En el Día Internacional de la Mujer
Es cierto que todas las sociedades han protegido la familia como pilar fundamental de las mismas, pero no es menos cierto que el auténtico pilar de la familia han sido siempre las mujeres; ellas son las que ha procreado, cuidado y sostenido la especie como tal, pero sobre todo han estado siempre ahí, al cuidado de los y las indefensas, como es la infancia, las/los enfermos y los ancianos.
Nada de este trabajo realizado por las mujeres ha sido tenido en cuenta a la hora de valorar no sólo el trabajo en sí mismo, sino la función social que supone el que haya alguien siempre en el momento clave y que, por otra parte, nunca falla, la mujer.
Los hombres, dedicados a otros trabajos siempre remunerados, volaban fuera y, en ocasiones, lejos del hogar, y, cuando participaban en el hogar, actuaban como ayuda, nunca con la carga de responsabilidad que supusiese una implicación considerada necesaria.( Nótese que utilizo el verbo en pasado, puesto que hablo de cuando a las mujeres aún no se las permitía saber quiénes eran ni cuáles eran sus derechos). Esta adjudicación de roles familiares, han dado el resultado que conocemos: las mujeres al hogar, los hombres a la calle, las mujeres en la invisibilidad, los hombres en primer línea, las mujeres objetos de dependencia, los hombres sujetos providentes, las mujeres sin retribución económica ni reconocimiento social de su trabajo, los hombres disponiendo del dinero y con todo el protagonismo social, la mujer … Alguien dirá, ya está Ana jugando al victimismo.
Cuán equivocado estaría quien pensase de esta manera. Ana se liberó en un momento determinado de esta situación patriarcal y machista, Ana se considera una privilegiada, Ana ve y se duele por la inmensidad de mujeres que aún están viviendo esta situación de indignidad.
Volvamos al tema. Con mucho esfuerzo y empeño, y, con escasa ayuda de los hombres, de las leyes y de las instituciones, las mujeres, en el momento en que pudieron decidir sobre su maternidad o su no maternidad, salimos a la calle, pudimos convertirnos en sujetos activos de nuestra propia vida, pudimos disponer de la retribución económica de nuestro trabajo, pudimos dejar de ser dependientes económicamente, y en la medida en que lo hemos decidido, también hemos reivindicado nuestro ser y estar en la sociedad en todos los ámbitos personales, laborales, emocionales, etc. Aunque la situación, a nivel mundial, está muy, muy lejos de normalizarse en el reconocimiento de la dignidad y la equidad de la mujer, también es cierto que, una vez que se nos han abierto los ojos, es muy difícil que alguien intente prohibirnos que veamos.
Y aquí, viene la paradoja de todo lo dicho anteriormente: llega la crisis económica y constatamos que, si hay escasez de trabajo, tiene prioridad el hombre, si quitan las ayudas a la dependencia, es la mujer la que vuelve al hogar, si quitan las guardería públicas, las mujeres tendrán que quedarse a cuidar a los hijos e hijas, si hay que pagar la hipoteca, la mujer maltratada se quedará con el maltratador porque no hay dinero para ambos dos más los hijos, en el caso de separación, como no hay dinero, las mujeres cobran un porcentaje menor que los hombres. Las estadísticas están ahí para poder constatar todo lo que afirmo.
Todo ello nos retrotrae a tiempos que ya nos parecían superados: la mujer cuidadora, la mujer dependiente económicamente, la mujer entregada con su enorme capacidad de sacrificio a quien la necesita en la familia, la mujer sin futuro, sin cotización, sin pensiones, sin reconocimiento social ni familiar, la mujer….¡¡¡!!!
Querida Ana, perdón si he llegado a molestarte o he herido tu sensibilidad. No era esa mi intención. Nunca hubiera creído que mis observaciones pudieran llegar hasta el alma de una persona como tu, curtida en mil batallas. Admiro tu lucha por la igualdad de las mujeres. Ahora bien, seguro que compartirás mi dolor cuando la desigualdad se difumina, por ejemplo, entre personas de distinto género que fallan al ser atrapadas por la codicia. Hay un par de nombres, en boca de todo el mundo, que hasta suenan parecido al coincidir casi todas sus letras. Casualmente empiezan por B.
Tras las disculpas, agradecimiento por haberle robado tiempo a tu tiempo, para dialogar conmigo. Me has obligado a pensar y me has liberado del babeo de un lenguaje religioso, omnipresente estos días en los medios. Demasiadas banalidades, ritos, mitos e idolatría en el entorno al Cónclave y a la elección de Francisco I. De Jesús de Nazaret y sus pobres, ni rastro. Yo me quedo con el Dios presente en el amor inconmensurable de la madre de Pepe S. hacia sus hijos. Un misterioso Dios que está presente , de algún modo, en todos los rincones de la tierra,….salvo quizá en este Vaticano de pompas y vanidades. Diría que el amor de la gente humilde no tiene género, es el mas universal y hace realmente libre a quien está tocado por él. No puedo evitar una sana envidia, atrapado como estoy en mis privilegios.
Querido Iñaki, me ha llegado al alma lo que me has dicho. Pepe, además de valorar y adorar a su madre, tiene el don de saber comunicarnos sus vivencias y sus sentimientos, su ternura y sus emociones, cosa no muy habitual en los hombres. Y él sabe que yo también valoro estas cualidades, y ¡cómo no voy a admirar a su madre…!!!!
Te habrás dado cuenta que desde el mismo día que Pepe colgó su escrito, yo no he entrado en atrio. Como te dije y, como tantas madres y abuelas, no regateamos un gramo de nuestra entrega a quien nos necesite. Durante estos días me necesita mi hija, mi nieto y mi nieta, la casa y todo lo que conlleva (limpieza, lavadoras, recoger la ropa, hacer la comida, llevar a mi nieta al cole y recogerla, al igual que al deporte….). Así lo hice con mis cuatro hijas, y así lo haré mientras pueda y tenga fuerzas. A veces me pregunto si, cuando me entrego a esta familia, será verdad que tengo 71 años, porque no sé de dónde saco tanta energía. Las madres somos así, aunque estemos en el último suspiro, no abandonamos a nadie que nos necesite.
La madre de Pepe, una maravillosa madre, seguro que feliz de su entrega al igual que lo hemos hecho las demás, porque cada una somos cada una, diferentes, en diversas circunstancias, y cada cual tan entregada como la que más. Pero sigo diciendo que una cosa es la entrega y generosidad de una madre, los sacrificios de los que es capaz una madre, etc. etc. y otra cosa es el tema de la mujer como sujeto de su vida es otra. Son cuestiones totalmente compatibles que una no desmerece a la otra.
