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Un ‘cónclave’ de mujeres

María nos envía desde Londres una noticia encontrada en una página web francesa y un artículo sobre el cónclave publicado en un reciente portal surgido en muchas lenguas en Holanda. Compartimos con ella el deseo de explorar la red y controibuir a difundir todo lo que podamos un pensamiento crítico sobre lo que se prepara en Roma. Podríamos con una movilización mundial de crítica y transparencia -prudente o atrevida- llegar a sembrar dudas en algunos de los 115 inevitables electores. Esto podría llevarles al menos a nombrar un hombre capaz de plantearse interrogantes aún después de papa.

El llamado Cónclave de mujeres en París

“El Comité de la Jupe” con el apoyo de la Conferencia de los Bautizados y Bautizadas ha decidido celebrar el 9 de marzo en París el “Cónclave de las mujeres”, porque las mujeres también tenemos algo que decir sobre las necesidades espirituales de la gente de hoy y sobre los medios que nuestra Iglesia debe implementar para cumplir su misión.

Participarán en él 72 mujeres en recuerdo de los setenta y dos discípulos que Jesús envió en misión. Habrá dos tiempos fuertes de oración para presentar las reflexiones al Señor y pedirle su ayuda, y se trabará sobre los siguientes grandes temas:

1. Las urgencias del tiempo presente
2. Nuestra fe
3. La manera como la Iglesia realiza su misión
4. Los medios que la Iglesia se da para realizar su misión
5. Los actos proféticos

Quien esté interesada en participar puede dejar un comentario en su página web: www.comitédelajupe.fr

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El Cónclave, un anacronismo antievangélico

Jean Paul RICHARDS


La figura actual del Cónclave, no sólo es anacrónica, sino antievangélica. Veamos.

Es anacrónico, en primer lugar porque procede de la Edad Media (le falta poco tiempo para completar un milenio), pero sobre todo porque ya no cumple los postulados mínimos de lo que debe ser hoy día una elección en el más alto nivel de una institución religiosa mundial. Dado que el «monarca» de la Iglesia Católica es célibe y no tiene hijos como herederos naturales, un procedimiento que correspondería bien a una «monarquía hereditaria» es precisamente éste: que el monarca designe personalmente a quienes habrán de elegir a su sucesor. Última monarquía absoluta de Occidente, todavía atada al Ancien Régime y a la Edad Media, rehén voluntaria de las mismas instituciones que crea, la Iglesia Católica tiene en el autoritarismo elitista del Cónclave uno de sus anacronismos más elocuentes y uno de los obstáculos más eficientes para su propia renovación.

Pero este carácter anacrónico, aun siendo obvio, no es lo peor, porque el procedimiento mismo del Cónclave es, además, antievangélico, por una suma de varios otros vicios graves, a saber:

sexismo: de hecho –¡no de derecho!- sus componentes son sólo varones. Aun dejando aparte el tema de la posibilidad del sacerdocio para la mujer, es obvio y sabido que ella, incluso canónicamente, puede ser «electora» papal, como puede serlo cualquier cristiano/a no ordenado. El procedimiento vigente de los Cónclaves proclama clamorosamente y perpetúa la marginación de la mujer y su exclusión de las instancias en las que se comparte el poder, incluso en aquellas para las que no hay impedimento canónico, sino sólo un prejuicio ideológico sexista;

clericalismo: todos los miembros del Cónclave son de hecho clérigos, funcionarios del estamento eclesiástico, en un grado de escalafón que les implica máximamente en la estructura burocrática institucional de la Iglesia. El Cónclave sigue mostrando y perpetuando a la Iglesia católica como una estructura clerical, una teocracia sacerdotal, una sociedad dual de clérigos y laicos que margina rotundamente a estos últimos;

gerontocracia: por la llamativamente elevada media de edad de sus miembros, e indirectamente, por el carácter vitalicio que reviste la nominación cardenalicia;

falta de representación: sus miembros no representan a nadie sino a sí mismos y a la autoridad que los nombró. En el Cónclave no hay representación orgánica de las Iglesias locales, de las Conferencias Episcopales, ni de las regiones o de los Continentes, perpetuándose todavía los privilegios regionales en la proporción de miembros procedentes del Primer Mundo y de Europa, en comparación a los del Tercer Mundo;

cooptación: los electores son escogidos por la persona a ser sucedida, sin otro criterio que el suyo personal, sin contrapeso de aprobación por otra instancia (separación de poderes), según un reglamento que él mismo dicta y reforma libremente. Es natural que, por ello, sólo la ideología oficialista se haga presente en el colegio cardenalicio, sin posibilidad de visiones alternativas, sin la saludable presencia siquiera de una mínima «oposición»…

