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Carta a los medios de comunicación sobre el nuevo Papa

fausTengo mis quejas contra los medios de comunicación: me han traicionado algunas veces, creo que también ellos son servidores del Capital y que, por tanto, el buen titular o la defensa de la propia ideología pasarán por delante de la verdad; lo que engresca les gustará más que lo que construye; y muchas veces compiten indignamente porque parece que más importante que comunicar una verdad es ser el primero en hacerlo, o darla en exclusiva.

PERO: creo que los medios tienen sus derechos que debo respetar, conozco mucha gente honrada y encantadora que trabaja en ellos y que son también conscientes de lo que digo. Y además, aunque no pretendo compararme con Casillas, suelo decirme que al que no le marcan goles o no se lesiona, es señal de que no juega. Y el juego de construir la historia (el “poema de Dios” que dice la carta a los efesios) es uno de los más dignos, más apasionantes y más cristianos.

Dicho esto pido perdón porque estos días he procurado rehuir el aluvión mediático. Simplemente necesitaba tiempo para interiorizar, situarme y aclararme yo mismo. Ahora, si alguien quiere saber algo de mi opinión, lo encontrará en estas páginas que van dirigidas a todos sin exclusivas ni derechos de propiedad privada. Y aquel a quien no le interese (que sería lo más lógico) ya puede pasar a otra cosa.

Cuenta uno de los primeros biógrafos de Ignacio de Loyola que cuando, en una sobremesa, se enteró del nombramiento como papa de Pablo IV, se le demudó la cara y se puso pálido (Ignacio y Caraffa habían tenido antes más de dos pequeños encontronazos; y Pablo IV hizo muy difícil la vida a la naciente Compañía de Jesús). Discretamente Ignacio salió de la sala; y al cabo de un cuarto de hora regresó sonriente y con el rostro pacificado. Se supone que había ido a rezar.

Cuento la anécdota tanto para los que ayer se quedaron pálidos como para los que irradiaban alegría: que los hay de las dos clases por lo que ahora diré. Y aprovecho para decir a ambos grupos que ni hay que desengañarse del Espíritu Santo ni hay que buscar en él unas seguridades que son mucho más supersticiosas que creyentes. Dios sólo interviene en la historia respetando nuestra libertad y contando con nuestra respuesta libre. Y esa respuesta sabemos de sobra por dónde ha de ir: por el respeto mutuo dialogante, por el amor fraterno y por negar la primacía al propio interés. Sin el empeño en ir por ahí, no habrá Espíritu que sople (o soplará un espíritu no precisamente santo).

Casi no conozco personalmente a Bergoglio. He oído infinidad de cosas sobre él, positivas y negativas. He esperado a ver qué saben los medios de él, y he visto que prácticamente todo lo que yo pudiera decir ya es conocido. Lo cual me confirma que es muy sabia la frase de Jesús que tanto molesta a muchos eclesiásticos: lo que oís en los oídos predicadlo sobre los tejados” porque, a la larga, “no hay nada tan encubierto que no acabe conociéndose” (Mt, 10,27.26).

Por eso resumiré, un poco simplificadamente, diciendo que los temores vienen de su época de jesuita y las esperanzas de su época de arzobispo. Sus relaciones con el antiguo general Kolvenbach fueron muy tirantes, dividió la provincia argentina en dos bandos aún no del todo reconciliados: dicen que es un hombre con una increíble capacidad de seducción, pero con una pasión de poder que le vuelve terriblemente duro con los que no van por su línea. El jesuita húngaro-argentino Franz Jalic ha escrito cosas que, precisamente por el enorme respeto con que están escritas sin citar nunca su nombre (habla sólo de ”una persona”) y por el inmenso sufrimiento que comportaron, no pueden ser pasadas por alto. También porque, según me contaron, la única vez que volvieron a verse los dos después de todo aquello, muchos años después y en Alemania, se fundieron en un largo abrazo donde no faltaron lágrimas.

Yo no puedo garantizar como testigo ocular la verdad de todas esas críticas y otras parecidas; pero creo que si el papa Francisco toma en serio lo que tan bien dijo ayer: “antes de bendeciros os pido que me bendigáis vosotros a mí”, aceptará también que “antes de hablaros yo quiero escucharos a vosotros”: porque saber lo que se piensa de uno, puede ser un dato muy útil a la hora de actuar, en vez de pensar que la verdad sobre mí es sólo aquello que yo pienso de mí.

Y así pasamos a lo positivo: han corrido por ahí todos esos datos del arzobispo que viajaba siempre en metro o en autobús, que cuando tenía un cura enfermo iba él a visitarle, le preparaba a veces la comida o le suplía en trabajos parroquiales, que tronó contra la injusticia y la miseria del mundo. Y es cierta la anécdota de que, la misma noche en que fue nombrado arzobispo de Buenos Aires, sonó el teléfono (supongo que de alguien que querría felicitarle) y al descolgar dijo más o menos: “perdone que ahora me estoy haciendo la cena, si fuera tan amable de llamar media hora más tarde”.

