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¿Quién tiene el poder supremo en la Iglesia?

CastilloSegún el canon 331, del vigente Código de Derecho Canónico, el papa tiene una potestad que es: “suprema, plena, inmediata y universal”. Además, el papa puede ejercer esta potestad “siempre libremente”. Más aún, “no cabe apelación ni recurso contra una sentencia o un decreto del Romano Pontífice” (can. 333, 3). Es evidente que, sea quien sea la persona que ejerce de papa, la institución del papado, tal como está organizado y tal como se gestiona, entraña un poder que se presenta, ante el mundo, no sólo con pretensiones, sino sobre todo con la intención, de estar sobre cualquier otro poder en la tierra.

En la Edad Media, concretamente a partir del pontificado de Inocencio III, este poder fue interpretado por los teólogos desde la teoría de la “plenitudo potestatis”, según la cual el papa tenía poder para destituir a reyes y emperadores. Lo que tuvo consecuencias fatales para pueblos enteros. En 1454, el papa Nicolás V, basado en esta teoría del poder pleno, le concedió al rey de Portugal “la plena y libre facultad de apropiarse, para él y sus sucesores, … y de someter a perpetua esclavitud a esas gentes” (los habitantes de África). Esta generosa y extravagante donación fue reiterada por León X (1516) y por Pablo III (1534). Es la misma teoría del poder del papado que justificó las bulas de Alejandro VI cuando hizo donación de las tierras de América a los reyes de España y Portugal (4.V.1493).

Como es lógico, estas teorías y estas prácticas se vieron seriamente cuestionadas en el s. XVIII, con motivo de la Ilustración. Pero la reacción conservadora no se hizo esperar. De ahí que durante el s. XIX no cesaron los empeños insistentes, por recuperar y hasta por llevar hasta el límite la exaltación del poder del papado. Baste recordar el tratado sobre el papa (Du Pape) de Joseph de Maistre, que fue traducido y reeditado por toda Europa. Su punto de vista es tajante: “No hay moral pública ni carácter nacional sin religión, no hay religión europea sin cristianismo, no hay cristianismo sin catolicismo, no hay catolicismo sin papa, no hay papa sin la supremacía que le corresponde”.

Se dirá que hoy ya nadie piensa así. No es cierto. Desde el momento en que el poder del papado se sitúa en un plano superior a cualquier otro poder meramente humano y terreno, desde ese momento se acaba diciendo que “la autonomía de la esfera temporal no excluye una íntima armonía con las exigencias superiores y complejas derivadas de una visión integral del hombre y de su eterno destino”. Esto dijo Benedicto XVI, el 24 de Junio de 2005, ante el presidente de la República Italiana en el palacio de El Quirinal. Lo que, en el fondo, equivale a decir que el poder temporal del Estado se tiene que supeditar al poder eterno del papado. Ya he dicho – y repito – que yo no pienso enjuiciar aquí ni lo que ha dicho, ni lo que ha hecho, Benedicto XVI. Insisto en que, a mi manera de ver, el problema no está en la persona del papa, sino en la organización del papado.

Por eso la cuestión capital está en esto: si es que, efectivamente, existe ese poder supremo en la Iglesia, ¿quién es el sujeto que posee ese supremo poder? Esta cuestión ha quedado resuelta jurídicamente en el Código de Derecho Canónico, como ya he dicho antes. Pero teológicamente está sin resolver. Y no olvidemos que la estructura de la Iglesia no es “jurídica”, sino “sacramental”, es decir, estrictamente “teológica”, como consta ampliamente en la Constitución sobre la Iglesia (Lumen Gentium) del Vaticano II.

Pues bien, para ir derechamente al centro del problema, sin duda alguna, cuando este asunto se planteó con más fuerza fue con motivo del llamado “Cisma de Occidente”. Desde 1409, la Iglesia se encontró con tres papas. Y los tres defendían su potestad de manera que ninguno estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Solución: se convocó el concilio de Constanza (1414-1418), que afirmó el poder superior del concilio sobre el papa. En 1431, el concilio de Basilea repitió, con más fuerza si cabe, este mismo criterio. Lo que, en definitiva, equivalía a decir que el episcopado, en cuanto representante de toda la Iglesia, es el sujeto de supremo poder en la Iglesia, por encima incluso del papado, en situaciones que no se pueden resolver de otra manera.

