El Papa Francisco ha dicho que necesitamos una teología más profunda sobre la mujer y su misión en el mundo y en la Iglesia. Es cierto, pero él no puede desconocer que hoy existe amplia literatura teológica de la mejor calidad, hecha por mujeres en la perspectiva de las mujeres, lo que ha enriquecido enormemente nuestra experiencia de Dios.
Yo mismo me he dedicado intensamente al tema, y terminé escribiendo dos libros, El rostro materno de Dios (1989) y Femenino-Masculino (2010), este último en colaboración con la feminista Rosemarie Muraro. Entre tantas de la actualidad, resolví traer al presente a dos grandes teólogas del pasado verdaderamente innovadoras: Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) y Santa Juliana de Norwich (1342-1416).
Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179), considerada quizás la primera feminista dentro de la Iglesia, fue una mujer genial y extraordinaria no sólo para su tiempo, sino para todos los tiempos. Fue monja benedictina y maestra (Abadesa) de su convento Rupertsberg de Bingen en el Rhin, profetisa (profetessa germanica), mística, teóloga, predicadora ardiente, compositora, poeta, naturalista, médica informal, dramaturga y escritora alemana.
Es un misterio para sus biógrafos y estudiosos cómo esta mujer pudo ser todo eso en el estrecho y machista mundo medieval. En todos los ámbitos en los que actuó reveló excelencia y enorme creatividad. Muchas son sus obras, místicas, poéticas, sobre ciencia natural y sobre música. La más importante y leída hasta hoy es Sci vias Domini (Conoce los caminos del Señor).
Hildegarda era sobre todo una mujer dotada de visiones divinas. En un relato autobiográfico, dice: “Cuando yo tenía cuarenta y dos años y siete meses, los cielos se abrieron y una luz cegadora de brillo excepcional fluyó hacia dentro de mi cerebro. Y luego quemó todo mi corazón y el pecho como una llama, no quemando, sino calentando… y súbitamente comprendí el significado de las exposiciones de los libros, es decir, de los Salmos, los Evangelios y los otros libros católicos del Antiguo y del Nuevo Testamento” (véase el texto en Wikipedia, Hildegarda de Bingen, con excelente texto y literatura).
Es sorprendente cómo tenía conocimientos de cosmología, de plantas medicinales, de la física de los cuerpos y de la historia de la humanidad. La teología habla de la «ciencia infusa» como un don del Espíritu Santo. Hildegarda fue distinguida con ese don.
Desarrolló una visión curiosamente holística, enlazando siempre al ser humano con la naturaleza y el cosmos. En este contexto habla del Espíritu Santo como la energía que da viriditas a todas las cosas. Viriditas viene de verde, significa el verdor y la frescura que caracteriza a todas las cosas penetradas por el Espíritu Santo. A veces habla de la «dulzura inconmensurable del Espíritu Santo que con su gracia envuelve a todas las criaturas» (Flanagan, Hildegard of Bingen, 1998, 53). Desarrolló una imagen humanizadora de Dios pues Él rige el universo «con poder y suavidad» (mit Macht und Milde) acompañando a todos los seres con su mano cuidadosa y su mirada amorosa (cf. Fierro, N., Hildegarda of Bingen and her vision of the Feminine, 1994, 187).
Fue especialmente conocida por los métodos medicinales que desarrolló, seguidos en Austria y Alemania por algunos médicos hasta el día de hoy. Revela un conocimiento sorprendente del cuerpo humano y de qué principios activos de las hierbas medicinales son apropiados para las distintas enfermedades. Su canonización fue ratificada por Benedicto XVI en 2012.
Otra mujer notable fue Juliana de Norwich, en Inglaterra (1342-1416). Poco se sabe de su vida, si era una religiosa o una viuda laica. Lo cierto es que vivía recluida en un recinto amurallado de la iglesia de san Julián. Al cumplir 30 años tuvo una grave enfermedad que casi la llevó a la muerte. En un momento dado, tuvo durante cinco horas visiones de Jesucristo. Escribió inmediatamente un resumen de sus visiones. Y veinte años más tarde, después de haber pensado mucho sobre el significado de esas visiones, escribió una versión larga y definitiva Revelations of Divine Love (Revelaciones del Amor Divino, Londres 1952). Es el primer texto escrito por una mujer en inglés.
Sus revelaciones son sorprendentes porque están llenas de un inquebrantable optimismo, que nace del amor de Dios. Habla del amor como alegría y compasión. No entiende, como era creencia popular en la época y aún hoy en algunos grupos, las enfermedades como castigo de Dios. Para ella, las enfermedades y las pestes son oportunidades para conocer a Dios.
Ve el pecado como una especie de pedagogía mediante la cual Dios nos exige conocernos a nosotros mismos y buscar su misericordia. Dice más: detrás de lo que llamamos infierno hay una realidad más grande, siempre victoriosa, que es el amor de Dios.
Porque Jesús es misericordioso y compasivo es nuestra querida madre. Dios mismo es Padre misericordioso y Madre de infinita bondad (Revelaciones, 119).
Sólo una mujer puede usar este lenguaje de amorosidad y compasión y llamar a Dios Madre de infinita bondad. Así vemos una vez más como la voz femenina es importante para tener una concepción no patriarcal y por eso más completa de Dios y del Espíritu que recorre toda la vida y el universo.
