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Francisco, el obispo de Roma

CastilloMucha gente se sigue preguntando si el papa Francisco va a ser el hombre que imprima un cambio, profundo y de consecuencias decisivas, en la Iglesia. Yo estoy convencido de que ese cambio no es que se va a producir, sino que ya se ha efectuado. Antes de empezar a cambiar los cargos de la Curia, por ejemplo, es más importante empezar a cambiar la teología del papado. Y eso, por más que muchos no hayan ni caído en la cuenta de ello, ya se ha hecho.

El nuevo papa, Francisco, ya lo hizo desde el momento en que apareció, una vez elegido Sumo Pontífice, en la logia de la basílica de San Pedro. Pero, como recuerda todo el mundo, desde su primera aparición en público, no se presentó como “papa”, sino como “obispo de Roma”. Y hasta, casi de forma provocativa, no se presentó bendiciendo al pueblo, sino pidiendo, como “obispo de Roma”, la bendición de sus diocesanos para él. No empezó como “papa”, sino como “obispo”. Y no empezó bendiciendo, sino pidiendo ser bendecido por el pueblo.

No estoy hablando de gestos sin importancia. Y, menos aún, de innovaciones superficiales, para llamar la atención o – lo que sería peor – para obtener las ventajas casi infantiles que proporciona el populismo barato de no pocos líderes populistas. Nada más lejos de toda esa quincalla estúpida que vienen usando los mediocres. Lo que ha ocurrido en la Iglesia, con los gestos iniciales del nuevo papa, tiene una importancia teológica que muchos no imaginan.

Me explico. Es sabido que el título de “Papa” empezó a quedar definitivamente reservado al obispo de Roma, con algunas excepciones,  a partir de la segunda mitad del siglo VII (Hinschius, KR, I, 1869, 207; P. De Labriolle, “Bull. Du Cange, 4, 65-75; F. Heiler, Alt. Aut. 261-263; Y. Congar, L’eccl. Du Haut Moyen-Age, 202). Es decir, durante más de quinientos años – los primeros 500 años de su historia – el papado no existió, tal y como ahora se le conoce. En aquellos siglos, existía el obispo de Roma. Y en paz. Además, aquella Iglesia era tan verdadera Iglesia como la actual.

Pero había algo más importante. Al menos desde el siglo V, el famoso texto de Mt 16, 13-19 (“Tú eres Pedro y sobre esta piedra…”) se leía como el evangelio propio de la misa para la ordenación de los obispos (A. Dold). Es más, en un texto, que se citó ampliamente durante toda la Edad Media, san Isidoro de Sevilla mostraba a los apóstoles recibiendo con el poder de “atar y desatar”, el mismo “honor” y la misma “potestas” que Pedro (“De Eccl. Off. II, 5, 5). Eran los términos que se venían utilizando desde San Cipriano de Cartago, a mediados del s. III. La convicción de fondo, que subyacía a este lenguaje, es que los obispos recibían el mismo poder que el obispo de Roma. Y todos, unidos a su cabeza (el obispo de Roma), gobernaban la Iglesia universal.

Por esto, entre otras razones, se comprende el rechazo tajante que  uno de los papas más importantes que ha tenido la Iglesia, san Gregorio Magno (s. VI), manifestó contra el título de “papa universal”. Este asunto capital ha sido objeto de estudio de uno de los más documentados historiadores de la Iglesia que conocemos, el profesor Manuel Sotomayor, que, en un estudio, publicado en la “Miscellanea Historiae Pontificiae” (1983), demostró, con una documentación exhaustiva, cómo san Gregorio Magno insistió en que el título de “papa universal” es una  expresión “altanera”, “soberbia”, “vanidosa”, “nefanda”, “supersticiosa”, “criminal”, “sacrílega”, “blasfema”, “propia del Anticristo”, “perversa”, “estúpida”, “temeraria”…., “contraria al Evangelio”, “contraria a Dios”.  El motivo clave, que aduce siempre Gragorio I, para tomar esta posición tan opuesta a la utilización de esa expresión es tan clara como fuerte es siempre el mismo. Para san Gregorio Magno, si cualquier obispo (aunque sea el de Roma) se apropia el título de “universal”, por eso mismo todos los demás obispos dejan de ser tales; el episcopado entero, de derecho divino, queda aniquilado (M. Sotomayor, o. c., p. 67).

