Escribíamos anteriormente en estas páginas que la crisis de la Iglesia-institución-jerarquía radica en la absoluta concentración de poder en la persona del papa, poder ejercido de forma absolutista, distanciado de cualquier participación de los cristianos y creando obstáculos prácticamente insuperables para el diálogo ecuménico con las otras Iglesias.
No fue así al principio. La Iglesia era una comunidad fraternal. No existía todavía la figura del papa. Quien dirigía la Iglesia era el emperador pues él era el Sumo Pontífice (Pontifex Maximus) y no el obispo de Roma ni el de Constantinopla, las dos capitales del Imperio. Así el emperador Constantino convocó el primer concilio ecuménico de Nicea (325) para decidir la cuestión de la divinidad de Cristo. Todavía en el siglo VI el emperador Justiniano, que rehízo la unión de las dos partes del Imperio, la de Occidente y la de Oriente, reclamó para sí el primado de derecho y no el de obispo de Roma. Sin embargo, por el hecho de estar en Roma las sepulturas de Pedro y de Pablo, la Iglesia romana gozaba de especial prestigio, así como su obispo, que ante los otros tenía la “presidencia en el amor” y “ejercía el servicio de Pedro”, el de “confirmar en la fe”, no la supremacía de Pedro en el mando.
Todo cambió con el papa León I (440-461), gran jurista y hombre de Estado. Él copió la forma romana de poder que es el absolutismo y el autoritarismo del emperador. Comenzó a interpretar en términos estrictamente jurídicos los tres textos del Nuevo Testamento referentes a Pedro: Pedro como piedra sobre la cual se construiría la Iglesia (Mt 16,18), Pedro, el confirmador en la fe (Lc 22,32) y Pedro como Pastor que debe cuidar de sus ovejas (Jn 21,15). El sentido bíblico y jesuánico va en una línea totalmente contraria: la del amor, el servicio y la renuncia a cualquier honor. Pero predominó la lectura del derecho romano absolutista. Consecuentemente León I asumió el título de Sumo Pontífice y de Papa en sentido propio. Después, los demás papas empezaron a usar las insignias y la indumentaria imperial, la púrpura, la mitra, el trono dorado, el báculo, las estolas, el palio, la muceta, se establecieron los palacios con su corte y se introdujeron hábitos palaciegos que perduran hasta los días actuales en los cardenales y en los obispos, cosa que escandaliza a no pocos cristianos que leen en los evangelios que Jesús era un obrero pobre y sin galas. Entonces empezó a quedar claro que los jerarcas están más próximos al palacio de Herodes que a la gruta de Belén.
Pero hay un fenómeno de difícil comprensión para nosotros: en el afán por legitimar esta transformación y garantizar el poder absoluto del papa, se forjaron una serie de documentos falsos. Primero, una pretendida carta del papa Clemente (+96), sucesor de Pedro en Roma, dirigida a Santiago, hermano del Señor, el gran pastor de Jerusalén, en la cual decía que Pedro antes de morir había determinado que él, Clemente, sería el único y legítimo sucesor. Y evidentemente los demás que vendrían después. Falsificación todavía mayor fue la famosa Donación de Constantino, un documento forjado en la época de León I según el cual Constantino habría hecho al papa de Roma la donación de todo el Imperio Romano. Más tarde, en las disputas con los reyes francos, se creó otra gran falsificación, las Pseudodecretales de Isidoro que reunían falsos documentos y cartas como si proviniesen de los primeros siglos, que reforzaban el primado jurídico del papa de Roma. Y todo culminó con el Código de Graciano en el siglo XIII, tenido como base del derecho canónico, pero que se basaba en falsificaciones y normas que reforzaban el poder central de Roma además de en otros cánones verdaderos que circulaban por las iglesias. Lógicamente, todo esto fue desenmascarado más tarde pero sin producir modificación alguna en el absolutismo de los papas. Pero es lamentable y un cristiano adulto debe conocer los ardides usados y concebidos para gestar un poder que está a contracorriente de los ideales de Jesús y que oscurece el fascinante mensaje cristiano, portador de un nuevo tipo de ejercicio del poder, servicial y participativo.