Mi madre no pudo decidir tener menos hijos de los que tuvo, siete, no pudo decidir no ir a la lavar la colada al río en pleno invierno, no pudo decidir estudiar y tener su independencia económica, y así sucesivamente. ¿Eso quiere decir que mi madre no fue feliz con su entrega y sacrificios mil? Yo no le recuerdo ni un mal geste, ni una queja, ni un lamento. Pero yo no deseo para mis hijas las apreturas de toda índole por las que tuvo que pasar mi madre. Mis hijas pueden optar y decidir sobre muchísimas cosas que mi madre no pudo, y ellas pueden decidir por cosas a las que yo pude hacer bien entrada mi vida. Yo he pasado lo mío, he sido feliz de haberlo hecho, pero eso no quiere decir que no haya sufrido lo que me ha tocado.
Repito, no tendamos trampas a las mujeres ensalzando su generosidad y entrega, démosles la oportunidad de que hagan lo que quieran con sus cualidades. Y no digamos el babeo del lenguaje religioso hablando de la madre de Jesús a la que debemos imitar hasta la cruz. Por favor, las cruces vienen solas, no hay que ir a buscarlas. Las mujeres no somos tontas como para seguir a María hasta la cruz, hacemos que debemos hacer, pero es mejor que lo hagamos porque así lo decidimos, ni religiones, ni la sociedad, ni los hombres tienen que ponernos las andaderas.
No sé si te ha quedado claro, Iñaki, has jugado feo al dudar de mi lucha por la equidad, libertad e igualdad de las mujeres, al mismo tiempo que puedo y así lo hago, admirar a tantas mujeres. Aún no tienes claro que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Máxime cuando he advertido en varias ocasiones que ando muy liada y que no dispongo del tiempo del que lo hago cuando estoy en mi ambiente. Ese es el problema, que sabiendo que estamos en todo, se nos pide que estemos aunque reventemos: esa ha sido la historia de las mujeres, “venga, que puedes, que es debes, que eres una santa, que no puedes fallar”. Por favor, dejadnos fallar…
¡¡¡Gracias querido Pepe!!!
¡Qué hermosura de realidad hecha Vida!
El mejor canto a la mujer en su donación…
Al amor, el servicio, la defensa de la vida… por ser ella quien la ha engendrado a lo largo de la historia.
Tienes razón… ¡hoy no cuenta!
Hoy cuenta hasta donde se puede llegar, tener, ser…
¡A cualquier precio!
¡Claro! Que a quienes así actúan… ¡Nos les toque pagar el precio! sino llenar sus barrigas con los acumulados beneficios a costa de la “sangre” de tantas personas.
¡¡¡Gracias Pepe, es un gozo leerte!!!
Un gran abrazo.
mª pilar
Noooooooo, Iñaki, ando liadísimaaaaa y falta d tiempo, unos días mà q otros. ahora escribo desde un smar mientras espero hacer una gestión después de haber llevado a mi nieta al cole haber cambiado el pañal al bebé, etc. etc. etc. Después te contesto desde el ordenador.
Amigo Pepe S. , casi me saltan las lágrimas leyendo tu última historiuca. Yo le llamaría mas bien un poema, un cántico a la grandeza y dignidad de la lucha de una madre volcada, hasta el anonadamiento de su propio yo, en sacar adelante a su prole en las peores circunstancias. Me siento como un enano ante personas de semejante talla. Y sin embargo, no parece merecer ningún comentario de nuestra amiga Ana. A ella le parece que esto es otro tema, otro cápitulo, otra cuestión. Estaríamos valorando tanto a tu madre como a tu hermana, por lo necesarias e imprescindibles que han sido para sus hijos y hermanos, es decir, como mero recurso. No como a mujeres sujeto, con derecho a decidir sobre que hacer con su vida. Yo le veo un poco obsesionada con el tema de los roles, a los que da mas importancia, al parecer, que a la felicidad y a la dignidad como personas de las mujeres.
Por supuesto que se trata de mi percepción. Y como desde hace bastante tiempo he asumido eso de…. solo sé que no sé nada, siempre aceptaré el recibir consejos para no seguir andando perdido.
Efectivamente, Iñaki, mi hermana Jiosefina siempre ha sido una mujer muy simpatica, nadie consiguió ” recortarle” la alegría y sigue con una sonrisa ( es algo escandalosa cuando suelta la carcajada fácil que disfruta) que a nadie le podría hacer pensar lo que lo tocó en su niñez, juventud. Si marido, sus hijos y nietos-as ayudan mucho a mantener la sonrisa ante la vida.
Ya puesto, añadiré otro homenaje. Este es para mi madre, que murió con 94 años y tampoco consiguieron recortarle la alegría de vivir, por más que lo intentaron durate décadas.
Disculpas por el abuso de mis ” historiucas”, pero alguien tiene que contar la REALIDAD de muchas mujeres en la España que tanto cuesta dejar atrás. Vaya la historiuca:
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“”CINCO MINUTOS PARA UNA MADRE””
“Tu no elegiste bando, María,
tu batalla fue el AMOR…
¿ Hay una lucha mejor?”
Los colores que entendiste, no fueron rojo ni azul. Eran rubios y morenos; todo lo demás ni te importaba ni lo entendías.
Tus armas tus manos fuertes, cariñosas y valientes… y un mandil, siempre el mandil para evitar salpicar tu vientre fértil con el agua del fregao . Y para que las manos tiernas, llenas de barros de juegos, no ensuciasen el único vestido decente para salir al mercao.
No estuviste en primera línea de batalla… sólo tenías que cuidar a tres niños, y uno en la tripa,( como siempre) y siendo poco más que una niña te viste obligada a librarles de las balas y las bombas de aquellos monstruos que volaban y tanto te estremecían. Lograste salvarles, María, y tú también saliste bien librada.
Pero ¿ qué mérito tiene crear vida y cuidar vidas?… Los honores y la honra, querida madre, son sólo para los que crean muerte. Nadie escribe en honor a la vida, María, al mundo le encanta honrar a la muerte y sus aliados: Franco, Hitler, Bush, Aznar, Carrillo…Jahk el Destripador. Las madres no cuentan, las madres sólo crean vida, madre, y eso no es rentable. ¡ Qué bien lo supiste tú !
