Sin querer robarle protagonismo al post de Boff Teología hecha por mujeres a partir de la feminidad, y ante la pregunta de Oscar sobre de qué mujer hablamos, me ha parecido necesario complementarlo con la pregunta ¿qué entendemos por feminidad, qué se espera de la teología hecha por mujeres. Y, como en un comentario en el hilo de Boff resultaría demasiado extenso e intenso, me permito una reflexión aparte para poder hacernos planteamientos imprescindibles cuando hablamos de la mujer y su implicación en los diversos campos sociales, políticos y, en este caso, religioso.
Al hablar de feminidad se le suele adjudicar una serie de cualidades femeninas, poco menos que congénitas a la mujer. No discuto que algunas de ellas estén en la constitución del cerebro de la mujer, no lo voy a discutir porque no sé nada de neurociencia, pero lo dudo muchísimo. De hecho he leído que la antropóloga norteamericana Margaret Mead estudió la tribu de los tchambull, (Papúa Nueva Guinea) en la que se encontraron unas actitudes en relación al sexo que son precisamente el reverso de las que predominan en nuestra cultura: allí la mujer es la que domina, ordena y es fría emocionalmente, mientras que el hombre se muestra sometido y dependiente.
Con esto quiero indicar que a lo que me voy a referir es a la feminidad como resultado de lo que las mujeres hemos vivido desde que apareció esta especie en el planeta tierra y de cómo se nos ha obligado a vivir, desde el dominio masculino, condicionando nuestro ser y estar en la vida.
Nadie discute que el sentido maternal es propio de mujeres, al igual que el sentido paternal es propio de los hombres. Y yo me pregunto ¿Por qué al sentido maternal se le atribuye cualidades adquiribles que no se le atribuyen al sentido paternal? ¿Es que el instinto paternal no ha podido ser modelado por la inteligencia humana? Al igual que este aspecto concreto, debemos preguntarnos por otros muchos que nos han hecho desiguales en nuestros comportamientos. A veces, si no rompemos el envase, no sabemos lo que hay dentro, y tenemos mucho miedo a lo que podemos encontrarnos y a lo que debamos desechar. Estamos en un cambio de época, no en una época de cambios, y hay que echarle valentía, de lo contrario, será la corriente la que nos lleve y no a la inversa.
El que se espere de una mujer que sea tierna, sacrificada, amable, afable, servicial, entregada, con especial sensibilidad para los valores sociales, religiosos, estéticos, más propensa a la dependencia y a la afectividad, etc. etc. ¿no es el resultado de su historia, de la vida de las mujeres y de lo que se ha esperado de ellas, bajo gravísimas condenas de todo tipo si no respondían a estas expectativas?
El que se espere de un hombre poder, control social, fortaleza, interés por la política y la economía, etc. etc., ¿no es lo que ha producido el resultado social que sintetizamos en el patriarcado, el androcentrismo o el machismo?
¿Son estas expectativas sociales resultado de un determinismo biológico?
¿Se espera de la teología feminista lo que hasta ahora se ha esperado de las mujeres en general? ¿O se espera que los hombres aparquen su rol de creadores de dioses y religiones, y escuchen qué tenemos que decir las mujeres desde la sumisión histórica que nos ha tocado vivir a esos dioses y a esas religiones? ¿O quizá se tengan que aparcar dioses y religiones creadas por ellos mismos y partir de cero a ver qué alternativas hay a dioses masculinos y religiones machistas, constructos humanos exclusivos de hombres? ¿Se espera que las mujeres aportemos una feminidad flácida, melosa, dulce, tierna, maternal, insulsa, a la teología de dioses poderos, omnipotentes, todopoderosos, invulnerables y áridos como cardos?
Pienso y creo que si desde el principio la cuestión se plantea equivocada, difícilmente vamos a hacer el camino en común. Será un proyecto frustrado.
Plantémosle cara con valentía al tema, y no temamos, que el resultado no va a ser peor de lo que lo hemos hecho hasta ahora en esta relación desigual de hombres y mujeres. ¡Cuántas mentiras nos han contado los hombres sobre dioses y demás derivados!
Vengo desde el ayer de años y siglos,
desde el pasado oscuro y olvidado,
con las manos atadas por la Historia,
con la boca tapada por silencios impuestos.
Vengo cargada de sufrimientos antiguos,
amasados en chozas, campos y ciudades,
arrastrando cadenas y muchas humillaciones
supuestamente “eternas” por insuperables.
Vengo del anonimato de l@s “donnadie”,
del quejido mudo de l@s “sinvoznivoto”,
de la marginación de l@s “poquitacosa”,
del abuso de poderíos remotos o recientes.
(Siento no poder poner el nombre de la autora, lo he sacado de un archivo antiguo y no sé quién lo ha escrito. Mi reconocimiento a la que lo escribió. Es sólo un fragmento, quizá vaya añadiendo alguno más).
Estimado Sr. Henríquez: Mi cita del código obedece a que usted atribuyera a los dos libros que no había leído una descripción del matrimonio que no sabe si la proponen o no, pero se asombra de que causaran revuelo.
Más que el catecismo que también ha sido escrito por curas, solteros y a juzgar por los escándalos denunciados en 2001 más bien a menudo deformados en materia de sexualidad, desarrollo humano e intimidad, prefiero referirme al Código que en definitivas constituye la Ley Fundamental de la Iglesia.
Ninguna de las características que usted supone que los autores en cuestión afirman aunque usted no les había leído en ese momento, aunque aparezcan en el catecismo, no cuentan a la hora de juzgar a la mujer según el obispo granadino y según la autora italiana. En cambio las del CIC todas son compatibles con una definición suficiente de la esencia del matrimonio.
La realidad—desgraciadamente según las estadísticas de las conferencias episcopales de muchos países y los tópicos de la actual encuesta del Papa acerca de la pastoral de la familia—es que (me repito) “…se sobren en una proporción vergonzosamente aplastante en la literatura católica sobre todo magisterial, expresiones y modos de pensar que reducen, cosifican o abiertamente ofenden a la mujer o que induzcan a ello y el obispo de Granada debiera dejar de enseñar estas opiniones o consejos contenidos en su libro y que personas que me merecen respeto y confianza han comprobado que las afirme” y realmente no sé qué parte le parezca más confusa y si me la señala con gusto y respetuosamente se la aclararé.
Debí quizás aclarar que me refiriese al obispo de Granada al decir en la segunda parte de mi entrada: “Concedo que quizás como es soltero no se dé siquiera cuenta de que sea mejor para el esposo compartir la carga de las responsabilidades aunque sea para disminuir el estrés y que la mujer sepa comprender y resolver situaciones que los hombres comprendamos y resolvamos o compliquemos más al intentarlo porque somos diferentes y que sea solamente en beneficio de la vida de familia que las decisiones se tomen en un ambiente enriquecedor de diversidad versus otro empobrecedor de dominio y sumisión.
Y en este tercer párrafo lo que quise indicar es que aún sin otra definición la Ley fundamental de la Iglesia parte de la presunción de paridad de derechos y no de sumisiones de ninguna de las partes a la otra como propone el obispo de Granad “(me repito)No se trata de comparar a la mujer y al hombre, la esposa y el esposo, como entes opuestos, o definir al uno en función del otro sino de realizar lo que el Código establece: (CIC. VII, 1055: “…alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole…”
El enlace que ha puesto Antonio Vicedo ya está utilizable.
Y lo recomiendo vivamente.
Eso de “desfile de modelos” es pura ironía. La realidad de lo que se hace con las mujeres en África y en guerra es impresionante. Sobre la trata de mujeres hoy, en España y enmascarada en la inmigración, acaba en este momento una hora de radio en la SER, con Angels Barceló y Nicolás Castellano. Tal vez mañana esté el Podcast y ponga el enlace para que quien quiera oiga este programa el fin de semana.
Vicedo, creo que el enlace que has puesto no es el que querías poner, por lo menos no veo relación alguna con lo que dices.
Ana, gracias a ti y a Jenny Londoño por ese conmovedor poema-
Como en ese poema ya hay mucha tela histórica para confeccionar teorías, conclusiones y prácticas sobre el tema que nos ocupa, yo os invito a que abráis esto como desfile de actualidad de algunos modelos que prepara el modista sistema con ruego de disculpas por la comparación que merece otra forma y espectáculo como podréis comprobar.
La FALSIFICACION del HILO al que me refería en otros comentarios, está dando para esta TELA y para mucho más.
Un reportaje de Gemma Parellada en El País: La guerra sin fin.
Llevo unos días haciéndoos partícipe de un poema que, con pena, por mi parte no podía poner el nombre de la autora, yo que reivindico tan fervientemente que la mujer dé su voz y su nombre. Pero, como os dije, lo tenía en mi archivo sin firma.
Bueno, pues acabo de tener una grata sorpresa, un antiguo atriero, Miguel ángel Velasco, me lo acaba de proporcionar y, desde aquí quiero manifestarle mi agradecimiento.
La autora se llama Jenny Londoño, recibió el premio Gabriela Mistral en Quito por parte de la Embajada de Chile en esta ciudad ecuatoriana. (Espero no haber tomado mal los datos).
Era una deuda que tenía con ella, y me quedo más tranquila por haber hecho justicia a su sensibilidad y su inteligencia.
George R porta (por alusiones):
No me parece que sea el Código de Derecho Canónico la mejor instancia para conocer cuál es la doctrina de la Iglesia católica sobre el matrimonio; desde luego, aunque tampoco es el mejor lugar posible, ¡el Catecismo de la iglesia católica mismo sí sería ya un buen lugar de información teológica y pastoral!
Por lo demás, con algunas de sus opiniones referidas a mi anterior reflexión, sencillamente es que me pierdo, no las logro entender.
Saludos.
He ido poniendo fragmentos de mi admirada poetisa desconocida, y, como parece que este post va llegando a su fin en cuanto a comentarios, a pesar de ser un poco largo, os pongo el poema entero como sugerencia de reflexión profunda.
Gracias a todos y a todas las participantes por vuestras aportaciones.
HISTORIA DE LA MUJER EN LA HISTORIA
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Vengo desde el ayer de años y siglos,
desde el pasado oscuro y olvidado,
con las manos atadas por la Historia,
con la boca tapada por silencios impuestos.
Vengo cargada de sufrimientos antiguos,
amasados en chozas, campos y ciudades,
arrastrando cadenas y muchas humillaciones
supuestamente “eternas” por insuperables.
Vengo del anonimato de l@s “donnadie”,
del quejido mudo de l@s “sinvoznivoto”,
de la marginación de l@s “poquitacosa”,
del abuso de poderíos remotos o recientes.
Vengo rota por miedos y desesperanzas
que han corroído mi alma y mis ilusiones
durante el duro trasiego de todos los tiempos.
La esclavitud tiene miles de años y,
mayormente, rostro y cuerpo de mujer:
Sometida al capricho de raptores persas,
excluida de la democracia en Grecia,
usada y abusada por el imperio romano,
ninguneada en las tierras de Egipto y otras.
Sacrificada a “dioses” en todas las culturas,
minusvalorada por todas las religiones,
botín de guerra en todas las conquistas,
vendida o canjeada en el desierto,
mano de obra barata desde siempre…
Muchas veces apedreada por adúltera,
hasta en las calles de la gran Jerusalén,
por “jaurías” de pecadores hipócritas
que clamaban al cielo mi cruel castigo.
He sido mutilada en muchos pueblos
para privar mi cuerpo de placeres…
Eso es “patrimonio” de los hombres,
para las mujeres, sólo los “deberes”.
