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Los que no se fían de Francisco

CastilloLo que hace y lo que dice este papa está desconcertando tanto a tanta gente en la Iglesia, que cada día aumentan los que, por un motivo o por otro, no se fían de lo que están viendo y oyendo. Es lógico que haya quienes opinan que es pronto para dar un juicio, en el sentido de que estamos viviendo un cambio definitivo o, por el contrario, es pronto para opinar que no tardaremos en ver cómo todo sigue igual que antes. Sea lo que sea y pase lo que pase, lo que no me parece razonable es ponerse ya a sentenciar que no tardaremos en ver que el fracaso de este papa –a primera vista tan innovador– está a la vuelta de la esquina. Y el hecho es que así piensan –y así lo dan a entender– más de dos y más de cuatro, por mucho que intenten disimularlo los que, no sólo no se fían del papa  Francisco, sino que en realidad lo que desean intensamente es que se estrelle cuanto antes.

Lo notable es que quienes piensan y sienten estas cosas son los mismos que, hace cuatro días, no soportaban que alguien pusiera en cuestión lo que alguno de los papas anteriores había dicho desde la ventana del palacio apostólico ante la gente congregada en la plaza de San Pedro en Roma. Por lo menos, a partir del día que eligieron como papa a Pablo VI. Porque con Juan XXIII pasaba algo de lo que está pasando ahora con Francisco. Yo estaba entonces en Roma. Y no quiero acordarme de los disparates, y hasta los insultos, que los papistas más papistas del mundo le dedicaban al papa Roncallí. ¿Por qué semejantes insultos, entonces a Juan XXIII y ahora a Francisco, precisamente de parte de quienes se autoproclaman más papistas que el papa?

La respuesta es muy sencilla. Porque el amor al papa es una de las  cosas más ambiguas que hay en el mundo. Como es ambigua la obediencia de los que se someten a todo el que les manda que digan y hagan lo que a ellos les gusta, lo que ellos piensan y lo que a ellos les  conviene. Esto es antiguo en la Iglesia. Tan antiguo como la Iglesia misma.

Y es que el problema no está en el papa. El problema está en el Evangelio. Concretamente en los valores que presenta y exige Jesús en el Evangelio. Eso es lo que nos tiene que preocupar. Y en eso es en lo que todos los creyentes tenemos que coincidir. Sobre todo, en lo que es central en el Evangelio. Leyendo y releyendo los relatos, que nos dejaron los evangelistas, lo que está fuera de duda es que lo central para Jesús no fue la sumisión al templo y sus dirigentes. Lo que más preocupó a Jesús fue el sufrimiento de los enfermos, el hambre de los pobres, el desamparo de los marginados y excluidos. Todo eso, vivido en la sencillez y simplicidad de un hombre bueno que acogió a todos, lo mismo a un revoltoso como Judas que a un entusiasta como Pedro. En la mesa de Jesús cabían todos. Y, que sepamos, a nadie excluyó, ya fueran justos o pecadores, hombres o mujeres, judíos, galileos o samaritanos.

¿No es esto lo que más necesitamos en la Iglesia ahora mismo? Y si el papa Francisco nos habla de Jesús y nos impulsa a vivir como vivió Jesús, ¿no es esto lo que más necesitamos todos y lo que más necesita la Iglesia? Los que no se fían de Francisco, por favor, que se pregunten por qué se preocupan tanto por lo que hace y dice este papa. ¿Por lo que hizo en tiempos ya pasados? ¿por lo que está haciendo ahora? ¿porque no les da seguridad? ¿en qué? ¿no tienen bastante con el Evangelio? Pues bien, si el papa Francisco nos enseña a vivir la sencillez y la bondad del Evangelio, ¿qué más queremos? ¿qué temores ocultos nos inquietan? ¿no estará el secreto de todo en que nos da miedo afrontar estas preguntas?  En cualquier caso, y sea el papa como sea, piense como piense, sea conservador o progresista, tenga la ideología que tenga, si el papa nos habla de los pobres, del sufrimiento de quienes peor lo están pasando, si nos exhorta a tener entrañas de bondad y de misericordia, si nos anima y nos ayuda unirnos en la defensa de la justicia y la igualdad, lo demás, todo lo demás, pasa a un segundo término. Porque, si es que el evangelio dice la verdad, a Dios lo encontramos en el que sufre (Mt 25, 31-46), no en el que coincide con mis preferencias políticas, ideológicas o quizás económicas. Por ahí, ciertamente el papa es libre para escoger lo que prefiera. En todo caso, que nos enseñe a vivir el Evangelio. Lo demás, que cada cual vea lo que más y mejor nos lleva a hacer este mundo más habitable y más humano.

4 comentarios

  • Javier Renobales Scheifler

    La Esperanza confiada -o la confianza esperanzada-, la en todo caso gran esperanza blanca, continúa imparable alcanzado cotas de esperanza con-fianza inquebrantable todavía inimaginables hace pocos días … ¡qué grande es dios! (que incluso se deja llamar Alá, conocedor de que sólo una iglesia es la única verdadera)
     
    http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2013/04/26/el-diario-vaticano-reclama-un-referendum-popular-sobre-el-matrimonio-gay-en-francia-religion-iglesia-osservatore.shtml
     
    El diario vaticano reclama un referéndum popular sobre el matrimonio gay en Francia
    “Es un paso muy ideológico, que no respeta la voluntad de la mayoría
     
    “ … acusando a esta decisión de dividir a la sociedad francesa. “Es un paso muy ideológico, que no respeta la voluntad de la mayoría”, publicó el periódico.
    Pero de hecho, una encuesta revela que el 58 por ciento de los franceses aprueban la nueva ley.”
     