Posteriormente se produjo un crescendo del poder de los papas: Gregorio VII (+1085) en su Dictatus Papae (la dictadura del papa) se autoproclamó señor absoluto de la Iglesia y del mundo; Inocencio III (+1216) se anunció como vicario-representante de Cristo y por fin, Inocencio IV (+1254) se alzó como representante de Dios. Como tal, bajo Pío IX en 1870, el papa fue proclamado infalible en el campo de doctrina y moral. Curiosamente, todos estos excesos nunca han sido denunciados ni corregidos por la Iglesia jerárquica porque la benefician. Siguen sirviendo de escándalo para los que todavía creen en el Nazareno pobre, humilde artesano y campesino mediterráneo, perseguido, ejecutado en la cruz y resucitado para levantarse contra toda búsqueda de poder y más poder aun dentro de la Iglesia. Ese modo de entender comete un olvido imperdonable: los verdaderos vicarios-representantes de Cristo, según el evangelio de Jesús (Mt 25,45) son los pobres, los sedientos y los hambrientos. Y la jerarquía existe para servirlos, no para sustituirlos.
[Traducción de MJG]
Gracias Javier y a todos por sus comentarios. Ha sido un error del suscrito, un error involuntario. Javier creo que no has leído bien mi comentario, he dicho: “cuando tu (Ana) y yo (Luis).” De ningún modo he dicho ” toda la generación humana”. Por supuesto que el día que la humanidad se autodestruya, solo quedaran las cucarachas. Hoy el hombre se está proyectando hasta el 2050, pero, ¿quién nos garantiza esto? Poco a poco estamos destruyendo la UNICA casa que habitamos.
De regreso a casa volveré a escribirte.
Saludos
Lucho
Lucho ¿la Iglesia seguirá existiendo cuando todos hayamos muerto? No, no, desde luego que no, te equivocas.
Cuando el género o especie humana haya desaparecido (es decir, cuando todos hayamos muerto) si existe la vida eterna –lo cual nadie sabe- los que Dios quiera seguirán viviendo en eso que hemos dado en llamar ‘más allá’ o ‘vida después de la muerte’ o ‘de ultratumba’.
Entonces la ICR, ni ninguna Iglesia, no existirán, habrán desaparecido. Porque la ICR no es más que una organización de personas humanas. En lo que se dio en llamar ‘cielo’ e ‘infierno’ no existirá ninguna ICR, ni ninguna Iglesia.
Así que cuando estemos muertos todos, lo que llamas ‘la Iglesia’ no existirá, y sin embargo, su hubiere vida eterna o vida después de la muerte, sí existirán.
Esperemos que la ICR deje de existir mucho antes de que desaparezca el género humano. Será un avance en la evolución humana.
La evolución es una conversión constante, Lucho; en cambio quedarse siempre en el mismo lugar –por ejemplo en la misma Iglesia- puede resultar antievolutivo, estático, inmovilista, ultraconservador como la propia ICR, algo que perece por su inmovilismo, por su miedo a convertirse, a cambiar.
Luis Alberto Pizarro,
Dictador significa, según el diccionario, el que reúne en su mano todos los poderes. El Jefe del Estado Vaticano es un dictador, en idioma castellano, pues se arroga todos los poderes, que corresponden al pueblo, no al papa. Lo mismo que eran también dictadores Fidel Castro, Franco, y tantos otros.
Arrogante el que se pretende/presenta como superior a los demás (cuando además no lo es). El papa pretende que representa a Dios ante las demás personas del planeta Tierra (no sólo ante los católicos), lo cual no es cierto, y su pretensión molesta a muchos no católicos, máxime cuando va diciendo por ahí que fuera de la ICR no hay salvación.
Es difícil dialogar así, pues tan enorme fundamentalismo de los papas católicos impide el diálogo, no sólo el de religiones.
Fatuo es el que se comporta o habla convencido de su superioridad ante los demás. El papa se autoproclama infalible, superior por tanto a las demás personas, que no somos infalibles, pues ninguna persona es infalible, ni siquiera Jesús fue infalible, sino que se equivocó a veces, como todo mortal.
