Benedicto XVI ha escrito un libro sobre La Infancia de Jesús. Pretende ser historia y teología. En las múltiples incertidumbres históricas opta por su manera de entender la fe, su teología desde una Iglesia poderosa. Otros, con todo derecho, hacen lo mismo, pero desde una teología de la liberación, con la atención fija en el hoy. Carlos Escudero Freire es uno de ellos. Y en este largo escrito —tomadlo con calma, a dosis, en estas fiestas— ofrecido por Koinonía dialoga con Ratzinger (lo resaltaremos en rojo) pero sobre todo expone su lectura liberadora de los dos primeros capítulos de Lucas.
Recensión bibliográfica sobre la obra de Benedicto XVI
La infancia de Jesús
Carlos ESCUDERO FREIRE
Introducción
He leído con la atención debida el libro de Benedicto XVI sobre la infancia de Jesús (Mateo 1-2 y Lucas 1-2). Los dos evangelios de la infancia utilizan fuentes muy distintas, con relatos y escenas cuya finalidad teológica es también muy diversa. Como conozco mejor la obra lucana, sólo voy a hacer la recensión de Lucas 1-2. Seguro que algún experto en Mateo 1-2 nos obsequiará con otra reseña.
Uno de los criterios a tener en cuenta para entender mejor el contenido teológico de estos pasajes es que Lucas escribe estas escenas en forma de dípticos (de dos en dos) para contraponer y diferenciar mejor el papel de Juan y el de Jesús en la historia de la salvación. Lucas presenta a Juan como el último profeta del Antiguo Testamento, y a Jesús como Mesías, pero con unos títulos que desbordan totalmente las previsiones y los anuncios del Antiguo Testamento sobre él:
—“La Ley y los profetas llegaron hasta Juan, a partir de ahí se anuncia el reinado de Dios” (Lc 16,16).
Ahí se produce un corte, una verdadera ruptura, porque Jesús no viene a completar la Antigua Alianza, sino a iniciar algo radicalmente nuevo y definitivo: la llegada del reinado de Dios. Querer mezclar y hacer componendas entre el Antiguo y Nuevo Testamento llevaría a la ruina de ambos:
— “Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque, si no, el vino nuevo revienta los odres; el vino se derrama y los odres se echan a perder. No, el vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos” (Lc 5,37-38).
Sería bueno también recordar que, aunque el Mesías había sido anunciado de distintas maneras y por diversos profetas, el contenido de estos anuncios difiere cualitativamente de los títulos y prerrogativas con que está adornado Jesús, no sólo después de la resurrección; estas prerrogativas le pertenecen ya desde su concepción y nacimiento. Así el título Santo, aplicado sólo a Yahvé en el AT, se le atribuye también a Jesús en Lucas 1,35; el de Señor, propio de la resurrección, Lucas se lo aplica a Jesús en muchos pasajes de su Evangelio; también se lo atribuye en el Evangelio de la infancia (Lc 1,17; 2,11). El título Hijo de Dios, con el que culmina la cristología de la Anunciación (Lc 1,35), es trascendente y está de acuerdo con las primeras palabras de Jesús (Lc 2,49), donde Jesús contrapone su Padre celeste a su padre terrestre, José. El título de Mesías, siguiendo el linaje de David y con la connotación de poder y dominio sobre todas las naciones de la tierra, es rechazado frontalmente por todos los evangelistas: el mesianismo de Jesús es de servicio y solidaridad con los más pobres y necesitados, no de dominio y poder.
Estas contraposiciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y entre Juan Bautista y Jesús, tienen que ser examinadas con rigor, para entender adecuadamente la teología del Evangelio de la infancia de Lc.
- Anuncio a Zacarías: Lc 1,5-25.
Lc, después de un pequeño prólogo a toda su obra (Lc 1,1-4), comienza el Evangelio de la infancia con el anuncio de la concepción y nacimiento de Juan Bautista (Lc 1,5-25). Antes de examinar algunas afirmaciones de Benedicto XVI sobre el contenido de esta narración, comprobemos las circunstancias que la rodean.
– Esta escena nos introduce en un ambiente marcadamente sagrado: Zacarías es sacerdote (Lc 1,5). Mientras presta su servicio sacerdotal, entra en el santuario a ofrecer el incienso, pero la muchedumbre del pueblo está fuera (Lc 1,8-10). Es decir, Zacarías se encuentra en lugar sagrado, celebrando uno acto de culto sagrado, que sólo podían celebrar los sacerdotes: está en el lugar oficial de las manifestaciones divinas. El pueblo, que no cuenta para nada, permanece fuera, haciendo su propia oración. Zacarías, en claro contraste con el pueblo, representa lo sagrado; el pueblo, lo profano, lo que pertenece a su vida cotidiana. Pues bien, en este ambiente sagrado es donde se le aparece el ángel del Señor a Zacarías y le anuncia el nacimiento de Juan, a pesar de que él es mayor, y su esposa Isabel mayor y estéril. Anuncia también el carácter profético de Juan y afirma que será precursor de Jesús, el Señor (Lc 1,11-17).
Zacarías, a pesar de ser sacerdote y de estar inmerso en el ámbito de lo sagrado, se muestra incrédulo ante el anuncio del ángel:
— “¿Qué garantía me das de eso? Porque yo ya soy viejo y mi mujer de edad avanzada” (Lc 1,18).
Lo que podría considerarse como una simple objeción de Zacarías ante el anuncio del ángel, requerida por el género literario de anuncios, aquí se convierte en falta de fe en el mensaje divino, porque Zacarías conocía sin duda otras concepciones del Antiguo Testamento, similares a la que le había anunciado el ángel: anuncio del nacimiento de Isaac (Gén 18,10-14); anuncio del nacimiento de Samuel (I Sam 1). Por eso esta incredulidad ante el anuncio del ángel lleva consigo un castigo ejemplar:
— “Pues mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que eso suceda, por no haber dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento” (Lc 1,20).
La conclusión es clara: Zacarías, sacerdote, celebrando un acto sagrado en el santuario, no tiene fe, no se fía del mensaje del Señor. Puesto que él aparece como el último sacerdote del Antiguo Testamento, antes de la concepción de Jesús, el castigo de quedarse mudo tiene carácter simbólico: Lucas hace enmudecer a toda la casta sacerdotal, porque hacer gala de lo sagrado para distinguirse y distanciarse del pueblo, encumbrarse, ser objeto de honores y celebrar ritos sagrados, sin tener fe; es un verdadero fraude. Al salir del santuario ya no pudo comunicarse de manera normal con la multitud que estaba fuera, sólo por señas. De hecho Zacarías volverá a hablar después del nacimiento de su hijo Juan, pero no como sacerdote, sino como profeta por la irrupción del Espíritu Santo sobre él:
— “Zacarías, su padre, lleno de Espíritu Santo, profetizó: – Bendito sea el Señor Dios de Israel”… (Lc 1,67-68).
Así pues, Lucas, desde la primera página de su Evangelio, afirma que el sacerdocio del Antiguo Testamento ya no tiene nada que comunicar al pueblo, a pesar de la tradición sagrada secular y del respeto que esta institución le merecía a la gente. Fiarse de Dios es lo fundamental, y la fe no está relacionada con el sacerdocio, sus ritos y los lugares sagrados.
Benedicto XVI pasa por alto estas conclusiones sobre lo sagrado y la falta de fe del sacerdote Zacarías, y, sobre todo, llama la atención que considere sacerdote a Juan Bautista en este relato. Escribe: “el sacerdocio de Juan Bautista va hacia Jesús”; “en Juan todo el sacerdocio de la Antigua Alianza se convierte en una profecía de Jesús”[1]. Y más adelante: “Juan que ‘se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno’ (Lc 1,15), vive siempre, por así decirlo, ‘en la Tienda del Encuentro’, es sacerdote no sólo en determinados momentos, sino con su existencia entera, anunciando así el nuevo sacerdocio que aparecerá con Jesús”[2].
Con este tipo de afirmaciones, la exégesis se resiente a causa de ideas preconcebidas, porque ni Juan Bautista aparece en esta narración como sacerdote, ni anuncia ningún sacerdocio de Jesús, que nunca aparece como sacerdote en la obra lucana. “Llenarse de Espíritu Santo ya en el vientre materno” (Lc 1,15) se refiere a la condición profética de Juan, que “irá por delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías… preparándole al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lc 1,17). Juan aparece, pues, como el último profeta del Antiguo Testamento, “con el espíritu y poder de Elías”. Así es también presentado por su padre Zacarías en el Benedictus:
— “A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor, a preparar sus caminos”. (Lc 1,76).
Benedicto XVI se apoya en el hecho de que “no beberá ni vino ni licor” (Lc 1,15) para afirmar que Juan es sacerdote[3], pero esta afirmación no se refiere a su sacerdocio, sino a su vida austera en el desierto, privándose de bebidas alcohólicas, en sintonía con su vestimenta y alimentos: “Juan iba vestido con pelo de camello, con una correa de cuero a la cintura y comía saltamontes y miel silvestre” (Mc 1,16). Su voz profética, desde el desierto, constituye un claro desafío a los sacerdotes y al templo. La afluencia masiva para recibir el bautismo de Juan en el Jordán indica claramente que el templo, con todo lo que representaba, ya estaba desprestigiado en esta época. Pero los mayores ataques contra el templo y los sacerdotes no vinieron de Juan Bautista, sino del mismo Jesús. Los profetas fueron anunciando la reforma del culto; Jesús, su abolición.
En el anuncio de la concepción de Jesús, como contrapunto y contraste dialéctico, captaremos todo lo afirmado con mayor claridad, porque la historia de Jesús corre paralela a la de Juan Bautista en el Evangelio de la infancia; este paralelismo es antitético, es decir, de contraste y confrontación, y resalta de manera muy plástica las prerrogativas de Jesús, y otros aspectos relevantes del Evangelio. Este paralelismo nos lleva a descubrir en Jesús una personalidad misteriosa y compleja: no hay personaje alguno en el Antiguo Testamento que se le pueda aproximar; nos quedamos, pues, sin puntos de referencia. La figura de Jesús con sus prerrogativas desborda también cualitativamente la de Juan Bautista. De hecho, Lucas afirma que con Jesús empieza algo radicalmente nuevo y en su Evangelio lo va resaltando de diversa forma.
- La Anunciación: Lucas 1,26-38.
Veamos, pues, los rasgos más característicos del anuncio de la concepción y del nacimiento de Jesús (Lc 1,26-38). Al leer detenidamente esta narración, lo primero que salta a la vista de manera global es que la escena de Zacarías y Juan Bautista tiene como paralelo la de Isaac, y la de otros personajes importantes del Antiguo Testamento, cuyos hijos nacieron de madres estériles y de padres de edad avanzada. La narración de Jesús, por el contrario, apunta directamente, a través del Espíritu creador, a la creación de Adán, realizada directamente por Dios. Esta primera creación ha fracasado, y Jesús aparece como la nueva creación, es decir, con él se realiza un nuevo comienzo. Este paralelismo juega a favor de Jesús, nacido también de Dios (de su Espíritu), y principio, no sólo de una nueva creación, sino también de una nueva humanidad[4]. El paralelismo que Lucas establece con Adán[5] exime a Jesús de pertenecer al Antiguo Testamento, y para él cesa la obligación de someterse a los ritos, leyes y lugares sagrados que han ido apareciendo a lo largo de la historia de Israel. Otra cosa es que sus padres, como buenos judíos, hayan cumplido con Jesús los ritos que ordenaba la Ley mosaica.
Benedicto XVI prescinde de detalles importantes, dignos de resaltar en esta narración. Por eso vamos a detenernos, en primer lugar, en aquellos aspectos significativos que establecen una clara contraposición entre lo sagrado y lo profano. El ángel Gabriel, al aparecerse a María, lo hace en Nazaret, población desconocida en el Antiguo Testamento, y por tanto no ligada a las promesas mesiánicas. Además, Nazaret se encuentra en Galilea, provincia alejada del poder político-religioso de las más importantes instituciones judías, cuyo centro era Jerusalén (Judea). No hallamos nada de carácter sagrado en esta escena: no hay sacerdotes intermediarios, ni templo, ni ofrenda ritual, como en el caso de Zacarías. María está en su casa y allí tiene lugar el anuncio del ángel. Es una doncella[6] sin renombre, una desconocida, pero es la agraciada del Señor. Así, por pura gracia, iniciativa y gratuidad de Dios, María queda integrada en lo trascendente; irrumpe de manera directa y con fuerza en la historia de la salvación, inaugurada por Jesús como reinado de Dios, quedando José, padre del niño, y de la estirpe de David, en un discreto segundo plano. El anuncio del nacimiento de Jesús aparece así enmarcado en el desarrollo de una vida normal, en el devenir de lo cotidiano y sin relieve especial alguno: lo sagrado no aparece aquí por ninguna parte.
Llama también la atención que el ángel le diga a María:
— “Alégrate, favorecida, el Señor está contigo” (Lc 1,28).
Así se refleja la alegría asociada siempre a la venida y al encuentro con Jesús. También se refleja esa alegría mesiánica en el anuncio del nacimiento de Jesús; el ángel les dice a los pastores: “Tranquilizaos, mirad que os traigo una buena noticia, una gran alegría”… (Lc 2,10). Favorecida, es lo mismo que agraciada; entre tantas mujeres israelitas que habrían podido ser elegidas como madre de Jesús, Dios, por iniciativa propia, escoge gratuitamente a María sin mérito especial alguno. Era una joven normal de su tiempo, desposada con José; eso sí, una gran desconocida para la clase dirigente y dominante de Israel que esperaba la venida del Mesías con un esplendor y grandeza inusitados, y, por supuesto, con una manifestación apoteósica en el templo, lugar sagrado por excelencia. María proclamará proféticamente esta predilección de Dios por ella en el Magnificat:
“Proclama mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
Porque se ha fijado en la insignificancia de su sierva” (Lc 1,46-48).
Y en el mismo himno Lucas afirma:
- “Derriba del trono a los poderosos
Y exalta a los insignificantes” (Lc 1,52).
Esta idea de que Dios elige a la gente sencilla, a los que no cuentan para los grandes de este mundo, es recurrente en el Evangelio de Lucas.
María escucha el anuncio de Gabriel:
— “Pues mira, vas a concebir, darás a luz uno hijo y le pondrás de nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin” (Lc 1,31-33).
El título principal de este pasaje es Hijo del Altísimo. ¿Qué alcance tiene? Está claro que Hijo del Altísimo se contrapone al título de Juan, profeta del Altísimo (Lc 1,76). ¿En qué sentido? Tanto H. H. Oliver[7], como R. Laurentin[8] afirman la superioridad mesiánica de Jesús sobre el carácter profético de Juan, ya que Jesús nunca aparece como profeta en el Evangelio de la infancia de Lucas. Pienso que el mismo Lucas, en el versículo 33, contexto inmediato en que se encuentra el título Hijo del Altísimo (Lc 1,32), da la respuesta adecuada: se trata del título mesiánico que corresponde a Jesús, y que es superior a la condición profética de Juan. Lo mismo pasa con el título grande, aplicado a Juan (Lc 1,15) y a Jesús (Lc 1,32): grandeza profética de Juan y grandeza mesiánica de Jesús. Estos títulos no son trascendentes.
Terminado el anuncio, María pone una objeción[9]:
— “¿Cómo sucederá eso si no vivo con un hombre?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que va a nacer será llamado Santo, Hijo de Dios” (Lc 1,34-35).
En este anuncio de Gabriel se encuentra la cristología más avanzada de toda la obra lucana. Los títulos abiertos a la trascendencia se deben a la irrupción del Espíritu Santo sobre María (Lc 1,35): son los títulos Santo e Hijo de Dios en sentido trascendente. La novedad radical respecto al Antiguo Testamento no estriba en que Jesús aparezca como Mesías, en la línea de la grandeza de David, sino en que se le atribuya el título Santo, sólo aplicado de Yahvé, y que aparezca como Hijo de Dios en sentido misterioso, estricto y trascendente[10]. No hay ningún personaje de la Antigua Alianza con estos títulos. La irrupción del Espíritu Santo sobre María está relacionada con estos títulos trascendentes, aplicados a Jesús, que señalan y marcan un nuevo comienzo. Jesús, pues, desborda los anuncios y previsiones sobre el Mesías del Antiguo Testamento.
En Lc 2,49, Jesús había llamado a Dios: “mi Padre”, contraponiendo y sobreponiendo esta paternidad, a la paternidad natural de José: “¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo” (2,48). Hay también una conexión teológica innegable con Lc 10,21-22. El versículo 22 dice así:
“Mi Padre me lo ha enseñado todo. Quién es el Hijo, lo sabe sólo el Padre. Quién es el Padre, lo sabe sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Lc 10,22).
Este versículo trata, pues, de manera directa sobre el conocimiento único y recíproco entre el Padre y el Hijo. Podemos, por eso, afirmar que el conocimiento exclusivo que Jesús, el Hijo, tiene de su Padre entraña una relación profunda, única y misteriosa con él, en sentido trascendente.
María recibe este secreto, lo guarda en su corazón, y lo acepta por la fe, es decir, se fía de Dios, ya que todavía no está capacitada para comprender la profundidad del misterio de su hijo. Es decir, María es presentada como creyente: acepta los acontecimientos que se van a desencadenar sobre la personalidad y la misteriosa condición de su hijo. Ésta es su grandeza y en esto se diferencia de Zacarías. El padre de Juan, sacerdote, no cree en el anuncio del Señor (Lc 1,18-20); María, por el contrario, acepta el mensaje de Dios y responde al ángel:
— “Aquí está la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que has dicho” (Lc 1,38).
Su confianza en Dios es total; cree que “para Dios no hay nada imposible” (Lc 1,37), y por eso da su consentimiento al anuncio de Gabriel. Ésta es la verdadera grandeza de María, haber sido la primera creyente en el misterio de Jesús; por eso la primera bienaventuranza del Evangelio de Lucas es para ella (Lc 1,45)[11]. “Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lc 1,40). Zacarías queda en un discreto segundo plano, y, en la escena, que tiene una riqueza teológica importante, las protagonistas son las dos mujeres, María e Isabel[12]. María saludó a Isabel, y su hijo “dio un salto en su vientre” (Lc 1,41). Isabel, “llena de Espíritu Santo, proclama a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc 1,41-42). Y un poco más abajo sale de su boca la primera bienaventuranza:
— “¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45).
El objeto de nuestra fe, como la de María, es Jesús, su persona, su actividad y su mensaje. El reinado de Dios se identifica con él.
Benedicto XVI no distingue con nitidez entre los títulos mesiánicos y los trascendentes de Jesús (Lc 1,32-35). Parece darle a los títulos mesiánicos un mayor realce del que en realidad tienen. Tampoco establece ningún contraste entre lo sagrado de la escena de Zacarías, y lo profano, inaugurado por María en la escena de la Anunciación. Nadie se lo podría pedir, siendo él, en este momento, “Pontifex Maximus”; detenta, por tanto, todo el poder sagrado en su persona. Tampoco nadie espera de él que cambie de opinión en el tema de la virginidad de María, ya que, desde el siglo IV, y, sobre todo desde el s. V, Concilio de Calcedonia (451), la Iglesia oficial y la teología tradicional durante siglos han venido afirmando que María no concibió por medio de varón, como toda mujer que ha sido madre, sino por obra del Espíritu Santo.
Por eso, una vez examinada la posición de Benedicto XVI sobre la virginidad de María, quiero ofrecer una respuesta sencilla y lo más completa posible sobre este tema, ante las dudas de muchos cristianos que están desorientados por lo que escuchan en reuniones, círculos privados, opiniones aisladas, etc., sin saber cómo explicar y poder aceptar lo que va siendo normal en la teología más avanzada de nuestro tiempo, es decir, que la concepción de Jesús se ha realizado por obra de varón, como sucede en el caso de cualquier otra persona.
- Concepción virginal de María
Benedicto XVI, en el apartado que titula: El nacimiento virginal, ¿mito o verdad histórica?, p. 57, contiene algunas afirmaciones que, a mi juicio, convendría matizar. Refiriéndose a la Anunciación, afirma: “Es la obediencia de María la que abre la puerta a Dios. La Palabra de Dios, su Espíritu, crea en ella al niño. Lo crea a través de la puerta de su obediencia… De este modo se produce una nueva creación, que, no obstante, se vincula al “sí” libre de la persona humana de María”[13]. Dos veces habla de la obediencia de María, cuando lo más correcto es hablar de la fe de María, que renglones más abajo es proclamada “dichosa por haber creído” (Lc 1,45). Tampoco contrapone la fe de María, a la incredulidad del sacerdote Zacarías. Con él enmudece el sacerdocio del Antiguo Testamento.
Más adelante, Benedicto XVI escribe: “Karl Barth ha hecho notar que hay dos puntos en la historia de Jesús en los que la acción de Dios interviene directamente en el mundo material: el parto de la Virgen y la resurrección del sepulcro, en el que Jesús no permaneció ni sufrió la corrupción. Estos dos puntos son un escándalo para el espíritu moderno. A Dios se le permite actuar en las ideas y los pensamientos, en la esfera espiritual, pero no en la materia. Esto nos estorba”[14].
Lo primero que nos sorprende es que se equiparen dos acontecimientos, la resurrección de Jesús y la virginidad de María que tienen poco que ver entre sí: mientras que la resurrección centró el interés, por una necesidad vital de las primeras comunidades cristianas, la virginidad de María ni se plantea en este primer estadio de las comunidades cristianas. Además, Karl Barth habla de la historia de Jesús, y el hecho de la resurrección no pertenece a la historia, ya que no hubo testigos oculares; hay que hablar más bien del misterio de la resurrección, que pertenece a la meta-historia; habla también de la resurrección del sepulcro, pero los relatos sobre el sepulcro vacío, que van surgiendo en diversos lugares, tienen como finalidad expresar la fe en la resurrección. Además, una cosa es que Dios pueda actuar en la materia y, otra es que lo haya hecho. Por lo demás, en la Anunciación no se habla de parto virginal, sino de “concepción virginal”. Por eso, no podemos admitir esta afirmación tajante de Benedicto XVI: “estos dos puntos – el parto virginal y la resurrección real del sepulcro – son piedras de toque de la fe… Por eso la concepción y el nacimiento de Jesús de la Virgen María son un elemento fundamental de nuestra fe y un signo luminoso de esperanza”[15]. La resurrección de Jesús sí es piedra de toque o fundamento de nuestra fe; la concepción y el parto virginal de María, no. Lo veremos a continuación.