Animal de carga, atada a niñ@s y enfermos,
sostenedora de la casa y de todas las crisis,
sin reconocimiento laboral, ni social, por…
por no sé qué culpa ni qué “pecado original”.
Encargada de la procreación de la especie,
me han embarazado y violado sin límite…
en todos los tiempos y los rincones del planeta,
hasta considerar “oficio histórico” el sexo ¿libre?
Pero lo que aún me duele mucho más
es que hayan convertido a nuestros niños
en reclamo del odioso “turismo sexual”
Siempre ha sido igual mi tratamiento:
De unos y de otros dependiente,
menor de edad en todos los asuntos,
desde antaño hasta el goteo de tanta muerte.
Debí servir a toda clase de señores,
prestarme a todo tipo de intereses,
ignorar mi inteligencia y sentimientos,
olvidarme de ser una más… entre millares.
He tenido que hacer de esposa y de amante,
señora de castillos y sirvienta de capillas,
aceptadora de harenes y de la poligamia,
y elegir entre prostituta o concubina.
¡Toda madre haría lo imposible
con tal de salir de esta penuria…
porque el túnel se alarga con nuestras hijas!
Yo no sé por qué extrañas circunstancias,
pero no tuve la luz del alfabeto, los números…
No atino a tener claro cuánto me he perdido…
Intuyo que era importante y de veras lo siento.
Desde mi infancia me educaron para “mujer”
y he recorrido el mundo en millones de vidas:
He llorado más que reído,
he trabajado más que disfrutado,
tengo más preguntas que respuestas,
tengo más por descubrir… que vivido.
He conocido a todos los hombres del planeta
y casi todos llevan la “marca” de la Historia:
Grandes o pequeños, bravos y cobardes,
viles u honesto, buenos o terribles…
más atentos a sus pantalones que a su corazón
Conozco la mentalidad masculina,
estuve cerca de siervos y amos,
haciendo comidas, recogiendo migajas,
bajando ojos y cerviz a cada paso…
He arañado paredes y hurgado tejados
oteando caminos para mis pies y mis sueños,
pero las semillas de las aspiraciones,
por entonces, tenían otros “dueños”…
Tratas de creer que la vida es así,
tratas de aceptar que eso es lo mejor,
pero no lo ves, no lo sientes, no lo entiendes.
Y poco a poco, entre cantos y cuentos,
como una llamita, entre roces y rezos,
empiezas a vislumbrar que también ellos,
como nosotras, somos producto de los tiempos.
Nuestro género es más cultural que físico…
Y cada religión nos ha dejado “marcadas”:
Santa o puta, casa o calle, tontas o malas…
He conocido inquisidores en todas las razas,
en todas las épocas, en todos los continentes,
de todas las ideologías…con derecho a juzgar,
condenar y eliminar cuerpos, almas y mentes.
Me han llamado de múltiples maneras:
Bruja, adivina, loca, pervertida, seductora,
aliada de satán, esclava de la carne, pecadora,
ninfómana, culpable de los males de la Tierra…
Pero seguía viviendo, arando, cosechando,
construyendo, tejiendo, lavando, cocinando,
cosiendo, ordeñando, protegiendo, curando
y, sobre todo pariendo, amamantando niñas y niños.
He poblado el mundo de amos y esclavos,
de ricos y de mendigos, de genios y de idiotas…
a todos di mi vientre, mi pecho y algo de mi vida.
Me ha tocado morir o resistir en todas las guerras,
en todos los desastres, naturales o provocados:
Desde América a la India, de África a los Polos…
Perdí dioses, oro, tradiciones, idiomas y gentes.
Llegaron otras gentes, otros idiomas, otras leyes…
hubo que trabajar, parir de nuevo, como siempre.
Le llamaron colonias, imperio, civilización, comercio, esclavitud, progreso, revolución,
democracia, desarrollo y hasta cooperación…
No acabo de entenderlo pero ya soy perra vieja:
He visto emigrantes salir e inmigrantes venir…
Tal vez la Historia nos pide reaprender a vivir.
Me alargué en cada cría, me adapté a cada época:
De campesina a obrera, de recolectora a cocinera,
de tejedora y bordadora a vendedora ambulante,
de cuidadora de hogares o ancianos a enfermera.
He tratado de cumplir con todos y con todo,
he sentido la necesidad de ser y hacer algo más,
he procurado redescubrir mi función de persona
y es reconfortante creer en mí… y en l@s demás.
Pasar de “sus labores” a “mi puesto de trabajo”,
de ser hormiga o abeja a cuestionar las colmenas,
de callar a opinar, de obedecer a organizar… es:
como salir del humo de pavesas y oler estrellas.
No somos cántaros a moldear por manos ajenas,
no somos costillas de los sueños de los hombres,
somos lo que hemos de ser o sólo somos masa.
Nos llaman Dolores, Angustias, Remedios…
Es decir: Sufrimiento, aguante, resignación…
Pero ya está bien, llega la hora de cambiar esto:
Nuestras hijas necesitan, exigen un mundo mejor.
Hay un susurro emergente, una rebeldía sana,
huele a conciencia universal, a ecos de esperanza.
Lo tienen más claro algunas pero es cosa de todas
vivan en selvas, desiertos, casas, pisos o chabolas.
Jóvenes y mayores, casadas o solteras,
viudas y separadas, aprendices o maestras.
La feliz y la afligida, la fiel o la engañada,
monja o prostituta, pobre, rica, fea o guapa.
No es venganza, es fin de tolerancias cómplices.
No es moda, es una exigencia de la Humanidad.
No es guerra, son justas condiciones por la paz.
Hemos ido juntando una herencia de aspiraciones
pendientes y posibles, milenarias y modernas,
recorriendo tierra, mar y aire, calando toda alma
con el Acta de nuestras Quejas y Propuestas.
Podría paralizarse el mundo de vergüenza,
podría reescribirse la historia de reparación,
pero “con agua pasada no anda el molino”…
para presente y futuro, valga cada lección.
Estos hombres nuestros, digámoslo muy claro,
paridos por nosotras y casados con nosotras,
no pueden seguir siendo, ni un minuto más,
asesinos nuestros ni maltratadores de otras.
Que lo repiquen los templos, decidlo en casa,
que lo canten los niños, que lo cuenten las viejas
y en todos los ayuntamientos ¡grandes pancartas!
Ha sido un largo, lento y doloroso PROCESO,
pero hemos conseguido logros importantes:
Lavadoras, escuelas, hospitales, democracia,
trabajo, turismo, tiempo libre y conciencia.
No somos inferiores a nadie ni en nada,
somos mayoría, eficientes y organizadas.
Llamamos a la igualdad entre géneros
para amasar el pan y la paz entre ambos sexos.
Atravesamos tiempos difíciles,
pero nunca mejor que ahora…
porque hemos aprendido tanto,
que nos hemos hecho emprendedoras:
Para que en cada familia, país y continentes
haya luces, rebeldía, ternura y coherencia…
como para mejorar el mundo y sus gentes.
Iniciaba este post con la pregunta ¿qué se espera de la teología hecha por mujeres? Desde este interrogante han ido apareciendo muchas cuestiones que nos indican que tanto los orígenes de las religiones, pensadas desde mentes masculinas y con exclusión de las mujeres, ha tenido graves consecuencias para las religiones y para las mujeres, también para los hombres y para las sociedades. Ello nos habla de la complejidad del tema y la complejidad de las soluciones.
Y lo peor que nos puede pasar es seguir callando, ya que a la especie humana se nos ha dotado de algo de lo que carecen el resto de seres vivos en el planeta, la palabra, y es con la palabra como interactuamos con la realidad para interpretarla y para modificarla.
La realidad la tenemos ante nuestros ojos, está ahí, pero si nos situamos ante ella como seres inermes, la realidad seguirá su curso con la rutina histórica que la ha puesto en movimiento.
Debemos tener mucha paciencia ante la pasividad que, en ocasiones, observamos al ver el poco interés que despierta el tema de la participación de la mujer. No digamos el rechazo, que junto a la indiferencia nos mete en una dinámica de pereza mental, como si los datos drásticos que tenemos entre manos careciesen de importancia y trascendencia.
Es de esperar que la participación de las mujeres en la teología de las religiones aporte aquello que les falta: presentar a un Dios que no tome parte por uno u otro sexo, sino por la igualdad y por lo derechos de todos los seres humanos; que los dictados divinos se revisen con ojos de mujer, principales víctimas de dioses y hombres todopoderosos; que las mujeres podamos participar en el discurso espiritual, religioso o ético que ha configurado a Dios y a la religión como cosas de hombres (Todos los clérigos, absolutamente todos, de las grandes religiones son varones).
¿Tiene sentido esta situación en el mundo en que vivimos? Responder a esta pregunta sería la apuesta de la teología feminista.
Efectivamente, George,-” de lo que se discute no es una mteria reducible a la simplcidad de las palabras.”,pero sí de una realidad que, como cualquier otra, y esta con mucha carga de consecuencias para la Humanidad, contiene su verdad con posibilidad de que nuestra racionalidad pueda intentar falsearla y la falsea.
Esa verdad es la ineludible humanidad de todo ser humano previamente a ser considerado génerico en tanto hembra o varón.
Y aquí está mi intento de simplificar, que no minimizar, ni minusvalorar el asunto comparándolo con el hilo por el que se llega a desentrañar cualquier combinación o complicación del ovillo, en este asunto, toda la complejidad relacional en la vida de l*s human*s entre sí, y desde la fe, con la afirmación de la realidad de Dios, en especial tal y como nos lo presenta el testimonio y mensaje humano de Jesús.
Sin la calidad-verdad del hilo (la condición inalienable de sujeto igualitario en racionalidad, libertad,responsabilidad y finalidad fundamentales de TODO SER HUMANO, difícilmente podrán mantenerse estas cualidades humanas en las combinaciones de la madeja.
Y así le ha ido en su historia y le va en la actualidad a esta desequilibrada y desorientada Humanidad deshumanizada.
Gracias por su consideración sobre la que no coincido en lo de mi prevalencia según esto:”y confieso que me aventaje usted mucho en su conocimiento”, pues creo sinceramente que no es así.
Yo solo intento no escaparme de mi realidad y de la de los entornos vitales humanos con los que he compartido mi ya larga vida. Un fraternal abrazo. Antonio-
Un compañero en su comentario, nos dice: “por qué tanto revuelo” si lo que se dice en los libros que cita, como lo dicho por el obispo de Granada, es la doctrina de la iglesia…
¿Dese hace ya…?
Ordenado por varones, los mismos que siguen “metiendo” en la cabeza de las mujeres (como sucede con los terroristas talibanes…) que así, tendrán un lugar especial en el cielo ¿¿¿???.
¿No se fundamenta esto en una mentira?
Nada rotundo, claro, inequívoco dijo Jesús al respecto; lo que sí dijo de todas las maneras posibles:
“Que la mujer no está por debajo del varón y ¡¡¡por supuesto!!!”
Que éste sea el dueño y señor de ellas, para hacer de su capa un sayo, según le convenga a cada cual.
He conocido el dolor de alguna madre con diez hijos a su espalda y un marido del que estaba totalmente enamorada y él de ella.
Aquí empezaba el problema, no tenían tiempo para ellos, por razones obvias; el acercamiento afectivo y profundo no podían vivirlo, puesto que ella se quedaba embarazada de un “suspiro”; y por supuesto, no puede haber convivencia íntima posible si la relación, no está destinada a procrear…
Según lo enseña la santa iglesia católica… ¿No es otra mentira?
¿A caso no se conoce el comportamiento de muchos jerarcas (de alto y bajo rango) respecto a sus relaciones con mujeres?
Por supuesto, no me refiero a los que con sentido del honor, salen de su compromiso sacerdotal (que rimbombante suena) y comienzan una vida responsable en pareja o no.