Y las positividades continúan en su presentación de ayer: ya he evocado lo de “antes de bendeciros habéis de bendecirme vosotros a mí” que, lógicamente, debe ser extendido más allá de la plegaria. Pequeño detalle, pero indicio de sensibilidad, fue el dirigirse al pueblo como hermanos “y hermanas”, cuando la congregación de liturgia todavía pretende que digamos que Jesús entregó su vida sólo por todos “los hombres”, sin enterarse de cómo ha cambiado el significado de esta palabra. Significativo teológicamente el designarse por dos veces sólo como “obispo de Roma”… Y añadamos el potencial simbólico del nombre: porque Francesco no fue sólo el que, en los albores del capitalismo naciente, se quitó la ropa ante su padre negociante y el arzobispo, para “seguir desnudo al Jesús desnudo”. Fue también el que, en la era en que la Iglesia hacía cruzadas “contra los moros”, se embarcó alocadamente como pudo para ir a dialogar con el sultán.

Y fue finalmente el que, ante la visión de una ermita casi en ruinas, siente la llamada de Dios que le dice “repara mi Iglesia que se cae”. Si el nombre de Francisco incluye las tres cosas, no puede estar mejor elegido.

Vamos pues a tener una paciencia esperanzada: dejando para otros momentos nuestra necesidad de aplaudir y aclamar (porque las multitudes, ya se sabe, son idólatras por naturaleza y así se falsifica la comunidad), y dejando para otros momentos nuestras desesperanzas. Vamos también a ver si, aprovechando estos episodios, los católicos abandonamos la papolatría (o el papa-natismo): Jesús escogió a un Pedro, intuitivo y con innegable madera de líder según parece, pero cargado de defectos que los evangelios nunca ocultaron. Y le mantuvo aunque Jesús tenía más derecho que nosotros a decepcionarse. Porque si la Iglesia necesita (como yo creo) un ministerio de unidad, es precisamente porque todos somos solidariamente responsables de ella y en ella. De lo contrario, si no hubiera más que un responsable, no haría falta ningún ministerio de unidad.

No sé decir más, y perdonen aquellos a quienes he dado carpetazo. Uno también necesita su tiempo.-

7 comentarios

  • Miguel A. Pérez

    ¿Dios sólo interviene en la historia respetando nuestra libertad y contando con nuestra respuesta libre? Me parece demasiado antiguo Paradigma. González Faus debería actualizarse y leer un poco a J.Luis Herrero.

  • Buena la reflexion…correcta actitud, este tipo de situaciones el pueblo las vivio y siguio avanzando en la Construccion del nuevo reino. Toca seguir trabajando seguir avanzando.

  • Víctor

    Gracias, muchas gracias.
    Se entiende perfectamente que los periodistas -más aún con las leyes (para nada laxas) de su profesión en el mundo del consumo – simplifiquen de un lado o de otro…. pero en estos días que solo escuchamos flores para nuestro nuevo Papa de gente que conoce de cerca la vida de la iglesia, la Compañía, etc… pues nos hace bien escuchar una invitación bien informada y bien esperanzada para asumir este nuevo período en la iglesia.
    Gracias, porque  las flores necesitan agua fresca que, sin duda, puede sacudirnos un poco al comienzo, pero nos refresca y ayuda a crecer.
    Un abrazo desde Perú, desde América Latina.

  • Antonio Vicedo

    José I., para tí y tod*s l*s que celebrais en este día vuestra onomástica, recibid un fraternal saludo con el deseo de que aquel a quien Jesús tuvo por padre, y cuya paternidad , como todas las humanas, las redujo a fraternidad, os conceda sentiros cada día más herman*s de todos los seres humanos.

  • Antonio Vicedo

    En otros comentarios he dicho más cosas sobre la actualidad de Francisco como nuevo obispo de Roma en el Vaticano; aquí solo agradecerte José Ignacio tu temple firme, claro y bondadoso.
     
    Jesús les dice en Caná a los criados: Llenad las vasijas de agua que es lo que podéis y debéis hacer respecto a la carencia de vino.
    Cuando ya le dieron noticia de que aquella tarea estaba hecha, les volvió decir: Sacad el vino y que beban.
    Que, puesto que podemos, quiera Francisco, y nosotr*s con él, llenar las tinajas vacías  con el agua  de la coherencia evangélica, con la firme esperanza de que no faltará después el optimo vino del AMOR para la fiesta en la Humanidad.

  • mª pilar

    Como siempre:
     
    Claro, justo, moderado.
     
    Gracias José Ignacio González Faus, como siempre un gozo “escucharle-leerle”
    mª pilar

  • Iñaki S:S,

    Me ha gustado eso de  …vamos a tener una paciencia esperanzada. Estoy en ello, aunque con un montón de interrrogantes, dada la edad de de nuestro hombre y la pesada carga que se ha echado a la espalda. Esperemos que sea capaz de enfrentarse con rigor realista a la larga serie de temas hasta ahora tabu.
     
    Hay que darle tiempo al tiempo, pero tarde o temprano habrá de enfrentarse a, por ejemplo, …el celibato sacerdotal; el papel de la mujer en la Iglesia; la homosexualidad dentro y fuera de ella; la injusta desigualdad material entre las personas; la relación entre las comunidades de base y la ortodoxia vaticana; la pobreza evangélica y el patrimonio monumental de la Iglesia y comunidad católica; la unidad de los cristianos; su acercamiento progresivo al Islam y a las grandes religiones orientales; el excesivo compadreo de muchos jerarcas católicos con los poderes terrenales;  etc..
     
    Ojalá, poquito a poco, sea capaz de avanzar hacia una estructura organizativa eclesial mas cercana a la literalidad evangélica. Lo agradecería este viejo expectante y activamente curioso, al que nunca se le ocurriría lanzar la primera piedra.