Mi felicitación de las fiestas y del nuevo año quiere ser el artículo que dedico a Père Casaldàliga, profeta de la utopía con la mirada puesta en otro mundo posible. Que el pesimismo con que despedimos el 2012 se torne optimismo militante y esperanza en acción en 2013.
RONDA LA MUERTE, RONDA
Juan José Tamayo
Diario EL PAÍS, 24 de diciembre, Edición de Catalunya
En 1971 era elegido obispo de Sâo Félix do Araguaia, en el Mato Grosso (Brasil), el misionero claretiano Père Casaldàliga, nacido en Balsereny (Barcelona) hacía cuarenta y tres años en el seno de una familia campesina. Sus insignias episcopales fueron un sombrero de paja que le entregó un líder campesino, un remo-borduna hecho de ‘pau-brasil’ por un indio tapirapé, ofrecido por el jefe de la tribu, a guisa de báculo, un anillo donado por amigos españoles, que regaló a su madre. “No tengo ningún capisayo ni pienso llevar ninguna insignia”, confesó. Y lo ha cumplido.
El mismo día de su consagración episcopal publicó una Carta Pastoral subversiva titulada Una Igreja da Amazônia em conflicto com o latifundio e a marginalizacâo, cuya difusión fue prohibida por el director de la policía federal. “En esta zona –escribía- se mata y se muere más que se vive. Matar o morir es más fácil aquí, más al alcance de todos, que vivir”.
El propósito de Casaldàliga era construir una Iglesia comprometida con las aspiraciones y reivindicaciones de los indios, posseiros y peones, sin honras ni poder, en lucha contra el latifundio y toda forma de esclavitud y, por ello, perseguida por los dueños del dinero, de la tierra y de la política, sin ‘tiburones’ ni explotadores del pueblo, formada por pequeñas comunidades de base desparramadas por las calles y sertâos, con una estructura participativa, corresponsable y democrática.
Ese modelo de Iglesia no se quedó en el papel, sino que se hizo pronto realidad en Sâo Felix, como estaba sucediendo en otras iglesias de América Latina, dando lugar al nacimiento de la iglesia de los pobres. Es esta iglesia popular la que se encuentra en la base de la teología de la liberación -guía ideológica de Casaldàliga-, que él mismo cultiva creativamente a través de sus libros de gran hondura espiritual, sentido místico, inspiración poética, denuncia profética, carácter social, actitud revolucionaria y, sobre todo, con su ejemplo de vida. Una teología que, a pesar de las permanentes condenas de Roma, sigue viva y activa en el nuevo escenario latinoamericano, y se reformula en los nuevos procesos históricos con la incorporación de protagonistas emergentes como las comunidades indígenas, campesinas, afrodescendientes, y los movimientos feministas, ecologistas, pacifistas, homosexuales, etc.
Fue en el Mato Grosso donde se despertó en él la conciencia internacionalista, hasta convertirse en el obispo más “católico” en el sentido etimológico del término: “universal”, que desarrolla a través de la defensa de las causas de los perdedores de la historia y del apoyo a los movimientos de liberación del mundo entero. Casaldàliga es, en ese sentido, un ejemplo de globalización alternativa, de la esperanza, desde abajo.
Por todo ello no tardaron en lloverle las persecuciones de todos los poderes confabulados, militares, terratenientes y políticos protectores de los latifundistas, incluido el Vaticano, tras la muerte de Pablo VI –que siempre lo protegió-. Se sucedieron las amenazas de muerte y los atentados contra su vida, en uno de los cuales fue asesinado el sacerdote Joâo Bosco. Las últimas amenazas de muerte han llevado a Casaldàliga a abandonar la modesta residencia donde ha vivido durante cuatro décadas. El desencadenante ha sido el pronunciamiento judicial que obliga a la retirada de los ocupantes no-indígenas de las tierras de Maraiwatsèdè y a su devolución al pueblo Xavante, cuyos derechos garantiza la Constitución Federal de Brasil.
Pero Casaldàliga relativiza todas las persecuciones y amenazas. La poesía es su mejor respuesta y su forma de desmitificar la muerte, como demuestra en “Romancillo de la muerte”, tan lorquiano: “Ronda la muerte, ronda/ la muerte rondera ronda./ Lo dijo Cristo/ antes que Lorca./ Que me rondarás morena,/ vestida de miedo y sombra./ Que te rondaré, morena,/ vestido de espera y gloria./ Frente a la Vida,/ ¿qué es tu victoria?/… ¡Tú nos rondarás,/pero te podremos”. Es la más bella traducción del desafío de Pablo de Tarso a la muerte, cuando le dice con cierta arrogancia: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde tu aguijón?”. El obispo Casaldàliga, defensor de la vida de los empobrecidos, de los posseiros, de los indígenas -todos ellos excluidos del banquete neoliberal-, es amenazado de muerte a diario ¡Qué paradoja!
El obispo catalán se sitúa en la mejor tradición de los obispos defensores de los indios en América Latina, desde Bartolomé de Las Casas hasta Leonidas Proaño, obispo de Riobamba (Ecuador), y Samuel Ruiz, obispo de Chiapas (México).
Muy bueno Pedro el que no dejes atrás al Maestro, ni consientas ser más como siervo que el AMO.