- Concepción y nacimiento de Jesús por obra de varón.
1. En relación con la concepción virginal de María, conviene saber que las comunidades cristianas primitivas no se presentaron este problema. Les fue totalmente ajeno. Pablo, que escribe sus cartas a partir de unos veinte años desde la muerte de Jesús, no habla de virginidad de María; escribe:
“Pero cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer” (Gál 4,4).
2. Es verdad que Mateo y Lucas usan fuentes hebreas distintas sobre la infancia de Jesús, y, para algunos teólogos, sólo coinciden en que María concibió sin obra de varón, por la acción del Espíritu Santo. Al comentar Lc 1,35, ya hice ver que la actividad del Espíritu Santo en María está relacionada, no con la virginidad, sino con las prerrogativas de su hijo, al que se aplica el atributo Santo, exclusivo de Yahvé, y del que se afirma que es Hijo de Dios en sentido trascendente.
3. Las mitologías antiguas, desde Egipto hasta Mesopotamia, para destacar la grandeza de un personaje ilustre, afirmaban que dicho personaje había nacido de la unión sexual entre su madre y un dios. Esto se afirma de algunos faraones en Egipto, de emperadores asirios, y de grandes guerreros como Alejandro Magno. También se aplica a algunos emperadores romanos como a Octavio Augusto. En la Palestina del tiempo de Jesús y en Asia Menor se conocían estas tradiciones mitológicas, y Lucas, pagano, de formación helenista, y que escribe para paganos, la utiliza también para resaltar la grandeza y excepcionalidad de Jesús. Eso sí, en la narración de la Anunciación no hay vestigio alguno de la relación sexual de María con ningún dios. Se trata de la fuerza y el poder creativo del Espíritu Santo, que interviene en su seno, para indicar que Jesús desde su concepción tuvo la plenitud de ese Espíritu, y aparece así, con atributos sorprendentes, como la nueva creación (Lc 1,34-35). La referencia a la primera creación y al poder creador del Espíritu de Dios resulta aquí determinante (Gén 1,1-2).
4. Este planteamiento teológico no niega que Jesús haya nacido, como los demás seres humanos, por concurso de un varón, en este caso de José. Con frecuencia encontramos en los evangelios pasajes con un marcado contraste, pero el hecho de ponderar la grandeza o excelencia de uno de esos dos términos no anula la realidad o el contenido del otro. Es evidente que en la escena de la Anunciación se establece un claro contraste entre nacido de varón y nacido del Espíritu. Predomina nacido del Espíritu, por las prerrogativas con que viene adornado Jesús, el Hijo de Dios, pero no se niega la realidad del primer término, es decir, la paternidad de José.
A manera de ejemplo, para clarificar este contraste en la Anunciación, leemos en el Evangelio de Lucas que una mujer dijo a voz en grito:
— “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero Jesús repuso:
— Mejor: ¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!” (Lc 11,27-28).
Es evidente que Jesús no niega la primera bienaventuranza referida a su madre, pero le da más importancia a la segunda. María cumplió con creces esta segunda bienaventuranza, fiándose totalmente de la palabra de Dios en la escena de la Anunciación.
Algo semejante encontramos en el Prólogo del Evangelio de Juan. Hablando el cuarto evangelista de la Palabra, escribe:
“Vino a su casa, pero los suyos no la recibieron.
Pero a los que la recibieron, los hizo capaces de ser hijos de Dios. A los que le dan su adhesión, y éstos no nacen de linaje humano, ni por impulso de la carne, ni por deseo de varón, sino que nacen de Dios” (Jn 1,11-13).
Aquí también se afirma que “nacer de Dios” es más importante que “nacer de varón”. En otro pasaje, Juan afirma lo mismo de otra manera. En conversación con Nicodemo, Jesús afirma:
“Te aseguro que si uno no nace de nuevo no podrá gozar del reinado de Dios” (Jn 3,3). En el contexto (Jn 3,4-8) se asegura que este segundo nacimiento está relacionado con “nacer del Espíritu.” El Espíritu, creador de algo nuevo, con carácter definitivo, aparece constantemente en los evangelios.
En relación con el dogma de la virginidad de María, que se puede aplicar también a otros dogmas, es conveniente aclarar algunos términos:
En cuanto a la virginidad de María sostenida en los primeros concilios de la Iglesia, hay que decir, ante todo, que en esos concilios se discutieron fundamentalmente verdades, sobre todo, las relacionadas con los títulos y las prerrogativas de Jesús, que, evidentemente implicaban también a María. Estas verdades se debatieron con pasión y con ardor, y siempre hubo vencedores y vencidos. Los vencedores se llamaron a sí mismos ortodoxos, y a los vencidos les pusieron la etiqueta de heterodoxos o herejes. Los ortodoxos proclamaban los dogmas, y a los así llamados herejes se les condenaba o anatematizaba, y eran separados de la comunión de esa Iglesia triunfante. Pasados algunos siglos de la historia de la Iglesia, el concepto de hereje se fue ampliando, y muchos eran torturados por orden de la Santa Inquisición, o mandados al patíbulo, el más frecuente el de la hoguera. Muchos siglos después, algunas de estas herejías dejaron de ser tales porque estaban más conformes con los puntos centrales de los evangelios. Así las cosas, conviene afirmar lo siguiente:
– En los evangelios y el resto del Nuevo Testamento no hay dogmas, es decir, no hay verdades derivadas de una teología especulativa que, a su vez, se apoya en conceptos y argumentos filosóficos, tomados de la filosofía clásica griega, sobre todo de Aristóteles, y de las diversas filosofías contemporáneas a los escritos del Nuevo Testamento, entre las que destaca la influencia del estoicismo.
– También influyeron en la elaboración de los dogmas las circunstancias históricas concretas, casi siempre las de carácter político-económico, que condicionaron incluso el comienzo y la finalización de algunos concilios[16].
Los argumentos sacados de los Evangelios o del resto del Nuevo Testamento y del Antiguo, son con frecuencia inconsistentes, por estar distorsionados o sacados de contexto. Como contrapunto, y, dado el avance de la teología en el siglo XX y en lo que va del XXI, algunos de los dogmas que han ido surgiendo a lo largo de la historia de la Iglesia, han sido sometidos a revisión, por la poca consistencia que tenían, al no encontrar un apoyo serio en el Nuevo Testamento, o al chocar frontalmente contra las tendencias teológicas más actuales y renovadas[17].
- Lo sagrado y lo profano
La Anunciación y el marcado contraste con Zacarías, en lo tocante al tema de lo sagrado, podríamos resumirlo así:
— En la Anunciación, que tiene como centro la concepción de Jesús con sus prerrogativas trascendentes, no hay vestigio alguno de lo sagrado. Tanto el lugar, la casa de María, como la ciudad, Nazaret, como la región, Galilea, están lejos de los lugares y las instituciones sagradas de Israel. María es a su vez una joven sencilla, de linaje desconocido, pero es la escogida gratuitamente por Dios. Nos encontramos, pues, en el terreno de lo secular, de la vida normal, de lo profano.
— El contraste con Zacarías no puede ser mayor. En el anuncio al padre de Juan lo sagrado brilla con todo el esplendor: el anuncio del ángel a Zacarías tiene lugar en el templo; él es sacerdote, y estaba prestando su servicio sacerdotal junto al altar; era una ceremonia sagrada: ofrecía el incienso. Este contraste alcanza su culminación cuando percibimos que, en medio de este ambiente sagrado, Zacarías no tiene fe.
— María, por el contrario, fuera de todo ambiente sagrado, haciendo su vida normal y sin llamar para nada la atención, acepta el mensaje de Gabriel, da su consentimiento y es proclamada dichosa por haberse fiado de Dios. La grandeza de María está en su fe, y la fe es un acto humano libre de adhesión a Dios, y no pertenece al terreno de lo sagrado. María es la primera creyente en Jesús, pero, aunque su vida diaria discurre en la rutina y la normalidad, tendrá que seguir renovando, día a día, su fe ante el desconcierto causado por su propio hijo, debido a su misteriosa personalidad. En esta escena tan importante de la Anunciación ha intervenido directamente Dios, con una revelación gratuita y trascendente, y ha tomado partido, no por el ámbito de lo sagrado, sino de lo profano, de lo cotidiano, de lo secular.
- María visita a Isabel; el nacimiento de Juan: Lucas 1,39-66.
En la siguiente narración, en la que María visita a Isabel, todo encaja de nuevo en el ámbito de lo profano, de lo cotidiano y de la normalidad. A pesar de que María va a la casa de Zacarías, éste queda relegado en la escena. Todo sucede entre María, su prima Isabel, y los dos niños que están en el vientre de sus madres. Pero la presencia de Jesús en el seno de María hace que Isabel se llene de Espíritu Santo y llame dichosa a María por haber creído (Lc 1,41-45). No hay templo ni mediación alguna sacerdotal. El Espíritu se ha presentado de nuevo al margen de lo sagrado. Jesús posee la plenitud del Espíritu de Dios, y lo derrama aquí sobre Isabel con sola su presencia. El evangelio de Lucas seguirá insistiendo en este hecho, porque con Jesús aparece siempre el influjo del Espíritu Santo, en él y en las personas que lo circundan y le prestan su adhesión. Ni el templo ni los sacerdotes contemporáneos de Jesús podían proporcionar el don del Espíritu, porque a esos sacerdotes les faltaba la fe, como a Zacarías, y realizaban actos de culto llenos de ritos, pero vacíos de contenido.
María proclama luego el Magnificat y, terminado este himno, volvió a su casa (Lc 1,56).
A continuación, Lucas narra el nacimiento de Juan Bautista (Lc 1,57-66). Cuando van a circuncidarlo le quieren poner el nombre de su padre, Zacarías. Interviene la madre diciendo que se va a llamar Juan. Como los acompañantes insistían en que ninguno de los parientes se llamaba así, preguntaron a su padre por señas cómo quería que se llamara. Él, tomando una tablilla, escribió: “su nombre es Juan”. Todos se maravillaron y sólo entonces se desató su lengua y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Se había cumplido lo anunciado por el ángel, y Zacarías, lleno de Espíritu Santo, profetizó… (Lc 1,67). En su propia casa, sin ritos ni ceremonias, desaparece el sacerdote de la escena, y, por iniciativa de Dios, surge el profeta. Zacarías entona el Benedictus. Avanzado el himno, habla de la misión de su propio hijo: “Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor, a preparar sus caminos” (Lc 1,76).
Juan aparece, pues, como profeta, y su misión es ir delante del Señor, a preparar sus caminos. Este es uno de los pasajes importantes del Evangelio de la infancia en que Lucas aplica el título de Señor, propio de Yahvé, a Jesús, antes de que éste naciera.
Esta escena termina hablando de Juan: “El niño iba creciendo y su personalidad se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel” (Lc 1,80).
Estas afirmaciones excluyen el carácter sacerdotal de Juan: vivió en el desierto, lejos del templo y de todo contexto sagrado, y desde el desierto comienza su misión de precursor de Jesús. Es decir, Juan vive en el desierto, alejado de todo el aparato religioso y sagrado de su tiempo. Ya no se habla más de él en el Evangelio de la infancia. Lucas lo vuelve a poner en escena con una introducción solemne (Lc 3,1-2), y afirmando que “le llegó un mensaje de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto” (Lc 3,3). De nuevo, por iniciativa divina, se establece línea directa entre Dios y Juan, sin ningún tipo de mediación sagrada, y en el desierto. Aunque el desierto tenga reminiscencias bíblicas, el lugar no es sagrado. El bautismo administrado por Juan tampoco tenía carácter sagrado. Lo realizaba recorriendo toda la comarca del Jordán “para que se arrepintieran y se les personaran los pecados” (Lc 3,3-4).
- Nacimiento de Jesús: Lucas 2,1-20.
Esta sencilla y grandiosa escena sobre el nacimiento de Jesús, su significado profundo, y sus principales destinatarios, discurre por los caminos de la vida normal de María y José, sometidos, como toda la nación judía, al decreto del emperador Augusto. A su vez, este decreto imperial sitúa la narración del nacimiento de Jesús, no dentro del estrecho marco del judaísmo, sino dentro del panorama universal representado por el Imperio romano. De este modo, Jesús queda insertando en el marco de la historia universal.
Benedicto XVI sitúa perfectamente el marco histórico y teológico del nacimiento de Jesús (pp. 65-71). Incluso da los detalles fundamentales de la inscripción de Priene, año 9 a. C., sobre el Emperador Augusto en una fusión de divinidad-humanidad (pp. 66-67); y destaca la pax augusta (pp.67-68). A continuación se refiere al censo para cobrar los impuestos (pp. 68-70), y, aunque históricamente, este censo está en discusión, teológicamente se acomoda a la profecía de Miqueas 5,1-3, sobre el nacimiento de Jesús en Belén (pp. 71-72). Luego se refiere a la abundante datación histórica, relacionada con el comienzo de la vida pública de Jesús (Lc 3,1s), (pp. 70-71). Me parece, pues, acertado lo que escribe en esta sección: “Jesús no ha nacido y comparecido en público en un tiempo indeterminado, en la intemporalidad del mito. Él pertenece a un tiempo que se puede determinar con precisión y a un entorno geográfico indicado con exactitud: lo universal y lo concreto se tocan recíprocamente”[18].
Es verdad que va a nacer en Belén, ciudad de David, pero el marco de su nacimiento está configurado por los paganos, representados aquí por el emperador Augusto y el Imperio romano, indicando Lucas, de este modo, que Jesús no viene a restablecer el reinado de David, sino que su misión se extenderá hasta los confines del mundo (Hechos 1,8).
A continuación aparece José, sólo para indicar que, como cabeza de familia, toma con él a su esposa, que estaba encinta, y que se dirigen a Belén, ciudad de David, porque José era “de la estirpe y familia de David” (Lc 2,4). Jesús queda, pues, simbólicamente entroncado con la familia de David, pero no va a nacer colmado de honores en la ciudad santa, Jerusalén, sino en medio de una pobreza severa y rodeado de gente pobre, los pastores.
El amplio comentario de Benedicto XVI sobre el NACIMIENTO DE JESÚS[19], a mi manera de ver, deja mucho que desear. No podría ser de otra manera, ya que este relato de Lucas encierra uno de los pilares más sólidos que fundamenta la Teología de la liberación, y bien sabemos que el cardenal Ratzinger fue durante 25 años el incansable fustigador de esta teología, censurando con dureza a muchos teólogos y sus escritos. No obstante, vamos a discurrir por su comentario, antes de ofrecer el punto de vista de la Teología de la liberación sobre este pasaje, que tanto nos puede interpelar y enriquecer.
Benedicto XVI, comentando “no había sitio para ellos en la posada”, primero saca las conclusiones de una breve elucubración teológica, y luego afirma: “Esto debe hacernos pensar y remitirnos al cambio de valores que hay en la figura de Jesucristo, en su mensaje. Ya desde su nacimiento, él no pertenece a ese ambiente que según el mundo es importante y poderoso”[20]. Estoy de acuerdo con esta afirmación, que se me antoja tímida y aislada, dado los comentarios que hace sobre otros textos de esta misma escena. Así, comentando que “María puso a su niño recién nacido en un pesebre”, y siendo este texto parte de la señal dada por el ángel a los pastores, se limita a afirmar que está en consonancia con la tradición de las grutas que había en estos parajes (p. 74). Al comentar “María envolvió al niño en pañales”, afirma que se trata de “una referencia anticipada de la hora de su muerte” (p. 75). En esta misma página, recurre a la interpretación alegórica de San Agustín, que no tiene nada que ver con este texto (p. 75). Luego, con diversas citas del Antiguo Testamento, afirma que “el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado (por dos querubines) está entre los hombres” (p. 76). Está claro que esto es una sublimación de lo que representa el pesebre.
Benedicto XVI habla a continuación de los pastores y afirma: “Jesús nació fuera de la ciudad, en un ambiente en que por todas partes en sus alrededores había pastos a los que los pastores llevaban sus rebaños. Era normal por tanto que ellos, al estar más cerca del acontecimiento, fueran los primeros llamados al pesebre” (pp. 78-79). Benedicto XVI, a quien tanto le gustan las elucubraciones teológicas, despoja a los pastores de la profunda carga teológica que tienen en este relato. Un poco más abajo, para enmendar un tanto la plana, afirma: “ellos –los pastores– representan a los pobres de Israel, a los pobres en general: los predilectos del amor de Dios” (p. 79). De acuerdo, pero ¡qué trabajo le ha costado llegar a esta breve constatación, por lo demás incompleta! Al final vuelve a recurrir a Augusto para poner de relieve la pax romana, pp. 84-85; la contrapone a la paz de Jesús que el mundo no puede dar (Jn 14,27), y termina con esta afirmación certera: “Augusto pertenece al pasado; Jesucristo en cambio es el presente y es el futuro: “el mismo ayer y hoy y siempre” (Heb 13,8, p. 85). En el último párrafo de esta sección (p. 86) habla de la señal dada por el ángel a los pastores, “encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”, y, como veremos, la despoja también del fuerte y profundo contenido teológico que encierra.
Estando en Belén, “le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada” (Lc 2,7). Jesús fue, pues, hijo primogénito de María, ya que tuvo otros hermanos como nos consta en Lc 8,19-21[21].
Como la Navidad está cerca, y la teología que se contiene en la revelación celeste es exigente, nos interpela y nos llama al compromiso cristiano, ofrezco otra reflexión sobre el nacimiento de Jesús.
La persona de Jesús se convierte en el centro de esta narración y aparece como novedad radical y definitiva. En un buen número de pasajes Lucas nos manifiesta que los nuevos tiempos, inaugurados por Jesús, son precisamente nuevos, porque con Jesús llegan a su cumplimiento las promesas fundamentales del Antiguo Testamento. Ésta es la razón principal por la que el Antiguo Testamento, época importante de salvación, ha llegado a su fin. Sólo está en vigor lo nuevo, lo definitivo, inaugurado por Jesús. Ya hemos comprobado que, en torno al HOY de Lc 2,11, palabra clave en su Evangelio, se encuentran unos títulos o atributos de Jesús trascendentes, que establecen un claro contraste con su condición de debilidad humana.
“Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (Lc 2,12) es la señal de pobreza y debilidad, dada por el ángel, para que los pastores reconozcan al niño. A través del nacimiento de Jesús en un pesebre, por no tener sitio en una posada, intuimos la condición de María y José, como gente normal y corriente. A la aldea de Belén, ciudad de David, habría ido mucha gente a empadronarse, y sólo los pudientes pudieron pagar los precios excesivos para pernoctar en las pocas posadas que había.
Pero este hecho tiene además un significado real y teológico para el recién nacido: nació pobre entre los pobres (los pastores). Esta narración del nacimiento de Jesús constituye un contraste nítido y claro con las celebraciones de la Navidad en las distintas catedrales, templos y basílicas de todo el mundo cristiano: ministros sagrados, ornamentos con bordados primorosos, ritos y ceremonias ampulosas, vasos sagrados deslumbrantes, entradas y salidas hieráticas de los ministros, lámparas artísticas, incienso… Todo esto agrada y entusiasma a la gente, pero tiene muy poco que ver con la sobria narración evangélica, y puede distraernos de lo esencial de esta celebración. A través de los siglos, se han ido celebrando casi imperceptiblemente estas ceremonias grandiosas, olvidando el mensaje central del nacimiento de Jesús, porque la suntuosidad de lo sagrado ha ido absorbiendo, casi sin darnos cuenta, la realidad cotidiana, sencilla y profana de la vida de María y José y del crudo nacimiento de Jesús en un estado de pobreza dura. Pero para entender todo esto con mayor claridad, examinemos la revelación celeste que el ángel de Señor hace a los pastores.
La revelación celeste (Lc 2,8-12) nos manifiesta, de manera desconcertante, el alcance de esta escena, porque los principales destinatarios del nacimiento de Jesús son los pastores, gente marginada y despreciada en ese tiempo. En Lc 2,11 encontramos también el término griego sêmeron (HOY). Ya hemos visto que no es un simple adverbio de tiempo; tiene una carga teológica profunda, ya que el tercer evangelista lo usa en once ocasiones y, con su uso, se refiere siempre al nuevo comienzo, relacionado con Jesús y su misión, así como a su nuevo modo de actuar. El pueblo llano o sencillo aparece también aquí como destinatario de la revelación celeste.
Así pues, el ángel del Señor comunica el mensaje celeste a los pastores. Este mensaje habla de las prerrogativas con que viene adornado Jesús y encierra una señal desconcertante y de difícil interpretación. Se trata, pues, de una revelación del mismo Dios sobre la identidad de Jesús. El contenido de este mensaje, el primero sobre la persona de Jesús ya presente en nuestra historia, reviste una importancia extraordinaria. Hay que destacar de inmediato que los pastores, al entrar en contacto con la divinidad, “se asustaron mucho” (Lc 2,9). Por eso el ángel les dijo: “no temáis” (2,10). Así, y de manera tan sencilla, se nos presenta un cambio radical entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: cesa el temor en contacto con la divinidad. A través de Jesús, el encuentro con Dios va a resultar normal, porque Jesús de manera inequívoca nos va a revelar a Dios como Padre a lo largo de toda su vida. Pero hay más. El temor normal en la época anterior, se va a convertir ahora en gozo profundo: – “Os traigo una buena noticia, una gran alegría” (Lc 2,10). Se trata de la alegría causada por la venida de Jesús, y por los nuevos tiempos que él inaugura. Se acabó la época de un Dios lejano que infundía temor y hasta terror. En Jesús, Dios se manifiesta cercano, por eso el que se adhiere a Jesús ya no tiene motivos para el temor, sino para rebosar de alegría.
