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Dios, un cambio de paradigma

Un artículo que puede ayudarnos a aclarar muchos de nuestros debates

Por Fernando Jiménez Hernández-Pinzón, doctor en psicología y licenciado en Teología. Seguidor de la psicología humanista de Carl Rogers.

A la  tesis  de Nietzche sobre “la muerte de Dios”,  Jung responde que Dios no ha muerto;  pero  es evidente que se ha escapado de las  imágenes  y conceptos  en  que  lo  teníamos  atrapado. ¿Dónde   podremos encontrarlo ahora?

I.- He recibido un artículo titulado DIOS: UN CAMBIO DE PARADIGMA. Viene a decir esto: Muchas culturas le dedicaron un verdadero culto al Sol, creían que el sol era un ser divino. Construyeron templos y elaboraron  diversas teologías sobre la divinidad del Sol.

Los antiguos hebreos pensaban que todo eso era idolatría y necedad, propia de la ignorancia de aquellos pueblos. Con el paradigma que les proporcionaba el libro del Génesis, pensaron que el Sol no es un ser divino, no es más que un astro creado en  el cuarto día.  (Gen. 1,14-19)

La humanidad ha sufrido lo que se llama cambios de paradigmas, que son las referencias culturales para entender la realidad. El Sol fue divino, luego se desacralizó. El sol sigue siendo el mismo antes y ahora, pero somos nosotros quienes hemos cambiado nuestra manera de percibirlo, sobre todo con el desarrollo de la Astronomía, y la invención del telescopio. Vivimos en otro paradigma.

Partiendo de esa analogía quizás nos pase algo parecido con la idea que hemos tenido de Dios y habría que concebirlo de otra manera, más acorde a nuestro paradigma cultural.

Los autores bíblicos no describieron a Dios, sino que relataron sus experiencias con él utilizando las  referencias lingüísticas y culturales que tenían a mano, sus “paradigmas” culturales evolutivos: la referencia del pastor, del guerrero, del señor…

Los ateos atacan imágenes de Dios que resultan inverosímiles para los tiempos de hoy, mientras que  hay creyentes que defienden esas imágenes como sagradas e intocables. Pero es lógico y necesario que, como consecuencia del desarrollo evolutivo de las culturas,  debamos actualizar, reinterpretar nuestra experiencia de Dios, con imágenes y palabras que tengan sentido hoy en nuestro contexto occidental.

Si una imagen de Dios queda obsoleta, ¿significa que no hay Dios?

Más bien significa que deberíamos repensar nuestras representaciones y nuestro discurso.

II.- Una noche yo tuve un extraño sueño, una pesadilla kafkiana: era como una guerra confusa, entre dos bandos, pero yo estaba allí en medio, sin saber a qué bando pertenecía, ni para qué luchaba. Por la mañana lo tenía ya claro: El sueño estaba provocado por todos los recuerdos y vivencias contrapuestos  y expresaba en lenguaje onírico-simbólico mi necesidad de reseleccionar de entre la amalgama de tantos pensamientos, atávicos y actuales, los que consideraba “puros”, autentificadores y originales, respondiendo a una pregunta que me he venido haciendo otra vez al hilo de nuestras reflexiones: ¿Qué interiorizo y retengo de todos aquellos años pasados de reclusión conventual en ese otro planeta que yo ahora contemplo en la distancia (como el asteroide de El Principito), y sueño a veces, casi con nostalgia, pero ya desde tan lejos?

Después del largo recorrido por “los caminos de la fe”, desde un sutil escepticismo de fondo (entendido en su etimología, por la que “sceptikos” significa buscador, que no es el que no cree en nada, sino el inconformista que no se conforma con lo que encuentra, o le cuentan, porque siempre espera el hallazgo de algo mejor, más completo y más convincente) he llegado a la conclusión de que ya he derrotado, vencido y desechado para siempre una concepción de Dios que no alcanzo a comprender, ni quiero reconocer: un dios (así, con minúsculas) que condena implacablemente a sus “hijos” a “penas eternas”; a ese “dios” que los persigue, los amenaza, los aterroriza, se venga de ellos “de generación en generación” ; que los castiga con “plagas” y enfermedades, con desgracias familiares, muertes repentinas, y con “un infierno eterno de fuegos inextinguibles”; o que los soborna con promesas beatíficas. Un dios identificado históricamente con el poder, con la fuerza, con las soberanías de los privilegiados; que corona a los príncipes, bendice las guerras, justifica las torturas “si son contra los impíos”; que accede a separar a los esposos aplicándoles el “privilegio paulino” (si uno de ellos no es católico, para que pueda vivir con otro que lo es, “en la armonía de su fe”); que hace inflexible a las madres frente al “pecado” de sus hijos, “preferirían verlos muertos”…. Nada de esto, en lo que hemos apacentado durante tanto tiempo la interpretación de nuestra vocación y nuestra existencia, tiene que ver con el auténtico testimonio de Jesús de Nazaret que nos subyugó desde niños, sino que son reminiscencias infiltradas de religiones paganas y de paradigmas obsoletos.

