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Cristianismo, mercado y movimientos sociales

Esta tarde, en el Salón de Actos de CC. OO. (el mayor sindicato obrero de clase en España) , porque “no había lugar para ellos en…” la inmensa cantidad de locales que la Iglesia tiene en Madrid, se inaugura el XXXII Congreso de Teología. Empezará con el saludo del Presidente de la Asociación Juan XXIII y una Conferencia de Arcadi Oliveres sobre La dictadura de los mercados y su alternativa. El domingo está previsto que intervenga en el Congreso José Antonio Pagola. La directora de ALANDAR, Cristina Ruiz Fernández, le ha hecho esta magnífica entrevista que reproducimos aquí. También hoy publica Religión Digital una entrevista con vídeo a Juan José Tamayo, Secretario de la Juan XXIII.

Entrevista a José Antonio Pagola, teólogo

“Jesús interrumpiría nuestras misas para recordarnos que no se puede servir a Dios y al dinero”

Cristina Ruiz Fernández, Miércoles 5 de septiembre de 2012, Publicado en alandar nº290


Foto. Josune Martínez de Albéniz.Cristianismo, mercado y movimientos sociales será el tema del próximo Congreso de Teología, organizado por la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII. Esta convocatoria contará con la participación del teólogo José Antonio Pagola (nos encanta verle sonriente tras el largo calvario. Nota de Atrio), que será el encargado de la última ponencia, que tiene un título rotundo y bien conocido: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Hemos charlado con él sobre estos temas, para buscar, en este contexto de crisis, caminos y salidas proféticas al estilo de Jesús de Nazaret.

Cristianismo, mercado y movimientos sociales… son tres conceptos que, a priori, para mucha gente no tienen nada que ver entre sí. ¿Cuál es la relación entre ellos?

No hemos de olvidar que en el origen del cristianismo está el movimiento profético impulsado por Jesús para abrir caminos al reinado de Dios y su justicia. Los movimientos sociales de los que se tratará en el congreso están inspirados y motivados por la voluntad de construir una sociedad más justa, digna y dichosa para todos. La dictadura impuesta por los mercados financieros, por el contrario, funciona sin pensar en el bien de la comunidad humana, ignora el destino común de la Humanidad y sigue generando hambre y explotando peligrosamente los recursos de la Tierra.

Se nos ha dicho: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. ¿Cómo se hace compatible esto con la implicación social y el compromiso en casos, por ejemplo, como las protestas ante los desahucios y los abusos de la banca?

Estas palabras de Jesús suelen ser interpretadas con frecuencia de manera falsa e interesada. Jesús no está pensando en Dios y el César como dos poderes que pueden exigir cada uno de ellos, al mismo nivel, sus propios derechos a sus súbditos. Su idea es ésta: no deis a ningún César lo que solo pertenece a Dios. Y de Dios son los pobres, los pequeños, los desvalidos… No se ha de sacrificar la vida de los indefensos a ningún poder económico, político o religioso. Éste es el principio evangélico básico que nos urge a defender a los desahuciados, los parados, los excluidos de asistencia sanitaria… frente a cualquier poder que los oprima.

¿Y cómo se hace compatible esa misma frase con los altos cargos políticos y económicos que hacen gala de pertenencia a la Iglesia católica?

Lo decisivo en el seguimiento a Jesús no es la pertenencia a la Iglesia católica ni el cumplimiento más o menos correcto de las obligaciones y prácticas religiosas, sino el esfuerzo por entrar en la dinámica del Reino de Dios y su justicia, organizando nuestra vida animados por su Espíritu. El cristiano que ostenta un poder político, económico o religioso ha de estar muy atento a las grandes llamadas de Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero”; buscad que “los últimos sean los primeros y los primeros, últimos”, no hay que vivir para ser servidos sino para servir… El poder o es servicio a una vida más digna para todos, empezando por los últimos, o no tiene nada que ver con Jesús: hacer gala de pertenencia a la Iglesia católica no es lo más apropiado para ser testigo de Jesús.

¿Han encontrado la Iglesia institución e incluso las comunidades cristianas su papel en una sociedad cada vez más plural y secularizada?, ¿qué tipo de presencia pública le parece que deberían cultivar hoy las personas cristianas?