Muchas otras mujeres podrían mencionarse aquí, como Santa Teresa de Ávila (1515-1582), Simone Weil (1909-1943), Madeleine Delbrêl (1904-1964), la Madre Teresa, y entre nosotros, Ivone Gebara y Maria Clara Bingemer, que pensaron y piensan la fe a partir de su ser femenino. Y siguen enriqueciéndonos.
Leonardo Boff escribió con Rosemarie Muraro Femenino y Masculino: Una nueva conciencia para el encuentro de las diferencias, 2002.
[Traducción de Mª José Gavito]
El arzobispo de Granada, además de podérsele adjudicar muchos calificativos, es medio (digo medio porque no fue condenado judicialmente) delincuente ya que en la navidad de 2009 dijo los siguiente: ““Matar a un niño indefenso, ¡y que lo haga su propia madre! Eso le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer porque la tragedia se la traga ella”.
Ja, ja, parece que a los Obispos les encanta decir cosas por molestar a las mujeres. Quizás sería mejor que el se casara, mantuviera a la familia con su trabajo, y viera lo que es canela en el mundo de los mortales de a pié.
A un cura chileno, muy del Opus, así intelectualizado y dogmático, crítico de literatura, un escritor le dijo en una reunión pública: ¿ Sabe que más, padrecito? Búsquese una mujer robusta, y déjese de zarandajas.
Ahí va una más del arzobispo de Granada: “El Arzobispado de Granada publica un libro que anima a la mujer a casarse y ser sumisa”. Uf!! qué fuerte
Esta es la voz que hace falta en los foros católicos y cristianos. La voz de la mujer en su realidad.
http://www.elmostrador.cl/opinion/2013/11/09/roxana-la-presidenta-cuatro-claves-para-entender-un-proyecto-de-transgresion/
Hola Ana : Comparto tu idea de que sería bueno escuchar más voces de mujeres de diversas realidades. Aquí, en este blog se escuchan voces de algunos que, creo, son homosexuales, pero en materia de género y energías, son hombres y lo único que han compartido con las mujeres es la discriminación de expresarse públicamente. Cosa que ya se está superando bastante. Pero la verdad, es que faltan más voces femeninas que cuenten sus experiencias y su verdad, sean de la orientación sexual que sean. Divorciadas, excomulgadas, repudiadas, emigrantes, agnósticas, poetisas y científicas, domésticas y barrenderas, solteras, arrejuntadas y viudas, protestantes y musulmanas, budistas , taoistas ateas. Viejas y jovenes, ricas y pobres.
Actualmente en Chile se presentó a las elecciones de presidente de la República, una mujer del pueblo, pobladora como se llaman a las okupa que en otro tiempo formaron poblaciones marginales, con una vivienda de 36 metros, con deudas hipotecarias, y diciendo verdades del porte de un buque. Una de ellas fue:” Yo no represento al Pueblo. Yo soy el Pueblo” Y nadie puede desmentirle sus experiencias, porque no son de oidas, son de verdad.
Querida Olga, aunque yo de genética no entiendo casi nada, estoy de acuerdo con esto que escribes: “Las visiones masculina pura o femenina pura limitan, son menos realista, menos innovadoras y al ser desequilibradas por falta de datos, no conducen a la armonía necesaria para la felicidad.” Por eso insisto en que la visión de la realidad vista sólo con ojo masculino, mutila de raíz la visión completa de la misma.
Gracias por tu acompañamiento, en ocasiones me veo algo sola (nunca con miedo, ojo!) ante tantos hombres, faltan más voces de mujeres. Y, lo que tengo muy claro es que cuantos más hombres haya y, ante la ausencia de mujeres, me crezco más, por responsabilidad colectiva.
Me gustaría que también tuviésemos la voz homosexuales y lesbianas y poder saber más de su visión de la realidad desde su realidad.
Dices “¿De qué mujeres hablamos?” , de todas y de cada una, pero especialmente de la mujer-persona, de la mujer mutilada en su ser persona por imposición machista, de la mujer inteligente, de la mujer sin estudios pero sabia, de la mujer sumisa, de la mujer fuerte, de la mujer explotada, de la mujer científica, de la niña a la que no le permiten ir a la escuela, a la que casan con un hombre mayor y nunca conocerá el amor, de la mujer teóloga, de la mujer silenciada, de la mujer objeto, de la mujer prostituida, de la mujer objeto de compra-venta…. Uf, ¡cuántos rostros de mujer me vienen a la mente y al corazón.
Y, como el objeto de este hilo no es el de cada mujer o el problema de la mujer en general, ahondemos algo más en la teología feminista y el desprecio que hace la ortodoxia a la hora de oficializar solamente lo que procede de los sesudos teólogos y hombres a los que Dios le comunica su voluntad. ¡Casi da vergüenza verbalizar tal aberración!
Ya sé que alguien me recordará a alguna santa y hasta doctora de la Iglesia, eso sí, reconocida así varios cientos de años después. Yo hablo de la mujer teóloga de hoy. Una iglesia que siempre ha estado incardinada en la sociedad de cada época, no se entera que en esta época hay mujeres que tienen mucho que decir y tienen derecho a ser escuchadas.
Hola, Oscar, son muchas las preguntas que me formulas, y algunas que, como tú, ando en busca de respuestas.
Las dos primeras, me son muy fáciles: me duele el silencio de mujeres que teniendo cosas que decir, guarden silencio, aunque comprendo las muchas razones personales que tengan para no hacerlo y las animo a que no se callen.
Y, en la misma medida, me duele que no se escuche a las que hablan, y dicen muchas cosas interesantes.
