En nuestra búsqueda de artículos importantes para esta época de revisión que en secreto (a los obispos estadounidenses se les ha prohibido convocar ruedas de prensa, imponiendo la odiosa omertá) están haciendo los cardenales, nos encontramos hoy con este texto de Jon Sobrino, que no se prodiga demasiado en esta última etapa. En sus palabras escuchamos también lo que dirían hoy Oscar Romero e Ignacio Ellacuría: los verdaderos vicarios de Cristo son los pobres y oprimidos.
JON SOBRINO, S.J., director del Centro Monseñor Romero de la UCA, jsobrino@cmr.uca.edu.sv, SAN SALVADOR (EL SALVADOR).
ECLESALIA, 07/03/13.- La renuncia de Benedicto XVI es un hecho importante. Puede mover la vida de la Iglesia en una u otra dirección. Y por lo que tiene de “ruptura sin precedentes” -lo decimos sin saber si ocurrirá, pero con esperanza de que ocurra- puede generar un ambiente propicio para la ruptura de otras tradiciones eclesiales que parecen intocables. Unas, más categoriales, tienen que ver con el mínimo acceso de los laicos, sobre todo de la mujer, a la vida, misión y responsabilidad en la Iglesia. Otras, más de fondo, tienen que ver con la concepción misma de la Iglesia -también la dogmática- como Iglesia de los pobres.
1. La renuncia de Benedicto XVI. Honradez, esperanza, libertad y soledad ante Dios
El papa ha tomado una decisión importante, y lo ha hecho con sencillez en la forma y hondura en el fondo. Ha venido a decir: “no puedo más”, lo que parece evidente dadas sus mermadas fuerzas. Más a fondo ha dicho: “No está ya en mis manos limpiar la suciedad en la Iglesia”. Los vaticanistas discutirán en qué consiste. Graves escándalos en la gestión económica que hace años llevó al suicidio de Calvi. La sombra alargada de Maciel, que además trae a la mente el desconocimiento e inacción de Juan Pablo II. Las luchas de poder entre importantes cardenales de la curia. Los historiadores lo estudiarán, pero es indudable que Benedicto XVI ha vivido bajo fuertes presiones.
Aunque en lo profundo de los seres humanos solo podemos entrar con infinito cuidado y de puntillas, pensamos que Ratzinger ha tomado su decisión por honradez con su conciencia, y que lo ha hecho con esperanza, aunque sea contra esperanza: un sucesor, con más energía y nuevas luces, con más gracia o mejor fortuna, podrá facilitar el cambio necesario. La ha tomado con libertad, expresada en el duro lenguaje sobre los hechos: miseria, suciedad, y sobre las exigencias: conversión en el interior de la lglesia. Las palabras están dirigidas a todos, in membris et in capite, se decía antes. Y no suenan como rutinarias, sino salidas del corazón: la Iglesia, y símbolos suyos importantes, se han alejado de Jesús. A él tienen que volver.
Benedicto ha tomado la decisión en un momento importante de su vida, al final, cuando los seres humanos, normales y nobles, no suelen engañarse ni engañar. Y pienso que la ha tomado “solo ante Dios”. Habrá podido consultar a algunas personas, indudablemente, pero no a “un papa”, a alguien que es mayor que él en el organigrama de la Iglesia.
Qué significa “solo ante Dios” no es fácil de comprender. A mí me ha ayudado desde que llegó a mis manos -y que con el Padre Ellacuría lo publicamos en la Revista Latinoamericana de Teología- el final del diario espiritual de Monseñor Romero. Pocas semanas antes de ser asesinado hizo un retiro espiritual, y en privacidad total le comunicó a su Padre espiritual las tres cosas que más le preocupaban: sus escrúpulos (que en él no eran sino finura de espíritu) de haber descuidado su vida espiritual, la posibilidad de una muerte violenta y la dificultad extrema de trabajar con sus hermanos obispos. Monseñor Romero se puso ante Dios, y estuvo a solas con Dios. El diálogo con su confesor no le proporcionó un apoyo añadido a su propia experiencia, aunque si le ayudó a profundizar en ella, solo ante Dios. Es bueno tenerlo siempre presente como posible experiencia.