El procedimiento del Cónclave no es ningún dogma de fe, es una simple decisión eclesiástica, y puede ser abandonada en cualquier momento. Cualquier cristiano puede considerarlo superado, obsoleto, o incluso dañino, según su propio criterio, con entera libertad. El Cónclave es una institución antievangélica: marginar totalmente a la mujer, a los laicos, a los sin poder, a los que piensan de otra manera, y hacerlo todo ello por vía autoritaria absoluta unipersonal e inapelable… no es compatible hoy con el Evangelio. Si Jesús entrara en la Capilla Sixtina, volvería a derribar las mesas, electorales en este caso. Cualquier teología que pretendiera justificar los procedimientos actuales del Cónclave debería ser desechada como ideológica, por aquel criterio evangélico: «un árbol que da frutos malos, no puede ser bueno».

Juan Pablo II, que renovó en 1996 la legislación del Cónclave confirmándolo en estas sus seculares deficiencias, tuvo en esto «miedo de abrir las puertas»: a la mujer, a los laicos, a las Iglesias locales, a la participación del Pueblo de Dios, y en esa medida, a la voluntad de Jesús en definitiva. Mientras sigamos con «Cónclaves» de puertas realmente tan cerradas, los Papas elegidos probablemente continuarán dificultando abrir otras puertas en todos los niveles.

Que el Pueblo de Dios tome conciencia de estos vicios capitales del sistema actual del Cónclave, y de la urgencia de su superación, hará más fácil un próximo abandono de este anacronismo antievangélico superviviente, para bien de la Iglesia y del mismo Papado.

En el actual momento de la renuncia de Benedicto XVI, no es realista pensar que pueda ser obviado el procedimiento del Cónclave, reconfirmado precisamente por las últimas normativas que él le impuso. Pero sí es importante que los «electores» sepan que estarán utilizando un método rechazado por el sensus fidelium de una cantidad incontable de cristianos y cristianas del Pueblo de Dios, y de todas las sociedades que ya han dado la espalda mayoritariamente a estructuras monarquico-autoritarias, sexistas, clericales, gerontocráticas y no participativas, como el Cónclave.

6 comentarios

  • Javier Renobales Scheifler

    Estoy de acuerdo con Ana, si no le he entendido mal.

    He entendido que “esto no hay quien lo arregle:
    – ni por vía E.S.,
    –  ni por vía cardenalicia
    – ni por ninguna otra,
    si no es el carcoma que la corroe desde dentro”

    Esta última frase ‘si no es la carcoma que la corroe desde dentro’ entiendo que quiere decir: si no es suprimiendo la carcoma del pensamiento mágico que la corroe desde dentro (esto encajaría quizá en lo que dice Juan Luis Herrero del Pozo: que hay que limpiar la carcoma del pensamiento mágico, es decir, suprimir el pensamiento mágico que causa la carcoma)

    Estoy de acuerdo con eso.

    ¿Y tú, Oscar, cómo os imaginás vos esa revolución fuerte fuerte?

    Por otro lado el post afirma que “… es importante que los «electores» sepan que estarán utilizando un método rechazado por el sensus fidelium de una cantidad incontable de cristianos y cristianas del Pueblo de Dios …”

    ¿Cuántos cristianos/as lo rechazan?

    ¿Acaso ha hecho el autor del post o alguien alguna consulta para saber cuántos rechazan ese método?

    En cuanto a Juan Pablo II, no creo que fuera por miedo por lo que no cambió nada de ese método: por el contrario creo que le encantaba ese método, y quería fortalecerlo, no cambiarlo a más democrático.

    Porque la falacia está en poner en manos del espíritusanto la elección del papa y el gobierno de la ICR. Siempre el jodido pensamiento mágico es la base de la autoridad del dictador Jefe del Estado Vaticano, el pensamiento mágico con el que engaña a los fieles cristianos/as que dice el autor del post.

    Si es por votación de católicos, mucho me temo que, tras una sencilla campaña con los medios que tienen a su alcance la jerarquía y católicos ultras, él método para poner al siguiente papa seguiría como está, con el voto mayoritario en esa consulta a los católicos; no permitirían que el método se democratice ni un  pelo.

