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Como lobos rapaces

Martín Scheuch ya es conocido en ATRIO por la Carta Abierta al Cardenal Cipriani que publicamos. Este peruano, residente en Alemania, está llevando una batalla contra la hipocresía que se esconde en uno de los varios movimientos ultraconservadores que hoy surgen por todas partes. ATRIO es especialmente sensible a estos movimientos que intentan forzar una restauración tridentina de la Iglesia Católica. Y por eso quiere apoyarle a Martín en su empeño por desvelar lo que esconde el Sodalicio y ACI. Quien no desee información completa puede leer solo la INTRODUCCIÓN-RESUMEN que él mismo ha redactado para ATRIO.

  • INTRODUCCIÓN- RESUMEN

El Sodalicio de Vida Cristiana (inicialmente conocido sólo bajo el nombre en latín de Sodalitium Christianae Vitae, SCV) fue fundado el 8 de diciembre de 1971 en Lima (Perú) por varios jóvenes estudiantes provenientes de grupos de derechas, entre ellos Luis Fernando Figari, quien fue su Superior General hasta diciembre del año 2010. La institución fue aprobada por la Santa Sede como sociedad de vida apostólica de derecho pontificio en 1997.

Está compuesta por laicos consagrados y sacerdotes, llamados «sodálites», que hacen promesas de celibato y obediencia, y viven en comunidades. Los sodálites dicen dedicarse fundamentalmente a la promoción de los jóvenes y la familia, la evangelización de la cultura y la ayuda a los más pobres, tratándose ésta última más que nada de obras de caridad social. Su apostolado consiste principalmente en labores proselitistas, que realizan a través de centros pastorales, escuelas, universidades y centros de estudios. Tienen presencia no solamente en el Perú, sino también en varios países de América Latina y en Estados Unidos. En Europa sólo están presentes en Italia.

Aunque oficialmente no lo reconozca así, el Sodalicio es quien promueve el portal católico de noticias ACI Prensa. Asimismo, el Movimiento de Vida Cristiana (MVC) fue fundado en 1985 para vincular a todo tipo de gente que, no siendo sodálite, quisiera participar de la espiritualidad y estilo del Sodalicio.

Actualmente cuentan con dos obispos, Mons. José Antonio Eguren, arzobispo de Piura y Tumbes, y Mons Kay Schmalhausen, prelado de Ayaviri (Puno), los cuales suelen hacer buenas migas con los obispos peruanos del Opus Dei, sobretodo con el Card. Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima.

Como ocurrre con muchos grupos fundamentalistas, su historia no ha estado exenta de prácticas cuestionables, entre los cuales se incluyen la aplicación de métodos de manipulación de las conciencias, conflictos con los padres de jóvenes que habían reclutado para la institución, actitudes agresivas y beligerantes, y difamación de personas que osaran hacer críticas a la institución o a las que ellos catalogaran como enemigos de la Iglesia. Los escándalos públicos más conocidos fueron la captura en octubre de 2007 de Daniel Murguía, sodálite consagrado, en el centro de Lima en una situación pedófila (fotografiando a un niño de la calle desnudo en un hostal) y la revelación periodística en febrero de 2011 de que Germán Doig, quien había sido Vicario General de la institución antes de su muerte en el año 2001, el segundo en el mando después de Figari y a quien se le consideraba un candidato a ser elevado a los altares, había abusado sexualmente de por lo menos tres jóvenes menores de edad a los cuales daba dirección espiritual. El mismo Luis Fernando Figari ha sido denunciado ante el arzobispado de Lima.

El presente artículo busca informar sobre algunas fuentes de las cuales bebió el pensamiento sodálite en los ’70. No pretende ser exhaustivo, pues faltaría incluir a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, además de numerosos pensadores de diversas orientaciones. Se trata mayormente de información que recién se da a conocer de manera pública, pues el Sodalicio ha ocultado sistemáticamente este capítulo de su historia, a tal punto que lo que aquí se refiere es  desconocido incluso para muchos de sus actuales miembros.