No puedo menos que valorar la religión como un componente indesligable de nuestra historia, y como la fuerza impulsiva de casi todas las grandes realizaciones de nuestra cultura. Pero me niego a que nadie más maneje nuestra vida desde ideologías, anatemas, excomuniones o penas eternas; ni que autoridades humanas representantes de presuntas divinidades, nos la limiten en su expansión natural, ni la desplacen en su realización de cada presente con el soborno de futuros premios extraterrenales, ni que nos amenacen ya más, ni nos atemoricen, ni embauquen con promesas de felicidades o castigos desde un “más allá” del que ellos se consideran portavoces iluminados.

De mi sueño interpreto que rechazo un paradigma de religión como dictadura, igual que rechazo la dictadura política o la de las modas. Que no creo ya en una religión con el paradigma de mandato-sumisión (al “Señor”), suplantadora de la auténtica religión de inspiración-elevación en libertad: una religión como motivo, como motor de vida y de esperanzas, que es lo que significa la palabra “Evangelio”, y no como norma coercitiva para culpabilizar, atormentar las conciencias y encoger los espíritus.

Lo que pienso y siento de Dios lo puedo resumir, después de todo este tiempo de búsqueda y reflexión, en esta sencilla formula: “El Dios en el que creo, y al que yo amo, habita escondido en el interior de quien lo quiere encontrar, sin ninguna ambición de poder, medro y lucimiento, más que la de habitar  en  ese lugar sagrado de la más profunda, cordial, libre e inviolable intimidad”. Allí es donde lo encuentro, inspirándome los sentimientos más genuinos de amor, belleza y trascendencia, cordializado en valores que inspiran mi vida: la mansedumbre -tal como la enseñó Jesús de Nazaret- frente a la violencia; el amor como solidaridad, como disponibilidad, como ternura, como benevolencia, como misericordia activa; la pureza y genuinidad de las intenciones, que es lo que entiendo por verdad; la justicia; la gratuidad de mi entrega; la esperanza entre todas las incógnitas existenciales; la fe en la raíz de bondad y fecundidad del corazón humano; el empeño por ser mejor cada día y por ayudar a serlo; la alegría imbatible… Ese Dios, fuente de valores, me inspira a pensar sobre los hechos o errores humanos, míos o de los demás, adhiriéndome, en principio, al dicho “piensa bien y acertarás”, y eligiendo en principio la explicación psicológica antes que sancionar moralmente a nadie.

Posicionado en este paradigma, deseo vivir “lo que me quede del día”, en la paz y bajo el sol (ocasionalmente también bajo la melancolía de la lluvia) y conforme con mi propia ética (la autorregulación axiológica de mis intenciones), reafirmándome en mi esfuerzo por ser consecuente con esos valores transmateriales que me justifican, y que  inspiran los motivos de mi vida, y como legado existencial tras mi paso por ella.

Y acepto un pensamiento leído hace ya tiempo: que para progresar “hay que saber abrirse camino entre la duda, la incertidumbre, la provisionalidad y el relativismo”’. Y lo asocio con aquella frase, que tanto me penetró hace años, de la película famosa de Ingmar Bergman El séptimo sello, que comentábamos en los cine-fórums de entonces. Le decía la Muerte al Caballero medieval: “La Fe es un gran sufrimiento. Es como hablar con alguien que está afuera, en las tinieblas…”.

Ojalá que desde las ruinas de nuestros viejos edificios mentales, avancemos en vuelo gozoso hacia el encuentro con nosotros mismos, y vayamos descubriendo y perfilando, entre tantos significantes culturales, el significado que le otorgue plenitud y sentido a nuestro existencia. Quien se compromete con la fe sabe que siempre va a sentirse envuelto y acuciado por las sombras de la duda.

He recordado, lo que cuento en mi libro “A corazón abierto” sobre mi primer viaje fuera de España, en mayo del 68: cuando visité en la Alsacia un pueblo que había sido derruido hasta sus cimientos en la segunda guerra mundial, y que ya reconstruido quedaron, como monumento para el recuerdo y la esperanza, los restos de un muro antiguo sobre el que se había esculpido un nido, con una cigüeña levantando el vuelo. Me explicaron que sobre ese resto de muro, lo único que había quedado en pie después del terrible bombardeo, una cigüeña, al amanecer del día siguiente, había construido su nido…

Es símbolo admirable de la fuerza renovadora de la vida y de la esperanza, con la que tantas personas bienintencionadas y creyentes hemos recomenzado nuestra andadura vital “Sin camino” (como es el título de la impresionante novela de Castillo Puche).

Y para echar a andar los cristianos tenemos un camino, que es Jesús de Nazaret (“Yo soy el camino, la Verdad y la Vida”), Él nos enseño un programa para vivir a Dios y experimentarlo, sea cual sea el paradigma interpretativo: las bienaventuranzas. Los cristianos vivimos a Dios en el legado de Jesús, con todo lo que significa en valores y en actitudes vitales.