¿Pierde el papado, si seguimos por este camino, poder o excelencia? Todo lo contrario. Un papa que aparece en la fachada de San Pedro, con este coraje, esta libertad y esta humildad, no pierde nada. Lo que hace simplemente es recuperar, para la Iglesia, aquella fuerza de atracción que tuvo en sus orígenes. Y que le dio la vuelta a la historia de Europa. Justamente lo que ahora mismo más necesitamos. Por muy sombría que sea la crisis, estamos viviendo un momento capital de esperanza.

27 comentarios

  • Santiago

    Román,  coincido en que la eclesiología es una manera de “vivir y sentir”en el Misterio Revelado” por Cristo. Pero Cristo es la revelacion del Padre y es por eso que el Antiguo Testamento se completa en el Nuevo Testamento, en la Nueva Alianza. La Persona del Padre esta contenida e impresa en la del Hijo…El es la imagen perfecta de ese amor sublime …Por lo tanto, Cristo no vino a destruir esa ley impresa, la ley del amor expresada en el Decalogo…puesto que preguntado Jesus que era necesario para entrar en la “vida eterna” su escueta respuesta fue: “guarda los mandamientos”, los mandamientos del amor de Dios…Estos son atemporales y universales, para todos y para todos los tiempos…El Concilio Vaticano II amplia mucho mas la revelacion del amor…pero no toca la esencia de ese amor que se identifica con Cristo..sino que la expone mas claramente….La nueva espiritualidad del Vaticano II es mas profunda y mas madura pero no cambia la fe..Ya Juan XXIII decía en su discurso de apertura del concilio que una cosa es el deposito de la fe, y otra cosa bien distinta es como se expresa esa verdad de la fe….Por lo tanto, la apertura se refiere al “aggiornamiento” para que la evangelizacion sea efectiva y se suprima lo que es superfluo a la predicacion, a lo acumulado artificialmente a traves de los siglos, a “desempolvar” la Iglesia para que se pueda ver mejor y mas claro el mensaje de Cristo…Por eso Bergoglio no puede cambiar la fe ni la moral de la ley del amor de Dios…Estos principios no son sujetos de cambio…sino de explicacion, para que puedan ser comprendidos mejor por el mundo de hoy en día en una nueva evangelizacion…Pero el obispo de Roma por su forma de vida -que ya es de todos conocida- por su caridad con los que lo rodean y por su ejemplo diario puede acercarnos, -acercar al mundo-, a la imitacion de Jesus…camino verdadero hacia el Padre….que el mismo Cristo nos enseñó en la obediencia perfecta al Padre…en su misteriosa presencia de amor  entre nosotros…
    En las tinieblas del mundo, la luz de Cristo es la unica que nos puede iluminar mejor. No nos equivocamos….La fe del siglo I es la misma que la del siglo XXI..Los seres humanos esencialmente no hemos cambiado…siempre existen los mismos problemas existenciales y por ende morales…Lo que nos salva es seguir el camino que la luz de Cristo nos alumbra…en su legado privilegiado que es la Iglesia como el Pueblo peregrino de Dios…Cristo no fue una Persona solo para el siglo I, sino que es el Verbo de Dios, atemporal, para todos los tiempos y por todos los siglos…El nos a reafirmado en el amor del Padre…y esa es nuestra fe, la fe de la Iglesia
    un saludo cordial   de Santiago Hernandez  

  • roman diaz ayala

    SANTIAGO, entiendo que hables de la “Eclesiología” como una sola, porque para alguna mentalidad es una cosa única en la rama de la teología, que así la identifica con el origen, la esencia y la la identidad de la Iglesia de Cristo.
    Yo hablo de la eclesiología como la manera de vivir y sentir, y también de manifestación del Misterio Revelado por Cristo.
    A nuestra generación y a cualquiera que estudie atentamente los documentos del Vaticano II, no se le escapa que antes del Concilio la Iglesia vivía su realidad de una forma y que después del Concilio aprendimos a vivirla de una manera enteramente nueva. Tras el reconocimiento humilde de que vivíamos equivocados.
    Asi, desde un sentido eclesial, estamos juzgando la figura del papa de dos maneras enteramente diferentes. Pero es que también damos un enfoque distinto a los problemas. El obispo de Roma tiene que decidir  si continúa la restauración o si abre la mano para que el Pueblo de Dios explore caminos nuevos.
    Todavía más: alimentamos una espiritualidad enteramente nueva.
    A la fe comprendida y explicada por algo clarificador y explicitante de toda realidad a la cual hay que someter todas las cosas y hasta que la realidad profana tiene que verse sometida, le sigue una otra manera de explicación de la existencia.
    La existencia humana está inserta en la oscuridad más profunda y la fe viene a actuar como una luz que nos ilumina el camino. Pero seguimos caminando a oscuras y expectantes.
    San Pablo que fue un gran conocedor del alma humana  dijo:”Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación” (2ª Corintios , 6,2)
    Somos hijos de la luz. Lee Romanos 13,11-14
    Querer mirar el Concilio con ojos del pasado obedece a un gran esfuerzo de Restauración
     