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COMO LOBOS RAPACES

Posted on 2 de noviembre de 2012 by laslineastorcidas

1978 es un año que guardo claramente en el recuerdo. Yo cumplía 15 años de edad y era un adolescente insatisfecho buscándole sentido a la vida y tratando de encontrar mi puesto en el mundo. Ese año redescubrí la fe cristiana y también conocí al Sodalitium Christianae Vitae (que todavía no llevaba el nombre en español de Sodalicio de Vida Cristiana), entonces una asociación pía de fieles que había sido reconocida como tal por el Card. Juan Landázuri Ricketts, arzobispo de Lima. De labios de algunos sodálites escuché entonces que el Sodalitium había sido fundado el 8 de diciembre de 1971 por un grupo de amigos de un círculo de estudios, entre los cuales se encontraban Luis Fernando Figari, Sergio Tapia (actual representante en el Perú de la Fraternidad de Asociaciones Santo Tomás de Aquino) y otros cuyos nombres no recuerdo o nunca supe. El mismo Figari había escrito en el año 1976: «Ha transcurrido un año más de la vida de nuestra comunidad; el quinto año desde que fuera instituida la Sodalitium Christianae Vitae. Desde aquel lejano 8 de diciembre en que un grupo de jóvenes reunidos con el R.P. Gerald Haby, S.M., plasmamos en un compromiso el anhelo que sentíamos en el fondo de nuestras almas de trabajar decididamente por lo imperecedero, entregándonos a una vida comunitaria bajo la bandera de Cristo Jesús y la guía de Santa María, ha transcurrido un tiempo que se nos hace una eternidad» (Memoria del Superior de la Sodalitium Christianae Vitae, Año: 1976). Según llegué a enterarme varios años después a través de diversas fuentes, Figari provenía de las filas de Tradición, Familia y Propiedad, grupo católico ultraconservador y derechista fundado en 1960 en Brasil por Plinio Correa de Oliveira, y del cual había participado junto con Francisco Tudela (quien llegaría ser Ministro de Relaciones Exteriores durante el segundo gobierno de Alberto Fujimori) y José Pancorvo (poeta y uno de los representantes oficiales del Núcleo Peruano Tradición, Familia y Propiedad).

Todavía estaban lejos los tiempos en que el Sodalitium adquiriría el rango de sociedad de vida apostólica de derecho pontificio en el año 1997. En ese entonces, todos los miembros del Sodalitium, jóvenes y en su mayoría provenientes de clases acomodadas de la sociedad limeña, cabíamos en la pequeña capilla del Colegio Champagnat en Miraflores (Lima), donde un sacerdote amigo, el P. Armando Nieto S.J. –a quien recuerdo con inmenso respeto y cariño por su generosa bondad y tolerancia, además de su buen criterio y sentido común–, nos celebraba la misa dominical, que se diferenciaba de otras misas a las que había asistido por la rigurosidad en el cumplimiento de las normas litúrgicas y por las canciones, muchas de ellas de estilo marcial, que eran entonadas al unísono y con voz fuerte, a tal punto que recuerdo haber quedado muchas veces sin voz y con la garganta irritada al final de la celebración litúrgica. Sin embargo, en ese entonces ello no me importaba e incluso era motivo de orgullo, pues el canto generaba una especie de mística militante y un fuerte sentimiento de unidad y camaradería, donde los límites del propio yo se difuminaban, lo cual no veía yo entonces como algo que pudiera tener consecuencias negativas en mi vida.

Recuerdo que ese año se publicó el libro Como lobos rapaces, una especie de denuncia periodística de la teología de la liberación, actualmente descatalogado y muy difícil de encontrar. Su autor, Alfredo Garland Barrón, sodálite, formó parte de la primera hornada de jóvenes del Colegio Santa María (Marianistas) de Monterrico (Lima), que fueron ganados para el Sodalitium por Luis Fernando Figari, quien trabajó como profesor de religión en ese colegio y del cual fue finalmente expulsado por razones que todavía no han sido aclaradas del todo. Formaban también parte de ese grupo Germán Doig, José Ambrozic, Emilio Garreaud, Luis Cappelleti y José Antonio Eguren (actual arzobispo de Piura), aunque éste último fue reclutado posteriormente cuando cursaba estudios de Letras en la Pontificia Universidad Católica del Perú. A este grupo hay que añadirles los nombres de Alberto Gazzo y Jaime Baertl, del Colegio de la Inmaculada (Jesuitas), y Virgilio Levaggi, del Colegio Italiano Antonio Raimondi. También de este último colegio provenía un joven estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima, impetuoso y enérgico, que si bien no pertenecía a la primera generación de sodálites, se destacaría por su lealtad ciega, acrítica y a prueba de balas hacia Figari y la institución co-fundada por él: Alejandro Bermúdez, actual director de ACI Prensa, un portal católico de noticias en Internet, conocido por sus posturas conservadoras y sus actitudes beligerantes a favor de las derechas eclesiales. Actualmente, ni Cappelleti ni Gazzo ni Levaggi forman parte de la institución y están totalmente desvinculados de ella. Doig falleció en el año 2001, a la edad de 44 años.

