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¿Es Joaquín Almunia el nuevo Mario Monti español?

Antonio de MiguelFinancialRed es el conjunto de blogs especializados en economía, finanzas y bolsa anidados en 20 minutos.es, un diario digital muy ágil y dinámico -propiedad de un grupo noruego expecializado en prensa publicitaria y gratuita- donde se está juntando un interesante grupo de periodists. Entre ellos Antonio de Miguel, que es el autor de este artículo. Coincide con lo que ayer adelantaba María en el Tablón de Atrio: se prepara para España un gobierno técnico con spoyo de los principales partidos, como solución impuesta por Europa. ¿Con elecciones previas o sin necesidad de ella?  Opinen ustedes..

Que España terminaría como Italia, gobernada por un tecnócrata impuesto por Bruselas, fue una teoría defendida por muchos analistas y observadores de la realidad económica cuando Mariano Rajoy ganó las últimas elecciones. El escándalo de los “sobres secretos” puede adelantar este proceso que pasó a un estado larvario cuando el nuevo Gobierno tomó posesión.

Pese a que las reformas que ha impulsado en este ni siquiera año y medio de legislatura han supuesto una continua derrota contra el avance del deterioro económico, nadie daba por seguro que el PP no podría agotar la legislatura y postergar la llegada de un Gobierno dirigido por Bruselas. Pero, las cosas han cambiado, y desde la Unión se mira el futuro de España con la misma preocupación que el de Grecia o Italia. Y visto el proceso de nuestros vecinos, quizá convendría empezar a ponerle cara a ese tecnócrata que llegará de Bruselas.

¿Quién puede ser el Mario Monti español?

El primer nombre que se viene a la cabeza es Joaquín Almunia. Tiene todas las cualidades, aparentemente: comisario de largo y prestigioso recorrido (mejor que el de Pedro Solbes), en ejercicio actualmente (lo que no tienen Marcelino Oreja o Abel Matutes), ex ministro de Trabajo durante la reconversión industrial, inglés fluido… Este perfecto tecnócrata español tiene una pega importante, me dirán: es del PSOE. Sin embargo, veamos antes cómo llegaría Joaquín Almunia a ser “presidente de rebote”, al igual que Mariano Rajoy fue “presidente por defecto”.

Los “sobres de Rajoy” ocupan días tras día la actualidad en la última semana. Mientras, el Gobierno se revuelve como “gato panza arriba”, pero esta estrategia de “negarlo todo” tiene las patas muy cortas. La única salida que tendrá el mayor afectado por “los papeles secretos de Bárcenas” (así se titulaba el titular de la exclusiva de El País) será, con el tiempo, dimitir para poder defender su honor en los tribunales, sin entorpecer las labores de Gobierno. Es decir, que visto que las excusas que han ofrecido desde La Moncloa no se terminan de creer en los círculos internacionales, nacionales y entre la opinión pública, tarde o temprano la dimisión de Rajoy como presidente de Gobierno acaecerá.

El tema es saber, qué pasará después. ¿Elecciones? Desde luego. Posiblemente convocadas por un Gobierno provisional con alguien del actual al frente que no figure entre los presuntos “sobrecogedores” de la lista de Bárcenas. ¿Soraya Saénz de Santamaría? La vicepresidente tiene todas las papeletas, pero un Ejecutivo de semejante calado no tiene fondo para agotar la legislatura. Ni siquiera, la facción libre de posturas egipcias (entre las que sobresale Esperanza Aquirre) podría suplantar al actual equipo con el fin de evitar una cita en las urnas sin que la presión de la calle ponga el país “patas arriba”.

No, lo lógico es que el calendario se desarrolle de la siguiente manera, pesa a los múltiples rumores de “pasillo parlamentario” que se van a desarrollar en los próximos meses:

  • Dimisión en las próximas semanas
  • Elecciones generales para junio

¿Serán unas elecciones convecionales?

És  la pregunta del millón… pero, no. Los grandes partidos, ante la fuerte pérdida de votos y el auge de Izquierda Unida, los nacionalistas y las nuevas formaciones, Citadins y UPyD, llegarían a ese “gran pacto nacional” que tanto y tan hipócritamente se viene pidiendo cada vez que se conoce un desastroso dato económico. Desde Bruselas ya se encargarían de añadir lubricante a ese “gran pacto de Estado” y de postular a su candidato a base de prima de riesgo. Sumando y sumando en clave de aritmética electoral, PP y PSOE se darían cuenta de que la única manera de quedarse en el sillón de las Administraciones por cuatro años más sería aceptar un Gobierno de coalición presidido por el tecnócrata Almunia. El paso ya lo dieron en el País Vasco Basagoiti y López cuando se trataba de desbancar al PNV.