    roman

  • Santiago

    Roman,    gracias por la cita…lo de lapsus es comun…me ha pasado a mi….Pero la eclesiología a que te refieres es una sola…pues es neo-testamentaria….Es la misma de la de Pablo, Lucas, Marcos, Mateo y Juan, personajes historicos del siglo I y que continuaron Papias, Policarpo, Ignacio de Antioquia, Ireneo etc. que entroncaron con el siglo II….Cristo no puede separarse del Pueblo de Dios….porque constituye  una unidad….Esas “eclesiologias” coinciden con la unica verdad que es el Cristo del Evangelio, Hijo de Dios, Verbo encarnado…y sobre esa base escriben diferentes aspectos…pero en la unidad de la fe cristiano…El magisterio por tanto esta enmarcado en la escritura y en la tradicion apostolica…No puede apartarse de la verdad…y esta verdad no es relativa…porque Cristo mismo es su fundamento
    un saludo cordial de Santiago Hernandez  

  • roman diaz ayala

    perdóm,
    he querido citar a Santiago, como más representativo
    de la otra Eclesiología,pero tuve un lapsus.
    ruego inmienden, para una mejor comprensión de lo que indago.
    roman

  • roman diaz ayala

    Veo dos maneras de enjuiciar la figura del Papa que corren en paralelo, pero que tienen expresiones distinta.
    Estriba en la Eclesiología.
    Para Antonio Vicedo el misterio de Cristo encierra la Paternidad Divina y la hermanda de todos en Cristo. Es la Eclesiología del Pueblo de Dios.
    Para Antonio, la Iglesia es la Sociedad Perfecta, fundada por Jesús, donde los atributos del Papa responden a una legitimidad de origen avalada por la Tradición y el Magisterio
    ¿Se pueden sostener ambas eclesiologías, después de la Renovación Conciliar?
    ¿Dónde está el punto de inflexión?
    roman

  • Antonio Vicedo

     
    Afirmas, Santiago:- “… profundizar en el misterio de Cristo”.
    Quiero recordar que Pablo atribuye la Capitalidad del Cuerpo Místico (misterioso) de Jesús al propio Jesús y la corporeidad de los miembros del mismo en perfecta e indispensable colaboración equivalente a tod*s l*s que Jesús, desde su condición real HUMANO-DIVINA, ha incorporado como SU CUERPO, lo que entraña una real globalización humana.

    Ninguno, en su propia función de miembro, puede considerar no necesitar a cualquier otro, porque ni siquiera la CABEZA, en cuanto tal, puede ya considerarse CABEZA, si no es con necesaria (misterio) y mutua referencia a la totalidad del CUERPO en vital correlación.

    Este claro símil paulino casa perfectamente con la relación PATERNIDAD DIVINA única e inalienable y la FILIACIÓN HUMANA globalizada como HERMANDAD.

    Puede que lo de la “potestas eclesial” desde la estructuración de un DISCIPULADO evangélico que presenta ya claras señales de estructuración no del todo coherentes con el modo de misión mesiánica (anonadamiento de la divinidad hasta la máxima solidaridad humana de la muerte y muerte de cruz) nos lleve a dificultades de discernimiento del real y profundo sentido del DISCIPULADO, iniciado y cultivado por Jesús con su testimonio y mensaje.

    Pero ello no nos libera del intento de clarificar desde la sencillez y clarividencia del constante y claro comportamiento de Jesús con su discipulado general (¿Los considerados por Él discípulos fueron 12?) clarificar con coherencia, cómo entendía Él el práctico y real DISCIPULADO al que confiaba como tarea primaria e ineludible la búsqueda del Reino de Dios (en tanto único Padre Celestial) y su Justicia, de lo que se derivaría la consecución de todas las añadiduras.

    ¿Nos hemos planteado en la Iglesia el porqué de la no equivalencia del concepto DISCÍPUL* en las diferentes citas evangélicas de este concepto?

    ¿No es alarmante que en la consideración eclesial, ya en la escritura del evangelio (Anuncio de Buena Noticia para tod*s, pero especialmente para l*s pobres), testimoniado y proclamado por Jesús y compartido por sus seguidor*s, aparezcan síntomas de exclusión (clarísima de las mujeres y de otros muchos) y amarre al DOCE PATRIARCAL del viejo orden?

