Ayer concluyó la XVI Semana Andaluza de Teología. José Manuel Vidal nos resume la última ponencia, de José Arregui. Con anterioridad había publicado una entrevista a uno de los promotores de este encuentyro: Esteban Tabares: “Las Semanas andaluzas de Teología son un referente para los colectivos eclesiales de base”. ¡Muy bien, José Manuel, por este segimiento que has hecho de una de esoa múltiples Conovocatorias a Asamblea (Εκκλεσια) que manifiestan que el espíritu del Vaticano II está vivo, aunque los obispos le den la espalda.
José Arregi: “Necesitamos una revolución espiritual y sabiduría para ser más felices con menos”
“No basta indignarse y denunciar; es preciso abrir espacios a la osadía”
Broche de oro a la XVI Semana andaluza de Teología con una sabrosa ponencia de José Arregui, “franciscano de corazón y sin papeles, que alimenta la mística de la resistencia activa”, como dijo su presentador, sobre “La lógica del capitalismo y la lógica del Reino“.
Y el teólogo vasco Arregi comenzó recordando que, en un contexto de crisis parecido al actual, Jesús no se dejó arrastrar ni por el pesimismo ni por la resignación, sino que apostó por “la sencillez libre y la compasión confiada y transformadora”.
Y fue desgranando, con su verbo cálido y sencillo, las seis grandes contraposiciones o antítesis entre la lógica del Reino y la del capitalismo. La primera es la de “Dios vs Mamón“. El Mamon, el dinero, el diablo del dinero contra el que Jesús advirtió y puso en guardia. Porque, según Arregi, “ese dinero es la dictadura universal, que hace que el 0,16% de la población disponga del 66% de los recursos del planeta”.
En esta dinámica, la codicia no tiene límites y los medios de comunicación no la denuncian, “porque nos mienten y no pueden decir la verdad, esclavos como son de la lógica del capitalismo“. Y presos de esa misma lógica, “ni los o bispos son capaces de ponerle reparos morales y enseñar que el que acumula roba y que, como dice el Concilio, el que se encuentra en situación extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí”.
La segunda antítesis es “la esperanza del Reino vs el pesimismo optimista“. Para Arregi, Jesús lo dejó todo para anunciar el Reino, tras el encarcelamiento de su maestro, Juan Bautista. Y anunció el Reino, porque “el sufrimiento de la gente hizo brotar en él la compasión”.
“Un Reino que es el poder transformador de la bondad” o dicho de otra forma, “pensar que es posible transformar el mundo y seguir en el empeño a pesar del fracaso“. Ésa fue “la esperanza que siempre movió a Jesús”.
En la actual situación, frente a un sistema colapsado y a una civilización en crisis, no basta, según el teólogo vasco, “indignarse y denunciar; es preciso abrir espacios a la osadía y a la imaginación abierta y activa”.
A su juicio, “necesitamos una revolución espiritual, con religiones o sin ellas” y necesitamos “sabiduría para ser más felices con menos”. Porque, “los sueños pueden ayudarnos a cambiar la realidad; el Reino de Dios fue la utopía y el horizonte de Jesús. Lo soñó, lo esperó y, soñándolo, o hizo real”.
Lógica del Reino vs Lógica del capital
Es la tercera antítesis, según la cual “Jesús fundó en la bienaventuranza la consecución de un mundo nuevo, porque las bienaventuranzas transforman la vida y la historia“. En esta dinámica, Arregi concretó que “la prioridad del Reino son los pobres y los que optan por los pobres son bienaventurados”.
La cuarta antítesis es la transformación por el bien vs el castigo de los malos. ¿Qué pasa con los ricos en el Reino?, se preguntó Arregi. “Primero el Reino y luego el negocio. Hay que transformar el corazón de los ricos para hacerlo solidario, porque el Evangelio es, para el rico, la oportunidad de ser más dichoso por la solidaridad que por la posesión”.
Es decir, “la revelación de Jesús consiste en que los opresores se vuelven hermanos y los ricos solidarios. Esta es la alternativa de Jesús“. No se trata, por lo tanto, de condenar al rico al infierno eterno ni de invertir los papeles, sino en que “el rico deje de serlo para que el pobre deje de serlo”. Es la historia de Zaqueo, “el rico transformado por la llega del Reino; es la bondad de la felicidad y la felicidad de la bondad”.
La quinta antítesis es la del óbolo de la viuda vs el donativo del rico. Y Arregi puso como ejemplo de donativo el de los 20 millones de euros de Amancio Ortega a Cáritas o el de los obispos, que también le acaban de entregar 6 millones de euros. “Es para preguntarse: ¿Tantos millones tiene la Conferencia episcopal? ¿Y qué hizo y hace con esos millones?”
Frente a los donativos, las limosnas anónimas de los pobres. “Jesús tuvo ojos para ver las dos monedas de cobre de la viuda y, una vez más, invirtió la lógica del mundo y de la religión. Para Jesús, lo importante no es la cantidad, sino la solidaridad”. Por eso, concluyó Arregi, “el óbolo de la viuda es sacramento de Dios”.
La sexta y última antítesis es la compasión confiada vs la violencia tenebrosa. Mientras el liberalismo se presenta como el programa para el mejor mundo posible y algunos teólogos lo celebraban como la realización del Reino de Dios, el mercado implosionó, porque “no tiene compasión ni entrañas de misericordia”. Sólo dispone del miedo, de donde proceden el poder y la violencia. “Dios, en cambio, es el poder de la bondad y de la compasión samaritana”.
Arregi se despidió con la misma sonrisa de felicidad que luce continuamente, en medio de un nuevo y estruendoso aplauso insonoro. Y así concluyó La XVI Semana de Teología de esta Iglesia de base andaluza decidida a seguir luchando por la “utopía realizable” del Reino de Dios. Como levadura en la masa. Al estilo sencillo, humilde y sin condenas de las bienaventuranzas de Jesús de Nazaret.
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