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El pueblo, motor y conductor de la historia

Honorio2La actualidad mundial, la de España y la de la iglesia están llenas de un constante toma y daca entre los distintos “poderes fácticos” que llaman y que se dedican a negociar, deliberar, decidir o consultarse sobre qué ruta debe seguir la economía, las leyes, los sistemas políticos, la vida de los ciudadanos. Todo “sin”, “pasando de”, “a espaldas” del pueblo al que representan y por el que fueron elegidos, en el peor de los casos, y quizá el más frecuente, al que han arrebatado el poder con malas artes.

Así por ejemplo hemos visto la semana pasada cómo el Papa Francisco intentaba negociar y sugerir y reclamar de los gurús de la economía mundial reunidos en Davos una política económica diferente de la que estamos padeciendo. Así acabamos de ver cómo la Conferencia episcopal española ha respaldado el proyecto del gobierno para la reforma de la de ley del aborto. Así hemos asistido perplejos a la sublevación del pueblo ucraniano contra un poder político que se emperra en hacer lo contrario de lo que reclama el pueblo. Así hemos sido testigos de la frustración de las Primaveras árabes, de las manifestaciones de Estambul, de la batalla madrileña de la Marea verde, de las luchas en torno a la sanidad en la capital del estado, o las de la enseñanza en el conjunto del estado.

Así vemos con perplejidad cómo nuestro jefe de gobierno elogia el “civismo” de los ciudadanos de a pie que se quedan en casa mientras cuatro extremistas andan por la calle manifestándose contra esto o aquello, lanzando escraches o intentando asaltar el Congreso. Y nos preguntamos por qué demonios las urnas han dado mayoría absoluta a un partido y luego la calle ha puesto patas arriba todos los proyectos de ese mismo gobierno. Y algunos nos preguntamos si aquellas votaciones reflejaron verdaderamente la voluntad del pueblo.

Así vemos cómo a través de sofisticados sistemas electorales el stablishment financiero mundial controla y falsea si hace falta la voluntad popular expresada en las urnas, y resulta que salen elegidos por no sabemos qué arte de magia los enemigos del pueblo, los programas más contrarios y opuestos a los deseos y la voluntad de ese mismo pueblo. Y lo que llamamos inocente o bobaliconamente “democracia” se torna plutocracia y tiranía de la peor estofa.

El caso es que, en pura ética social, en puro sistema democrático, en el más mínimo respeto a los sagrados derechos de la persona humana, la soberanía reside en el pueblo. Eso en el orden de la filosofía ética más elemental. Pero si descendemos al terreno de los hechos, a las leyes de la sociología que marcan y definen el devenir de la historia, a la hora de la verdad es el pueblo el que decide la suerte y la salida de todos los conflictos. No son los gobernantes, son las respuestas y las reclamaciones del pueblo las que terminan por imponerse.

En términos marxistas, la evolución de la economía y los sistemas de producción, las relaciones laborales que genera esa evolución económica, y por encima de estos condicionantes ajenos a la voluntad de la persona, la respuesta que dan las clases populares a esas condiciones económicas, son las que marcan el rumbo de la historia.

En este momento, los ideólogos del marxismo señalan que el capitalismo en su versión actual neoliberal nos conduce a un callejón sin salida, del que podríamos desembocar en una catástrofe ecológica y el riesgo de desaparición de la humanidad, o a una superación del sistema capitalista por un sistema más o menos próximo al socialismo soñado desde los orígenes de la revolución industrial, o quizá desde Espartaco y más arriba de la historia.

Pues bien, siendo las cosas así, es curioso que los que gobiernan se mantienen ciegos en esa estrategia suicida de abordar los problemas y elaborar las soluciones en un diálogo y compadreo entre ellos, y en su terco empeño de excluir del juego de deliberaciones y de acciones a emprender al gran protagonista, que es el pueblo. Y uno que canta en los actos religiosos aquello de “Pueblo de reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal”… ¿De verdad creemos lo que cantamos?¿De verdad creemos y respetamos la soberanía del pueblo?¿De verdad creemos en los derechos humanos?