Maga de las finanzas te arreglaste para sacar adelante a tus tesoros. Y como leona fiera les defendiste cuando los fariseos querían crucificarles. Más valiente que la otra María conseguiste espantar a cuantos carroñeros se acercaban a tu manada. Como gallina clueca cobijaste a tus polluelos, 12 polluelos rubios y morenos, y ningún buitre escapó de tus picotazos. Pero ¡ Ay!…los poyuelos volaron sin tu protección y los buitres estaban al acecho.
Calculando los platos de comida… un poquito más al más mayor, pues que te vigila y te echará en cara si le echas más al más pequeño.
¡¡ Le quieres más que a mí!!– reclamará.
“ Vos quiero a todos igual. Los hijos son como los deos de las manos y te duele igual si te arrancan cualquiera de ellos”– te defendías .
Cuatro dedos te arrancaron, madre, y nunca entendiste por qué. Un dedo chiquito se lo llevó la “ miringitis” y siempre aseguraste que fue por el “ mal de ojo” que alguien le echó.
Los otros tres, ya bien criados, se los llevó el “ ojo del mal”, también llamado represión, imposibilidad de adaptación a una sociedad que les había perseguido con la saña que persiguen los buitres fascistas. Nunca lo admitiste, madre, y seguiste adelante manca, dolorida, incrédula …” no hay derecho, soy yo la que se tiene que morir primero”.
Eras demasiado fuerte , madre, y sólo la Ley Natural pudo contigo. En tu sencilla mente, tus dedos, seguían cortando pinos en Bilbao y no tenían tiempo para venir a visitarte. Ya vendrán, cuando puedan, y les tendrás preparado un buen cocido… que “ vete tú a saber lo que les darán de comer por esos mundos de Dios”.
Inventora de boticas…luchaste contra la enfermedad y ésta tembló ante tu inventiva. Sanos y fuertes como robles, ¿ Para qué querían enfermar si no había dinero para médicos ni medicinas?. ¿ Para qué querían frío si ni tenían chaqueta?
¿ Y tus cuentos?…siempre hablaban de besos, madre, siempre fuiste muy besucona. Pero mientras tú hablabas de besos y les dabas tan sonoros , en la escuela enseñaban otra cosa muy distinta. El sonido que inculcaban a tus polluelos era el sonido de los cañones: “ Con diez cañones por banda”…. también les hacían aprender de memoria aquella del 2 de Mayo: “ hasta las tumbas se abrieron gritando venganza y guerra”.
“la madre mata su amor,
y, cuando calmado está,
grita al hijo que se va:
“¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!”
¡Qué barbaridad!. Seguro que si fuese “ mátria” en vez de patria jamás pedirían eso a sus hijos. Te agradezco , madre, que cuidases de mi vida en vez de vengar mi muerte.
Y las mujeres a las que se honraba no eran las madres, era Agustina de Aragón, eran Teresas… eran quienes ni para parir servían. ¿ Cómo ibas a educar en el AMOR si todos se extrañarían al oírte recitar tu supuesto poema preferido? :
“ Con mil besos por bandera”…
Toda tu riqueza fue la VIDA: “12 hijos, montones de nietos, buen número de biznietos y UN TATARANIETO”… se te llenaba la boca restregándoselos a las visitas . VIDA, madre, sólo VIDA, y mucho sacrificio y montones de abnegación y el mandil repleto de DIGNIDAD. Pero eso, madre, carece de valor, hoy en día, porque los señores de la guerra sólo se acuerdan de honrar a la muerte.
Hay muchas madres como tú, María, y todas han sido olvidadas. Hoy las recordamos y honramos y no quería dejar pasar tan excelente ocasión .
“ Quiero decirte madre,
para poner a esto fin,
que jamás te olvidará
quien tu llamabas… Pepín.”
Jomis.
Querido Iñaki, percibo que andas perdido a pesar de manifestar tu buena actitud para comprender la causa de la mujer y el problema de las mujeres.
Cuando hablamos del sexo femenino, hablamos de mujeres y punto. Ya sabemos que tanto hombres como mujeres somos personas, ya sabemos que debemos luchar por causas generales a ambos sexos, pero éste no es el tema.
Las mujeres ni aspiramos a más que los hombres, ni mucho menos a menos, las mujeres tenemos unos derechos innatos a ser personas que se nos han arrebatado en pro de roles adjudicados convencionalmente a hombres y mujeres, y estos roles son los que han dejado a las mujeres apartadas de sus posibilidades de decidir sobre su vida, la que quiera, la que decida, pero no la que le impongan por ser mujer.
Sigo insistiendo que la felicidad es otro tema, es otro capítulo es otra cuestión, y no hay que mezclar cosas diferentes para solapar el meollo de la cuestión: que las mujeres no tienen porqué ser tratadas como un recurso, sino como sujetos.
Querida Ana, me sumo a la felicitación por tu sexto nieto. Me ganas por dos. Yo me ha quedado en tres nietas y un nieto. Las mujeres siempre mayoría!.
Por lo demás, creo entender todo lo que quieres decirme y estoy básicamente de acuerdo. El problema es que tu discurso no me deja totalmente satisfecho. Sin saber como definirlas, percibo ciertas lagunas en el mismo que me obligan a seguir dándole vueltas al tema.
Quizá el problema de la desigualdad hombre-mujer, en un mundo tan escasamente solidario, está en que a la gran mayoría de los unos y las otras se les niega la condición de personas. Se sigue echando de menos un mayor esfuerzo colectivo, y aquí si que no podemos excluir a las mujeres tanto si se declaran feministas como si no, por desmitificar el género. Pasamos horas y horas hablando de hombre/mujer, de macho/hembra, de masculinidad, de feminismo, etc..¡Es lo más fácil! Es evidente que necesitamos tener al cuerpo tangible bien cerquita, como referencia, para no perder pie. Hablar de personas complica mucho las cosas. Introduce un elemento intangible ligado a la psique inmaterial que nos sumerge en algo desconocido. Personalmente me cuesta poco reconocer que la mujer-persona, la misma que ha sido capaz de invadir impetuosamente nuestras universidades, no solo se ha situado en un plano de igualdad con el hombre-persona sino que, en ciertos aspectos, ha empezado a superarle sin necesidad de masculinizarse. En ese mundo de los sentimientos intangibles, en el que todos perseguimos denodadamente la escurridiza felicidad, me da la impresión de que las señoras llegan más lejos que los caballeros.
