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Carta de Obispos Eméritos del Brasil a su Episcopado

panes

Amerindia y Reflexión y Liberación han publicado esta importante carta, en la que Pedro Casaldáliga (ver y oír a Pedro , 8 min) y otros dos obispos portugueses hablan sobre Francisco a sus hermanos obispos en activo.

Esta hora es, sin duda, sobre todo para nosotros, los obispos, con urgencia, la hora de la acción…

Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora.

Queridos hermanos en el episcopado:

Somos tres obispos eméritos que, de acuerdo con las enseñanzas del Concilio Vaticano II, a pesar de no ser más pastores de una Iglesia local, participamos siempre del Colegio episcopal, y junto con el Papa, nos sentimos responsables de la comunión universal de la Iglesia Católica.


Nos alegró mucho la elección del Papa Francisco en el pastoreo de la Iglesia, por sus mensajes de renovación y conversión, con sus contantes llamados a una mayor simplicidad evangélica y mayor celo de amor pastoral por toda la Iglesia. Nos tocó también su reciente visita al Brasil, particularmente sus palabras a los jóvenes y a los obispos. Hasta nos trajo a la memoria el histórico Pacto de las Catacumbas.

¿Nos damos cuenta nosotros, los obispos, de lo que, teológicamente, significa ese nuevo horizonte eclesial? En Brasil, en una entrevista, el Papa recordó la famosa máxima medieval “Ecclesia semper renovanda”.

Por pensar en esa nuestra responsabilidad como obispos de la Iglesia Católica, nos permitimos este gesto de confianza de escribirles estas reflexiones, con un pedido fraterno para que desarrollemos un mayor diálogo al respecto.

1. La Teología del Vaticano II sobre el ministerio episcopal

El Decreto Christus Dominus dedica el 2º capítulo a la relación entre obispo e Iglesia Particular. Se presenta cada Diócesis como “porción del Pueblo de Dios” (no es más sólo un territorio) y afirma que, “en cada Iglesia local está y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo, una, santa, católica y apostólica” (CD 11), pues toda Iglesia local no es sólo un pedazo de Iglesia o filial del Vaticano, sino que es verdaderamente Iglesia de Cristo, y así la designa el Nuevo Testamento (LG 22). “Cada Iglesia local es congregada por el Espíritu Santo, por medio del Evangelio, tiene su consistencia propia en el servicio de la caridad, esto es, en la misión de transformar al mundo y testimoniar el Reino de Dios. Esa misión se expresa en la Eucaristía y en los sacramentos. Esto se vive en la comunión con su pastor, el obispo”.

Esa teología sitúa al obispo no por encima o fuera de su Iglesia, sino como cristiano inserto en el rebaño y con un ministerio de servicio a sus hermanos. A partir de esa inserción, cada obispo, local o emérito, así como los auxiliares y los que trabajan en funciones pastorales sin diócesis, todos, en cuanto portadores del don recibido de Dios en la ordenación, son miembros del Colegio Episcopal y responsables de la catolicidad de la Iglesia.

2. La sinodalidad necesaria en el siglo XXI

La organización del papado como estructura monárquica centralizada fue instituida a partir del pontificado de Gregorio VII, en 1078. Durante el 1º milenio del Cristianismo, el primado del obispo de Roma estaba organizado de forma más colegial y la Iglesia toda era más sinodal.

El Concilio Vaticano II orientó a la Iglesia hacia la comprensión del episcopado como un ministerio colegial. Esa innovación encontró, durante el Concilio, la oposición de una minoría disconforme. El asunto, en verdad, no fue suficientemente asumido. Además, el Código de Derecho Canónico de 1983 y los documentos emanados del Vaticano, a partir de entonces, no priorizaron la colegialIdad, sino que restringieron su comprensión y crearon barreras a su ejercicio. Eso favoreció la centralización y el creciente poder de la Curia romana, en detrimento de las Conferencias nacionales y continentales y del propio Sínodo de los obispos, de carácter sólo consultivo y no deliberativo, siendo que tales organismos detentan, junto con el Obispo de Roma, el supremo y pleno poder en relación a la Iglesia entera.