Además el papa católico se hace tratar de ‘Santopadre’, y de ‘SuSantidad’ (recuerdo que Jesús dijo que nadie es bueno/santo sino sólo Dios) lo cual a mi modesto entender raya en el ridículo, en su pretensión de reflejar divinidad (el emperador romano se hacía tratar de divino, para engañar a la gente, lo mismo que el papa).
Entiendo que para quien considera que el papa es santopadre, susantidad, representante de Dios en la Tierra, infalible, elegido papa por Dios, democrático, …etc, etc. resulte chocante lo que digo. Pero piensa un poco en los no católicos, Luis: es una falta de respeto a los demás arrogarse cuanto se arroga el papa católico, pues Dios es el mismo Dios para todos.
Gracias por el diálogo, Luis, un abrazo.
Si me he excedido Ana, pido perdón. Por otro lado no he dicho que eres una pecadora. La conversión es para todos y solo termina cuando nos meten al “saco” (tumba). Mi único fundamento descansa en las palabras del maestro: “Si no os convertís, todos pereceréis”.
Todos tenemos derecho a criticar a quien se nos de la gana, pero si yo critico a “otros” sin yo ser el primero en criticarme, esa critica no construye a nadie. Tu dirás: pero mi critica es desde la óptica de Jesús, lo mismo decían los fariseos: “Desde nuestra ley lapidamos a la mujer encontrada en adulterio”. Como seres humanos que somos, es muy fácil que se “infiltre” nuestro juicio y condenamos al otro.
Ya lo dijo Pablo: ¿Por que juzgas a tu hermano? Es mas, Pablo llega a decir que el juzga es un “asesino”.
Así que no pretendamos ser más cristianos que Cristo.
Un saludo
Luis.
Hombre, Lucho, me parece muy atrevido, por tu parte, tu invitación a que yo cambie y a que me convierta, incluida la amenaza de que puedo perecer si no lo hago. ¿Dónde termina la conversión?. ¿Tienes algún fundamento para darme semejante consejo? ¿Algo te hace pensar que no soy quien para ejercer mi capacidad de raciocinio?
El hecho de que, según tú, yo sea una pecadora, no quiere implica el que no pueda decir que la Iglesia debiera mirar más al Evangelio y a Jesús, en vez de a su historia. ¿Tan grave es remitir a la Iglesia a su fundamento y a su origen, Jesús? Mamma mía, ¡a dónde hemos llegado…!.A que alguien tome como una crítica destructiva el poner a Jesús en el principio, fundamento y fin de la Iglesia. ¡Si Jesús levantase la cabeza….!
Pregunto: ¿Atrio permite emplear frases como “arrogante”, “fatuo”, “dictador”? ¿se puede llamar “dialogo” cuando se emplea calificativos que empaña al otro”?
Creo que el autentico dialogo es hacia dentro y hacia fuera.
A pesar de todo un abrazo.
Luis
Gracias Anita, por tu sugerencia, pero el Evangelio esta dirigido a TODOS.
De tu parte mucha critica hacia una institución con todo su pasado y presente, critica que no conduce a nada positivo. Al final, tu y yo estaremos muertos, pero la Iglesia seguirá existiendo. Considero que si queremos “cambiar” algo de la Iglesia, empecemos por cambiar nosotros primeros. Así podemos ver la paja del otro.
Ya lo dijo Jesús: “Si no os convertís, TODOS pereceréis”.
Un abrazo a toda tu familia.
Lucho
Esta Iglesia, dice el título de un post de Atrio.
¿Qué tipo de Iglesia tiene salvación? nos pregunta otro. ¿La Católica Romana? ¿Acaso hay alguna Iglesia Católica que no sea Romana? No, no la hay, aunque algunos parece que se creen miembros de una IC sin la R, o sea, que no es Romana. Incluso la llaman Iglesia de Jesús (como si las demás no lo fueran), o simplemente ‘la Iglesia’, para mayor ambigüedad
¿Iglesia sí o Iglesia no? se podría preguntar (Oscar nos recuerda la necesidad de responder sí o no, sin pero ni ambigüedades).