Luego de esta breve introducción, quisiera hablar un poco más sobre el libro Como lobos rapaces, del cual poseo un ejemplar que me fue vendido a la salida de la misa dominical de la capilla en el Colegio Champagnat y que, por orden expresa, debíamos adquirir y leer todos aquellos que estábamos vinculados al Sodalitium o que aspirábamos a pertenecer a él. Incluso el prólogo se convirtió para nosotros en materia de estudio, pues contenía una especie de resumen de la interpretación de la historia que debíamos adoptar, basada en el pensamiento del P. Julio Meinvielle, un sacerdote argentino de ideología ultraconservadora, nacionalista y antisemita. El libro de Garland, que lleva como acápite “Perú: ¿una Iglesia infiltrada?”, busca presentar la teología de la liberación como fruto de una conspiración anticristiana que tiene como fin infiltrar la Iglesia para destruirla desde dentro, y que supuestamente se remontaría a las corrientes teológicas modernistas que fueran condenadas por el Papa Pio X, las cuales evolucionarían después hacia posturas aliadas con el marxismo. Para ello recurre a las teorías de la conspiración teorizadas por autores católicos conservadores y derechistas, que consideran la teología de la liberación como una de las manifestaciones disfrazadas del comunismo ateo

Como investigación periodística es inconsistente, pues con frecuencia establece supuestas vinculaciones ideológicas entre personas que se conocieron o coincidieron en un mismo lugar de estudios o reunión, y no incluye entrevistas a varios de los protagonistas, que eran accesibles al autor del libro y que pudieron ofrecerle información valiosa y de primera mano, como varios de los obispos y sacerdotes que se mencionan en el libro. No creo tampoco que haya habido la intención de entrevistar a nadie, pues el libro se concibió desde un principio, según lo que se nos dijo entonces, como un proyecto para “sacarle la mierda a los rojos” y detener el avance de la teología de la liberación, para lo cual bastaba con recopilar información libresca y documental, y ofrecer una interpretación de hechos y datos seleccionados, que presentara una apariencia consistente, verosímil y creíble.

Además de esto, el libro también queda como un testimonio de las influencias ideológicas sobre el pensamiento sodálite tal como existía en el año 1978, influencias que los representantes del Sodalitium han negado sistemáticamente en épocas posteriores e incluso han buscado borrar de su historia. Recuerdo que a mediados de los ’80 se hizo una especie de purga en las bibliotecas de las casas sodálites, que eran comunidades de formación y residencias a la vez, y se retiró todos aquellos libros que guardaran relación con las influencias ideológicas que determinaron el ideario de la institución en los ’70. El libro de Garland también fue confiscado, aunque la revisión no fue tan minuciosa como para evitar que yo conservara mi ejemplar.

Posteriormente también se sacaron de circulación las Memorias de Luis Fernando Figari, que eran unos opúsculos que contenían los discursos que Figari dirigió a fin de año a la cúpula del Sodalitium entre 1976 y 1986 (con la única excepción del año 1981) y que luego eran distribuidos para ser estudiados, releídos y aprendidos hasta el más mínimo detalle por los sodálites. Estos textos eran considerados incuestionables, pues explicitaban y desarrollaban el carisma fundacional del Sodalitium que supuestamente tenía Figari por obra del Espíritu Santo. Resulta curioso que unos textos que se consideraba como obras cuasi divinas terminaran reducidos a la categoría de escritos clandestinos, cuya existencia debía ser relegada al olvido. Sin embargo, sería interesante rescatar esos textos, pues son testimonios del pensamiento de Figari en la etapa fundacional y servirían para documentar la historia temprana del Sodalitium.

Si hacemos una revisión de las fuentes citadas al final de Comos lobos rapaces, encontramos documentos y autores de la teología de la liberación que son objeto de los dardos del autor, documentos eclesiásticos, cartas pastorales, documentos protocolares de eventos y reuniones, revistas y diarios de la época, etc., pero también hay una constelación interesante de autores que sirven como fuente para el marco ideológico desde el cual se interpretan los datos. Algunos de estos autores eran muy apreciados y leídos en el Sodalitium del los ’70. He aquí las obras correspondientes incluidas por Garland en la bibliografía de su libro:

  • Benoit, Paul. La ciudad anticristiana en el siglo XIX
  • Debray, Pierre. Documentación sobre los nuevos curas. Barcelona, 1966
  • Derisi, Octavio Nicolás. La Iglesia y el orden temporal. Buenos Aires, 1972
  • Duquesne, Jacques. La izquierda de Cristo. Barcelona, 1972
  • Eppstein, John. ¿Se ha vuelto loca la Iglesia católica? Madrid, 1973
  • Latorre Cabal, Hugo. La revolución de la Iglesia latinoamericana. México, 1969
  • Meinvielle, Julio. El comunismo en la Revolución Anticristiana. Buenos Aires, 1974
  • Meinvielle, Julio. De Lamennais a Maritain. Buenos Aires, 1967
  • Meinvielle, Julio. De la cábala al progresismo. Salta, 1970
  • Poradowski, Miguel. Sobre la teología de la liberación. 1974
  • Poradowski, Miguel. El marxismo invade la Iglesia. 1974
  • Sacheri, Carlos Alberto. La Iglesia clandestina. Buenos Aires, 1970
  • Saint-Pierre, Michel de. Los nuevos curas. Barcelona, 1971
  • Von Hildebrand, Dietrich. El Caballo de Troya en la Ciudad de Dios. Madrid, 1969