Me duele la inseguridad que muchas mujeres tienen al hablar porque creen que su opinión y su sabiduría, no tienen valor.
Me duele que haya mujeres que lo dejan todo en manos ajenas.
Me duele aquell@s que valoran más lo que dice un hombre que lo que dice una mujer, aunque ambos digan lo mismo.
Me duele que alguien, cuando ve un titular con nombre de mujer como conferenciante o como articulista, etc., se eche atrás, y, si, a la que le ocurre esto, es mujer aún me duele más.
Me duele que haya tantas mujeres que se sienten castradas por una tradición en que creen que, como en tiempo de Jesús, el testimonio de una mujer no tiene crédito alguno, y me gusta que Jesús le confiase a mujeres su gran hazaña, la resurrección, sea lo que fuese dicha resurrección, para el discipulado fue lo más importante de su fe.
El listado de dolores por esta razón es tan grande que no nos queda otra opción que seguir pasito a pasito caminando, porque queda mucho por hacer.
El lenguaje es lo que, a diferencia de los animales, nos permite interpretar la realidad, si esta interpretación, como es el caso de la teología, sólo la hacen los hombres, nos fallará algo esencial, la interpretación del 51% de la población mundial. Que no tiene porqué ser ni mejor ni peor, sencillamente, es que su silencio nos deja a oscuras nuevas visiones de esa realidad.
Los chinos cuando hablan del Tao, que es lo que existe, como fundamento para entender la realidad, hablan de dos energías : La femenina o Yin, la masculina o Yang, que no pueden existir una sin la otra y la sanidad de cualquier organismo depende del flujo armónico de ambas energías. Los géneros humanos, masculino y femenino, son solo símbolos de estas energías, no identificaciones. Ambos poseen ambas energías y pueden usarlas o aprender a usarlas según sea la ocasión. Por su configuración quizás, los hombres encarnan mejor la energía yang, y las mujeres la yin, pero la armonía está en el juego y en el uso de ambas y el discernimiento para usarlas según la ocasión.
Yo no se hebreo, pero cuando el Génesis dice “Hagamos al HOMBRE a nuestra imagen y semejanza” usó el termino “macho” o el término equivalente a “ser humano” como individuo de la especie, o no había diferencia entre ambos en hebreo?
Nuestra visión actual es que la especie es indivisible, pero la constitución básica en término de células, los ladrillos que nos componen y su capacidad de sobrevivir,la da la madre. Ycualquier variación que tenga la madre en la genética de sus células se transmite a ambos hijos y es trazable.
La división en macho y hembra se produce en la naturaleza para incorporar novedades genéticas en los organismos pluricelulares, con un campo mayor de probabilidades.
Y así como la naturaleza juega en forma probabilística con los genes del padre y de la madre para un mejor avance del organismo en capacidades y estrategias de supervivencia, también las organizaciones culturales al permitir la interacción de energías de machos y hembras, se enriquecen en el tiempo, y pueden llegar a conclusiones más humanas que satisfagan la armonía de ambas energías.
Las visiones masculina pura o femenina pura limitan, son menos realista, menos innovadoras y al ser desequilibradas por falta de datos, no conducen a la armonía necesaria para la felicidad.
Hola ana!
Te leo:
– “¡¡¡Ya es hora de escuchar a las mujeres!!!”-
Ok! De acuerdo!
Te pregunto:
1.- ¿Cómo compaginas tu solicitud de –¡¡¡Ya es hora de escuchar a las mujeres!!!-
Con tu también frecuente observación de que –¡¡¡las mujeres no escriben!!!-
Y ahí te ves andando solita por entre los hombres?
2.- ¿Has escuchado la Radio en la que Ortega está hablando? ¿No te has dado cuenta que a cada paso se disculpa por lo que no sabe más que por lo que sabe, pero sin embargo arriesga en afán de comprender?
Me pregunto:
* ¿De qué “mujeres” estamos hablando?
* ¿No hay un “escamoteo” al “dar por consabido” eso que decimos al nombrar “mujer”?
…………..
Lo de George es lo que me enseña Olguita.
Es pura y clara Biología.
………….
La fórmula del “escuchar” es “oír + esfuerzo”,
y empieza por “prestar atención al decir del otro”.
……………
¡Voy todavía! – Oscar.
Pienso que en este tema no debemos andar por las ramas debatiendo sobre el sexo de los ángeles, las mujeres no somos ángeles. A George no le entiendo nada, a Oscar tampoco le he entendido con sus destilados de Ortega, si no fuese por su pregunta sobre qué es una mujer. Lo que somos las mujeres por un lado y los hombres, por otro, tiene dos pilares fundamentales, uno el genético y otro el rol adjudicado a lo largo de los siglos.
Pero esto sería insignificante si olvidamos que tanto mujeres como hombres somos personas con capacidad para el bien o para el mal al igual. Y, no debemos olvidar a homosexuales y lesbianas, personas al igual que l@s hetero, con determinantes más masculinos o más femeninos que les hacer ser en la vida. Ni unos, ni otras ni el tercer género somos más misterio que el que queramos adjudicarles.
Idealizar a la mujer desde los hombres (cosa frecuente, no sé por qué las mujeres necesitamos idealizaciones genéricas), es una cortina de humo para no afrontar el tema de sus derechos a ser personas y acceder a las mismas oportunidades que los hombres.
La historia ha sido cosa de hombres y de mujeres, pero el relato ha sido de ellos, a las mujeres se las ha tapado la boca, en todos los campos, y, también, en la teología.