Ahora, el Papa Francisco parece desear restituir a las estructuras de la Iglesia Católica y a cada una de nuestras diócesis una organización más sinodal y de comunión colegiada. En esa orientación, constituyó una comisión de cardenales de todos los continentes para estudiar una posible reforma de la Curia Romana. Sin embargo, para dar pasos concretos y eficientes en ese camino – lo que ya está sucediendo – él necesita de nuestra participación activa y conciente. Debemos hacer eso como forma de comprender la propia función de obispos, no como meros consejeros y auxiliares del Papa, que lo ayudan a medida que él pide o desea, sino como pastores, encargados con el Papa de velar por la comunión universal y el cuidado de todas las Iglesias.

3. El cincuentenario del Concílio

En este momento histórico, que coincide también con el cincuentenario del Concilio Vaticano II, la primera contribución que podemos dar a la Iglesia es asumir nuestra misión de pastores que ejercen el sacerdocio del Nuevo Testamento, no como sacerdotes de la antigua ley, sino como profetas. Esto nos obliga a colaborar efectivamente con el obispo de Roma, expresando con más libertad y autonomía nuestra opinión sobre los asuntos que piden una revisión pastoral y teológica. Si los obispos de todo el mundo ejerciesen con más libertad y responsabilidad fraternas el deber del diálogo y diesen su opinión más libremente sobre varios asuntos, ciertamente, se quebrarían ciertos tabúes, y la Iglesia podría retomar el diálogo con la humanidad, que el Papa Juan XXIII inició y el Papa Francisco está señalando.

La ocasión, pues, es la de asumir el Concilio Vaticano II actualizado, superar de una vez por todas la tentación de Cristiandad, vivir dentro de una Iglesia plural y pobre, de opción por los pobres, una eclesiología de participación, de liberación, de diaconía, de profecía, de martirio… Una Iglesia explícitamente ecuménica, de fe y política, de integración de Nuestra América, reivindicando los plenos derechos de la mujer, superando al respecto las cerrazones provenientes de una eclesiología equivocada.

Concluido el Concilio, algunos obispos – muchos del Brasil – celebraron el Pacto de las Catacumbas de Santa Domitila. Aproximadamente 500 obispos los siguieron en ese compromiso de radical y profunda conversión personal. Fue así como se inauguró la recepción valiente y profética del Concilio.

Hoy en día, muchas personas, en diversas partes del mundo, están pensando en un nuevo Pacto de las Catacumbas. Por eso, deseando contribuir a la reflexión eclesial de ustedes, enviamos anexo el texto original del Primer Pacto.

El clericalismo denunciado por el Papa Francisco está secuestrando la centralidad del Pueblo de Dios en la comprensión de una Iglesia cuyos miembros, por el bautismo, son elevados a la dignidad de “sacerdotes, profetas y reyes”. El mismo clericalismo viene excluyendo el protagonismo eclesial de los laicos y laicas, haciendo que el sacramento del orden se sobreponga al sacramento del bautismo y a la radical igualdad en Cristo de todos los bautizados y bautizadas.

Además, en un contexto de mundo en el cual la mayoría de los católicos está en los países del Sur (América Latina y África), se torna importante dar a la Iglesia otros rostros además del usual, expresado en la cultura occidental. En nuestros países, es preciso tener la libertad de des-occidentalizar el lenguaje de la fe y de la liturgia latina, no para crear una Iglesia diferente, sino para enriquecer la catolicidad eclesial.

Finalmente, está en juego nuestro diálogo con el mundo. Está en cuestión cuál es la imagen de Dios que damos al mundo y de la cual damos testimonio por nuestro modo de ser, por el lenguaje de nuestras celebraciones y por la forma que toma nuestra pastoral. Ese ponto es el que más nos debe preocupar y exigir nuestra atención. En la Biblia, para el Pueblo de Israel, “volver al primer amor”, significaba retomar la mística y la espiritualidad del Éxodo.