Muchos de estos autores se adscriben a un catolicismo conservador de raíces tomistas (en referencia a la filosofía de Santo Tomás de Aquino), con una concepción política de derechas y con un anticomunismo que va más allá del mero análisis ideológico, pues incluso vinculan todo lo que contenga elementos del marxismo con Satanás y el Anticristo… tal cual.

Vemos más en detalle a algunos de ellos.

Michel de Saint-Pierre (1916-1987)

Fue un escritor y periodista francés, católico y monárquico, que defendía la misa tradicional en latín según el rito de Pío V y se opuso a las reformas litúrgicas implementadas después del Concilio Vaticano II. Su novela Los nuevos curas (1964) y su secuela La pasión del Padre Delance (1979), donde se rechaza todo lo que se opone al tradicionalismo conservador como progresista, fueron lecturas recomendadas, de lectura casi obligatoria, para quienes recibieron formación cristiana en el Sodalitium Christianae Vitae y –desde su fundación en 1985– en el Movimiento de Vida Cristiana.

P. Miguel Poradowski (1913-2003)

Fue un sacerdote polaco, nacionalizado después chileno, que hizo una crítica del marxismo y de la teología de la liberación desde posiciones integristas. Algunos de sus libros, escritos en un estilo sencillo, casi catequético, fueron muy leídos en el Sodalitium de los años ’70. Su visión de la Iglesia en los años posteriores al Concilio es negativa, como se evidencia en el siguiente texto: «Hay sacerdotes que han aceptado el marxismo después de haber sufrido un lavado de cerebro: es gente que en vez de evangelizar al pueblo, lo están marxistizando. Y existen después los llamados tontos útiles, personas de buen corazón pero sin criterio, unos ingenuos, incautos, víctimas de la propaganda marxista y de la confusión que reina en toda la Iglesia después del Concilio Vaticano II» (El marxismo invade la Iglesia, 1974).

Mons. Octavio Nicolás Derisi (1907-2002)

Fue un presbítero y arzobispo católico argentino, promotor de la filosofía tomista, fundador en 1946 de la revista Sapientia, en 1948 de la Sociedad Tomista Argentina y en 1958 de la Universidad Católica Argentina. Sus libros fueron muy apreciados en el Sodalitium –sobre todo el de doctrina social que es mencionado en las fuentes del libro de Garland–. Como otros eclesiásticos conservadores de la Argentina, Mons. Derisi, aplicando el concepto de que la guerra contra el comunismo justifica acciones que no estarían permitidas en tiempos de paz, se hizo de la vista gorda frente a los crímenes cometidos por la dictadura militar. En 1979, cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos envió una delegación a Argentina, declaró: «Creo sinceramente que la Argentina es uno de los países donde hay más tranquilidad y en donde los derechos humanos están más respetados. En este momento hay presos, pero presos por delincuencia, dice el gobierno y en todo caso de acuerdo a la ley y a la constitución. No veo que en este momento en la Argentina se encarcele, se mate, se atropelle contra los derechos humanos en ninguna parte. Si hay alguna cosa individual… somos hombres, pero no me consta que exista esta situación. De todos modos yo vengo de Europa y les aseguro que hay mucha más tranquilidad en Argentina. En la Argentina una mujer puede ir de noche con toda tranquilidad. Yo diría que los derechos humanos están sustancialmente defendidos en la Argentina» [citado en La Iglesia argentina durante la última dictadura militar – El terror desplegado sobre el campo católico (1976-1983). Martín Obregón, 2007].

Carlos Alberto Sacheri (1933-1974)

