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El desastre

I

“El desastre del paro asfixia España” (EL PAÍS 25 – 01 – 2013). El paro es uno de los componentes más dramáticos del  desastre, pero no el único.  El  paro es consecuencia, no de un desgraciado accidente de la naturaleza, sino fruto de determinadas conductas político-económico-financieras en un clima, que cada vez se muestra más generalizado, de corrupción y falta de honestidad y de valores éticos.

En ATRIO nos hemos hecho eco de algunas de la muchas anomalías que nos han abocado al desastre: Las hipotecas “basura”; los distorsionadores, mal planteados, “objetivos de negocio”  remunerados con escandalosos  “bonus”; la desregulación de los mercados financieros, dejados a merced de la especulación y la ley del más fuerte;  la deshonestidad y corrupción impune de muchos dirigentes sociales, políticos, empresarios etc. Todas causas, y componentes, del “desastre”.

II

Nos van faltando palabras para poder expresar los sentimientos y la realidad que vivimos. Ante la constatación del desastre, nos invade el sentimiento de derrota. Nos sentimos desahuciados de nuestros derechos, de  confianza en nosotros mismos y en las instituciones que nos habíamos dado para nuestra protección. Los que alcanzan el poder parecen no representarnos ya. Nos embarga una dolorosa sensación de que vivimos inmersos en una derrota generalizada de comportamientos democráticos.

Una parte de la ciudadanía se siente derrotada y está como en pulso constante, a la defensiva, con muchos poderes institucionales que no parecen ver ciudadanos con necesidades sino “consumidores” abusivos de recursos que desequilibran los presupuestos y contribuyen al déficit. Uno se siento víctima del desastre: derrotado. ¿Y qué siente un derrotado?

En el extremo de la situación, el hambre, el desamparo institucional y comunitario, la impotencia, la vivencia del fracaso vital y la falta de futuro se ven reflejados en los rostros de las personas, de muy diversa condición, que diariamente, al anochecer, revuelven en los contenedores de la basura buscando algo que comer.

III

En nuestra historia reciente la palabra “desastre” se ha unido estrechamente a los sucesos de Annual en 1921 (más de 15.000 muertos). Nos referimos a esos hechos como “el desastre de Annual”. La “indigestión” (la deficiente “gestión”) del desastre, entre otras causas, desembocó en la dictadura de Primo de Rivera en septiembre de 1923.  Ramón J. Sender ha sabido describir los entresijos de ese desastre en la novela “Imán” (NOTA 1) y también los catastróficos efectos en lo personal,  en institucional, en lo social:

“Ochocientos hombres, mudos, sordos, con paso resignado de autómatas. La mochila del delante limita todos los horizontes. No se sabe a dónde se va. Quizá no se vaya a ningún sitio o quizá al fin del mundo. Puede ser que la misión de uno cuando nació fuera andar eternamente (…). Trabajos inútiles: acarrear hoy aquí la piedra que mañana habrá que volver a llevar allí. (…) Se adivina, más que el asombro de lo que nos rodea la sorpresa del estado a que uno mismo ha llegado y una angustia anhelante de que pueda haber desaparecido para siempre aquella vida que se comenzó a vivir. (Páginas 33 y 34).

¿Hasta qué punto hemos formado parte (o seguimos formado parte) de este grupo humano que describe Sender? Y más:

“- Dios, Dios ¿Qué habremos hecho pa que nos metan en este tiberio ?. En España nadie sabe lo que aquí pasa… y en todo caso es la defensa de la Patria. Oye, tú, muchacho: ¿Sabes que es la Patria? (…) ¡Ah! rediós; la Patria no es más que las acciones del accionista (…)” (pág. 121) “(…) – Aquí ni Dios se entiende. Yo creo que se ha armao la revolución en España y que se han ido a hacer puñetas el rey, los duques y los obispos. A mí me da igual (…)” (página 164) “¿Has venido de Annual? Desde más allá de las montañas todo está sembrao de hombres con las cabezas rotas, con las tripas al aire.(…)” (página 166)

IV

¿Y las responsabilidades?. A partir del desastre de Annual la sociedad y la política española se centraron,  entre enormes tensiones, en el tema de las responsabilidades. Pero cuando el momento de exigirlas se acercaba cundió el miedo a afrontarlas:

“El país (…) pide que se haga justicia. (…) los políticos se asustan de su obra (…) ellos han de aparecer como cómplices y culpables de la catástrofe y tratan de escamotear el tema con habilidades y dilaciones (…) en vez de entonar un regenerador “yo pequé” intentan desviar el tema con el nombramiento de una comisión investigadora de las responsabilidades. Y es tarde para eso. (NOTA 2)

Esto se decía en 1923. Cambiadas las circunstancias,  ¿en qué medida estas expresiones en torno al “desastre de Annual” nos pueden ayudar a describir nuestra realidad, las  vivencias de muestro desastre en 2013?