La Iglesia se resiste a ser despojada del poder social que ha tenido en otras épocas. Nos cuesta desprendernos de comportamientos y discursos de carácter autoritario. En ciertos sectores se hace de la Iglesia una “contra-sociedad” y de la fe una “contra-cultura”. Corremos el riesgo de hacer del cristianismo una religión del pasado, cada vez más anacrónica y menos significativa para las nuevas generaciones. Sin embargo, la crisis puede ser un tiempo de gracia para encontrar el único lugar social desde el que Jesús comunicó la Buena Noticia de Dios: siempre junto a los perdedores, defendiendo a los excluidos, compartiendo de cerca su sufrimiento, poniendo en riesgo nuestra seguridad por ellos… Algún día se tendrá que notar que también para nosotros los últimos son los primeros.

¿Qué aportación genuinamente cristiana podría servir en estos tiempos de crisis para salir de esta situación con más justicia?

Sin duda, la compasión activa y solidaria. Hemos de escuchar hasta el fondo la llamada de Jesús: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Desde el poder económico todo se tiene en cuenta antes que el sufrimiento de las víctimas. Se pretende salir de la crisis como si no hubiera dolientes de ninguna clase. Hemos de reaccionar. No podemos vivir estos tiempos de crisis como espectadores del sufrimiento de los demás. La compasión que Jesús quiere introducir en la historia reclama una manera nueva de relacionarnos con el sufrimiento injusto que hay en el mundo. Más allá de llamamientos morales o religiosos se nos está exigiendo que la compasión penetre más y más en los fundamentos de la convivencia humana para rescatar a los perdedores y excluidos de la desesperación y el olvido.

¿Cómo han de entender hoy y aquí la opción preferencial por los pobres los diversos grupos y comunidades?

Creo que las comunidades cristianas han de ser más que nunca escuelas de concienciación, de denuncia y solidaridad. No basta vivir a golpe de impulsos de generosidad (Haití, Somalia,…). Hemos de aprender a desplazarnos hacia una vida más sobria para poder compartir más lo que nosotros tenemos y sencillamente no necesitamos. Aprender a renunciar a un determinado nivel de bienestar para poder orientar parte de lo nuestro a los más necesitados. Desde las comunidades podemos poner rostro concreto a las víctimas de la crisis y acercarnos a familias o personas necesitadas de nuestro entorno familiar, vecinal, parroquial… Es bueno comenzar desde lo cercano hasta irnos implicando cada vez más en otras dinámicas solidarias.

¿Va a cambiar en algo esta crisis nuestros patrones de valores?

No lo sé. La crisis puede conducirnos a un mayor nivel de solidaridad o puede encerrarnos en un egoísmo más irresponsable (el “sálvese quien pueda”). De hecho, preocupados por nuestra crisis, estamos ya olvidando todavía más a los países del hambre y la desnutrición. Tampoco hemos de excluir que una crisis prolongada genere rabia, ira y violencia con graves consecuencias para la cohesión social. Sin embargo, la crisis puede ayudarnos mucho a revisar y transformar ciertos modelos de vida. Por ejemplo, necesitamos redefinir nuestro modelo de bienestar: ¿qué bienestar?, ¿para quiénes?, ¿con qué costos humanos?, ¿con qué víctimas?… Necesitamos abandonar nuestra idolatría del dinero y aprender a usarlo con criterios más humanos: ¿qué hacer con nuestro dinero?, ¿para qué ahorrar?, ¿en qué invertir?, ¿con quiénes distribuir?… Necesitamos dar pasos eficaces hacia un consumo más responsable, no compulsivo o superfluo: ¿qué compramos?, ¿dónde compramos?, ¿para qué compramos?…

¿Qué imperativos morales, ante tanto sufrimiento e injusticia como acarrean determinadas medidas públicas y decisiones políticas, deberían tener en cuenta todas aquellas personas que buscan el Reino de Dios y su Justicia?