Una mujer puede renunciar a la maternidad y ser, al igual que cualquier varón, una ejecutiva de alto nivel, una deportista de elite o una artista, etc., con una vida interior más o menos rica. Inevitablemente, ella también tendrá que enfrentarse a la tentación del tandem dinero/poder. Ahora bien, ¿y si prioriza su maternidad, compatibilizándola mas o menos con otro tipo de actividad?. Yo tengo que hacer un esfuerzo mental considerable para acercarme a la vivencia íntima de una madre, por ejemplo, en los meses de embarazo y en los de lactancia. Hablando en terminos generales, la gratuidad del don maternal hacia su hijo totalmente indefenso, le diviniza, acercándole a una felicidad cuasi-sobrenatural que solo ella es capaz de sentir. Los hombres, como machos, nos quedamos en un escalón inferior. Solo por nuestra condición de personas y a base de un gran esfuerzo de auto-sensibilización como padres, podemos aspirar a igualarnos psiquicamente con la mujer-madre.
Gracias, Luis GM por tu felicitación sobre mi sexto nieto que es como si fuese el primero y, quizá con la particularidad de que es posible que sea el último, por lo que lo saboreas como el que rebaña un gustoso plato.
Respecto a lo que dices sobre el tema del que estamos hablando, me alegro de coincidir contigo o que tú coincidas conmigo. El gran problema que plantea cualquier aspecto de la convivencia humana es que todos nos creemos tan listos que pensamos que el otro está errado y está errando por lugares equivocados a la hora de la búsqueda de la felicidad, mientras que nosotros y nosotras aunque estemos hechos unos zorros y, no digamos, unas zorras (uf,¡¡¡!!! ¿¿???) pensamos que lo nuestro es lo mejor e indiscutible.
Como acabo de escribir, a las mujeres siempre se nos ha puesto los raíles por los que debemos caminar para ser felices, es aberrante, pero se nos sigue tachando de idiotas cuando reivindicamos que somos sujetos (¡¡¡¡no sujetas!!!!, uf, qué horror…) de nuestro propio destino, que no necesitamos tutelaje alguno, que tenemos las mismas capacidades y discapacidades que los hombres, y que no se nos indique el camino, ya sabemos buscarlo o perderlo por nuestra propia cuenta y riesgo.
Si la sabiduría y la felicidad estuviese en manos de la sabiduría de los hombres, el planeta tierra sería un paraíso, ya que todo su rumbo, en el tiempo y en el espacio, ha estado siempre en manos de hombres, ¿por qué no se nos deja a las mujeres probar a ver si somos capaces de hacer algo diferente y hasta algo igual de mal (peor, imposible…) que los hombres. Es un derecho que no se nos impida ser personas de pleno derecho, sin trampas ni paños calientes para que nos conformemos con lo establecido, porque así somos más felices, especialmente si “nuestro señor” tiene a su servicio no una sino cuatro mujeres a su servicio , más otro convento entero rezando, como el exPapa,. Es obvio que hay muchos hombres que no le interesa que cambien las cosas. ¿Qué felices deben ser esas monjitas rezando, lavando la ropa, planchándosela, preparándole la comida a un ex-Papa, no digamos de los maridos respectivos de señores de sus “esclavas”
Iñaki, perdona, pero sigo discrepando profundamente de lo que dices. Es como si nos preguntásemos qué es más importante comer o beber agua; ser feliz y tener derechos son capítulos necesarios aunque diferentes.
Lo mismo te digo respecto a la igualdad de todas las personas, es otra trampa porque quienes desequilibran la balanza de la desigualdad entre sexos son las mujeres.
Y finalmente, te digo, que ser feliz es una cuestión personal, y hay quien es feliz teniendo todos sus derechos, y hay quien, en medio de problemas graves puede percibir que es feliz, porque ¿acaso se puede dar alguna definición universal de lo que es la felicidad y dónde se consigue? A las mujeres se nos ha intentado convencer que debemos ser felices allí donde una sociedad patriarcal quiere que lo seamos, incluso se nos echa en cara de porqué no lo somos cuando “nuestro señor, el hombre” trabaja para nosotras y tenemos todo lo que él quiere darnos.
Ana Rodrigo.
Un comentario simple a una excelente (y profunda) frase tuya, consignada en tu entrada 08-Marzo-2013 – 20:53 pm .
Dices: “Pues eso, ojo al dato, y que a las mujeres nos dejen ser felices como nosotras elijamos”.
Acertadísimo pensamiento: simplemente, porque si a alguien le “imponen” la forma de ser feliz, lo están convirtiendo en in-feliz por partida doble.
Cuando a una persona se le impide ser ella misma, le impiden radicalmente ser feliz.
Por lo cual, una buena conclusión sería: habría que ayudar a las personas a ser ellas mismas, y así contribuiríamos de una forma eficiente a que fueran felices.
Muchas felicidades, abuela.
Tienes razón, amiga Ana, al ponerte en guardia ante la felicidad trampa. Sin embargo, como a lo largo de mi vida no he podido constatar que los privilegiados hombres seamos mas felices que las invisibles mujeres, no puedo evitar el poner a la felicidad en el candelero. Supongo que no se puede comparar el privilegio de tener determinados derechos, con el privilegio de ser mas o menos feliz. Ahora bien, aunque sea solo como dato, creo que se ha de tener en cuenta la igualdad de todas las personas, con independencia del género, en cuanto a la posibilidad de acceder a una felicidad siempre esquiva. ¿Qué es mas importante, tener derechos o ser feliz?. Según como se responda a esta pregunta, probablemente las cosas se verán de otra manera y las actitudes cambiarán….digo yo!.
LA PALABRA AMENAZADA – Ivonne Bordelois – Edición: Libros del Zorzal – 2003-
Cap. 2 – Eurídice: la no escuchada
Orfeo es el mito trágico que pone en escena, entre otras fisuras, el abismo entre los no-escuchantes y los hablantes. Es la variante brasileña del mito, el hermoso Orfeo Negro de Marcel Camus -realizado en los años cincuenta e inspirado en una obra de teatro de Vinicius de Moraes-, la que revela más claramente esta interpretación, que parece estar implícita, sin embargo, en el tejido mismo del relato. Orfeo desciende a los infiernos a salvar a Eurídice; la condición de su rescate (condición impuesta, no por azar, por una ley infernal invocada por Pluto) establece que hasta la salida del Hades Orfeo, que precede a Eurídice, no dará vuelta la cabeza para mirarla.