V

Este artículo no quiere ser de desesperanza. Muy al contrario, quiere, conocido el desastre, ayudar a plantear la gestión del mismo, en soluciones que no sean “cosméticas” sino de fondo. La sociedad ya está comenzando a hacerlo, pero es preciso también el impulso institucional. Hablamos, por ejemplo, de cambiar la ley electoral y de propiciar la democracia interna en los partidos políticos. No esperemos gran cosa de sus cúpulas, serán los propios militantes de “a pie”, los simpatizantes y los  ciudadanos en general, a través de crear un clima de opinión propicio, los que tendrán que urgir los cambios institucionales. Será preciso que los valores democráticos se interioricen desde la familia, desde la escuela, desde los sindicatos, desde los partidos, desde los medios de comunicación. Es inaceptable, por ejemplo, que el anuncio de una lotería nacional (que hoy he oído en la radio) nos anime a dar “el pelotazo” participando en ella. Este lenguaje debiera estar proscrito por indecente.

Estamos instalados en el desastre y vale la pena constatarlo para intentar salir de él, parar gestionarlo hacia metas de regeneración personal e institucional, de sentido cooperativo, acogedor, protector de ciudadanía. En el éxito en esta tarea nos va la vida.

NOTAS:

NOTA 1 – Ramón J. Sender: “Imán”. Editorial Cenit. 1930. Edición que manejamos:  Destinolibro, Barcelona 1997.

NOTA 2 -“El miedo a las responsabilidades”, autor, pseudónimo, ”F”, en  Progreso, diario de Pontevedra, 18-07-1923

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9 comentarios

  • ELOY

    X. Gundín, luis. henríquez, ana rodrigo:  
     
    Gracias. Creo que fundamentalmente estamos de acuerdo: La situación es mala y hay que esforzarse en mejorarla.
     
    Y quizá hay que resaltar un matiz: Los medios que utiliza el Gobierno (y otras instituciones de poder), para mejorar la situación, según nos dicen, consideramos que no son los correctos y además que no responden a los intereses generales de los ciudadanos y mucho menos a los de los más necesitados. De aquí nace gran parte de la desafección.  

  • ana rodrigo

    Querido Eloy, cuán difícil me lo ponéis, diría un clásico. En este momento sólo podemos confiar en la fuerza del pueblo, el de calle, el que grita y protesta. ¿Sabes? Veo algo positivo en este cenagal en el que estamos hundidos, y es que muchísima gente adormecida bajo esa frase “yo no soy política/o”, se está despertando y están cayendo en la cuenta que sólo la urnas no sirven para llevar adelante un país. Y creo que esto es positivo.
     
    Es que lo que nos está ocurriendo supera cualquier capacidad de aguante, es que ver una mentira encima de otra, ver cómo hoy mismo están cayendo en manos de la policía gente de todas las parcelas del poder político y económico, incluso deportivo, es demasiada carga para una sociedad con cinco millones de parados, con una economía que se desinfla a pasos agigantados, mientras nos restregan por la cara los miles y millones de euros que tantísimos sinvergüenza se ha llevado, o que un imputado esté cobrando del PP, según el portavoz porque, de lo contrario, incumplirían el estatuto del trabajador… ¡Qué poca vergüenza. Como ha dicho Wyoming esta noche, el PP es el único que no cumple la ley de la Reforma laboral…¡qué escarnio! Perdiéndose más de 8000 empleos diarios, y el exmarido de una ministra (ambos ¿¿¿!!) manteniendo su puesto de trabajo.
     
    El pueblo tenemos que ponernos manos a la obra antes de que cualquier salvapatrias coja el banderín y la antorcha y lidere la desesperación.
     
    Es cierto que mucha gente está cansada, que ya no quiere saber lo que pasa, que mete la cabeza debajo del ala, pero eso es lo último que debemos hacer.

  • X. Gundín

    El paro. Además de los problemas inmediatos que trae para muchos individuos y familias, hay que contar tambien con la falta de cotizaciones e impuestos para mantener en funcionamiento los servicios comunes. Y, algo en lo que no se piensa: es probable que acabados los procesos que están en marcha nos quede una buena cantidad de gente inempleable (en España). ¿Y, entonces?.
     
    La regeneración. Mientras se piense en regenerar lo actual, que son los resultados de las chapuzas de la transición, temo que todo lo que se hará será llorar. ¿Pq temer a la desafección?. ¡Es sana la desafección con respecto a lo actual!. Sería insana la desafección con respecto a nosotros mismos, a nuestro interés.
     
    Nada bueno se puede espere  de los actuales gastados y colonizados cabecillas políticos y sus organizaciones partidarias. Sólo sirven para repetirse.
     
    Tiempo constituyente, muevase la gente.
     
     

  • ELOY

    Ana , gracias.

    De acuerdo, no podemos alentar la desafección política.
     
    Pero sí interesa constatar si se da o no.
     
    ¿Tenemos hoy más confianza en la justicia y en los jueces que hace unos años?.
     
    ¿Valoramos hoy la monarquía más y mejor que hace unos años?.
     
    ¿Confiamos hoy más que ayer en la honradez y rectitud de intenciones  de los que acceden a puestos políticos?.
     
    Las persona de recta intención se sienten hoy más animados que ayer a incorporarse a los partidos políticos tradicionales’.
     