Voy a recordar solo los imperativos que juzgo más básicos y prioritarios. Lo primero, salir de la pasividad para comprometernos conscientemente a vivir esta crisis con más coherencia y dignidad, sin desentendernos mientras a nosotros nos vaya bien. Segundo, esforzarnos por saber lo que está pasando (causas, responsables, consecuencias…); el desconocimiento de la realidad es la primera causa de la falta de compromiso. Tercero, atrevernos a pensar y actuar fuera del sistema para entrar en la lógica y la dinámica del Reino de Dios: se nos pide vivir con una conciencia mucho más indignada. Cuarto, luchar contra la “ilusión de inocencia” que nos permite seguir instalados en un bienestar, vacío de compasión hacía las víctimas de la crisis. Por último, recuperar el interés por el bien común defendiendo los servicios públicos, luchando contra las medidas que generan mayores desigualdades y ayudando a los excluidos y perdedores.

La opinión pública recibe con rechazo y escepticismo las palabras de los obispos sobre casi cualquier tema. ¿Tiene la jerarquía que adoptar también un posicionamiento público ante la crisis?

En estos momentos la jerarquía debería hablar, al igual que Jesús, en nombre de los que sufren. Pero, para ello, los tiene que conocer, amar de cerca y llevarlos en su corazón. Esta sociedad no está esperando documentos redactados por especialistas que ofrezcan “doctrina social”. Necesita aliento profético: una palabra clara y clarividente, inspirada en el Evangelio de Jesús, que denuncie las injusticias, corrupciones y abusos concretos, y defienda a las víctimas inocentes de la crisis. ¿Qué piensa la jerarquía de los mercados financieros, el funcionamiento de la Banca española, la gestación de la “burbuja inmobiliaria” o las medidas que se imponen de manera implacable a la gente?

La Iglesia jerárquica no vive indignada como Jesús. Sin embargo, debería ser centinela sensible al sufrimiento de los débiles, que sale instintivamente en su defensa, animando a las comunidades cristianas a estar cerca de quienes necesitan ayuda para vivir con dignidad: los parados, las familias sin ingreso alguno, los desahuciados, los inmigrantes excluidos de la asistencia sanitaria…

¿Puede la Iglesia Universal vivir fielmente el Evangelio olvidándose de las realidades –culturales y coyunturales– concretas de las sociedades en las que está presente?

En la Iglesia universal hay seguidoras y seguidores de Jesús muy comprometidos con la realidad conflictiva y dolorosa de los diferentes pueblos. Pero, en muchos lugares, la Iglesia aparece encerrada en sus propios problemas e intereses, alejada de la historia del sufrimiento humano. Al parecer, hemos logrado adorar al Crucificado de manera que nos oculte a los crucificados de hoy. Evitamos de muchas maneras exponernos a la mirada del Dios de la compasión, que nos pondría al servicio de la Humanidad doliente. En no pocos sectores se alimenta la hipersensibilidad al pecado en el área de la sexualidad y se vive con indiferencia el drama del hambre que destruye a millones de hermanos. Esto no viene de Jesús.

Y para terminar, dejando volar la imaginación… ¿qué haría Jesús en una situación como esta?

Vivir una vez más sin techo, como los desahuciados; ofrecer su puesto de trabajo a algún padre en paro; visitar a familias en apuros para alentar su esperanza; señalarnos con el dedo a quienes vivimos tranquilos y satisfechos junto a los que se van quedando sin protección social; gritar indignado contra medidas que no tienen en cuenta a los más débiles; interrumpir nuestras misas para recordarnos que no se puede servir a Dios y al Dinero; tomar parte en la marcha de los mineros para gritar sus consignas: “¡Los últimos han de ser los primeros!”; “¡Dios es de los pobres!”; “¡No deis al Cesar lo que es de Dios!”; condenar a quienes echan cargas pesadas sobre el pueblo y no mueven un dedo para aliviar su situación. Seguramente, sería detenido por las fuerzas de seguridad como peligroso para el orden público. Descubrirían que era un inmigrante sin papeles. Nadie sospecharía que venía de Dios, enviado por el Padre no para condenar al mundo sino para salvarlo.

8 comentarios

  • Yo tambien me quedo con el parrafo que resalta Eloy, es magnifico ..
    “Lo decisivo en el seguimiento de Jesus,no es la pertenencia a la iglesia catolica ni el cumplimiento mas o menos correcto de obligaciones y practicas religiosas, sino el esfuerzo por entrar en la dinamica del Reino de Dios y su justicia, organizando nuestra vida animados por su Espiritu”
    ¡Que verdad! lo dice bien claro y es facil de entender….ponerlo en practica  es nuestra tarea.
    Estupendo articulo, gracias Cristina.
     