Pocos años antes el Padre Pedro Arrupe, superior general de los jesuitas, se planteó dejar el cargo, que entonces era de por vida. En su caso, sí había un papa a quien solicitar ese favor, pero Juan Pablo II no accedió a la petición. No le parecía oportuno, pues temía que la Compañía cayera en problemas y peligros todavía mayores. Y quizás pensase también que la dimisión del General de los jesuitas abriría la puerta a la expectativa de que también el papa pudiera dimitir. Arrupe no pudo dimitir. Y se mantuvo solo ante Dios.
2. Dios y el hambre
Cuando en 1966 comencé a estudiar teología en Sankt Georgen, Frankfurt, decíamos que el mejor profesor de la facultad era Ratzinger. No enseñaba allí, sino en Tübingen, pero leíamos con avidez sus textos de clase, que eran excelentes. Me alegré de haber encontrado al teólogo Ratzinger, y años más tarde ocurrió el cambio que menciona González Faus en un artículo suyo.
Ratzinger, ni como téologo ni como papa, ha dejado de rezumar la profundidad del Theos, de Dios, pero pareciera que algo no ha llegado a lo profundo de su teología: los pobres y oprimidos, inmensa mayoría de este mundo.
Benedico XVI siente como responsabilidad suya específica, quizás la mayor, hacer presente a Dios en el mundo, especialmente en el mundo en el que está más ausente: el mundo de abundancia. Busca hacer presente a Dios para “gloria” de Dios y simultáneamente para “humanización” del mundo. Sin Dios no es posible un mundo humano, insiste. Y de ahí que desde el principio de su pontificado haya insistido en la importancia de lo absoluto y en lo nocivo de la relativización.
Benedicto es, pues, muy sensible a la deshumanización que es producto del desaparecimiento de “Dios”. Pero no se ha mostrado tan sensible a lo absolutamente inhumano y deshumanizante que es el hambre: las mayorías de pobres, oprimidos, esclavos, marginados, excluidos, asesinados, masacrados, las inmensas mayorías de la humanidad.
En mi opinión un gran aporte de la teología de la liberación, la de Gustavo Gutiérrez, Ignacio Ellacuría, Pedro Casaldáliga, quizás el aporte mayor, es precisamente haber radicalizado lo absoluto, pero de una manera específica: lo absoluto de Dios y lo co-absoluto del hambre. Sin mantener lo primero (o su equivalente en el Dios no explicitado de los creyentes anónimos, en lenguaje de Rahner), y ciertamente sin mantener lo segundo (según Mateo 25) nos deshumanizamos. Pedro Casaldáliga lo dice en palabras lapidarias: “Todo es relativo menos Dios y el hambre”.
3. Nosotros. Humanización y desmitificación del Papa
Ojalá podamos humanizar y desmitificar al papa. La tarea no es nada fácil.
Con dificultad aceptamos que el Cristo fue Jesús de Nazaret, un ser humano, un hombre. Prácticamente no conocemos lo que dice la Carta a los Hebreos, que el Cristo es Jesús de Nazaret -con ese nombre lo menciona ocho veces en la Carta; que fue hecho menor que los ángeles; que tuvo que aprender obediencia, gemir y llorar ante Dios. Y que es mediador no por poseer añadidos sobrehumanos, sobrenaturales, sino por haber ejercitado en su vida la fidelidad ante Dios y la misericordia para con los hombres. Y aun cuando lo conocemos así, difícilmente lo hacemos central en nuestras vidas, y en nuestra Iglesia.
Con facilidad deshumanizamos y mitificamos a Jesús. Y también al Papa. Le llamamos vicario de Cristo, es decir, el que hace las veces de Cristo sobre la tierra. Dicho más provocativamente, el que hace las veces de Jesús sobre la tierra. Durante la edad media, vicarios de Cristo eran los pobres. Y si mal no recuerdo, un fraile, el primero que llamó al Papa “vicario de Cristo”, sufrió una sanción canónica.