    ¿En qué confiamos más parar solventar nuestros problemas, en nuestra condición de ciudadanos con derechos, o en las posibilidades que puedan ofrecer de amigos, vecinos, familiares, partidos etc.?
    En mi experiencia concreta (y miro comparativamente hacia atrás), toda apariencia  de entender la política como un servicio  y practicarlo, sin “amarrarse al “poder”, ha ido a peor.
    Me gustaría estar equivocado …. pero, desde luego, no estoy dispuesto  a “comulgar con ruedas de molino”.. . ni creo que tampoco  ningún ciudadano consciente  esté dispuesto a hacerlo.

    No hay que dejar de luchar por mejorar las cosas, pero también hay que mirar criticamente las instituciones y luchar por mejorarlas y, si procede, cambiarlas.

    Muchas gracias de nuevo.
     

  • ana rodrigo

    Los fascismos de los años 30 vinieron después de la crisis de las democracias europeas, en Grecia está creciendo el nazismo debido a la corrupción que ha traído la crisis… Esperemos que en España se regenere la democracia, porque la alternativa a la democracia sólo es una dictadura. No podemos fomentar la desafección a la Política con mayúscula, aunque manifestemos toda nuestra repugnancia hacia las conductas corruptas que nos apestan hasta lo insoportable.

  • ELOY

    Iñaki S:S, Antonio Vicedo, Benxamín Vázquez:
     

    Gracias por vuestros comentarios.

    Aun siendo muy distintas las circunstancias en que se produjo “el desastre de Annual”  y la actual situación de “desastre de convivencia” (paro, desmadre de los mercados y desplome de las instituciones económico-financieras, desahucios en considerable escala, escándalos de corrupción, quiebra de sistemas de protección social relativos a sanidad, educación, etc.), una de las similitudes a considerar es la desafección social, la desconfianza e incluso el rechazo, que la población manifiesta de las instituciones.
    La desafección institucional parece que es un resultado común a ambos  “desastres”, el derivado de Annual y el actual.  
     
    En septiembre de 1923 “el desastre” devino, culminó, en la dictadura de Primo de Rivera, que algunos vieron inicialmente como “salvadora”. 
     
    ¿Qué va a pasar ahora?. ¿Se va a producir una regeneración democrática, política y social con recuperación de derechos  o se va a poner “sordina” a las voces de alerta, sin atajar las causas ni pedir responsabilidades a los causantes?.  
     
    Esta no es una cuestión “menor”.

  • Benxamín Vázquez

    Muchas gracias por tu artículo, amigo Eloy. El desastre es evidente y, ante un panorama tan desolador, es necesario que aunemos voluntades para exigir un auténtico cambio regenerador, y ojalá que este se implante, incluso antes de que se constituya la consabida (y tantas veces inutil) “comisión investigadora de las responsabilidades”, a las que ya se refería “F” en 1923, en el semanario pontevedrés “El Progreso”. Una vez más, concordamos. Me alegro que te ediques con tanto ahínco al repaso de acontecimientos históricos, que pueden servir de ejemplar espejo para la desastrosa situación actual

  • Antonio Vicedo

    Hará falta todo el tiempo que se le quiera dar a la aceptación tan razonable de la realidad humana de que TODOS los seres humanos, sin excepción alguna, somos iguales en valor, dignidad, libertad responsable y finalidad de ser siempre sujetos y nunca objetos manipulables.
    Las Leyes, la Justicia y los Gobiernos no son más que instrumentos para que esa realidad natural igualitaria quede concretada en toda la gama de estructuraciones humanas.
    Sobre la FALSEDAD del concepto y de la realidad de LA PERSONA, no puede construirse  ni Justicia, ni Libertad, ni Paz.
    Tampoco verdadera y auténtica Religión concretada en actitudes de mutuo AMOR

  • Iñaki S:S,

    Bonito comentario que poneen evidencia que la historia se repite. Está visto que las personas nos empeñamos, una y otra vez, en tropezar en la misma piedra. La lentitud con la que avanza la regeneración democrática entre nosotros hace que aún no haya perdido vigencia, al parecer, eso de...Africa empieza en los Pirineos. ¿Cuanto mas tiempo nos hará falta para que…los valores democráticos se interioricen en las familias,la escuela,los sindicatos, los partidos políticos, los medios de comunicación, etc.?.
     
    Centrándome en los partidos políticos diría que,  tras treinta y cinco años de transición post-franquista, se nos han convertido en uno de los principales problemas. Son como familias, encerradas en si mismas, que están dando pie a toda clase de corruptelas, ( a la prensa diaria me remito). El nepotismo campa a sus anchas y, demasiadas veces, el mas tonto hace relojes. La desconfianza e impotencia de la ciudadanía está alcanzando cotas que parecían impensables. Se impone cambiar el sistema electoral y dar paso a las listas abiertas, para que cada uno podamos votar a quien creemos que es el mejor. Hay que acabar con la distancia abismal que separa a los cuadros dirigentes de los partidos políticos, del Pueblo Soberano que les  ha alzado al poder.