Mientras tanto a la ICR se le sigue llamando en el foro ‘la Iglesia’. Como si sólo hubiera una y así todos entendieran con claridad a qué se refiere cuando se dice ‘la Iglesia’.
Otros dicen ‘Iglesia institución’, cuando quieren referirse a lo que no les gusta, como si ‘la Iglesia’ fuera otra que no es institución.
O dicen Iglesia jerárquica pero sin jerarcas, sólo con servidores de los pobres (la única forma de servir a los pobres es conseguir que dejen de serlo, pero para eso hay que repartir, no hostias, sino bienes materiales.)
Aunque salir de tan engorrosa situación se ha inventado el término bíblico ‘pobres de espíritu’, que son los que acumulan muchas riquezas, pero sin apego a ellas. Así los jerarcas pueden no sólo ser ricos, sino servir a los ricos: la Iglesia de los pobres de espíritu (el Estado Vaticano está lleno de pobres de espíritu, el propio Wojtyla murió pobres, sin patrimonio personal alguno).
Está claro que por nada del mundo pretenden los católicos dos Iglesias católicas: sólo pueden concebir una, la única que hay, la poderosa, bien mirando para otra parte cuando se llega a la R de romana, o bien llamándola Iglesia de Jesús, pero ‘la Iglesia’, en todo caso (cada uno la que más le guste imaginar).
Pero como a algunos no les gusta ‘la Iglesia’ con la fachada que tiene de poderosa … pues se produce toda esta ambigüedad sin fin que caracteriza al catolicismo.
¿No estaremos ante la legendaria Torre de Babel?
¡Qué curiosa Iglesia, es como para creer en ella, la ICR!
‘Se deja’ engañar por unos ambiciosos de poder a los que los católicos llaman papas, que resultan haber basado sus mundanos poderes en puras estafas, puras falsedades. E incluso se hacen donar nada menos que el Imperio Romano (la Donatio Constantini, el robo del siglo de los siglos por los siglos, qué inmensa filfa).
Me recuerda a cuando algunos alemanes dicen que los nazis les engañaron. Ya, ya; si los nazis hubieran ganado la 2ªGM no dirían que les engañaron, encantados con el Imperio que pretendían; y no habría habido (no habríamos conocido) el llamado Holocausto judío (en el que murieron muchos no judíos; probablemente los que más muertos tuvieron en la 2ªGM fueron los rusos).
Hoy todos los curas católicos son hechos curas por el poder del papa Jefe del Estado Vaticano, que nombra a dedo a los obispos, los cuales ‘ordenan’ a los curas.
Todos los sacramentos y misas católicas por tanto, con sus imaginarias pretendidas gracias divinas, tan mágicas ellas, pasan por manos de los que reciben sus mágicos ‘poderes divinos’ de ese prepotente, arrogante y fatuo dictador que se hace llaman Susan tidad santopadre).
Y así llegan las imaginarias pretendidas gracias divinas a los católicos –a los cuales les están reservadas, pues los sacramentos católicos son sólo para los católicos, misas católicas incluídas-.
¿Los pobres? Me parece que pasan de todas esas magias, pues lo que les importa es poder tener los medios suficientes como para vivir humanamente con dignidad, que es para lo que vivimos, sin necesidad de dioses, gracias divinas, poderes mágicos ni Iglesias.
Claro que, al que le guste, pues que haga Iglesias y cree en ellas, que las salve con gran esfuerzo y tesón, toda una misión para toda la vida, y de paso ganar el cielo.
Pero ¿qué tiene que ver eso, hacer Iglesias y salvarlas, con los pobres?
Ah, sí, dice el post al final que los pobres, los sedientos y los hambrientos son los representantes de Jesús en la Tierra, y los jerarcas están para servirlos.
Habría que preguntar a los pobres, si quieren representar a Jesús en la Tierra. Lo que seguro quieren sin duda es dejar de ser pobres.
No necesitan representar a Jesús para nada.
Quise decir monserga, cuya definición podría ser:
monserga. sermón, cantinela, charla, mitin, impertinencia, habladuría, tabarra, perorata, enredo, fastidio.