Las religiones has sido cosa de hombres, los dioses todos son masculinos, con atributos de hombres: poder, dominio, exigiendo siervos y siervas “del señor”, es decir a su imagen y semejanza. Es evidente que la teología también se haya construido desde patrones masculinos. Y ¡ahí estamos”, erre que erre, la teología feminista está arrinconada, despreciada y menospreciada, y, seguimos con Dios Padre en el mejor de los casos, y con el Dios extraído por hombres de los textos escritos en su nombre como revelación hecha a hombres. ¡¡¡Ya es hora de escuchar a las mujeres!!!
Rita Nakashima Brock, la teóloga feminista ha protestado de que un Dios encarnado en varón no sea acceptable, hablando de Jesús, pero se equivoca la genética sugiere que de las dos formas del genoma humano la que contiene el genoma típico, primario, es ;a forma femenina lo que no resta significación a la forma masculine. Esta es la única capaz de perpetuar el género varonil. Pero la forma femenina que contiene la pareja cromosómica XX es la única que en su cromosoma X primario puede asegurar la plantilla de la condición humana porque es capaz de rectificarse y el hombre solamente recibe la mitad del cromosoma X secundario de la madre que no es capaz de rectificarse si resulta diferente de lo necesario. Si esto lo hubiese sabido el autor bíblico Adán hubiese salido de la Costilla de Eva y los hombres nos hubiésemos enterados de que parezca de que seamos mujeres incompletas a los que nos falta información genética crucial, bueno, la historia quizás hubiese sido muy diferente. Por eso es solamente bueno que el hombre ame a la mujer con pasiónn y sin miedos y sin afán dominador y que se realice en amarla dejando que ella sea totalmente quien sea y quizás la pareja no tuviera que ser un espacio de competencia por el poder sino un espacio de solidaridad para la una o el uno servir al otro o la otra con gusto y con la mayor esperanza sin afan de apropriación o de dominio o de sometimiento o de propiedad que nada de eso es necesario en el territorio del amor.
Hay una diferencia que justifica el título del artículo pero cualquier teología de la mujer es viciada. La teología es teología por la mujer solamente para poder ser auténtica. Por mucho que me revise solamente se me mueven dentro las heces fecales y la orina y ni nguna de las dos cosas las quiero retener y ambas las quiero expulsar con asco. Cómo imaginar la vida dentro de mi que me da pataditas suaves y que crece y crece y un día rompe la fuente y puja y sale a la luz. Los hombre sno podemos entender el misterio de la maternidad y esa pudiera ser la clave para entender la divinidad la de ser origen y espacio de la vida. Un amigo me ha dicho que encuentra ilógico jugar con los primeros verosos del prológo del evangelio Juan pero yo soy ignorante y puedo corer ese riesgo de ser hereje sin proponérmelo y sin saberlo y juego con el texto joánico y me fascina la belleza que haya en imaginar que todo surje de este viente spiritual que pueda ser llamado Dios y que la vida que surja de él sea realmente Vivir “in eternum”, en el mismo presente continuo en el que se atribuye la promesa a Jesús en Mateo 28, 20.
Hola!
Alguien -con toda razón del mundo- podría preguntarme:
Pero acá se trata de “la teología hecha por mujeres” ¿dónde está?
Bueno, lo que yo trato de evitar es “dar por supuesto” un saber de que sepa realmente eso de “ser mujer“.
Creo que Leonardo da por obvio el Asunto que yo me planteo porque está en su título.
Así es como ¡Voy todavía! – Oscar.
Hola!
Se trata de la MUJER.
Ok! Pero ¿DE QUÉ MUJER?
……………
LA CRIOLLA latinoamericana:
(continación)
Cuarta cualidad de la Criolla: LA MOLICIE
La criolla es muelle. Yo no sé si transmitirles lo que con esta palabra pienso es muy fácil o es muy difícil. ¡A mí me parece tan evidente que con una ligerísima insinuación debía bastar! Imaginen ustedes un objeto provisto de infinitos minúsculos muelles, con fina y enérgica elasticidad. Al apoyarnos en él, los muelles ceden —¡qué suavidad!— es un grato caer, pero como tienen elástico vigor, reaccionan y nos levantan, nos devuelven a nosotros mismos librándonos de nuestro peso —es casi volar— y juntas ambas cosas son más bien mecerse.
Esto es la molicie de la criolla y es la calidad que nos impide librarnos de ella. Porque no es blanda con blandicie inerte —sino muelle, elástica.
En parangón con ella toda otra mujer o es un poco dura —de talla, de piedra— o es francamente etérea, espiritada, irreal, fantasmática. Ésta puede tener su encanto, pero un encanto con los mismos adjetivos —también etéreo, irreal y fantasmático.
La criolla ni es dura ni etérea —sino ese venturoso justo medio, que es lo muelle.
Es muelle su cuerpo, lo son sus movimientos: es muelle su voz —se mece uno en su voz— ¡ay, la voz de la criolla!, hecha con el reposo y el silencio de las estancias y de los ranchos.
Existe un hai-kai que es el poema más sencillo del mundo y que me parece maravilloso.
Imaginen ustedes un japonés sentimental que en un día redondo de primavera, sale a caminar, a embriagarse de luz, de paisajes, de existencia. Un poco cansado, se sienta a la puerta de una posada a beber algo, a acariciarse los ojos peinándolos con la campiña, con la ribera que acelera sus aguas. De pronto siente junto a sí un aroma en que culmina la delicia del momento y exclama: <¡Ay, el olor de estas glicinas!> Esta exclamación, solo esta exclamación es todo el hai-kai, todo el poema. Yo digo lo mismo. ¡Ay, la voz de la criolla! —pero yo lo digo en vieja remembranza y el japonés tenía las glicinas a su vera, al alcance de su mano y de su olfato y el aroma no era el recuerdo de un aroma…
…………………..
