo terminó, si no es indiscreción?
Ésas eran cosas de jóvenes. Las hablaba con mi confesor [gran sonrisa]
Ya querría el Papa, que es un mortal como cualquier otro, tener los poderes de Superman. -De partida no estaría nombrando en puestos claves a algunas figuras que nos ponen a todos los pelos de punta.
Lo peor sería que se creyera Superman, riesgo que corren todos los que llegan a la cumbre de organizaciones que no son colegiadas, y que encima le atribuyen al Jefe el don de la Infalibilidad, que con sus límites, es una cualidad casi de Superman.
Hola Honorio!
Periodista: ¿Le molestó que lo acusaran de marxista?
Pancho: Nunca compartí la ideología marxista, porque es falsa.
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También Perón, cuando asumió de re-viejito su tercer Gobierno, expulsó de la Plaza de Mayo a la juventud Montonera, que antes había “usado” profusamente.
Maquiavelo es un poroto que va germinando; y a veces los Alumnos “meten la patita donde no deben”
Pero Pancho se cuidó de matizar su derecha con su “dictum” de izquierda, agregó sin punto ni punto y coma, solo coma: -“pero conocí a muchas personas buenas que profesaban el marxismo.”
Si esto no es Política … la Política ¿dónde está?
Entonces, la Receta será algo así: “non calentarum largum vivirum”
También se podría agregar (viendo la “molienda” teológica:
– “El cristianismo no me molesta, porque es falso” ¿o no?
¡Vamos todavía! – Oscar.
Hola rodrigo!
Ok!
Como dice Pelaez: un Argentino maneja las dos manitas, como Perón: logra abarcar la DERECHA y la IZQUIERDA. ¡Hay que tener cuidado, son PELIGROSOS! ¿Qué le vamos a hacer, no?
Me asumo tener que ¡ir yendo así todavía! – Oscar.
Tiene razón la infalibilidad es una birria comparada con los poderes de Supermàn:visión làser,capacidad de congelación mediante soplido,posibilidad de girar la tierra para volver al pasado….Más quisiera el Papa,aunque unos poderes como los de Supermàn en manos de un argentino serían muy peligrosos para la estabilidad mundial.
Más ofensivo me parece la operación maquillaje desde el vaticano por la que ahora resulta que Los Legionarios de Cristo son la verdadera víctima de Maciel pero que como Jesús cargan sobre sí los pecados de otros para la salvación de multitudes (discurso en la clausura del Capítulo General)
Más ofensivo me parece que Bergoglio diga la iglesia católica “es tal vez la única institución pública que se movió con transparencia y responsabilidad”. Que caradura!!!! Y no hablo de la opacidad de los 40’s, 50’s 60’s… ni del pontificado de Wojtila, ni del de Ratzinger. Hablo de la opacidad impulsada desde el vaticano bajo el pontificado de Bergoglio
Más ofensivo me parece que Bergoglio insista en que “El matrimonio es entre un hombre y una mujer” y que enfoque el reconocimiento de los matrimonios entre personas del mismo sexo a sólo regular cuestiones económicas entre personas. El derecho a contraer matrimonio es un derecho humano que, en tanto cual, no puede restringirse por motivos de raza, religión, ideología, sexo NI ORIENTACIÓN SEXUAL.
Más ofensivo me parece que Bergoglio (des)enfoque la falta de equidad de género en la iglesia católica con la semántica de que el artículo previo a iglesia es “la”, por tanto la iglesia es femenina.
Pero estoy casi seguro de que habrá muchas personas que no les parezca ofensivo lo anterior, o que reconociendo que sí debería ser ofensivo, lo minimicen o hasta lo justifiquen. Cosas de estos tiempos de “primavera”
Amigo Oscar, lucho con la tentación de arriesgar un comentario porque fuera mejor escucharte sin más y no hacerte desperdiciar el tiempo aclarándote. Pero al mismo tiempo, sin desear la controversia a la cual detesto y sin tratar de contrapuntear tu propuesta, la cual respeto y deseo comprender y aprender, resulta que decido comentar.
He aquí algo de Ortega mencionado en tu comentario: “¿Qué es, hablando con precisión y lealtad, la “razón práctica”, esa razón que , a diferencia de la teorética, es “incondicionada”, absoluta, bien que válida solo para el sujeto como tal y no para las cosas de la ciencia física ni de la metafísica?” (Énfasis y subrayado mío).
¿Por qué te parece válido que Ortega definiera a la “razón práctica” sirviéndose de una comparación con su opuesto la “razón teorética”? El acto mismo de pensar cuando no se piense para algo ¿qué cosa era para Ortega? Según la definición que éste da, “la propia actividad pensante” fuera “razón práctica”, es decir pensamiento “válido solo para el sujeto como tal” mientras que el pensamiento mismo se quede inarticulado, no sea vocalizado o expresado de ninguna forma y el propósito de que dicho sujeto piense no tuviera que someterse nunca al rigor de las evidencias.