Fue un académico argentino, defensor de un nacionalismo católico conservador y anticomunista extremo, hasta el punto de que llegó a acusar a los jesuitas del Colegio Máximo y al entonces director de la revista Criterio, el actual cardenal Jorge Mejía, de subversivos y aliados de organizaciones armadas comunistas. En 1974 fue asesinado por miembros de la célula 22 de Agosto del Ejército Revolucionario del Pueblo, razón por la cual se le considera en los círculos tradicionalistas un mártir cristiano víctima de la subversión comunista. El aprecio por la obra de Sacheri en el Sodalitium era acentuada, hasta el punto de que en el verano de 1979 se organizó un curso de doctrina social de la Iglesia a cargo de Emilio Garreaud, dirigido a jóvenes sodálites, que se llevó a cabo en uno de los salones que pertenecían a la Parroquia de la Virgen del Pilar en el distrito residencial de San Isidro (Lima) y en el cual yo tomé parte, utilizándose como libro de texto El orden natural de Sacheri, del cual se había hecho una edición peruana en 1978. Se trata de una recopilación de artículos sobre doctrina social de la Iglesia que el autor había publicado en la revista La Nueva Provincia y que, si bien exponían las enseñanzas contenidas en los documentos sociales de los pontífices, también reflejaban su postura conservadora de derechas. Este libro, junto con La Iglesia clandestina (1970), fueron repartidos gratuitamente entre las Fuerzas Armadas de Argentina, consideradas por muchos sectores conservadores de la Iglesia argentina como las auténticos defensores de los valores católicos. Parece que las ideas de Sacheri sirvieron posteriormente de justificación teórica a la dictadura militar para detener, torturar y hacer desaparecer gente, como lo documenta el siguiente testimonio: «La detención en Mendoza del vicario general del obispado de La Rioja, ocurrida en febrero de 1976, fue uno de los episodios que demostró hasta qué punto las tesis de la infiltración marxista y de la iglesia paralela calaron hondo en el espíritu de los miembros de las Fuerzas Armadas. Los captores de monseñor Inestal le plantearon que Juan XXIII y Pablo VI eran los culpables de “la ruina de la Iglesia”, que los documentos de Medellín eran “comunistas” y que “la Iglesia de La Rioja estaba separada de la Iglesia argentina”. Todas estas expresiones estaban en la línea de pensamiento de Carlos Sacheri, autor de un libro que se titulaba, precisamente, La Iglesia clandestina» [La Iglesia argentina durante la última dictadura militar – El terror desplegado sobre el campo católico (1976-1983). Martín Obregón, 2007].

P. Julio Meinvielle (1905-1973)

Es aquel de quien más libros se citan en la bibliografía de Como lobos rapaces. El pensamiento de Sacheri bebe directamente de sus ideas. Meinvielle es considerado el intelectual más destacado y prolífico del nacionalismo católico argentino, con un pensamiento de orientación integrista, conservador, a favor de un fascismo cristiano (que distinguía del pagano) y profundamente antisemita. Meinvielle era un vehemente partidario del sistema teológico y filosófico de Santo Tomás de Aquino, consideraba la cristiandad medieval del siglo XIII como el modelo perfecto de sociedad, el punto culmen de la civilización, donde la Iglesia estaba presente en todas las manifestaciones de la vida política y social, desarrollándose en los siglos posteriores hasta nuestros días un proceso de decadencia al cual denomina la Revolución Anticristiana, donde el antiguo orden es destruido y corrompido por obra de los enemigos de la Iglesia, entre ellos el protestantismo, el judaísmo, la masonería, el liberalismo, el comunismo, el socialismo, etc. Hitos importantes de de ese proceso de destrucción son la Revolución Luterana, la Revolución Francesa y la Revolución Bolchevique. Este sistema de pensamiento se traducía en el postulado de la unidad entre Nación, Iglesia católica y Fuerzas Armadas, que debían participar juntos en una especie de cruzada contra el mal, a fin de restaurar la cristiandad. De ahí que sus obras fueron muy apreciadas en los círculos de la dictadura militar que gobernó la Argentina de 1976 a 1983, y en cierto sentido sirvieron también de justificación teórica para la represión que ocasionó la tortura, asesinato y desaparición de miles de personas.

De modo similar, las ideas de Meinvielle ya habían servido anteriormente de inspiración para la aparición a mediados de los ’50 del Movimiento Nacionalista Tacuara, grupo ultraderechista de corte fuertemente nacionalista, católico, fascista, anticomunista, antisemita y antidemocrático, considerado la primera guerrilla urbana de la historia argentina y conformado mayormente por jóvenes varones provenientes de las clases acomodadas, educados en liceos y escuelas religiosas, que iniciaron su actividad como reacción ante la educación laica impuesta por el peronismo y hasta mediados de los ’60 efectuaron diversas acciones terroristas a fin de hacer valer su ideología –que se puede definir como un nacionalismo católico tradicionalista– y combatir a los que ellos identificaban como enemigos, sobre todo a la izquierda y los judíos. Fueron responsables de la ola de incidentes violentos contra judíos que se inició en 1960 con el secuestro y captura en Buenos Aires del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann por parte de agentes del servicio secreto israelí y que se extendería por cuatro años más.