Me refiero a los que siguen siendo “curas” y tienen una mujer fiel y en silencio, que cubre sus necesidades afectivas…
La iglesia puede seguir diciendo cuanto quiera, en sus mandatos, enseñanzas, amenazas de condenación… (Tienen valor)
Algunos compañeros/as de Atrio ya conocen lo que me sucedió en persona, siento repetirlo:
Soy madre de seis ojos/as, en aquellos años 68-69 me acercaba al confesionario, no para contar mis cuitas, si no para reconocer que mi respuesta al seguimiento de Jesús, no era valiente y absoluta en todo momento.
El cura me conocía (nos conocía a los dos) como era muy escueta, él me preguntó:
¿para cuándo otro hijo?
Respondí: De momento no es posible, me encuentro sin fuerzas, estoy muy cansada y Jesús (mi compañero) no nos puede dedicar mucho tiempo ni ayuda; tengo que esperar un tiempo, me parece una locura tener cada año un hijo, es cruel.
Había tenido en 20 meses dos niñas y un poco más de un año después al tercero.
Me respondió: ¡Te vas a condenar!
Respondí: No se preocupe por mi condenación, de eso me cuidaré yo misma.
Me levante y me fui.
Mi compañero se acababa de “alistar” en el O.D. y yo conocía muy bien sus normas, así que en la calle le conté lo sucedido y con claridad meridiana le dije:
“Lo mismo te digo a ti: ¡de mi condenación me preocupo yo! Pero ten mucho cuidado con buscar un embarazo “bajo mano” sin que hayan pasado por lo menos dos años o más”.
Y juntos, aprendimos a relacionarnos de otra manera… claro, la iglesia no lo aprueba, o sea los varones “sayones” vestidos con todo lujo, que la dirigen.
Igual que está claro y meridiano que el hombre ¡¡¡no está hecho para el sábado…!!!
Debemos comprender que suceda con el resto de las cuestiones que son el principio y fundamento de las relaciones humanas.
Y esto: ¡¡¡En todos los sentidos!!!
Estamos muy lejos de vivir una humanidad rica en respeto personal, mutuo, en la comunidad, el trabajo…
¡¡¡La Vida!!!
Comprender en profundidad, que la sola letra, por encima de todas las cosas ¡Mata!
Que todo es cuestión de la forma y manera de mirar, ver, optar, comprender, entregar.
¡Gracias George por sus intervenciones!
mª pilar
Estimado Viciedo: Respeto mucho sus intervenciones y confieso que me aventaje usted mucho en su conocimiento pero de lo que se discute no es una mteria reducible a la simplcidad de las palabras.
A la feminidad y a la mujer es preciso defenderla, es vergozoso tener que admitirlo, porque en nuestros tiempos aun ocurre en el mundo la ablacion involuntaria de sus genitales por orden de su marido que actua como su propietario, la devaluación del nacimiento de las hembras con respect al de los varones, la prostitución como oficio sindicalizable aun en los paises educados del primer mundo, la explotación monetaria a cambio de lograr la emigración para mejorar sus horizontes de vida, y la violencia doméstica generalizada que no reconoce fronteras ni variaciones geodésicas.
No es que no hubiera que hacer lo mismo con respecto al hombre (lo cual es igualmente vergonzosos tener que confesarlo) pero en este caso hablamos de la mujer. Estoy seguro de que usted pudiera comprobar porque es del dominio public que paises como Afganistán se explotan a niños vendidos por que sus padres no los pueden sostener, a mediadores que los revenden tras entrenarlos como danzarinas yque se les conoce porque la BBC y PBS publicaron un documental auténtico de los llamados “niños danzantes” que ha recorrido el mundo; en Tailandia (he sido insultado en este espacio por denunciar el turismo sexual en Cuba que causó la detención del Almodóvar) y en muchas otras partes existe el comercio explotador de niñas y niños , explotación rampante en el Lejano Oriente, en condiciones de esclavitud adolescentes masculinosy femeninas como si fueran vacas en Mercado; los harems de adolescents del Medio Oriente que tampoco son noticia aunque los Allatolas islámicos acusen al mundo occidental de bárbaro.
No se trata de una simplicidad tal como la de decir que seamos iguales y baste; o que pertenezcamos a una misma raza (porque que si decimos especie cabe el peligro del racismo), se trata de que la vida socialmente hablando, en la práctica, realmente, con instituciones de derecho que sean reales no virtuales, reconozca e implemente esa igualdad lo cual desgraciadamente no ocurre.
Aunque mi tono pueda ser opuesto le aseguro mi mayor respeto a usted y asus contribuciones en Atrio. Un abrazo si me lo permite.
Tomo al Sr. Henríquez en este párrafo de su entrada: “No entiendo tanto revuelo. Porque me atrevería a firmar, sin haber leído ni uno ni otro libro, que lo que plantea Costanza Miriano en ambas obras es esto: el matrimonio cristiano es una alianza de amor entre un hombre y una mujer, fiel, estable, para siempre, sancionada social y eclesialmente, para la santificación de los esposos, y abierta a la solidaridad (la familia como iglesia doméstica, como escuela de solidaridad), a la espiritualidad conyugal, y a la vida, esto es, a tener hijos, de ser posible, con generosidad responsable”.
Deseo ser respetuoso con la señora Miriano y con el Sr. Luis Henríquez pero he mirado al Título VII del Código de Derecho Canónico vigente y específicamente a la definición eclesiástica y no he encontrado mención siquiera una vez de ninguno de los vocablos siguientes: amor, fiel, estable, sancionada socialmente, sancionada eclesialmente, santificación de los esposos, abierta a la solidaridad, iglesia doméstica, escuela de solidaridad, espiritualidad conyugal, abierta a la vida, generosidad responsable. (CIC, VII, 1055-1062)
Todo lo que se le atribuye en esta entrada al matrimonio puede y debe ser cierto si no siempre, muchas veces y lo mismo, en alguna medida menos materialmente evidente, en muchas otras parejas no sancionadas eclesiásticamente. Pero nada de esto disminuye el hecho de que se sobren en una proporción vergonzosamente aplastante en la literatura católica sobre todo magisterial, expresiones y modos de pensar que reducen, cosifican o abiertamente ofenden a la mujer o que induzcan a ello y el obispo de Granada debiera dejar de enseñar estas opiniones o consejos contenidos en su libro y que personas que me merecen respeto y confianza han comprobado que las afirme.
Concedo que quizás como es soltero no se dé siquiera cuenta de que sea mejor para el esposo compartir la carga de las responsabilidades aunque sea para disminuir el estrés y que la mujer sepa comprender y resolver situaciones que los hombres comprendamos y resolvamos o compliquemos más al intentarlo porque somos diferentes y que sea solamente en beneficio de la vida de familia que las decisiones se tomen en un ambiente enriquecedor de diversidad versus otro empobrecedor de dominio y sumisión.
No se trata de comparar a la mujer y al hombre, la esposa y el esposo, como entes opuestos, o definir al uno en función del otro sino de realizar lo que el Código establece: (CIC. VII, 1055: “…alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole…” después de todo con la vejez el atractivo generalmente disminuye no aumenta…
Se dice que, quien dice o se apoya en una falsedad o mentira, queriendo que aparezca como que dice o se apoya en la verdad, tendrá que estar siempre reforzando aquella mentira, matizándola o encubriéndola, para que no llegue el momento de que se imponga claramente su realidad falsa, y cargue con la responsabilidad de ser considerado un mentiroso embustero.
Creo sincéramente que algo de esto puede estar pasándonos, si tanto tenemos que razonar para defender la verdadera condición de la mujer respecto a la de los hombres.
Puede que peque de simplón o atontado, si planteo, para que esto quede claro, una muy sencilla e ineludible pregunta:
¿Las mujeres, tanto como los hombres, pertenecemos a la misma y única ESPECIE HUMANA ?
Con un SI o un NO, tenemos cogido el hilo para ir desenrollando todo el ovillo de nuestros propios y ajenos comportamientos como VERDAD o FALSEDAD.
A propósito de Cásate y sé sumisa, de la periodista italiana Costanza Miriano (madre de 4 hijos, conferenciante, cualificada profesional…), habría que recordar que la editorial Nuevo Inicio, en efecto del Arzobispado de Granada, también ha publicado, de la misma autora, Cásate y da la vida por ella.
Por la información de que dispongo, en ambas obras la joven autora italiana, madre de familia numerosa -me figuro que fiel a la doctrina magisterial de la Humanae Vitae de Pablo VI, luego refrendada por Juan Pablo II, por Benedicto XVI…- y ni que decir que católica muy activa, lo que expone es plenamente coherente con la doctrina oficial de la Iglesia católica. O sea, que es una visión de la sexualidad humana y de la afectividad-convivencia de la pareja humana, casada en matrimonio cristiano, muy en la línea de las exhortaciones del apóstol Pablo.
No entiendo tanto revuelo. Porque me atrevería a firmar, sin haber leído ni uno ni otro libro, que lo que plantea Costanza Miriano en ambas obras es esto: el matrimonio cristiano es una alianza de amor entre un hombre y una mujer, fiel, estable, para siempre, sancionada social y eclesialmente, para la santificación de los esposos, y abierta a la solidaridad (la familia como iglesia doméstica, como escuela de solidaridad), a la espiritualidad conyugal, y a la vida, esto es, a tener hijos, de ser posible, con generosidad responsable.
De modo que tanto revuelo suscitado en algunos medios y sectores, como que no termino de entenderlo. Aunque luego de leer el artículo del vasco José Arregui publicado en Atrio -cuyo “contenido”, me van a permitir, ya conocía antes de leer el artículo de marras: una de sus virtudes, de las varias que tiene, es la de poner de manifiesto la realidad actual archisabida de la pareja humana a escala mundial casi-, sí que lo entiendo, por evidencias y constataciones que ya quedan adelantadas: el modelo tradicional de familia ha saltado como hecho añicos por los aires.
Por los aires de la modernidad, la postmodernidad, el secularismo, el progresismo, la crisis de valores, el hedonismo, la revolución sexual iniciada en los sesenta del pasado siglo xx… Y también -lo cual me parece formidable-, por una nueva sensibilidad en torno a la sexualidad humana, asumida sobre todo por las nuevas generaciones, católicos y católicas incluidos, que es vista y sentida así más como una experiencia de comunicación y de amor, de donación, que como un “peaje” que habría que pagar para asegurar la perpetuación de la especie humana.
Esta nueva sensibilidad a que aludo es la que explica, a mi juicio, que en una red social de jóvenes católicos en que ando metido yo mismo, todavía no me haya encontrado con joven católica alguna tan cerrada de mente como para escandalizarse ante este asunto de la sexualidad humana, o hasta de las caídas, o experiencias o como se quieran denominar, que las personas hayamos podido tener, cada uno las suyas, en este delicado asunto.
En este sentido, sí que me parece experimentar a menudo que las nuevas generaciones, jóvenes católicos incluidos -salvo acaso sectores muy conservadores tipo Opus Dei o afines, que tampoco sé bien-, están como unos puntitos “por delante” de los pastores, de los obispos, pongamos. en la comprensión y vivencia de la sexualidad.
Dicho más claramente -al pan pan y al vino vino-: en la red social católica a que me he referido supra lo normal es, si uno se encuentra con una joven católica que confiesa ser virgen, que esta te diga, más o menos: “Pero con que mi futuro esposo sea sincero, amoroso y fiel, me conformo”. Y esto que es así, y que es fruto de esa nueva sensibilidad hacia la sexualidad humana presente en las nuevas generaciones de jóvenes, ¿el común de nuestros obispos lo entiende?