Lo que está en juego no es minusvalorar que haya vicarios de Cristo sobre la tierra. Todo lo contrario. A hacerlo realmente presente estamos llamados todos los seres humanos, hombres y mujeres. Y todos lo somos en la medida en que somos su sacramento. Expresamos su realidad en la medida en que nos parecemos a él, vivimos, hablamos y trabajamos como él. Y los mártires, además, mueren como él. Son los vicarios de Jesús de Nazaret en la tierra. Esto no nos hace inhumanamente divinos, sino divinamente humanos.
Cuesta ver así al Papa. Pero bueno será comprometernos, dentro de nuestras posibilidades, a que salga elegido alguien que, además de amplias dotes de gobierno pastoral, se parezca a Jesús y nos anime a parecernos a Jesús. Y que, con la modestia del caso, le ayudemos a parecerse a Jesús. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Virginia
Cuando un hombre tiene todos los poderes en su mano, como el papa, es para algo, no solo para lucir el uniforme, zapatos rojos, sombrero y báculo incluidos.
Lo honrado es que los use, y para bien. Quitó tarde de la circulación a Maciel, cuando ya era conocido por todos que era un corrupto pervertido de mucho cuidado, muy poderoso por ser el jefe de los legionarios de Maciel y amigo personal de Wojtyla, pero un gran corrupto pervertido (si te parece un insulto lo siento, pero tú me dirás cómo calificar a Maciel; y a quien le ha encubierto).
Wojtyla lo tenía que haber quitado de la circulación mucho antes, y Ratzinger se lo tenía que haber exigido cuando aún era cardenal jefe de santooficio (o como le llamaran entonces): pero lo dejaron correr, en perjuicio de las víctimas, las cuales les importaron nada, a semejantes príncipes de la ICR.
Wojtyla y Ratzinger se autocalifican de vicarios de Jesús, el cual dijo que él es las víctimas (‘conmigo lo hicisteis’, de Mateo 25, 31 a 46, creo recordar)
Así que es falso que sean vicarios de Jesús, ni menos aún representantes de dios en la Tierra. Lo cual merece un fuerte calificativo, a mi modesto modo de ver, no compatible con el de la honradez.
Por si quedan dudas, no hay más que verlos de jefazos de Estado por el mundo, a los papas, nada que ver con Jesús otra vez, que no tenía donde reposar la cabeza. Ratzinger se jubila de papa con cuatro sirvientas, de palacio en palacio.
Es que no hay por donde cogerlo, Virginia.
Claro, para ti merecen todas las alabanzas, estos dos papas de la involución católica.
Entonces no es que haya dos ICR’s: es que hay dos maneras de ver la misma ICR, o muchas, unos por la cara norte, otros desde arriba, otros desde abajo, y otros desde dentro …. etc.
Pero ICR sólo hay una (no santa ni apostólica, pero una), mal que les pene a los disidentes, que están en la misma ICR que los guardianes de la ortodoxia fiel.
Bueno, son maneras de hablar o de ver , dos ICR’s, dos maneras muy diferentes de ver la misma ICR …
¿Dos ICR’s que se llaman las dos igual?
¿Cómo se llama la otra ICR, Iñaki? ¿ICR?
Javier Renobales:
Me refiero a la serie de entradas de Atrio, con sus comentarios, dedicadas al tema de la renuncia de Benedicto XVI. Entradas -en su mayoría- y comentarios -casi en su totalidad- llenas y llenos de odio, insultos, burlas, acusaciones y descalificaciones hacia el Papa y la Iglesia. No es necesario que señale párrafos y autores: basta un ligero recorrido por las aportaciones de estas últimas semanas.
No soy Virginia W. Soy Fernández, para servirle caballero.
Efectivamente, Iñaki S.S., dices:- Afortunadamente, digo yo, hay otra ICR.