    ¿No es esto motivo de agudizar el discernimiento sobre el DISCIPULADO en busca de la mayor coherencia con la opinión teórico-práctica de Jesús en este asunto, para Él tan trascendental, hasta el punto de equiparar la misión que a TOD*S nos confía (Miembros del Cuerpo del que es CABEZA) como se la confió a Él el Padre?

    ¿No se dice que la radicalidad o realidad sacramental de Jesús es la COMUNIDAD, ASAMBLEA, IGLESIA, DISCIPULADO en, y por, la que el Espíritu vivifica y sana (sacramentaliza) a la Humanidad?

    ¿No se hacen los servicios carismáticos a la Comunidad en nombre de la misma Comunidad=Iglesia porque en ella vivifica y actuá el Espíritu de Jesús?
    ¿Por qué se han elevado a la categoría de especialistas permanentes a los sujetos del carisma ministerial, cuando esto dificulta e imposibilita que ese carisma pueda actuar en todas las comunidades de discípul*s, con lo que ello significa de recorte para la vida sacramental sin la celebración del Memorial, del Perdón, de la Confirmación?

    ¿No vale para esta realidad vital de la fe cristiana aquello de: Quien mucho abarca poco aprieta; o lo del latinajo: Qui nimis probat, nihil probat?

    ¿Por qué sigue costando tanto admitir ese tremendo desafío religioso claramente atribuido a Jesús por sus consecuencias: “El Sábado es para la Humanidad, y no esta para aquel”?

  • Santiago

    Estoy de acuerdo con Jose María Castillo en que Bergoglio desde su primera aparición en la loggia vaticana empezó a recuperar para la Iglesia de Cristo “aquella fuerza de atracción que tuvo en sus orígenes”, capaz de transformar al mundo, pues ES  el verdadero carisma  de Cristo presente en el Pueblo de Dios el que puede renovar e infundir esperanza y el obispo de Roma, como sucesor de Pedro, “es el principio y fundamento, perpetuo y visible de la unidad, asi de los obispos como de la multitud de fieles”.  Y es por eso que los “gestos” con los que comenzó  Francisco significaban ya un cambio…el querer mostrar la verdadera cara de la Iglesia de Cristo…..opacada y deformada, consciente o inconscientemente por sus enemigos….y a veces por sus amigos que no han podido entenderla correctamente…Esos “gestos” nos llevan a pensar que su propósito consistiría en acercarnos mas al misterio de Cristo, que nos vino a liberar del mal…en una revolución espiritual…que nos libere       del temor a la muerte…porque el mismo triunfó sobre la muerte…que el mundo considera la mayor derrota…y su mayor desgracia…y para que al fin consigamos la felicidad….vocación universal a la que todos somos llamados. Pues usando las misma palabras evangélicas……     ¿de que le sirve al ser humano “ganar todo el mundo” si pierde su alma?….Es lo trascendente lo que vino a afirmar Cristo de la misma manera que lo ha hecho Bergoglio y resalta Castillo: “con este coraje, esta libertad y esta humildad”
    Por otro lado, es el Concilio Vaticano II el que resume mejor la relacion del obispo de Roma con el Colegio Espiscopal:
    “Asi como por disposición del Señor, San Pedro y los demas apostoles forman un solo COLEGIO APOSTÓLICO, de semejante manera se unen entre si…el sucesor de Pedro y los obispos, sucesores de los apóstoles”…”el orden de los obispos, que sucede en el magisterio y en el regimen pastoral al colegio apóstoles, mas aun, en quien perdura continuamente el cuerpo apostólico, junto con su Cabeza, el Romano Pontifice, y NUNCA sin esta cabeza, es tambien sujeto de la suprema y  PLENA POTESTAD sobre la Iglesia Universal, potestad que no puede ejercitarse sino con el consentimiento del Romano Pontífice……”Porque el Romano Pontifice, tiene, en virtud de su cargo de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, potestad plena, suprema y universal sobre la Iglesia, que puede siempre ejercer libremente” (LUMEN GENTIUM, Capitulo III, “Christus Dominus” 22-23, Concilio Vaticano II) (Las mayúsculas son mías)
    En realidad, que mas da como se le llama al sucesor de Pedro….su importancia reside en que el obispo de Roma es el  sucesor de ese apóstol…y conserva la primacía de un poder espiritual…transmitido por Cristo a el…en eso consiste el Primado…Lo que se trata hoy en dia es que el poder temporal no desfigure la funcion verdadera del obispo de Roma…como vínculo de la unidad, de caridad y como transmisor…y como el que preserva la pureza de la doctrina….Lo que entonces, en otros siglos, se adhirió al obispo de Roma…titulos temporales, gobierno universal…etc….Bergoglio indudablemente quiere prescindir de ello…para llevarnos -si queremos- a profundizar en el misterio de Cristo.
    un saludo cordial    de Santiago Hernández