Lucho, no hace falta que expongas la historia, si lees el evangelio que la liturgia sugiere para hoy, complementado por la primera del libro de los Números, verías las cosas de otra manera. Democracia pura y dura, o dicho de otra manera, el Espíritu está en cualquiera, en todos y todas por igual. Venía los discípulos hablando de quién era el primero y más grande, y Jesús les dice lo que les dice. ¡¡Igualito que la jerarquía eclesiástica!
Para más inri, la segunda lectura, de Santiago, habla de la riqueza acumulada que podría aplicarse el cuento la propia jerarquía. ¿O en quién piensa el clero cuando tiene que comentar esta lectura? ¿En los demás, o en los tesoros de iglesias, catedrales y Vaticano?
¿Y cuando el evangelio habla de lo que habría que hacer con quienes escandalicen a un pequeño? ¿En quién piensan? ¿Acaso en los pederastas y pedófilos clericales que se cuentan por miles? ¿En los obispos y cardenales que los ocultaban y miraban para otro lado?
El problema de la Institución-Iglesia es que se ha olvidado del evangelio y del Galileo, y sigue centrada en la autoridad y el poder de los clérigos, olvidando y menospreciando al pueblo de Dios. Lo demás, son monsegas.
Evidentemente que el padre Boff experimenta el delirio de persecución del Papado. O debe de tener un conflicto interior hacia el Papa.
Rara vez se ha visto tan claramente que cuando un hombre se aleja completamente de su glorioso y honorable pasado, por más tormentoso que fuere, es presa de su destino. Da la impresión que sigue los pasos de Von Dollinger (que fue excomulgado el 16 de Abril de 1871, y que no dio ningún paso por reintegrarse a la Iglesia Católica) que dijo: “El propósito del recopilador de esta falsificación ( se refiere a las cartas falsas)fue proteger a los obispos y la exclusión de toda influencia del poder secular. Este fin iba a ser conseguido mediante un aumento tal del PODER papal que, a medida que estos principios penetraban gradualmente en la iglesia, y eran seguidos con todas sus consecuencias, ésta asumió necesariamente la forma de una monarquía absoluta sujeta al poder arbitrario de un solo individuo y así, se colocaba el fundamento del edificio de la infalibilidad papal, primero, por el principio de que los decretos de cada concilio requieren la confirmación papal, seguido, por la afirmación de que la plenitud del poder, incluso en materias de fe, reside en el Papa solo, quien es obispo de la Iglesia Universal, mientras que los demás obispos son sus siervos.”
Veamos: Al Papa San Clemente se le han atribuido muchos escritos conocidos como “pseudo clementinas”. Todos los críticos admiten que estos pseudos escritos, no son de Clemente. Sin embargo hacia el 199 Tertuliano ya escribía que la Iglesia de Roma reclamaba que Clemente fue ORDENADO por San Pedro.
1.- Existe una carta apócrifa de Clemente a Santiago, en el cual Clemente relata cómo Pedro, antes de su muerte, dio sus últimas instrucciones y estableció a Clemente en su propia silla como su sucesor a la Sede de Roma. Recordemos que San Jerónimo nos dice que en su tiempo la mayoría de los latinos afirmaban que Clemente era el inmediato sucesor de Pedro.
El único “PODER” que tiene el Papado y la Iglesia, es el poder MORAL. No existe en la tierra otra institución que hable en nombre del hombre. Y no solamente que hable, sino que también, la Iglesia es la UNICA institución que tiene el PODER de defender la vida humana desde su concepción.
2.- Otra carta “falsa” para legitimar el “poder” del papa es la famosa “Donación de Constantino”. Con esto quiere decir el padre Boff que el PAPADO elaboró un documento supuestamente emitido en los últimos años del Imperio romano, para utilizarlo como argumento legal para sostener los “derechos” papales y gobernar vastas regiones de Italia.
O en palabras de Daniel Sapia: “se le atribuía a Constantino el haberle conferido al Papa de turno (Silvestre) y al papado en general inmensos poderes temporales, privilegios e investiduras, a la vez riquísimas posesiones temporales”.