Para nuestras Iglesias de América Latina, “volver al primer amor” es retomar la mística del Reino de Dios en la caminada junto a los pobres y al servicio de su liberación. En nuestras diócesis, las pastorales sociales no pueden ser meros apéndices de la organización eclesial o expresiones menores de nuestro cuidado pastoral. Al contrario, es lo que nos constituye como Iglesia, asamblea reunida por el Espíritu para dar testimonio de que el Reino está viniendo y que de hecho oramos y deseamos: ¡venga tu Reino!

Esta hora es, sin duda, sobre todo para nosotros, los obispos, con urgencia, la hora de la acción. El Papa Francisco, al dirigirse a los jóvenes en la Jornada Mundial y al darles apoyo en sus movilizaciones, así se expresó: “Quiero que la Iglesia salga a la calle”. Eso es un eco de la entusiasta palabra del apóstol Pablo a los Romanos; “Es hora de despertar, es hora de vestir las armas de la luz” (13,11). Sea esa nuestra mística y nuestro más profundo amor.

Abrazos, con fraterna amistad.

Dom José Maria Pires, arzobispo emérito de Paraíba

Dom Tomás Balduino, obispo emérito de Goiás

Dom Pedro Casaldáliga, obispo emérito de São Félix do Araguaia

15 de agosto de 2013.

Amerindia (Brasil) – Reflexión y Liberación (Chile)

5 comentarios

  • Antonio Vicedo

    De acuerdo contigo Pepe S. y cuelgo aquí este comentario que he hecho a la noticia sobre la petición del hermano Francisco de SALIR A LA CALLE:
     
    -¡Pero si los considerados más o menos fieles, cuya fe apoyamos en Jesús, ya estamos en la calle!
    De lo que se trata, no es donde estamos, sino cómo estamos y nos comportamos, teniendo como referencia aquello del Ev. de Ju. XIII, 35:- -En esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis los unos a los otros-, en vez de consideraros unos más que otros, compitiendo siempre por dejar detrás y por debajo, a los hermanos más débiles, pequeños y necesitados de más ayuda, en los que Jesús nos cita y nos espera.

    ¿O el hermano Francisco en quienes piensa es en aquellos y aquellas que se han recluido en monasterios, recordándoles la petición de Jesús al Padre:-No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal-?

  • teresa

     
     
    “Que el letrista no se olvide del aumento del boleto, de agarrar la ventanilla y vivir la realidad” (Jaime Ross, Que el letrista no se olvide)
    Estos tres pastores de la comunidad Iglesia parecen haber echado una mirada por la ventanilla, lejos del hermetismo institucionalizado, agudizan su mirada. La sola noticia de los emisarios de esta carta predisponen a captar  su densidad.  Su finísimo tacto creyente sabe detectar ejes para la evangelización de nuestro tiempo. En sintonía con Francisco,  entre las líneas de este texto se destaca la denuncia al clericalismo. No menos interesante resulta el hecho de destacar el diálogo con el mundo, pilar conciliar, sepultado en los últimos tiempos.
    “No teman”  es una insistencia del Señor.  Si la Iglesia recupera el anhelo del Vaticano II ,  se presenta y vive  como “servidora del mundo”, nadie puede desplegar miedo. En verdad lo que aterra,lo que debiera dar miedo,  es una institución que fabrica sumisos, donde se respira fanatismo y se prefiere ser ortodoxo a acogedor. Pero advirtamos que la obsesión contra el error, también a los progresistas (con la fragilidad semántica que impone el término) nos torna agrios, paranoicos y lo peor,  distantes del “amor primero” a que refiere el Apocalipsis.
    En definitiva, abrámonos al otro, especialmente al que nunca entrará en esta página. No olvidemos al que no puede darse el lujo de discutir sobre las líneas teológicas de nadie. “Que el letrista no se olvide de los lunes de mañana cuando el verdadero guapo se levanta sin chistar”.  (autor y letras ya citadas).
    P.D- “guapo” en algunos lugares hispanoparlantes no significa “apuesto” sino valiente,aclaración que colabora en la interpretación de la canción evocada. Quisiera que en vez de “letrista” pusiéramos la palabra “creyente”.
     

