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La novela `Sangre’, en clave ideológica

La novela “Sangre” de Francisco Asensi, tan recomendada por Atrio, no es una imitación o remake del Código Da Vinci; si uno se propone leer entre líneas, es un alegato sarcástico, envenenado e incendiario contra todo intento de “manipular” y “domesticar” al Jesús de los evangelios para convertirlo en una marioneta al servicio de los intereses inconfesables de tiranos, dictadores y gurús de las finanzas.

No es el primer intento de este estilo que se ha ensayado a través de la historia del cristianismo: bien sabido es que muchas escuelas religiosas intentan desviar el culto que debemos dar a Jesús en nuestros hermanos de carne y hueso hacia el Sacramento de la Eucaristía. Y bien sabido es que no pocos doctores intentan desviar ese mismo culto debido a la persona humana, ese Cristo que vive entre nosotros y nos llama, por la veneración fanática de sus imágenes de madera y de cal, o por la veneración de los ministros y mandatarios de la Iglesia.

Pero es que lo que se lleva hoy en el tema de suplantar a las personas. El no va más del artificio y la tecnología, después de la exitosa clonación de la oveja Dolly, es la clonación de los seres humanos a partir de células de un personaje del pasado.

O sea que “Sangre”, la novela de Francisco Asensi, es un esperpento-fantasía de lo que quizá algunos serían capaces de tomarse en serio: “fabricar” o clonar, a partir de células de Jesús de Nazaret que puedan encontrarse por ahí, una copia de Jesús de Nazaret, por supuesto, apta para ser manipulada a capricho por sus creadores.

Materia prima hay a montones, si creemos a los relicarios de tantas iglesias, monasterios y basílicas. No podemos contar con partes del Cuerpo de Jesús, que se supone que subió a los cielos; pero sí con ampollas de su Divina Sangre que dicen que recogió José de Arimatea, y de esa misma sangre que quedó empapada en la Santa Sábana de Turín, o quizá en el Santo Grial…

Así que, todo el lío que arma el escritor Asensi en su novela es un conglomerado de peripecias, robos, asesinatos, estudios criminológicos y análisis de laboratorio, así como ensayos de “clonar” a Jesús de Nazaret.

El caso es que el Vaticano ha prohibido terminantemente la clonación de Jesús, porque, según Asensi, la cúpula de la Iglesia Romana teme que si vuelve Jesús a la tierra va a tronar contra los desafueros y abusos de poder de las Sagradas Jerarquías.

Por el contrario, la cúpula del Opus Dei, al que se representa como el summum del abuso de poder y de la manipulación de la religión con fines crematísticos y de conquistar ese mismo poder, se empeña en conseguir clonar a Jesús, al que meterán en la Obra para que la convierta en la auténtica, infalible, única y absoluta Obra de Dios en el mundo. Es decir, quieren fabricar un Jesús de Nazaret a imagen y semejanza del Opus Dei.

Interviene la policía española, intervienen las SS de Hitler, intervienen sesudos monseñores del Vaticano, unos un tanto liberales, otros muy de la Obra de San Escrivá de Balaguer, intervienen las Sangres que se licúan en ciertas ocasiones en Madrid, la de San Pantaleón, o en Nápoles, la de San Genaro. Visitamos escenarios macabros de las catacumbas de París, conventos de la época de los Austrias en Madrid, en un periplo muy de novela policiaca. Asistimos como “voyeurs” a tórridas escenas de sexo en las que intervienen un obispo Muño-Fierro que nos suena de algo de los tiempos de la dictadura, y este o aquel policía…a abstrusos discursos y debates teológicos entre expertos en teología medieval…

La novela está cocinada con los mejores productos de la nouvelle cuisine policiaca. Pero a uno le interesa más lo que se puede leer entre líneas: una crítica despiadada y una denuncia a sangre y fuego de la hipocresía que conllevan en muchos momentos, lugares y colectivos humanos, la lectura sesgada que muchos creyentes hacen o hacemos del mensaje de Jesús de Nazaret, o del mensaje de cualquier religión, que de eso hay mucho.