Quinta cualidad de la Criolla: ENTENDER DE HOMBRES
Tengo que renunciar a describir el más grave y el más hondo de los atributos de la criolla, que el otro día anuncié: el talento peculiar que le hace entender de hombres.
Es un asunto de gran delicadeza y que requiere la movilización de muchas cuestiones demasiado profundas de la historia humana.
Sería forzoso hablar de la relación entre ambos sexos a lo largo de los siglos —de cómo se enfrentan hombre y mujer en los pueblos jóvenes, a diferencia de los pueblos viejos, y de innumerables cosas que nunca han sido tratadas a fondo. Más vale que lo dejemos. Ya he dicho que es preferible fracasar.
Además mi voz empieza a aburrirse de mi voz. Ha caminado mucho, ciega, sorda —se ha extenuado en muchos sitios sin saber lo que en ellos le pasaba… Quiere ya volver a mí —retirarse, apagarse, extinguirse—. ¡Adiós, adiós!.
…………….
Destilado de MEDITACIÓN DE LA CRIOLLA – Ortega y Gasset [Emisiones radiofónicas en Buenos Aires – 1939] – OCT8.
……..
Hola!
Se trata de la MUJER.
Ok! Pero ¿DE QUÉ MUJER?
……………
LA CRIOLLA latinoamericana:
(continación)
Tercera cualidad de la Criolla: LA GRACIA
La vehemencia lanzando a la espontaneidad, la espontaneidad dando materia a la vehemencia, producen, sin pretenderlo, la tercera cualidad de la criolla, que es la gracia.
Esta gracia no es el chiste ni es tampoco el «esprit». La criolla no es ni chistosa ni espiritual, con lo cual alejamos nuestro entusiasmo de varios tipos ilustres de mujer. El «esprit» es el alfiler intelectual, el alfiler y el alfilerazo. Nada más. No nos interesa.
La gracia de la criolla es lo grácil de todo su ser, de sus ademanes, posturas, expresiones, fervores, travesuras. Pues la admirable elasticidad que le otorga su energía vital le da un gran sentido para crear sobre la vida inevitable el juego de la vida. Es traviesa, inventora de proyectos, de estratagemas, de halagos, de burlas.
…………………
(Repaso)
El primer atributo de la criolla era la vehemencia; el segundo, la espontaneidad, el saber vivir y ser en todo instante desde el fondo auténtico de la persona, evitando todo lo convencional y aprendido de fuera, pero a la vez, eludiendo toda extravagancia y presunta originalidad.
La criolla es cotidiana; no es lo que es solo en ciertas solemnidades del año, ni solo a la hora del cocktail. La espontaneidad es un fluir continuo de la más honda intimidad hacia el exterior, por tanto, dar salida perpetua a los primeros movimientos.
Mas esto plantea una pequeña cuestión. Aun en el ser de mejor calidad, los primeros movimientos son un torrentillo que arrastra todo, la arena de oro que hay en el alma y la broza y el gusarapo, mayor o menor, que todo abismo engendra.
Conviene, pues, precisar un poco, porque si esa espontaneidad fuese solo un dejar salir lo que dentro germina, equivaldría a abandono, a falta de riendas y a un «¡allá va todo!».
La espontaneidad requiere selección para dar paso solo a lo que es valioso y reprimir lo inferior. ¿Qué facultad puede encargarse de esa discriminación y de esa crítica íntima?
Si es una cautela reflexiva, se corre el riesgo de caer en una intervención pedagógica y policíaca que, desde fuera de la espontaneidad, actúa fría y pedante sobre esta. Lo cual traería uno de estos dos resultados: la reflexión cautelosa o detendría por completo la fluencia auténtica de la criolla o, lo que es peor aún, tendería a sustituir lo espontáneo por formas muy discretas pero muy convencionales. ¡Adiós vehemencia, adiós naturalidad, adiós gracia!
Pero a Dios gracias, la criolla resuelve la cuestión maravillosamente. Porque su espontaneidad no es atropellada, orgiástica ni ciega.
¡Es curioso! La criolla no es mujer de orgía. Ya he dicho que es cotidiana, que existe siempre sobre sí, como se está en la hora habitual y tranquila, y goza de una extraña lucidez. La espontaneidad es en ella, a la vez, vigilancia y esta vigilancia no se parece a la deliberación ni al cálculo sino que es tan espontánea como la espontaneidad misma, algo así como lo que llamamos «buen gusto» o en música «buen oído», dotes que no son reflexivas sino que son también primeros movimientos.
Por eso la criolla vive en un abandono que no se abandona, que se vigila a sí mismo sin frenarse ni denunciarse.
Intercalo aquí una advertencia. La criolla es madre, es esposa, es hermana, es hija y todo eso lo es con un estilo especial que convendría definir; pero yo he tenido que reducirme a lo que la criolla es antes de todo eso, porque es supuesto de todo eso, a saber, mujer, solo mujer. Si la mujer no fuese ante todo mujer no sería nuestra esposa ni nuestra madre, ni nuestra hermana, ni nuestra hija. Conste así.
………………..
