Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pablo Neruda.
En el aniversario de tu nacimiento -Orihuela, 30 de octubre de 1910- ATRIO te recuerda, Miguel.
A Miguel Hernández, que desapareció en la oscuridad.
Por Maruja Torres.
Estas muerto pero aún pesa sobre tus espaldas una condena a muerte por ser de izquierdas, republicano y poeta. Una condena que los intransigentes, los mismos que quieren silenciarte borrando tu nombre de las calles, como si con ello pudieran eliminarte de la Historia y deshacer tu pasado, después de tantos años, se niegan a declarar nula. No tienen suficiente con haberte matado de soledad, frío, hambre, tuberculosis y piojos en una celda cuando tenías tan sólo 31 años, después de un largo viacrucis por las cárceles de España. Tu decías que eras un preso-turista.
Nadie te cerró los ojos cuando falleciste. Te amortajaron tus propios amigos y te expusieron en el patio de la prisión con la marcha fúnebre de Chopín como telón de fondo. Mientras el nuevo régimen, consolidado gracias a la traición de las llamadas democracias europeas, mostró una vez más su verdadero rostro.
Ahora parece ser que las víctimas del franquismo tienen que defender y demostrar su inocencia.
Eras el más corazonado de los hombres y también el más amargo como escribiste en “Me sobra el corazón”. Eras hijo de la luz y de la sombra y viviste y moriste siempre con tres heridas, la del amor, la de la vida y la de la muerte, como terrible y dolorosa realidad. Años de guerra y muerte, ausencias, derrotas, pérdida del hijo, cárcel. Demasiadas heridas.
Poeta autodidacta, fecundado con las enseñanzas de la vida pobre, áspera y difícil, que escribías versos de amor para hacerte un hueco en el corazón de Josefina. Envolviste la poesía con la humildad que latía en cada una de tus palabras. La impregnaste de tanta humanidad en tu constante intento de mostrar mediante el lenguaje todo lo triste de tu existencia, que tu voz y tu obra preñada de corazón, como un vendaval sonoro se ha quedado con nosotros, con los vientos del pueblo.
Neruda dijo de ti que jamás se encontró con “un fenómeno igual de vocación y de eléctrica sabiduría verbal.”
“Que no se pierda esta voz, este acento, este aliento joven de España”, dijo Juan Ramón Jiménez al conocer tu poesía. Y el eco de tu voz perdura en los jóvenes poetas.
Fuiste estandarte vivo del pueblo español. Ofreciste tu vida por defender la justicia, la libertad y la legalidad de la II República. Tus palabras de poeta-soldado, disparos de vergüenza y altavoz contra el fascismo. Las verdaderas armas invencibles son las palabras, aquellas que perduran traspasando las barreras temporales y espaciales.
- “Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin un océano de irremediables huesos
Tu corazón y el mío naufragarán, quedando
Una mujer y un hombre gastados por los besos”
Tu maleta, la que trasladabas de cárcel en cárcel, tu máquina de escribir, las cartas a tu amigo Vicente Aleixandre, los manuscritos de tus obras y tantas otras pertenencias, descansan en la caja fuerte de un banco, porque los intransigentes se niegan a que tu legado, de un inmenso valor literario e histórico, sea compartido con el pueblo.
Así que no tendrás museo, ni otra fundación, ni exposición. Tu casa de Orihuela, que ya no está pintada del color de las grandes pasiones y desgracias, tampoco puede ser visitada, porque el odio ya no se amortigua detrás de las ventanas. No saben qué hacer para aniquilar tu recuerdo.
Te sepultaron en la oscuridad una vez, pero no lo conseguirán de nuevo. Nunca más conseguirán callar tu voz de extraordinario poeta, de excepcional ser humano transparente y honesto, comprometido con la vida y hasta la muerte con el pueblo, con el marginado, con el obrero, con los sometidos al yugo de la injusticia, porque nosotros, el pueblo, te seguimos recordando a plena luz y vivirás en el corazón de muchas generaciones, ya que has sido capaz de trascender la barrera de la muerte para renacer junto a cada uno de tus poemas.
La muerte no silencia los pensamientos y tu poesía aún sigue removiendo y desestabilizando conciencias, aunque el más fuerte se imponga y disponga de armas para callarlas.
Descansa poeta, porque ya no necesitas tener los huesos hechos a las penas. Una vez dijiste “Dejadme la esperanza” y precisamente la esperanza fue lo que sembraste en nosotros.