  • Rodrigo Olvera

    Y mientras tanto en el mundo real…. el Obispo de Córdoba condena la participación de González Faus en un Congreso Trinitario
     
    http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=17346
     
     

  • Rodrigo Olvera

    Muy de acuerdo contigo Ana. Más importante que el tema de los títulos, está el ejercicio de Gobierno. Y ahí nada ha cambiado. Ni siquiera la designación de 8 cardenales consejeros, porque los Papas siempre han tenido consejeros sin renunciar un ápice a ser jefes supremos.

  • Rodrigo Olvera

    Pues lo que no parece lógico Luis, es que se llame a sí mismo con el título de Papa si, como afirmaba Gregorio, tal título implica teológicamente una herética. Que es el punto que argumenta Castillo; y que es justo por lo que yo afirmo que Castillo se equivoca en decir que el cambio ya ha ocurrido, porque Bergoglio sigue usando para sí mismo -dependiendo el auditorio-  el título de Papa.
     
    Ahora, tan simple con responder Luis:  ¿consideras que el obispo Gregorio está en lo correcto (y entonces Bergoglio incurre en herejía al referirse a sí mismo como Papa y Pastor Universal) o consideras que Bergoglio hace bien en llamarse a sí mismo Papa y Pastor Universal y entonces Gregorio predicaba contra la verdad? (claro que una tercera opción es que ambos están en la verdad, porque digan lo que digan, los papas siempre están en lo correcto).
     

  • ana rodrigo

    Si ya en el s.VI San Gregorio Magno se despachó con semejantes calificativos a la arrogancia del Papa como jefe universal, no sé porqué los Papas sucesivos no han tenido en cuenta lo que había dicho un Santo (mientras se toman como dogmas a discreción, dichos de otros santos).
     
    Lo peor no es que estos calificativos no se han quedado en mera teoría, sino que los Papas han actuado, en general, con semejante altanería hasta el punto de considerarse poseedores de la única verdad de la humanidad, intermediarios directos de la voluntad y pensamiento de Dios (infalibilidad papal), con derecho a la intromisión política allí donde nadie les llamaba, etc. etc. Ese es el problema, no cómo se titule, sino cómo ese título ha pervertido a la actuación del papado.

  • Luis Gonzalez Moran

    Vamos allá, con perdón:
    Pues resulta que a este buen hombre un grupo de cardenales (aquí mismo en Atrio calificado como “geriátrico” y “psiquiátrico”) ha decidido, en uso de algo que vienen haciendo hace siglos (y, de momento parece que pueden seguirlo haciendo, aunque no por mucho tiempo como amenaza Juan Arias) elegirlo para desempeñar la tarea de Papa. Por lo cual, parece lógico que se llame “Papa” y no vicecónsul o vicealmirante. Hasta ahí parece bastante clara la cosa.
    Luego, el así elegido, haciendo uso de una tradición que también ya dura siglos, decide autoimponerse un nombre que, de alguna manera, al menos, exprese sus deseos y proyectos. El jesuita en cuestión ha decidido el suyo: Francisco. Incluso, ha tenido la delicadeza de explicar a la gente de buena voluntad la “significatividad” (el “signo” que lleva dentro esa intención) de tal elección: quiere emular las actitudes y las vivencias de san Francisco de Asís.
    Claro que, como bien señala un amigo en el Atrio, pudo haber elegido el nombre de Demetrio. (Este párrafo va dirigido expresamente al amigo Pepe Blanco: por cierto Demetrio quiere decir perteneciente a la madre tierra y es el nombre propio de cuatro personas bíblicas, y entre los santos de este nombre se encuentra el procónsul romano del siglo IV. El nombre Demetrio sería un buen patrón para el constitucionalismo ecológico que con acierto se trata en otra entrada).
    Así que la cosa parece sencilla: se trata del Papa Francisco.
    Ahora bien: si Ud, querido forista, decide llamarlo Pancho, Paco, Panchete, o el Porteño, Don Francisco o Paco el Químico, (porque antes de cursar estudios religiosos trabajó como técnico químico),  Bergoglio o como le parezca bien, esa ya no será una cuestión del Papa Francisco, sino de cada quien.
    O sea, como todo.
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo:
    – “Lo que ha ocurrido en la Iglesia, con los gestos iniciales del nuevo papa, tiene una importancia teológica que muchos no imaginan.“-

    Ok, Ok!
    Los “Gestos” a que se hacen referencia (el Poder en la Iglesia)
    ¿no son un caso de “AUTORREFERENCIA” de la Iglesia para consigo misma?