La influencia de Meinvielle en la ideología sodálite de los ’70 es bien marcada, hasta el punto de que una lectura de sus obras muestra numerosas coincidencias con las ideas que refleja Luis Fernando Figari en sus Memorias, donde incluso se cita a Meinvielle una vez: «…no es casualidad que el prestigioso teólogo y filósofo argentino, Padre Julio Meinvielle, hable de que hoy se vive la “Pasión de la Iglesia”» (Memoria 1977). Otras ideas provenientes de Meinvielle no se vieron plasmadas en escritos sodálites, pero eran moneda corriente dentro de la institución, a saber por ejemplo, la profunda desconfianza de Meinvielle hacia las democracias modernas y su propuesta de un Estado autoritario y corporativo de corte fascista, donde la democracia sólo se admitiría de manera restringida si quien mantiene el poder es una élite culta y con valores éticos. En el Sodalitium mismo no hay mecanismos democráticos –salvo contados casos restringidos a la cúpula o a la élite de los que tienen puestos de mando– y su estructura siempre ha sido autoritaria y verticalista.

El antijudaísmo de Mienvielle no es algo accidental, sino un elemento estructural de su pensamiento: «El problema judío, o lo que es lo mismo, el problema “Sinagoga-Iglesia” es el problema-clave de la Historia de la Humanidad. No decimos de la Historia religiosa. Decimos sencillamente de la Historia. Mientras haya Historia, habrá la dialéctica judíos y cristianos» (La Iglesia y el mundo moderno, 1966). ¿Fue también asumido este antijudaísmo en el Sodalitium? En cierta manera, sí, aunque no de modo abierto. La existencia de una conspiración judeo-masónica-comunista con el fin de destruir la Iglesia era uno de los lugares comunes transmitidos oralmente en el Sodalitium de los inicios. Recuerdo haber leído por recomendación de Germán Doig y Alejandro Bermúdez Los Protocolos de los Sabios de Sión, libro publicado por primera vez en la Rusia zarista de inicios del siglo XX y que supuestamente era la transcripción de las actas del Primer Congreso Sionista, realizado en 1897 en Basilea (Suiza), donde se detallaba el plan de los judíos para dominar el mundo. En realidad, se trata un texto apócrifo pergeñado por la policía secreta del Zar, con el fin de justificar los pogroms contra los judíos en esa época. Pero eso no interesaba. Como escuché decir repetidas veces, aún si eran falsos, había que ver que se estaban cumpliendo al detalle, lo cual en cierto sentido demostraba que los judíos estaban detrás de los males que aquejaban al mundo. Asimismo, recuerdo también que se nos inculcaba que las víctimas del Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial habían sido en realidad menos de un millón, y que la cifra de 6 millones formaba parte de una conspiración judía para tener doblegados a los gobiernos a los intereses de los dirigentes judíos. Varios ejemplares del libro Complot contra la Iglesia de Maurice Pinay, seudónimo tras el que se ocultaba un grupo de católicos mexicanos de extrema derecha, habían sido adquiridos por miembros de la primera generación de sodálites y estaban disponibles en sus bibliotecas personales. Este libro de 1962, difícil de obtener, pues había sido publicado solamente en México por una editorial desconocida y no se vendía en librerías limeñas, se divide en las siguientes partes: (1) El motor secreto del comunismo, (2) El poder oculto tras la masonería, (3) La sinagoga de Satanás, (4) La quinta columna judía en el clero, y constituye un voluminoso panfleto antijudío, que fue repartido gratuitamente entre los obispos asistentes al Concilio Vaticano II, con la intención de contrarrestar las reformas que se quería implementar, sobre todo las referentes a la libertad religiosa.

Si bien todo lo anterior puede ser más o menos anecdótico, no lo es el hecho de que en la lista de novelas recomendadas dentro del Sodalitium y el Movimiento de Vida Cristiana estuvieron incluidos, desde que guardo memoria, unas novelas con una fuerte carga antisemita, cuyo autor Gustavo Adolfo Martínez Zuviría (1883-1962) –que escribía con el seudónimo de Hugo Wast– era un escritor católico nacionalista argentino. Me refiero a El Kahal (1935), Oro (1935), Juana Tabor (1942) y 666 (1942).

En los escritos publicados oficialmente por sodálites, la institución ha solido mantener una posición moderada siguiendo los documentos del Magisterio de la Iglesia, con un acento particular en los documentos del Concilio Vaticano II, lo cual con el paso del tiempo ha permitido contrapesar algunos aspectos de las posturas tradicionalistas en las cuales se incubó la ideología sodálite de los inicios. Es cierto que a veces ha faltado una hermenéutica adecuada para distinguir en los documentos del Magisterio lo que es circunstancial y lo que sigue teniendo validez en el momento actual, de modo que se la ha dado el mismo peso a enseñanzas que son fruto de su tiempo que a aquellas que mantienen una vigencia universal. Por lo demás, resulta interesante constatar que la interpretación de la Iglesia según el Concilio Vaticano II y su relación con el mundo que siempre se ha seguido en el Sodalitium corresponde en líneas generales a la que expone el P. Julio Meinvielle en su libro La Iglesia y el mundo (1966). Las coincidencias son asombrosas.