Cómo me hubiera gustado que los versos de Neruda fueran una realidad: “Si nada nos salva de la vida, al menos que el amor nos salve de la muerte”, ya que a ti el amor te hubiera salvado, y como un deber de amor te recordamos porque “Sólo quien ama vuela”
Me van a permitir que confiese en este foro de Atrio que hubo un tiempo en mi vida, hace de ello ya algunos lustros, en que deseé parecerme al eximio poeta el de Orihuela no solo en mi condición de aficionado a escribir versos, sino en nuestra común condición de hombres nacidos y criados en entornos rurales, de trabajadores, etcétera. Admito, con todo, no solamente que nunca llegué a pastorear cabras u ovejas, sino que sigo estando muy lejos del genio poético del autor de genialidades como El rayo que no cesa. Pero incluso siendo así las cosas me voy a tomar la libertad de reproducir una suerte de soneto que hace como 15 años, más o menos, se me ocurrió. Como homenaje a Miguel Hernández. En la confianza de que no “desentone” del todo. Ahí va:
Miguel Hernández viene a mi memoria
con su verso encendido, soleado.
Oigo un balar de cabras… Y una noria
oigo moliendo el agua a mi costado…
Viene también Miguel con otra historia,
con esa de su verbo ensangrentado,
para cantar conmigo que la gloria
del hombre empobrecido no ha llegado.
Porque hay niños yunteros por el mundo
que fabrican zapatos, descalzos de zapatos,
con mi verbo, Miguel, ¡vuelto iracundo!,
sé que contar querré a los timoratos
versos de fuego, enérgicos, en que hundo
mi puño alzado en crístico desideratum…
Un recuerdo del sentimiento de Miguel Hernández a la muerte de su amigo Ramón Sijé, que es el dolor de la muerte de los buenos amigos.
http://www.youtube.com/watch?v=bEHJcoY202M&feature=related
En medio de tanta vileza, da gusto leer este artículo, da gusto leeros a vosotros, da gusto comprobar que entre Serrat y mucha gente del pueblo te hacemos vivo en nuestros corazones porque nos engrandeces a quienes te admiramos y te recordamos.
Mi mejor recuerdo para Miguel Hernández y mi agradecimiento ante la sensibilidad y belleza del escrito que se nos ofrece en ATRIO.
No me olvidaré de otros miles de ” Miguel Hernández” que también siguen en la oscuridad y la REALIDAD española al respecto nos deja muy pocas oportunidades para la esperanza.
Como prueba más reciente de lo que intento decir, vean lo que pasa hoy mismo en Valencia:
http://www.forumperlamemoria.org/?Davant-la-prohibicio-de-l
Esto es extensible a todas y cada una de las Comunuidades Autónomas españolas. Bien es verdad que algunas nacionalidades del estado español hay alguna sensibilidad mucho más cercana a lo que algunos llamamos VICTIMAS DEL TERRORISMO FRANQUISTA. ( entre ellas Miguel Hernández, pero no más que otras cientos de miles de ellas que ni tan siquiera se les permite el recuerdo.)
Les asesinaron físicamente, les tiraron en cunetas y fosas comunes sin identificar y, ahora ( en nuestra ” democracia”) les vuelven a asesinar y tratan de eliminarles de la HISTORIA.
“Así se escribe la historia”… decía mi padre.
100.000 euros de subvención al diccionario histórico donde se deja al franquismo como si no hubiese pasado nada.
En fin, que pondremos la ESPERANZA en que la sociedad española despierte de una vez de su AMNESIA y bienvenidos sean los mensajes tan hermosos como el que nos ocupa. Gracias por él, por lo que me toca, aunque mi apellido no sea Hernández.
Más bien la intensa luz de su poesía ha atravesado siempre rendijas, ventanas, puertas y horizontes, haciendo posible que la realidad sacara matices tanto de maldad, como de bondad que siempre, en la balanza de la verdad, hacia ella se inclina.
Tuve la suerte de conocer a su Josefina y a su hijo en Elche y allí un grupo de compañeros obreros, en mi partida, por “imperativos legales y episcopales”, me regalaron las Obras Completas de Miguel, editadas en Buenos Aires y adquiridas clandestinamente.
En muchas noches oscuras y tormentosas brillaron y orientaron como relámpagos, por aquella su Vega Baja por él tan amada.
Fue tu tumba una cárcel
Allí te mataron mucho antes de morirte, harto ya de vivir muriendo
La misma cárcel y la misma muerte
De tantos que hoy son desahuciados del calor de sus viviendas
De tantos que hoy son jóvenes sin esperanza ni horizontes
De niños que no nacen porque no hay una vida que ofrecerles
De tantos hombres y mujeres faltos de esperanza
Con tu muerte murió, Miguel, nuestra esperanza
Pero algún día resucitarás
Volverás a vivir en jóvenes con pan y con trabajo
En niños que nacerán con una sonrisa en flor
En parejas con casa y con jardín
En cárceles vacías
En una tierra como la de Labordeta
De sol, de luz, de pan, de leche y miel
Que ponga en letras grandes, luminosas, la palabra Libertad.