Cuando se trata de las relaciones del papado con la Roma antigua, hay un hecho que no debe olvidarse: la “donación de Constantino” no fue redactada hasta el siglo IX y no se redacto en Roma. Esta pseudonacion será explotada como argumento por la política de la Iglesia desde el siglo XI.
Pero la comunidad romana no justifica su primacía apelando a ser la capital del Imperio, sino poniendo de relieve su sucesión de Pedro, que puede probar mostrando las tumbas de los dos príncipes de los apóstoles.
Este último no crea un derecho, sino remite al derecho ya existente. El Papa león I, que podía ya inspirarse en el pensamiento agustiniano, da como razón determinante de su derecho a la sucesión una interpretación muy espiritual de la fe de Pedro. No el hombre, sino su fe, tienen la solidez de la roca. Ya lo dice San Agustín en uno de sus Sermones: “y como persiste lo que Pedro creyó en Cristo, así persiste lo que Cristo fundó en la persona de Pedro”. Y si uno de sus sucesores “cumple más plena y eficazmente que Pedro sus funciones por encontrarse con tareas más numerosas, el incremento no le viene en absoluto de una investidura del poder imperial ni de una tendencia a rivalizar con él, sino de la misma función apostólica.”
León I refiere a Pedro los poderes de que está investido: “Alegrémonos de la dignidad de nuestro jefe, demos gracias a Cristo por haber dado tamaño poder a aquel a quien constituyo príncipe de toda la Iglesia”.
Pedro y su modo de ejercer el poder recibido será siempre la forma concreta, real y simbólica, en que debe concebirse todo ejercicio de la función episcopal. Alcanzando así la idea de Cipriano sobre la primacía papal en el tiempo, León I la sobrepasa en el sentido de la definición del Vaticano I: “A todos los jefes de la Iglesia se les propone la regla de Pedro. El privilegio de Pedro persiste, pues, doquiera se dicta un juicio en virtud de su equidad, y no hay excesos en la severidad ni en la indulgencia allí donde nada se ata desata que Pedro no haya atado y desatado”. El Papa se alegra, a su vez, de poder “no tanto presidir cuando servir”, en la sede que ocupa.
Hemos visto que león I agradecía a la providencia la fundación de la fe cristiana “en la ciudadela del imperio romano”. A sus ojos, la verdadera ciudadela no es el imperio sino el papado.
Los dos príncipes de los apóstoles, los padres santos y verdaderos pastores de Roma, “fundaron Roma mejor que aquellos que tomaron la iniciativa de poner la primera piedra de tus muros, uno de los cuales te dio su nombre”.
León I alabará a los emperadores de su tiempo y les está muy agradecido por su asistencia, “pero Roma nada debe a los emperadores de su actual prestigio. En el pensamiento de león I, el prestigio de Roma es ya puramente cristiano.
En cuanto a la DICTADURA DEL PAPA (Dictatus Papae), no es una “dictadura”, es un “dictado de Normas de la Iglesia” que podría ser también 27 “proposiciones”. Esto no significa que sea un “dictado papal” o un “manifiesto” a favor de los Papas. Este Dictado no se público, en el sentido moderno de ser copiado y dado a conocer fuera del circulo de la curia papal.
Se trata del guion de una alocución pontificia destinada al Concilio Romano de 1075, que con posteridad el Papa no habría pronunciado, ya que se había contentado con la prohibición, que en este Concilio se hizo, de la investidura laical.
El alcance de estas “disposiciones”, no pueden entenderse sin conocer el contexto histórico, que generó su aparición. Para el hombre Medioevo, Europa Occidental, más que un espacio geográfico, era una sociedad basada en una identidad común del cristianismo, que los hacía diferenciarse del mundo de los paganos o infieles.
Este “dictado papal” es un programa de gobierno de la Iglesia, expresado de una manera firme y novedosa su centralización, de donde se tomarán, por primera vez, nuevos conceptos, muy prácticos para llevar a cabo ese gobierno.
Sabemos que la pugna mantenida entre el papado y el Imperio por la primacía en el gobierno de la sociedad cristiana, destacando durante el siglo X y la mitad del siglo XI la primacía imperial. Desde los tiempos de Carlomagno, el poder temporal había estado en un nivel superior al eclesiástico. El rey o el Emperador era el guardián de la Iglesia (no de la fe).