Asimismo, a veces siguen aflorando en la institución señales manifiestas que remiten a sus raíces tradicionalistas, aun cuando muchos miembros bien intencionados del Sodalitium no sean conscientes de ello e incluso desconozcan los detalles de la historia real de los orígenes del Sodalitium, que ha sido silenciada de manera sistemática. Por ejemplo, no deja de llamar la atención que en años no tan lejanos el Sodalitium haya tenido una posición más que favorable hacia la película La Pasión de Cristo (2004) de Mel Gibson, cineasta perteneciente a una corriente tradicionalista católica que rechaza la legitimidad de los Papas a partir de Juan XXIII y que en su film presenta a los judíos de manera odiosa siguiendo ciertos estereotipos propios de un antisemitismo de raíces integristas. ACI Prensa, medio oficioso del Sodalitium, hizo de representante de Icon Productions, la productora de Gibson, para la promoción del cuestionado film en América Latina.

También resulta sintomático que en un artículo escrito por el P. Jean Pierre Teullet, sodálite, referente al caso del P. Gastón Garatea –cuando el Card. Cipriani no le renovó las licencias para ejercer su ministerio en la arquidiócesis de Lima–, y que fue publicado en ACI Prensa en junio de este año para ser borrado poco después, se desacredita con argumentos ad hominem a las personas que apoyaron al P. Garatea, entre ellas al periodista Augusto Álvarez Rodrich, a quien se califica de “judío anticatólico, promotor del liberalismo”, y al empresario Salomón Lerner Ghitis, a quien se califica de “judío filocomunista”. En este contexto, no se ve que el término de “judío” sea utilizado ni siquiera en sentido neutro, sino más bien como una característica descalificatoria. Además de que este artículo contiene otros adjetivos que son colocados dentro del área de lo condenable: comunista, liberal, de izquierda, agnóstico, marxista, etc. Como si las opiniones de personas que puedan ser ubicadas dentro de algunas de estas categorías debieran ser descartadas de antemano, independientemente de su contenido. ¿No suena estoy muy parecido a ciertas doctrinas que he expuesto más arriba? Tal vez sea pura coincidencia…

Asimismo, llama la atención que Rafael de la Piedra, teólogo sodálite, en su blog Razones para creer no tenga ningún reparo en reproducir recientemente (agosto de 2012), sin comentario alguno, un artículo, Actualidad de la Teología de la Liberación Marxista, escrito por el P. Luiz Sérgio Solimeo, un sacerdote vinculado a Tradición, Familia y Propiedad. En el artículo no se admite la posibilidad de que haya teología de la liberación que no sea marxista y, por lo tanto, se la condena en bloque, arbitrariamente y dentro de un marco ideológico conservador y rígido. Son reveladoras las palabras finales:

«”La verdad os hará libres” (Juan 8:32), dijo Nuestro Señor. En vano se buscaremos la liberación fuera de esta verdad que es el mismo Salvador (cf. Juan 14:16), o fuera “de la Iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Tim. 3:15). Anclado en estos fundamentos, el supremo magisterio de la Iglesia Católica nos sirve de guía y nos lleva a la salvación. Sin estos fundamentos, los “teólogos de la liberación” hacen el trabajo de quien no permaneció en la verdad y que es el padre de la mentira, el Diablo y Satanás (cf. Juan 8:44). En este momento de extrema confusión, permanezcamos fieles a la fe de nuestros padres, en vez de correr atrás de novedades mentirosas» [ver http://razonesparacreer.com/?p=11520].

Cabe mencionar que Alfredo Garland sigue manteniendo su interpretación de la teología de la liberación, sin hacer distinciones entre posiciones inválidas y válidas (entre las cuales se encuentra la de Gustavo Gutiérrez, según ha reconocido la Santa Sede), a través del blog CECGlobal (siglas que hacen referencia a Centro de Estudios Católicos; no olvidemos que el Sodalitium nació no de la voluntad de una sola persona, Luis Fernando Figari, sino de un círculo de estudios que se consideraba católico, cuya dinámica parece querer revivir la actual iniciativa de Garland). Su artículo ¿Ha muerto la teología de la liberación? de marzo de 2012 se puede leer aquí: http://cecglobal.wordpress.com/2012/03/28/ha-muerto-la-teologia-de-la-liberacion/