Yo me creo que el papa Francisco, por declaraciones que ha hecho, sí que lo que entiende. Pienso, por ejemplo, en sus palabras de hace algunos días, tan mediático siempre nuestro Papa: “Por mucho que haya pecado una persona, por muchos que hayan sido sus males, sus errores, sus vicios, sus pecados, estoy convencido de que DIOS habita en esa persona”.
Al pronunciare estas palabras, el papa Francisco debía ser perfectamente consciente, me parece, de estar conectando con casi toda la juventud actual, católica y no católica. Porque, ¿quién no tiene alguna página oscura o turbia en su vida?, ¿quién está libre de culpa como para tirar la primera piedra?
Y nada más. Un saludo a todas las personas que visiten ATRIO.
La autora del libro “Cásate y sé sumisa”, Constanza Miriano aparece fotografiada con clérigos y hasta con el Papa, es decir, ella está convencida de que su libro le va a gustar y va a recibir todo tipo de aceptación por parte de la iglesia. Y lo ha conseguido, el arzobispo de Granada lo ha publicado en castellano en una editorial propiedad del arzobispado.
Es preocupante que en Italia se hayan vendido 50.000 ejemplares, ¿alguien cuestiona aún que este tipo “teología moral” machista, amparada por clérigos relevantes, no necesite de teología feminista, es decir que las mujeres tengan voz y voto en el magisterio eclesiástico? Además de que haya tantísimos hombres, clérigos y no clérigos, que rechazan este tipo de barbarie.
Ahora veamos lo que la autora publica en su blog y comparémoslo con lo que se nos enseñaba a través de la Sección Femnina hace 60 años:
“el hombre debe encarnar la guía, la regla, la autoridad. La mujer debe salir de la lógica de la emancipación y abrazar con júbilo el rol de la hospitalidad y del servicio”
“¿Qué viene después del beso final? ¿Después del “the end”? ¡Sería estupendo que los guionistas dijeran algo! ¿Son felices? ¿Cuántos hijos tienen? ¿Alguna sabe que se puede ser feliz incluso con su marido? Ahora es el momento de aprender la obediencia leal y generosa, la sumisión. Y, entre nosotras, podemos decirlo: debajo siempre se coloca el que es más sólido y resistente, porque quien está debajo sostiene el mundo”, se explica en la presentaación del libro, en la web de la editorial.
Y en una entrevista dice: “San Pablo nos recuerda que a las mujeres nos gusta controlarlo todo, decir la última palabra, manipular por detrás. Ser sumisas significa, literalmente, estar por debajo para ser el apoyo de todos los miembros de la familia, para acompañar a los más débiles. Es una cualidad propiamente femenina, a pesar de lo que diga la revolución feminista”.
“el hombre está llamado a servir de una manera diferente: debe estar ‘listo a morir por su esposa, como Cristo murió por su Iglesia’. Su papel no es más difícil que el nuestro”.
“Cásate y sé sumisa” afirma que la mujer tiene que ser capaz de mediar, de unir, en vez de dividir y que “la mujer ha luchado tanto por la emancipación que, de paso, ha perdido un poco su identidad profunda, ese ‘genio femenino’, como lo llamaba Wojtyla en la encíclica Mulieris dignitatem”.
«corresponde a la mujer llevar al hombre al encuentro de su virilidad, de su paternidad y del ejercicio de la autoridad».
Gracias Ana. Yo si quiero ahorrarlos. En mi ultimo viaje a Madrid en la Cuesta de Moryano (se escribe así) encontré unos pocos ejemplares “educativos” de las Jons y de la sección femenina y en el Carrejón cercano a San Ginés otro. Y con esos me basta. Pero te agradezco el aviso.
Si alguien quiere ahorrarse los 16 euros en la adquisición del libro publicado por el obispado de Granada, “Cásate y sé sumisa”, puede ahorrárselos, puesto que, no hace mucho, ya nos lo había dicho la Sección Femenina y de las JONS en la época de Franco. No tiene desperdicio.
(Iba a hacer una selección de perlas, pero es que no tienen desperdicio). Ojo, estos se me enseñó a mí para no ir más lejos.
Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles. (Pilar Primo de Rivera 1942).
La vida de toda mujer, a pesar de que ella quiera simular –o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse. (Medina, revista de la Sección Femenina, 13 de agosto de 1944).
A través de toda la vida, la misión de la mujer es servir. Cuando Dios hizo el primer hombre, pensó “No es bueno que el hombre esté solo”. Y formó a la mujer, para su ayuda y compañía y para que sirviera de madre. La primera idea de Dios fue “el hombre”. Pensó en la mujer después, como un complemento necesario, esto es, como algo útil. (Sección Femenina, Formación Político-Social, primer curso de bachillerato, 1962).
De la mujer sensual no se ha de esperar trabajo serio, idea grave, labor fecunda, sentimiento limpio, ternura acogedora. (Padre García Figar en Medina, revista de la Sección Femenina, 12 de agosto de 1945).
Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo, especialmente su plato favorito. Ofrécete a quitarle los zapatos, habla en tono bajo, relajado y placentero. Sacado de economía doméstica para bachillerato Sección Femenina, 1958:
Prepárate, retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello, hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite un poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo-Durante los días más fríos, deberías preparar y encender el fuego en la chimenea para que él se relaje frente a él. Después de todo preocuparse por su comodidad te proporcionará una satisfacción inmensa.
Minimiza cualquier ruido, en el momento de su llegada elimina zumbidos de lavadora o aspirador. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo de complacerle. Escúchale, déjale hablar primero, recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los suyos. Nunca te quejes si llega tarde o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta en cambio comprender su mundo de tensión y estrés y sus necesidades reales. Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo o que se acueste en la recamara. Ten preparada una bebida fría o caliente para él. No le pidas explicaciones acerca de sus acciones o cuestiones, su juicio o integridad. Recuerda que es el amo de la casa.
Anima a tu marido a poner en práctica sus aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente. Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de esta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los del hombre. Al final de la tarde, limpia la casa para que esté limpia de nuevo en la mañana. Prevé las necesidades que tendrá a la hora del desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al mundo interior con talante positivo.
Una vez que ambos os hayáis retirado a la habitación, prepárate para la cama lo antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la higiene femenina es de máxima importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño. Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama… si debes aplicarte crema facial o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche.
En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad.
Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar.
Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes.
Es probable que tu marido caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello.
Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana.
Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte.
Una mujer que tenga que atender a las faenas domésticas con toda regularidad, tiene ocasión de hacer tanta gimnasia como no lo hará nunca, verdaderamente, si trabajase fuera de su casa. Solamente la limpieza y abrillantado de los pavimentos constituye un ejemplo eficacísimo, y si se piensa en los movimientos que son necesarios para quitar el polvo de los sitios altos, limpiar los cristales, sacudir los trajes, se darán cuenta que se realizan tantos movimientos de cultura física que, aún cuando no tienen como finalidad la estética del cuerpo, son igualmente eficacísimos precisamente para este fín. (Teresa, revista de la Sección femenina, marzo de 1961).
Cuando estéis casadas, pondréis en la tarjeta vuestro nombre propio, vuestro primer apellido y después la partícula “de”, seguida del apellido de vuestro marido. Así: Carmen García de Marín. En España se dice señora de Durán o de Peláez. Esta fórmula es agradable, puesto que no perdemos la personalidad, sino que somos Carmen García, que pertenece al señor Marín, o sea, Carmen García de Marín. (Sección Femenina, Economía doméstica, para Bachillerato, Comercio y Magisterio, 1968).
Uf,uf,uf!!!!!! Vuelta atrás unas decenas de años…. Se Ve que este arzobispo se quedó allí.
Honorio, mis dos mejores maestros de feminismo han sido dos hombres, uno mi amigo JJ. Tamayo y otro un profesor de inglés compañero mío de instituto, Paco Julio.
A veces visualizo la cara de aburrimiento que ponen algunos hombres y demasiadas mujeres cuando aparezco yo en atrio tratando un tema que a mí me parece tan importante, mientras que a otr@ les hace bostezar.
Pero no por eso me voy a cruzar de brazos mirando cómo pasa la historia matriarcal, androcentrista y machista por delante de nuestros ojos sin intentar cambiar el curso de la historia de las mujeres. Todas las voces son pocas para ello.
Javier Peláez, el problema no está sólo en este personaje mediocre y peligroso, sino que la autoridades superiores a él no le desautoricen y en cambio fueron tan contundentes en condenar a teólogos profesores de la Facultad de Teología de Granada, como Castillo y Estrada, y a otros muchos como Masiá, Pikaza, Tamayo, Vidal, Queiruga, Pagola, Arregui, etc. etc. Siempre digo que las mujeres teólogas ni siquiera las condenan por ignorarlas, que es peor aún.
Me parece excelente el texto que presenta George Porta el 12 de noviembre, y en conjunto todas vuestras aportaciones al tema. Acaban de hacerme una entrevista en la que me han preguntado “si soy feminista”. Más o menos he dicho que si ser feminista es defender la iguald de derechos del hombre y de la mujer, soy feminista. Quizá es de eso de lo que se trata. Como creyentes, nos toca promover el pleno desarrollo y realización de todas las personas. En función de su ser original, de su historial y su cultura, y de sus aspiraciones.
Estoy recordando con fruición que los artículos que he escrito con más pasión y emoción en http://www.durangon.com son los que dediqué a Malala, la heroína pakistaní, Ada Orduya, una prostituta senegalesa asesinada en Bilbao, y la joven que fue violada y asesinada en un autobús en la India.
La periodista que me entrevistaba, arquitecto de carrera, me ha recordado también el artículo de Atrio “Celibato y sexualidad errática”, que viene a tratar de lo mismo. Siempre la mujer a los pies del macho-sacerdote…Siempre el sexo como debilidad y pecado. ¿No decían que el maniqueísmo era una herejía?
Volvemos a nuestra desconocida poetisa:
Siempre ha sido igual mi tratamiento:
De unos y de otros dependiente,
menor de edad en todos los asuntos,
desde antaño hasta el goteo de tanta muerte.
Y poco a poco, entre cantos y cuentos,
como una llamita, entre roces y rezos,
empiezas a vislumbrar que también ellos,
como nosotras, somos producto de los tiempos.
Nuestro género es más cultural que físico…
Y cada religión nos ha dejado “marcadas”:
Santa o puta, casa o calle, tontas o malas…
Pero ya está bien, llega la hora de cambiar esto:
Nuestras hijas necesitan, exigen un mundo mejor.
Hay un susurro emergente, una rebeldía sana,
huele a conciencia universal, a ecos de esperanza.
Lo tienen más claro algunas, pero es cosa de todas
vivan en selvas, desiertos, casas, pisos o chabolas.
Ana tienes que hacer màs caso a la editorial de tu arzobispo:”Càsate y se sumisa”…Observo que en Granada sigue habiendo bastante influencia cultural del reino nazarí…Es una pena que el arzobispo no coja algunas buenas costumbres musulmanas,como dejar de darle a la “frasca”…
Como trabajador clínico hace mucho que decidí no aceptar como paciente al cónyuge o pareja maltratada que persista en querer rescatar a su victimario permaneciendo en la relación de maltrato. Si persisten en permanecer en la relación me niegan la posibilidad de cumplir con mi obligación moral y legal (al menos acá en los USA) de reportar el caso a las autoridades para ser investigado. Ofrezco a mi cliente los nombres de otros profesionales para que pueda encontrar la ayuda que busca y le acompaño a la puerta de salida.