En este pasaje Lucas utiliza el verbo evangelizar (Lc 2,10), que significa traer o anunciar una buena noticia. Lo más importante es que esta buena noticia se identifica con el nacimiento de Jesús. Es decir, Lucas establece una clara identidad entre esta buena noticia y la persona de Jesús. Es el momento de recordar que en Lc 4,18 se utiliza este mismo término evangelizar, aplicado a la actividad liberadora que Jesús va a llevar a cabo durante su vida pública. Así pues, tanto la persona de Jesús, como su actividad liberadora quedan señaladas como la buena noticia en favor de los marginados y oprimidos, representados en este pasaje por los pastores, pobres entre los pobres. Por eso éstos están presentes al aplicarse Jesús a sí mismo la cita importante de Isaías (Lc 4,18):
“El Espíritu del Señor descansa sobre mí…. Me ha enviado a dar la buena noticia (evangelizar) a los pobres…, a poner en libertad a los oprimidos (Isaías 61,1-2).
El término evangelizar, con la carga teológica que comporta, lo volvemos a encontrar en los versículos que cierran las escenas de Nazaret y Cafarnaún, en las que Jesús presenta el programa de su mensaje y actividad. Es importante constatar que aquí el término evangelizar está relacionado explícitamente con el reinado de Dios. Este reinado encierra características de novedad absoluta. Jesús, enviado por Dios Padre, tiene el privilegio de inaugurarlo y proclamarlo. El gentío quería retener a Jesús en Cafarnaún, pero él les dijo:
“También a las otras ciudades tengo que dar la buena noticia (evangelizar) del reinado de Dios, pues para eso he sido enviado” (Lc 4,43).
La buena noticia es, pues, que Jesús ya está proclamando el reino de Dios. Esta proclamación y su realización constituyen el centro de su misión.
Veamos ahora el contenido de los títulos atribuidos a Jesús por la revelación celeste:
— “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc 2,11).
La revelación celeste atribuye a Jesús unas prerrogativas que llaman poderosamente la atención. Dos de estos atributos pertenecen exclusivamente a Dios en el Antiguo Testamento: Salvador y Señor. El otro título, Mesías, es propio de Jesús y está relacionado con su misión terrestre. Por otra parte, la señal dada por Dios a los pastores es desconcertante:
“Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,12). Esta señal resulta paradójica y desconcertante, al compararla con los títulos atribuidos al recién nacido.
- Jesús, Salvador
El título de Salvador lo emplea sólo Lucas entre los sinópticos. El tercer evangelista estaba impregnado de la cultura greco-romana, por lo que es probable que conociera la célebre Inscripción de Priene, referida a César Augusto, en la que se descubre un paralelismo innegable con la narración del nacimiento de Jesús de su Evangelio. En la narración del nacimiento de Jesús, el tercer evangelista ha recurrido al género literario de los anuncios imperiales para que sus destinatarios paganos comprendieran que Jesús es el único Salvador y Señor.
En efecto, Lucas nombra exclusivamente a César Augusto, prototipo de emperador divinizado, en el marco de la cronología del nacimiento de Jesús (Lc 2,1). Pero hay un contraste significativo: los títulos de salvador y señor, atribuidos a Augusto por decreto imperial –Inscripción de Priene-, corresponden a Jesús, no por decreto de ningún tipo, sino por revelación directa de Dios (Lc 2,9-11). Por otra parte, el tiempo de paz, asociado al nacimiento del emperador Augusto, para Lucas es el tiempo de la benevolencia divina para con el género humano, a causa del nacimiento de Jesús:
— “¡Gloria a Dios en lo alto, y paz en la tierra a los hombres que Dios tanto ama!” (Lc 2,14).
Este texto se refiere sin duda a la paz mesiánica que llegará a las personas que se abran a la acción de Dios a través de Jesús.
Pero lo más importante es que el título de Salvador corresponde al nombre mismo de Jesús, dado por el ángel en la Anunciación (Lc 1,31). Que en el nombre de Jesús está ya indicada su misión es evidente si recurrimos a la etimología hebrea Yeshua (Jesús), que es la abreviación de Yehoshua: “Yahvé es salvación”. Además Lucas, que era pagano y escribe para ellos, está anticipando el tema de la salvación destinada a todas las naciones, propio del libro de Hechos de los Apóstoles.
Así pues, la revelación celeste atribuye a Jesús el título de Salvador. El trasfondo de los anuncios imperiales y la comparación implícita entre César Augusto y Jesús le confieren a este título y a la actividad que representa carácter universal. Jesús desde su nacimiento aparece como Salvador, también de los paganos.
Personalmente, me parece que esta situación se puede aplicar al mundo de hoy. El así llamado Occidente cristiano ha dejado masivamente de ser cristiano. Sus dioses son el dinero, el consumo desenfrenado, y el bienestar refinado a toda costa. No importa que a su lado haya gente sin techo y pasando hambre. Este primer mundo ignora a la mayor parte de la humanidad, postrada, oprimida y humillada por la pobreza y todo tipo de marginación, a la que los ricos y poderosos la han sometido. Probablemente a estos marginados, oprimidos y excluidos por los poderosos y opulentos, está destinada en un futuro inmediato la liberación, proclamada y realizada por Jesús y por sus seguidores, de parte de Dios.
- Jesús, el Mesías.
Otro título de Jesús en Lc 2,11 es el de Mesías. En la escena de la Anunciación, Lucas ya había subrayado dicho título a través de la profecía de Natán, que alude explícitamente a David como antepasado de Jesús:
“Éste –Jesús– será grande, lo llamarán Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado”… (Lc 1,32-33). En la narración del nacimiento, el evangelista hace alusión a Belén como ciudad de David (Lc 2,4). Es más, en el versículo 11 que estamos comentando, están asociados el término Mesías y la expresión en la ciudad de David.
Es evidente que el título de Mesías encierra un carácter particularista, ya que está relacionado solamente con el pueblo de Israel. Además, el título de Mesías, aplicado a Jesús, no responde a las expectativas del pueblo y de sus dirigentes, que esperaban una manifestación espectacular del Mesías con carácter político y guerrero en el Templo. Un Mesías con poder político-religioso, capacitado para derrotar y expulsar a los romanos y devolverle a Israel el poder y esplendor de antaño, teniendo como punto de mira el reinado de David, paradigma de la grandeza de Israel. Esta perspectiva, que no era la de Jesús, constituyó su gran tentación mesiánica durante toda su vida pública (Lc 4,1-13).
- Jesús, el Señor.
El último título que encontramos en Lc 2,11, y que ayuda a comprender la personalidad de Jesús, es el de Señor, en griego Kyrios. Este título es propio de Jesús resucitado, por eso se halla profusamente en el libro de Hechos de los Apóstoles, pero Lucas también lo atribuye a Jesús durante su vida pública, y hace ver que Jesús ya era Señor desde su nacimiento.
Las primeras comunidades cristianas reconocen e invocan a Jesús como Señor. Lucas transfiere a Jesús el título Kyrios, propio de Yahvé, en una especie de síntesis teológica. Con este procedimiento literario-teológico el evangelista nos indica que, a partir de su nacimiento, las prerrogativas propias de Dios pertenecen también a Jesús.
Llegados a este punto, conviene señalar que en el Antiguo Testamento Kyrios, más que un título, era el nombre mismo de Yahvé. Que Lucas emplea el procedimiento literario-teológico ya reseñado, el de aplicar Kyrios, el nombre de Yahvé, a Jesús, parece cosa manifiesta, porque en el Evangelio de la infancia (Lc 1-2), Kyrios aparece en algunos pasajes aplicado a Dios, y en otros se refiere a Jesús. De esta manera, Lucas nos hace ver que las prerrogativas de Dios en el Antiguo Testamento pertenecen ahora a Jesús desde su nacimiento (Lc 2,11), algo impensable e inaudito, a no ser por la revelación celeste. Por eso Jesús, adornado con estos atributos divinos, aparece como novedad absoluta, e inaugura los nuevos tiempos. El cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento en Jesús desborda con creces la perspectiva y el contenido de dichas promesas.
Aunque Jesús era ya Kyrios desde su nacimiento, comenzó a manifestar y a ejercer las prerrogativas propias de este título, a partir de la resurrección. Las comunidades cristianas comprendieron también que Dios había transferido a Jesús no sólo su nombre de Kyrios, sino también todas las prerrogativas que este nombre entrañaba: influjo sobre la historia de la humanidad y dominio sobre el universo. Jesús resucitado, libre ya de los límites espacio-temporales, está presente en la historia de salvación del nuevo pueblo de Dios, que es la humanidad entera. Es decir, su nueva forma de vida junto al Padre, sin límites espacio-temporales, le permite estar en contacto con los que creen en él y con la gente de buena voluntad en cualquier tiempo y lugar.
Jesús, como Señor que es, está presente en la historia humana, no para someternos ni esclavizarnos, sino para dignificarnos, abriéndonos un horizonte de trascendencia. Los seres humanos somos los protagonistas de nuestra propia historia. Jesús, presente en ella, por medio de su Espíritu nos va concediendo capacidad de amar, abriéndonos así radicalmente a las necesidades de los demás. También nos infunde sabiduría y fortaleza para que actuemos con honestidad y justicia sin desfallecer. De esta manera contribuimos a devolverles a los marginados, oprimidos y excluidos de la sociedad la dignidad que nunca tuvieron o que, en algún momento, les fue arrebatada por los jefes y los poderes económicos, políticos y religiosos de nuestro tiempo.
Así pues, los títulos de Salvador y Señor de Lc 2,11, al mismo tiempo que equiparan las prerrogativas de Jesús a las de Dios, indican también quiénes son los destinatarios de su misión terrestre: todos los pueblos de la tierra. El título de Mesías, aunque se refiere de manera directa al pueblo de Israel, al estar en conexión con los de Salvador y Señor, trasciende también ese ámbito. No ha habido ningún personaje ni profeta del Antiguo Testamento con los títulos y prerrogativas que son propios de Dios. El hecho de que las promesas de la Antigua Alianza se fueran a realizar en Jesús, el Mesías, tampoco hacía prever la hondura, el misterio y la trascendencia de su personalidad. Por eso es correcto hablar de novedad absoluta, al referirnos a Jesús. La revelación celeste, hecha a los pastores, nos indica, como veremos en breve, que el Mesías no viene sólo para Israel, sino también para los paganos. Su misión va a ser universal y eficaz. La universalidad le viene dada por los títulos de Salvador y Señor. La eficacia queda vinculada al hecho de que Jesús, desde su nacimiento, recibe la transferencia de los atributos y prerrogativas propios de Yahvé, en relación con la salvación-liberación del género humano.
Jesús se presenta, pues, como novedad radical, y propuso un mensaje totalmente innovador para la sociedad en que vivió. Debido a ese mensaje y a su realización, Jesús chocó frontalmente con las autoridades político-religiosas de su tiempo. Los creyentes, que le hemos prestado nuestra adhesión, debemos reflexionar sobre su mensaje en profundidad, para trasladarlo, adaptarlo, e intentar dar respuesta a los acuciantes problemas de muchas personas de nuestra sociedad. La confrontación que se pueda originar con las autoridades religiosas o civiles por ser fieles al Evangelio, no nos debe preocupar, a tenor de la última Bienaventuranza:
“Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios por rey” (Mt 5,10).
- Los pastores, destinatarios privilegiados del nacimiento de Jesús: Lucas 2,8-12.
La revelación celeste hecha por el ángel del Señor (Lc 2,8-12), interpreta de manera desconcertante el nacimiento de Jesús, al indicar quiénes son los destinatarios primordiales de este nacimiento, así como los títulos divinos con que está adornado el recién nacido. Ya hemos reflexionado sobre los títulos divinos. ¿Qué nos dice, pues, este relato sobre los pastores y el pueblo llano en estrecha relación con ellos? (Lc 2,10). Dios mismo proporciona una señal desconcertante como garantía de lo anunciado (Lc 2,12), que resulta paradójica, sobre todo, si la cotejamos con los títulos trascendentes atribuidos al recién nacido por la misma revelación: Salvador y Señor (Lc 2,11). El texto que nos atañe dice así:
“En las cercanías –de Belén donde había nacido el niño (Lc 2,4-7)– había unos pastores que pasaban la noche a la intemperie velando el rebaño por turno. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió de claridad y se asustaron mucho. El ángel les dijo:
— Tranquilizaos; mirad que os traigo una buena noticia, una gran alegría que lo será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y os doy esta señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,8-12).
Este es el texto de Lucas que incluye la revelación celeste y sus principales destinatarios, los pastores, a los que se les da una señal para que reconozcan al recién nacido. Para comprender el alcance de esta revelación, habrá que preguntarse quiénes son los pastores y a quiénes representan en este relato. Por otra parte, puesto que ya hemos analizado los títulos que corresponden a Jesús desde su nacimiento y la señal dada por Dios, brota espontánea esta pregunta: los pastores y la señal dada por Dios, ¿están en consonancia con las prerrogativas atribuidas a Jesús? Enseguida veremos que el hecho de que los pastores sean los destinatarios directos de la revelación celeste produce sorpresa y desconcierto, pero es Dios mismo quien se dirige a ellos para hablarles sobre el niño. Hay otros textos importantes en el Evangelio de Lucas –entre los que destaca Lc 4,18-21, al que ya hemos aludido– por los que se puede comprobar que el contenido de esta manifestación celeste está anticipando y otorgándole credenciales divinas a Jesús, y a su actividad y mensaje durante su vida pública.
- Los pastores: su función en esta escena[22].
¿Quiénes son y a quiénes representan, pues, los pastores en esta narración? Es verdad que hay una tradición bíblica favorable a los pastores, que refleja el honor debido a los patriarcas o al mismo David, porque todos ellos fueron pastores. Dios mismo ha sido considerado pastor de Israel [23]. Nuestro texto, sin embargo, no recoge estas tradiciones. El contexto inmediato, otros pasajes de Lucas, en clara conexión con los pastores, y el horizonte de su propio Evangelio están a favor de la interpretación peyorativa de los pastores. La historia, la sociología y otras fuentes, contemporáneas a Jesús, vienen en nuestra ayuda.
Para los contemporáneos de Jesús, los pastores eran gente peligrosa, siempre dispuesta al atropello. Por eso eran menospreciados y estaban totalmente marginados por la sociedad de su tiempo [24], ya que no tenían derechos civiles ni religiosos. Eran considerados como delincuentes habituales, dispuestos siempre al robo y al pillaje, por lo que no merecían confianza alguna[25]. De aquí que no pudieran testimoniar en juicio. En este sentido, eran equiparados a los recaudadores de impuestos, considerados por los judíos como gente pagana e indeseable. Éstos tampoco podían testimoniar en juicio[26].
Para Lucas y las comunidades cristianas primitivas, con las que compartía la fe en Jesús, esta gente pobre y despreciada, de manera especial por los dirigentes del pueblo, es precisamente la elegida por Dios para recibir la revelación celeste sobre el recién nacido, como destinatarios privilegiados. A ellos va dirigido en primer lugar este mensaje de Dios, llamado buena noticia, y por eso destinado a causar gran alegría. Estamos tratando uno de los puntos que conforman el corazón del Evangelio y que fundamentan la Teología de la liberación tan denostada y combatida por el Vaticano desde su nacimiento, allá por los años sesenta[27]. Los pastores pertenecían sin duda a la amplia y variada categoría de los pobres de Yahvé. Los fariseos además los despreciaban porque, dada su vida nómada, no podían observar las prescripciones de la Ley[28].
Hay un contraste manifiesto entre la sociedad judía del tiempo de Jesús, con sus complicados mecanismos socio-económicos, con criterios selectivos y excluyentes por parte de los jefes del pueblo, dado el tenor de vida de esta clase dirigente, por una parte, y el proyecto definitivo de Dios en Jesús, por otra, que, a través de una revelación celeste, escoge y señala a los pastores como destinatarios privilegiados del Evangelio. Este contraste resulta desconcertante y hasta escandaloso. Los pastores, prototipo de la gente marginada, vilipendiada y menospreciada, son precisamente los elegidos por Dios para recibir los primeros, de manera directa, la buena noticia del nacimiento de Jesús. Éste, adornado de prerrogativas divinas, viene a devolverles la dignidad perdida a los pastores, y a las clases marginadas, oprimidas y explotadas de todos los tiempos, a quienes los pastores representan.
Hemos visto que los pastores eran una clase social completamente marginada y despreciada. Ahora vamos a conocer otro aspecto importante. Por no cumplir la Ley, eran excluidos del pueblo de Dios, eran considerados no-pueblo. En la práctica eran tenidos como paganos o gentiles. Los dirigentes religiosos también consideraban a los recaudadores como gente excluida del pueblo de Israel. Por colaborar con los romanos, cobrando sus impuestos y enriqueciéndose con la extorsión que practicaban habitualmente, eran considerados pecadores públicos. Así pues, tampoco ellos formaban parte del pueblo elegido. Lucas, que era pagano, de manera velada, sutil e irónica está afirmando que Jesús viene en primer lugar para ofrecer su salvación-liberación a los gentiles. Por otra parte, al añadir (…) “una gran alegría que lo será para todo el pueblo” (Lc 2,10), está considerando también al pueblo de Israel como destinatario de la revelación y salvación que ha venido a traer Jesús, aunque en un segundo plano [29].
Por lo comentado hasta ahora, en esta escena la revelación celeste y el nacimiento de Jesús tienen lugar en un ámbito marcadamente profano; no hay atisbo alguno de ambiente sagrado. Sin duda alguna, se trata de una revelación divina, gratuita y trascendente, por provenir de Dios, pero la categoría de sagrado no se puede aplicar a Dios. Lo sagrado ha sido creado por el ser humano para hacerse intermediario entre lo divino y lo humano. Así van surgiendo en todas las religiones los sacerdotes, personas sagradas, intermediarios entre Dios y el pueblo, con un variado escalafón entre ellos; se levantan templos y santuarios para realizar los sacrificios, las ofrendas y los diversos actos de culto con una enorme variedad de ritos. En la revelación celeste de esta narración, no aparece ningún intermediario con carácter sagrado. Dios se comunica directamente con los pastores que, como hemos visto, era la clase más menospreciada y marginada de su tiempo. Lo sagrado está completamente ausente de esta escena. Por lo demás, el niño acostado en un pesebre en el escenario y ambiente de los pastores, dista de lo sagrado como el cielo de la tierra; se trata de un lugar y de un ambiente marcadamente profanos.
Llegados a este punto es importante conocer el mensaje que el ángel del Señor –Dios mismo-, transmite a los pastores:
— “Tranquilizaos; mirad que os traigo una buena noticia, una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y os doy esta señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,10-12).
Los pastores se asustaron al contactar con lo divino –mentalidad del Antiguo Testamento–, y el ángel los tranquiliza. A partir de la venida de Jesús, podemos ponernos directamente en contacto con Dios sin miedo alguno, y sin necesidad de intermediarios sagrados. A continuación les dice que les trae una buena noticia, motivo de una gran alegría. La palabra Evangelio significa buena noticia, y, al proclamarla en el nacimiento de Jesús, Lucas está identificando la persona de Jesús con el Evangelio. Allí donde está Jesús, su persona devuelve la dignidad perdida a la gente marginada, atropellada y oprimida por los ricos y las clases dirigentes político-religiosas. El Evangelio sólo se convierte en buena noticia si causa la liberación a los excluidos, oprimidos y sometidos. La presencia de Jesús y su actividad así lo demuestran, ya que durante toda su vida pasó haciendo el bien:
“Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10,38).
Además, como hemos visto, en este pasaje se le aplican a Jesús prerrogativas divinas, es decir, se le atribuyen dos títulos que en el Antiguo Testamento pertenecían sólo a Yahvé: Salvador y Señor[30]. Por otra parte, la señal dada, para que los pastores reconozcan al niño, es desconcertante y paradójica si la cotejamos con esos títulos. Lo acabamos de decir: sólo a Yahvé, Dios de Israel, se le atribuían esas dos prerrogativas, y ahora se transfieren a Jesús. No olvidemos que el Evangelio de la infancia contiene la cristología más desarrollada de toda la obra lucana, porque es lo último que él añade a su Evangelio que empezaba en el capítulo tercero.
Por lo demás, los pastores, de evangelizados por el ángel, se convierten en evangelizadores (Lc 2,15-20): la gente se admiraba de lo que decían los pastores; sólo “María conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior” (Lc 2,19). Esto le iba a dar la posibilidad de ir comprendiendo mejor y aceptando la personalidad misteriosa y desconcertante de su propio hijo, y poder revelarla en su momento. Por eso María es, sin duda alguna, una de las fuentes del Evangelio de la infancia. Lucas luego ha tratado esta y otras fuentes, que ha tenido en sus manos, con la libertad teológica que le es característica.
No hay vestigio alguno de lo sagrado en toda esta narración del nacimiento de Jesús. La relación se establece con la esfera de lo celeste o lo divino, pero ya hemos visto que este ámbito es gratuito e inalcanzable, por ser trascendente; no pertenece a lo que nosotros entendemos por sagrado. Así pues, lo secular, lo profano, la vida normal, sacada a veces de la rutina cotidiana por acontecimientos y avatares imprevistos, es decir, la vida tranquila y cotidiana de María y José, condicionada en esta escena por el Edicto imperial, ha ido marcando el rumbo de sus vidas de manera natural y progresiva. En su vida pública, el contacto con su hijo, Jesús, les ha ido apartando, poco a poco, del ámbito sagrado y cerrado del judaísmo, para compartir, después de la resurrección, la adhesión a Jesús con gentes de todas las razas y naciones, movidos por el Espíritu Santo, que terminó echando por tierra todas las barreras sagradas del judaísmo.
Probablemente el Dios de Israel ya estaba cansado de tantos intermediarios sagrados, pero sin fe, y de tantos actos de culto vacíos de contenido, y quiso que con Jesús se fuera estableciendo una relación fluida entre lo celeste y lo terrestre sin que esta relación quedara lastrada por sacerdotes descreídos, por gran número de lugares sagrados, por templos en los que se ofrecían mecánicamente un sinfín de sacrificios de animales, y por múltiples y variados actos de culto, celebrados siempre en lugares sagrados.
Otra conclusión manifiesta: los grandes de este mundo, los ricos y poderosos no son precisamente los más capacitados para aceptar y vivir el Evangelio. Los privilegiados del reinado de Dios son los pobres, los marginados, los excluidos y despreciados por la sociedad, los oprimidos, la gente sencilla, el pueblo llano. El Evangelio, al mismo tiempo que libera al ser humano de la marginación, explotación u opresión a las que con frecuencia se ve sometido, a su vez lo capacita para elegir con libertad una vida sencilla que pueda dar en rostro a “los valores” del mundo este. Así, de persona marginada y oprimida, una vez liberada, puede convertirse en persona liberadora, contribuyendo a devolver a otros la dignidad maltrecha o perdida.