En este momento los papas eran coronados, con la tiara, por los reyes. Por el contrario, Gregorio VII, afirmará la supremacía papal frente al Imperio. El será el primero entre los primeros y todos los Príncipes deberán besar sus pies.
A manera de conclusión, la reforma de la Iglesia que Gregorio VII pretendía hacer, buscaba la libertad eclesiástica dejando atrás el yugo de sometimiento al poder temporal. Para ellos no dudó en reclamar la supresión de la investidura laical, la inmunidad judicial del clero, la inviolabilidad de los bienes de la Iglesia, la independencia plena del Papa con respecto al Emperador, reafirmando la supremacía del poder eclesial sobre el temporal, “sacerdocio” sobre “reino”.
Su autoridad debía ser única, pues la finalidad del Papa y de todos los eclesiásticos era la de conducir a todos los fieles de la cristiandad hacia la salvación eterna, siendo ellos los últimos y únicos responsables ante Dios.
Para poder ejercer esta autoridad moral, debían controlar al poder temporal, cuyo único fin era servir la causa cristiana
Con Gregorio VII se inicia una nueva misión de la Iglesia como poder absoluto, donde la preeminencia del clero era indiscutible, ya que en el seno de la Iglesia, era al Papa, vicario de san Pedro, a quien correspondía el “poder en plenitud”.
En lo personal y con muchos hermanos (as) que conozco no vemos ningún exceso que corregir ni mucho menos que denunciar padre Boff. No entiendo como estos documentos sirven para “escandalizar”. ¿A quién?
Un abrazo y saludos desde el Perú.
Lucho
Aparte del deseo de Constantino de lograr la paz del imperio, la definición principal del Concilio fue meramente teológica. El apoyo de Constantino en la organización del grupo de 300 obispos no fue la causa de la definición. Solamente la teología pudo llegar a la formula correcta para derrotar a Arrio que afirmaba que el Verbo era una criatura del Padre y distinta de El en la esencia. Sin embargo, el obispo Osio de Córdoba fue el que precisamente propuso la célebre fórmula del “homoousion” que el Concilio finalmente adoptó.
La formula fue ratificada por el Papa S. Silvestre a traves de sus 2 logados: Vito y Vicente. Habia allí tambien confesores de las ultimas persecuciones que se presentaban con las cicatrices de sus tormentos y clerigos de eminente santidad y prestigio entre los cuales estaba San Alejandro y San Atanasio.
Por otro lado, la fe recibida por la Iglesia provino de Cristo que quiso darle este caracter a su Iglesia para “atar y desatar”. Constantino fue un mero instrumento. El carisma de la Iglesia está por encima de todo lo demas. un saludo cordial de Santiago Hernández
Luis Alberto Pizarro:
Únicamente pretendí señalar que lo común, lo que la inmensa mayoría de la gente hace, es no llamar “padre” a un eclesiástico secularizado. Es la costumbre. No entro a valorar las razones por las cuales el brasileño Leonardo Boff colgó los hábitos; él sabrá, más allá de que yo mismo pueda aprehender esas razones o incluso compartirlas. No me incumbe. Ni condeno por ello a Leonardo Boff: lo leo, trato de aprender de lo que dice, y dispuesto a discrepar de sus postulados siempre que lo crea conveniente. Nada más.
Leo su prolija disertación sobre la autoridad en la Iglesia católica. Entiendo que la autoridad en la Iglesia universal (la eusoxía de que usted habla), nunca ha dejado de ser servicio -esto es, koinonía-, puesto que nunca han faltado verdaderos testigos de la fe cristiana: santos, santas y mártires. Sin embargo, sobre todo en las altas esferas jerárquicas -en las cuales también ha habido grandes discípulos de Jesucristo, no lo niego ni pretendo ocultar-, a menudo durante 2.000 años de cristianismo se ha ido enquistando una cierta atrofia del ejercicio del poder, de la eusoxía. Dicho como lo habría expresado Sancho Panza: ha habido mucho mandón y mangoneador-manipulador de ajenas conciencias y no tantos servidores del Evangelio a la manera de un Francisco de Asís, un Felipe Neri, entre otros muchos citables.