La violencia es adictiva por ambas partes. No entro en lo neuroquímico u otros detalles. Todas las adicciones exigen una ruptura entre las partes implicadas: El alcohólico con el alcohol y la víctima con su victimario. No hay vuelta de hoja. Si mi cliente aceptara romper la relación de maltrato estoy dispuesto y no pocas veces lo he hecho, a ayudar incluso pro bono según sea necesario.
Conozco el maltrato personalmente y mi victimario fue un maestro seglar, no cura. El sacerdote que era mi confesor logró que lo expulsaran del colegio inmediatamente aunque eso ocurrió en los años cincuenta. A menudo pienso y he llegado a la convicción de que aquella experiencia casi determinara la dirección del resto de mi vida aunque hubiese preferido no vivirla.
La actuación intolerable del confesor que sugiere o exige de la víctima la sumisión, que sea paciente, que perdone y aguante setenta mil veces setenta mil bofetadas y no le aconseje y hasta exija la separación inmediata e incondicional a la mayor brevedad posible, a menudo justifica—que no es infrecuente—al victimario con las racionalizaciones irracionales de que sea alcohólico o drogadicto, o ignorante, o que tenga cualquier clase de hormonas, un pasado triste hasta que merezca la compasión de la víctima precisamente por amor. Ese tipo de tratamiento pastoral es tan criminal como el victimario o más.
No es raro que el agente de violencia doméstica—principal lugar de maltrato entre cónyuges o parejas—carezca de la formación moral mínima o de la educación—aunque haya profesionales que también maltraten no ya verbal o emocionalmente sino hasta físicamente porque he conocido médicos y abogados que lo hacían—comparados con la educación moral a la que tiene acceso el confesor.
Quizás la situación de incomprensión de la mujer y del hombre como sujetos capaces de escribir su propia Teología desde sus circunstancias existenciales, terrenales, desde la vida real, haya llegado al momento de exigir que en fidelidad al “al Jesús del madero y al que anduvo en el mar” sea necesario asumir posiciones radicales que quiten el báculo y la mitra al obispo granadino de marras y a otros “maestros de la mentira” similares. No hablo de ninguna reacción de venganza sino de la justicia que brote de la humildad “a la teresiana”, la que defiende la preeminencia de la verdad real a todo trance y sin tantas vueltas y revueltas churriguerescas que estuvieron bien en su tiempo pero que ya no lo están.
Siempre que llego a este punto en el que el maltrato que ha recibido la mujer y se ha auto-infligido el hombre amputándose tan severamente lo que más debió aprender a cultivar, i.e., su ternura viril y su capacidad de amar sin miedo para promover que su mujer o su pareja pudiera hacer lo mismo con las suyas, no puedo dejar de recordar a Camus en su Reflexión sobre la Guillotina (1957) denunciando con tanto vívido dolor y compasión y el trato que recibían los criminales de parte de sus verdugos y hasta de los confesores que presenciaban la escena o los magistrados que firmaban las sentencias, y no menciono la plebe que gustaba del espectáculo.
Y no puedo dejar de recordar que quizás no estuviese tan loca la mujer que saltó al ruedo en San Pedro y, cansada de mirar desde la barrera, tumbó a Benedicto halándolo por su pluvial de oros. Es un escándalo que clama al cielo que se hable del amor cuando la Eucaristía no sea la cena celebratoria memorial de Jesús en la que la mujer pueda sentirse la que es y el hombre no sienta la urgencia de disminuirla en nada para sentirse hombre.
Errata, en el comentario a Teresita, donde dice creo debe decir creó.
Y me olvidé algo muy importante transmitido sibilinamente en las sociedades occidentales, , como es el sentido de culpabilidad desde el relato bíblico del pecado de Eva. Vengo de caminar un ratito, y he escuchado en la radio a una mujer a la que su marido quiso matarla con 16 puñaladas que se lamentaba de que, al salir de la UVI, lo primero que le dijeron sus padres fue “vaya la que has liado, qué vergüenza”, y la familia de su marido decía “algo habrá hecho”. Cosa que se repite mucho en nuestra sociedad, por eso la mayor parte de las agresiones a mujeres se dan en procesos de divorcio, y eso no lo toleran los agresores como normal, sino como ilegítimo y pecaminoso, ¡abandonarlo a él!
El día 24 de este mes, se emitirá un documental en la televisión española, en la 2, sobre este caso. También se puede ver por internet. El productor del mismo, un austríaco, decía que él pensaba que en su país las cosas estaban mejor y, cuál no sería su sorpresa al investigar y ver que las cifras se duplicaban, al igual que en Alemania.
Es que son tantas cosas que se han aceptado como normales, sin ser conscientes que las sociedades han sido configuradas desde las religiones (no sólo cristiana, sino islámica ¡!, judía) que ¿¡cómo no vamos a reivindicar nuestra participación en esos relatos “sagrados”!? Y el arzobispo de Granada alucina del porqué el revuelo que se ha armado con la publicación del libro “Cásate y sé sumisa”, que no lo va a retirar porque es un bet seler.
Espero que me perdonéis por mis numerosas intervenciones, pero es un tema tan inmenso, que no puedo callarme en todo aquello que pienso y siento.
¡Y pensar que hay tanta gente que piense que es un tema aburrido porque ya está todo dicho…!
Mi querida Teresita, nunca digas que no puedes aportar nada, las mujeres siempre podremos decir que no queremos que ningún dios, o sus voceros en su nombre, nos aplaste, nos anule, nos humille, nos silencie, nos oprima, nos esclavice, si no a nosotras personalmente, sí en solidaridad con todas las mujeres del mundo.
Sobre el concepto teología, ya he expresado lo que pienso en mi respuesta a George: no se trata solamente de averiguar quién y qué es Dios, cosa que ya han hecho siempre varones y es intocable para ellos, sino en qué dicen, transmiten y asimilan las sociedades, es aquí donde entra el trabajo de las teólogas y teólogos feministas. Hay que limpiar a fondo conceptos y mensajes, sin miedo a que con el agua se vaya el niño, que en este caso se trataría de un “muñeco” fabricado por una sola parte de la humanidad, los hombres, en moldes masculinos y androcéntricos, todo parte del concepto masculino y todo es proyección masculina de dominio y de poder: “Dios todopoderoso y omnipotente” se sigue repitiendo en las oraciones litúrgicas. Hombres omnipotentes y todopoderosos sobre la mente, el cuerpo y la vida de las mujeres a lo largo y ancho del mundo. Ahí está la violencia contra las mujeres como una tara vergonzosa de la humanidad.
Y, por eso, el lenguaje también se va modificando poco a poco, pero necesariamente y, si decimos hombre, pensamos en el hombre, si decimos ser humanos, pensamos en hombres y mujeres. En español el androcentrismo creo la palabra hombre como equivalente a ser humano, grave error con graves consecuencias. Es como si el hombre dijese, “el ser humano soy yo”, es como la frase que acabo de citar de Mary Daly“ Si dios es varón, el varón es Dios”
Y de todas las variantes y derivados de la teología, sea la teología moral la que más daño social ha ocasionado, siempre desde el pensar masculino sobre lo que debemos hacer como bueno o malo: callar en la asamblea, cubrirnos la cabeza, obediencia a nuestros maridos, padres o hermanos, reclusión en la vida doméstica, suciedad moral de la mujer en su menstruación, no acceso al sacerdocio como seres indignos, no acceso a la teología como seres inferiores con las que Dios no puede relacionarse directamente, no acceso a la interpretación de escritos “sagrados”,…, uf! sumisión, sumisión, sumisión….
George, estoy de acuerdo con todo lo que dices. Me voy a fijar en dos aspectos que tratas.
Uno se refiere al objeto mismo de la teología como estudio de lo relacionado con Dios. El ateísmo dice que Dios no existe, los creyentes ni se cuestionan su no existencia, y much@s decimos que nada sabemos de Dios, que es un concepto humano desde que tenemos conocimiento de las civilizaciones. Después están las variantes de la teología como la teología dogmática, la teología bíblica o la teología moral, entre otras.
Pero es muy sospechoso que siempre tanto las variantes teológicas como el concepto dios hayan estado en manos de hombres, cual dioses creados a su imagen y semejanza, es decir dioses a imagen y semejanza de los hombres. Esto le llevó a Mary Daly a decir: “Si Dios es varón, el varón es Dios”.
Y aquí viene el segundo aspecto que tratas: las consecuencias que esto ha tenido para la mujer. Es decir, se podrá cuestionar si dios existe o no, lo que no se puede cuestionar es que las religiones están ahí desde muchos siglos acá, en la médula de las sociedades, siempre y todos los lugares, cual pesada losa oprimiendo siempre y en todas las regiones a las mujeres. No conozco ninguna religión liberadora de la mujer, sí en teoría, como la cristiana, no en la práctica.
Y es aquí donde la intervención femenina debe actuar con contundencia, eliminando ese tóxico expandido en todas las sociedades de modular el ser y estar de la mujer como si de un juguete en manos de hombres se tratase, eso sí, siempre en nombre de Dios.
Ésta es la gran perversión de las religiones: haber configurado las sociedades en seres humanos de primera, aquellos que tienen relación directa con los dioses, y de segunda, las mujeres, que deben aceptar la voluntad divina “escuchada” directamente por los hombres. Y los mensajes “divinos” siempre han ido en contra de las mujeres, no sólo por los mensajes en sí mismo, sino porque los piensan los hombres en nombre nuestro, como si nosotras fuésemos menores de edad y so supiésemos hacerlo por nosotras mismas. Y, termino, con lo más grave del asunto: es que durante siglos han conseguido su objetivo, mutilar mental y afectivamente a las mujeres.
Uf, mientras escribo esto, escucho en la radio que otra mujer ha sido asesinada por su compañero. En España, en este año llevamos 43, y el obispo de Granada pidiendo sumisión a las mujeres, ¡qué fuerte!
Vicedo, lo que a ti y a tantas personas le parece tan lógico que se cae por su propio peso, como es que la teología como campo de estudio debe ser cosa de hombres y mujeres, no parece que lo tengan tan claro las religiones, nacidas en épocas patriarcales y que, en el siglo XXI aún no se han enterado de que la sociedad ha cambiado, porque las mujeres hemos plantado la tienda sobre el planeta diciendo que existimos, que somos, que estamos aquí como iguales a la hora de pensar, a la hora de hablar y, especialmente, a la hora de decidir.
Pues ahí siguen esas reuniones de obispos o de cardenales, de altos jerarcas que, con el Papa a la cabeza, sólo saben echarnos hermosas flores a las mujeres a imitación de y en nombre de la idealizada Maria, asexualizada por ellos mismos para convertirla a ella en esclava del Señor y a las demás en esclavas de nuestros señores respectivos. Este es el meollo de la exigencia de la teología feminista, liberar a la mujer de su dependencia y esclavitud a los dictámenes de hombres que hablan en nombre de Dios. No necesitamos que nos digan quiénes somos y lo que somos desde cerebritos masculinos previamente auto-divinizados por ellos mismos, estos es a los que denomino cerebritos, a los auto-divinizados. No desprecio, ni muchísimo menos, a los hombres, sino a aquellos que se han adjudicado la exclusividad de los dioses.
Cuando leo tan sesudos artículos sobre diversos temas que nos interpelan a las mujeres, claro que mi mente discurre, interpreta, elabora, etc. etc. Pero frente a opiniones tan autorizadas, me retengo, pues no creo poder aportar nada mejor, aunque no siempre coincida con lo expuesto. Con lo que quiero significar que muchas lectoras quizá coincidan con lo que me sucede personalmente: 1) no termino de entender qué se puede aportar en teología; es más: no sé qué implica exactamente el término teología, qué alcances tiene. 2) lo que ya sugerí:la falta de preparación que uno puede tener frente a quienes desarrollan esos temas.