Los hombros de este NIÑO cuya venida celebramos son más altos y fuertes que los nuestros y así quedan estos cuando vamos acercándolos a los suyos.
Gracias por tu largo y apreciado testimonio en la Comunidad de discípul*s de Jesús, a la que no has considerado coincidente con la estructura eclesial, desde tu fidelidad testimonial.
Esto si es ejemplo de vida verdadera.
A pesar de todas las persecuciones; no ha dejado de denunciar la injusticia, la violencia, la barbarie… y nunca ha perdido su sonrisa, su abrazo acogedor, su incansable manera de trabajar.
Otra vida entregada, para que otras personas puedan vivir sin ser masacradas.
Y perdemos el tiempo en defender lo indefendible… para los “seguidores” del proyecto de Jesús:
“La conducta del Vaticano y sus admiradores ciegos y sordos a todo aquello que no sea su engorde personal…”
Me pregunto, porque no lo sé, a que se le llama “santidad” pero si debo inclinarme hacia algún lado:
Me quedo junto a P. Casaldáliga y otras muchas personas, que han, y siguen sufriendo persecuciones abandonos olvidos, ofensas.
Jamás les llegan declaraciones de perdón por las tropelías de que han sido víctimas, ni se han retirado las falsas acusaciones o denuncias, ni les han devuelto el honor quebrantado.
Conté aquí en Atrio hace ya… Cuando entré en la basílica de S. Pedro… todo mi ser se encogió, sentí un fuerte dolor interior, mis ojos se llenaron de lágrimas y sin poder evitarlo exclamé:
¡¡¡Señor ¿que estamos haciendo contigo, con tu mensaje…?
Y tuve que salir de inmediato. Me preguntaban si quería ver la capilla Sixtina etc.. rotundamente dije que no.
Solo baje a las “catacumbas” para ver donde estaba enterrado Juan XXIII… Como no podía ser de otra manera… una de las lápidas y figuras más sencilla y casi oculta (al menos eso sentí con fuerza)
Si la vida de este hombre y otras personas que han y viven como él, no son “santos” ¿quiénes son?
Si tengo que elegir, lo que me ofrecen desde el vaticano, y los caminantes en la vida cotidiana, al lado de los siempre pagadores de los excesos de unas pocas gentes sin escrúpulos:
Elijo este camino que vive P. Casaldáliga.
mª pilar
El instante
J.L.Borges
¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?
El presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj. El año
no es menos vano que la vana historia.
Entre el alba y la noche hay un abismo
de agonías, de luces, de cuidados;
el rostro que se mira en los gastados
espejos de la noche no es el mismo.
El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.
Final del año
Jorge Luis Borges
Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.
El manzano florecido
Juanele Ortiz
…Y lo creíamos muerto, abatido por la tormenta.
Oh, la herida profunda que separaba casi el tronco,
y el tejido de las ramas, sobre el suelo. en un anhelo, al parecer,
seco.
Bajo el balconcito, en el sitio hondo, su melancolía ida,
breve reposo sólo de algunas tacuaritas, o encanto oscuro
de algún escalofrío súbito de mariposas amarillas…
En otro mundo, se hubiera dicho, ya
—cuál es, niños, el cielo bajo de los árboles?—,
su indiferencia era gentil para el ramillete de tártago
que quería subir bien a su lado y entre su urdimbre.
¿Qué vida, bajo sus brazos, dulce, se humedecía
que había allí caminitos afanosos
y hierbas para ahuecar, discretas, el sueño de los gatos?
Y él había sido, para la ventana alta, la nieve de la primavera
en las primeras locuras del azul entre sus dibujos ligeros
sobre la ilusión reciente, verde, tenue, del confín de las islas:
¿líneas de Hokusay o imágenes de Tchou chou-Tchenn
en el aire ebrio de las diez?
Y él tendiera sombras de encaje y diera
las palideces nilo y los fuegos del amanecer
en las formas mismas de la delicia, puras,
y él fuera luego, sin “dueño”, con esa delicia,
más que el agua de la “canilla” de al lado para la sed alada o
pobre…
Y algunos chicos después, sobre su gracia ya caída, ay,
equilibran sus juegos de la siesta o de la media tarde…
Pero vino Septiembre y una mañana apareció así lo mismo que
una novia,
y abría los ojos pálidos, de seda, sobre el sueño lastimado…
Oh, la invencible luz de la vida que ascendía de la noche herida
en copos que eran tímidas miradas hacia arriba, sí, tímidas. ..
No podía, no, mirar de un poco más allá como antes,
el río sensible y las lejanías sensibles entre los hálitos celestes,
pero el paraíso grande, ahora más cerca, inclinaba sobre él
en todos los momentos del silencio un leve amor morado…
Oh, este amor cuando la sombra dormida se había mullido más
y las flores se hacían más blancas, abajo, como preguntas hacia
el amor,
y no eran ya la luz fiel a la ritual cita de arriba
sino una humilde fe, algo sorprendida aún, de comulgantes…
mientras él, todo él, también, en una presencia que dolía casi,
era la voluntad feliz, desde el lecho mismo del martirio,
de seguir dándose, dándose, a los labios desconocidos del
tiempo…
……………
Nota: la figura de Casaldáliga y Ortiz se me asemejan.
Un buen recordatorio navideño.