  • pepe sala

    Presiento, Román, que nuevamente seré la nota discordante en los asuntos de ” renovación de la iglesia”.
    No dudo de que obtendrás muchos apoyos ” atrieros” en tu forma de ver el asunto del ” documento episcopal” : UN HITO…
     
    Yo lo veo, desde mi perspectiva social de ateo, como MAS DE LO MISMO. Los Obispos disidentes con los dos papas anteriores se conforman con una limosna papal que DECLARA ( apunta) unas cosas y HACE otras muy diferentes.
    Por sus hechos los conoceréis.
     
    Y tiemblo sólo de pensar que la iglesia salga aún más a la calle, como nos amenazan. Si teníamos poco ( semana santa, navidad, santos y vírgenes paseando y atrascando nuestras calles, jornadas de juventud, etc), ahora parió la abuela y Bergóglio nos amenaza con sacar a la calle más parafernalia eclesiástica.
     
    Lo de Fraga Iribarne se quedará en mantillas con aquello de ” la calle es mía”. Ahora y desde hace montones de siglos, hay que decir que LA CALLE ES DE LA ICAR. ( La calle, los bancos, las iglesias, miles de hectáreas de terreno, la Mezquita de Córdoba…y algunos puticlubs.)
     
    Misericordia, Román, para los pobrecitos ateos ( y otros menos interesados en que la iglesia tome las calles por asalto) y acordáos de vez en cuando de las anseñanzas de vuestro Maestro:
    ” Cuando oréis hacedlo en privado”… ¡¡coño!! ( el taco es mío, no del Maestro)
     
    SOS.

  • Román Díaz Ayala

    Este documento marcará un hito,
    será el punto de referencia habitual de mucho de lo que
    construyamos en Atrio.org por una Iglesia Renovada,
    en su estructura organizativa,
    en la pastoral,
    en lo teológico,
    en la espiritualidad vivida,
    en nuestra misión en el mundo.
    Es una apelación ( un ruego) a una vuelta sincera a la sendas conciliares, para reiniciar un camino de reformas.
    En  términos político, diríamos que nos piden una Transición, para dejar atrás, para la historia, lo vivido hasta el presente.
    Celebraría que se animaran con sus comentarios, porque muchas cosas que se afirman y se dan por  asentadas, son los que vengo comunicando con tanto énfasis.
    Tienen el valor de ir a lo esencial.
    roman
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo:
     
    – “Para nuestras Iglesias de América Latina, “volver al primer amor”-
     
    http://www.todotango.com/Spanish/las_obras/Tema.aspx?id=3TRUzIoCOEc=
     

    Volver

    Tango 1935

    Música: Carlos Gardel

    Letra: Alfredo Le Pera (con “arreglos” de Oscar)

    Yo adivino el parpadeo
    que las luces vaticanas,
    van marcando mi retorno.

    Son las mismas que alumbraron,
    con sus pálidos reflejos,
    los mismos odres viejos
     
    Y aunque no quise el regreso,
    siempre se vuelve al antiguo testamento.

    La quieta iglesia donde el cura dijo:
    “¡Salgan a la Calle! ¡Hagan lío!”,
    bajo el burlón mirar de los lobos
    que de nuevo nos van a chorear.

    Volver,
    con la frente marchita,
    las nieves del tiempo
    platearon mi sien.
    Sentir, que a la pendejada,
    se la envía a una canallada,
    que febril la mirada
    errante en las sombras
    quiere vida y no eslógans.
    a vivir,
    con el alma aferrada
    a un dulce recuerdo,
    para llorar otra vez.

    Tengo miedo del encuentro
    con el pasado que vuelve
    a enfrentarse con mi vida.

    Tengo miedo de las noches
    que, pobladas de recuerdos,
    encadenen mi soñar.

    Pero el viajero que huye,
    tarde o temprano detiene su andar.

    Y aunque el olvido que todo destruye,
    haya matado mi vieja ilusión,
    guarda escondida una esperanza humilde,
    que es todo el miedo de mi corazón