    ¿Dónde están los “Gestos” de las “Periferias existenciales“?

    Por mi parte no se los pido, porque son una cuestión de ESTRATEGIA de la Gobernanza que corresponde al que está en ese En-Cargo.

    Lo que no veo es que no haya en Francisco un “modo de pensar” capaz de re-absorber el Futuro, e.d. los PROBLEMAS de la VIDA (humana y kósmica) de Ahora.

    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Antonio Vicedo

    Si lo que da sentido, razón de ser y valor a la teología es cuanto la razón elabora partiendo de lo más fundamental y claro del contenido de la fe; en el caso de la fe cristiana, de cuanto por testimonio de la fe en Jesús, recibimos de la comunidad de su discipulado, ello es la aceptación de la realidad divina como PATERNIDAD única para todos los seres humanos, incluido Jesús, y la HERMANDAD incuestionable como condición, dignidad, valor equivalente y finalidad de tod*s los human*s.

    Aplicado esto al tema que nos ocupa de las relaciones personales en tanto seguidores, o discípulos,  de Jesús, es la hermandad común y universal la realidad en la que se concreta individualizada y compartida la fe.
     
    Toda clase de profunda y permanente paternidad, pertenece a Dios y no puede ser alegada como propia de ningún ser humano.
    “A nadie consideréis, ni llaméis PADRE, sobre la tierra, … “, pues.  en tanto hij*s tod*s somos igualmente herman*s.
     
    Los carismas, como capacidades y prácticas de servicio a la comunidad, han de ser considerados y ejercidos como servicios “sororiales”o fraternales, nunca como paternales.
     
    La condición de discipulado en hermandad, excluye la condición de “parentalidad” eclesial.
     
    Bien calificaba de herejía y blasfemia el hermano Gregorio cualquier consideración paternal y paternalista de la jerarquía o clero eclesiástico; aunque, si tenía teóricamente tan clara  la cosa, por coherencia,  debería haber sido clara y definitiva su actitud práctica en, y desde, Roma.
    Si por realismo natural, lo menos claro, y lo confuso u obscuro, se aclaran  desde lo más claro, aplíquese este proceder en teología y en la estructura comunitaria cristiana; y tratemos y consideremos a Francisco como hermano.
     
    Porque, seguramente, el que él tenga que considerarse y actuar como hermano en la Iglesia, va a depender más de cómo le consideremos l*s demás, que de cómo se considere y se manifieste él mismo, desde el ambiente de poder jerárquico estructural eclesial.
     
    Y esto que valga también referido a los otros jerarcas episcopales y al clero, diocesano o religioso.
     
    El concepto y la palabra DISCÍPULO han de ser clarificados en coherencia evangélica, aplicando la ley de iluminación aclaratoria, para la que será muy valioso el criterio de Jesús expuesto en Ju. XIII,35: “-En esto conocerán que sois DISCÍPUL*S MI*S, en que os amáis un*s a otr*s.”

  • Rodrigo Olvera

    Poniendo un poco de humor con el tema de la insistencia de Bergoglio con el diablo, Pepe, quizá es que no se ha enterado que don Sata ya se comprometió a cerrar el negocio. 

    http://www.youtube.com/watch?v=9hwOlG-IwAw

  • pepe blanco

    Y si la cuestión del nombre de algo o de alguien no es algo trivial, mucho menos lo es el problema de los títulos.
     