El acto mismo de pensar palabras como comúnmente se piensa, es decir, en silencio pero articulando mentalmente las ideas convierte al pensar en una especie de monólogo o de diálogo que aún no haya comenzado a ser comunicado.
El siguiente enlace a un artículo científico publicado en una revista acreditada publicada por Oxford (http://schizophreniabulletin.oxfordjournals.org/content/32/4/701.full ), ofrece evidencia de que mientras se piensa en silencio simultáneamente ocurran sub-vocalizaciones, un tema extraordinariamente debatido, al menos en los EE UU, desde hace más de treinta años, sin lograr nada más probable que lo que este artículo reporta. Esto es significativo porque si eso fuese irrebatible como parece, todo pensar está dirigido a ser comunicado más tarde o temprano y por lo tanto a ser válido o inválido en la percepción de los demás, etc.
Definir la razón práctica contraponiéndola a la teorética crea entrambas una relación, una especie de ecuación que hace a la una función de la otra, cuya constante es que el pensamiento o lo pensado sea solamente válido para el individuo “como tal” es decir aislado de todo entorno o contexto, por ejemplo, cuando piense acríticamente sin intentar re-pensarlo “como si fuera otro” (Ricoeur). Cuando aún no haya pensado críticamente y considerando la posibilidad de ser absurdo o insuficiente que son modos de pensar que comparan y contrastan y por lo tanto introducen factores ajenos, exógenos, extraños. ¿Cómo pudiera ser posible no incorporar simultáneamente lo aprendido como contrario y no hacer una determinación al respecto, no alcanzar una síntesis?
La “razón vital” fuera algo muy cercano entonces al pensar mismo, sin más. Reproduzco una de tus expresiones: “La razón práctica consiste en que el sujeto (moral) se determina a sí mismo absolutamente. Pero… ¿no es esto “nuestra vida” como tal?”
No comprendo la posibilidad de ello. Una buena parte de la vida, la de cada uno, depende de una inmensa cantidad de información exógena que es bien determinante de como cada uno se vive y que por muchos años no es seleccionada por el sujeto sino progresivamente y aún eso dentro de un cierto contexto que le ha sido completamente impuesto o dado.
Es el rollo de la libertad, éticamente hablando, la posibilidad de ser válido solo para sí mismo, que se convierte en falacia cuando hay que lidiar con la explicación del origen o la necesidad del Mal o su inevitabilidad.
Dicha posibilidad de libertad práctica “válida solo para el sujeto como tal” constituyera una falacia desde mi perspectiva (aunque no siendo filósofo…) porque no existe la libertad nada más que como idea y en cuanto es articulada o explicada más allá de su definición en “términos prácticos” o del poder hacer o deshacer específicamente esto o aquello, no puede escapar de sus efectos y por lo tanto de sus resultados, que no pudieran ser idénticos de una instancia a otra o de un individuo a otro.
Hola de nuevo y en-seguida!
Habiendo dicho ya “el firulete necesario” de una tontería, tal vez convenga decir algo más aserenado.
No recuerdo en qué Post de Atrio acerca de las relaciones entre Ratzinger y Bergoglio, hube dicho que se verificaba la transición de la RAZÓN PURA a la RAZÓN PRÁCTICA.
Las Respuestas de Pancho en esta Entrevista parecen impensables en labios ratzinguerianos ¿no? Pancho le da matraca al “trato” que es la vida concreta entre los seres humanos, que solo existen “circunstanciados” en el mundo.
En el año 1929 -mientras Heidegger daba matraca a su Ser Humano como “Dasein” siendo-en-el-mundo (in der Welt sein)- Ortega insinuaba algo muy interesante en un Artículo FILOSOFÍA PURA -Anejo a mi folleto “Kant” (OCT4) que termina así:
– “¿Qué es, hablando con precisión y lealtad, la “razón práctica”, esa razón que , a diferencia de la teorética, es “incondicionada”, absoljuta, bien que válida solo para el sujeto como tal y no para las cosas de la ciencia física ni de la metafísica?
La razón práctica consiste en que el sujeto (moral) se determina a sí mismo absolutamente. Pero … ¿no es esto “nuestra vida” como tal?
Mi vivir consiste en actitudes últimas -no parciales, espectrales, más o menos ficticias,como las actitudes sensu stricto teoréticas. Toda vida es incondicional e incondicionada.
¿Resultará ahora que bajo la especie de “razón pura” Kant descubre la razón vital?”-
Hola!
El CARGO no se cargó al hombre.
El tipo tiene “CANCHA”; de eso dcimos en Argentina que el tipo es “canchero”; y si me permite el lunfardo, recurriría a la palabra “PIOLA”.
Como si hubiera aprendido de Juan Domingo PERÓN ¿no?
¡Vamos todavía! – Oscar.