(continuará … )
Destilado de MEDITACIÓN DE LA CRIOLLA – Ortega y Gasset [Emisiones radiofónicas en Buenos Aires – 1939] – OCT8.
……..
Hola!
Se trata de la MUJER.
Ok! Pero ¿DE QUÉ MUJER?
……………
LA CRIOLLA latinoamericana:
(continación)
Segunda cualidad de la Criolla: ESPONTANEIDAD
Pasen revista de todas las cosas que hacen durante el día, desde que se despiertan hasta que reingresan en esa buena ausencia que es el sueño: todos los movimientos de su cuerpo y todo lo que hace su alma, todos sus decires y todos sus pensamientos.
La inmensa porción de todo eso, no lo hacen por inspiración o invención propia, sino porque han aprendido a hacerlo de su contorno social.
En cada individuo hay una proporción diferente entre el número de cosas que hace porque las ha visto hacer o las ha oído decir y las que provienen de su propia iniciativa, las que son invención suya.
Tendremos, entonces, dos casos extremos:
* el que en su hacer, en su conducta corporal o espiritual, no inventa apenas nada, sino que se adapta a las pautas dominantes en la sociedad o grupo social donde vive,
* y aquel en quien, por el contrario, predomina la invención propia.
** El primero es un hombre o una mujer convencionales, sin personalidad, sin intimidad. Es una marioneta movida por los hilos mecánicos de la sociedad.
** El segundo es el hombre o la mujer originales, geniales, el hombre o la mujer que viven de lo que en su intimidad nace y brota. Esto es la espontaneidad.
La criolla es el grado máximo de espontaneidad femenina.
Siempre hará, pensará, dirá lo que no es convencional, lo que no es aprendido, sino lo que asciende del fondo de su ser y por eso al verlo, al oírlo, nos trae siempre efluvios de ese fondo abisal —como las caracolas de abismo que, con su extraño rumor interior, nos cuentan siempre la historia patética de lo que pasa en el fondo del mar.
La criolla es la permanente autenticidad.
Es, de un lado, lo contrario de la criatura convencional y amanerada, que hace siempre, que dice siempre lo que no viene de su propio fondo, sino que fue aprendido de fuera.
Pero es también algo opuesto a lo que se llama una «mujer original», que ha dado un brinco de acróbata, de saltimbanqui fuera de las convenciones sociales y en extravagantes altitudes, en complicadas lejanías, hace sus volatines y sus descoyuntamientos que nos interesan, a lo sumo, como un número de circo.
La criolla no se evade de los usos sociales, no es una original. No necesita extravagar, sino que instalada dentro de la más normal normalidad, es desde ella siempre un poco otra cosa que lo normal, que lo convencional.
La original nos asusta, nos espanta y nos enfría. Pero a la criolla la hallamos asentada tranquilamente en la cotidianeidad y nos acercamos a ella sin precauciones y… y ¡estamos perdidos, perdidos sin remedio! Porque en ese marco de aparente y aceptada cotidianeidad, surge imprevista la más pura originalidad.
Cada palabra, cada gesto, es un poco otra cosa que lo usado, es una creación constante, porque en la medida que se es auténtico, se es creador. La vida, cuando es ella lo que es —y a esto llamamos autenticidad— es un incomparable poeta y un sabio sin par, porque no puede menos de estar inventando, creando mientras está siendo.
Consecuencia de lo dicho es que de la criolla no nos podamos defender. Reconozcámoslo gallardamente: confesemos sin humillación nuestra derrota, anticipada. Porque estamos preparados para resistir a lo sabido y consabido. La mujer vulgar, con su vulgar comportamiento, con su repertorio de discos, es fácil de evitar. Nos da tiempo para oponer al disco el contradisco.
Pero ¿qué haremos ante la criolla, si no nos da tiempo para colocarnos a la defensiva, porque su primer gesto es ya otra cosa que lo consabido, si es el divino imprevisto?
El inmenso Dante, lo sabía —en Dante hay una curiosa anticipación gótica de la criolla—. Por eso nos dice: Ché saetta previsa vien più lenta. La flecha que se ve venir, viene más despacio.
Pero la flecha de la criolla que en los primeros siglos se educó entre la indiada, es la flecha prematura del indio y no nos deja respiro. Entra usted tan tranquilo, tan como cualquier día, en una casa donde no ha estado nunca y ve usted que del fondo del vasto salón, avanza con un caminar elástico y de vago ritmo, que no es sino andar y es, sin embargo, ya una danza en germen, un ser —no— unos ojos oscuros y densos, donde bailan imaginaciones, una blusa de organdí blanca, una pollera de campana y bufante… Es la criolla —es la criolla, porque la primera palabra va a ser ya otra palabra que la esperada por usted y el modo de inclinar la cabeza no lo había usted visto nunca y la calidad de la voz es ya para usted y de pronto la imprevista llegada a un país cuya existencia desconocía y… y no sabe usted qué hacer. ¿Cómo va usted a saber qué hacer, si no había usted estado nunca en ese nuevo mundo, donde súbitamente y sin saber cómo, se encuentra usted ingresado? ¡Créame amigo! ¡Está usted perdido! ¡No hay nada que hacer!
Se dirá que todo esto es exageración, y claro está que lo es un poco. Pero ¿no hemos venido a este mundo precisamente a eso, a exagerar un poco? Por mis libros anda una teoría muy seria y muy fundamental, que demuestra cómo hablar, el simple hablar, el decir la frase más sencilla, es ya exagerar. Pero sostengo que hay en todo lo dicho mucho menos exageración de lo que parece. Yo he tomado mis precauciones para evitar lo exorbitante, y el que me acuse de exagerar probablemente no las ha tomado, por ejemplo, no se ha precisado bien cuál es el tipo de mujer en los otros países.