Este plan de Dios, por lo novedoso, gratuito, desconcertante y paradójico, choca frontalmente contra “los valores establecidos” de la sociedad en general, y por gran parte de la Alta jerarquía en particular, ya que esos valores son con frecuencia idénticos. Es inaudito y desconcertante que lo débil de este mundo sea revestido de la fortaleza y sabiduría de Dios para llevar adelante sus planes. No hay duda de que el Evangelio va contra corriente al afirmar que la gente sencilla, el pueblo llano, los sin nombre son los privilegiados del reinado de Dios (Lc 10,21-22). Son, en efecto, los elegidos por Dios gratuitamente para adherirse a Jesús, y luego llevar a cabo la salvación de Dios por medio de su Hijo. Ésta es la gran paradoja y la novedad radical de Jesús y de su Evangelio: en lo débil, en lo que no cuenta para este mundo, se manifiesta la benevolencia, la sabiduría y el poder de Dios (I Cor 1,20-29). Jesús de Nazaret, que rechazó como tentación el poder religioso, y el político-económico, él mismo es la benevolencia, la sabiduría y el poder de Dios para la humanidad.
Ya hemos hecho alusión al paralelismo entre Lc 2,8-12 y Lc 4,18-21 y contexto. Quizás sea conveniente profundizar un poco más, para comprobar mejor la estrecha relación que existe entre estos dos pasajes. En Lc 2,10-11 el Evangelio se identifica con la persona de Jesús desde su nacimiento. Dios mismo anuncia esta buena noticia a los pastores. En la escena de Nazaret (Lc 4,18-21) el Evangelio se identifica con el mensaje y la actividad liberadora de Jesús. Él mismo anuncia esta buena noticia a los pobres y oprimidos, destinatarios directos de su mensaje y actividad:
“El Espíritu del Señor descansa sobre mí…. Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres…a poner en libertad a los oprimidos”… (Lc 4,18).
Una vez que hubo leído el texto de Isaías, con un breve comentario Jesús se lo aplica a sí mismo:
“Hoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este pasaje” (Lc 4,21).
De nuevo resuena este HOY que indica el nuevo comienzo. Es evidente, pues, que el Evangelio es y significa buena noticia, en primer lugar, para las clases oprimidas y marginadas de la sociedad. Jesús ha sido enviado para liberar a estas personas de toda clase de injusticia, que pesa como una losa sobre ellas, y para devolverles sus derechos, la dignidad, y la alegría de volver a sentirse personas libres. Sin libertad, inherente a todo ser humano, y sin los derechos fundamentales que le pertenecen, se vive en una situación infrahumana. Jesús entabló una lucha sin cuartel, siempre con medios pacíficos, para devolverle a todo ser humano la libertad y la dignidad que le pertenecen. El reino de Dios se construye con personas libres, porque somos hijos de Dios, hermanos de Jesús, y hermanos unos de otros; no con personas esclavas.
Sabemos por los evangelios que Jesús puso todo su empeño en devolverles la libertad y la dignidad a las personas sometidas o esclavizadas de su entorno. Querer alcanzar o recuperar la libertad perdida, es un requisito importante para integrarse conscientemente en el reino de Dios. Al contrario que Jesús, las diversas religiones de la humanidad —incluido el cristianismo cuando funciona como una religión más—, a través de muchos de sus dirigentes, y multiplicando leyes y normas, han sometido las conciencias de sus respectivos creyentes en nombre de Dios, impidiendo así que mucha gente alcanzara la libertad y la responsabilidad inherentes a toda persona adulta.
Así pues, el Evangelio se identifica con la persona, actividad y mensaje de Jesús. Queda también claro que los primeros destinatarios de esta buena noticia son los pobres, los oprimidos, los explotados, en una palabra, los menospreciados por los dirigentes y las clases acomodadas de la sociedad, porque estos “seres abyectos” no cuentan en absoluto para ellos. Para Dios sí cuentan, y son seres privilegiados, porque a través de Jesús les ha llegado este mensaje de liberación tan esperado. Dios lo ha querido así, y así lo ha revelado: por medio de una revelación celeste a los pastores, en Lc 2,10-12; por medio del mismo Jesús en Nazaret, en Lc 4,18-21. Estos dos pasajes, con un contenido teológico y humano tan profundo, no hacen sino anticipar, como programa, y ratificar, como compendio, la actividad liberadora de Jesús durante su misión terrestre. Nos encontramos, pues, ante una novedad absoluta y radical, la del cambio cualitativo de valores que comporta el reinado de Dios, proclamado y llevado a cabo por Jesús. La teología de la liberación hunde, pues, sus raíces en estos pasajes fundamentales del Evangelio.
- La circuncisión de Jesús: Lucas 2,21
“Al cumplirse los ocho días, cuando tocaba circuncidar al niño, le pusieron de nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción” (Lc 2,21).
Benedicto XVI afirma que Pablo alude a este rito al escribir: “Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción” (Gál 4,4s.)[31].
Efectivamente, Jesús queda incorporado al pueblo de Israel, pero habría que especificar que la circuncisión obliga al cumplimiento de la Ley mosaica, y que Jesús en su vida pública se desentiende de ella o la contraviene con su conducta y enseñanza: el precepto del sábado, las tradiciones de Israel, los alimentos impuros, comer con gente indeseable, la abolición del culto y del templo… El motivo es que, en tiempo de Jesús, la Ley mosaica atentaba contra los valores y derechos esenciales de las personas. Pero Jesús colocó al ser humano en el centro de su actividad y mensaje. Por eso sabemos que las comunidades cristianas primitivas, siguiendo las enseñanzas y el quehacer de su Maestro, abolieron la circuncisión, declarando que para ser cristiano, no había que pasar por el judaísmo (Hch 10,1-11,18; Hch 15). Es decir, este rito religioso y sagrado, que obligaba al cumplimiento de la Ley mosaica, queda abolido. Como dice Pablo con frecuencia, no estamos bajo la Ley, sino bajo el influjo del Espíritu de Dios.
- La presentación de Jesús: Lucas 2,22-32.
Benedicto XVI afirma que este segundo episodio es más complejo, porque encierra tres acontecimientos: la “purificación” de María, el “rescate” del hijo primogénito… y la “presentación” de Jesús en el templo (p. 87). Todo esto está mandado por la Ley del Señor (Lc 2,22). Luego Benedicto XVI analiza a fondo las leyes del Antiguo Testamento que tenían que ver con estos acontecimientos[32]. Pero reconoce que lo singular de esta narración es que no habla del rescate de Jesús, sino de su “presentación” (p. 89). En efecto, el tercer evangelista aprovecha esta prescripción legal para poner de relieve el hecho de la presentación. Benedicto XVI vuelve a insistir en que “sobre el acto del rescate prescrito por la Ley, Lucas no dice nada” (p. 89). Luego, afirma que “para Lucas es esencial precisamente esta primera entrada de Jesús en el templo como lugar del acontecimiento” (p. 89), para terminar afirmando que “a este acto cultual, en el sentido más profundo de la palabra, sigue en Lucas una escena profética” (p. 90). Vamos a ver, sin embargo, que Lucas no hace alusión a ningún acto cultual, y menos en sentido profundo.
En la presentación, nos encontramos con una pequeña narración, seguida por un himno. En la narración destacamos lo siguiente:
— Simeón es un israelita piadoso, pero vive al margen del templo y de sus funciones, porque no es una persona sagrada.
— Este personaje cobra importancia cuando Lucas afirma que “el Espíritu Santo estaba con él, que lo había avisado que no moriría sin ver al Mesías, y que fue al templo impulsado por el Espíritu”. Es decir, el templo queda en un segundo plano, como algo circunstancial, y Lucas centra el episodio en el tema del Espíritu. La presencia de Jesús hace que irrumpa el Espíritu de Dios, y Simeón, bajo su influjo, habla como profeta.
— Aunque María y José habían ido al templo para cumplir la Ley de Moisés, no se habla del rito de la presentación de Jesús; la presentación queda desdibujada y pierde su importancia ante la profecía de Simeón sobre el niño. No se narra, pues, acto de culto alguno. Como este himno encierra temas importantes de la teología lucana, sería bueno terminar esta sección con una reflexión sobre su contenido.
Este pequeño himno (Lc 2,29-32), puesto en los labios de Simeón, es el pasaje con mayor alcance universal de todo el Evangelio de Lucas. Con el ahora, que lo encabeza, subraya Lucas el comienzo de la novedad mesiánica. Según tu promesa, relaciona al niño que tiene en sus brazos con el cumplimiento de las promesas de Dios. El anciano profeta, guiado por el Espíritu Santo, descubre en este niño “al salvador de todos los pueblos”[33], y lo proclama, ante todo, “luz para alumbrar a las naciones” (los gentiles), y sólo luego lo considera también “gloria de su pueblo, Israel”. El estrecho horizonte judío se ensancha desde los comienzos de la vida de Jesús. Esta profecía se abre al universalismo de Hechos de los Apóstoles: “Recibiréis el Espíritu Santo… para ser mis testigos en Jerusalén… y hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8).
La experiencia de las comunidades cristianas primitivas, recogida en el libro de Hechos, ha sido dura y polémica, porque los judíos han ido rechazando la salvación de Jesús. Por eso la apertura a los gentiles tiene carácter polémico, de confrontación, porque históricamente es fruto del rechazo de los judíos. Pablo y Bernabé, de hecho, se dirigieron en primer lugar a los judíos, pero, al ser rechazados por éstos, empezaron a anunciar el mensaje de la salvación de Dios a los paganos:
“Era menester anunciaros primero a vosotros el mensaje de Dios; pero como lo rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que vamos a dedicarnos a los paganos” (Hch 13,46).
Lucas, que era pagano, y que además había vivido de manera intensa y dramática esta situación, presenta a Jesús en primer lugar como salvador de los paganos; a continuación, también de Israel: “luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel”[34].
En la obra lucana y en las cartas de Pablo el tema del Espíritu le gana la batalla al de la Ley mosaica. Aquí se establece línea directa entre el Espíritu Santo y Simeón, y el rito de la presentación desaparece de la escena. El tema de lo sagrado una vez más cede el paso a la comunicación del Espíritu de Dios que no depende de intermediarios. Es la fuerza de lo divino frente a lo sagrado. Lucas va dejando cada vez más claro que con Jesús y con el Espíritu de Dios estamos en el horizonte del Nuevo Testamento, ámbito de lo secular y profano, no del Antiguo, ámbito de lo sagrado.
Simeón, sosteniendo al niño, afirma que será “signo de contradicción”. Se trata de la actitud que se toma ante Jesús. En el mismo Evangelio, el pueblo está pendiente de sus labios, mientras que los jefes del pueblo, desde el comienzo de su vida pública, buscan la manera de quitarlo de en medio. Un buen comentario de este pasaje lo hace el mismo Jesús cuando recibe a dos emisarios de Juan; después de hacer alusión a las palabras de Lc 4,18, y de curar a los que lo necesitaban, afirma: “¡Dichoso el que no se escandalice de mi!” (Lc 7,23). Escandalizarse de Jesús es rechazarlo. Luego le dice a María: “una espada te traspasará el alma”.
Benedicto XVI comenta acertadamente: “La teología de la gloria está indisolublemente unida a la teología de la cruz”[35]. A continuación, Lucas nos presenta a una mujer piadosa, que ante la presencia de Jesús, profetiza, atribuyéndole al niño “la liberación de Jerusalén”. El horizonte es el judío, pero Lucas hace ver que también las mujeres se benefician del contacto con Jesús. Aquí presenta a Ana como profetisa.
Por último, Benedicto XVI habla de la escena que cierra el Evangelio de la infancia (Lc 2,41-52), y la titula: “Jesús en el templo a los doce años” (p. 125). Destaca que la obligación de la familia era llevar los hijos al templo, a partir de los trece años. A veces se adelantaba la edad para que se acostumbraran a cumplir con la Torá. El niño se queda en Jerusalén, en el templo, y los padres se dan cuanta de que no está con ningún miembro de la caravana, y deciden volverse a Jerusalén. “A los tres días” lo encuentran en el templo, sentado entre los doctores, respondiéndoles y preguntándoles (Lc 2,46). Benedicto XVI admite que los tres días puede ser lenguaje simbólico y referirse al periodo entre la muerte y la resurrección de Jesús (p. 128). Recalca la importancia del templo para Israel y para la Sagrada Familia desde la infancia de Jesús (p. 126-127), pero creo que exagera cuando afirma: “Jesús no está en el templo por rebelión a sus padres, sino justamente como quien obedece, con la misma obediencia que lo llevará a la cruz y a la resurrección” (p. 129). Además, Jesús no va a la cruz por obediencia al Padre, lo arrastran a la cruz los sacerdotes y los jefes del pueblo, porque lo consideran una persona subversiva, un malhechor y un blasfemo. El Padre, resucitando a Jesús, confirma tu actividad y su mensaje durante su vida pública.
Ante el reproche de María: –“Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo!” (Lc 2,48), Jesús le responde: – “Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme de lo que pertenece a mi Padre?” (Lc 2,49). Benedicto XVI comenta así este pasaje: “En esta respuesta hay sobre todo dos aspectos importantes. María había dicho: “Tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jesús la corrige: yo estoy en el Padre. Mi padre no es José, sino otro: Dios mismo”[36]. El texto no dice que José no sea su padre. Aquí hay una manifiesta contraposición entre tu padre, en labios de María, y mi Padre, en boca de Jesús. Es decir, Jesús no niega que José sea su padre terrestre, pero, a esta paternidad, contrapone otra paternidad, para él más importante: con la expresión mi Padre, referido a Dios, se está proclamando Hijo de Dios, como en la Anunciación (Lc 1,35), y como en el pasaje de Lc 10,22: “Mi Padre me lo ha enseñado todo; quién es el Hijo lo sabe sólo el Padre; quién es el Padre lo sabe sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Quiero terminar, poniendo de relieve que Benedicto XVI, comentando La infancia de Jesús, en algunas ocasiones afirma que Jesús es Dios. En esta narración, hablando de que Jesús crecía no sólo en edad, sino también en sabiduría, y ponderando el misterio que encierra su persona, escribe: “Se manifiesta concretamente que él es verdadero hombre y verdadero Dios, como lo formula la fe de la Iglesia”[37]. El credo de algunos concilios así lo formula, pero en el Evangelio de Lucas nunca encontramos esa afirmación. Lucas sí habla de Jesús como el Hijo de Dios, que, en algunos pasajes, tiene sentido trascendente.
- Por lo escrito hasta aquí, en cuanto a la recensión del libro de Benedicto XVI, La infancia de Jesús, podríamos hacer este resumen:
Es un libro cómodo de leer y uno se siente tranquilo al leerlo, ya que no hay un solo comentario que inquiete al lector o lo ponga delante de los problemas lacerantes de nuestro tiempo; Benedicto XVI demuestra una gran erudición y conocimiento de las Escrituras. La teología que encierra su libro tiene normalmente presente, como trasfondo, el statu quo de la Iglesia jerárquica, y hace interpretar erróneamente algunos textos importantes, o bien, omite el comentario de otros pasajes que podrían llevar a una seria confrontación entre el Evangelio y el statu quo de la Iglesia jerárquica, al que hemos aludido.
De hecho, nunca ofrece la confrontación dialéctica entre los dípticos de Juan Bautista y los de Jesús, porque a través de esta contraposición, se pone de manifiesto la supremacía de lo profano, referida a María y a Jesús, frente a la decadencia de lo sagrado, relacionada con el sacerdocio de Zacarías. María acepta el mensaje del Señor, a pesar de lo novedoso, fe de María frente a la incredulidad del sacerdote Zacarías; otra contraposición pone de manifiesto la novedad radical de Jesús, que aparece como la nueva creación, frente a la desaparición de las principales instituciones sagradas del Antiguo Testamento. Jesús las va declarando obsoletas, a lo largo del Evangelio de Lucas. Sólo queda en pie el profetismo, ya que Juan aparece como el último profeta de la Antigua Alianza; hay también un marcado contraste entre los atributos trascendentes de Jesús, frente a las prerrogativas proféticas de Juan.
Benedicto XVI presenta a Juan Batista, en primer lugar como sacerdote, y afirma que su sacerdocio ilumina y anuncia el nuevo sacerdocio de Jesús. La teología especulativa y deductiva, desde el statu quo al que hemos aludido, lo lleva a recabar de los textos el apoyo a este sacerdocio de Juan, para iluminar, desde el Antiguo Testamento, el sacerdocio de Jesús, y el sagrado sacerdocio de la Iglesia, que se va desmoronando lentamente; ni Juan fue sacerdote, ni Jesús aparece como sacerdote en el Evangelio de Lucas. La falta de fe de Zacarías, traducida en falta de identidad y convicción en bastantes sacerdotes de la Iglesia de hoy, así como la vida rutinaria en el ejercicio de su ministerio, no entusiasman ni impresionan a la juventud de nuestro tiempo, que, en gran medida, está dando las espaldas a la Iglesia jerárquica.
En el relato de la escena del nacimiento de Jesús, Benedicto XVI no saca las conclusiones que emanan de esos textos: no ve, o no quiere ver que los títulos trascendentes de Jesús producen sorpresa y desconcierto, al confrontarlos con los pastores y la señal de pobreza que el ángel les ha dado, porque los pastores representan a los marginados y excluidos de todos los tiempos. La conclusión es clara: el nacimiento de Jesús es buena noticia y alegría, en primer lugar, para todos los excluidos de la sociedad, porque Dios así lo ha querido y revelado. A Benedicto XVI, en su libro, La infancia de Jesús, le falta garra para interpelar a la gente, porque prescinde de los serios y acuciantes problemas que en nuestros días están agobiando y asfixiando a tantas personas y familias. Estos problemas concretos y lacerantes son los que tienen que interpelar al Evangelio para tratar de entender qué habría hecho Jesús de vivir entre nosotros. Esta teología, de carácter inductivo y muy concreta, que coloca siempre a Jesús en el centro, va impactando a muchos seguidores de Jesús en nuestro entorno, a personas creyentes y no creyentes, y a gente de buena voluntad, que se dejan llevar por el Espíritu, y ponen su propias vidas y sus recursos a favor de los más pobres y desfavorecidos. Ésta es la Teología de la liberación que no puede estar presente en el comentario de Benedicto XVI por razones obvias.
En lo referente a la virginidad de María, comprendemos la coherencia de Benedicto XVI, pero los argumentos convergentes que hemos esgrimido a favor de la paternidad de José tienen una fuerza innegable. Lo que no podemos admitir es la afirmación de que la virginidad de María es fundamento de nuestra fe, equiparándola explícitamente al tema de la resurrección de Jesús.
[1] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 25.26.
[2] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 29-30.
[3] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 29-30
[4] Consulta a este respecto, C. Escudero Freire, Jesús y el poder religioso, Nueva Utopía, Madrid 2003, 205-219.
[5] De hecho la genealogía de Jesús en el Evangelio de Lucas es de carácter ascendente: empieza en Jesús para terminar en Adán, el de Dios (Lc 3,23-38), mientras que la genealogía, en el Evangelio de Mateo, es de carácter descendente, y no empieza en Adán, sino en Abrahán, y termina en Jesús (Mt 1,1-16).
[6] Benedicto XVI en La infancia de Jesús, p. 32, habla de virgen en este versículo (Lc 1,27). La palabra griega “parthenos” puede traducirse por virgen, pero también significa doncella, mujer joven. De hecho, la Nueva Biblia Española la traduce por joven.
[7] Oliver, H.H., The Lucan Birth Stories and the Purpose of Luke-Acts: NTS 10 (1963-64) 215; 217.
[8] Laurentin, R., Structure et Théologie de Luc I-II, Paris 1957,
[9] No estudiamos esta narración de manera exhaustiva, pero convendría recordar que está redactada con el así llamado género literario de anuncios. Uno de los elementos de este género literario es la objeción del protagonista. Consulta, C. Escudero Freire, Devolver el Evangelio a los pobres, Sígueme, Salamanca 1978, 70-77.
[10] A este respecto, consulta, C. Escudero Freire, Jesús y el poder religioso, Ed. Nueva Utopía, 205-209.
[11] En el texto griego: “Makaría hê pisteúsasa”: dichosa tú que has creído.
[12] Lucas da un relieve especial a algunas mujeres en relación con Jesús y el reinado de Dios que él inaugura y proclama. La Jerarquía católica, por el contrario, durante siglos ha ignorado a la mujer en la tarea y responsabilidad de la evangelización con todo lo que ello supone, y la ha relegado en las diversas instituciones eclesiásticas, prescindiendo de su calidad, riqueza y sensibilidad. El patriarcado, que se ha ido formando durante siglos, sigue siendo inexorable, y hoy, cuando la mujer tiene acceso a todas las instituciones culturales, políticas y económicas, sigue discriminada por la Iglesia jerárquica. Es un verdadero pecado histórico y esta Iglesia lo está pagando con creces. Lo malo es que también lo está pagando la Causa de Jesús, el Reinado de Dios.
[13] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 62.
[14] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 62.
[15] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 63.
[16] A este respecto, consulta, Castillo, J.M., La humanización de Dios, Ensayo de Cristología, Trotta, Madrid 2009; en las páginas 162-180, estudia la teología política de la Iglesia antigua, hace ver cómo el “Cesaropapismo” dejó su huella indeleble en la teología, y tiene un interesante excursus sobre los principales concilios cristológicos, empezando por el de Nicea y siguiendo por el de Calcedonia, claves en la cristología tradicional.
[17] Así el dogma de la Trinidad no se encuentra en los evangelios; los argumentos aportados en esos concilios, echaron mano de los conceptos filosóficos de naturaleza y persona, siguiendo a Aristóteles y a su escuela. El dogma de la transustanciación, que explicaba la presencia real de Jesús en la eucaristía, es decir, que la sustancia de pan se convertía por las palabras de la consagración en la carne de Jesús… hoy ya no se enseña. El credo constantinopolitano nos parece hoy, en algún punto, un acertijo: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado… Por último, los evangelios nos hablan de la resurrección de Jesús, pero no nos dicen cómo resucitó. ¿Cómo se puede, pues, afirmar sin ningún apoyo en los evangelios, que María está en cuerpo y alma al cielo? Y ¡qué decir del dogma de la infalibilidad pontificia! Basta con saber que la Sagrada o Santa Inquisición, que torturó y mandó al patíbulo a demasiada gente, fue aprobada y promovida por muchos papas, ya que, para vergüenza de la Iglesia jerárquica, estuvo en vigor varios siglos.