Pero  quiero señalar que Jesús “hablaba con parábolas”. Jesús de Nazareth nació y vivió dentro de un sistema socio-histórico y cultural determinado, y para hablar de Dios usaba los referentes y los paradigmas que le permitían ser entendido por sus oyentes. Así cuando se refería a Dios empleaba los nombres  de Juez, de Padre…, de él mismo decía que era la Vid o el Pastor o el Pan o el Camino… Eran metáforas adaptados a la mentalidad de su época, y validas tal vez para la comprensión humana de todos los tiempos. Pero no confundamos la substancialidad de su mensaje de amor y de esperanza con la accidentalidad de los paradigmas y de las metáforas, más o menos adaptadas a las diferentes culturas, etapas y paradigmas.. No nos pase como “al necio que se queda mirando el dedo del sabio cuando éste señala al cielo”…

III.- Conozco a personas que se sienten nostálgicas de “los días de la inocencia”, nostálgicas de ese Dios Padre Bueno que nos enseñaron de niño, hecho a nuestra imagen y semejanza (pero mucho más bueno y además todopoderoso), que tanta tranquilidad nos proporcionaba. Sabíamos que todo lo bueno que nos pasaba era porque habíamos sido buenos, y que si éramos bueno, el Dios, Padre bueno, nos concedería todos nuestros deseos, y si algo no salía según tus deseos tenía que ser porque habrías sido malo (desobedeciste a tus padres, o estudiabas poco, o te tocabas la colita) pero con las tres avemarías de la penitencia todo se arreglaba y volvíamos a estar esperanzados con las cosas buenas que nos iban a pasar y con las buenas sorpresas que nos traerían ese año los Reyes Magos…

Desde que dejamos de ser niños (todavía lo somos siempre un poco y seguimos deseando que vengan, cualquier noche, los Reyes Magos)  nos dimos cuenta de que no son siempre los más buenos a quienes les pasan las cosas mejores, ni los más malos los que padecen tan terribles desgracias. ¡Incluso los pobres niños inocentes! Y hemos  querido buscar a Dios para pedirle cuentas, o para que nos lo explique por lo menos ¡Caramba!, y no lo encontramos por ninguna parte… Le gritamos, nos desesperamos, buscamos y rebuscamos, nos obsesionamos  incluso…  ¿Dónde demonios se esconde ese que era un Padre tan bueno, tan buen amigo.. ( a nuestra imagen y semejanza, pero mucho mas bueno y, además, todopoderoso), ¿Por qué permite tanto mal en este mundo donde Él, tan “paternalmente”, nos ha instalado? ¿por qué no arregla esto?… Y en el fondo esperamos todavía y confíamos en que alguien nos pueda dar una explicación tranquilizadora, o una anestesia para tanta indignación.

Y piensan que todo fue un “fraude”. ¿Por qué nos metieron ese Dios en la cabeza? Eso es lo que les duele ahora a tantas personas decepcionadas de la religión de su infancia y juventud.  Siempre igual: con cordeles de buenos sentimientos se aprovecha nuestra “buena fé” para  engavillarnos y formar estructuras de poder, sobre las que siempre se sienta un chaman, un santón, un papa…un líder poderoso y dominador.  Esa mentira es la gran decepción que he escuchado expresar dolorosamente a tantas personas, desde mi “confesionario” terapéutico.

Decepcionados pero  sin renunciar a eso a lo que, según dicen (y es verdad)  tienen derecho: a usar su razón, y consecuentemente, su rebeldía y tu crítica. Y es que  tienen visto y comprobado, con solo mirar a su alrededor, que los únicos que permanecen tranquilos y conformes son los que han renunciado a usar la razón, y la crítica y el derecho a rebelarse… Y yo les comprendo y se me encoge el estómago ante ese desgarro tan sincero y doliente con el que se expresan.  Y les doy la razón. Yo también miro todo esto tal vez con el mismo dolor, aunque sin el sentimiento de desengaño y sin buscar a un Dios (a nuestra imagen y semejanza) para echarle la culpa.

Por eso, después de comprenderlos y de darle la razón a su denuncia,  les preguntaría ¿También piensas que fue un “fraude” que nos hablaran, cuando éramos niños,  de los Reyes Magos…?  ¿No era más bien un modo de hablarles a los niños con un lenguaje analógico y simbólico, adaptable a la capacidad comprensiva de su desarrollo evolutivo? La humanidad también, igual que los niños, está en permanente desarrollo evolutivo, y lo que era adaptado para la comprensión “de lo incomprensible” en una etapa anterior, quizás rechine y sea decepcionante en la etapa posterior… Ahora que la humanidad ha crecido algo, nos corresponde saberlo y reconocerlo y denunciarlo, para después  tomarse el esfuerzo de buscar nuevos paradigmas que, de algún modo, nos sirva para comprender lo incomprensible, y para adoptar las posturas adaptadas a los actuales conocimientos.

IV.– Quizás porque el desengaño me vino hace más tiempo (aunque me sigo emocionando con los Reyes Magos porque siento el cariño que han puesto “los míos” en darme alguna sorpresilla…) , usando mi razón, dejé de pensar ya en un Dios a nuestra hechura y conveniencia: ni padre, ni amigo, como no le llamo padre ni amigo al sol que me calienta, y a otros les quema y les achicharra,  ni al aire con que respiro, aunque otros hayan muerto asfixiados.

La Vida y su fehaciente misterio nos trasciende, nos envuelve, es infinita, sin principio ni fin (¿Dios? En ella “estamos, nos movemos y somos”). Nosotros “participamos” y no llegamos a conocer lo que podemos hacer cada uno. Sabemos el leve aleteo de una mariposa puede desencadenar tempestades en alguna lejana parte del mundo..

