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Seamos útiles de una vez

En cierta ocasión tuve la oportunidad de oír que los pobres agradecían que, además de darles una limosna, el donante les dedicara un saludo o unas palabras amistosas, porque les suponía un toque de dignidad. Y lo he venido haciendo con mucha frecuencia y a veces sin donativo, porque la moneda callejera no era la solución para mi interlocutor o interlocutora.

Pero hoy, voy a cambiar el consejo de hablar con los necesitados, por el de escuchar a los necesitados. Y lo hago porque una pobre mujer, joven, muy modestamente ataviada, y con una cara de pena que partía el alma,  ha contestado a mis frases amables diciendo “¿pero cuándo van a ser ustedes útiles?” Les aseguro –lectores- que íntimamente avergonzada no encuentro ningún argumento mejor, que ser útil ¡Seamos útiles!

Ya está bien de copiarnos unos a otros y de repetir sin más la lista de desastres del gobierno actual. Ya está bien de tertulias en las que unos opinan en una dirección y otros en la contraria, interrumpiéndose deslenguadamente, y sin más deseo de muchos que salirse con la suya. Y no digamos nada de los medios de comunicación que omiten cuestiones importantes para no poner en tela de juicio a sus “señoritos”. Ni olvidemos a aquellos políticos (no todos), que individualmente o sumergidos en la colectividad de los órganos a que pertenecen, airean sorprendentes asuntos con el objeto de escamotear, camuflar  o desfigurar lo verdaderamente importante.

Bastaría con que los opuestos al gobierno digamos “puesto que este gobierno es un desastre, la solución de tal cosa sería…“ Y bastaría con que los partidarios del gobierno dijeran simplemente que todo les parece bien, ya que si tratan de exponer las razones del bien, no nos iban a convencer y nos iban a aburrir soberanamente.

Efectivamente no hay dinero para mantener el Estado de Bienestar, pero en lugar de que el presidente del gobierno ponga cara de pena es de suponer que lo habrán votado para que lo busque.  Está a tiempo de hacerlo porque todos sabemos donde esta: en los paraísos fiscales y en los bancos que no lo hacen fluir. Lo de enviarlo a  los paraísos fiscales ya sabemos que añade cierto “pedigree” a los interesados, y lo de rebajar los impuestos a los  evasores también sabemos que es tonto e ineficaz. ¿Es que la Sra. Merkel no le deja a la Agencia Tributaria que persiga a los defraudadores? ¿Es que no esta clara la lista del antiguo empleado del Banco suizo BHBC Sr. Falciani, ni la edición del  New York Times que nos la puso encima de la mesa? Una vez cotejada la valiosa lista y actualizadas las cuentas conforme a  la legislación de los ciudadanos vulgares y no otra,  le tocaría el turno a los Bancos.  Hace tiempo que cada subvención que se anuncia para cualquier mortal obliga al solicitante a presentar una memoria explicativa (antes de darles ninguna subvención) de para qué la va a emplear, la cuantía de los gastos pormenorizados y sus plazos, y además, un certificado de que el solicitante está al día de todas sus obligaciones fiscales. Cabría obligar a los Bancos a presentar la memoria detallada en la que constaran por ejemplo el coste de los aplazamientos de hipotecas, la anulación de desahucios, el mantenimiento de puestos de trabajo, los créditos a las PYMES, sus obras como mecenas, etc. etc.  Estas iniciativas si que son útiles y no digamos nada si los bancos acaban poniéndose  al día de sus obligaciones fiscales.

También se puede rogar a los evasores que hagan las cuentas de los impuestos defraudados y pregunten a la Hacienda o al Parlamento qué pueden hacer para devolverlos, claro que según la legislación del momento evasor. Como quizá tarden siglos en contestarles, lo mejor sería que los reúnan “a cuenta” y creen una Fundación que atienda a todos los sectores públicos que el gobierno no puede atender. Cuando la hipotética Fundación estuviera operativa, los defraudadores ganarían en conciencia tranquila, y los que nos sentimos obligados a denunciar lo que está mal, nos comprometeríamos a restablecerles su buen nombre. Cosas así o parecidas serían útiles. Porque a la pobre mujer, joven, muy modestamente ataviada, y con una cara de pena que partía el alma le da igual quién le reconozca sus derechos, pero pide y merece que se le reconozcan.

Artículo publicado en Lanza Digital 26 de noviembre del 2012 y enviado por la autora a ATRIO.

3 comentarios

  • francisco javier peláez

    Estoy de acuerdo que más que dar una moneda,hay que hablar con los pobres…Y ahora el villancico cantado en la sede del PP:”Funcionarios españoles/se dirigen al portal,/para entregar a los bancos/su paga de Navidad./Y Rajoy en el pesebre/se rie porque está alegre./Ni cava ni champán,/Navidad fastidiosa./¿Qué tendremos para brindar?/Don Simón y gaseosa”.Mejor aún el estribillo de los Peces en el rio:”Pero mira como miente el Partido Popular,pero mira como estafa y no deja de estafar.Roban y roban y vuelven a robar.Rajoy y su Gobierno y el Partido Popular”.Y el inicio de “Hacia el PP va Mariano,RIN,RIN”:”Hacía el PP va Mariano,rin,rin,que me recortaba,que me recortó,que me bajó el sueldo,que me lo fundió,cargado con mil mangantes…”.Y luego en el Hospital 12 de octubre hacen una coreografía antirecortes…Si no fuera por esta gente,la marca España estaría hundida….Y las performance en las sedes de Bankia y en el metro de Madrid.!Cómo un gobernante tan soso e insubstancial  puede gobernar a un pueblo tan cachondo..!.Y por último sale Rajoy comunicando ufano:”El Rey ha desayunado dos huevos…”.Cierto dos huevos con Urdangarín,es decir,dos huevos con chorizo… 

  • h.cadarso

     Les sugiero que abran en internet http://www.durangon.com y pinchen el jueves, o sea ayer, un artículo de opinión titulado “Crisis a la islandesa” donde se recogen la acciones que ha puesto en marcha Islandia y sus ciudadanos para superar la crisis. Por supuesto que podemos hacer muchas cosas…

  • ELOY

    Lola: como siempre das en la diana.

    Hay que hacer algo más que hablar: escuchar e intentar ser eficaz ante los problemas. En definitiva lo que antes se decía “comprometerse” con la realidad.
     

    ¡Seamos útiles de una vez!.