[18] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 71.
[19] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 73-86.
[20] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 73.
[21] Esta escena es de la triple tradición: cf. Mt 12,46-50; Mc 3,31-35. Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 77-78, desarrolla toda una teología sobre Jesús, primogénito, con textos del Antiguo Testamento y de Nuevo: su condición después de la resurrección, que no vienen al caso.
[22] C. Escudero Freire, El Evangelio es profano, El Almendro, Córdoba 2012 43-47
[23] Salmo 23,1; 80,2. Estos salmos recogen la idea de que Dios gobierna a su pueblo; la idea de pastorear, en el sentido de gobernar, se encuentra también aplicada a algunos reyes de Israel: 2 Sam 7,7; Jer 2,8.
[24] J. Schmid, El evangelio según san Lucas, Barcelona, 1968, 101-103.
[25] C. Stuhlmueller, Evangelio según Lucas, Comentario Bíblico “San Jerónimo”, III, Madrid 1972, 319.
[26] H.L. Strack-P. Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament, II, München 1989, 113-114.
[27] Lucas nos ofrece otros dos pasajes que completan este texto: Lc 4,18-19, al que ya hemos hecho alusión, y Lc 7,18-23; estos textos se refieren a la liberación llevada a término por Jesús durante su vida pública: sus obras y su mensaje. En ellos encontramos el término “evangelio”, buena Noticia, o el verbo “evangelizar”, proclamar la buena Noticia, como en este pasaje del nacimiento de de Jesús.
[28] G. Leonardi, L’infanzia di Gesù nei vangeli di Matteo e di Luca, Padova 1975, 211. Los fariseos, abusando de la enorme autoridad que tenían sobre el pueblo, “habían hecho creer a la gente que para estar a bien con Dios había que hacer como ellos, introduciendo así en sus conciencias un sentimiento de culpa y de inferioridad que les permitía dominarlos. Pero con toda su observancia de las reglas religiosas eran amigos del dinero, y explotaban a la gente sencilla con pretexto de piedad (Mt 23,25-28; Mc 12,40; Lc 11,39; 16,14)”; J. Mateos, Nuevo Testamento, Madrid 1987, 15.
[29] M. Coleridge, Nueva Lectura de la Infancia de Jesús, Ed. El Almendro, Córdoba 2000, 146, nota 29, afirma, en contra de la opinión de varios autores –entre los que se encuentran K. Renstorf, y H.H. Oliver– que el “panti tô laô” –“a todo el pueblo”– de Lc 2,10, no es verosímil que se refiera a los gentiles. Cuando “aparece el singular “laós” en la narrativa lucana, se refiere a Israel, especialmente si se trata de la expresión “pâs hó laós” (Lc 3,21; 7,29; 8,47; 18,43; 19,48; 21,38; 24,19)”.
[30] Para examinar estos dos títulos con mayor detención y comprobar la dialéctica que se estable entre ellos, los pastores y la señal recibida, consulta, C. Escudero Freire, La revelación celeste: Los pastores y el pueblo. Contrastes entre los títulos atribuidos a Jesús, y la señal dada por Dios, Isidorianum, 2004, 120-138.
[31] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 87.
[32] La infancia de Jesús, 88-89
[33] El término griego no es aquí “sôtêr” –salvador–, sino “sôtêrion” –salvación–; estamos ante el típico uso del abstracto por el concreto, ya que este título está relacionado con las metáforas de luz y gloria, aplicadas en el versículo 32 a Jesús. La conexión con el título de salvador (sôtêr), dado por Dios a Jesús con motivo de su nacimiento, queda patente (Lc 2,11).
[34] Lc 2,32: luz para alumbrar a las naciones, tiene como trasfondo a Is 42,6, y 49,6; aunque las dos citas contienen la expresión luz de las naciones, el texto de Isaías 49,6 tiene la ventaja de estar citado en dos pasajes importantes de Hch: 1,8 y 13,47, que contienen explícitamente el tema de la salvación (sôtêria). Por eso Lucas en este episodio anticipa el tema fundamental de su segundo libro, Hechos de los Apóstoles: la apertura dialéctica del cristianismo a los paganos. Consulta también, como trasfondo, Is 25,7; 40,5: el Mesías-luz librará a los gentiles de las tinieblas, símbolo de todo tipo de opresión.
[35] La infancia de Jesús, 92.
[36] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 128.
[37] Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 132.
Agustín O., no sé qué habré dicho como para que te des por aludido, y siento si te has adjudicado algo de lo que yo haya dicho sin mencionarte y, ni siquiera, pensando en tí. Mi estilo no suele se ofensivo a título personal, aunque alguien piense que he dicho algo que no he dicho, pero eso es cuestión de interpretación de quien me lea (no descarto que alguna vez haya errado sin quererlo). Por eso últimamente repito eso de que yo respondo de mis palabras no de lo el otro/a interprete, y siempre estoy dispuesta a aclararlo.
Decía que me fatigaba que cada vez que sale el tema de la homosexualidad, tengamos que partir de cero: la moral católica por un lado, y la ética civil por otro. Eso no quiere decir que alguien, nuevo o veterano en atrio, aporte nuevas perspectivas al diálogo, que nunca vienen mal.
Por eso insistía en que aportásemos algo, y no demos vueltas y vueltas a lo elemental que ya todos y todas sabemos de cada una de las partes que sostienen puntos de vista paralelos y/o divergentes.
Y finalmente, en ningún momento he mencionado si alguien debe abandonar o quedarse en atrio. En otras ocasiones lo máximo a lo que he llegado, es a decir que si a alguien no le gusta este blog y lo repite insistentemente, le he dicho que no es obligatorio permanecer en él. No me gusta que alguien abandone atrio porque no haya habido entendimiento con alguien, puesto que “hablando se entiende la gente”.
PD. Agustín te voy a dar una sugerencia, si hicieses puntos y aparte, te leeríamos con más facilidad.
Opino como Agustín que la sexualidad es bastante marginal en en seguimiento a Jesús, lo importante es la causa del Reino, hacer crecer el amor en nosotros y en los que nos rodean tal como Jesús amó, sin hacer distinciones de personas incluidos los enemigos. Si he insistido en el tema de la homosexualidad es porque alguien dijo que era un asunto espinoso y que no lo tenía claro. Mi posición es que admitir el matrimonio homosexual responde a una ética mejor, más ajustada a los valores del Reino que la que hasta ahora ha sostenido el Magisterio de la IC. Que el matrimonio homosexual no ataca de ningún modo al heterosexual ni a la familia, sino en mi opinión todo lo contrario, pues evita que personas homosexuales que quieran llevar una sexualidad integrada y equilibrada en el matrimonio puedan hacerlo, sin recurrir a uno de conveniencia sostenido en el engaño.
Ciertamente como dice MªPilar el matrimonio heterosexual tiene problemas serios, parece estar tocando a su fin pues se tramitan más divorcios que bodas. Cada vez se casan menos. Por ello parece un contrasentido que los homosexuales reclamen ese derecho, cuando los matrimonios bienavenidos de muchos años se ven como curiosidad escasa. Para que un matrimonio dure y crezca en la unión y el amor es necesario estar dispuesto, poner interés y esfuerzo en que las cosas funcionen, porque así lo han decidido y comprometido ambos cónyuges. Y esto parece que hoy no abunda y lo rompen por causas a menudo triviales.
El matrimonio lo bendice y sacramentaliza la IC por ser un medio eficaz para muchos de profundizar los valores del Reino, aunque por esterilidad no haya descendencia. Sin embargo, el matrimonio no es un fin en sí mismo sino un medio. Ya Jesús decía que en el Paraíso no habrán matrimonios. Por ello pienso que alarmarse porque los matrimonios se rompan o por que la gente no se case no le encuentro mucho sentido. Las campañas de la Iglesia por la familia y la “vida” las encuentro desmesuradas. Hay otros medios y formas de vivir los valores del Reino que no pasan necesariamente por el matrimonio. El matrimonio funciona cuando funciona, cuando deja de funcionar pues simplemente no sirve para sus fines.
Gracias Agustín por haber sostenido un diálogo interesante conmigo a pesar de las circunstancias en medio de insultos y descalificaciones. Las posiciones han quedado claras, pero yo sigo pensando en que la IC debe progresar hacia una ética mejor y más ajustada a los valores del Reino y no mirar atrás con añoranza de supuestos tiempos mejores.
Saludos cordiales
Después de leer el Tema e intentar encajarlo en el marco de mis vivencias de fe en Jesús, motivada por el progresivo conocimiento que he ido acopiando, tanto de los teólogos estudiosos, como del aporte vivencial de las gentes sencillas y también de los distintos modos como el Magisterio Eclesial ha iintentado marcar pautas, más o menos definitivas, con respaldo gradual de su responsabilidad, sigo pensando en algo que también le escuché muchas veces a T. Malagón: “Que la mayor dificultad que suponía el carácter práctico de la fe en Jesús, era la claridad de su testimonio y la de lo más esencial y fundamental de su mensaje”.
Jesús, desde su HUMANIDAD, puso en claro el desvío al que habían sido conducidos los seres humanos, abusando de su libertad para atribuirse teórica y prácticamente condiciones y comportamientos exclusivos de Dios y no disponibles para ningún otro ser, ni siquiera a modo de real y definitiva representación independiente de la divinidad.
La diferencia en poder sobre l*s demás y sobre lo demás de la naturaleza, es el arquetípico fruto prohibido del Árbol que diferencia definitivamente al bien del mal.
La Humanización o Encarnación de Jesús, es testimonio claro y clarificador de la Misión salvadora para la Humanidad desviada por la clasificación introducida al asumir poder los seres humanos unos sobre otros, estableciendo falsa clasificación relacional entre iguales, considerados desiguales.
Por ello lo que importa es clavar bien ajustada la mirada en Jesús, Hijo del Hombre, intentando con la máxima sencillez actualizar y concretar la vivencia de imitarle en lo humano, guiados por lo que de su mensaje más claramente nos informa e impulsa a ese seguimiento vivencial.
La Verdad de SU REALIDAD HUMANA ha de ser fundamento específico de identidad de pertenencia activa a lo que Él ha asumido como HUMANO.
Por ello, SU BUENA NOTICIA, va directamente a hacerse patrimonio esperanzado de l*s más pequeñ*s, designad*s como “los pobres”, a quienes señalará como referentes de nuestro comportamiento fiel, o no, con Él. ( Is.61; Lc. IV, 18; Mt. XXV; Ju XII,35)
Jesús no nos impone mandamiento en sentido estricto, sino actitud de imitación humana, aunque bajo ese concepto y palabra lo exprese:
“-Que os améis COMO yo os he amado.” ”-En esto conocerán que sois DISCÍPUL*S MI*S, en que os amáis mutuamente,” “sin excluir a quienes consideréis enemigos”.
Respecto a las diversas actitudes respecto a la Comunidad (Asamblea=Iglesia) Cristiana, es importante atender a lo que se concreta en coherencias con esto que espera Jesús de aquell*s a quienes confía la MISMA MISIÓN que a Él le fue confiada como HUMANO por el único PADRE CELESTIAL.
Bueno y necesario sería que, valorando debidamente los conocimientos que se aportan desde la condición de “leidos y entendidos” , nunca perdiéramos de vista que: “El Padre, porque así le ha complacido, lo que a estos “ha ocultado”, lo revela generosamente a las gentes sencillas.”
El sentido verdadero de homofobia no se puede aplicar a Benedicto…Ratzinger ha demostrado su tolerancia al abordar los temas actuales mas complicados en sus frecuentes alocuciones, en sus encíclicas y en sus publicaciones….Su teología es profundamente bíblica…y su pontificado le ha servido para exponer con bastante claridad estos tópicos…usando un lenguaje asequible para todos los fieles interesados en la verdadera doctrina católica, fieles que no siempre pertenecen al “cuerpo” de la Iglesia, y asi muchos se encuentran en la rama de “hermanos separados” pero con una fe comun en Cristo…Se creía que semejante “académico” no podría ser pastor de “todo” el rebaño y sin embargo resultó lo contrario: porque ni sus años como Prefecto de la Congregacion para la Doctrina de la Fe pudieron endurecerlo…Siempre se ha mostrado como una persona humilde, sencilla y amable…firme en la proclamación de la verdad del evangelio…pero yendo a las fuentes de la tradición apostólica…para aclarar que toda nuestra doctrina esta centrada en el Cristo evangélico y en la historia verdadera de la iglesia primitiva apostólica…Por esa intencion constante de hablar y escribir es que no se ve en el una actitud de condenación, sino mas bien de un llamamiento paternal a la casa del Padre…porque solo con la fidelidad a la verdad..es como se puede atraer a los seres humanos al mensaje salvífico que nos ofrece Cristo, que nos salva de la destrucción que nos ofrece la adoracion del mal…En su caso, podrá calificarse al Papa como “opuesto” a los actos homosexuales pero no con una “aversión irracional” hacia las personas con esa orientación, pues esta es la definicion comun de lo que constituye la homofobia…Para eso habría que demostrar que Benedicto muestra en sus palabras y en sus actos ese “odio irracional” hacia esa tendencia….Sin embargo, lo que ha hecho es afrimar el consenso general sobre la validez universal del matrimonio entre un hombre y una mujer, que es la norma general de la mayoría de los seres humanos.
Por otro lado, la crítica de Carlos Escudero Freire a Ratizinger en el artículo de arriba, carece de interés por su marcado desconocimiento sobre exégesis e interpretacion hermenéutica porque cualquiera que ignore que la palabra “primogénito” se usaba por los judíos, tanto si era el ÚNICO hijo como si venían despues mas…ni que los supuestos “hermanos” de Jesus tienen sus madres nombradas especificamente en el Nuevo Testamento…y que en hebreo “hermanos” puede significar parentesco general…por tanto, esta ignorancia no corresponde a una crítica seria y no puede enfrentarse al calibre teológico del Papa Ratzinger….
Un saludo cordial para todos mis amigos en ATRIO…con mis mejores deseos para un magnífico Año Nuevo 2013 de Santiago Hernández
Ana, yo con mi iglesia: no me doy por aludido de lo que dices de homófobo, porque el planteamiento, desde el punto de vista antropológico, que he hecho sobre lo que enseña la iglesia sobre este tema, verás que para nada es homófobo o cosa por el estilo…y verás igualmente que converge con perspectivas de la filosofía, de la antropología…, de la razón y la cultura, por lo que no es estrictamente un planteamiento solo religioso o teológico. Yo sí creo que es posible el dialogo y encuentro cordial, por eso estoy participando en este foro que no es propiedad de nadie- no está monopolizado por nadie, por ninguna postura o corrientes…-vamos, creo yo, así que por eso expreso los argumentos que creo que conveniente. Sí lo anterior no fuera así, me lo podrían decir- ustedes o el moderador de Atrio, que creo que es Antonio Duato-, y vamos yo tranquilamente no participo más en Atrio, por lo que verdad que se me hace costoso soportar descalificaciones e insultos o menosprecios constantemente- sin ningún tipo de moderación- y negando, en muchas ocasiones, los argumentos que están justificados… Vamos, que me digan que mi presencia por aquí incomoda y me voy, les dejo Atrio para que sigan haciendo y diciendo lo que quieran…., que a mi gracias a Dios no me falta actividad y ocupación.
M. Pilar yo sigo primeramente a Dios encarnado en Jesús, y ese seguimiento, como es comunitario, lo he decidido hacer en la iglesia católica, teniendo claro, como nos enseña la misma iglesia, que lo primero es Jesús y su Reino, a cuyo servicio está la iglesia.. Sí todo eso lo tengo claro, como tengo claro que lo primero es el amor y que por tanto, por seguir con el ejemplo que se pone, tiene mi más alta estima una unión homosexual que se quieren bien y fielmente que, evidentemente, un matrimonio heterosexual que no se respetan y se son infieles…, aunque no sea el ideal y plenitud antropológica que plantea la iglesia como ha he repetido por activa y por pasiva. Supongo también que no te referirás a mí cuando dices eso de la enfermedad y la homosexualidad, porque yo siguiendo el sentido profundo de lo que dice la iglesia: no he abordado el tema desde ese punto de vista, sino del antropológico…. Mons. Romero, si mis informaciones son ciertas, ha sido declarado ya Siervo de Dios, es decir ya está en el proceso de canonización, que ya ha sido abierto y que espero y oro para que sea declarando santo….. Verán amigos, aunque los temas así lo han ocasionado y creo que ustedes ya me conocen un poco, aclaro, que- aun con mis fallos y errores- no me identifico para nada con la llamada postura conservadora, más bien burguesa diría yo, de estar obsesionado todo el día por estos temas relacionados con la sexualidad o solo con la parcialización en la defensa de la vida en lo que respecta al aborto o la eutanasia… Estos temas son importantes, qué duda cabe, pero yo los enmarco en el Evangelio y en la enseñanza de la iglesia a nivel global. Defiendo el matrimonio y la familia, pero no la burguesa-capitalista, sino la solidaria y comprometida por la justicia con los pobres, defiendo la vida pero toda la vida, por eso estoy en contra del aborto y la eutanasia al igual que estoy en contra del hambre (de la miseria, la pobreza y exclusión social, del paro o explotación laboral, incluida la de los niños, la esclavitud infantil), que es el problema más grave, como estoy en contra de la guerra, de la destrucción ecológica, de la pena de muerte, etc. Sobre todo estoy en contra del inmoral neoliberalismo/capitalismo que es el que principalmente causa todas estas agresiones a la vida y dignidad de las personas, de los pobres que es lo principal en la fe y en la iglesia ya que nuestro Dios, que es de todos, es Dios desde los pobres…. Bueno, permitanme este ex-cursus sobre mí porque comparto algo de lo que intento ser y vivir con mi fe, marcado por este triple e inseparable amor a Dios en Jesús, a su iglesia y a los pobres…
Bueno lo dicho, y hasta cuando sea oportuno.
Creo que lo más propio de un buen fiel católico es escuchar con mucha más atención y lealtad y fidelidad la voz del Magisterio, que los reclamos, las voces y las exhortaciones de las leyes civiles; máxime cuando no pocas de esas leyes civiles han sido hechas por administraciones, ideologías y gobiernos decididamente anticristianos por laicistas.
Algo similar a lo que acabo de pronunciar quería dar a entender D. Tomás Malagón cuando afirmaba: “La mejor manera de construir sociedad es construir iglesia“. O Guillermo Rovirosa cuando afirmaba: “Todo verdadero apóstol de Cristo ama con pasión a la Iglesia”.
Claro que ni las de uno ni las de otro son palabra de Dios, lo mismo que no es poco cierto que los tiempos han cambiado una barbaridad en los últimos lustros con respecto al tiempo en que ambos citados pasaron por este mundo. Pero como “hoja de ruta”, creo que valen la pena.
Tampoco estoy afirmando que esa fidelidad a la Iglesia no va a estar exenta de dificultades, temores, dudas, perplejidades, noches oscuras, turbaciones… Más en los tiempos que corren: la Iglesia católica del año 2013 está notablemente más corrompida que la de hace 50 años; digo a escala mundial (en España colabora con la dictadura de Franco, malo malísimo, como se sabe).
Me parece.
Te doy toda la razón Peláez. El problema mayor es que los gobernantes, elegidos por la ciudadanía para que gobiernen conforme a justicia, quieran legislar conforme a sus creencias y a su moral, sin pensar que la ciudadanía no tiene porqué seguir su moral, y que las leyes tienen que estar al margen de ideologías, sobre todo religiosas.
Mira Ana te doy la razón son perspectivas irreconciliables.Fíjate un ejemplo moral práctico.Un miembro relevante del Colegio Oficial de Farmaceúticos de Madrid se dedica a meter miedo a los madrileños que van a “objetar” el euro por receta que lo ha instaurado la Comunidad de Madrid desde el 1 de enero de 2013.Dice el farmaceútico que nos pueden emabargar.Pues observa lo que dice el Código Deontológico del Colegio Oficial de Farmaceúticos de Madrid aprobado por unanimidad en asamblea de 30 de marzo de 2004,art.12.3:”El ejercicio profesional del farmaceútico,le faculta para que en la práctica de su actividad pueda ejercer su derecho a la objeción de conciencia.El farmaceútico al que se condicionase o impidiese el ejercicio de este derecho,recibirá de la organización colegial el asesoramiento legal y,en su cas,la ayuda necesaria para la defensa del mismo”.Como comprenderás este artículo se refiere a la dispensación de preservativos y píldoras postcoitales,pero obviamente no afecta a cobrar un euro y hasta 72 al año a viejos y enfermos crónicos pobres.No veo yo que ningún farmaceútico lo haya invocado en Madrid para desobedecer esta Ley que nos avergüenza.Ese es el problema que todos estos católicos conservadores “objetan” a las cosas de la “entrepierna”,pero a las del bolsillo y estómago como les va bien “que se jodan”,como dijo Andrea.Los niños que vengan al mundo “como Dios manda”,pero luego que se mueran “sin medicamentos como Dios manda”.
Agustín O.:
¿Quien le ha dicho que está en proceso de beatificación M. Romero?
Si de verdad se lo han dicho… ¡¡¡Miente como un bellaco!!!
Como la de Juan XXIII, están en las sombras más oscuras del Vaticano.
¿No puede comprender, que si esto fuera así, se tirarían piedras a su propio tejado? ¿Cuando ha pasado algo semejante en esta iglesia de nuestros dolores?
Si tanto defienden a la iglesia y su doctrina, tengan la serenidad de compaginar algunas de las actuaciones de esta con:
¡La Palabra Encarnada en Jesús!
¿Quién lo mandó matar, le difamó, le persiguió sin tregua?
Quizá, tanto leer a los voceros del evangelio, se han olvidado de leerlo yyyy:
¡¡¡Escucharlo en su corazón!!!
Ya sé; es mucho más exigente vivir como Él vivió y nos dejó dicho, que las componendas a las que hemos llegado.
Otra mirada.