El libro Como lobos rapaces no fue del agrado del Card. Landázuri Ricketts, arzobispo de Lima, y con el fin de no comprometer a la institución, Luis Fernando Figari sostuvo siempre que había sido escrito “a título personal” por Garland, con lo cual se quería decir que la responsabilidad única de sus contenidos recaía sobre Garland y la institución no avalaba necesariamente el libro ni había participado en su elaboración. A decir verdad, no conozco ninguna iniciativa realizada “a título personal” por un sodálite que no haya sido hecha con el apoyo y la autorización expresa de algún superior, pues en una institución verticalista y autoritaria como es el Sodalitium, todo, absolutamente todo, debe regirse por la obediencia, a la cual se le da tanta importancia, que se considera que el pecado original es primordialmente y antes que nada un acto de desobediencia, y las faltas contra la obediencia son las que más severamente son castigadas en la institución. “A título personal” quiere decir en realidad que la institución se lava las manos y públicamente no asume ninguna responsabilidad ante determinada iniciativa, lo cual no quiere decir que no haya estado involucrada en su realización.

Posteriormente, en los ’80, el libro Como lobos rapaces desaparecería de circulación y sería retirado de los estantes de las bibliotecas de las casas sodálites. Garland fundaría en 1980 junto con el P. Adalberto María Mohn, misionero comboniano, la Agencia Católica de Informaciones (ACI), de la cual fue su primer director. Editaba un boletín periódico para suscriptores, que contenía noticias en el mismo estilo maniqueo y sensacionalista, y con el mismo trasfondo ideológico que encontramos en su libro. Con el paso del tiempo, ACI se convertiría en ACI Prensa, y en 1987 Alejandro Bermúdez –por órdenes superiores– reemplazaría a Garland en la dirección, acentuando el mismo estilo y orientación que la agencia de informaciones tuvo desde sus inicios. Por supuesto, ACI Prensa es considerado un proyecto “a título personal” de Bermúdez. Por el bien de la Iglesia, esperamos que así sea.

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A través de los enlaces correspondientes se pueden descargar los siguientes materiales de referencia:

Como lobos rapaces (Alfredo Garland, 1978). Carátula + Prólogo + Fuentes principales.
http://www.upload.ee/files/2708554/COMO_LOBOS_RAPACES.zip.html

Memoria 1977 (Luis Fernando Figari, 1978). Incluye todas mis anotaciones personales, que dan testimonio de la manera en que debíamos estudiar escritos como éste, hasta el punto incluso de numerar cada renglón a fin de ubicar con facilidad cualquier parte del texto.
http://www.upload.ee/files/2708555/MEMORIA_1977.zip.html

El orden natural (Carlos Alberto Sacheri, 1975). Edición de 2008.
http://www.upload.ee/files/2708556/EL_ORDEN_NATURAL.zip.html

Complot contra la Iglesia (Maurice Pinay, 1962)
http://www.upload.ee/files/2708580/COMPLOT_CONTRA_LA_IGLESIA.zip.html

Artículo Caso Padre Garatea ¿Ignorancia o interés? por el P. Jean Pierre Teullet (recuperado gracias al caché de Google) y la noticia de ACI Prensa que hace referencia a este artículo.
http://www.upload.ee/files/2708613/CASO_P_GARATEA.zip.html

Las obras más representativas del P. Julio Meinvielle están disponibles aquí:
http://www.juliomeinvielle.org/

Sobre el carácter fascista de su pensamiento, vale la pena citar el siguiente texto:

«Protestantismo, Liberalismo, Comunismo; he ahí las tres grandes e irreductibles revoluciones de un mundo descristianizado, revoluciones todas ellas arrastradas por la lógica de un proceso dialéctico inflexible; revoluciones también, que mirando las cosas desde otro punto de vista, en atención a la causa eficiente que las dirige, no son sino el camino concreto para someter a la dominación judía los pueblos cristianos. Pero contra esta lógica pueden los hombres reaccionar, si se arman de voluntad fuerte como conviene a varones. Y esta reacción, cuando se traduce preferentemente en el plano económico-político, se llama Fascismo y puede dar origen a dos regímenes de vida completamente diversos: el uno pagano y el otro cristiano. El uno que exalta los puros valores naturales de nación, estado, raza; el otro que exalta todos los valores naturales sometiéndolos a la ley de la gracia; el uno que quiere reascender a la etapa absolutista, el otro que quiere reascender a una cultura francamente cristiana.» (Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo, 1937)

Un comentario

  • GIORDANO BRUNO

    La palabra SODALITIUM me recuerda al servicio secreto Vaticano o de espionaje montado por el papa ¿PioX?, con el añadido de PIANUM.Como todos los servicios secretos, son un fondo de reptiles, donde vale todo.Con eso está dicho todo.Además se unía a LASANTA ALIANZA tambien vaticana, cuya cabeza casi siempre ha sido el mismo papa, o el llamado Secretario de Estado. En el momento actual sería TARSICIO BERTONE.