Como quien no quiere la cosa, Asensi, más teólogo y filósofo que novelista, aunque también es un excelente novelista, deja caer, su tesis y la tesis de la novela, en este párrafo que mete en su penúltima página:

“Dios creó al hombre a su imagen y semejanza –se le ocurrió a monseñor una última reflexión– y Olavarría pretendía crear un Jesús a imagen y semejanza de Escrivá de Balaguer. ¡Qué necedad!. ¿verdad? Al verdadero Jesús sólo se le encuentra en los pobres del mundo y en ninguna otra parte. Buscarlo en los ricos y ceremonias de la Iglesia de Roma o en esa esperpéntica clonación es una pérdida de tiempo”.

Tal vez cabría añadir que en el Opus descarga Asensi toda la culpabilidad y los excesos de esa desviación de la religiosidad tan generalizada entre los creyentes que nos olvidamos del Jesús de Nazaret que vive en todo ser humano y ponemos nuestra atención en tantas y tantas clonaciones que se inventan por ahí de ese Dios y Hombre verdadero con el que convivimos.

[La novela Sangre está disponible en librerías a través de distribuidora UDL. O pidiéndola directamente a la editorial: www.adgn.es o libros@adgn.es ]

3 comentarios

  • Antonio Duato

    Estoy muy de acuerdo con que cada uno elija sus lecturas, a partir de lo que le gusta o de lo que cree que le hará bien. Pero es peligroso hacer juicios generales: “Estos destellos de ingenio rocambolesco perjudican mucho más a la práctica evangélica que constituyen una llamada de atención”. Construir con imginación relatos “hegros” puede servir para desvelar la realidad. Así lo hicieron los profetas y lo hizo Jesús. Y que las tramas que construye Francisco Asensi en su novela estén bien basadas o no en realidades sólo podrán juzgar quienes lean la novela.

    Otra cosa es si será necesrio desvelar todo lo oscuro que se esconde en nuestra Iglesia. Quienes empezamos a hablar en 2001 de las monjas “usadas” por sacerdotes en África poque las prostitutas les podían contagiar de SIDA o de los abusos del casi canonizado Maciel, nos lo preguntábamos. Al final ha resultado benéfica esa denuncia. Y hoy me confirmo en que hay que seguir denunciando, aúnque sea con relatos de ficción, las prácticas de manipulación que se siguen ejerciendo en el Opus y en otro movimientos semejantes.

    ¿No podríamos sobrevolar sobre tanta basura? Pues a veces no. Como decía hace veinticinco años Marcel Légaut en su libro Un hombre de fe y su Iglesia, que estamos leyendo quincenalmente un  grupo de amigos, para ser hoy cristiano hay que conocer mucha historia (y realidad) de la Iglesia empírica, hacer “un verdadero psicoanálisis de veinte siglos de cristianismo” (p. 196). Y todo psicoanálisis es duro porque se sufre al sacar lo que se lleva dentro, aunque eso sea precisamente lo que después le curará.

  • No soy pobre

    A propósito de los desvelos del amigo Honorio sobre la novela “sangre” prometo no leerla. Estos destellos de ingenio rocambolesco perjudican mucho más a la práctica evangélica que constituyen una llamada de atención. Por si no fuera difícil interesar al hombre actual por la figura de Jesús, aparecen estas alusiones a sectas, a logros de la ciencia (que cualquiera sabe con qué solvencia están aludidos) y a enredos histórico/policíacos difíciles de desentrañar.  No dudo de las cualidades literarias e imaginativas del escritor Asensi, pero esperaré a la próxima.

  • GIORDANO BRUNO

    Hace muchisimos años que no leo una novela.Seguro que es interesante.Pero de todas formas, un rodeo para venir a decirnos que la iglesia católica es una marca mundial que inició su carrera en el año que todos sabemos: 313.El Edicto de Tolerancia de
    Constantino y su corregente Licínio ¡¡que paradoja!!! TOLERANCIA¡¡¡ la subieron al PODER,desde las catacumbas, a los regalos de PALACIOS, BASÍLICAS saturadas de oro. 67 años más tarde, con un Emperador católico JUSTINIANO ? implantó
    la INTOLERANCIA de todas las religiones que no fueran la católica.¡¡¡Máscaras fuera!!!. Objetivo cumplido.¿Dónde estaba el
    crucificado galileo Yesuá de Nazaret?.Había durado 250 años, tal vez alguno más.Sólo quedaba el evangelio de Marcos después de las cartas del converso Saulo, tan vidrioso éste que sólo sabía del galileo lo que escuchó en el tercer cielo y las “apariciones” guiándole en su afán proselitista.