    Tontín, no titubee tu confianza inquebrantable en el nuevo único representante de dios en la Tierra, Bergoglio.
     
    Lee bien, Tontín: es el diario vaticano el que, sin duda tras muchos días de oración y fe inquebrantable en dios que gobierna la ICR, ha reclamado el referéndum: No Bergoglio, el cual se limita a ser Jefe del Estado Vaticano, que no tienen nada que ver con el diario vaticano ¿entiendes, Tontín?
     
    Sigue confiando, Tontín, que no podemos vivir sin fe, fe, fe, fe, fe, fe

  • Javier Renobales Scheifler

    La confianza hay que ganársela.

    Confiar por decreto, o por que es el santopadre papa de turno, no tiene lógica, sino mito.

    Y hay que ganarse la confianza con hechos, o con gestitos para la galería.

    La ICR es conservadora todo lo que tiene y lo que es. Es la iglesia del poder establecido, la del Imperio, la de la cruzada española de hace unos pocos años, la del franquismo, la que también en Argentina y en Chile estuvo contenta con los militares dictadores.

    Por el momento Bergoglio encaja perfectamente con esa ICR, y ésta está encantada con Bergoglio (no hay más que ver a algunos conservadores aquí en Atrio).

    Bergoglio no nos tiene que, ni nos va a, enseñar los evangelios; si tras tantas décadas a nivel individual, y siglos y siglos de Historia de la ICR, de catequesis, de misas y más misas y de enseñanaza de la religión,  que han conformado la cultura de la sociedad española tan católica, tiene ahora que venir el papa de turno a enseñarnos los evangelios, es que lo que nos han enseñado durante tantos siglos ha fracasado.

    Y si han fracasado durante tantos siglos, lo cual seguro no reconocen, no  va a venir ahora Bergoglio y va a acertar con la enseñanza de los evangelios.

    Se los habría enseñado ya adecuadamente a los argentinos, con las décadas que lleva de jerarca en Argentina: y no se nota que les haya enseñado nada nuevo que la ICR no hiciera en Argentina antes durante y después de la dictadura de los milicos Videla y Galtieri.

    Dar por supuesto que Bergoglio va a cambiar algo importante, es por el momento totalmente gratuito.

    Si Bergoglio sigue así, sin cambiar nada importante, no se va a estrellar: va a hacer lo que quieren que haga los puestos a dedo por el papado romano en el llamado colegio cardenalicio, que se inventó para eso: para controlar férreamente que no se cuele un papa que no convenga a la derecha más rancia, que es a la que sirve la ICR.

    Los que se fían ahora, así porque sí, de Bergoglio, y confían en que no se va a estrellar y va a hacer las delicias de los que se fían de Bergoglio … ¿por qué será que necesitan fiarse ciegamente de Bergoglio?

    Los conservadores, sobre todo si lo son a ultranza, agarrados a la dogmática católica, los más ultras, son los que más se fían de Bergoglio.

    El otro día veíamos a Kiko Argüello feliz porque entendía que Bergoglio ya piensa como ellos, como los kikos, sobre todo en el famoso tema estrella de los pobres, kikos que son un montón de católicos, y de lo más conservador, que han hecho las delicias de los papas anteriores a Bergoglio.

    En la mesa de Jesús cabían todos, dice Castillo. Sí, pero metidos los poderosos en la mesa de Jesús, se apoderan de todo, pues para eso han sabido ser, y son, poderosos, ricos …

    Y entonces unos quedan en la mesa, Epulones, y otros toman las migajas que caen de la mesa, Lázaros (de Cáritas y similares.

    La mesa de Jesús. Ya, yá. Jesús ya murió y,, si resucitó, no ha sido a esta vida nuestra que aún vivimos, sino a otra imaginaria en el imaginario más allá.

    Hoy estamos en la mesa de Bergoglio, católicamente hablando. Y Bergoglio ya es conocido por sus años de jerarca en Argentina.

  • Antonio Vicedo

    José María, podríamos preferentemente considerar algunas reservas sobre el calado de esperanza de cambio en la Iglesia con el hermano Francisco y sus balbucientes gestos fraternales, como una seria y justificada esperanza para no llegar a ver, en él, justificado aquel reproche de Jesús a cuantos, desde la cátedra de Moisés y los Profetas, dicen lo que todos deben  hacer, pero ellos no lo hacen.

    Creo que la prueba que Jesús y la Humanidad espera del Pedro actual, como cualquiera que pretenda responsabilizarse de cualquier primacía, es que se comporte como el último de sus herman*s, entre otros motivos eficaces, por ser allí donde Jesús quiere ver probado el amor práctico que se  tiene.

    ¿O no queda clara en Mt. XXV la suprema jurisprudencia que cualifica la práctica vital humana: “-CONMIGO hacéis, o no, LO QUE con un* cualquiera de mis más pequeñ*s herman*s”?

  • Mirta

    Lo de criticar es clásico, lo difícil es saborear (diría Ignacio) las palabras de Jesús. La iglesia somos todos, tenemos que hacernos carne del mensaje, el Papa es quien nos lo recuerda, nosotros tenemos que ver si lo practicamos o no. Por favor, cuidemos a Francisco. Gracias.