(Nota: La prohibición acerca del no mirar atrás no es exclusiva del mito de Orfeo: la reencontramos en el Antiguo Testamento, cuando se narra la maldición de la mujer de Lot, convertida en estatua de sal al mirar hacia Sodoma en llamas; y también aparece en el Evangelio: “El que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí”. Fin de la Nota)
Pero Orfeo no puede resistir la tentación y pierde definitivamente a Eurídice.
En la versión brasileña, Eurídice dice: “Si pudieras escucharme en vez de verme“. El regreso al infierno se cierne como amenaza para la pareja ante la imposibilidad de que el varón escuche a la mujer, que es para él ante todo presencia visible, física o sexual, antes que palabra portadora de sentido. Orfeo, mitad dios y mitad hombre, es el creador de la música, el supremamente escuchable, nunca el escuchante. La condición impuesta a Orfeo, en realidad, consiste en superar esta situación de ensordecimiento, y así responder al deseo más profundo de Eurídice: el ser oída. Una Eurídice invisible, que sólo puede ser escuchada, representa para Orfeo el infierno, porque trastorna todos sus poderes.
En la versión griega del mito, las Ménades, que representan las furias femeninas, descuartizan a Orfeo, el músico que carecía de espacio y tiempo para escuchar a otros, y que por no escuchar tampoco a Eurídice perdió la visión de ella, quedando así parcialmente ciego. Las Ménades descuartizan a Orfeo y el infierno de Eurídice se sella para siempre. El infierno devora la inaudible música de Eurídice, es decir, el infierno de Eurídice consiste precisamente en ser sacrificada al imperio exclusivo de la música órfica, que entraña la imposibilidad de ser escuchada en su propia palabra, en su propia música.
(Nota: El gesto de Orfeo no es único: repica ilimitadamente en la tradición lírica occidental, que expresa que el silencio no sólo le es necesario a la mujer sino que constituye uno de sus rasgos eróticos definitorios.
Tres ejemplos al caso:
* Baudelaire: “Sois belle et tais-toi” ;
* Neruda: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente / y me oyes desde lejos y mi voz no te toca / Parece que los ojos se te hubieran volado / y parece que un ángel te besara la boca.”;
* Vocos Lescano; “Dices, y mientras dices, lo que dices / vuelve las cosas claras y felices / y hasta donde llega el júbilo convoca. / / Pero callas, y entonces, cuando callas / se inclina el cielo al sitio donde te hallas / y se te llena de ángeles la boca.”
Por cierto que las teorías del silencio, tan proliferantes en nuestros ensordecedores días, podrían adjudicar una secreta superioridad, un escondido privilegio místico a la mujer en su enigmático silencio. Lo que me interesa mostrar aquí es que el lirismo raramente produce la imagen inversa del varón que seduce a partir de su silencio, y no debemos ni podemos engañamos acerca del significado de esta asimetría.
En su hermosa interpretación de Los Tres Cofrecillos, Freud muestra ejemplos muy persuasivos de la ecuación de la mujer con el silencio (y del silencio con la muerte). El silencio que se otorga como clave a la supuesta identidad de la mujer acaba por desembocar inevitablemente en el silenciamiento de la mujer en la cultura.
Baste considerar, entre nosotros, el tiempo y los esfuerzos que han sido necesarios para restituir a su auténtica estatura una voz poética como la de Alfonsina Storni (ignorada públicamente, en su tiempo, por la voz de los Orfeos imperantes: Lugones y Borges).
Explorar estos muy interesantes terrenos nos llevaría, con todo, muy lejos de nuestro propósito principal, de modo que dejamos el tema abierto para otra ocasión. Fin de la Nota)
Varios detalles confirman lo plausible de esta hipótesis. La voz de Orfeo no sólo excluye la de Eurídice a la salida del infierno, sino que en un episodio anterior, en su viaje con los Argonautas, el canto de Orfeo ha desplazado al de las sirenas para impedir que sus compañeros las escuchen. Ellas, despechadas, acaban suicidándose: otra instancia fatal de la supresión de la voz de las mujeres. Orfeo es también considerado sacerdote, el primero en haber escrito los dogmas y rituales de una religión hermética que excluía a las mujeres. Está vinculado asimismo con la sacralización de las relaciones homosexuales entre varones y es protegido de Apolo, que ama a mujeres y a varones. Las Ménades que lo destrozan son oriundas de Ciconia, de donde también era Eurídice. Es notable que los restos de Orfeo descuartizado vayan a desembocar a Lesbos, patria de la poesía lírica y territorio de Safo.
Según Ovidio, las Ménades, para matarlo, utilizan un arado, hecho que acaso represente la venganza matriarcal por el pasaje de la agricultura de la mano de las mujeres a la de los varones. Curiosamente, mientras el nombre de Orfeo significa “la gran voz”, el nombre de Eurídice puede analizarse en griego como eurys, amplio, y dike, la justicia que concierne, particularmente en caso de abuso, a personas implicadas en relaciones íntimas.
Podría significar, por lo tanto, una mirada más amplia -y profunda- en lo que concierne a los vínculos de la pareja. No se olvide que Eurídice es también el nombre de la mujer de Creón, quien se ahorcará cuando éste arrastre al suicidio al hijo de ambos, Hemón, el enamorado de Antígona (otro caso de mujer no escuchada).
Parece entonces que el mito encierra una pluralidad de mensajes, uno de los cuales, acaso el más prominente, es el enfrentamiento de culturas matriarcales y patriarcales. Orfeo es hijo de Calíope, una de las Musas -origen de la música- y su apoteosis final se ve refrendada cuando Zeus transporta su lira a la constelación de su nombre. Parece claro que su figura encarna la rivalidad con la voz femenina, evidenciada ya en el episodio de las Sirenas.
Pero lo que nos interesa aquí es que Orfeo -que pasó a la posteridad patriarcal como el héroe- víctima y músico supremo, venerado por poetas y músicos como Rilke y Glück, que se identificaban sin duda con su fascinante voz todopoderosa- es en verdad quien provoca la tragedia.
En efecto, ésta se desencadena por su incapacidad de escuchar al otro, que va pareja con su necesidad exasperada y exasperante de escucharse narcisísticamente sólo a sí mismo, y de ser escuchado a costa del silenciamiento ajeno.
El mito órfico es entonces también la representación de un monólogo delirante que, pretextando amor, desplaza al interlocutor y lo reduce a la nada de un silencio infernal. A la violencia que representa su negación de la palabra-música de Eurídice contesta la violencia vengativa de su descuartizamiento por las Ménades. La cólera de las Ménades, inspiradas por Dionisio, el dios rival de Apolo, representa la ira femenina por el rechazo de un espacio de amor y atención para la voz de la mujer.