¿Quedó con esto el problema resuelto de forma definitiva? No. Porque, unos años después, en 1439, el Concilio de Florencia definió: “La Santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice tienen el primado sobre la Iglesia universal”. Así, se retornó a la situación anterior al cisma de los tres papas. Porque en la Iglesia se mantuvo una potente corriente de pensamiento teológico, la idea “conciliarista”, que defendía la obligación de juzgar al papa si se aparta de la fe. Esta idea agitó a la Iglesia con fuerza durante los siglos XV y XVI. Por eso, sin duda, el concilio de Trento, que se debió enfrentar a la propuesta más peligrosa de la Reforma, la cuestión del papado, en ningún momento se atrevió a poner en el orden del día el problema capital de quién es el sujeto de suprema potestad en la Iglesia. El asunto, por tanto, siguió sin ser resuelto. Y sin resolver se quedó en el concilio Vaticano I (1870). En este concilio se afirmaron con fuerza los poderes del papa. Pero la interrupción del concilio, por causa de la guerra, dejó sin tratar el tema de los poderes del episcopado. De forma que el Relator oficial del Concilio, el obispo Zinelli, comunicó a la asamblea: “Concedemos gustosamente que en el concilio ecuménico, es decir, en los obispos en unión con su jefe, reside el poder eclesial supremo y pleno sobre todos los fieles”.

Y así quedaron las cosas hasta el día de hoy.

En una próxima reflexión (entrada en el blog), explicaré lo que quedó resuelto – y sin resolver – en el Vaticano II. De momento, y dado lo apremiante de los días que estamos viviendo en la Iglesia, me limito a decir que el Colegio Cardenalicio, que es el que va a tomar las decisiones que comprometerán el futuro de la Iglesia, ni fue instituido por Jesucristo, ni tiene mucho que ver con el Evangelio. Sin embargo, el episcopado, en el que se realiza la “apostolicidad” de la Iglesia, tiene su primer origen en los Doce Apóstoles que designó Jesús. Por eso creo que la Iglesia tiene que preguntarse en estos días: ¿Por qué los cardenales, meros dignatarios sin fundamento evangélico, son los que deciden nuestro futuro eclesial, mientras que los obispos, sucesores de la Apóstoles, cimentados en una sólida raíz evangélica, no tienen poder de decisión, precisamente en un momento tan fuerte y tan cargado de graves consecuencias para el futuro? Somos muchos los creyentes en Jesús, que, por diversos motivos, estamos cansados, y hasta escandalizados, del inexplicable silencio de los obispos en una situación tan grave como la que estamos viviendo. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar este estado de cosas?

16 comentarios

  • Antonio Vicedo

    Motivado por el anterior comentario de Francisco pego aquí un comentario que he añadido hoy al al ticulo DEJA LA CURIA PEDRO publicado en Religión Digital:
     
    “- Algo sobre lo que reflexionar Benedicto XVI y toda la Comunidad Eclesial con él, son estas palabras evangélicas atribuidas a Jesús:- “No es el siervo más que su amo, ni el discípulo más que su maestro; si a Mí me han perseguido (quienes los actualicen en diversos lugares y tiempos), también os perseguirán a vosotros ( si os consideran fieles a mi testimonio y mensaje)
    Los (—) los he añadido yo; no están explícitos en el Evangelio. Gracias.
    ¿Hubiera tenido Benedicto XVI la oportunidad de renunciar a la sucesión de Pedro, considerando este aviso de Jesús?