¿Por qué nos importa tanto, como viven los homosexuales, y no le damos importancia a los que tienen “aventuras extra maritales”?
Porque es natural a la condición de los varones nos dicen…
¡Venga ya! Basta de juzgar a los demás y miremos nuestro interior (digan las iglesias lo que digan) y escuchemos lo que nos está diciendo constantemente, cuando hacemos mal las cosas.
Es más sencillo que otro nos “bendiga” y nos envíe en paz, a seguir los pasos de Jesús cuando dice:
“Si tienes algo contra tu hermano, deja el óvolo=ritual del templo, ve en su busca arregla el mal hecho… y luego puedes volver al templo a dar gracias, porque has visto la:
¡¡¡Viga de tu ojo, antes que la paja en el ojo de tu hermano!!!
Y cuando hablo de este ejemplo, nada tiene que ver con la condición sexual de nadie, sino de la podredumbre que hay en nuestros corazones.
Cuando el papa (este o cualquier otro) viva como Jesús vivió, sea perseguido, insultado, calumniado, escarnecido…. Entonces podríamos decir… ¡¡¡Pobrecito!!!
Viviendo como viven ¡No! es un escarnio para todas las personas sufrientes de este mundo y entre ellas las de condición sexual diferente.
¡No es una enfermedad! ¡Entiéndalo de una vez! y lean también, a científicos que no sean religiosos, quizá así puedan tener otros puntos de vista y otra mirada.
mª pilar
Mantener un debate partiendo desde puntos de vista que nunca van a confluir, es marear la perdiz hasta el infinito.
Quienes condenan la homosexualidad desde una moral basada en sus creencias religiosas y atribuyendo a Dios las normas de forma de vivir la propia identidad, mantendrán su postura hasta la muerte.
Quienes defendemos la homosexualidad desde un punto de vista estrictamente humano, porque sí, porque las personas nacemos con una identidad definida, no con una enfermedad curable, nadie nos convencerá de lo contrario. Y, como creo que ha dicho Juanel, no hay Dios que pase por encima de la dignidad humana. Y quienes seguimos siendo cristianos y pensamos así, que también nos dejen en paz. Ya vale de sermoncitos y ejemplitos de gente que puede pensar y hacer lo que quiera, lo mismo que yo puedo pensar y hacer lo que crea oportuno. Esos personajes no tienen mayor autoridad moral que yo, porque no estamos hablando de ciencia exacta y empírica, es cuestión de criterios basados en la razón.
Las personas somos lo que somos, y unas ideas morales no nos van a hacer otra cosa diferente. Darle vueltas al tema desde puntos de vista tan dispares, es algo totalmente estéril.
Lo único que hay que pedirles a quienes son homófobos, que ellos cumplan con sus deberes según su moral, si así lo desean, pero que dejen en paz a quien piensa de otra manera, tiene la identidad que tiene, tal como se es, sin por ello se menoscabe su dignidad como personas. Y mucho menos enjuiciarlas, tacharlas de inmorales u ofenderlas porque no se ajustan a su criterio moral particular.
Yo cuando condeno las declaraciones de un Papa homófobo (y de unos obispos de la misma estirpe), lo condeno como Papa, abusando de su autoridad para dirigirse urbi et orbe, cuando él es Papa de la Iglesia Católica, y tendría que hablar desde el respeto también urbi et orbe. Y a mí, cristiana católica, me da igual que diga cosas que atentan tan impunemente contra respeto. Él mismo pierde toda su autoridad moral. “El sábado está hecho para el ser humano y no éste para el sábado”
Y ya está, qué agotamiento con cada comentarista nuevo que entra y tenemos que volver a empezar el tema.
Pobrecito Papa….!,Agustin O..Le estamos persiguiendo como a los primeros cristianos….
querñia decir: “y los que le tiene cariño como yo que lo ven…”
Sí Pepe, lo entiendo, tus argumentos están claro y los míos también creo, así que no hay que darle más vueltas…, es tu visión y la mía, como de nuevo eso que dices de Mons. Romero que es admirado en la iglesia y está en proceso de beatificación… pero bueno, lo dicho. Javier sigues difamando y faltando a la verdad, ten empatía y ponte en el lugar de alguien a quien ustedes le han dicho todas esas barbaridades, como que practica el delito, la corrupción, la muerte y demás sin sentido…, ¿como te sentirías, que harías…., y los que le tiene cariño como ello que lo ven así de maltrado, que quieras que te diga, que te apluada….?, pero claro el Papa u otro no te va llamar eso a tí,…ni va tomar medidas por eso, por eso eres tan “valiente con él”, difamando a una persona pública que no se puede defender así….eso es lo que quería decir con lo del ejemplo de las medidas legales y por eso lo defiendo porque lo estimo, le tengo cariño y es el sucesor de Pedro, en la iglesia que Jesús suscitó, te guste a ti o no… Un cordial saludo
Hola Juanel esos textos bíblicos, como los de Pablo que ya había nombrado en mi anteriores comentarios: hacen alusión claramente a toda esta visión antropológica y eclesial que aborda este tema… Por lo demás, creo que cada uno ya hemos expuestos los argumentos de forma conveniente, y sin más reiteración en los mismos, solo resta agradecerte el dialogo cordial.
Un saludo
Ultimo intento de bajarte del chopo, Agustín O:
A mi no me vengas con asuntos ” morales” ( yo ni tengo ni quiero moral) a mí háblame de JUSTICIA. ( social y de la otra, que no se ve ni en pintura por tu santa España Católica, gracias a los jueces católicos y a los diferentes Gobiernos, también católicos.)
Tratas de defender tus argumentos por estar formado en la FE en una Organismo supuestamente “rojillo” ( La HOAC). Suponiendo que yo admitiese que la HOAC era antifranquista ( que no lo admito) sería de una irrelevancia total; puesto que la HOAC era insignificante respecto al poderío de tu ICAR en los tiempos franquistas.
Es como si para defender tu postura defensora de tu ICAR me pusieses el ejemplo de Oscar Romero, Vicente Ferrer, Casaldáliga, Arregui, etc, etc. Las excepciones que tú presentas en defensa de tu ICAR, son precisamente las que la Iglesia se ha cepillado por activa y por pasiva. En un debate LOGICO ( coherente) nadie podría presentar argumentos descalificados para defender posturas de la parte descalificadora. ( bueno, en ATRIO, suele pasar muy a menudo y hasta consiguen buenos resultados de acompañamiento.)
Y, de cualquier forma, tampoco me servirían los ejemplos de la HOAC. Uno de mis mayores debates personales ( casi acabamos como los famosos Don Camilo y Pepone) fue con un cura de la HOAC. El buen hombre ( y lo era) pensaba que lo mejor que podía hacer para ayudar a los demás era trabajar en una mina y repartir el sueldo entre las familias necesitadas del pueblo. ( no era mi pueblo y no era mi familia una de las agraciadas… por si las interpretaciones se complican.)
— Pues mira- le dije- para mí estás haciendo todo lo contrario que deberías hacer. Tú tienes una carrera de 12 años ( pagada con dinero público) y como tal tienes una formación muy superior a la de los paisanos ( padres de familia) que estarían encantados por tener tu puesto de trabajo en la mina. Tú, señor cura ( ” rojo”) estás robando el jornal a un padre de familia que lo necesita.
Después de la consecuente bronca por mi indiscrección, se convenció de que lo mejor que podía hacer para ser consecuente con su ” labor pastoral”, era utilizar los locales parroquiales para ENSEÑAR MATEMATICAS ( lengua, historia, etc) a los hijos de los mineros. Alguien ocupó su puesto de OBRERO EN LA MINA ( no superior ni inferior a la tuya, Agustín O., ni a la del cura que lo entendió.) y el buen cura ,que llegó a entender mi fontaneriles argumentos, FUE DESPEDIDO DE LA PARROQUIA y trasladado a otra donde no pudo ser feliz en su trabajo. El pueblo donde le destinaron es de lo más FASCISTA que se pueda encontrar en esta España Fascista…( Un tal General Cereceda vive allí) gracias al imperio de tu ICAR, tu Papa y tus Obispos, curas , seglares meapilas y demás familias.
¿ Vás pillando, Agustín O. ???? ¿¿¿¿ Te lo tengo que explicar en verso????
Tiene razón Pepe mi cabreo viene porque Agustin O. dijo que el Papa se iba a querellar contra nosotros o se podía querellar…Estoy deseando que se querelle contra mí por calumnias para,haciendo uso de lo que en derecho se llama exceptio veritartis,demostrar que comete continuadamente el delito de apologia de la homofobia….En fin,como soy más duro que Perry Mason-o como se diga-,YO ACUSO AL PAPA DE APOLOGIA DE LA HOMOFOBIA.Emile Zola dixit.
Perdona Agustín pero esa frase que sacas del AT (Gen 2,24) hace referencia específica al matrimonio heterosexual del hombre y la mujer, y habla de que no separe el hombre lo que ha unido Dios (contra el divorcio) y Jesús también se refiere a él en Mc 10,1-12. Nada dice del matrimonio homosexual. Sin embargo, las cartas de Pablo sí que hablan de que los afeminados y los homosexuales, (entre otros injustos de una lista de vicios que circulaban en la literatura contemporánea gentil y judía), dice de ellos que no heredarán el Reino de Dios, los excluye, vamos que Pablo a la hora de excluir no se corta un pelo (1Co 6,9 o Rm 1,27 sobre todo). De aquí la Tradición y Magisterio de la Iglesia sobre el pecado “nefando” invariable a lo largo de su historia.
Sin embargo, las condiciones con respecto a la homosexualidad en nuestra sociedad han variado considerablemente. La homosexualidad hoy no motiva ningún daño a la persona que practica su homosexualidad dentro de las condiciones de afectividad, comprensión, entrega, fidelidad, amor,… semejantes en todo al matrimonio heterosexual, es más, puede ser un medio magnífico para que la persona crezca en el amor en el sentido integral de la persona y no sólo su sexualidad. Tampoco puede dañar a su entorno social excepto a aquellos que se rasgan las vestiduras y se escandalizan por todo, por su intolerancia excluyente. Todo lo contrario de la alternativa que la Iglesia ofrece a los homosexuales exigiéndoles la abstinencia sexual durante toda su vida o lo que es peor que se casen con una mujer y vivan en una mentira. Esto si que es completamente dañino produciendo conflictos psicológicos graves. ¿Qué hay que añadir antropológicamente si una persona encuentra su equilibrio, complementaridad, comprensión…. en otra persona de su mismo sexo? ¿qué hay que añadir si se quieren como personas, entendida de modo integral no sólo sexualidad, y quieren compartir sus vidas ayudados por la fidelidad del matrimonio?
Lo que trato de hacerte entender es que hoy las cosas han cambiado drásticamente en pocos años y se requiere una ética mejor en la misma dirección del Reino, pero más sensible con la dignidad de las personas.
Opino como tú en el trato que la Iglesia da a los homosexuales. Ni les insulta ni les degrada, porque tiene claro que en ella “todos” somos pecadores. Y además la práctica homosexual se perdona con facilidad en la Iglesia al contrario que otros asuntos mucho más graves. Lo que insisto es que hoy por hoy no existe razón alguna para considerar pecado el acto homosexual entre casados aunque sea por lo civil, porque es en todo comparable ética y moralmente al acto heterosexual en el matrimonio. ¿Tienes alguna razón para diferenciarlos?
Saludos cordiales
Pepe Sala, yo respeto tu condición de obrero que alabo y admiro, a la que yo intento servir por todos los medios aunque no te lo creas, ya que yo he sido educado y formado en la fe desde la cultura de los movimientos obreros-apostólicos como la HOAC de Rovirosa, Malagón… Pero eso no te da superioridad moral o de otro tipo sobre mí y sobre nadie…, tú no eres mejor que yo o que nadie por eso…; así que no esgrimas ese argumento del buen obrero y del malo profesor e intelectual, religioso u otro tipo de profesión o actividad en la vida, que es tan digna como otra. Mira yo respondí a Pepe Blanco, a ti y cia. por todas las barbaridades que, en mi opinión, decían de la iglesia y que no estaban justificadas: así que no me vengas con que estoy despistados y que no sé lo que digo, sé muy bien lo que han dicho ustedes y lo que yo comento al respecto, y si no léete los comentarios anteriores. Y de nuevo sigues con tus mitos y deformaciones de la iglesia, sí Pepe, lo repito y lo muestro con datos, con estudios y con lo que haga falta. Sí, la iglesia con sus santos y sus testigos de la fe, sus obras e instituciones: ha promovido, como ninguna otra, la acción solidaria y social con los pobres, la paz y la justicia social, la lucha contra la injusticia y la opresión…. Cayendo, en este sentido, en otro mito que señalas: mira en la España de la dictadura franquista de la miseria e injusticia, la iglesia con sus instituciones como la ya citada HOAC de Rovirosa u otras organizaciones de carácter apostólico y obrero, con laicos, curas, obispos…: defendieron la vida y dignidad de los pobres, la clase obrera de entonces, se opusieron la injusticia e inmoralidad del franquismo, del capitalismo..; eso es historia, es cierto y está estudiado muy b bien, hasta con tesis doctorales, sobre lo que te puedo pasar la bibliografía conveniente, por ejemplo puedes mirar a la amplia obra al respecto del profesor R. Díaz Salazar… Así que creo que, como siempre insisto, hay que ser más ecuánime y justo con el otro, con la iglesia y ver todo lo bueno que ha hecho, no solo lo malo, más bien y santidad que mal, creo yo, objetivamente si miramos su historia.
Sí Juanel, todo lo que tú pones, lo enseña la iglesia y lo intenta cumplir, con sus fallos e incoherencias que ella misma reconoce, y con sus virtudes y santidad, como acabo de poner. Y por mi propia experiencia, en la vida y fe de la iglesia me he encontrado con ese ideal tan bello y entusiasmante que señalas, el ideal o utopía del Reino de Jesús, el Reino de amor y justicia con los pobres, frente a todo poder, riqueza e injusticia, a todo mal y pecado. Sí, el Evangelio de Jesús y su iglesia que, como señalaba H. De Lubac SJ, es una paradoja de santidad y mal, pero que nuestra fe es que la gracia y la santidad van triunfando sobre el mal y el pecado, en la iglesia y en el mundo…
Un cordial saludo
Hablando de mi Iglesia y del Papa. Bueno, pues poniéndome en plan idealista a mí me gustaría que el Papa abandonase el Vaticano, dejando el poder, el gobierno, los negocios, la riqueza… de la Iglesia en manos de laicos responsables y capacitados. Me gustaría que el Papa trasladase la sede pontificia a un lugar humilde como un monasterio pobre y desde él ejerciera su autoridad moral y religiosa, así como su función de unidad de “todos” los cristianos, seguidores de Jesús de Nazaret. No sería la primera vez en que se traslada la sede pontificia (Avignon en Francia). Sería bueno que se eligiese un lugar simbólico y ecuménico para todos los cristianos. Ese lugar para ser ecuménico no podría ser Roma, pero sí Antioquía (Turquía) por ser la primera sede petrina y paulina después de Jerusalén, y además de donde surgió el nombre de cristianos. Jerusalén sin duda tiene una importancia simbólica mayor, pero no es exclusiva cristiana y Antioquía sí. Una vez realizado el traslado podría decretar que todos los metropolitanos, arzobispos, obispos y demás lo imitaran. Evidentemente si esto se hiciese ahora provocaría un cisma de dimensiones enormes, y rápidamente destituirían al Papa díscolo, disidente y quizás hereje, y nombrarían a otro.
Sin embargo, aunque lo anterior sea un ideal hoy imposible yo tengo la esperanza que algún día ocurrirá. ¿Por qué? Pues porque la sociedad llamémosle “más evolucionada” es muy sensible a la discordancia y la incoherencia de lo que se predica y lo que se hace, y esa sensibilidad crece. Nunca en la historia esa sensibilidad ha sido tan fuerte como ahora, habían otros valores en los que la Iglesia rica y poderosa podía sostenerse. Y esta sensibilidad hacia la incoherencia en mi opinión va éticamente en la dirección correcta hacia el Reino de Dios. ¿Cuánto tiempo podrán aguantar? Evidentemente no lo sé pues ante el miedo a perder clientela la jerarquía de la Iglesia se ha volcado hacia lo más conservador con el fin de mantenerse tal y como está, ahondando en la incoherencia, aplaudida y coreada por ese sector social muy bien acomodado en sus privilegios y pertenencias.
Por ello la actitud y actividad crítica contra la ICR, precisamente por razones éticas mejores, de mayor sensibilidad, me parecen necesarias y hasta obligatorias. La ICR debe lograr cada vez mayor grado de concordancia y coherencia con el mensaje de Jesús de Nazaret y no mirar para otro lado. Sin embargo, la estrategia no es en mi opinión revolucionaria, ni el objetivo es desmantelarla y hundirla, sino impedir que involucione encerrándose en una coraza con lo más conservador de la sociedad por miedo, expulsando a todos los disidentes “progres” como han hecho los papados de JPII y BXVI. Si expulsa a los que tienen responsabilidad en la Iglesia como teólogos y curas, pues tenemos que ser los laicos fieles los que le exijamos a nuestra Iglesia mayor concordancia y coherencia con el mensaje de Jesús. Manifestemos nuestra indignación en los lugares donde puedan escucharnos, pero no mediante insultos y descalificaciones pues esto sólo se hace cuando faltan argumentos y nuestra indignación los tiene y son contundentes. Que vayan disminuyendo hasta su eliminación toda ostentación de riqueza y poder que es escandalosa, del modo menos traumático posible al estar asociado a la religiosidad de mucha gente. Que reduzca cuanto le sea posible su opción por los ricos y poderosos sin perder su sostenibilidad. Que abandone sus modos autoritarios y excluyentes, para que muchos podamos ver en nuestra Iglesia con claridad a una madre acogedora, incluidos los homosexuales que quieren ser seguidores de Jesús de pleno derecho y no lo ven nada claro, precisamente por las declaraciones al respecto de Benedicto XVI.
Saludos cordiales
Hola Juanel, yo hice algún comentario a los tuyos, en donde creía que tenía que complementar en algo los otros que yo ya había hecho donde trataba el tema y a donde te remitía nuevamente. Ahora, como me pides, los retomo en base a tus nuevos comentarios. Tú mismo estás diciendo que, al igual que expuse yo, hay unos valores o principios permanentes, universales…, que por supuesto son los del Evangelio de Jesús y su Reino. Entre esos valores y principios está la visión antropológica semita que se expresa en el AT y en la que Jesús que se inserta y lleva a su culmen o plenitud con novedad. Así lo muestra Jesús:”al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno (Gn. 2.24). Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mc 10,1-12 par).
Esta antropología con su ideal o principio de complementariedad (pisco-somática, afectiva, sexual….) y unión sentimental-sexual, matrimonial y familiar, tal como lo recoge la revelación bíblica y se encuentra asimismo en diferentes culturas, cosmovisiones, filosofías, antropologías…: es el argumento o propuesta del ideal y plenitud de matrimonio y familia que propone la iglesia. Está claro que el amor y el cariño, no solo la procreación, es lo que marca el ideal de las relaciones humanas, matrimoniales y familiares. Pero este valor del amor lo entiende la iglesia en esta realidad de la afectividad- sexualidad, matrimonial y familiar: específicamente entre un hombre y una mujer, al igual que, como te digo, diferentes culturas, cosmovisiones, filosofías, antropologías… Ese es el ideal o valor permanente que el Evangelio y la iglesia recogen y enseñan y, que más allá de consideraciones morales, lo hace desde un punto de vista antropológico, desde esta cosmovisión integral de la persona. En este sentido, la teología moral y muchos cualificados teólogos y profesores nada sospechosos de “carcas”, al contrario, tratan así este tema. No desde el punto de vista de la salud, porque no es conveniente achacar a los homosexuales que tienen una patología, desviación, tara o cosas por el estilo, al menos mientras que la ciencias de la salud no demuestren lo contrario; ni siquiera desde el punto de vista moral, en especial subjetiva, diciendo que los homosexuales son perversos, depravados o corrupto lo cual tampoco es adecuado y es así, tal cual por lo que ya mostraba en mis anteriores comentarios; sino, subrayo, desde este punto de vista antropológico y su ideal que es el sentido profundo de lo que enseña la iglesia con este tema y el significado hondo de la ley natural. Como ves, se podrá estar de acuerdo o no con esta enseñanza o cosmovisión, pero no me parece justo que por ello se le diga todas esas barbaridades a la iglesia, por este tema o por otros que los aborda de forma parecida. Ya que como observas no hay ninguna intención o mensaje de excluir y marginar a las personas homosexuales, que son personas al igual que todos los seres humanos, que tienen su dignidad y derechos, como tales, al igual que cualquier humano y que como a cualquier persona: la fe nos enseña a amar, a respetar y procurar su bien, como nos enseña también la iglesia, aunque no se comparta esta postura o acto homosexual por no ajustarse a este ideal antropológico. Un cordial saludo
A ver, Agustín O., que andas tanto en el espíritu ( santo, se supone…) que no te enteras de lo que escribes tú mismo:
“” , todo eso es pasarse de la raya, injuriar y calumniar con mentiras, falsedades que no se pueden justificar… Y que de ser una persona normal podría hasta tomar medidas legales por tales difamaciones…””
Sin tergiversaciones de ningún tipo ( sólo tú lo has hecho al meter a Pepe Blanco en los asuntos que ha escrito Pepe Sala y tampoco te has dado por enterado desde tu altura espiritual) tomar MADIDAS LEGALES respecto a las supuestas injurias y calumnias conllevaría un banquillo de los acusados. Te lo podría aclarar mejor Javier Renovales o Francisco Javier Peláez. ( ambos son abogados y los contrataré para salvar mi pellejo de la HOGUERA católica. En caso de que me fallen, contrataré los servicios del arquitecto Pepe Blanco para que me haga un hermoso mausoleo… no te digo.)
Tú has pensado, Agustín O. que en ATRIO sólo escribimos los fontaneros y es fácil catequizarnos. Te equivocas completamente. Fontanero sólo quedo yo ( para servir a dios y a usted) y todos y cada uno de los obreros que se han atrevido a opinar en ATRIO han desaparecido asombrados de que el personal siga empeñado en guiar sus vidas por las nubes. Los obreros sólo conocemos las alturas con verdadero TEMOR. Y estamnos seguros de que los espirituales se acojonarían igual que nosotros si se viesen obligados a trabajar ( REALMENTE) a tanta altura.