¡Cualquiera diría que la realidad humana a que cuanto he dicho alude, fuese una novedad! Lo nuevo será mi insensatez de formularlo, de consagrarlo con la palabra. Pero todo europeo, medianamente alerta, lo sabe desde hace por lo menos siglo y medio. En un salón del viejo continente, decid a ese europeo que se espera a una criolla, que ya va a llegar la criolla y en ese instante mirad bien sus ojos y veréis qué ardor insólito aflora a ellos de su secreta intimidad, qué vaga y qué lejana y qué ultramundana se hace su mirada y cómo su mano pasa inquieta por su mejilla, con inquietud de doble filo, en la doble espera del peligro y la delicia. Si tuviésemos una lupa psicológica, podríamos percibir y dibujar luego el preciso perfil de promesas que para ese hombre significa el anuncio de una presencia criolla y estoy seguro que ese perfil sería en hueco, lo que es en cóncavo mi definición de la criolla que estamos comenzando.”-
(continuará … )
Destilado de MEDITACIÓN DE LA CRIOLLA – Ortega y Gasset [Emisiones radiofónicas en Buenos Aires – 1939] – OCT8.
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Hola!
Se trata de la MUJER.
Ok! Pero ¿DE QUÉ MUJER?
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LA CRIOLLA latinoamericana:
– “¿Cómo se forma y evoluciona ese tipo de mujer que es la criolla que se inicia inmediatamente ya en las hijas que engendran aquí los conquistadores y los primeros colonizadores españoles, portugueses y franceses?
No lo sabemos, aunque hay datos sobrados para averiguarlo.
Pero no se ha hecho la historia de la criolla, como, en general, no se ha hecho la historia de la mujer.
Hasta ahora la historia ha solido ser como esos espectáculos en que un cartel ostenta la consabida prevención: Solo para hombres. Si bien en estos espectáculos pasa lo contrario porque tras ese cartel lo que se suele ver es precisamente mujeres que un empresario bellaco ha desnudado.
La historia al uso es solo historia de hombres y entre hombres.
La mujer no suele aparecer sino cuando hace alguna gran trastada o, menos aún, cuando un hombre hace por culpa de una mujer una trastada.”-
La historia atiende a la mujer cuando es política y quiere gobernar o cuando, amazona, se lanza a la guerra, tal vez para conquistar los senos que le faltan, pero no presta la atención debida a la actuación de la mujer como mujer. Si se hubiesen tenido atisbos de las formas peculiares que toma la influencia femenina en la historia, la fama de la criolla, gracias a sus gracias, sería mucho mayor
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El primer atributo de la Criolla: VEHEMENCIA
Toda realidad tiene estructura propia, tiene su arquitectura, un orden y disposición de sus elementos. Cada uno de estos se halla en su puesto. Las cualidades de la criolla forman una arquitectura viviente y hay un atributo, el primer atributo de la criolla, que es base de todos los demás, del cual brotan los restantes, tan brotan que ese atributo es ya por sí un surtidor, un hontanar o fuente pulsante de energía y dinamismo.
Lo primero que la criolla es, es… vehemencia. Sin esto no habría nada de todo lo demás.
La palabra «vehemencia» es magnífica. significa en su origen soplo vivaz, viento.
El viento ha sido siempre para el hombre símbolo de lo dinámico y enérgico, porque entre las cosas perceptibles, en vista de las cuales forjó en tiempos remotísimos su lenguaje, es el viento la que con menos materia manifiesta más pura fuerza. Por eso todas las palabras que expresan el ser moral del hombre, provienen de raíces que significan aire —alma, ánima es viento, y espíritu es soplo.
La criolla es vehemente porque vive en constante y omnímodo lujo vital —es, existe, con sobra de existir— no está ante nada escasa de reacción, como la mujer del norte de Europa que es un poco inerte. Por eso digo que vive en constante lujo vital, no importa que sea rica o que sea pobre.
Yo he conocido a una criolla de una belleza patética, descendiente de la más vieja aristocracia americana, que estaba en la más completa miseria. Y, sin embargo, parecía una emperatriz de la vida, porque era vehemente, dulcemente vehemente, era una gran brisa y todo ante ella se ponía a ser, en superlativo. Era un aire feliz que soplaba inexhausto y a su lado sentía uno lo que debía sentir la fragata, cuando un viento favorable y enérgico henchía sus velas y las tornaba combas con curva de seno y hacía ondear todos sus banderines y gallardetes.
Esta vehemencia de la criolla procede acaso de la que poseía la española —como en otra medida la francesa y la portuguesa- en el siglo XVI y XVII.
He dicho «acaso» porque no estoy del todo cierto. Como no se ha hecho la historia de la mujer, se ignora todo esto. Consiste en un inmenso afán de vida y de todas las formas de la vida, que hay en ella. Por eso mana hacia lo que ve, constantemente, con ese temblor emocionante y emocionado del agua en el manantial.
Es vehemente porque está siempre yendo a las cosas y personas, en vía tensa hacia ellas. No defrauda nunca, responde siempre —no porque sea fácil.
