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Rebelde sin causa

ovidioSer rebelde sin causa es fácil; lo difícil es saber las causas, tener motivos, y saber atenerse a ellos en un proceso inacabado e inacabable.

En el largo proceso de maduración personal llega un momento, según el Psicoanálisis, en que hay que “matar” al padre, como única solución. No hay alternativa. El hijo/a para ser “mayor” ha de romper con el padre, ha de desatarse, ha de “matar al padre”, disminuirlo, saber que su padre se equivoca. El padre puede ser la madre. Se trata de una función. La función del padre la puede ejercer de hecho cualquier persona o institución.

En ese momento, que asusta, se abre la tierra bajo tus pies, te sientes libre y solo, por primera vez en la vida. No todo el mundo acepta esa situación, hay quien se echa para atrás. “El miedo a la libertad” de From. “San Manuel Bueno y Mártir” de Unamuno.

Hay quien cree que cree, y con eso le basta. Y hay quien se pasa la vida, como Unamuno, pensando que no cree, en un debate interno agotador, para concluir, como S. Manuel, que no vale la pena; Total para qué: limitémonos a vivir, porque además hay gente incapaz de soportar el peso de la libertad. Ni falta que les hace. (Eso creen)

Para saber las causas hay que pararse a pensar, cosa poco atractiva para muchos. Pero eso no basta: hay que ser medianamente inteligente. No es suficiente que te las digan, hay que descubrirlas por sí mismo, aunque te las digan. Porque de lo contrario no echan raíces en ti.

Y se abre entonces en el interior de las personas un paisaje con horizontes muy lejanos, tanteando el camino,  para saber por donde echar. Necesitas tener en cuenta donde está el Norte, saber localizar la Polar; a veces en noche cerrada. Por lo que  resulta inevitable dar pasos en falso, pero uno sabe en líneas generales por donde va.

Está eso que se llama los ideales. (En estos tiempos no suenan. Sólo hay tintineo metálico.) Y para un creyente, aunque sea a medias,  la persona de Jesús.

Llegados a este punto es orientador Marcel Legaut. Él habla de fe y fidelidad. Serían como esas dos líneas que brillan en la noche acotando la carretera: fe y fidelidad en Jesús y en uno mismo, si es posible,  en diálogo con alguien muy cercano, de plena confianza: en comunidad. En ciertos momentos, en que hay que elegir, no son palabras abstractas:

  • Fe en Dios, que, en su desnudez, difiere por completo del abrigo que las creencias atávicas dan.
  • La fe en Dios reclama una actividad personal mantenida a lo largo de la vida con tenacidad.
  • …La fidelidad busca así liberar a la fe de lo que no es ella misma
  • …cada uno tiene su camino…

(Un hombre de fe y su iglesia,  pp. 68-71)

Y de esta manera ir haciendo camino, ir descubriendo paisaje, al mismo tiempo que te descubres a ti mismo.

C’est la vie.

5 comentarios

  • ana rodrigo

    Quise ponerlo en dos comentarios para que no se hiciese tan largo, y los he compaido los dos juntos.

  • ana rodrigo

    Yo siempre digo que soy una indocumentada porque leo y/o escucho cosas, nunca me acuerdo del autor/a, pero se me van posando en mi persona, y después las suelto como si fueran mías, lo que, en caso de que alguien identificara su autoría me daría bastante vergüenza que pensase que he usurpado la idea.
     
    Bueno, pues hace poco leí en algún sitio lo que hoy nos dice Ovidio, que todos tenemos unos padres, madres, sociedad, ambiente religioso o ateo, amistades, etc. etc. que nos “ha parido” y que le debemos parte o todo de lo que somos, pensamos y sentimos. Ni nacemos en el vacío ni surge nuestra personalidad del vacío.
     
    Dice Ovidio: “En el largo proceso de maduración personal llega un momento, según el Psicoanálisis, en que hay que “matar” al padre, como única solución. No hay alternativa.” Yo añado que sí debe haber alternativa, el problema está en encontrarla por uno/a misma. Y, por supuesto, nunca partimos de cero, pues los ladrillos de sabiduría que la humanidad ha ido colocando en el constructo social, nos van a sostener en seguir en la construcción de mejora de la humanidad y de nosotros mismos.
     