Y quizás  descubrimos que Dios no es otra cosa que todas nuestras manos unidas y levantadas, amasadas con nuestro sentimiento y nuestros deseos. Que no es tan omnipotente ni tan distante, que está en nuestras manos…

Reconozco que en algún modo era “más cómodo y hasta más alegre”  echar la culpa de todo lo malo que pasa en el mundo a ese “Alguien” que está lejos, por encima de las nubes, en un Olimpo impasible, eternamente sosegado…

V.- Para mi limitado pensar, Dios es la misma la Vida, Energía Primaria y creadora, de la que cada uno participamos (somos dioses), pero Vida que nos trasciende, que existe desde siempre, que no ha tenido principio ni tendrá fin nunca, cuando nosotros no estemos. “Yo soy la vida”, dijo Jesús.

La Vida, que es Energía Primaria, sigue su curso, como los ríos, por los cauces que nosotros (dioses subalternos) le vamos dando. Lo bueno o lo malo lo hacemos nosotros, sin que tengamos que echarle la culpa a nadie más que se esconde detrás de las estrellas….

Nosotros no tenemos a la Vida. Es la Vida quien nos tiene a nosotros, y nos mantiene (en ella somos, nos movemos y existimos) hasta el día que dejemos de ser y de existir como personas, y sigamos existiendo, eternamente, como la Vida.

17 comentarios

  • Santiago

    Aún cuando el concepto  de  Dios está en Jung fundamentalmente como psicoanalista es interesante que en la entrevista hecha a el en 1955 por la BBC, a la pregunta de si él creía en Dios, respondió: “No necesito creer, porque lo sé” (I don’t need to believe, I know it”)

    Jung es más optimista que Freud y no lo reduce todo a un solo instinto. El, junto con su escuela, cree en el poder curativo de la psique. Y afirma que la labor primaria íntima del ser humano es “la búsqueda del TODO” de lo que nos puede realizar en su totalidad, y que el identifica como el proceso integrative del inconsciente con el consciente.

    Su psicoanalisis consiste no solo en la interpretacion del inconsciente y de lo mítico, sino evitar ser sofocado por nuestro propio inconsciente o la parálisis que puede ofrecernos el sentido de la verdadera trascendencia.

    Yendo más allá estamos de acuerdo con el autor que nosotros “no tenemos a la Vida” puesto que Dios es el único que la posee “per se”, y como la posee en si mismo nos la puede dar gratis. No solo la Vida, sino el Camino y la Verdad, puesto el Dios inefable y misterioso abarca TODA la realidad.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

    • carmen

      Si.
      Un hombre muy complejo. Lleno de vaivenes. Al final después de muchas vueltas a el tema de Dios llegó a decir eso que usted dice. Sabía que existía dios . No necesitaba creer. Es una afirmación en su línea. Pero lo pasó fatal. Me refiero a la idea de Dios que le metieron en la cabeza en su casa. Luego veía tantas contradicciones que…
      Pues ese planteamiento se lo hace la mayoría de las personas. Como muy bien cuenta este señor de su experiencia en su consulta. Y mucha gente abandona. Y a edades tempranas.
      Por eso hace falta un cambio de paradigma. Creo. Pienso. Opino . O como diría Jung, lo sé.

    • carmen

      Recuerdo haber leído un artículo, una reflexión o algo de eso, o una carta quizás , donde Freud hablaba del tema de Dios, que me sorprendió por lo precioso que era el texto. Hace años. No recuerdo bien. Solamente recuerdo que me gustó un montonazo.
      En esa época las personas mantenían una correspondencia supercuidada, da gozo leer algunas de esas cartas. Es una pena que se haya perdido esa costumbre. Bueno, sigue, pero no es igual.
      Lo que nunca, nunca he entendido es por qué una editorial o un familiar decide hacerlas públicas. Me parece una invasión a la intimidad brutal.

    • Santiago

      Las contradiciones son mera apariencia para nosotros seres contingentes pues no somos seres necesarios, ni “dioses” como es común creencia de algunos de hoy,….sino que pudimos venir a la existencia, o de hecho pudimos no existir.

      Sólo Dios es necesario Y nosotros solo abarcamos un ínfimo de la realidad que en nosotros, por nuestra limitación, está fragmentada. Eso hace que nuestra visión de TODA la Verdad absoluta sea muy pequeña y sólo podemos acceder a parte de ella mediaticamente y gradualmente a través de nuestra vida terrestre. Es por eso que la racionalidad de la fe puede y debe crecer y desarrollarse pues podemos adquirir más “insight” conforme la iluminación del Espiritu -si no ponemos obice a esa luz- vaya progresando gradualmente.

      Es por eso que Pablo de Tarso nos dice, hablando de nuestra incompleta y parcial visión espiritual, que aquï solo vemos de manera similar a como vemos en “un espejo”. En el sœlo vemos “la imagen” limitada por la barrera del vidrio. En la eternidad podremos infusamente romper esa barrera penetrando por primera vez “de visu” en la total realidad del espíritu y entonces comprenderemos el “por qué” de las cosas existenciales. Ya no será necesaria la fe puesto que entonces “veremos cara a cara”, ni la esperanza, puesto que ya no esperamos, sino que “poseemos” verdaderamente la felicidad que ansiosamente hemos buscado durante toda nuestra vida.

      Un saludo cordial
      Santiago Hernandez

  • carmen

    Ayer leí este artículo en Lamiarrita. Me sonaba su nombre. Y me sonaba que citase a Jung. Se me ha ocurrido mirar el el índice de autores de Atrio y  , efectivamente, es usted.

