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¿Obedecer o desobedecer?

Jaume_patuelObedecer procede del latín que quiere decir saber escuchar y llevarlo a término. Ahora bien, en este saber escuchar o saber leer también entra la crítica o discernir. Saborear la orden. Y muchas veces, la orden no será agradable, pero sí aceptada. Por otra parte, no siempre el que manda, el que tiene el poder, el que legisla, está con la razón o con la ley o con la legitimidad. Pero sí en el poder o la fuerza de razón del poder. Cuántas cosas legales ni son legítimas ni morales ni éticas, pero se imponen. Y la base de la autoridad es la confianza. Todo lleva a “creer o tener confianza en el que legisla” y como punto de partida, creo que es muy razonable para la convivencia cualificada de los ciudadanos en una comunidad, en un pueblo.

Toda relación es conflictiva por la propia dinámica de la arquitectura psíquica del ser humano y diversos seres humanos forman la colectividad con la arquitectura psíquica social. Todo ser humano tiene también una tendencia a obedecer, a saber escuchar para cumplir las órdenes. La dinámica del aparato psíquico genera este sentido de saber convivir siempre que haya habido relaciones interpersonales constructivas y un ambiente equilibrado, pero sin olvidar nunca que la dinámica intrapersonal es todo un enigma.

Pero la realidad es a veces, por no decir muchas, muy diferente en el que manda. Cuando el que manda o legisla no es justo y el que manda es la fuerza del poder abusivo o del vencedor que no considera el vencido o cuando es la voz e un grupo minoritario o mayoritario que no tiene en cuenta los otros grupos, entonces se genera toda una dinámica conflictiva de abuso, de injusticias, de intereses “legales”, pero no legítimos. Sea el poder patriarcal como el matriarcal, el escolar o el académico, el civil o social, el del partido político como el religioso.

Soy muy consciente que la temática no es únicamente muy delicada sino muy actual. De tal forma que conviene diferenciar entre “las razones del poder y el poder de las razones”. Aquí se precisa una madurez, un discernimiento, un sentido común y saber escuchar muy bien los que aportan razones y argumentaciones en pro o en contra de la ley (sea del color que sea).

Frente a un panorama que puede haber abusos legales, ¿qué hacer? El saber escuchar para obedecer tiene que llevar a saber escuchar para desobedecer. Siempre obedecer lleva a la esclavitud. Siempre desobedecer lleva a la rebelión. Dos extremos tóxicos, nocivos. Pero es preciso la dinámica que es la revolución democrática. Tema delicado y actual, pero necesario.

En última instancia, la voz de la propia consciencia formada, discernida como también dialogada es la que tiene la última decisión. Decisión con todas sus consecuencias. Y más que desobedecer es transgredir las leyes para poder transformarlas. Es evidente que hay el “enfrentamiento legal” y es inevitable. Pero el poder tendría que mostrar una gran madurez, una gran solidaridad y un valor de convivencia por encima de “lenguas, idiosincrasias y religiones” para llevar la paz. Pero la realidad de casi todo poder es mantener “el statu quo”. Dominar a los otros. La Historia está llena de ejemplos. Basta con contemplar el horizonte actual con ojos serenos donde se puede constatar la dinámica de ciertas leyes o actitudes inexorables, inamovibles, por no decir fanáticas. Son la corteza, el escudo, la forma de un fondo de venganza en nombre de la justicia y de apropiación de intereses. ¿De cuál? ¿De quién?

En este contexto cabe y es necesario la desobediencia o transgresión, es decir, se precisa saber escuchar para no hacer lo que se manda. La consciencia personal priva, pero muy consciente de lo que puede pasar. Evidentemente que para llegar a esta decisión, se tengan que hacer muchos pasos de consultar, de dialogar.

Y hecho todo esto, un extremo es la frase de grandes personas, coherentes: “Prefiero morir de pie que vivir de rodillas”. Erich Fromm en un artículo sobre esta cuestión recuerda la tragedia de Antígona: La ley o la consciencia ante la situación de donde sepultar a su hermano. Fue mucho más fuerte la voz de su consciencia humana que la consciencia de la autoridad. Y como metáfora Fromm habla que la vida social empezó con una desobediencia, la de Adán y Eva.

La historia nos indica que casi siempre ha sido la fuerza física o la fuerza militar o la fuerza sobre las consciencias quien ha hecho las leyes. Los estados contra las naciones. La ambición contra la Natura. La codicia contra el amor y el respeto a la dignidad humana. Y paradoja humana, esta lucha no es únicamente fuera, en las relaciones sociales de convivencia, sino también, y básicamente, en la dinámica interior de todo ser humano: Desobedecer las pasiones para llegar a ser libres. Y cuando no es así, se proyecta, se pone a fuera, en el otro. Y de una lucha interior, pasa a ser una lucha feroz, injusta, inigualable, desproporcionada en el exterior. Y la megalomanía narcisista-paranoica impregna la razón y emerge la tiranía, la dictadura (de toda clase) para hundir no solo al débil, al frágil, sino sobre todo a aquel que no ve las cosas o no escucha la fuerza o la razón del poder constituido.

Un gran Maestro del mundo de la Sabiduría Oriental lo expresó diciendo que el sábado o la ley era para el hombre y no el hombre para el sábado o la ley. No negó la ley ni el sábado, pero puso orden realizando una NUEVA AXIOLOGÍA O ESCALA DE VALORES.

Un comentario

  • ana rodrigo

    Es evidente que si no cumples una ley, ya sabes a lo que te expones. A lo largo de la Historia ha habido ejemplos heroicos ante leyes injustas, pero en el día a día las cosas no son así.
     
    En países con gobiernos democráticos no hay otra alternativa al cumplimiento de las leyes que no sea la protesta, la recogida de firmas, las manifestaciones, y poco más. Que, por supuesto, hay que hacer.
     
    Por tanto en este caso el problema no lo veo en desobedecer, sino en la legislación justa. Es aquí donde nos jugamos la convivencia social.
     
    En este momento, en España, estamos viviendo auténticos atropellos civiles con retrocesos ingentes de derechos adquiridos: sanidad, educación, desahucios, etc. etc. ¿Y qué? Pues lo estamos viendo todos los días: manifestaciones y protestas, pero también represión policial bestial, multas, cárcel…, y, al final, los gobernantes hacen oídos sordos y da la impresión de que no sirven para nada tantas movilizaciones.
     
    Conclusión: habría que dar alguna lección ética a los gobernantes y legisladores, ya que a la ciudadanía nos queda escaso margen para la desobediencia. No me gusta que, además de tener que cumplir leyes injustas, se nos quiera hacer reflexionar sobre la obediencia o desobediencia. El problema está más arriba.