Pero cuando la intentas explicar, te quedas muy corto en relación a cómo explicó Jesús lo de la COMUNIDAD DE SU DISCIPULADO real, más o menos consciente:
“En esto conocerán que sois discípul*s mi*s, en que os amáis l*s un*s a l*s otr*s”
Porque: “Donde hay CARIDAD y AMOR, humanos, allí está DIOS.”
Si entendiéramos esto todos los que intentamos ser discípu*s de Jesús y lo quisieran entender quienes más obligados están a entenderlo.
¿Habría cónclave?
Y caso de haberlo ¿Cómo sería?
¡Cuestión de FE y ESPERANZA, si las superara el AMOR!
¿Qué ICR es la que queremos que cambie?. Porque en el conglomerado de mil doscientos millones de católicos, en teoría, yo diría que hay al menos dos ICR.
Hay una ICR, a la que por cierto sigue perteneciendo el J. Ratzinger mas humano y posiblemente humildemente arrepentido, caracterizada por sus ritos, mitos y porte imperial En ella el amor se manifiesta en forma de egolatría e idolatría. Nada hay por encima de ella. Su dios es una proyección de ella misma que nunca le abandona y todo le concede. En esta ICR abunda el patrimonio, pero en cuanto al número de personas implicadas, posiblemente no pasan cincuenta millones y bajando. No tiene pinta de cambiar, pero su ceguera le está llevando hacia una lenta descomposición interna.
Afortunadamente, digo yo, hay otra ICR de compasión, solidaridad e impotencia, en la que el amor se manifiesta en forma de generosidad y esperanza. Esta es otro mundo. Tardará mucho en acabar con el hambre, en su aspecto físico, pero lo conseguirá. Es el germen de un Reino de Dios, o como se le quiera llamar, con vocación de universalidad y presente alli donde se defienden los derechos humanos de todas las personas. En ella está siempre presente el…Dios mio, Dios mio, por qué me has abandonado? y también, …Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Copio de Jon S.:
…”Benedicto es, pues, muy sensible a la deshumanización que es producto del desaparecimiento de “Dios”. Pero no se ha mostrado tan sensible a lo absolutamente inhumano y deshumanizante que es el hambre: las mayorías de pobres, oprimidos, esclavos, marginados, excluidos, asesinados, masacrados, las inmensas mayorías de la humanidad…”
Alguien ha comentado: “…Algún análisis Objetivo…”
¿Algún análisis objetivo?
Todo cuanto nos expresa Jon Sobrino ¡no es un análisis objetivo, es:
¡¡¡Pura vida entre los más pobres de los pobres, entre los más masacrados por los poderosos de este puñetero mundo; pura experiencia durante casi toda su vida!!!
El se lamenta de estar vivo… porque el día del asesinato de sus compañeros, la mama e hija que trabajan en su casa, estaba en otro menester.
Creo que le duele el alma por ello; para el resto de las personas que tenemos el honor de conocerle, creemos que es un regalo de la vida, porque no ha dejado ni un segundo de trabajar con todas sus fuerzas, por la hermosa labor que juntos llevaban adelante.
¡Jamás! ha renunciado a pesar de que su salud no le acompaña ¡no le importa! mientras tenga un hálito de fuerza seguirá caminando por los caminos que el Galileo anduvo.
Habla claro, con delicadeza, porque todo él es delicadeza y ternura; pero lo hace desde una fuerza, que de verdad no sé de dónde le viene; es frágil, parece delicado…
Pero sigue caminando, voceando donde se le quiera escuchar (y donde no) la verdad de la situación de las personas sufrientes de esta mundo siempre bajo la bota del poder de las iglesias, los estados… y cómo ¡no!:
De aquellas pocas personas que tienen la sartén del dinero por el mango y la sartén completa también… ¡al precio que sea!
Espero y deseo, que la iglesia, con todo lo que se está escuchando de su proceder y gobierno, se…:
¡¡¡Convierta y cambie por completo!!!