(Nota: Como lo sugiere Ludovico Ivanssevich, acaso sea un eco de esa venganza el hecho de que Glück imponga a una intérprete contralto en el papel de Orfeo. Fin de la Nota)
Más allá de la disputa entre los sexos, sin embargo, lo que parece sugerir el mito, desde el fondo de los tiempos, es la trágica circunstancia que hace que los más dotados para la música y la palabra -y los poderes que de estos dones se derivan- sean con frecuencia también los menos dotados para la atención y la escucha. Una figura posible del mito, aquella que estamos explorando en este texto, representa la incapacidad de los seres humanos de escucharnos unos a otros, así como la contumacia de nuestra inconsciente negativa a escuchar aquello que precisamente nos permite hablarnos: nuestro lenguaje. Así, reducimos a nuestros interlocutores y a nuestro lenguaje a la nada del sinsentido y el olvido.
Cuando se habla de competitividad en el mundo contemporáneo se piensa en general en la capacidad de imponer masivamente pautas y productos culturales e industriales, así como ideas y formas de poder a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Pero lo que subyace a este alud de imposiciones y hace posible su efectividad es un lenguaje monotemático que busca sólo afirmarse y escucharse a sí mismo y desatiende implacablemente la escucha y la necesidad del otro.
La palabra fetiche de la propaganda comercial y política desaloja así fieramente a la palabra profunda de la tradición y al léxico del nuevo conocimiento; el jingle reemplaza a la canción de cuna, el cliché político a la reflexión original, el autismo mediático a las humildes e inspiradas formas de la estética popular o de las voces marginales.
Con razón dice Margaret Fuller que la literatura –y lo mismo vale para la cultura- no consiste en una colección de libros magníficos, sino en un ensayo de interpretación mutua. La cultura global es en gran medida un remedo de diálogo en el que poderosos Orfeos, embebidos narcisísticamente en su propia música, sumergen en el silenciamiento total a los que se supone deben ser rescatados. El cine contemporáneo, con sus megaproducciones, hazañas virtuales y falsos estrellatos, la industria musical de nuestros días, campo de batalla de los intereses del rock, llevan las señales claras -o más bien, exhiben las garras- de una empresa que aspira a imponer pautas de dominio unilateral y conducirnos al infierno del sinsentido -o al nirvana de los zombies- antes que proponer un diálogo abierto en el que despunte lo verdaderamente nuevo, lo no dicho, aquello que necesariamente conforma el porvenir- Y así se prolonga y consolida el infierno de Eurídice.
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Querido Iñaki, creo que los derechos de las mujeres son una cosa, y la felicidad es otra. Y es muy peligroso mezclar ambos conceptos, pues aprovechando la felicidad que produce la “santidad” de las mujeres a partir de su entrega y generosidad, es por lo que los hombres han pensado que les hacían un favor. La mujeres sabemos mucho de trampas.
De las mujeres canonizadas se resaltan siempre su capacidad de servicio, mientras que a los hombres se les canoniza por otros valores como su sabiduría, su puesto en el escalafón eclesiástico, los libros que escribieron, el ser fundadores de congregaciones religiosas con todo el brillo social y de poder que eso da, el haber hecho innumerables viajes, el haber convertido a muchos pecadores y cristianizado continentes, etc.etc. ¿Cuáles son los méritos de Francisco Javier, Sanjosemari o de Juan Pablo II, por ejemplo? Pues eso, ojo al dato, y que a las mujeres nos dejen ser felices como nosotras elijamos.
¡Que historiuca tan entrañable, querido Pepe S.!. Al leerla no podido evitar el introducir el concepto felicidad. Tal como la cuentas diría que Josefina, a pesar de tener muy pocos privilegios y si mucho trabajo con demasiadas responsabilidades, no era una mujer amargada, triste, malhumorada, etc. Yo diría que era mas bien valiente, animosa , incansable en el curro, alegre e incluso felíz cuendo conseguía sacaros de algún apuro. No tenía tiempo de mirarse a si misma, de pensar en ella , de replegarse en su propio yo. ¡Vaya receta para no tener nunca tiempo de estar triste!.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que nos cuenta Ana, con el comentario de Olga y con la reflexión de Antonio V. , pero me encantaría que añadieran algo sobre la felicidad del ser. Yo tuve una empresita que me permitió salir a la calle como cabecita de ratón visible y providente, tener un dinerito y un pequeño protagonismo social. Pues bien, todo este tener, no me ha garantizado el ser feliz. Nada comparable con haber atendido a mi suegra, hasta los 97 años y el dedicar un poco de tiempo a mis nietos.
Antonio Vicedo, gracias por tu interesante aportación. Es cierto que la esperanza no debe flaquear y, por eso, debe ser alimentada constantemente sacando a la superficie un problema tan de fondo que si no los hacemos presente reiteradamente, puede empeorar aún más. Todavía hay demasiada gente que dice que “ya lo habéis conseguido ¿de qué os quejáis? O aquello de “qué pesadas son las feministas”. Y, sin embargo, por muy pesadas que nos pongamos, ahí están los datos estadísticos que todos los medios de comunicación nos manifiestan hoy y que nos indican que no podemos bajar la guardia.
Pepe Blanco, es cierto que estamos un poco mejor que ayer y espero que mejor que mañana, aunque sigue siendo válido aquello de “al perro flaco todo son pulgas”. En momentos de crisis, la parte más débil de la sociedad es la más vulnerable y por tanto la más dañada. Mi reflexión precisamente va por ahí. ¿Por qué la crisis económica, que tantas víctimas de toda índole está dejando, se ceba en especial con los/as más débiles entre quienes están las mujeres? ¿Por qué cuando ya parecía irreversible algo tan fundamental como la situación de igualdad en lo bueno y en lo malo, volvemos atrás en carne y hueso, es decir, en mujeres concretas, no sólo en teorías humanistas? Seguiremos adelante, claro, pero las mujeres abundarán entre víctimas sociales.
Pepe Sala, en primer lugar, mi sentido y justo homenaje a Josefina, tu estupenda hermana, grande ya desde pequeña, y aún más grande cuando es su hermano el que, desde el recuerdo, el reconocimiento y el cariño, nos la pone en blanco sobre negro, aquí no hay grises. Una niña comportándose como una adulta cuando tendría que estar viviendo experiencias infantiles adecuadas a su edad. Mi beso entrañable para ella y mi felicitación para ti, querido Pepe, por haber tenido tan buena cuidadora en tu infancia que, junto al cariño de tu padre y de tu madre, alimentó en tu corazón tanta humanidad. Y mi homenaje a tantas niñas-mujeres que no pueden disfrutar ni de infancia ni de juventud ante el apremio de servicio que se les pide y cumplen en su rol temprano de entrega sin límites al servicio de los demás.