¿De verdad creen que es descabellado que Almunia sea el próximo Monti español? Lo malo de los tecnócratas es que no se ocupan, como sucede en Italia, de acabar con la corrupción ni con las reformas que en particular necesita cada economía. ¿Qué músculo tendría Almunia en el PSOE para hacer borrón un cuenta nueva?

¿Y entre los jueces? Lo mismo para los ministros de ese Gobierno de coalición que proviniesen del PP “limpio”: pongamos Gallardón en Justicia. El actual titular de Justicia tiene a todo el gremio en contra y Federico Trillo, por poner un ejemplo, maneja más hilos que él. Ni que decir tiene que este Gobierno a la medida de una España intervenida por Bruselas estaría, como sucede en Italia, a la merced de la fuerzas fácticas de la economía.

Desde FinancialRed recomendamos la lectura relacionada de: La injustificable resignación ante la corrupción

3 comentarios

  • h.cadarso

      O sea que, además de un posible relevo en el gobierno a cargo de una versión española del Berlusconi italiano, que sugería Duato, ahora tenemos otra salida también “a la italiana” con un Mario Monti, que podría ser Joaquín Almunia. O sea que, en ambos casos,  todo sigue igual salvo que ya no tenemos que soportar un proceso electoral ni tenemos que sacar las urnas del trastero de los ayuntamientos…
      La verdad, tengo la impresión de que la Merkel estaba muy satisfecha y contenta con el Rajoy, y que detrás de ella los “gurús” de los mercados están encantados de cómo van las cosas por esta piel de toro.
      O sea que se trata de un simple episodio que ni quita ni pone, que no modifica en absoluto la relación de fuerzas en nuestra socieadad y en el conjunto de las economías occidentales y de la economía mundial.
      La única fuerza de cambio, capaz de devolver al pueblo el poder de decisión, es la presión en la calle, en los medios de comunicación, y también desde los partidos políticos que no figuran como invitados al banquete de la corrupción.
      A mí me resulta sospechoso el lenguaje que desde el PSOE pide la dimisión de Rajoy pero no apunta una propuesta precisa y clara para el futurible “después de Rajoy”…¿Acaso desde ese partido del PSOE aceptan, están trabajando ya en pro de un relevo a lo Mario Monti?
      De acuerdo, Ana Rodrigo, con lo que dices en el hilo de Castillo de que también debemos ocuparnos de la iglesia. Te apunto, de todos modos, que lo que yo denuncio es que ponemos demasiada atención y énfasis en la iglesia y poco énfasis en atacar el problema de fondo, que es político y de democracia real.
      Si solucionamos lo político y lo democrático, seguro que a la Iglesia conseguiremos ponerla en su sitio. Mataremos dos pájaros de un tiro.

  • pepe sala

    Pues mal asunto si alguien que no consiguió el apoyo en las urnas se nos quiera colar por la puerta trasera… ( me refiero a Joaquín Almunia)
     
    Que tenga las condiones que se le reconocen no me consuela. Las mismas condiciones tienen quienes llevan 35 años diciendo que tenemos una democracia ejemplar y hay muchos-as que les creen. Porque nadie me podrá negar que éstas ” excelentes condiciones de gobernante” ya las conocemos sobradamente:
     
    “”
    Almunia: ‘Los mensajes del Rey no se comentan, se escuchan con atención, se toma nota y punto'””
     

  • trebol

    La situación es sumamente  mala y nos ha cogido de improviso su magnitud, aunque fuimos unos ingenuos por no haber calibrado que “el odio a Garzón” no era una cuestión baladí, sino la única forma de proteger a muchísimos. No puede ser mas gravemente grave. Temo que mucha gente acepte la fórmula de un presidente técnico impuesto o medio-acordado como el mal menor, sin preocuparse de que es una formula antidemocrática. Deberíamos conjurarnos los demócratas a hablar, escribir y opinar de este asunto si se produce, a dos columnas: en una, comentar lo que haya que comentar sobre el gobierno tecnócrata si es el caso, y en la otra resaltar la democracia que debemos recuperar.  También conviene recordar a los que “no son políticos” que otro gallo nos hubiera cantado si hubieran sido unos ciudadanos razonables, que hubieran votado reflexionando, hubieran pagado sus impuestos y se hubieran informado de  las posibles soluciones ante cada situación.  Cosa distinta a opinar visceral-mente.