    Yo he tenido que soportar cuatro adolescencias en mis cuatro hijas, y todas han sido diferentes, pero siempre en clave de rebeldía, de iconoclastia, de rechazo. Por mi profesión de docente de adolescentes he visto cientos de historias semejantes. En una ocasión una de mis hijas, la más rebelde, me dijo “mamá de qué sirve que tú lo veas si yo no lo veo”? Pues la mamá, a esperar que se le pasase la calentura, ¡que tardó, mamma mía!, pero pasó, ahora es ella misma, por ella misma, porque ha pensado en lo que es la vida para ella y según ella, y su madre, piensa que ha acertado.
     
     
    Continuación
     
    Respecto a la religión, yo también viví el rechazo, la aversión y el abandono, hasta que llegó un momento en que me di cuenta que rechazaba a personas e instituciones, doctrinas y creencias, pero que quizá valía la pena hacer borrón y cuenta nueva y emprender el camino de la reflexión y el estudio por mí misma.
     
    Y poco a poco, año tras año, he ido descubriendo que la falta de cultura religiosa estaba en la base de mi rechazo, que había gente muy sabia y estudiosa de la que podría aprender mucho, que la religiosidad no está en los dogmas y creencias, sino que debe llegar a ser una experiencia de persona libre, adulta e inconformista, siempre en búsqueda.
     
    El proceso, como tal proceso, no se da por terminado, y cada vez se me hace más apasionante ver que aquello en lo que creía eran meras patrañas o, en el mejor de los casos, interpretaciones erróneas, o doctrinas manipuladoras. Y, cuando una se libera de esos tutelajes, uf, ¡qué a gusto se queda!
     
    Y ya no es cuestión de decirle a nadie, eres tonto, irracional, absurdo, ignorante, ni de ridiculizar desde la propia perspectiva la experiencia de los y las demás. Porque, lo que llamamos fe no son doctrinas ajenas al ser humano, son pautas para vivir, y si alguien experimenta que esas pautas le son válidas desde una actitud racional y libre, de nada sirve que te apedreen dialécticamente a diario.

  • pepe sala

    Disculpas, que no he puesto la muestra de lo que comento en mi anterior entrega:
     

    Desobedecer por fidelidad

  • pepe sala

    Pues no me atraen demasiado la supuestas elecciones ” utópicas” que se plantean. No me siento ” perseguidor” de ninguna de las “utopías” que se proponen. ( salvo la última, claro.)
     
    Hace poco, nuestro contertulio Ovidio Fuentes, nos planteaba una cuestión muy interesante en ATRIO.
    La mala costumbre ” atriera” de que quienes proponen los temas a debatir no suelen bajar al ruedo para defender sus textos ( salvo excepciones que coinciden con los-las coemntaristas más activos de ATRIO) da lugar a tener que  repetir argumentos que se quedaron en los desiertos del silencio…
     
    Recuerda, Ovidio, que algunos seguimos siendo ” rebeldes sin causa”, porque nos cuesta un montón trasmitir nuestra causa TERRENAL, por culpa de tantas causas ” celestiales”.
     
    Saludos, pues.
     

  • Javier Renobales Scheifler

    Dice el post: “El hijo/a para ser “mayor” ha de romper con el padre, ha de desatarse, ha de “matar al padre”, disminuirlo, saber que su padre se equivoca. El padre puede ser la madre. Se trata de una función. La función del padre la puede ejercer de hecho cualquier persona o institución.”

    Eso es. Eso es, el padre puede ser, su función puede ejeercerla, cualquier persona o institución, por ejemplo dio.

     Diospadre se equivoca, para ser mayor el hijo ha de romper con el padre.

    Jesúsdios se equivocaba … etc.

    Una fe madura no coloca al sujeto creyente bajo el manto protector de dios, el cual no interviene.

    No necesitamos un espiritusanto ni un dios que vele por nosotros, nos ilumine y nos proteja de todo mal y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella y demás partañas al uso católico.

    Hay que madurar, superar la fe infantil en el dios sobrenatural que interviene en nuestras vidas , romper con ese dios producto del pensamiento mágico, tan falso, tan irreal.