Baja del chopo, colega, que se te va a ver el plumero…
Desisto de demostrarte mis afirmaciones sobre tu Papa y tu ICAR. Será imposible demostrar a alguien que no quiere VER ( no razonar desde una perspectiva lógica, si no que sólo opina desde su famosa FE.) que el Estado Vaticano nace de un pacto con un tal Musolini. Será imposible demostrar a quienes sólo tienen FE y carecen de la más elemental LOGICA, que la ICAR apoyó, apoya y seguirá apoyando al FRANQUISMO. ( El enlace que no funciona se trata de una foto de tu Papa Razinguer Z. en el Valle de los Caidos y el mensaje de Pio XII se trata de un comuniucado a Franco felicitándole por el triunfo de la ” santa Cruzada” que costó a España un millón de muertos y 40 años de ” paz de los cementerios”. Y aún siguen ( tu Papa y tu ICAR) en la misma ” santa cruzada”. Antes eran los comunistas y los judeomasónicos. Ahora son los homosexuales, los separatistas vascos y catalanes y las mujeres. ( las mujeres siempre se han llevado la peor parte, todo hay que decirlo, en todas las ” santas cruzadas” de la ICAR y de los Papas católicos. Pero como parece que les gusta…. ” sarna con gusto no pica”.)
Y mejor no me hagas volver a explicar la gran MENTIRA de tu ICAR respecto a los pobres. Ya he repetido en multitud de ocasiones que yo conozco la pobreza de primera mano. JAMAS la Iglesia se dignó intentar mitigar nuestra penosa situación de pobreza. Al contrario, trataron de meter más leña al fuego por cuestiones políticas y trataron de estorbar cuanto más pudieron el posible desarrollo normalizado de mi familia. Y éso, Agustín O., por mucha FE que tú tengas y por más que se repita en ATRIO el coñazo de la ” Iglesia de los pobres”, NO HAY QUIEN ME LO PUEDA NEGAR.
El nacimiento de Jesucristo??? ¿ El Reino de dios en la tierra??
¡¡ Venga ya !!!
Si Jesucristo naciese hoy en día en las mismas condiciones que nos cuenta el Evangelio, tu Papa y tu ICAR le crucificarían en menos tiempo de lo que tarda en santiguarse un cura loco.
Venga pues, que me temo que no nos vamos a poner de acuerdo y no me gusta perder el tiempo en asuntos de FE.
Juanel, con tu permiso:
Estoy seguro de que la gran mayoría de los que opinan en Atrio y se muestran contrarios a la doctrina de la Iglesia católica sobre la homosexualidad, conocen perfectamente la doctrina al respecto; el problema es que, simplemente, la rechazan. Ya puede ser que la pintes de azul, o con todos los colores del arco iris, o que la vistas de seda y tul exponiéndola magistralmente, de nada servirá: la seguirían rechazando. No ya por desconocerla -insisto-, sino porque por principio se sitúan en contra, porque una de las señas de identidad del buen progresista es precisamente situarse en contra del Magisterio y de paso machacar, incluso con insultos, a todo aquel que ose manifestarse partidario del Magisterio. Creo que es así de simple.
Buen Día de Reyes.
Ninguno de los que se declaran católicos aquí en Atrio y seguidores del Magisterio de la ICR (Luis Henríquez, Agustín, Santiago,….) habéis replicado ni argumentado nada con respecto a mis opiniones acerca del matrimonio homosexual ni porqué razón el acto homosexual es contrario a la ética. ¿No tenéis argumentos éticos? Decís simplemente que siempre ha sido así, que lo sostiene una particular antropología o “naturaleza humana” y que defiende valores universales y permanentes. Miren esto es imposible de sostener, imposible. Tanto en la historia humana desde su origen hace unos 200 mil años hasta hoy, como en la historia sagrada que narran los textos bíblicos del AT, es imposible deducir que los valores éticos fundamentales hayan permanecido constantes a lo largo del tiempo. Incluso hasta lo más sagrado, las acciones atribuidas a Dios en el AT aparece con demasiada frecuencia como un ser terrible y malvado, y en consecuencia la ética que de ello deriva. La ley mosaica supuestamente dada por Dios a su pueblo, si se lee en su totalidad en el Pentateuco, hoy rechazaríamos por inmoral mucho de su articulado.
Lo que para mí sí es permanente y universal son los valores del Reino de Dios, que proclama Jesús de Nazaret o lo que es lo mismo la Plenitud Humana. Sin duda que el AT los tiene, pero hay que seleccionar e interpretar mucho para descubrirlos y eliminar sin contemplaciones lo que se le opone, considerado simplemente como etapas necesarias o no, de preparación para que el Reino de Dios pudiera ser entendido, asimilado y asumido. Pero a partir de Jesús de Nazaret con unos valores fijados y determinados, nunca el Reino ha sido una realidad social en toda la historia del cristianismo. Es una guía, marca una dirección de futuro, incluso si se quiere normativa, pero no ha sido ni es una realidad realizada. Por mi fe creo que lo será, una realidad realizada, pero en el futuro como meta de la historia humana. Hoy lo que toca es ir haciéndola con esfuerzo y tesón, y creo también que la gracia y el Espíritu Santo nos empujan a muchos hacia la Plenitud, hacia el Reino de Dios.
Lo que tengo claro es que los valores del Reino nunca pueden ir contra las personas humanas sin exclusiones de ningún tipo. Las instituciones ya sean el matrimonio, la familia y hasta la Iglesia no son un fin en sí mismas sino un medio para que los hombres y mujeres vayan haciéndose mejores, más humanas. Están al servicio de las personas y no al revés. Si vemos que ciertos valores éticos que creíamos en consecuencia con el Reino, resulta que no lo son por discriminar a un colectivo importante de personas humanas, pues lo que hay que hacer es dejarlos en el pasado y apostar por los que se ajustan mejor a los valores del Reino. Pues lo definitivo, universal y permanente es el futuro de plenitud y no el presente.
Luis Henríquez, buscar argumentos de autoridad como haces (de un autor Richard Cohen o de algunos más), para decir o apoyar una barbaridad propia de la Ciencia del s.XIX, como que la homosexualidad es una enfermedad dado que se puede “curar”, una afirmación sospechosa e interesada en apoyar una tesis del Magisterio de la ICR, resulta insostenible. Si leyeras un poco más te darías cuenta de que es insostenible. Claro que si buscas en la bibliobrafía sólo lo que apoya tus tesis, aunque sea completamente falso, pues allá tú.
Saludos cordiales
Mira francisco javier peláez, te retratas a ti mismo llamandome facha: ¿pero tú quien te crees que eres, que conoces de mi, de mi vida….?. Para que me conozcas un poco antes de hablar anda, gracioso…., aquí te pongo uno de mis escritos donde critico a los fascismos y totalitarismos, como el nazismo el franquismo, el capitalismo, ¿que facha más raro, no? no..? http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2012/12/07/fe-e-ideologias-religion-iglesia-opinion-laicidad-agustin-ortega.shtml
aquí el fascismo lo haces tu porque no o tratas con respeto a la gente, yo a tí no te he insultado y tú sí, bueno…; es además el fascismo del falso “progresismo” que sin más argumentos, por no gustarle lo que dice el otro, en este caso, la iglesia: la insulta y calumnia. Tú puedes criticar a la iglesia, claro eres libre por supuesto, pero me parece que no está bien hacerlo de esa forma, y yo soy libre de decirtelo.
Pepe Sala, yo no he sentado a nadie en el banquillo de nada, no empieces a retorcer lo que digo, yo doy mi opinión…. No he podido abrir el enlace que pones, pero sí, yo no estoy de acuerdo en todas esas barbaridades que dices y que tienes que demostra.. Sí lo que pones del Papa Pío XII es el mito que defendió el nazismo, eso no es así. Pío XII dijo en el radiomensaje de Navidad en 1942: “que centenares de miles de personas, sin culpa propia alguna, sólo en razón de su nacionalidad o estirpe, son destinadas a la muerte o a un progresivo deterioro” refiriéndose de forma clara a la aniquilación y proscripción perpetrada contra judíos y personas de otras razas o naciones, según recordó Benedicto XVI en el aniversario de la muerte de Pío XII. Es más HITLER PLANEÓ SECUESTRAR AL PAPA PÍO XII EN 1.944, más información sobre el tema en: http://www.solidaridad.net/imprimir.php?not=2442
yo y la gente de la iglesia, creo, respetamos a la mujer, su dignidad y sus derechos, ahí están las enciclicas y la doctrina social de la iglesia para mostrarlo…., su acción solidaria y social con todas las mujeres maltratadas, exlcuidas, pobres…., la que más hace y ahí están los datos; toda la actividad que desempeña la mujer en la iglesia, que es la que más participa en sus actividades,y todo eso no lo puedes cambiar por el tema del ministerio ordenado de la mujer ,que es un asunto que no tiene igual naturaleza a lo anterior, y que no invalida todo lo que te digo.
Mira el Papa no crea el sida ni lo desarrolla, eso lo hace sobre la injusticia de la pobreza y la miseria del capitalismo, a la que la iglesia combate como la que más, con su acción solidaria; es más lo que dice la iglesia para prevenir el sida converge en ciertos puntos con lo que dicen revistas científicas relevantes sobre el tema: http://www.solidaridad.net/imprimir2498_enesp.htm
que no solo es cuestión de preservativo
http://www.solidaridad.net/articulo2478_enesp.htm
Y así muchas de las cosas que dices…, que tendrás que seguir demostrando. Y ojo no digo que la iglesia no tenga sus fallos, ella misma lo reconoce, pero negarle todos lo bueno y bello que hace, como he puesto, me parece que no es de justicia. Un cordial saludo a todos.
Francisco Javier Peláez:
No tengo que explicarte, me parece, que no tengo ninguna intención de decretar ninguna “fatua” contra nadie en general, y menos contra ninguna persona homosexual en particular. Porque no lo tengo por costumbre, porque ni siquiera me competería hacerlo, en el caso de… Y porque la Iglesia universal no lo hace, al menos en los tiempos modernos. En el pasado, cierto que a través del rigor de la Inquisición dictó el equivalente a esas fatuas propios del derecho islámico, y dictó condenas a muerte en la hoguera, etcétera. Todo muy lamentable.
El papa Benedicto XVI no dicta fatuas, tú lo sabes, o lo debes saber. Y difamas al Papa, allá tú. Lo difamas sabiéndolo o sin saber, pero sí que deberías conocer y aun reconocer que el papa Benedicto XVI no desprecia a los homosexuales por afirmar lo que afirma sobre la homosexualidad: es la doctrina de la Iglesia católica, que tú desprecias, me parece, al igual que el 95% de los que asoman por Atrio, y puede que me quede corto. No los desprecia; es “interesada” la solución de hacer creer a la opinión pública internacional que el Papa desprecia a los homosexuales, para así colar las reivindicaciones del lobby LGTB.
Creo que jamás me he dirigido a ti, ni he hecho comentario alguno sobre tus propios comentarios o artículos, aquí en este portal, si bien esto, por razones obvias, no lo puedo asegurar, ni es algo importante, la verdad. Y tú sin embargo vas y me llamas “facha” por defender la doctrina de la Iglesia católica. Está bien eso. Pues será que soy facha, como tú dices.
Pero mira, para que veas, un ejemplo. Yo me alineo con la doctrina de la Iglesia católica, cierto; pero a la vez creo que la Iglesia católica está tan dañada por el secularismo, por el falso progresismo, por el burocratismo, por la falta de compromiso, por la incoherencia entre lo que predica y lo que hace…
Es más, te cuento. Hace unas fechas conocí el caso, en cierta diócesis de España, en compañía de dos amigos seglares y un joven religioso católico, de una joven feminista progresista que vive en lo profesional gracias a la Iglesia católica. Acompañada de una chica joven, nos la presentó como su “pareja” lesbiana, que para más “inri” nos aseguró que, además de compartir su amor (viven juntas, pareja de hecho), compartían trabajo profesional para la Iglesia católica, gracias a la Iglesia católica, contratadas por la Iglesia católica.
Ergo, pregunto: ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que la doctrina de la Iglesia católica sostenga lo que sostiene sobre la homosexualidad y luego consienta en su seno, como si tal cosa, casos que contradicen abiertamente lo que en su doctrina enseña? Me cuesta sangre, sudor y lágrimas y Dios y ayuda el poder encajar y entender esto; vamos, no lo entiendo… ni lo quiero entender.
Mi tesis es que es así la cosa porque la Iglesia ha sufrido, sobre todo en el último medio siglo tras el Vaticano II, un como imparable proceso de mundanización. El Vaticano II abrió las puertas y ventanas de la Iglesia al mundo, pero el ideario de Juan XXIII, el impulsor del Concilio, no fue promover el aborto, la homosexualidad, el divorcio, el relativismo teológico… El buen papa Juan lo que quiso fue acercar la Iglesia a la mentalidad del hombre moderno para seguir planteando en realidad los mismos retos de la Iglesia de siempre: fidelidad al Evangelio, amor filial a la Iglesia…
De modo que la casa (la Iglesia católica) está como está…
Veamos, Agustín O.:
1º: Has confundido al comentarista que querías ” catequizar”. He sido yo ( Pepe Sala) y no el gallego ( Pepe Blanco) quien debería sentarse en el banquillo de los acusados por atreverse a decir VERDADES COMO CATEDRALES sobre tu Papa. ( el espiritual; el personal me merece todos los respetos que me faltan para tu Papa espiritual)
2º : Sabes de sobra ( ya has tenido tiempo de aprenderlo en ATRIO) que yo nunca acuso a nadie ni a nada si no tengo información fidedigna de lo que digo. Así pues, me reafirmo en todos y cada uno de los juicios que he escrito sobre tu Papa ( espiritual, no el PERSONAL)
3º: Es muy cansado tener que demostrar cada una de las obviedades que todos y todas conocemos… salvo quienes se empeñan en cerrar los ojos ante las evidencias. Si yo digo que la ICAR ( con sus diferentes Papas) es FASCISTA, lo hago con absoluto conocimiento de causa. Y Hay pruebas sobradas de su fascismo y su FRANQUISMO.
Un simple ejemplo:
http://www.flickr.com/photos/etecemedios/1771396890/ ( no te pierdas el mensaje de tu Papa Pio XII)
4º: Del mismo modo que te demuestro mi afirmación respecto al FASCISMO_FRANQUISMO de tu Iglesia te podría demostrar mis afirmaciones sobre la pederástia, lavado de dinero, inversiones en fabricas de armas, etc, etc, etc. Y no creo necesario tener que demostrar también lo más evidente y es precisamente el tema de éste hilo:
Tu Papa ( espiritual, no el personal) es un HOMOFOBO y un discriminador por motivos de sexo. Y no lo niegues, mientras tu Papa y tú no consideréis a las mujeres con las mismas capacidades y derechos que vosotros mismos. En mi información personal sólo tengo conocimiento de una tal Papisa Juana, que encima tú me negarás su historia. ¿ Tan tontas son las mujeres que ninguna consigue ser Papa, Obispo, Cura… y sólo las permiten limpiar las calvas de los santos de madero y bronce?…
Bueno, admito que también las permitís dar catequeis a los niños-as para la primera comunión…
Pues éso…
( Respecto a la prohibición del preservativo por parte de la ICAR, se me hace muy difícil que alguien, con un mínimo de sentido común, no lo relacione directamente con las miles de muertes por SIDA. En Africa se ceba especiualmente y Juan Luis Herrero conoce muy bien la problemática de Africa. Por éso le calificó como se merece tu Papa y yo no lo quiero escribir para quen no me mandéis a la HOGUERA.)
Hacia tiempo que no entraba en ATRIO,pero menudas adquisiciones:Luis Henriquez,Agustin O..Esta gente quiere dictar una fatua para que se considere calumnia cualquier comentario sobre la iglesia o sobre el Papa…Hombre el que calumnia a los homosexuales es el Papa con sus constantes declaraciones homófobas.Pasaros por los foros de publico.es para ver lo que se comenta sobre el Papa y los obispos españoles y ya veréis lo que se dice sobre ellos.Pero en qué mundo vivís..En el convento…Desde luego,no sabía yo que en ATRIO hubiera tanto facha.”Facha” cariñoso.
Primero, creo que es importante que en el dialogo no se haga alusiones a la vida personal de nadie, cada uno tiene el derecho a guardar su intimidad, si no yo de verdad que me borro de este foro que no cumpliría esta norma tan elemental del dialogo y encuentro en un medio como éste…
Pepe Blanco y los demás, una cosa es que no estés de acuerdo con Calleja o con el Papa y otra cosa es que los descalifiques de forma tan extrema, en especial a Benedicto XVI atribuyendo e insultándole con esa sarta de calumnias y falsedades. El Papa tendrá sus fallos y errores, al lado de sus virtudes y aciertos, como los tiene la iglesia y como ella misma reconoce. Ahora calificar y atribuir a Benedicto XVI todas esas cosas horrendas de que contribuye o promueve: la muerte (como en el tema del sida), la homofobia, al delito o crimen y la corrupción, la pederastia, el fascismo, y como culmen llamarle monstruo o insultos más graves…, todo eso es pasarse de la raya, injuriar y calumniar con mentiras, falsedades que no se pueden justificar… Y que de ser una persona normal podría hasta tomar medidas legales por tales difamaciones… Me da igual que se sea homosexual o no, todos esos insultos y mentiras no se pueden permitir ni justificar por nada del mundo…. Sí a la iglesia y al Papa se le descalifica e insulta de esa forma por dar su visión antropológica y ética de la persona y de la sociedad: se está cayendo en el integrismo o fascismo que se pretende erradicar; me da igual que eso venga de un lado supuestamente “progre”, en un fanatismo de ver solo lo malo del otro, exagerando y deformando la realidad, estigmatizando y condenado al otro, me da igual que se haga desde un extremismo religioso, conservador, laicista o progre, de cualquier forma sigue siendo igual de integrista, de fanatismo y purismo-maniqueísmo excluyente… El islam enseña lo mismo sobre este tema u otros, e incluso con posturas más extremas, y no se dice nada de él, tan valientes metiéndose con el Papa, con los jóvenes de la JMJ, con las religioso/as…, a ver si hay valor para decir y hacer eso en una de sus mezquitas o lugares del islam. Saben que la iglesia no paga con la misma moneda, sino con el cariño, el perdón y la acogida, por eso son tan valientes… ¿Se me comprende lo que digo, como forma de protesta ante esto, no?, por el abuso y ataque sin piedad que se hace a la iglesia sabiendo que ella actúa de forma pacífica y compasiva… (Por si acaso, aclaro que con lo anterior, evidentemente, no quiero decir que todo el islam tenga posturas inadecuadas en temas así- yo valoro estimo muy mucho al islam y a las otras religiones, y participo en grupos de encuentro inter/religioso-; ni que los católicos tengamos que actuar de forma tan dura a como se nos ataca, al contrario saben que intento promover el encuentro cordial y afectivo… Solo muestro mi indignación ante todas estas cosas tan desmesuradas y sin medida que se dicen por aquí de la iglesia y del Papa…). Bueno, espero que recuperemos la cordialidad y equilibrio en el dialogo y encuentro porque si no hay manera. Amigo Juanel yo te reitero mis argumentos sobre el tema que ya te dí en comentarios anteriores…..Un cordial saludo
¿Y qué es lo que realmente libera?
Ahí creo está el meollo del título del artículo y del hilo desencadenado, dado el nuevo paradigma en el que percibimos la realidad y desde el que reinterpretamos los viejos paradigmas, que nos guste o no, están aún muy vigentes con todas sus influencias y secuelas interactuando.
Me atrevo a dar una respuesta: lo que realmente nos libera, es eso que nos hace confiar y vivir en paz y coherencia, allá donde estemos y con quien estemos, sin sentir necesidad de imponer creencias ni desear ofender a nadie, para satisfacer, por encima de todo, nuestra “verdad” o “razón”.
El ego es muy audaz, puede pasar de víctima a verdugo y hasta a salvador, para volver a enredarse en esta rueda indisoluble, no deja de recrearse en autoengaños dándose a sí mismo entidad. Las cosas se agravan cuando nos identificamos con él, cavilando sin cesar y encadenando revanchismo inútilmente, ahora víctimas, luego verdugos y de nuevo salvadores para volver a empezar….
“Niégate a ti mismo” son palabras que el ego, también el religioso, situado en la mente y en sus creencias, no puede comprender, pues el mismo ego, también el religioso, dejó bien olvidadas para su supervivencia.
“Niégate a ti mismo” son, sin embargo, palabras de sabiduría y de liberación, son, en realidad, una invitación a despertar, a trascender el ego, también y sobre todo el religioso, no una imposición. Pero al ego esto no le agrada y lo ignora.
Gracias a todos.
Ya conocía tu cara física y tu cuerpo serrano, por cierto mu guapo y bien parecido, Pepe Sala.
Pero como somos tan complejos y tan poliédricos, en el día a día, nuestra cara dice mucho del momento, y en ocasiones, con las palabras explicitamos aquello que queremos decir y hasta lo que no queremos decir.
Un abrazo y feliz año.
Por si quieres conocer ” mi alma”, Ana, te recuerdo el enklace que ya mandé en otra ocasión para que quien quiera conozca ” mi cara”… dura:
( Desde entonces sólo se me ha caido un diente y me reconocerías casi igual.)
Corrección: párrafo 2: donde dice “doctrina católica” debe decir estructura tradicional del matrimonio. En verdad, no es la Iglesia católica la que inventa la institución del matrimonio, entendido como alianza, pacto, contrato o unión entre un hombre y una mujer, generalmente para garantizar la perpetuación de la especie, la crianza y educación de los hijos, no siempre desde el amor sino lo meramente contractual, etcétera.
Como el mundo se deshumaniza al tiempo que se seculariza, esto es, se descristianiza a pasos agigantados, dentro de 50 años, o menos, acaso puede que sean más los países en cuyos ordenamientos jurídicos se reconozca que la unión de dos hombres o dos mujeres es, a todos los efectos, lo mismo que la unión “tradicional” entre un hombre y una mujer, lo que comúnmente se ha llamado durante milenios matrimonio, familia.