No es la mujer fácil en el sentido vil, en que los hombres emplean esta expresión. Es todo lo contrario: es exigente, dice a muchas cosas y a muchos seres que «no», pero lo dice con vehemencia, interesándose en ellos. Decir «no», apartar, despedir, puede ser una de las maneras de estar yendo a las cosas, de sentirlas, de probarlas. No hay duda, aun el rechazar puede ser la sombra de una caricia.
La segunda de esas cualidades es la espontaneidad. ¡Dios ponga tiento en mi voz! Porque la cosa es muy difícil de decir en pocas palabras. ¡Vamos a ver! …
(continuará … )
Destilado de MEDITACIÓN DE LA CRIOLLA – Ortega y Gasset [Emisiones radiofónicas en Buenos Aires – 1939] – OCT8.
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El tema de este post es una muestra más de cómo la Iglesia ha vivido conforme se vivía en otras sociedades, prohibiendo, impidiendo, olvidando u ocultando a las mujeres que tenían algo que decir, tanto en la sociedad civil como en la religiosa.
El dicho popular de que “detrás de un gran hombre siempre ha habido una gran mujer”, me pone de los nervios, porque, se ha dado el caso de libros escritos por una mujer y firmadas por su marido.
Y, una vez más, cuando en nuestra sociedad civil las mujeres se han equiparado a los hombres en tareas múltiples, cuando nunca en la Iglesia ha habido tantas teólogas, tan bien formadas y con tanto que decir, la Iglesia, las ignora, el Papa dice que hay que hacer una teología de las mujeres (¿no se ha enterado de que ya existe?), y a las teólogas actuales no se las tiene en cuenta ni para bien ni para mal, es decir, ni se toman la molestia de condenarlas, es como si no existiesen. Eso sí, utilizan sus avances, pero como si fuese cosa de ellos, los teólogos oficiales de la Iglesia (los “heterodoxos” sí las tienen en cuenta).
¡¡Aviso a navegant@s!! Si, según el equipo de atrio entran en torno a cuatro mil personas diariamente en atrio ¿por qué somos tan pocas las mujeres y tan poco participativas las que escribimos en atrio? ¡¡Cómo me duele!! ¡Esto no es responsabilidad de los hombres, eh?
Además observo cómo últimamente, con alguna excepción (gracias por referiros a lo que yo haya escrito), cuando intervengo en temas de teología en un debate entre hombres de atrio, los hay que ni hacen alusión a lo que yo haya dicho en relación a sus conversaciones “entre hombres”. Y, ojo, no es que yo sea una lumbrera, pero tampoco alguien opaco ¡es un detalle curioso!
Hace poco tiempo se reunieron cinco hombres de comunidades de base y a ninguno se le ocurrió pensar que en dichas comunidades hay tantos hombres como mujeres. Uno me dijo que “como siempre decíamos que no”, a lo que yo le dije ¿se lo has preguntado a alguna? NO, fue su respuesta. Otro me dijo, yo lo comento con mi mujer, y yo le dije ¿Dónde está su opinión y su nombre? Ella dijo “da igual”. ¡Qué dolor, dios mío!
Oscar, y, a pesar todo, seguimos yendo, eso sí a paso de tortuga, pero seguimos.
Uf, qué desahogo…!
Tal vez nos sea oportuno, si no necesario, el establecer una real y clara correlación entre el relato del Génesis I, 26-31 y los pasajes evangélicos referidos a la relación familiar asumida testimonialmente por Jesús y perfilada por su claro mensaje, todo ello sin saltarnos el primer peldaño, o mejor fundamento de los peldaños relacionales d e los seres humanos.
Porque, si del Génesis consideramos el divino propósito creativo humano, como expresión de semejanza existencial con el Creador (Hagamos al hombre =SER HUMANO a nuestra imagen y semejanza) esto nos situa en la base única especifica de la Humanidad, previa a la distinción de HEMBRA y VARON, en la que aquella realidad básica específica, empieza a diferenciarse circunstancialmente por lo genérico funcional.
Y esto, en cualquier consideración teórica o práctica de lo humano, nos lleva a partir de la realidad individual igual de todo ser humano, racional libre y responsable, sujeto inalienable de deberes con sus respectivos derechos al que denominamos PERSONA.
Esta realidad humana básica, es la que se individualiza en Jesús y por ello su Humanización por la Encarnación, como testimonio de vida y mensaje, es realidad integradora de la universal Humanidad, en plan de estricta y plena igualdad para todos los seres humanos.
Su encarnación singular en María,sin concurso directo de varón, puede que tenga más de mensaje la importancia de esa realidad básica humana pregénerica, que lo que se ha considerado prevalencia de la virginidad sexual de su Madre María, dejando prácticamente (si bien enmarcado en el campo de la fe) manifiesto, en ambiente y cultura recargádamente patriarcal y machista, que lo básicamente humano prevalece a toda consideración diferenciada de seres por su género o sexo.
Y que ello conlleva que el valor igualitario de lo personal humano es, ineludible e inalienablemente, prevalente a toda clasificación humana circunstancial incluida la genérica: femenina, masculina, homo, hetero y transexual.
Desde este presupuesto básico real humano, es desde el que se debe analizar la situación real de la Humanidad, tanto la influenciada sin coherencia evangélica, como aquella gran porción de la misma, a la que aún no ha llegado la Buena Noticia de cuanto significa Jesús para la Humanidad entera. para superar lo que de inhumanidad hay en ella establecido por efectos de la falsedad con la que se ha considerado la igualdad humana y los efectos de todos los abusos de poder en ella basados, mantenidos y reforzados desde el principio de los tiempos hasta el presente