    Enn todo caso es un contrasentido que se haga una consulta democrática a los católicos en la ICR, mientras ésta sigue en manos del dictador jefe del Estado Vaticano.

    NO tiene arreglo, ni con el tiempo al tiempo que dice Iñaki S.S. en otro hilo. En mi modesta opinión, claro, que tengo la impresión que ahora es compartida, al menos en lo básico, por Ana Rodrigo, de lo cual me alegro.

    ¿Qué opinás vos, Oscar, tú que le preguntas opinión a Ana?

  • jaumepatuel

    La impaciencia es uno de los lados oscuros de todo ser humano (SH). ¿Revolución? Sí. Rebelió? No. Por lo que entiendo, y sigo a Ana, el Espíritu Santo(ES)  que anida en el interior de todo SH, este SH debe ir siendo consciente de esa dimensión tan profunda que es ES. De lo contrario, serà el ego (sea egòlatra, egocéntrico, egítico) quien va a mandar. Y este ego tiene sus recorusos muy sutiles para creer que es el ES quien habla o le inspira. Es un trabajo de mucha sutileza y nada fàcil. Confiemos que el Cónclave aunque sea anacrónico y antievangélico,pueda  dar un nuevo Papa,  al estilo de Juan XXIII. Ya sería mucho en estos tiempos tan caòsicos y caòticos. Pero como dice bien el título de un libro, dialogando un teòlogo y psicoanalista, TODOS IREMOS AL PARAISO.

  • ana rodrigo

    Querido Oscar, tú sabes la respuesta perfectamente, pero así y todo te voy a dar mi respuesta.

    Lo que yo pienso de un revolución en una Iglesia esclerotizada, es un imposible, pues supondría quebrar todos los huesos estructurales sobre los que se sostiene. ¿Sabes de alguien al que le guste que le partan el espinazo? ¿Y si se lo parten algún agente externo o un accidente? Menos probable aún. Así que esto no hay quien lo arregle sin por vía E.S. ni por vía cardenalicia ni por ninguna otra, si no es el carcoma que la corroe desde dentro.

  • oscar varela

    Hola ana!

    Te leo:

    – “esto sólo se arreglaría por la vía de una revolución fuerte fuerte”-

    ¿Cómo te la imaginás esa “revolución” y “fuerte“?

    ¿A dónde vamos todavía? – Oscar.

  • ana rodrigo

    La estructura eclesiástica va añadiendo caparazones cada vez más impermeables a lo que es el trascurso del devenir de la Humanidad, y así es muy difícil que pueda vivir su razón de ser, estar inserta en la sociedad más débil y sufriente.

    El gran error de este geriátrico es que no han sabido abrir sus ojos a la realidad terrena, se han autoconvencido de que  son fuerzas extraterrestres, el Espíritu Santo, el motor de todos sus actos. Con ello caen en dos crasos errores: uno, menospreciar sus capacidades y sus debilidades, y otro, autoengañarse en su conciencia y no ver que la responsabilidad está en sus manos no en el E.S..

    Por otra parte, la Iglesia, que es una institución humana y que nunca ha tenido su origen en Evangelio, ha dado pasos, unas veces acertados y las más de las veces equivocados en su evolución interna. Y no sé porqué todo ello se ha metido en la Sacralizada Tradición hasta casi convertirlo en dogma. Y esto no se arregla por la vía del razonamiento de sus componentes, esto sólo se arreglaría por la vía de una revolución fuerte, y pienso que hay demasiados intereses creados entre hombres ambiciosos de poder aunque sea lo solapen con escapismos espiritualistas.

    Sinceramente, yo no tengo confianza alguna en que un nuevo Papa, va a ser un “parche” más.

  • Antonio Vicedo

    Efectivamente como afirma y razona Jean Paul:- El Conclave es un anacronismo del poder y una radical incoherencia evangélica.
    ¡Si en ese ambiente se llegara a tener fe coherente con el misterio de la Encarnación=Humanización, sobre el que dicen queda apoyado y justificado el papado!
    Pero este, como otros procederes eclesiales, formán parte de esa sal que ni condimenta ni conserva, por lo que su destino es el que Jesús le atribuyó, y las gentes van ejecutando.
    ¡Mal que les pese a algunos que las  acusan de secularismo y anticlericalismo!