De acuerdo con los principios expuestos más arriba, la preocupación de los educadores, de los gobernantes, de los que desean corregir el devenir de la historia, debería ser la de estimular a las clases populares a hacer uso de su derecho a intervenir, no solo a intervenir, sino a conducir la historia como árbitros y señores del mundo. Como pueblo SOBERANO que somos. Los gobiernos árabes deberían escuchar y aceptar la llamada de las Primaveras árabes, el gobierno de Ucrania debería obedecer la voz unánime de la calle, Madrid la de la Marea verde, el gobierno de España la de los enseñantes y estudiantes; habría que garantizar por encima de todo la limpieza en los procesos electorales, la información honesta de lo que está pasando…

Todo propósito revolucionario debería apoyarse en un primer paso de potenciar y dar protagonismo a las expresiones populares, a la participación ciudadana en los asuntos públicos.

No se puede esperar absolutamente nada de unos poderes que vienen haciendo oídos sordos a las voces del pueblo y siguen gobernando a sus espaldas y contra él. Todas las llamadas hacia ese lado son totalmente inútiles y quizá hasta contraproducentes.

¿Por qué los “maestros” de la religión católica y de otras religiones dedican todo su tiempo y energía a catequizar a los de arriba y rehúyen toda llamada al pueblo para que se organice, se eche a la calle, se rebele, se haga oír contra viento y marea?

El caso es que Jesús lo hizo exactamente así: escogió un equipo de gentes del pueblo, predicó a las gentes del pueblo, las llamó a actuar, a poner en marcha el Reino de Dios, a dar comida con lo que tenían a los 5.000 cuando la multiplicación de los panes y los peces. Y cuando se encontró con los “dirigentes” de la sociedad judía fue para abroncarlos o para llamarlos a la conversión, recogiendo aquel mensaje del Bautista: “Todo monte sea allanado, toda hondonada sea rellenada…” etc.

Sí, ya sabemos que se preocupó de curar enfermos y socorrer necesitados. Pero al mismo tiempo los llamó a todos a la rebelión contra toda injusticia.

Es justamente lo que no suelen hacer los medios eclesiásticos de moda: Cáritas, mucha caridad y beneficencia. Si repasamos los mensajes del Papa en el angelus de mediodía, veremos muchas llamadas a la resignación y la oración, y muy pocas a coger el toro por los cuernos y asumir nuestras responsabilidades de ciudadanos y hacer uso de nuestros derechos. Pero ni una palabra de estímulo a tomar las riendas de la historia. Que es creo yo el meollo del mensaje evangélico.

¿O no?

5 comentarios

  • Antonio Vicedo

    Este era el párrafo final de mi anterior comentario y se quedó fuera al trasladarlo:-
    “Porque capacidades y medios no faltan, mas bien los hay a nuestra disposición de sobra y bastaría con aprovecharlos como a humanos nos corresponde en practicas en las que se concretara nuestro mutuo amor.
    Y en la convicción de tod*s parece que permanece evidente lo de : CARGA A GUSTO, NO PESA.” Gracias
     
     
     
    .

  • Antonio Vicedo

    Que la Humanidad es mucha masa sin haber podido aún fermentar de humanismo, es una evidencia que solo aceptando la peor de las cegueras, aquella propia de quienes no quieren ver, se puede ignorar o rechazar la conclusión.
     
    Desde la falsedad inicial del valor igualitario e inalienable de todo ser humanoesa fermentación de humanismo se hace imposible o se reduce a un mero remiendo.
     
    La extensión en cantidad y calidad de falta de libertad personal, casi no se concibe el que permanezcamos inalterablemente SUJETOS RACIONALES LIBRES y RESPONSABLES  a plano global de Humanidad, nos está evidenciando que esto no procede del aprecio e imperio de la verdad, ni siquiera del intento irrenunciable de alcanzarla.
     
    La falsedad en la materia prima no la anula ni el buen troquelaje de las piezas, ni ningún ajuste de montaje.
     
    Si no hay cambio de mentalidad sobre la realidad básica de nuestro común ser humano y preferimos admitir a las personas como clasificadas en más o menos valía, la opción no es por la Libertad la Justicia Distributiva y la Paz, sino por la violencia de competencias de fuerza y poderes generadores de conflictos, carencias, sufrimientos y violencias mortales, que siempre afectan primero y mayoritariamente a los que han quedado más pequeños.
     
    Rechacemos el engaño colaboracionista de que hay que seguir caminando, si la dirección que nos hacen levar , o llevamos, no es la correcta,
     
    Hacer lo que a los poderosos  les asegura su poder, es complicidad con ellos y potenciación de la debilidad de los débiles.
     