Querida Olga, quienes compartimos una edad, compartimos también muchas experiencias. En mi tierra se decía “cuando seas padre comerás dos huevos, ahora que eres hijo, confórmate con uno”. Y yo veía normal que mi padre tuviese una alimentación añadida al trabajo físico que tenía que hacer para darnos de comer a la troupe de cuatro hijas y tres hijos. Y mi madre, como todas las madres de aquellos tiempos, haciendo milagros para vestirnos, alimentarnos y cuidar nuestra higiene dentro de la pobreza de la época de guerra, post guerra y años sucesivos. Y no recuerdo de mi madre una queja, un mal gesto, un “no puedo más”. Nuestro homenaje a las madres que han dado todo lo que tenían de su persona desde la maternidad.
Oscar y Olga, siento no poder comentar los enlaces que me ponéis, pues sigo muy ocupada ejerciendo madre, suegra y abuela. Y sin que vaya por mí, no olvidemos la enorme ayuda que suponen los abuelos y las abuelas en esta sociedad en la que no permiten a la gente en edad de procrear, tener hijos y/o hijas, y mucho menos disfrutar del tiempo necesario para estar con ellos. Veo a la puerta del colegio de mi nieta cantidad de abuelas echando una o todas las manos que tenemos.
Así es Ana, así es, lamentablemente. Siempre me preguntan por qué me gusta comer la “carrocería” del pollo, pudiendo comer el muslo o la pechuga. Y les digo que, cuando era pequeña, mi padre se comía la mejor presa. Cuando tuve mi casa, marido, 3 hijos y una empleada, que vivía con nosotros para que yo pudiera trabajar, mi marido y mi hijo mayor comían pechuga. Mis otros dos hijos se repartía las patas, a la Isabel, la empleada, le gustaban las alas, y bueno y a mí me tocaba la carrocería, y me llegó a gustar. Y paz en el hogar. Y yo podía trabajar porque había otra mujer, que se hacía cargo de lo que yo hubiera tenido que hacer si ella no hubiese existido.
Y cuando ella enfermó, en sus últimos tiempos yo recorría los hospitales con ella, y cuando me preguntaban ¿Y Ud. quién es? Yo respondía: La madre.
Te adjunto un link que un artículo aparecido en Piensachile sobre una feminista americana, injustamente olvidada: Gerda Lerner y su punto de vista sobre la esclavitud y la dominación de un sexo sobre otro.
http://www.piensachile.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11016:gerda-lerner-feminista-e-historiadora-injustamente-olvidada&catid=1:opinion&Itemid=2
¡Vamos ana todavía!
http://www.youtube.com/watch?v=Yt2SQnUPBVw&NR=1
Me vas a permitir, Ana , hacer otra vez de ” abuelo Cebolleta”. Tú tienes la edad aproximada de mi hermana mayor ( Josefina) y creo que esta historiuca encaja bastante bien en tu artículo. En caso de que no sea adecuada, vaya simplemente como HOMENAJE a mi hermana mayor:
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Se cuenta que durante un bombardeo de una ciudad cualquiera ( hay tantas que ya da igual dar nombres) una niña escapó entre las explosiones que habían matado a sus padres. Su hermanito pequeño iba agarrado a su cuello como si se tratase de un mono. La niña corrió desorientada muchos kilómetros sin soltar su preciosa carga y llegó a un campo de refugiados donde se sintió libre de las amenazas del bombardeo. Una señora le arrancó a la fuerza al niño que llevaba cargado, mientras le decía:
–Pobrecita niña , estarás muy cansada por haber cargado tanto tiempo al niño sobre tu espalda…
–No, señora- contestó la niña- no estoy cansada, es mi hermanito…
Mi hermana Josefina era una niña aún cuando se hacía cargo de unos cuantos hermanitos más pequeños. Mis padres se veían obligados a ir por los pueblos en busca del trabajo que les permitiera sacar adelante la numerosísima prole ( que no paraba de acrecentarse) Cuando mis padres iban a pueblos lejanos ( podían pasar de 30 kilómetros de casa) tenían que dormir fuera de casa y era mi hermana mayor, Josefina, la que se quedaba al cargo de toda la récua.
La asistencia a la escuela, hablo de una niña de 12 años, se había hecho imposible porque, además de los cuatro hermanos mayores , estaba yo con sólo tres años, insuficientes para ser admitido a la escuela. La maestra hizo alguna gestión y consiguió que me admitiesen para que mi hermana pudiese ir también. Aquel año, en la Iglesia de Valmeo, tanto la maestra como mi hermana Josefina disfrutaron un montón porque consiguieron enseñarme de memoria la poesía que me tocó recitar en el día de la Virgen del mes de Mayo:
Me llamo Pepín
y tengo tle año
Adió Virgencita
Hata otlo día
Hata otlo año.
No recuerdo que Josefina durmiese sola en una cama. Siempre tenía compañía infantil y todos los despertares eran húmedos…cuando no más pegajosos. No recuerdo ni una sola queja por lo que a todos nos parecía lo más lógico: era la hermana mayor y ejercía como tal. Nunca nos paramos a pensar sobre lo tremendamente injusto de una situación, dramática para todos, pero que recaía especialmente sobre Josefina, y las cosas se iban desarrollando como si se tratase de lo más normal de mundo.
Josefina crecía bellísima. Se comentaba que posiblemente fuera la muchacha más guapa de Liébana. Los paseos por Valmeo de personajes que nunca habían tenido interés por el pueblo se iban repitiendo. Incluso uno de los guardias civiles del cuartel de Naroba se interesaba demasiado por lo que nunca se había interesado nadie:
“ Es que me hace mucha gracia ver comer a los niños”,-sentados en el suelo, encima de un saco de cuerda y con el plato entre las piernas… ( Muy gracioso, ojalá le haya tocado disfrutarlo con sus propios hijos)
Cierta noche, puede que fuese del año 1955, mis padres se habían quedado en cualquier pueblo. Josefina tendría unos 14-15 años. Mis hermanos más mayores dormían en la cuadra que una vecina nos dejaba porque ya no entrábamos todos en la raquítica casa medio destartalada. En la misma cuadra, sin ningún tipo de separación ni desventaja, dormían las cabras de la vecina…y miles de pulgas.