Independientemente de ello, leo con interés tus aportaciones, Ana. La mayoría de las veces las podría suscribir convencida, cuando haces referencia a temas sociales, humanistas. En cuanto se habla de religión me retraigo. Josemaría decía que yo había “tirado el chico junto con el agua sucia”, refiriéndose a mi alejamiento de la iglesia. Y ya que recuerdo a Josemaría, lo traeré en una aclaración que él hacía respecto de las expresiones “hombre-mujer” El decía que hombre equivalía a género humano (Vicedo lo recuerda por allí) y que al término mujer había que corresponderlo con varón. Cordial saludo a todos.
Si la teología se ocupa de Dios y de las relaciones de la creación, incluyendo las humanas, con Dios es simplemente obvio no solamente que cada persona deba desarrollar su propio conocimiento de dicha relación y de Dios sino que cada categoría o grupo de personas deba hacer lo mismo por su cuenta y en colaboración donde la misma sea necesaria o conveniente precisamente porque se trata también de la totalidad de la Creación o Realidad con Dios. Esa visión de la relación particular con Dios (persona o grupo) define en una medida determinada la relación de la persona o del conjunto entre sí y en ese proyecto solamente debieran caber la cooperación y la solidaridad y la búsqueda incondicional del Bien Común. De todas formas cualquier percepción de lo no humano desde la condición humana siempre será defectuosa e insuficiente aunque sea genuina o auténticamente humana.
En el caso de una teología desde la mujer cabe decir lo mismo que una teología desde el hombre ambas están en pañales y por escribirse. Hasta hace muy poco la teología y la filosofía eran fundamentalmente escritas por hombres prejuiciados contra la mujer y hasta contra el cuerpo humano y las escribían como si la raza humana fuera sexualmente neutra aunque la historia reciente y la no tan reciente ha puesto en evidencia cuan hipócrita y deficiente era tal percepción y cuan inmensa era y sigue siendo la opresión de la mujer por el hombre y al oprimirla cuán inmensa la mutilación afectiva o emocional que se causaba éste con consecuencias, desde luego que abarcaban todo el ser y la sociedad.
Ana, muy bueno y muy fecundo, si la orientación teológica es la búsqueda de la VERDAD TRASCENDENTE admitida solo por la posibilidad racional que nos otorga la posibilidad de la actitud libre de fe, esto que aportas:-
“que se reconozca a la mujer como interlocutora de Dios sin mediación de varones,
*en definitiva, pedimos una teología inclusiva de género y no exclusiva como la mayoría de las religiones han hecho y siguen haciendo.”
La calidad de interlocución, tanto con Dios, aceptado exclusivamente por Fe, desde la racionalidad libre y responsable pertenece al ser humano, en tanto sujeto, calidad previa del ser, antes de su cualificación por la diferencia genérica, al menos desde el lugar teológico de la aceptada Revelación de la originaria creación relacional (Génesis I, 26:- “Hagamos al hombre – ser humano – a nuestra imagen y a nuestra semejanza,para ….. 27:-Y creó Dios al hombre -ser humano – a imagen suya, a imagen de Dios lo creó y los creó macho y hembra: 28:- y los dendijo Dios …”)
Esta misma calidad de interlocución racional mutua, especifica de los seres humanos, igualmente sujetos racionales libres y responsables independiente de la cualificación genérica, parece que ya no puede ser racionalmente controvertida, ni negada.
Por ello , como en tantos otros campos propios y exclusivos de lo humano, la teología que merezca tal nombre y consideración como humana, pertenece a la racionalidad del ser humano en tanto sujeto con independencia básica de la condición genérica.
Lo masculino y femenino como cualquiera otra circunstancialidad humana, sólo constituirán partes adecuadas de la Teología, o racionalización científica sobre el contenido de la Fe.
Pepe, pienso que de lo que se trata es de las religiones, independientemente de que se hable de Dios desde un punto u otro de partida, de que la teología sea más o menos útil, más o menos razonable.
Las religiones, todas basadas en verdades reveladas, todas ellas en manos de hombres, es un fenómeno real, existente, influyente sobre miles de millones de personas, y es en este aspecto tan importante, donde las mujeres debemos estar junto a los hombres.
No se trata de “filosofar” sobre la pertinencia o no de teologías y teodiceas, sino de que en algo tan universal, no podemos estar excluidas las mujeres, por lo menos para que la influencia de las religiones no sean tan dañinas y sí sean liberadoras de tantas personas influenciadas negativamente por las mismas. Creo que desde las religiones sí se puede construir sociedades más justas y humanizadas. Son referentes sociales como tantos otros en la sociedad.
Hola Ana,
Creo que estoy de acuerdo con lo que dices. Solamente quería llamar la atención sobre lo siguiente:
Lo que se ha dado en llamar “teología”, en el seno del cristianismo, solamente merecería consideración de tal aceptando la revelación divina, puesto que sin ella no parece que le sea posible al ser humano acceder al conocimiento de algo que no sea el universo, en su totalidad o en alguna de sus partes.
Por tanto, para mí, lo que se ha dado en llamar “teología” en el seno del cristianismo, no es más que una teodicea, un relato más o menos poético sobre algo que no es el universo, y que es comparable, como género literario, a otras muchas teodiceas documentadas.
Y sí, creo que esa teodicea cristiana ha sido esencialmente machista, producida por hombres para justificar y perpetuar su mayor dominio sobre las mujeres, entre otros objetivos.
Si las mujeres queréis idear y escribir una teodicea feminista, que por supuesto estáis en vuestro derecho, no dejará de ser otra fantasía más.
A raíz de la cuestión planteada por Pepe Blanco sobré qué es la teología feminista, voy a hacer un resumen, (un poco por libre), de una conferencia de mi amigo JJ. Tamayo pronunciada en la inauguración de la Escuela de Teología Feminista, de la Asociación Católicas por el Derecho a Decidir de El Salvador el 28 de junio de 2013.
La teología feminista aporta las alternativas siguientes:
*Que a las mujeres se nos reconozca como sujetos morales,
*como sujetos religiosos,
*como sujetos teológicos,
*el poder acceder a puestos de decisión y responsabilidad en las religiones,
*hacer ver que el fundador del cristianismo nunca ordenó sacerdotes ni a hombres ni a mujeres,
*que desde la religión no se legitime la exclusión de las mujeres en ninguno de los campos sociales y se nos recluya en la vida doméstica,
*que no se nos nieguen los derechos reproductivos y sexuales,
*volver al movimiento igualitario de la comunidad jesuánica,
*quiere ser una teología de la liberación de millones de mujeres maltratadas, no sólo por la sociedad, sin por las religiones,
*la t.f. utiliza el método de la sospecha para leer los textos fundantes en perspectiva de género,
*que se reconozca a la mujer como interlocutora de Dios sin mediación de varones,
*en definitiva, pedimos una teología inclusiva de género y no exclusiva como la mayoría de las religiones han hecho y siguen haciendo.
Cada apartado de estos, daría mucho de sí.
Mi querido Pepe Blanco, tu razonamiento es de una lógica aplastante en el caso de la física, no así si la aplicamos a materias sociales, que se fundamentan en actitudes moldeables, que se traducen en palabras que interpretan y que desembocan en unos condicionamientos conductuales de enorme trascendencia para la convivencia y para la dignidad de las personas. En el momento en que un grupo social niega los derechos a otro, ya sean mujeres, ya sean lesbianas u homosexuales, hay que cambiar las reglas y las normas y las leyes y lo que haga falta.
No es lo mismo teorizar desde un grupo de abuso y poder, que desde las víctimas, no es lo mismo normatizar desde un sexo para otro sexo, que buscando ambos el bien común, no es lo mismo hablar de ética para otras, sin escucharlas a ellas como si de menores de edad se tratase, no es lo mismo dogmatizar desde la prepotencia que desde la igualdad, no es lo mismo transmitir mensajes misóginos, machistas o androcéntricos, o xenófobos u homófobos, que mensajes universales para hombres y mujeres, no es lo mismo interpretar la realidad como únicos y exclusivos portavoces de Dios, que dejar hablar a las mujeres de sus experiencias espirituales, no es lo mismo hablar un lenguaje excluyente que un lenguaje incluyente……, podríamos seguir hasta el infinito.
Es que en física, una silla es una silla, y la interpretación que hagamos de ella no cambia su sustancia, mientras que en el vivir la realidad de los seres humanos, hablamos de una realidad tan plástica y elástica, que no podemos dejar toda su interpretación y ordenamiento en manos de un solo sexo, silenciando al otro, con el atrevimiento de pensar y hablar en su nombre.
Creo que el derecho a la igualdad de la mujer en todos los ámbitos de la vida social debe admitirse como principio innegociable, más allá de las diferencias anatómicas, fisiológicas u hormonales que pueda haber -que de hecho hay- entre las mujeres y los hombres.
También creo que la actividad intelectual, artística o manual del hombre y de la mujer, en cualquier ámbito que se considere, puede producir exactamente los mismos resultados, independientemente de su sexo. Por eso desconfío de expresiones como “teología feminista”. Si hasta ahora la teología era “machista” era que, probablemente, no era teología, como, probablemente, tampoco lo será la “teología feminista”. Salvando las distancias, es como hablar de una física machista o una física feminista. Ninguna de las dos sería, con seguridad, física.
Mi querida Pilar, claro que este problema, como casi todos, se resuelven con diálogo, con denuncias, con palabras, con actitudes. Creo que es lo que estamos haciendo aquí, en atrio, por lo menos esa ha sido mi intención.
Lo que ocurre es que, como tú dices, es tanta la tarea que tenemos entre manos que no podemos cruzarnos de brazos.
En la sociedad y en la Iglesia se está produciendo un revolución pacífica de importantes consecuencias, conseguiremos una sociedad sin dominadores ni dominadas, aunque como cantaba tu paisano Labordeta, “ni tú, ni yo, ni el otro, la lleguemos a ver” en su plenitud (añado yo), “pero habrá que luchar para que pueda ser” seguía la canción.
A mí lo que me preocupa es que este tema, en el que está en juego la dignidad de muchísimos, muchísimos millones de mujeres en el mundo (dado que somos más de 3.000 millones), acapare tan poca atención a los y las entrantes en atrio.
Sobre la prostitución femenina, volvamos a nuestra desconocida y admirada poetisa:
“Vengo rota por miedos y desesperanzas
que han corroído mi alma y mis ilusiones
durante el duro trasiego de todos los tiempos.
La esclavitud tiene miles de años y,
mayormente, rostro y cuerpo de mujer”
Querida Ana:
Creo que la mujer (como siempre “salvo excepciones”) tiene mucho que conocer de sí misma; descubrirse, asumirse, formarse… “desde su humanidad” primero y principal, y por supuesto culturalmente.
Desde ahí, trabajar sin descanso en “ocupar” su sitio en la humanidad.
La misma labor debería hacer el varón, de hecho, ya hay muchos que poseen una mirada nueva al remanso de mujeres nuevas también, ante ellas mismas para poder (como dice Oscar) invitar, compartir, dialogar, expresar… esta labor no tiene límites.
Muchas mujeres, hemos descubierto ya la “paja” que contienen tantos mensajes (no solo en religión) respecto a lo que somos, debemos hacer, esperar, aguantar, padecer… Tendremos que reconocer, que muchos varones padecen y sufren lo mismo.
Ejemplo: Hay prostitución, porque (se nos dice) hay varones que la compran ¡cierto! Y la hay fundamentalmente, porque existen mafias que se lucran con ello.
Al mismo tiempo, existen mujeres, que están libremente en ella porque les renta mucho más una hora en ese “trabajo” (dicen sus defensoras) que dedicarse a limpiar suelos.