    Querer ser más que l*s demás y acomodarnos sobre la consideración de su debilidad e inferiridad es vivir nuestra humanidad desviados de su verdadero y satisfactorio fin.
     
    Y como este desorden humano no es consecuencia de la efectividad de las leyes naturales, sino consecuencia del desvío de nuestra racionalidad hacia la falsedad y de nuestra libertad hacia la irresponsabilidad del libertinaje, o la pasividad, la posibilidad del remedio está en nuestras capacidades humanas si las orientamos y con solidaridad la fortalecemos-

  • George R Porta

    Amiga Ana:  De lo que quizás se trata es de  en efecto dejar de gastar energía con o en lo que no se puede cambiar porque la política y sus agentes son lo que son. Por otra parte como durante la resistencia en las guerras: Puede haber otra red de gentes que a su modo, el del Galileo, y en la medida de sus posibilidades haga el bien, lo bueno, lo bello, lo justo, lo verdadero, lo compoasivo y lo haga gratuitamente aceptando con la imprescindible humildad que no se puede ser ajeno o independiente de del resto, como no se pudo cargar el madero sin arañarse la piel, ni paris sin gestar por nueve meses cargando con molestias que a menudo parecen imposibles de tolerar para quien no las ha vivido (o las pueda siquiera imaginar como es mi caso por ser hombre) pero no poder negar la radiante ternura de la parturienta tan solo de sentir el llanto de su criaturita, no importa la sangre, los dolores. Algo que Mtz describio en su teología de la esperanza mejor que Moltmann, y en Hebreos 11, 27 se menciona y es frecuentemente olvidado pero es una imagen bellísima al menos para mi: “mirando como si viera al Invisible” refiriéndose a como Moisés debió contemplar la zarza que el fuego no consumía. 

    Ya sé que me pareces alguien de gran sentido común y práctico y que quizás de pura delicadeza me leas sin reír de que muchas palabras, pocos hechos, o mucho ruido y pocas nueces. Con todo lo único que no pudiera es perder tiempo con los políticos. Prefiero perderlo soñando. Un abrazo cordial   

  • George R Porta

    Amigo Cadarso: Un abrazo. Trato de dar alguna respuesta a algunas de tus preguntas:
    ¿Por qué los “maestros” de la religión católica y de otras religiones dedican todo su tiempo y energía a catequizar a los de arriba y rehúyen toda llamada al pueblo para que se organice, se eche a la calle, se rebele, se haga oír contra viento y mare
    Desafortunadamente también catequizan a los de abajo y es para inyectarles la misma medicina que a los de arriba : Sedantes.
    Si al catequizar promovieran los valores transformantes del Evangelio Jesuano perderían el sustento que les viene  como el maná, de “arriba” y tuvieran que asumir la maldición del G;enesis ganando el pan con el sudor de la frente.
    Sí, ya sabemos que se preocupó de curar enfermos y socorrer necesitados. Pero al mismo tiempo los llamó a todos a la rebelión contra toda injusticia.
    Si las sociedades  fueran Justas como reclama el evangelio  toda persona tuviera atención sanitaria a la medida de la necesidad y la medicina no fuera una industria mafiosa.
    Pero ni una palabra de estímulo a tomar las riendas de la historia. Que es creo yo el meollo del mensaje evangélico. ¿O no?
    Desde luego que aciertas. No pueden estimular la eliminación de su propio role como intermediaries. Ningún estamento social se suicida gozosamente.

  • ana rodrigo

    Después de este párrafo tuyo, querido Honorio:” No se puede esperar absolutamente nada de unos poderes que vienen haciendo oídos sordos a las voces del pueblo y siguen gobernando a sus espaldas y contra él. Todas las llamadas hacia ese lado son totalmente inútiles y quizá hasta contraproducentes.” Y ¿ahora qué? ¿Qué hacemos en un país teóricamente democrático?
     
    Éste es el gran dilema que se nos plantea cuando la decepción y el escepticismo está generalizado. Porque alguien tiene que hacerse cargo de coordinar la gobernanza del pueblo, y, los salvapatrias siempre están al acecho ante debilidad democrática. No se puede gobernar un país a golpe de “mareas” callejeras, aunque sean necesarias en momentos puntuales.