Si no sucede así, sólo los de siempre… ¡el poder! Seguirán congregándose en derredor de ella, que nada tiene que ver con el Proyecto que Jesús nos dejo.
Lo deseo de todo corazón, sino, será su principio y fin, por haber causado y consentido tanto dolor.
mª pilar
Acabo de leer este excelente artículo y el comentario de Olga con el que estoy muy de acuerdo, sobre todo en cuanto se refiere a los años en que Ratzinger se dedicaba entonces a excomulgar a los mejores teólogos de los que disponía la Iglesia. Yo estaba en aquel momento, por circunstancias forzosas, muy al corriente de lo que ocurría al respecto pero no añadiré nada más sólo quiero decir por si acaso, entrara Pepe Blanco que en otro hilo, días atrás, ponía en el mismo rasero el relativismo de Ratzinger y el de Leonardo Boff se diera cuenta del abismo que separa el de uno y el del otro.
Dice J,Sobrino: “Benedico XVI siente como responsabilidad suya específica, quizás la mayor, hacer presente a Dios en el mundo, especialmente en el mundo en el que está más ausente: el mundo de abundancia. Busca hacer presente a Dios para “gloria” de Dios y simultáneamente para “humanización” del mundo. Sin Dios no es posible un mundo humano, insiste. Y de ahí que desde el principio de su pontificado haya insistido en la importancia de lo absoluto y en lo nocivo de la relativización”.
En cambio el horizonte del “No todo vale “ de Boff está puesto, no en lo teórico, incidiendo en la presencia como dice Sobrino es lo propio que hace Ratzinger, sino respecto a lo absoluto de lo humano y del mundo.
También para defender mi postura me sirvió de apoyo el Post. de Juan Luis Herrero del Pozo en el que comenté algo al respecto. Lo Incluyo 6 -Marzo 12:17 por si Pepe le quiere dar un vistazo. Mi empeño sólo persigue buscar puntos de encuentro para avanzar siquiera un poco.
“Benedicto es, pues, muy sensible a la deshumanización que es producto del desaparecimiento de “Dios”. Pero no se ha mostrado tan sensible a lo absolutamente inhumano y deshumanizante que es el hambre: las mayorías de pobres, oprimidos, esclavos, marginados, excluidos, asesinados, masacrados, las inmensas mayorías de la humanidad.” dice Jon Sobrino.
Y por hambre supongo que no se refiere solo al hambre de comida, sino también al hambre de justicia, de fraternidad, de veracidad, de equidad, de inclusión. Es decir al hambre de HUMANIDAD.
En forma muy cortés y política, Sobrino nos muestra de un plumazo, que por su personalidad Ratzinger ha demostrado mucha sensibilidad hacia la presencia o no presencia de Dios, a quién no vemos, en la cultura actual, y ninguna sensibilidad hacia el sufrimiento del “ser humano nuestro prójimo, que lo estamos viendo en nuestras narices y que fue el principal objetivo de Jesús, añado yo.
Por lo tanto, esto muestra con que criterios resolvíó Ratzinger los problemas cuando fue Gran Inquisidor, apoyando a Juan Pablo II en todas sus cruzadas, apoyando a los movimientos pietistas que gritaban “Señor, Señor” y estrujaban a los pueblos conquistados, apoyando a la cúpula vaticana que participaba en todos los ritos, eran célibes, pero a la hora de los negocios no tenían asco en asociarse a los imperios mafiosos
¡Con qué dureza ha tratado a los propios curas y teólogos en lo humano! y no hablemos de su inhumanidad hacia el sexo femenino, que fue tan grande que llegó a igualar los delitos de pedofilia al hecho de ordenar mujeres o apoyar la ordenación de mujeres. Ahí cayó Roy Bourgeois, el activo opositor a la Escuela de las Américas, brazo armado de la tortura que USA introduce como procedimiento en America Latina.