    Copio un pequeño fragmento de otro artículo de Castillo, publicado en Atrio hace años, sobre los títulos papales:
     
    “Según el Anuario Pontificio 2005, los títulos oficiales que el papa ostenta son nueve, dispuestos en este orden: 1. “Obispo de Roma”; 2. “Vicario de Jesucristo”; 3. “Sucesor del Príncipe de los Apóstoles”; 4. “Sumo Pontífice de la Iglesia Universal”; 5. “Patriarca de Occidente”; 6. “Primado de Italia”; 7. “Arzobispo Metropolita de la Provincia Romana”; 8. “Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano”; 9. “Siervo de los siervos de Dios”. Y, aunque no figure en el Anuario Pontificio, a estos títulos hay que sumar el más popular, el título de “Papa”, cuya expresión más respetuosa es el “Santo Padre”. Los más antiguos de estos títulos han sido objeto de numerosos e importantes estudios históricos y teológicos. Aquí me limito a resumir la recopilación, que hizo de tales estudios, el mejor historiador de estos temas, Y. Congar.”
    ( http://2006.atrio.org/?p=259 )
     
    Estos son los títulos a los que se refería Rodrigo Olvera, cuando incisivamente se preguntaba si Bergoglio ya había renunciado a ellos. Me gustaría equivocarme, pero me temo que Francisco está mucho más preocupado en espantar al demonio que en renunciar a sus títulos.

  • pepe blanco

    Pues, Luis, podría llegar a ser un problema muchos más grave de lo que imaginas y de lo que das a entender de manera tan divertida. ¿Cómo empezar a saber lo que una cosa es si niquiera sabemos su nombre? En el caso de una persona, ¿qué pensarías de alguien de quien no pudieras estar seguro de cómo se llama, de cuál es su nombre, si barajas muchas posibilidades?
     
    Por otra parte, si el nombre es irrelevante, ¿por qué Bergoglio escogió llamarse Francisco y no Demetrio, por ejemplo?

  • Rodrigo Olvera

    ¿Así que el propósito de dejar de saltar al ruedo en “defensa” de la igelsia queda para después, Luis? Vale.

    De acuerdo con lo que dices usando el sarcasmo (yo acepto que el sarcasmo y la ironía son recursos discursivos válidos; tú esta misma semana descalificabas el que se hiciera crítica con burla): no es tan relevante la forma en que se designe a Bergoglio. Tan de acuerdo estoy contigo en ésto, que derivar de la forma de designación que ya ocurrió un cambio profundo en la iglesia católica como hace Castillo me parece fuera de realidad.

    Ahora, ¿qué tal si por una vez, no sólo descalificas a otros intervinientes, y das tu opinión personal sobre la entrada? ¿opinas como Castillo que ya hubo un cambio profundo en la iglesia católica, o difieres de Castillo?

  • Luis Gonzalez Moran

    Última hora:

    He sabido de fuentes generalmente bien informadas que el Papa Francisco está extremadamente preocupado por la manera cómo le llaman en Atrio. Creo incluso que está dispuesto a nombrar una comisión de expertos para que unifiquen su nombre:

    Bergoglio, Francisco, el Papa, el papa Francisco, el Obispo de Roma, su Santidad Francisco, Don Francisco, Pancho, Panchete…
    En el fondo es un problema de originalidad…. Creativa.

    Un grave problema, sin duda. No sé si podremos sobrevivir a tamaña angustia…
     

  • roman diaz ayala

    Gracias por la obaservación – tomo nota.
    Me alegra tanta alegría y tanto entusiasmo, pero no lo merezco, Existen piezas de caza de  gran cotización, pero nunca será mi persona.
    Yo siempre escribo por mí mismo y en torno a mi persona y la visión muy particular y mía de bservar la realidad.
    Me hago responsable de mí mismo en este ambiento tan lleno de libertad.
    sólo soy una voz.
    gracias
    roman

  • Rodrigo Olvera

    Uy… si hacemos caso a esta mentalidad intervencionista, resulta que el Espíritu Santo empezó a hacer campaña electoral entre los cardenales antes del Cónclave; lo cual está prohibido por el derecho canónico 😉

    http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/bergoglio-vaticano-vatican-el-papa-pope-papa-24844/

  • pepe blanco

    Hola Rodrigo,
     
    Probablemente sea como dices, la interpretación correcta de lo que quería decir Román.
     
    Por mi parte, me suelo referir a él como Francisco (menos veces como Bergoglio) con la misma actitud con la que me refería al anterior papa como Benedicto, como B16, como Ratzinger o como Venenito: sin ninguna particular connotación cariñosa. Ausencia afectiva bastante evidente, por el contenido de lo que suelo decir al hablar de ellos.
     
    Saludos

  • Rodrigo Olvera

    Pepe

    Me parece que Román apunta a que hay gente que en lugar de decir “Su Santidad Francisco” o “Papa Francisco” sólo dicen “Francisco”.