  • Javier Renobales Scheifler

    José Ignacio Calleja, amigo

    No ví tu comentario, pues cada vez entro menos en Atrio. Lo veo ahora.
    Sal tú de tu burbuja católica.

    ¿Qué te parecería que un nazi bueno, -uno normal, como tú dices (‘los cristianos normales’, como tú te autocalificas)- le dijera a otro nazi (éste a secas, sin más calificativos) que salga de su burbuja?
     
    ¿Qué es un cristiano normal, amigo Calleja? ¿un católico, como tú por ejemplo, que sigue manteniendo que el espíritu santo sopla, y por lo tanto sostiene que Dios interviene en nuestro universo, en nuestras vidas?
     
    Incluso me dices lo que le tengo que decir al post (‘dile que no necesitas esa fe para eso, pero que esa fe, genera humanidad’) Debes estar muy convencido de que te sopla mucho el espíritu, amigo, para llegar a decirme lo que tengo que decir yo.
     
    ¿Y tú me hablas de filias y fobias personales? Atiende a las tuyas, a tus vigas de tus ojos.
     
    Esto me recuerda a un nazi bueno, a un católico que se cree bueno y quiere hacer bueno el catolicismo, mi sacerdote amigo. Jesús no fue sacerdote, sino que luchó contra ellos y por eso lo mataron. Jesús no se hizo sacerdote bueno, es impensable un Jesús histórico metido a sacerdote. 
     
    ¿qué hacéis manteniendo la casta sacerdotal católica, José Ignacio? ¿Acaso la imaginaria mágica gracia del sacramento del orden sacerdotal católico os sopla y llena de ‘luz’?
     
    Te saludo con todo cariño, hermano.

  • luis a. henríquez

    Algo que me chirría del XXXII Congreso de Teología de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII es la presencia de una organización como Católicas por el Derecho a Decidir (abortar, se entiende). Forman parte sustantiva de ese congreso.
     
    Católicas por el Derecho a Decidir está conformado por activistas feministas partidarias del aborto, con lo cual rompen abiertamente con la doctrina del Magisterio al respecto. No sé qué tienen de católicas, pues. Fomentan el aborto en el mundo entero, y la anticoncepción y en general la visión y la práctica de una sexualidad que chocan a menudo frontalmente con la moral cristiana propuesta por el Magisterio. Entonces, siendo así las cosas, a qué atenerse, ¿a lo que dice el Magisterio o a lo que dicen las de Católicas por el Derecho a Decidir?
     
    De todas formas, tampoco los obispos católicos, salvo excepciones, son o parecen ser un dechado de celo pastoral, pues ellos deben ser muy conscientes de que la mayoría del Pueblo de Dios se salta a la torera casi todo lo relativo a la moral sexual católica, y empero parecen otorgar, no querer enterarse, hacer la vista gorda… No pocos de esos y esas que pasan de la doctrina moral del Magisterio no es que sean militantes o activistas de Católicas por el Derecho a decidir (abortar), pero sí que se desempeñan en facultades teológicas católicas y en muchas otras plataformas sanitarias, educativas, asistenciales…
     
    Y en ellas seguirán como si tal cosa, como si nada “anómalo” ocurriera. Con lo cual, aunque pudiera parecer contradictorio esto que diré con lo que comencé diciendo en esta mi reflexión, las contradicciones e hipocresías de la Iglesia católica son tan gordas que sucede algo así como el darle la vuelta a la tortilla o a la rosca: el desbarajuste doctrinal es tan colosal en la Iglesia católica y, de manera muy destacada o especial, la hipocresía, la doblez, el burocratismo antimilitante y el trepismo figurón, que igual las activistas de Católicas por el Derecho a Decidir tienen cosas interesantes que aportar, a pesar de su apuesta por el aborto y en general por la llamada salud reproductiva de la mujer.