  • francisco asensi

    BENEDICTO XVI  SE VA
    Benedicto XVI se va. Simplemente harto, impotente. Incapaz de dominar, de gobernar “su” Curia. ¿Speluca latronum, como diría Jesús? Que nadie vea en su renuncia virtud o mérito alguno. ¡Ni humildad, ni zarandajas! ¡Se va harto! Quizá por miedo insuperable a que le ocurra lo que le pasó al papa Luciani o que le obliguen a mantenerse subido a la cruz mientras agoniza, como sucedió con Juan Pablo II. Sádicos los hay en todas partes, y nada te digo si ese sadismo se disfraza de mística santidad…
    Que un católico tan ultraconservador como Benedicto XVI se baje del trono (que tan ardientemente deseó, sin calibrar las heces que habían en ese cáliz) evidencia hasta qué punto el poder sagrado se puede hacer insoportable. Demasiados lobos, buitres y víboras (¿jabalíes salvajes?) merodean por los palacios vaticanos… ¿Acaso el mismo cardenal Ratzinger, prefecto del Santo Oficio durante tantos años, no formaba parte de ese sistema perverso? No nos equivoquemos, la Iglesia Jerárquica en sí es una institución antievangélica, aunque en ella haya habido y haya buena gente (¡pocos!).
    El papa hubiese podido utilizar la infabilidad  (¡menuda broma!) de la que se cree investido, para, en un rapto de cordura, echar por tierra el templo de Satán, y no dejar piedra sobre piedra.
    Todo se andará. Ahí están las palabras de Jesús: de ese templo no quedará piedra sobre piedra.

  • Javier Renobales Scheifler

    Además, Oscar, no te dejes engañar: Santiago cree, como le obliga a creer el catecismo de sus papas, que el que gobierna la ICR es dios, y por lo tanto según esa falaz doctrina, dios es quien tiene el poder supremo de la ICR.

    Es mentira que dios gobierne la ICR ni nada de nada, de modo que en el texto del post no figura dios por ningún lado.

    Pero en el comentario de Santiago figura el papa como el camino hacia dios (qué falacia tan interesada y manipuladora, qué cuento/patraña)

  • Javier Renobales Scheifler

    El pueblo es ninguneado totalmente por esos desgraciados. Ese es el problema, el pueblo es usurpado por la ladrona jerarquía que se ha montado el tinglado a costa del pueblo.
     
    No hay tal partido, Oscar, pues están todos del mismo lado, menos el pueblo, al que ni siquiera se le permite ver lo que hacen, sólo lo que le quieren mostrar.
     
    Ni siquiera es un partido amistoso, y menos aún una competición. La metáfora del gol y el partido no sirve, no encaja.
     
    El general y los comandantes conforman el mismo ejército, lo mismo que el capitán y los suboficiales conforman la misma compañía, están todos del mismo lado, en el que manda el general. Los soldados de la compañía son los curas. El pueblo no participa por que es una dictadura.

    Es la dictadura eclesial católica.

    El pueblo ganará mucho si vive como si la jerarquía no existiera, pues nada bueno le va a venir de ella, que le seguirá ninguneando/robando todo lo que pueda

  • oscar varela

    Gracias Santiago!

    Es bueno que yo mejore (si puedo) con la ayuda tuya y del loquito Javier también.

    Gracias a ambos! – Oscar.

  • Santiago

    Oscar,  no te preocupes por lo que te dice el neo-cristiano Javier….. El siempre va a ser antagónico….Yo creo que te entiendo..aun cuando hables en tu característico lenguaje filosófico…Y asi desde el punto de vista meramente humano y secular no se pueden registrar aquí los goles papales, en su sentido verdadero…Sin embargo, si nos remontamos al Evangelio,  y se “ata”  en la cancha terrenal (jurídica) seguro de que quedará registrado el gol en la cancha celestial (teológica) . Sin embargo, hablando de elección, los árbitros son solamente catalizadores para que triunfe el que mas convenga a todos y al momento actual.
    El verdadero gol, pues, como dices es el reino de Dios…Lo demas, aun el Papa, es un camino hacia EL…Y por medio de una teología, por supuesto, “que salga a la calle” y explore con mas profundidad la misma vida…para ofrecer la liberación verdadera del espíritu humano…que consiste esencialemente en un amor trascendente, que no se acabe con la muerte y  que “salte” hasta la vida eterna
    un saludo cordial    de Santiago Hernández  

  • Antonio L.