    Interpreta Román que éso es por que lo ven como un  hermano mayor (por qué mayor?????). En mi caso, me refiero a él como Bergoglio, aunque a veces se me ha escapado referirme a él como Francisco. Así, sin “Papa Francisco” mucho menos “Su Santidad Francisco”. Pero éso tiene más que ver conmigo, que con él. No significa en modo alguno que lo vea como un hermano mayor. Mucho menos que sea porque ya ha cambiado la teología del papado y mucho menos porque ya haya ocurrido el cambio significativo, profundo y de consecuencias definitivas.

    saludos

  • pepe blanco

    Un ejemplo más de interpretación laudatoria injustificada respecto a este papa. Dice Román Díaz Ayala: “también le llaman  simplemente Francisco como se trata a un hermano mayor, con la cercanía y la familiaridad de quienes se sienten en familia”.
     
    Hombre, Román, le llamamos Francisco porque ese es el nombre que él escogió. Si hubiera elegido Sebastián, pues por ese nombre nos hubiéramos referido a él. El no emplear el ordinal (“I”, primero) no es por familiaridad, sino por protocolo. Con el primer rey, con la primera reina, o con el primer papa que tienen un determinado nombre, no se emplea el ordinal, pues no se sabe si va a haber un segundo. Si lo llega a haber, entonces es cuando se le encasqueta el ordinal “primero” o “primera”. (Salvo casos excepcionales, como se hizo con Juan Carlos I de España, supongo que para evitar problemas con los monárquicos de la época, que creían que su padre era Juan III, aunque nunca había sido coronado)

  • Rodrigo Olvera

    ¿Ya ha cambiado la teología del papado? ¿ya no se arroga el obispo de Roma jurisdicción inmediata y directa sobre todas las parroquias, diócesis e iglesias locales? ¿ya no se arroga el obispo de Roma la infabilidad que tradicionalmente pertenecía al conjunto de la Iglesia? ¿ya no se arroga el responder únicamente ante Dios? ¿Ya no se afirma que nadie puede juzgarlo a él ni a sus actos? ¿Ya dejó de ser considerado vicario de Jesús (proposición que teológicamente es una herejía para las iglesias ortodoxas, porque el vicario es el que actúa EN LUGAR Y A FALTA del representado, con lo cual el título implica que se niega la presencia actuante de Cristo en la iglesia)? ¿Ya renunció Bergoglio al título de Papa o alguno otro de los títulos andilgados al Obispo de Roma? 

    ¿Qué cambió en la teología del papado, si ni siquiera ha sido nunca enseñanza del magisterio o de la teología católica que el cargo sea irrenunciable?

    Además, ya demostré en otra entrada que si bien Bergoglio el primer día usó la expresión “Obispo de Roma”, en discursos posteriores sigue usando la expresión “Papa”. Cuando hice ese análisis del discurso, la proporción entre el uso de Obispo de Roma y el uso de Papa era más o menos por mitad. Ahora se inclina a un mayor uso de la expresión Papa, aunque también sigue usando en ciertos auditorios el uso de Obispo de Roma.

    Y el anuario de este año cita para Bergoglio  los mismos títulos que ha usado Ratzinger y los anteriores.

  • roman diaz ayala

    Sí, Jose Mª, algunos lo han notado y se refieren al recién nombrado papa, llamándólo con el título de obispo de Roma.
    también le llaman  simplemente Francisco como se trata a un hermano mayor, con la cercanía y la familiaridad de quienes se sienten en familia.
    claro ue tiene una gran profundidad  teológica, y que no ha paado desapercibida, porque no se trata de que vaya por la senda correcta, cuestión que cada cual la verá desde su parcela particular.
    Se trata de que todos percibamos que actúa “según el corazón de Cristo, lleno de buena voluntad, aunque cometa crasos errores ( que los cometerá, sin duda), ya sabemos que no es infalible.
    la colegialidad, tan ampliamente informada y documentada en el artículo, no es cuestión baladí – porque Jesús y su doctrina se entienden perfectamente desde la común-unión.
    roman

  • pepe blanco

    A la restauración involucionista que inauguró y desarrolló Juan Pablo II, solo le faltaba para alcanzar un éxito total, atraerse los corazones de los católicos aparentemente más progresistas. Parece que Francisco lo está consiguiendo.
     
    No importa lo que diga, día sí y día también. No importa que su discurso sea de lo más rancio que hemos escuchado en los últimos tiempos. Como se puso un par de zapatos negros, se fue del palacio e hizo un par de gestos más, pues ya está, ya es el salvador del concilio vaticano segundo y de toda la modernidad.
     
    Después lloraréis vuestro fracaso por las esquinas, pero ya será tarde.