¿No hay aquí un desajuste?
¡Por favor! No estoy criticando a dichas mujeres, solo estoy planteando un tema concreto.
Sinceramente creo, que en ambos sexos todavía hay grandes desajustes humanos, miradas desiguales de uno a la otra y viceversa.
Muchas mujeres por defender el voto, sufrieron lo indecible; solo quejarse, levantar la voz, intentar bajar de sus tronos y dominaciones a los hombres que se sienten ahí a salvo… es una tarea vana.
La lucha será dura, larga, infructuosa a corto plazo, pero hay que desear romper la norma establecida por los varones incompletos humanamente hablando.
Cuando “comparto” una duda ante un varón sobre un tema concreto, que da por hecho la verdad que expone; si yo no lo puedo mirarlo así; suelo mostrarle mi pensamiento, sin deseos de que cambie, si no que comprenda, que todas las personas no comulgan con ruedas de molino.
Quizá siga planteando igual los temas, o quizá, empiece a vislumbrar otra manera de decir o exponer el materia en cuestión.
No peleas, muestras tu personal vivencia sin esperar (al menos de manera manifiesta) que él cambie, si no que le ¡¡¡haga pensar!!!
Quizá en un futuro, buscará otra manera de explicarse teniendo en cuenta (en este caso que expongo) la mirada de la mujer, su sensibilidad, su experiencia personal.
A lo largo de la historia, las mujeres que han crecido mucho más que el resto por su valentía, tesón, convicción…
Les han acompañado hombres totalmente maduros en su humanidad, y les han brindado su apoyo y esfuerzo en la lucha.
Creo que ese será el mejor camino, dialogar, exponer, compartir…
mª pilar
Hola, Oscar, únicamente te contesté a esa afirmación sobre las mentiras de los hombres de religión, que, seguro que habrá escandalizado a alguien. Por eso quise explicar en base a qué hacía esa afirmación.
Desde luego que no es nada atractivo descubrir tanta basura y mucho menos regodearse en ella, al igual que no es nada atractivo y, hasta es doloroso, sacar el pus de una herida infectada, pero hay que hacerlo. Tapándose los ojos o mirando hacia otro lado, no desaparece la realidad por muy desagradable que sea.
Es que la teología feminista, además de detectar y desenmascarar las putrefactas raíces de nuestros males presentes, denuncia el mismo presente y abre nuevos horizontes con nuevas propuestas. Por eso soy tan persistente en que se escuche a las mujeres en general y a las teólogas en particular, que se las tenga en cuenta a la hora de construir un concepto de Dios que ame a las mujeres, que las valore, que las defienda de tanta opresión religiosa machista y patriarcal, etc. etc. Y que no se dé por supuesto que ya está dicho todo. Las mujeres aún no hemos comenzado a hablar en teología.
“Vengo rota por miedos y desesperanzas
que han corroído mi alma y mis ilusiones
durante el duro trasiego de todos los tiempos”.
He arañado paredes y hurgado tejados
oteando caminos para mis pies y mis sueños,
pero las semillas de las aspiraciones,
por entonces, tenían otros “dueños”…
Hagamos realidad los sueños de tantas mujeres a lo largo de la historia.
Me ha parecido bueno revisar mi comentario y además abuser menos del espacio y proponer esta segunda version autorizando a los redactors de Atrio reemplazar el anterior. Mi deseo es comunicar y quizás esta comunicación es más efectiva.
Cuando en otro hilo mencioné el aspecto genético con relación a la conceptualización de los sexos en función de los cromosomas “X” e “Y” me sorprendió que había tocado un tema complateamente fuera de lugar al leer algunos comentarios al respecto. Eso me animó a aclararme un poco al abrirse el tema por Ana.
Lo único material en cuestión de “sexo” hablando de estos mamíferos llamados humanos—i.e., aquello que visual y físicamente se puede reconocer cuando el profesional que va a certificar el nacimiento, que en los Estados Unidos lo hace el o la obstetra en el mismo hospital, examina los genitales de la criatura, es esa característica anatómica diferenciante, es decir lo biológico.
Los órganos genitales definirán en la mayoría de los casos la conducta que pudiera tener dicha persona si su desarrollo continúa del modo más frecuente llegado su momento de procrear.
Todo lo demás es materia de conductas o circunstancias, bien o mal enseñadas o aprendidas, experimentadas con más o menos placer o sufrimiento, y desde luego, en una gama considerable de variaciones y prejuicios más o menos determinantes.
La feminidad y la masculinidad son abstracciones culturales aunque todas las culturas puedan coincidir en muchos detalles y diferir en muchos otros en cuanto a ellas. Lo único radicalmente invariable—en general—es la genitalidad. Esta es tan invariable que cuando se afecta quirúrgicamente permanentemente solamente se puede se trata de restaurarla lo más cerca posible del diseño original. Desde luego habrá excepciones.
Históricamente, hace mucho tiempo que la mujer ha sido oprimida por el hombre y como en toda victimización la víctima sobrevive a base de participar pasivamente en su propia experiencia opresiva lo cual causa que la opresión misma sea preservada hasta que en algún momento la posibilidad de cambio adquiera masa crítica, se convierta de posibilidad en probabilidad y comience la liberación o el cambio de dirección en las circunstancias opresivas. El opresor muy rara vez liberará a su víctima por la pérdida de beneficios y de seguridad implicados si lo hiciera. Habrá excepciones, pero esa no es la norma.
La feminidad me inclino a pensar que toque a las mujeres definirla y promoverla y modificarla para adaptarla al tiempo y cuanto antes lo hagan y lo hagan con mayor frecuencia tanto antes mejorarán sus condiciones de vida. El hombre no tiene que estar ausente, lo contrario, tiene que ser capaz de definir la masculinidad que tampoco ha sido definida de modo efectivo o constructivo y no como causa o instrumento de opresión, como complemento en paridad de condiciones como la naturaleza sugiere en el caso de la procreación en pareja. El hombre tiene que también elevar su dignidad a la altura de los tiempos y dejar de proponerse dominar a la mujer. Solamente se puede desear someter aquello a cuya libertad se tema.
Me parece importante insistir en esto: La violencia es solo explicable en función del miedo, como recurso defensivo. La causa de dicho miedo no tiene que ser físicamente real, puede ser imaginaria. Los estudios sobre las reacciones de pánico en el estrés lo demuestran.
Gracias Ana por disculparte, pero no es necesario. Tampoco soy un experto mucho más que cualquier trabajador clínico en el campo de la psicoterapia y por lo tanto tengo por más el privilegio de trabajar con personas que el de estudiar aunque soy un tipo bastante inclinado a estudiar también. Así pues agradezco tus disculpas porque de paso me alertan sobre el uso de la lengua que en eso requiero de mucha tolerancia de vuestra parte. Quizás los años que llevo acá en Miami y el hecho de ser cubano expliquen las diferencias en los significados atribuidos a las palabras.
El lenguaje es equívoco por naturaleza pero lo cultural no es lo único que causa que lo sea. Chomsky hizo un estudio hace muchos años acerca de la carga ideológica del lenguaje y de su equivocidad (no sé si traduzco “equivocity”) correctamente o si me invento la palabra que pudiera aclarar el tema, pero que me interesó solamente porque la comunicación con mis pacientes pudiera ser víctima de malentendidos no intencionados.
Así pues tu disculpa se convierte en mi alerta y te la agradezco.
Hola ana!
¿Te parece que me puede atraer algo “femenino” (“teología” en este caso) que consista en:
Te leo:
– “sacar a la luz tanta basura acumulada en eso los llamados libros sagrados”-?
……………………..
Prefiero –sin desconocer éste- otros cotos más promisorios.
Porque aprendí que si quiero conocer a la mujer, necesito detenerme ante ella, e.d., «flirtear».
¿Cómo adentrarme donde solo me muestren muñones y rostros arruinados?
No voy a la caza de la mujer, sin que ella, previamente, me cace encantándome;
atrayéndome a la soledad íntima y fresca del bosque, bajo cuyos árboles nos con-versemos.
Lo dicho antes: -“¿Qué le voy a hacer?”-
¡Gracias, igualmente, por la invitación! – Oscar.
…………………..
PS.: Cuando abras las puertas a otras pupilas ¡vuelve a invitarme, que allí estaré!
Oscar, no te defraudará la caza en este coto. Yo no quiero cansar más de lo debido, pero piezas amargas y repugnantes a la sensibilidad humana, y cuya putrefacción prolonga el mal olor hasta nuestros días, las hay en cantidades inconmensurables.
Me gustaría que esta caza y captura fuese colectiva y solidaria, porque yo no soy la única que las tiene detectadas y recopiladas y, de poco serviría el que yo las proporcionase unilateralmente cuando lo interesante es la aventura de buscarlas y encontrarlas en comandita. Por otra parte, necesitan pocos comentarios si no es la vigencia de las secuelas que aún perviven en nuestra sociedad, creyente y no creyente.
Oscar, cuánto me gustaría que perdieses el miedo o la pereza para sacar a la luz todos esos conceptos de voluntades divinas dichas sólo por hombres, en pro de intereses masculinos. Y ahí han entrado los consejos y normas y mandamientos divinos de que la mujer debe obedecer al varón y estar callada en la asamblea, que se le ha adjudicado a Pablo, y que tanto éxito ha tenido (hasta el actual arzobispo de Granada), de que no debe darse a los perros el pan Israel, dicho de Jesús, a lo que la mujer sirio-fenicia le corrige, no hablemos de las órdenes que daba el dios de Israel de que para conquistar una ciudad, lo primero que debían hacer los israelitas era violar a las mujeres. El reguero de barbaries diseminadas por caso todos los libros de la Biblia es inmenso.
Ya desde el principio, el dios de los hombres saca a la mujer de una costilla de Adán para ser ayuda adecuada para el hombre (lo podría haber hecho un buey o una vaca), Gén. 2, 18, el primer pecado de la humanidad los hombres se lo adjudican a Eva, además de presentarla como seductora y tentadora para el resto de la historia, Gén. 3, y de ahí se derivará una misoginia secular, como estas palabras de Tertuliano, por poner un ejemplo: ““Tú eres la puerta del diablo. Tú persuadiste a aquel a quien el diablo no se atrevía a atacar de frente. Por tu culpa tuvo que morir el Hijo de Dios. Deberías ir siempre vestida de luto y harapos”.
En los capítulos 22 del Éxodo y 22 del Deuteronomio se establecen normas en la compraventa de mujeres.
El listado de mentiras dichas por el dios de los hombres sería inacabable. Oscar, te invito a ti y a quienes tengan curiosidad por saber, que detectéis y encontréis este monumento a la estupidez y a la crueldad que los hombres han construido en nombre de esos dioses, marionetas en sus manos en favor de sus propios intereses: el poder y el control sobre la mujer. Esto es lo que trata de hacer la teología feminista, sacar a la luz tanta basura acumulada en eso los llamados libros sagrados. Se le han puesto muchos paños calientes a este tema para disimularlo.
La antología de barbaridades y de infamias que los hombres le adjudican a la voluntad divida es casi tan infinita como al dios al que se las adjudican, tanto por la enumeración que se podría hacer como por las consecuencias que han tenido y que aún sufrimos.
Eso sin mencionar a santos de renombre que no se ha quedado cortos en su estupidez con respecto a la mujer. Las perlas de un gran padre (nunca mejor dicho) de la Iglesia como San Agustín, son muy ilustrativas. Por ejemplo: “La mujer es la puerta del diablo, la senda de la iniquidad, la picadura de la serpiente, en una palabra un objeto peligroso” o
“Es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer… No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños.”