  • José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

    Javier, me voy a meter donde no se me ha perdido nada, pero en fin. Sal de tu burbuja de vez en cuando, sólo de vez de en cuando… y si escuchas algo humano, como esta entrevista, dile que no necesitas esa fe para eso, pero que esa fe, genera humanidad; no sé qué tiene que ver la entrevista a Pagola con tu comentario. ¿Pero tú crees que los cristianos normales, y hasta los teólogos, nos pasamos el día pensando en el Credo en términos de ontología escolástica? Que no, que tu interlocutor creyente es otro, y no lo puedes definir desde tus filias y fobias personales. Ni aunque te lo confirmen mil declaraciones eclesiásticas y esa sea tu experiencia anterior. Que no, que no puedes fosilizar la fe de otros para mejor probar su vacío. Sal de tu burbuja, y di, “tal y como yo entendía la fe, y me la explicaban oficialmente, yo no puedo, ni creo que otros puedan; pero cómo la asumen otros, no lo sé, ni lo voy a presuponer sistemáticamente”. Des-alienar al des-alienador, este es nuestro reto. También mío, seguro. Amistosamente te saludo.

  • Javier Renobales Scheifler

    Nada, nada, que a los obispos, obispones y demás jerarcas les sopla el famoso espíritu santo, que como todo el mundo sabe sopla donde quiere.
    Y sopla a quien quiere. Y sopla como quiere. Y sopla lo que quiere.
    La imaginación de lo que haría Jesús en cada situación que nos queramos imaginar, también la sopla el espíritu, siempre atento desde su imaginaria omnisciencia todopoderosa a llenar cuantos vacíos o agujeros haya que tapar.
    Para el que que necesite creerlo, claro, esta muleta de los soplidos de los espíritus. Incluso se puede creer, si se necesita, que le sopla sólo, o más acertadamente, a uno mismo. Son un comodín perfecto, los imaginarios soplidos del imaginario espíritu santo.

    Mientras tanto los mercados son los que soplan, son el comodín perfecto de los poderosos, y son muchísimo más poderosos que el espíritu santo y sus imaginarios soplidos.

    Así que, hasta otro momento, si dios quiere.
    Y si no quiere también. Saludos cordiales

  • Antonio Vicedo

    Dos reflejos clarísimos que evidencian el testimonio y mensaje de Jesús: referentes de coherencia para su pluriforme discipulado o grupo de seguidores y de ORIENTACIÓN humana.

    a) –“Dad a Dios lo que es de Dios y al cesar lo que es del cesar.

    Cuando a Dios se le ha dado lo que a Dios le corresponde, según la consideración que de él se tenga en cuanto DIOS, a nadie se le puede ya dar lo que a Dios se le ha debido previamente dar.
    ¿No era eso desmontar la divinidad del poder político, entonces personificado en el  César y después, hasta el presente, en todos los que absolutamente (personal,  en grupo, o estructuralmente) han considerado ser poderosos absolutos sobre l*s demás?
    A nadie, pues, le es lícito atribuirse ningún poder (kracia) a titulo y propiedad individual o grupal sobre l*s demás.
    En el escalón siguiente a DIOS ABSOLUTO y ABBÁ, (o a la HUMANIDAD en tanto especie) tod*s quedamos SIN PODER sobre l*s demás.

    b) -Y lo que ajusta y es coherente con ello, es que TODOS LOS SERES HUMANOS SOMOS IGUALES en VALOR, DIGNIDAD, FINALIDAD y mutuos NECESIDADES y SERVICIOS ESPECIALES (de especie humana)

    De aquí que lo coherente en tanto humano y cristiano es: “Buscar primero el Reino de Dios (= LA HUMANA HUMANIDAD) y su JUSTICIA,( que o es esencialmente DISTRIBUTIVA, o nada tiene de JUSTICIA); y todo lo demás vendrá por añadidura.”
    A Jesús se le atribuye aquello de:”-YO SOY la VERDAD y para eso he venido al mundo, para DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD”, que es la que LIBERANDO, SALVA.

  • ELOY

    El artículo tiene muchos matices que merecen ser resaltados. Yo, de momento, me quedo con el siguiente párrafo:

    “Lo decisivo en el seguimiento a Jesús no es la pertenencia a la Iglesia católica ni el cumplimiento más o menos correcto de las obligaciones y prácticas religiosas, sino el esfuerzo por entrar en la dinámica del Reino de Dios y su justicia, organizando nuestra vida animados por su Espíritu.”

  • SOL

    Madre mía cada vez que recuerdo ese Madrid invadido por Rouco, Martínez Camino protestando a todas horas…¿y? ¿dónde están?¿no tienen nada que decir, opinar, aportar? Me crispo.