    Estoy bastante de acuerdo contigo, Javier. Leía aquí la propuesta de Herrero, con gran profundidad y muy atendible. Incluso encontrando en ella ecos de Bultmann, de Barth y otros teólogos libres. Los teólogos católicos han estado siempre muy controlados: Teilhard de Chardin, Rahner, Kung, Boff, Gustavo Gutiérrez, Torres Queiruga, etc., etc. A notificar, notificados, silenciados…
    Lo que no se entiende es: si el catolicismo es lo que es, si el Papa es ilegítimo y no representa a nadie, por qué razón no dejan su catolicismo de lado? Por qué no hacen como Lutero, algo nuevo, sin ataduras? Qué tienen miedo, en el fondo, de irse al infierno si rompen con el Papa y el Vaticano?
    Por qué no hacen una nueva asociación que siga los preceptos de libertad, ecumenismo, democracia, sin líderes autoritarios, sin represiones, en la que puedan hacer teología libremente sin cuervos que vengan a decirles lo que es y lo que no es posible en teología?
    Pueden ustedes explicarme por qué siguen girando en la misma noria, como si necesitasen hacerlo, en vez de romper un yugo que a esta altura parece lo más fácil del mundo romper?

  • Javier Renobales Scheifler

    Con la actual organización del papado y todo (que es donde está el problema, según Castillo), si el papa fuera por ejemplo Casaldáliga, se llevaría el papado y ‘su séquito’a una zona pobre situada en América Latina, devolvería el Estado Vaticano, sus territorios, edificios, museos, archivos, banca vaticana, capillas sixtinas y demás riquezas y becerros de oro …etc. a los italianos (o los vendería y daría su importe a los pobres), y actuaría parecido a como actuaba Jesús, cerca de los pobres y defendiéndolos ante la opresión de los poderosos.
     
    Tendría de enemigos a los ricos, a los poderosos, como los tuvo Jesús.
     
    Y haría eso el papa Casaldáliga, imagino yo, aunque la organización del papado fuera la misma (salvo que lo asesinaran, como a Luciani).
     
    Lo cual muestra que el problema también está, y mucho, en las personas de los papas, que son los que hacen/realizan/ejercen el papado día a día, y los que podrían cambiar la organización del papado, la cual no les da la gana de cambiar, porque para eso los han puesto de papas los cardenales nombrados a dedo para ello por los papas (la endogámica pescadilla que se muerde la cola son en realidad los propios papas, más que el papado, el cual es organizado por los papas).
     
    Claro, Casaldáliga no es siquiera cardenal, pues ningún papa lo ha nombrado cardenal, ni lo nombraría jamás (ni siquiera es necesario, en el papel, ser cardenal para poder ser elegido papa. Ser macho sí es imprescindible para ser papa, pero ser cardenal no –en teoría, claro, es otra hipocresía más de la ICR, pues en la práctica todos los papas eran cardenales al ser puestos por estos como papas, desde hace muchos siglos-).
     
    No es pues la organización del papado la que no lo ha nombrado cardenal, a Casaldáliga, sino los papas Wojtyla y Ratzinger, que son los que han nombrado a dedo cardenales a los que lo son actualmente, todos ultraconservadores a más no poder.
     
    Aunque a Casaldáliga lo hubieran nombrado cardenal Wojtyla o Ratzinger, no lo elegirían papa los demás cardenales, porque son todos ultraconservadores, pues por eso los han hecho cardenales a dedo Wojtyla y Ratzinger.
     
    De donde se puede apreciar que la persona de los papas sí es decisiva, totalmente decisiva, y no sólo es importante la organización del papado; la persona de los papas es decisiva en que la ICR esté tan lejos de parecerse a Jesús, y tan lejos de los pobres, por mucho Cáritas y ONG’s que se hayan montado para tener imagen que presentar cuando se habla de los pobres.
     
    Son los papas los que no parecen, porque no lo son ni quieren serlo, ni aparentarlo, pobres, ni viven en un entorno pobre, ni viven junto a los pobres ni tienen ni viven los problemas de los pobres.
     
    Son los papas los que hacen el papado tal y como es, tan deplorable y nada parecido a Jesús.
     
    La organización del papado es importante, pero es consecuencia y obra de los papas.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Ni la historia ni la doctrina (jurídica y teológica)
    Nos ofrecen sobre “Quién tiene el Poder supremo en la Iglesia
     
    La disputa es entre dos sujetos: Colegio Episcopal y Papado.
     
    A veces unos, a veces otros, ganaban la disputa.
     