    Solamente decirle que es un artículo o lo que sea este texto, además de preciosisimo, totalmente real . Me refiero a la parte que habla de las personas que aparecen por su consulta. He encontrado las mismas preguntas en adolescentes. Las mismas. Muchísimas veces.

    Y su respuesta personal la comparto totalmente. Absolutamente.

    Me gustó leerlo.

    Solamente quería decírselo.

    Creo que fue usted el que me contestó a una pregunta sobre por qué sentía lo que sentía cuando veía a mí virgen de la Fuensanta. Me habló de arquetipos. Por eso me sonó cuando leí que citaba a Jung.

    Supongo que habrá leído esa autobiografía que se publicó hace unos años. Pocos. No está escrita por él mismo. Contó cosas , alguien escuchaba y le dió forma al libro. Es superinteresante. Un hombre complejo.

    Cuídese mucho.

  • oscar varela

    Tal vez cabría recordar, por lo anteriormente dicho por mí,
    las “CINCO FOTOS DE LA FE
    con que Salvador Santos nos regaló la exégesis sobre textos de Marcos, que resumo en la frase esclarecedora: -“Y entonces Jesús VIENDO LA FE de ellos…”-
     
    Ni nosotros mismo vemos nuestra llamada “Conciencia”, sino lo que hemos HECHO – estamos HACIENDO – vamos a HACER.
     
    ¿será así? – Oscar.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Ok! Al compañero Pascual le haya llamado la atención la cita:
     
    – “El Dios en el que creo, y al que yo amo, habita escondido en el interior de quien lo quiere encontrar, sin ninguna ambición de poder, medro y lucimiento, más que la de habitar  en  ese lugar sagrado de la más profunda, cordial, libre e inviolable intimidad”.-
     
    Mi Comentario anterior se detenía donde se detienen los esfuerzos de casi todos –por no decir todos- los que han reconocido honestamente que:
     
    1.- la in-eludible realidad “DIOS” se ha quedado sin soporte comprensible cuando se lo piensa “ahí afuera” (heteronomía). Ese modo de penso-hablar de Dios se nos ha hecho, sin duda: IN-SOPORTABLE y la honestidad nos lleva a abandonarlo.
     
    2.- La búsqueda de comprensión se deslizaba hacia un “aquí adentro” (autonomía).
     
    Denunciaba yo el “estancamiento” en que se encontraban los intentos de “salir” de ese tufo intelectual con que se trataba de dar sentido a esos vocablos: “aquí adentro”, otras veces llamado “intimidad”.
     
    NOTA: Pienso que los “teólogos católicos” han quedado encerrados en la trampita que siempre nos tiende el “anacronismo” (no hay peor manera de “estar fuera de lugar” que la de estar “fuera del tiempo”; y esto no por una razón de baladí sino porque: no la Naturaleza, sino la Historia es la “substancia” de lo humano).
     
    La doctrina católica se ha quedado varada en que lo “último” a que se referencia el juicio moral es “LA CONCIENCIA”, repitiendo ser doctrina terminal desde Sto. Tomás a la fecha; y por ese cansino recurrir a que “Ni la Iglesia se tiene que meter” (de internis non judicat ecclesiam).
     
    El problema al que yo me enfrento es el “no-estancarme” para seguir yendo honestamente. Se trata de intentar darle un contenido “razonable”, e.d., “controlable”, a esos vocablos “aquí adentro”, “intimidad”, “CONCIENCIA”.
    …………………..
     
    Me inclino a pensar que el “intimior intimo” (lo más íntimo de mi intimidad) no es un YO camuflado en los vocablos recurrentes.
     
    Pienso que “lo más íntimo de mi intimidad” es MI VIDA (ese Quehacer o Praxis) que es EN donde el Yo y el Mundo “se mueve, es y existe”.
     
    Esa MI VIDA (la de cada cual)
    no es un HECHO (FACTUM)
    sino un QUEHACER (FACIENDUM).
     
    Pues bien, por ese “ahí” es por donde creo que andamos “faciéndo-nos a DIOS”: Convivencia habitable; un modo de “HABITAR ENTRE NOSOTROS”.
     
    Queriendo buscar a Dios por otros lugares que no sean los de la Vida concreta se me hace in-comprensible.
     
    Tal vez ¿no?
     
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Pascual

    Por favor,¿De quién es esta afortunada cita?

    “El Dios en el que creo, y al que yo amo, habita escondido en el interior de quien lo quiere encontrar, sin ninguna ambición de poder, medro y lucimiento, más que la de habitar  en  ese lugar sagrado de la más profunda, cordial, libre e inviolable intimidad”.

  • George R Porta

    Gracias Antonio! Esta nota la he redactado en Notepad y ha sido completamente diferente. Mi castellano no es bueno de todas formas y con pena lo admito. Quizás porque llevo muchos años hablando y escribiendo en este inglés americano de Miami. Vivo y trabajo en Miami (Florida) y aquí el mito es que se hable “inglés” y “español”, pero la realidad es que no se hable ni lo uno ni lo otro (debidamente quiero decir) y evidencia suficiente la proveen los periódicos y los telediarios (TV y radio). Al menos aquí en Notepad puedo escribir, revisar bien, seleccionar, cortar o copiar y pegar en la ventana de Atrio. He olvidado de reconocer que sea de un placer extraordinario en estas latitudes en las que vivo el tener acceso a vuestro sitio. Es siempre una bocanada de aire fresco la conversación  y un verdadero regalo que alguien como yo, sin ser experto en algo, encuentre tolerancia para expresar alguna opinión más o menos válida. Gracias por el excelente espacio y el esfuerzo que con tanto cariño invierten en el mismo.