Nota: Jon Sobrino calladito, calladito, ha acompañado al Padre Bourgeois en sus desfiles al frente del Cuartel General de la versión actual de la Escuela de las Américas, exponiéndose a los gases lacrimógenos, a los palos, y a ser expulsado de USA a puntapiés.
Puede ahora parecer un anciano tímido y avejentado, incapaz de enfrentar la realidad de la corrupción. Pero desgraciadamente, se pasó la punta de años reprimiendo, sentado modestamente en su escritorio, sin mirar cara a cara a las personas a las que destrozaba la vida. Y nadie lo obligaba a esto, a ser un burócrata de la curia, solo su vocación personal.
Lo definen como Neo Agustiniano, y sabiendo un poco de la vida de San Agustín que abandonó a su mujer, bien digo su mujer no su esposa, y a su hijo, para hacer teorías sobre Dios, me parece que esa chifladura de los que creen que piensan bien porque elucubran y no viven, es tan pecaminosa o más pecaminosa que los que se zambullen en la vida experimentándolo todo.
Hay que ver una película alemana que se llama “La Vida de los demás” cuál es el destino y la vida de un espía, burócrata, de Alemania Oriental, que cumplía su trabajo fielmente, deshumanizado, hasta que es tocado por lo humano, deja el miedo detrás, y ayuda a sus víctimas.
Lo mejor que puedo desearle a Joseph Ratzinger, el humano, es que en su retiro deje de darle cuerda a la sobreabundancia de ideas, y sienta. Que se encariñe con alguien, que huela las flores, que deje a San Agustín para conocer a San Francisco, que ojalá tenga alguna sobrina nieta que lo visite, coman kuchen, y él vea cuan bella y encantadora puede ser una mujer, como creatura de Dios. .
Qué vea el misterio de la vida en una mujer embarazada, en un niño recien nacido, o en uno que está aprendiendo a caminar. Qué sea abuelo.
Que le de las gracias todos los días a las monjas que lo atienden porque no tienen por qué hacerlo, excepto su inocencia.
Que muera como humano en paz con el mundo
Coincido en que este artículo parte desde el conocimiento de ahí el respeto hacía quien va dirigido. Sin por ello renunciar a sus planteamientos el autor da una lección que debieran de aprender otros que con tanta ligereza opinan.
Virginia Fernández,
espero que no tienes nada que ver con Virginia W., que recientemente nos ha dejado.
Cuando dices que crees que es, este de Jon Sobrino teólogo de la liberación, casi el único texto en el que hay respeto, te refieres a casi el único del foro Atrio, o casi el único del mundo?
Y además, ratzinger ha dicho, según recoge Sobrino: “No está ya en mis manos limpiar la suciedad en la Iglesia”.
No, ya en febrero de 2013 puede que ya no. Pero desde 2005 sí estuvo en sus manos, y antes podría haber hecho muchísimo más de lo que hizo, en lugar de encubrir la pederastia eclesial y antes permitir Wojtila lo hiciera.
¿Eso es honradez, como la califica Sobrino? Pues no, No es honradez, -en mi modesta opinión- por mucho que lo diga un hombre de la ICR como es Sobrino (de vuestra ICR, Ana rodrigo, de la tuya, sí)
Con respetos así no vamos lejos, como con los ‘respetos humanos’ tampoco vamos lejos.
algún análisis objetivo y profundidad en el planteamiento
Hola!
Me parece una excelente pespectiva “teológica“.
Me pregunto si será “suficiente“.
Estoy convencido que esta perspectiva es el “paso” de nuestro tiempo “latinoamericano“.
También estoy convencido que ese “paso” nos ha dejado una “dirección” del Camino;
a la vez que con el otro pie en el aire buscando dónde apoyar el peso-paso de la historia
que ha de transitar nuestro protagonismo.
En eso ¡andamos yendo! ¿no? – Oscar.
Gracias a Atrio por esta entrada. Creo que es casi el único texto en el que hay respeto, algún análisis objetivo y profundidad en el planteamiento. Un poco de aire limpio en toda esta larga serie sobre el tema del papado y de Benedicto XVI… Saludos