    En un momento el Papado se saca de la galera una Institución extraña: los Cardenales
     
    Estos Cardenales no tocan ningún pito en los Evangelios.
    No tienen legitimidad “teológica”, sino solamente legalidad “jurídica”.
     
    El Sr. Castillo promete aportar claridad a esta disputa.
    Tal vez esté pensando en una prioridad de lo “teológico” sobre lo “jurídico”.
     
    Esto, tal vez, lo lleve a demostrar que el evangélico Colegio Episcopal tiene más derecho que la jurídica Institución Cardenalicia en definir la Elección y Autoridad del Papado.
    ………………
     
    Por mi parte agrego que eso puede ser un Asunto “intra-eclesial”,
    pero insuficiente para otorgarle Ciudadanía mundana a una Institución Iglesia que se dice Superior por un, supuesto de ella misma, Supra-mundanismo, pero que insiste en “mandar en el mundo donde ella dice no vivir”.
    ………………
     
    Si el Sr. Castillo no accede a este estadio de “vivir plenamente en el mundo” donde los seres humanos existimos, yo no me doy por satisfecho.
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • MAR Medina

    Inquietante.

    En la insignificante región de Judea de una de las civilizaciones del mundo antiguo surgió un hombre genial que propugnó el amor como ley y aseguró la libertad de todo ser humano basada en la verdad, cuyos discípulos inmediatos iniciaron un movimiento que fue montando un entramado llamado iglesia, que pronto comenzó a escindirse y en una de cuyas ramas se erigió un hombre como sucesor de uno de los discípulos (todavía se discute sobre la “legalidad” de esa decisión, basada quizá en una de las muchas tergiversaciones de los primeros escritos cristianos), que pronto pactó con los poderes terrenales y con métodos nada cristianos fue adquiriendo un poder absoluto durante muchos siglos, que tiene la desfachatez de llamarse representante de dios en la tierra y asegurar que es elegido por el mismísimo espíritu divino, que tras los últimos movimientos sociales parece que había quedado recluido a sus adeptos (aunque a través de los más poderosos, estratégicamente situados, sigue manejando los hilos de la historia), pero mantiene leyes absolutistas antiguas que le permiten seguir haciendo afirmaciones como las que cuenta Castillo, sentirse con autoridad para dictar la moral –católica- de democracias modernas.

    ¿Qué tiene que ver esta historia de poder puro y duro con el humilde carpintero que han deificado y a quién aseguran seguir?

    La verdad es que no sé si reír, llorar, o pasar de largo.

  • oscar varela

    Hola J. Renovales!
     
    Gracias por alertarme:
     
    – “Oscar, no hablo sólo por mí: tu lenguaje es difícil de entender, con tanta metáfora o lo que sea”-
     
    No sé qué podré hacer,
    pero lo iré intentando.
     
    Quedas comprometido desde ya a controlarme.
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Javier Renobales Scheifler

    Pregunta el bueno de Castillo,

    ¿¿Hasta cuándo tendremos que soportar este estado de cosas?

    La respuesta es evidente: mientras el papa del Estado Vaticano siga poniendo a dedo a los apros diez docenas de cardenales y los aprox. 5.000 obispos del papa que tiene la ICR hoy por hoy (obispos que son los que nombran a los curas, para que todo quede atado y bien atado), es evidente, y técnicamente imposible, que nada va a cambiar en la ICR.

    Todo va a seguir igual, por muchas críticas de los disidentes católicos; las cuales críticas de los disidentes católicos se siguirán yendo por el desagüe, como hasta ahora.

    Desgraciadamente entre la disidencia católica no hay ningún proyecto ni plan ni estrategia ni táctica para evitar que todo dependa y siga dependiendo por los siglos de los siglos del dedo del jerifalte vaticanesco, el dictador monarca absoluto más obsoleto de los que en el mundo han sido.

    Así que la respueta a la pregunta de Castillo es evidente.

  • Javier Renobales Scheifler

    Bien, esperemos a la próxima entrega (reflexión) del teólogo disidente Castillo, mi admirado Castillo.
     