O San Juan Crisóstomo: “la mujer es un ser inferior y no está hecha a imagen y semejanza de Dios. Corresponde, pues, a la justicia así como al orden natural de la humanidad que las mujeres sirvan a los hombres… el orden justo sólo se da cuando el hombre manda y la mujer obedece”.
Sí, señor, esto sí que es parir una iglesia de futuro y que ha tenido futuro y lo tiene aún. Ha tenido hijos muy, muy aplicados hasta nuestros días, como el mencionado arzobispo de Granada, entre otros.
Ya han salido diversas perlas del Arzobispo de Granada. Esta la acabo de recibir a travé de un servicio de prensa de la diócesis de Pamplona:
El Arzobispado de Granada edita un libro que enseña a la mujer a ser sumisa
Diario de Noticias
La editorial Nuevo Inicio, una iniciativa directa del Arzobispado de Granada, editó un libro titulado Cásate y sé sumisa, de la autora italiana Costanza Miriano, en el que por 16 euros se enseña la “obediencia leal y generosa, la sumisión”. La autora, periodista, casada, madre de una familia numerosa y “sumisa”, se cuestiona qué viene después del beso final de los cuentos y películas y recalca, según la editorial, que “ahora es el momento de aprender la obediencia leal y generosa, la sumisión”. El libro de la autora italiana ha sido ya líder de ventas en Italia y se inspira en la frase “esposas, estad sujetas a vuestros maridos”, de San Pablo a los Efesios.
Para confirmar la noticia he acudido a la página dicha editorial y a ¿Quiénes somos? de la misma: http://www.nuevoinicio.es/
Para ver el contexto de este obispo hay que saber que es uno de los “golfines”, discípulos espirituales de un obispo de Getafe, que fue director espiritual del seminario de Madrid. A Javier Martínez se le supone ligado al Movimientol de Comunión y Liberación, cuyo jefe supremo desde Italia es hoy otro “golfín”, Julián Carrón. De Comunión y liberación son las señoritas consagradas que atendían y atienden a la persona de Benedicto XVI.
Hola ana!
Te leo:
– “a lo que me voy a referir es a la feminidad como resultado:
1) de lo que las mujeres hemos vivido desde que apareció esta especie en el planeta tierra y
2) de cómo se nos ha obligado a vivir, desde el dominio masculino, condicionando nuestro ser y estar en la vida”-
……………….
Ad 1.- Tal vez te será un poco largón, pero te escucho
Ad 2.- Te leo:
– “Pienso y creo que si desde el principio la cuestión se plantea equivocada,
difícilmente vamos a hacer el camino en común.
Será un proyecto frustrado.”-
Acá ya me entra un poco de miedo.
Ese miedo que me invitas a soslayar.
Tal vez porque leo el “planteo” (“planta de los pies”) donde apoyas tus pasos:
-“LAS MENTIRAS DE LOS HOMBRES”-
– “Plantémosle cara con valentía al tema, y no temamos,
que el resultado no va a ser peor de lo que lo hemos hecho hasta ahora en esta relación desigual de hombres y mujeres.
¡Cuántas mentiras nos han contado los hombres sobre dioses y demás derivados!”-
Yo no me animo, no tengo ánimo de entrar en ese acotamiento del Asunto.
Quizás, -como dije antes- debe ser MIEDO.
¿Qué le voy a hacer sino esperar otros cotos de ideales cazas?
Entonces, tal vez ¡Vaya todavía! – Oscar.
Perdona, George, por no haber sabido interpretarte el otro día, puesto que yo estaba posicionada en un concepto de persona, sea hombre o sea mujer, independientemente de sus rasgos biológicos. Por eso no entendí tu explicación biológica en el contexto de ser persona.
Antes de entrar, en materia, que es mucha la de tu comentario, me gustaría hacer una precisión lingüística: hembra es lo opuesto a macho, y mujer es lo opuesto a hombre. Por otra parte, sexo se refiere como concepto a cuestiones biológicas, género, se conceptualiza como roles adjudicados culturalmente.
Creo que trabajas en sicología clínica, ¿me equivoco?, por tanto eres un privilegiado en conocer sobre el terreno real las conductas humanas.
Y es aquí donde yo hago hincapié con contundencia. Las conductas que dependen de roles culturales es la médula de lo dañino en las conductas equivocadas provenientes del sexo.
Creo que la búsqueda de la feminidad no es cuestión sólo de las mujeres, es, especialmente, cuestión de los hombres, que son, a su vez, víctimas de una inculturación patriarcal, androcéntrica o machista, conductas que deben ser desaprendidas, además de profundizar en los derechos de las mujeres como personas. Es un trabajo conjunto desde la buena fe y la buena voluntad, desde la apertura y la aceptación de que la humanidad ha andado errática en el reconocimiento de la igualdad y equidad entre hombres y mujeres, y es hora de tomarse en serio que esta situación debe cambiar, desde las convicciones, no desde las obligaciones, aunque lo sean.
Josefa, tienes toda la razón cuando dices que la teología feminista no debe ser un apartado dentro de la teología oficial, esa es la clave de que las aportaciones de la mujer no se queden en lo marginal. El invasivo carácter masculino de la teología oficial, necesita urgentemente de la participación de las mujeres, que no será ni mejor ni peor, con derecho a equivocarse, al igual que lo han hecho los hombres, lo estamos viendo y sufriendo. Los hombres han hecho teología desde el poder, las mujeres la harán desde su lugar: de olvidadas, de sometidas, de silenciadas, de víctimas del abuso del poder hecho en nombre de Dios, metiendo esa voluntad de Dios en lo más profundo del ser humano, su conciencia. El lugar desde donde se hace teología, es fundamental.
Cuando en otro hilo mencioné el aspecto genético con relación a la conceptualización de los géneros en función de los cromosomas “X” e “Y” me sorprendió que pareciese que fuese un tema lunático al leer algunos comentarios al respecto.
Lo único material en cuestión de “género” hablando de estos mamíferos llamados humanos—i.e., aquello que visual y físicamente se puede reconocer cuando se clavan los ojos entre las piernas de una bebita o un bebito recién nacido, en la inmensa mayoría de los casos es lo biológico.
Los órganos genitales definirán en la mayoría de los casos la conducta que pudiera tener dicha persona si su desarrollo continúa del modo más frecuente llegado su momento de procrear.
Todo lo demás es materia de conductas o circunstancias, bien o mal enseñadas o aprendidas, experimentadas con más o menos placer o sufrimiento, y desde luego, en una gama considerable de variaciones y prejuicios más o menos determinantes.
La feminidad y la masculinidad son abstracciones culturales aunque todas las culturas puedan coincidir en muchos detalles y diferir en muchos otros en cuanto a ellas. Lo único radicalmente invariable—en general—es la genitalidad. Esta es tan invariable que cuando se afecta quirúrgicamente permanentemente solamente se puede se trata de restaurarla lo más cerca posible del diseño original. Desde luego habrá excepciones.
Históricamente, hace mucho tiempo que la hembra ha sido oprimida por el varón y como en toda victimización la víctima sobrevive a base de participar pasivamente en su propia experiencia opresiva lo cual causa que la opresión misma sea preservada hasta que en algún momento la posibilidad de cambio adquiera masa crítica, se convierta de posibilidad en probabilidad y comience la liberación o el cambio de dirección en las circunstancias opresivas. El opresor muy rara vez liberará a su víctima por la pérdida de beneficios y de seguridad implicados si lo hiciera. Habrá excepciones, pero esa no es la norma.
La famosa ley de los cambios cualitativos en función del incremento de cambios cualitativos puede explicar la rapidez del proceso liberador. Donde una hembra muera víctima de una golpiza del marido, habrá dos o tres en las que se despierte el deseo de justicia y a partir de ese momento ya nada puede detener el tsunami liberador por mucho que tarde en rodar y alcanzar masa crítica. El texto atribuido a Tertuliano (Ca. A.D. 197) “sangre de mártires, semilla de cristianos” lo ilustra.
La feminidad toca a las hembras definirla y promoverla y modificarla para adaptarla al tiempo y cuanto antes lo hagan y lo hagan con mayor frecuencia tanto antes mejorarán sus condiciones de vida. El varón no tiene que estar ausente, lo contrario, tiene que ser capaz de definir la masculinidad que tampoco ha sido definida de modo efectivo o constructivo, como complemente en paridad de condiciones como la naturaleza sugiere en el caso de la procreación en pareja. El varón tiene que también elevar su dignidad a la altura de los tiempos y dejar de proponerse dominar a la hembra. Solamente se puede desear someter aquello a cuya libertad se tema. Si el varón quiere someter a la hembra como quiere el solterón del arzobispo u obispo de Granada es porque no ha logrado una virilidad madura.
Es preciso repetirlo: La violencia es solo explicable en función del miedo, como defensa. La causa de dicho miedo no tiene que ser físicamente real, puede ser imaginaria. Los estudios sobre las reacciones de pánico en el estrés lo demuestran.
La violencia del macho que maltrata a la hembra que pretende amar se explica en esos mismos términos. La mata porque la teme, En efecto, el “macho” que mata a golpes a su hembra, bajo el efecto del alcohol por ejemplo o sobrio y borracho de ira, habrá matado, generalmente sin saberlo, a su propia feminidad proyectada en ella. Desde luego que la habrá asesinado y eso solo constituye un crimen absolutamente punible, pero además, clínica o psicológicamente habrá eliminado aquello que más miedo le producía, sobre todo si ella había llegado a ser sumisa y a tolerar la serie creciente de maltratos que culminaron en su muerte. El “macho” que va al gimnasio y se observa en el espejo hasta que la imagen que ve le satisface posiblemente tenga reprimida o no una fuerte tendencia homosexual. Al sentir satisfacción observando al “macho” del espejo solamente la estará experimentando por identificación con la reacción que imagina que provocará en algunas hembras o en otros varones.
Como varón no tengo que saber qué sea la feminidad porque la puedo preguntar a la hembra que ame y me ame. Ella me la podrá explicar pero no sabrá qué sea la masculinidad y ambos podremos realizar la intimidad a base de crear una frontera que en lugar de separar y definir territorios excluyentes, privados gustosa y placenteramente los comparte sin miedos.
Me gusta jugar con la definición de Calcedonia como con los primeros versos del prólogo de Juan. Esta sustitución la dejo para otro momento, pero la de Calcedonia es muy sugerente con la de la dignidad sacra del amor de la pareja. Que conste que esta posible redacción entre la intimidad de la pareja y la definición de las naturalezas de Jesucristo declarada en Calcedonia (A.D. 451) la propongo con el mayor respeto por la tradición cristiana y por el matrimonio e iría en este sentido: “en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a la pareja en uno solo y el mismo* matrimonio en dos personas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de identidades por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada persona su propiedad y concurriendo en un solo matrimonio en el cual subsisten no partidos o divididos, sino una sola y misma carne”.
No me cuesta decir que en la tradición católica solamente la Eucaristía, es decir la celebración del amor comunitario memorial de Jesús en torno a la Palabra y el Matrimonio sean sacramentos comparables en eminencia. No importa que sean más o menos respetados o más o menos reconocidos. Hablo por mí y en lo que a mí respecta.
Para mi lo que falta es que la mujer que estudia y se dedica a interpretar o conocer y con esos conocimientos sificientes divulgarlos como envesitigadora no siga con la pretensión de hacer ese “apartado” que se sigue menteniendo deespués de la aportación valiosa de tantas mujeres teólogas, que se llama “teología feminista”. lo que rechina si se oye ciencia o divulgación feminista. Lo que se aporta se distinguirá por su interes y superación, novedad, etc.