  • Antonio Duato

    George:

    Puedes escribir el texto en una página de word. Lo corriges bien y añades negritas y cursivas si quieres. Haz también doble espacio entre párrafos. Después copias todo y lo pegas en la pequeña ventana.

     

    A veces salen códigos raros arrastrados por word. Si te pasa eso, ya te daré la forma de corregirlo pasando el texto a través de una página de block de notas que está en la carpeta de programas “accesorios” de wimdows. Pero entonces las negritas o cursivas (Oscar ves que es un maestro en su empleo y en su estilo total) tienes que ponerlas desde la ventana, con los botones que aparecen arriba.

     

  • George R Porta

    Me apena que al escribir en esta ventanilla (no sé cómo evitarlo y si alguien pudiera indicármelo lo agradeciera enormemente), independientemente del  empeño que ponga en evitar los errores ortográficos y de puntuación, una vez que lo que escribo aparece publicado el texto muestra errores que, por otra parte, si las hubiese escrito en ingles estuvieran correctamente escritas (por ejemplo “principals” en lugar de principales o “characters” en lugar de caracteres) aunque utilize Word en castellano y después “copio y pego” el texto. Si lo escribiera directamente en este espacio el resultado empeorara. Si alguien leyese lo que escribo, como ha ocurrido alguna vez, ruego que me perdone la inconveniencia.  
    El tema de Dios me resulta apasionante sobre todo por el desafío que plantea la realidad del “mal”.
    En su curso de espiritualidad, que mucho agradezco aunque seguramente yo fuese su alumno menos aventajado,  Gonzalo Haya me parece que preguntaba si debiera ocurrir con respecto a la concepción de Revelación. La respuesta me parece que debiera ser afirmativa.
    Kung en su “El Cristianismo” concluye que deba apostarse por un cambio de paradigma que denomina “paradigma ecuménico de la  trans-modernidad” que si interpreto correctamente, permitiese que las religiones coexistieran dinámicamente apuntando al final a una paz mundial con una ética mundial. (Trotta, 1997, p. 791) y aunque parezca y sean viejas (dada la actual velocidad de la formación y de la comunicación de opiniones nuevas) su opinión y la esperanza insinuada en ella (16 años) la idea no deja de ser interesante aunque la vuelta del siglo trajera a la superficie de esta especie de pozo séptico desbordado en el que se transforma el mundo de vez en vez, la pérdida de credibilidad aún inestimable de los líderes religiosos que tuvieran que encabezar el esfuerzo. Afortunadamente, a nivel de manzana, de barrio, muchos convivimos y eso permite que la sepsis sea de alguna manera contenida por períodos significativos y en última instancia la realidad es que la mayoría no pasamos los días pensando en cómo hacer detonar una bomba nuclear “sucia” ante la puerta de nuestros vecinos. Esa paz real existe y apunta en la dirección de una benignidad cuya “masa” es mayor que la de la maldad, incluso si los líderes del mundo cada vez son más incapaces de ejercer eficazmente su liderazgo.
    Sin embargo el problema sigue siendo que en lugar de tratar de alcanzar algún nivel de coexistencia pacífica y colaborativa, el tiempo se nos vaya en responder preguntas que no tienen una respuesta plausible. Una tal pregunta, por ejemplo, es la del desafío que representa la existencia del Mal en el contexto de una conversación que sigue tratando de responder la pregunta de la existencia de Dios. Dicha conversación cuando es pacífica, que no siempre lo ha sido, ocurre en términos de “revelación” y en términos de “legitimidad” o autoridad, lo cual es causa de que no promueva la solidaridad en la búsqueda, sino que causa antagonismos “territoriales”, divisiones, que “diabolice” en lugar de simbolizar las intuiciones.
    Es muy posible que sea innegable que la humanidad haya tenido intuición de la trascendencia, que haya sido en obrar trascendente aun en épocas o períodos en los no parece que tuviera consciencia de ello. La comunicación y lo gregario son marcas naturales que hasta los animales comparten y quién sabe las plantas y ciertamente los minerales que se combinan creando minerales diferentes pero emparentados. La idea de Karl Rahner de lo “sobrenatural existencial” sigue siendo atractiva y la posibilidad como ejercicio meramente exploratorio de substituir las ideas de “Logos” o “Verbo” en el prólogo de Juan (1-18) por la palabra Espíritu (refiriéndome desde luego al Espíritu Santo de la Deidad Trinitaria Cristiana) no carece de interés: “Al principio ya existía el Espíritu y el Espíritu se dirigía a Dios y el Espíritu era Dios. El Espíritu al principio se dirigía a Dios. Mediante el Espíritu existió todo, sin él no existió cosa alguna de lo que existe. El Espíritu contenía vida y la vida era la luz del hombre: Esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado…El Espíritu era la luz verdadera, la que ilumina a todo hombre llegando al mundo. En el mundo estaba y, aunque el mundo existió mediante ella, el mundo no la reconoció.”  La Espiritualidad precedería toda religiosidad y las religiones no fueran sino concreciones o lenguaje humano y por lo tanto nadie pudiera reclamar la autoridad primera. Eso no impediría creer que Jesús de Nazaret fuera en efecto un engendro de ese Espíritu y el mito mariano del nacimiento virginal tan común a tantas religiones no sería escandaloso, porque todo aún en la mediación natural de la sexualidad humana o en la combinatoria química de los minerales manifestaría esta vida inagotable que fuera expresión del Espíritu del que toda realidad cognoscible procediera. Dios fuera quizás esta fuente original que la humanidad ha intuido desde hace tanto, inasible, inefable, inimaginable y, como a las estrellas del firmamento, todos pudiéramos mirarlas y reconocerlas aun cuando supiéramos que algunas hace mucho que posiblemente se transformaran.
    Los mitos, en efecto, parecen compatibles con la idea de que ciertas intuiciones precedan a cualquier grado de consciencia, incluso cuando eran solamente sonido o cuando se convertían en imágenes concretas, fijas, imperecederos, en las formas de las manos impresas por nuestros antecesores prehistóricos (pienso en las manos que hace miles de años decoran las cuevas en diversas regiones del planeta: 31.000 años en Chauvet, en Provence y cerca de 21.000 años en Gargas en los Pyrénées, ambas en Francia; cerca de 12.000 años las de Kalimantan en Borneo;  cerca de 9000 las de la Patagonia y pudiera añadir las también antiquísimas encontradas en los Estados Unidos de Norte América).
    Imagino que haya quien solamente sienta sorna o desdén por mi imaginación en lo que acabo de escribir. Lo merezco por proponer otra interpretación igualmente o aún más insuficiente, pero lo cierto es que la inefabilidad de Dios, su ser “secreto” indescifrable más que parcialmente elimina toda posibilidad de comprensión total, definitiva y por lo tanto invita a la comunión de esperanzas y no a argumentos excluyentes. Cualquier cambio de paradigma mediador de Revelación me parece con perdón de los expertos que tenga que partir de la aceptación de que si Dios existe como espero y deseo deba ser “Secreto” que solamente sea inteligible por mediaciones, en el sentido que la traducción de Marcos (4,11) de Juan Mateos parezca que atribuye a la palabra griega “musterion” (la cual translitero licenciosamente).
     