No sé qué hora sería, pero llevábamos horas en la cama. De pronto un sobresalto sobrecogió a pequeños y mayores. La pareja de la Guardia Civil de Naroba había dado un patadón a la desvencijada puerta de la casa y entre aterradoras voces destapaban a los niños sin ningún miramiento. Los niños gritábamos más que los guardias, completamente atemorizados y los guardias repetían insistentemente: ¿ Dónde está Juanín? ¿ Donde está Juanín?… a la vez de amenazarnos con los fusiles y arrastrar sin contemplaciones cualquier cosa que pudiera esconder a un hombre.
¡¡ Si no entrábamos nosotros en la casa!!… ¿ cómo coño se iba a esconder allí uno de los del Monte?
La memoria me abandona a partir del trauma nocturno. Nunca me he atrevido a preguntar a mi hermana cómo acabó el asunto, a Josefina no le gusta remover tiempos pasados; no me extraña. Puedo imaginarme el enorme poder de convicción que tuvo que echar mano para calmarnos a los más pequeños. Creo que fue aquel mismo año cuando mi hermana se fue a “ servir” a Santander . En el año 1957 Juanín sería asesinado en La Vega y nosotros nos fuimos a vivir a Potes. El antecedente de la famosa Ley Corcuera no se repitió en Potes, aunque sí otros tipos de represión no menos traumática.
Mi hermana encontró un buen hombre con quien formó una preciosa familia y vive lo felizmente que ciertas circunstancias permiten, apartada de todo tipo de política que jamás entendió, que nunca eligió y que tanto sufrió.
¿ Que no son historias heroicas?…de acuerdo; pero ya me gustaría ver a Agustina de Aragón ( por ejemplo) en las circunstancias de mi hermana Josefina…
Jomis.
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Sales muy bein en la foto Ana… y no comento nada sobre tu agradable sonrisa, jejeje
¡Ánimo, Ana, y todas las mujeres! Es una cuestión de tiempo, el conseguir una igualdad real, de hecho, entre las mujeres y los hombres.
Aunque la sociedad es aún machista y patriarcal, lo es mucho menos que hace 40 años. Y dentro de 40 años lo será muchísimo menos. Por ejemplo, en el ámbito tan visible de la política: es cierto que aún abundan los hombres, pero cada vez hay más ministras, y ya no es una cosa rarísima ver una presidenta o una candidata a la presidencia. Parece que más lentamente se va abriendo paso la mujer en el mundo de la empresa y las finanzas, aunque su presencia en el mundo laboral ya está generalizada, aunque no por igual en todos los sectores de la economía.
En fin, que la semilla ya está plantada, ha prendido bien y pienso que, el que se desarrolle plenamente y fructifique, es sólo una cuestión de tiempo.
Anoche no había tema abierto sobre el Dia de la Mujer (tuvo su origen y motivo :Trabajadora en recuerdo de las que murieron carbonizadas en la fábrica de EE.UU donde se habían declarado en huelga reivindicativa) y por ello colgué allí mi comentario que creo más apropiado aqui, y por eso lo duplico, sin pedir parecer a los amigos del equipo responsables (¡Disculpad!)
EVANGELIO debería traducirse con la expresión más clara para la cultura y situación social actual como PROCLAMAR LA BUENA NOTICIA a la Humanidad, sobre todo a los conjuntos de la misma más ninguneados, expoliados y debilitados, creo que no podemos pasar en silencio tal cometido sobre esa mitad de la Humanidad constituida por personas realmente iguales por naturaleza y especie del género femenino.
La causalidad de celebrar hoy el Dia de LA MUJER que se extendió a todas desde el objetivo primero de las obreras, por lo del genocidio en aquella fábrica que incendiaron con las luchadoras por la libertad dentro, nos debe sacudir mentes, conciencia y actitudes prácticas para que, esa igualdad fundamental, sea por fin plenamente reconocida culturalmente, y legalmente se establezcan las normas que posibiliten la igualdad humana de posibilidades y el logro de cuanto de coherencia se deriva de ello en la vida práctica y real de la sociedad.
En primer lugar, y por ser las mujeres en cometido de compañeras de los varones en el seno de las familias y del plus en ellas que les ofrece la maternidad, han de ser ellas las que superen complicidades con el sobre poder machista, históricamente implantado y reforzado, y cuiden la promoción filial de l*s hij*s, de modo que, ya desde la primera infancia y en el ambiente familiar, sean vacunad*s contra los virus y bacterias causantes de la pandemia de la desigualdad personal, como consecuencia de la diferencia de género.
Puede que esta tarea exija sobrededicación y sagacidad especiales, dado el modo tradicional de entender los cometidos de los hijos varones diferentes de las hijas mujeres.
Pero, tratándose de poner los cimientos promocionales de las personalidades de l*s hij*s desde el origen de su desarrollo vital, racional, emocional y relacional, es irenunciable este cometido cultural y tan imperioso como el cuidado de la propia vida y salud.
L*s hij*s que engendráis, parís, amamantáis y constantemente cuidáis preferentemente como madres, vienen s la vida con el noble destino de ser plenamente human*s, cosa casi imposible, si el principal valor de su ser compartido en igualdad no se puede alcanza,r porque ni siquiera conciencia ni práctica del mismo se ha empezado a descubrir, valorar y prácticamente apreciar.
Y, como esto presupone o debe presuponer antecedentes relacionales basados en la realidad igualitaria de los seres humanos, es ya desde la preparación de la convivencia en pareja, con ánimo de asumir la responsabilidad mater-paterna, y sobre todo en el momento del compromiso común responsable, cuando tienen que quedar claras las posturas de valoración de la igualdad personal.
En actitud tan noble de mutua relación de amor a dos y respecto a l*s tercer*s, no valen cegueras, ni alienaciones de falsos enamoramientos.
Los fallos familiares en este cometido marcarán desnaturalizadas tendencias en l*s hij*s, convirtiéndol*s en fáciles presas de verdugos o víctimas de solapadas o patentes violencias de género.
Falseada la materia prima (clasificación de personas por desigualdad) cualquier intento de diferente troquelaje de piezas (individuos) o de montajes estructurales (estructuras sociales), adolecerán del fallo fundamental sobre la real y verdadera IGUALDAD de todos los seres humanos.
Celebremos en este Dia de LA MUJER la posibilidad y esperanzada realidad de poder urgentemente conseguir que la HUMANIDAD sea HUMANA.