    Mientras tanto, el desafío del kiko Santiago a los disidentes católicos es evidente: es el búnker/kiko del panzerkardinal, con varias divisiones de tanques Tigre, hoy todavía Ratzinger arrogante sedicente representante de dios en la Tierra (qué burrada, con perdón de los burros, esto de representar a dios en la Tierra, estos impostores –pufff-).
     
    La mera disidencia razonada no bastará: el búnker del panzerkardinal seguirá incólume y reforzado por las críticas de los disidentes, que serán vencidas por la apariencia del concilio Vaticsano II, convencido el búnker de que los disidentes no pueden –ni quieren, ni se atreven a querer los pobrecitos- ni soñar con amenazar con una escisión.
     
    No se atreverán a nada por el estilo, seducidos como están por la poderasa ICR, con lo que la ‘unidad’ aparente de la ICR seguirá en las mismas dictatoriales manos en las que lleva siglos dañando a las gentes sencillas.
     
    Los disidentes pasarán desapercibidos, como de costumbre, parole, parole, parole, en esa ICR que dicen pretender purificar, pero que les tiene seducidos: para regocijo del kiko Santiago y similares, que pueden dormir bien tranquilos, e ir en paz-demos gracias a dios.
     
     Podría incluso mostrarse condescendiente, amable y generoso, con los pobrecitos disidentes católicos (sobre todo y por encima de todo y por siempre católicos, los disidentes … qué cruz)
     
    Linda representanción.

    Oscar, no hablo sólo por mí: tu lenguaje es difícil de entender, con tanta metáfora o lo que sea.

    Necesito/necesitamos que uses un lenguaje más claro y directo, que no nos exija descubrir lo tan inteligente de tus metáforas o lo que sean.

    ¿Has notado que eres el único que usa tanto ese lenguaje?

    No somos tan intelgentes como para seguirte en tanta cabriola intelectual.
     
    Yo soy muy simple (seguro que ya lo había notado ¿eh?) Te pido por favor un lenguaje más simple y directo (quien puede lo más, puede lo menos). He contrastado esto que digo con algunos, no me atrevería a decirlo si fuera mi sola impresión.

    Vamos adelante todavía, Oscar, pero más simple y sencilo, porfa

  • oscar varela

    Hola!
     
    Excelente exposición del Sr. Castillo.
     
    Tiene, de yapa, “suspenso”: “En una próxima reflexión (entrada en el blog), explicaré …”-
     
    En este Campeonato futbolero estamos ante una “Final” o, tal vez, Semi-final.
     
    Venían ganando los Papas, hasta que se armaron la bronca entre varios simultáneos.
     
    Entonces los Obispos se juntaron a patear el Penal conciliarmente decretado y ¡¡¡GOOOOOOOL!!!
     
    Pero el Papado fue tejiendo zancadillas e inclinó la Cancha.
    Empató y se puso al frente.
     
    Nos comenta muy inteligentemente don Castillo que eso pasaba en la Cancha terrenal (jurídica);
    Pero que en la celestial (teológica) no se habían registrado los goles papales como definitivamente válidos.
     
    Más aun. Ahora el Partido se encuentra cooptado por jueces que saben qué y cuándo hay que tocar el pito.
    Los Jueces de Línea y el Referee principal son los Árbitros (Cardenales) de lo que se les cante decretar y chiflar.
     
    La reacción lógica razonable (teo-lógica) del Sr. Castillo es estupenda y nos hace esperar al próximo capítulo!
     
    Espero que el Sr. Castillo se dé cuenta que:
     
    la cuestión del Papado, aunque urgente, no es la última en el Reino de Dios
    según interpretaciones más acordes a los tiempos que las Gentes estamos viviendo.
    ……………
     
    Veremos hasta dónde llega la “teología” del Sr. Castillo.
     
    Hasta el momento no le veo ninguna insinuación de que llegará al Asunto principal:
    Una LIBRE vida humana construyéndose en un Mundo en construcción,
    donde la “Teología” venga al Tribunal inapelable de la “Vitalogía”.
     