Ello será una derrota de lo mejor de la tradición cristiana, y un triunfo claro de las fuerzas ultralaicistas, neopaganas en realidad. La Iglesia, santa y pecadora, reconoce que es justamente así como estoy yo señalando, indigno mensajero o heraldo de la verdad del Evangelio. Hasta el extremo de que las autoridades de la Iglesia universal, en comunión con el sucesor de Pedro -pecadoras y falibles, sin duda, y a menudo muy gravemente comprometidas por incoherencias de vida, hipocresías y escándalos diversos-, deben sentir con especial “desaliento”, digámoslo así, el arrastre que trae consigo la secularización-descristianización de la sociedad.
Solo que me supongo que es uno de los precios que hay que pagar por tratar de ser fieles a Jesucristo y a su Iglesia, y no al mundo y a sus reclamos: sus modas, sus movidas, su propuesta de vivir despreciando a Dios…
Dicen que la cara es el espejo del alma, pero como en atrio casi nadie conocemos la cara de quienes compartimos el blog, diríamos que en este caso, las palabras son el espejo del alma. La cara de cada cual es la de cada cual, la suya propia, no la que nosotros/as queramos adjudicar al otro. Y dejamos ver demasiadas cosas a través de nuestras palabras.
Las provocaciones retratan más a quien las dice que contra quien las dice. En el caso de José Ignacio, quien no sea ciego por decisión propia, verá quién es y lo que ha dicho y dice habitualmente. Y ya dije el otro día (alguien ya le ha sacado punta, a la que no voy a responder) que no ofende quien quiere sino quien puede.
Leamos el post publicado por atrio para este nuevo año, a ver si dejamos de lado todo aquello que no sirva para otra cosa que no sea un encuentro entre personas desde el respeto hacia el otro.
José Ignacio, espero que sigas en atrio.
Pues mira que yo no tenía constancia de que Zapatero mandase tanto en el mundo… Estos ” laicistas” ( Zapatero dió más subvenciones y prevendas a la Iglesia Católica española que el mismísimo Franco) son la repera y seguro que fueron procreados con la luz apagada. Si ya digo yo que el estar tanto “cara al sol” deslumbra al personal y no ven más allá de sus propias narices:
Actualmente los países en los cuales el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en todo su territorio son:
Países Bajos (desde 2001)
Bélgica (desde 2003)
España (desde 2005)
Canadá (desde 2005)
Sudáfrica (desde 2006)
Noruega (desde 2009)
Suecia (desde 2009)
Portugal (desde 2010)30
Islandia (desde 2010)31
Argentina (desde 2010)32
Dinamarca (desde 2012)
Uruguay (en trámite en el congreso en diciembre de 2012)33
Además el matrimonio es legal en once jurisdicciones de Estados Unidos:
Massachusetts (desde 2004)
Connecticut (desde 2008)
Iowa (desde 2009)
Vermont (desde 2009)
Nuevo Hampshire (desde 2010)
Washington, D.C. (desde 2010)
Nueva York (desde 2011)34
California (entre julio y noviembre de 2008 y desde 2012)
Washington (desde 2012)35
Maryland (enero 2013)
Maine (enero 2013)
( Yo también soy ” hijo de las tinieblas”… en mi casa no había luz eléctrica cuando me hicieron y, aunque la hubiera, estaba muy mal visto hacer un hijo con la luz encendida, jejeje.
Pero me temo que por aquí, la mayoría, somos hijos de las tinieblas. Me consuela conocer aquello de ” un ciego no puede guiar a otro ciego”. Y el Papa Ratzinguer Z, es el mayor ciego de conveniencia que habita nuestro destartalado mundo. Y lo peor del caso es que la ” ceguera” del subsodicho acarrea consecuencias nefastas a la sociedad mundial, Mi ceguera no acarrea malas consecuencias a nadie, por fortuna, y pienso seguir ” ciego”. Para lo que hay que ver…)
Venga, “lumbreras”…
El papa Benedicto XVI, lo que expresa en su mensaje “La libertad religiosa, camino para la paz” que ha preparado con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz de este año 2013, es que equiparar jurídicamente -cosa que se ha hecho en España por obra y gracia de esa lumbrera llamada José Luis Rodríguez Zapartero- el matrimonio heterosexual ” de toda la vida”, que es entre un hombre y una mujer (unión amorosa, estable, fiel, y abierta a la vida), con las uniones civiles entre homosexuales, es injusto, porque lesiona y desvirtúa lo que es solo propio de la realidad del matrimonio entre hombre y mujer.
Es decir, que la cosa tiene su miga, pues es justamente al revés: la agresión es de los activistas homosexuales contra la doctrina católica, al haberse apropiado, gracias al “buen hacer” laicista de Zapatero, de una realidad que no les es propia, que no les puede pertenecer, que es como la cuadratura del círculo: no se puede.
Y de ahí que arremetan contra el Papa: que si homófobo, que si Venenito, que si Ratzinger Z… El Papa es pecador, falible, se equivoca a veces -o puede que a menudo-, como he reconocido en uno de mis últimos comentarios a este post. Podría planteársele a él mismo la razón de calzar esos zapatos que calza, o el porqué de algunos de sus comportamientos, el porqué de la pompa litúrgica… Pero zaherirlo como lo zahieren algunos, me parece que es muy claro a lo que obedece: los hijos de las tinieblas odian la luz que procede de lo alto…
A JOSE IGNACIO:No dejes de escribir.Yo muchas veces entró en Atrio porque veo en el lateral que hay comentarios tuyos.Observa que Javier en los comentarios que publicó desde el 1 de enero hizo una reflexiçón más general sin estar tan personalizada en ti o en Pepe Blanco.Es lo malo que tienen lo foros que “escupimos” los comentarios y a veces no se pueden corregir.Ten en cuenta que Javier tiene unas sobrinas-creo-que son lesbianas y pareja-creo-.Yo creo que él no se dirigía tanto a tí como al comentario de Benedicto XVI que,a mi juicio,es claramente homófobo.Jose Ignacio desde que te sigo en el blog La mirada samaritana sé que tú no eres una persona orgullosa.¿No crees que por mucho que te te hayan ofendido unos comentarios que muchas se “escupen” irreflexivamente largarse de aquí es un poco “hispano calderoniano”-en el sentido de honor ofendido- más que cristiano?.Yo estoy convencido que si Javier lee algún dia de estos tus dos últimos comentarios se va a dirigir a tí.Porque Javier es un tio que tiene bastante cabeza y desde luego no es un cafre como vistes cuando se corrigió con aquello de “escupir” que tanto te molestó.
Y además, el psicoterapeuta, escritor, conferenciante (o conferencista, como dicen en Iberoamérica) y antiguo gay Richard Cohen es hoy un fervoroso cristiano de tradición evangélica. No siendo católico Cohen, coincide con el Magisterio en sostener que una vida de intensa espiritualidad crística siempre es afectiva y sanadora para las personas deseosas de vivir su sexualidad, sea homo o hetero, en comunión con la fe y la doctrina de la Iglesia universal. O en comunión con los valores cristianos, al margen, obviamente, de los postulados teológicos liberales de las secciones más radicales de todas las confesiones cristianas que tratan de oponerse al Magisterio. Si no es así, no se aceptarán en modo alguno ni las opiniones de Richard Cohen -que es una autoridad en la materia-, ni las de la Iglesia católica, naturalmente.
A veces se parece a un diálogo de besugos… y de besu-GAS, mi querida Mª Pilar.
Estamos tan acostumbrados-as a leer temas del Espiritu Santo, La ICAR, Jesucristo-Dios, Virginidad imposible de María, etc, que se nos escapa lo más inmediato.
Cada cula se irá, o se quedará, en el lugar que le apetezca escribir o dejar de hacerlo. Pero las cosas son como son y a mí n0 me valen los ” perdones” para quedar bien a la vez de seguir atacando sin misericordia y EN MANADA.
Mientras alguien no me demuestre lo contrario, José Ignacio Sáez de Navarrete conoce perfectamente la situación de nuestro amigo Pepe Blanco. Y Creo que Pepe Blanco nos ha hablado desde hace años de su situación, por lo cual, quienes llevamos años en ATRIO la conocemos perfectamente.
Y no me remito a mensajes de hace años, me remito a ésta reciente fecha:
“”
pepe blanco
30-Diciembre-2012 – 0:05 am
Hola Jose Ignacio Calleja Saenz de Navarrete,
El caso es que estoy de vacaciones con mi marido y apenas tengo un par de minutos para responderte. Los que necesito para recordarte que tu papa, Benedicto XVI, o, mejor, Venenito XVI, como le llama Francisco Javier Pelaez, hace unos dias escupio en mi cara, y en la de muchos millones de personas en todo el mundo, al afirmar que el matrimonio homosexual es un grave peligro para la paz mundial.””
O sea, que menos rollos, menos cuentos y menos perdones sin el menor arrepentimiento.
Y ya puesto, recuerdo el calificativo que le adjudicó nuestro querido Juan Luis Herrero del Pozo al mismo Papa ,Ratzinguer Z. Fue con ocasión de la prohibición del preservativo que está haciendo extragos en Africa. ( Algunos-as aseguran que no se hace caso de lo que diga el Papa; pero cientos de miles de personas siguen muriendo por las cosas que este tipejo se empeña en prohibir. Y curiosamente, alguien que fue profesora de Educación para la Ciudadanía, se empeña en minimizar las consecuancias de tan nefasto personaje ( el Papa) que ha conseguido sacar de la aulas tan necesaria materia y sigue insultando gravemente a millones de mujeres por el simple hecho de cumplir la Ley-. ademásd de inverir millones en fábricas de armamento y LAVAR DINERO fraudulento a mogollón, sin olvodar la pederástia que proteje y el FASCISMO con el que impera en su sacro mundo católico.)
No escribiré el calificativo que Juan Luis le propinó a tan nefasto personaje para que los cándidos ojos atrieros no se sientan atacados por los ” anticlericales” y nos manden a hacer puñetas en otros foros. Simplemente diré, en contra del calificativo de mi querido Juan Luis ( tan añorado en ATRIO) que las madres no suelen tener culpa de los monstruos sociales en que se convierten sus hijos.
Pues éso…
Para los que puedan sentirse interesados: parece que ha hecho mucho bien en cientos y cientos de personas de tendencia homosexual y también en personas heterosexuales interesadas en el asunto, la oba ensayística del norteamericano Richard Cohen, Comprender y sanar la homosexualidad.
Traducida recientemente al español y publicada en nuestro país, se trata del testimonio, muy en primera persona, de su autor, el psicoterapeuta Richard Cohen, en la actualidad heterosexual casado y padre de tres hijos, pero que cuenta con un pasado de lustros de práctica homosexual activa. Así que conoce la realidad de la afectividad homosexual absolutamente desde dentro, en primera persona del singular -y del plural, diríamos, pues la homosexualidad, como toda conducta humana relevante, afecta a segundas y terceras personas…-.
Cohen asegura que las tendencias homosexuales, incluso las muy arraigadas, tienen “cura, sanación, corrección”, a condición de que se quiera, se sea paciente, se superen crisis y caídas y recaídas, y se ponga la persona interesada en manos de especialistas que, como él mismo es, ayuden en el proceso. El profesor y psicoterapeuta R. Cohen asegura en su libro citado que se cuentan por centenares las personas de tendencia homosexual que han sido sanadas por él mismo.
A veces esto se parece al diálogo de “besugos” que salía en la Codorniz. (Con todo el respeto)
Cada cual, y son muchos… cuando leen no ¡escuchan! lo que el otro quiere decir, y por eso sacamos conclusiones que poco tienen que ver con lo escriben y quieren decir los que no están de acuerdo con la “mirada personal” de cada cual.
Y ahí está el error, leemos a la vez que ya estamos “disparando” nuestra respuesta venga al caso o no.
Me gustaría saber si Pepe Blanco ha dado su permiso para hablar de su vida personal en un foro.
Mis ideas no cambian por lo que es cada persona, pero creo firmemente, que sobre todas las cosas hay que:
¡¡¡Respetar a las demás personas y sobre todo su vida particular!!!
Y sobre el trato al papa o a cualquier persona, debe ser digno y respetuoso, pero no dignificarlo ¡solo! por el puesto que ocupa.
A mi no me gusto su nombramiento… de hecho no he leído nada de él; a veces me hace sonreír su comportamiento y el de toda la curia romana, que sigue viviendo anclados en el siglo V.
Parece que les encanta vestirse de Prada, con sedas, grandes capas fuxias, grandes pectorales, grandes anillos.
Y a esto hay quien le llama ¡santidad! si hay algo alejado del significado de santidad es el boato la riqueza, el lujo… etc.
Santo=a buena persona, de limpio corazón, la mayoría de las veces explotado, maltratado…
Nada tiene que ver, con quienes viven ampulosamente; y no digan que se puede vivir pobre en medio del lujo, eso es un cuento chino, porque vivir pobre nunca jamás será, vivir en un medio que nada les falta.
Sería bueno escuchar al corazón de las personas que escribimos aquí, y menos dar lecciones de toda clase de “subterfugios” que si vino, que si fue, que si es o no es…
Lo de los cazadores… “Son galgos… No, son podencos…” Y mientras tanto la caza se les fue de las manos ¡bien hecho!
Lean escuchando, sin ofender, respetando el camino que cada cual sigue; lo que es bueno para algunas personas, puede no ser bueno para otras.
mª pilar
Oscar Varela:
Te has hecho un retrato de cuerpo entero.
Lo dejo aquí.
MG!
Estás de-formado pibe!
¿Yo: tu “hermano“?
¿Me deseas ser “Feliz“?
A la hipocresía profesional tuya
no le doy ni las gracias ¡muchachito!
Sigo ¡yendo todavía! – Oscar.
…………..
Compadrón
“Compadrito a la violeta,
si te viera Juan Malevo
qué calor te haría pasar.
No tenés siquiera un cacho
de ese barro chapaleado
por los mozos del lugar.
El escudo de los guapos
no te cuenta entre sus gules
por razones de valer.
Tus ribetes de compadre
te engrupieron, no lo dudes.
¡Ya sabrás por qué!
Compadrón
prontuariado de vivillo
entre los amigotes que te siguen,
sos pa’ mí, aunque te duela,
compadre sin escuela, retazo de bacán.
Compadrón,
cuando quedes viejo y solo (¡Colo!)
y remanyes tu retrato (¡Gato!),
notarás que nada has hecho…
Tu berretín deshecho
verás desmoronar.
En la timba de la vida
sos un punto sin arrastre
sobre el naipe salidor,
y en la cancha de este mundo
sos un débil pa’l biabazo,
el chamuyo y el amor.
Aunque busques en tu verba
pintorescos contraflores
pa’ munirte de cachet,
yo me digo a la sordina
¡Dios te ayude, compadrito
de papel maché!”
Un apunte más sobre el matrimonio homosexual. No hace muchos años y aún está lejos de normalizarse, las relaciones homosexuales eran y son fuertemente estigmatizadas consideradas inmorales. En mi opinión es que es verdad que en el pasado lo eran. ¿Por qué? Pues por que era muy difícil por no decir imposible que se dieran en una relación homosexual las condiciones para hacerlo fuente de moral. Ocultaciones, mentiras, doble vida, tragedias personales tremendas, formando guetos sociales donde la inmoralidad y la promiscuidad sexual campaban a sus anchas, al sentirse en esos reductos sin la presión social opresiva. La gente homosexual se sentía los malos de la película como pequeños demonios lascivos, que con demasiada frecuencia humanamente los degradaba. No es de extrañar que el consejo moral era que se apartaran de esos ambientes y recomendaran la abstinencia sexual, cosa que es semejante al consejo de no conducir si quieres evitar los accidentes de coche. Un imposible para la gran mayoría.
Hoy las cosas pueden cambiar y mucho si se normaliza el matrimonio homosexual. En él se facilitan las condiciones para que las relaciones homosexuales sean fuente de moral valiosa. Un ambiente en el que puedan crecer en el amor, la fidelidad, la comprensión, el cariño, el respeto, la entrega mutua. Por eso digo que la ética evoluciona, avanza hacia mejor, pues se está haciendo más sensible a las discriminaciones o exclusiones de colectivos humanos, cosa que en el pasado no era posible.
No entiendo las razones de decir que el matrimonio homosexual se formaliza contra el matrimonio heterosexual y la familia, poniéndolo en peligro. Mi opinión es que afecta a dos colectivos diferentes de personas. Para los heterosexuales no entiendo el modo en que la normalización del matrimonio homosexual pondría en peligro su matrimonio heterosexual ¿arrastrándolos hacia la infidelidad o la promiscuidad? ¿por vicio homosexual? Mira que tienen un pensamiento retorcido. Por otro lado si se refieren a los matrimonios hechos para ocultar la homosexualidad de alguno/a por presión social, pues no veo lo moral por ningún lado sostenidos por una mentira. Quizás para los que tienen un cierto grado de bisexualidad ¿tienen algún reparo en que se decanten por el homosexual y se pierdan algunos matrimonios posibles reproductores?
¿Acaso el matrimonio homosexual pone en peligro la capacidad reproductora de la sociedad? Pues esto es una falacia interesada. Ni siquiera en una sociedad tan abiertamente homosexual como la Espartana puso en peligro su capacidad reproductora.
Ojalá el matrimonio homosexual se normalice lo antes posible precisamente por razones morales.
(¡Ah! Soy un hombre casado con mi mujer desde hace 40 años en Febrero próximo por la Iglesia, repitiendo ceremonia y fiesta cuando cumplimos los 25 años, con hijos y nieto uno por ahora, con sexualidad ampliamente satisfactoria y enriquecedora para ambos, cosa que les deseo a una pareja de amigos homosexuales mucho más jóvenes que se aman profundamente.)
Saludos cordiales
A Oscar Varela.
Muchas gracias, hermano.
Ya veo que tú también perteneces al club “venenito”.
Feliz Año Nuevo.
Hola G. M.!
El venenito de las serpientes curan el Cáncer.
Habrá que saberlo procesar y nada más.
Pero acá, en Argentina y también en Chile,
veo sobrevolar sbre las altas cumbres cordilleranas
magníficas aves.
Algunas, que vuelan más bajo no tienen veneno
pero dan vueltas y vueltas a la espera de algún animalito caído
A estas aves las espantamos porque son “carroñeras“;
traicioneras, muerden de atrás los garrones.
Cosas que observamos y decimos por acá, a la prudencial distancia.
Cuando las veo aparecer ¿te imaginás el “asco” que causan?
Así sigo yendo todavía! – Oscar.
Hace días que no sigo este hilo y ahora por lo que leo del comentario de Asun, antes de retomarlo por donde lo dejé ya entonces un poco decepcionada, me apresuro a expresarle a José Ignacio mi gran estima por su delicadeza y mesura en todos sus comentarios y pedirle por favor que se quede!
Hola!
A propósito de lo de Asún (sin ninguna culpa de ella)
se me entreveró la perspectiva de un viejo tanguito.
VIENTO EN CONTRA
Letra de Rodríguez YAMANDU (EL MATRERO)
Musica de Eduardo José BRAMERI
Tango
Interprete: Alberto Castillo
“El Cantor de los Cien Barrios Porteños”
CASSETTE ODEON-EMI 14.047
……………………………………………………….
En el barrio los muchachos,
lo apodaron viento en contra,
y mejor apelativo,
para el no pudo haber,
No hay cosa que se comente,
que él no sepa ni conozca,
aunque hoy se contradiga,
de lo que sostuvo ayer.
Es confiado y meterete,
con razón o sin razón,
si alguien habla bien de River,
al segundo grita !Boca!,
pero si mañana cuadra,
de Racing o del Ciclón.
!viento en contra!,
para vos no hay nada nuevo,
sos el último y primero,
en cualquier conversación.
!viento en contra!
que vivís en este mundo,
porque lo que sobra es sitio,
es por eso nada más.
No hay derecho,
de que yendo a contramano,
con tu contra, vos hermano,
querés siempre dominar.
En el cine o en la calle,
en el subte o colectivo,
en el club y en el trabajo,
nunca estas sin protestar.
Y hay que verla a tu hermanita,
pobrecita lo que sufre,
al plancharte las camisas,
las que tiene que aguantar.
Tu viejita ya no sabe,
lo que hacer pa’ conformarte,
no hay un día que en la mesa,
el menú lo encuentres bien.
Sin embargo, te aseguro,
que tendrás que lamentarte,
cuando en vos se dé la contra,
de tu contra alguna vez.
Enhorabuena al clan Venenito XVI.
Ya habéis conseguido expulsar del Atrio a otra buena persona que os molestaba porque decía la verdad.
Me refiero a José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete
¿Cuántos han caído ya por el camino?
Pues hemos comenzado bien el año nuevo…
Estimado José Ignacio:
Muchas gracias por esta gran sinceridad en tus palabras. Siento que pueda ser una despedida definitiva y siento muchísimo que haya habido con anterioridad confusión y mucha acusación. Y siento no haber dicho antes algo.
Esto es un ejemplo de que los humanos insensatamente actuamos haciendo juicios, más por lo que creemos que es en nuestra cabeza y a eso nos aferramos, que por lo que realmente es.
Nunca aprendemos, es una lástima. El empecinarnos en nuestra “razón” y “verdad” es la enfermedad- locura más consentida y venerada en las relaciones humanas.
Los caminos por los que interactuamos son infinitos, el talante siempre ha de ser uno: reconocerse en el otro, tratarle con amabilidad siempre, porque seguramente está librando una dura batalla y nunca podemos saber lo que realmente hay en su interior.
Siento que esto no se haya respetado en Atrio de manera insistente en este hilo.
Un abrazo.
Y ya que hablamos de moralidad en mi opinión me resulta altamente inmoral el comportamiento de Javier con respecto a José Ignacio, porque pone sus ideas por encima de las personas y además no escucha ni atiende ninguna de las múltiples peticiones de perdón que le ha solicitado. Esto no es moral y me resulta decepcionante. Javier, ¿no quieres un mundo mejor y más humano? Tú que tanto has insistido en que José Ignacio pida perdón a Pepe Blanco, parece que tú contigo mismo no sigues tus propias reglas, porque has ofendido gravemente a José Ignacio. ¡Por favor, sólo te pido unas letras pidiendo perdón! ¿es mucho pedir?
Saludos cordiales