  • oscar varela

    Hola!

    El Autor del Post introduce el Texto de un Artículo recibido, diciendo:

    A la  tesis  de Nietzche sobre “la muerte de Dios”, Jung responde que Dios no ha muerto; pero  es evidente que se ha escapado de las  imágenes y conceptos en que lo teníamos atrapado.
    (y entonces pone la pregunta para que el Artículo recibido se entendiera como una respuesta)
    * ¿Dónde podremos encontrar (a Dios) ahora?
    ………………..
    NOTA: la cuestión no es nueva para Atrio si tenemos en cuenta muchos de sus Post, pero en especial el Curso-Taller sobre el Libro de Roger Lenaers “Otro cristianismo es posible”.
    ………………..

    El Artículo tiene cinco Items (del I al V). A mí no me queda claro el criterio adoptado para seccionar en cinco Items lo que el articulista quiere decirle al Psico-teólogo. Hay un des-orden expositivo que des-pista.
    …………….

    En el Item II nos cuenta que “después de un largo recorrido …” encontró  “dónde se puede encontrar (a Dios) ahora”:

    – “El Dios en el que creo, y al que yo amo, habita escondido en el interior de quien lo quiere encontrar, sin ninguna ambición de poder, medro y lucimiento, más que la de habitar  en  ese lugar sagrado de la más profunda, cordial, libre e inviolable intimidad”.-

    La conclusión, ciertamente, es subyugante. Y me parece que “subyugante” es el vocablo justo que expresa el sentimiento popular sobre esta cuestión.
    ………………

    En el Item V nos muestra a ese dios-encontrado, bajo cuyo yugo (sub-yugado) se ha puesto:

    – “Dios es la misma la Vida, Energía Primaria y creadora, de la que cada uno participamos.
    Vida que nos trasciende, que existe desde siempre, que no ha tenido principio ni tendrá fin”-
    ………………..

    No veo que se haya avanzado mucho en la búsqueda; pienso que nada; que se sigue estancado.

    Roger Lenaers se ha ido dando cuenta de ese “estancamiento” dejando en el olvido su “Teonomía”.

    En la vida concreta “no hay Paradas para esperar la que siempre consiste en pasar-nos”.

    El embelezamiento que suelen provocar estos “sub-yugamientos divinos”, no nos hacen rendir el fruto que debiéramos por existir en este mundo. Tal vez.

     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • ana rodrigo

    Creo que si este artículo se hubiese publicado en atrio hace un par de semanas, a mí personalmente, me hubiese ahorrado la “paliza” que me he dado para decir lo mismo aunque más torpemente. Si bien haya matices abiertos a debates complementarios, en general sintonizo plenamente con lo dicho por el autor.
     
    Por ejemplo, el que los evangelios pongan en boca de Jesús “yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, es lógico que para aquellos entusiastas seguidores de Jesús lo escribieran con el artículo “el y la”, absolutizando en la persona de Jesús estas tres aseveraciones. Pienso que hoy le quitaríamos el artículo porque, es obvio que hay otras alternativas para encontrar el camino, la verdad y la vida para la realización personal, aunque coincidentes en los valores que nos llevarían al mismo término.
     