  • Santiago

    Sin embargo, Jose María, el Concilio Vaticano II, que es campeón  “de la doctrina colegial apostólica” establece que el poder de las decisiones doctrinales, cuando incluye al Colegio de los Obispos, jamás puede ejercerse sin la aprobación expresa de su su cabeza que es el Papa…La Primacía de Pedro en la Iglesia Primitiva está bien establecida porque Cristo le dio a Pedro el poder de atar y desatar, y de apacentar a “sus ovejas”…y también al Colegio…pero se entiende que DE esas decisiones colegiales nunca puede excluirse al Papa…sería un contransentido..por ser Pedro el que tiene la primacía..Ya establece el Concilio la extensión y los limites de esa primacía..cuando habla de la Revelación.
    Por eso la hipótesis conciliarista no progresó en la Iglesia…. porque ni Gregorio XII, ni Martín V, ni Eugenio IV aprobaron los decretos conciliaristas porque la idea de que el Concilio o sea el Colegio de los Apostoles estuviera por encima del Papa no era de origen apostólico…sino una invención muy posterior.  “En el principio” no fue así..
    En cuanto al Concilio de Constanza hay que considerar que ESTE fue PRIMERAMENTE convocado por el antipapa Baldassare Cossa (Juan XXIII) por lo tanto su convocatoria fue “non-canónica”…Las decretales que favorecían al conciliarismo pertenecen a las sesiones donde el Concilio todavía era ilegítimo…Por otro lado, como la eleccion de Urbano VI fue perfectamente válida, el Papa legítimo no era otro que Gregorio XII…Este sabiéndose que tenía legitimidad de sucesión válida, pidió expresamente CONVOCAR al Concilio para darle validez canónica pero sin aprobar la hipótesis del conciliarismo…Mas tarde, cuando el Concilio de Constanza eligió válidamente a Martin V, este EXCLUYÓ EXPRESAMENTE de su aprobación las decretales de los conciliaristas.
    Pero ellos siguieron en su empeño en el Concilio de Basilea-Ferrara, incluyendo al antipapa Felix, sin embargo tampoco consiguieron que Eugenio IV consiguiera aprobar sus demandas..
    Esta definición de la supremacía papal no es una invención para obtener el poder…sino que está, implícita y explicitamente, contenida en la tradición de la Iglesia, desde el principio…. y afirmada desde el siglo I hasta el siglo XXI a traves de diversos y variados testimonios históricos y afirmada continuamente y sin ninguna duda por los Padres Apostólicos y Post-Apostólicos…Afirmar lo contrario es negar la misma historia de la Iglesia        un saludo cordial    de Santiago Hernández  

  • Antonio Vicedo

    Pues, José Mª. , yo creo que hasta que haya coherencia teórico práctica con lo que en la Iglesia se proclama como REVELADO, claramente contenido según Jesús en el Evangelio: ” A NADIE consideréis ni llaméis padre sobre la Tierra, porque  UNO SOLO ES VUESTRO PADRE CELESTIAL,; o hasta que, si alguien cree tener poder para ello, lo quite del Evangelio?
     
    Creo que este es un buen ejemplo de aquello que Jesús le puso como condición a Pedro para confirmar en la fe a sus herman*s: su propia CONVERSIÓN por la aceptación de la FE  en Jesús, aceptada por la Comunidad de sus discípul*s y seguidores.
     
    ¿Por qué tanta dificultad de parte de sabios y entendidos para aceptar como “revelado” que en la Humanidad, en tanto proyecto divino, la universal HERMANDAD HUMANA  no admite PATERNIDAD DE PODER sobre quienes somos por igual IMAGEN y SEMEJANZA  del CREADOR e HIJ*S del PADRE CELESTIAL?
     
    ¿No es esto, en lo que se concretaría la verdadera y real DEMOCRACIA, hacia la que, lenta, pero imparáblemente,  camina la sociedad Humana, si reconoce de verdad  la IGUALDAD en valor, dignidad, libertad responsable y finalidad de TODOS LOS SERES HUMANOS?
     
    Este vino y paño nuevo no puede ser guardado en odres viejos, ni usado como remiendos en trajes deshilachados, sin que todo se eche a perder.
     
    Y sospecho que el vino que está faltando  en la fiesta humana, como en las Bodas de Caná, puede que sea LA SACRAMENTALIDAD (El VINO mejor y abundante), que no podremos sacar a la mesa, sino después de haber llenado de agua (lo que está en nuestras posibilidades hacer) como Jesús pide a los criados.