    Sobre Dios hace tiempo que no hablo porque sería hablar por hablar. Puedo hablar de la vida o del amor como motor de la vida, pero este motor nunca se ha podido poner bajo el microscopio de un laboratorio, y nadie discute sobre si existe o no el amor. Y nadie es quien para decirle a alguien que no es verdad su experiencia de amor tal como la vive o con quien la viva. Son experiencias intransferibles e intocables como tales experiencias. Otra cosa son las teorías y los conceptos.

  • Gonzalo Haya

    Gracias, Fernando, por esta exposición tan personal, tan sensata, y bien arraigada en nuestra cultura actual, con la que me identifico plenamente. 

  • George R Porta

    La conversación sobre Dios no cesará de ser apasionante, tanto cuanto improductiva, insatisfactoria lo que constituye el major garante de su continuidad. No es possible dilucidad si la necesidad sicológica de la permanencia y constancia del sí mismo como objeto que debe caracterizar la adultez sea el resultado de la percepción de la alteridad ambiental como tal o si por el contrario sea la percepción progresiva de ésta la que vaya causando aquella con el tiempo. Del mismo modo Dios no es un concepto  aprehensible por la inteligencia de modo complete. Nadie puede conocer nada, ni siquiera sí mismo, completamente y el conocimiento de sí mismo y de lo “otro” viene siempre mediado por las imagines y el lenguaje más cercano. El lenguaje y los sentidos reducen la realidad a sensaciones y percepciones que siempre se quedan corta. DE ahí que el modo más apropiado de referirse a la poosibilidad de Dios es admirarlo y contemplarlo de modo análogo a como se mira o se contempla la profundidad bellísimamente asombrosa del cielo de una noche estrellada, que aunque parezca tener una cierta y determinada profundidad todos sabemos que su profundidad sea muy posiblemente infinita y no obstante es possible disfrutar de su belleza. Me gusta imaginar que lo que el prólogo del Cuarto Evangelio afirma del Hijo, fuse afirmado, substituyendo las palabras del Espíritu, de Dios. El misterio trinitario es una definición teológica muy Antigua, pero todas las definiciones dogmáticas son posteriors a esas grandes intuiciones ancestrales que son los mitos, usualmente descritos en lenguaje poético, que trasmiten sabiduría, no conocimiento sin reclamar ser creídos literalmente. Ese lenguaje atávico me atrae mucho como para considerarlo el lenguaje multimilenario que el Espiritu ha estado revelando mucho más eficza y universalmente que el lenguaje preferido por las diferentes religions. El mito no es falso es simplemente improbable, no require ni busca la probabilidad pero resuena con gran sabiduría y enseña mucho acerca de la naturaleza humana y de por lo tanto nutre las raíces de una vision del mundo que es más bien universal. Si Dios existe y está creando el lenguaje mítico muy pien que pudiera ser una especie de analogóa proporcional y de atribuición al lenguaje revelador de Dios. Claro todo esto no pasa de ser una hipótesis y no pretend contradecir a nadie sino simplemente compartir.

  • Antonio Vicedo

    Ya desde el paradigma que venimos arrastrando por nuestra fe en Jesús, HUMANIZACION VITAL DE DIOS, con lo que conlleva de IMAGEN y REALIDAD de esa misma VIDA, creo que a esta larga y formidable disquisición que resumes así:(”-Nosotros no tenemos a la Vida. Es la Vida quien nos tiene a nosotros, y nos mantiene (en ella somos, nos movemos y existimos) hasta el día que dejemos de ser y de existir como personas, y sigamos existiendo, eternamente, como la Vida.”) se le puede aportar algún matiz que la simplifique y la cargue de mayor realismo y valor práctico actual.

    Dices que no tenemos a la Vida, pero si somos vida y vida especial (de especie), es cierto que no tenemos LA VIDA, pero sí somos vida participada que da sentido y realidad a esa expresión de Pablo: en Él (Ella) vivimos, nos movemos y existimos como sujetos, porque así Él, LA VIDA, lo ha querido y lo quiere.

    Ese tenernos la Vida, desde la condición, aún relativa, de sujetos individuales racionales, libres y responsables, ha de ser admitida como condicionada por el hecho de la participación otorgada sin restricción de su realidad relativa, racional y volitiva, sin condicionamientos de permanencia en circunstancias de lugar y tiempo.

    Sólo desde nuestra condición de sujetos individuales tiene sentido cualquier planteamiento relacional con lo demás, incluida eso que podemos llamar LA VIDA, no pudiendo tener de ELLA ninguna referencia mejor que la vida propia y las vidas ajenas, en tanto sujetos individuales.

    ¿Por qué, desde este paradigma actual, hay que admitir: hasta el día que dejemos de ser y de existir como personas y sigamos existiendo, como la Vida?

    Igualmente, cuando haces referencia al cambio paradigmático respecto a la PATERNIDAD DIVINA, quiero entender que más bien lo que pretendes es que en el paradigma cristiano, no equiparemos nuestras paternidades, transitorias y relativas, o derivadas en paternalista, con la única y exclusiva PATERNIDAD DIVINA, de la que proceden nuestras universales FILIACIONES y HERMANDAD HUMANA.

  • ELOY

    Síntesis hermosa  de un esquema de pensamiento del que puedo sentirme participe en general con los matices propios de la singularidad que a cada uno nos corresponde.

    Es de agradecer al autor y a  ATRIO  esta aportación.  Gracias