Nada más.
Voy a responder lo que dice Luis Enríquez, aclaro que no soy experto en teología, pero en palabras de Jaime Balmes: “Leo mucho pero nunca demasiado”.
En cuanto a la frase “padre” dirigido al padre Boff, lo dije en sentido “espiritual”, también cuando digo “cura” lo digo en sentido “espiritual” porque “cura” almas.
Yo creo no tanto le molesta por lo “eclesiástico”, sino que debe molestarle que la gente se entere que dejo de ser “padre” para colgar la sotana para después casarse. Las cosas como son y no sorprender a las personas sencillas especialmente a los pobres.
Yo tampoco creo que esté bien usar calificativos dirigidos al Papa y a la jerarquía que no es propio de un cristiano. Si dices que no está bien, tampoco está mal.
Vamos al grano: “un PODER que exegéticamente, evangélicamente hablando no parece derivar del Evangelio”. Veamos.
No soy teólogo ni mucho menos exegeta, pero tenemos que preguntarnos ¿Qué se entiende por PODER? ¿Un PODER a manera de Fidel Castro o de Hitler? Que yo sepa, el verdadero “poder”, la capacidad de ejercer autoridad en forma efectiva, pertenece SOLO a Dios. Salvo que el Papa le haga la “competencia” a Dios. Pero esto sería ridículo. No creo que el Papa haya eliminado con “mano fuerte y brazo extendido” a todos los que no piensan como él.
Lo que me ha enseñado la Iglesia a través de mis catequistas es que la palabra “autoridad=EXOUSIA, significa garantía para hacer algo o derecho de hacerlo. Podemos imaginarnos el tránsito sin policía, un partido de futbol sin árbitro, una orquesta sin director. Que yo sé, el UNICO PODER que tiene la Iglesia es el de perdonar nuestros pecados todos los días, porque la EXOUSIA lo ha recibido de su Maestro. No estoy negando que NUNCA hubo un poder de autoritarismo e indisciplina en la historia de la Iglesia. También los ha habido en las asociaciones religiosas.
Todos nosotros tenemos el derecho a cruzar la calle en la dirección que libremente lo deseamos; pero alguien tiene que regular ese derecho común para que el cruce se haga adecuadamente.
A esta autoridad es lo que había dicho el Papa León XIII: “No puede ni existir ni concebirse una sociedad en la que no haya alguien que rija y una las voluntades de cada individuo para que de muchos se haga una unidad y las impulse dentro de un recto orden hacia el bien común.”
El origen ÚLTIMO de la autoridad humana se remonta a Dios que creó a los seres humanos tales como son, es decir, necesitamos de ella. ¿Podemos negar la autoridad en la Iglesia? Ni la Iglesia ni el Estado se CONTRAPONEN, ni son independientes ni soberanos. Lo importante es la legitimación de ambos poderes como tal.
Pero que Dios no intervenga positivamente en la elección de los gobernantes no significa que la autoridad de éstos no provenga de EL.
En cuanto al “poder” de Pedro en el Nuevo Testamento, vale la pena recordar las palabras de Jesús más importantes a Pedro, ya que nos permiten formar un cuadro que nos hace comprender cómo va a ejecutar Pedro la tarea que le está destinada y que se le anunció, como futuro, en la promesa del Primado.
Lucho
Es usual entre algunos “católicos”, acusar a la Iglesia católica de “constantinismo”, en alusión a Constantino que adoptó el cristianismo como religión del Imperio romano. Que yo sepa, esto sería algo nuevo, porque yo profeso el Credo donde se profesa “la santa Iglesia Católica”. ¿De dónde me viene que tengo que profesar en una Iglesia también CONSTANTINIANA? Yo creo que más bien seria un apelativo inventado por algunos “protestantes” y algunos teólogos “católicos”.
El antes ex comunista (era marxista) Roger Garaudy ha dicho que la iglesia católica está tocada de CONSTANTINISMO, definiéndola como IGLESIA DOMINANTE DE LOS DOMINANTES.
Daniel Sapia es un hermano presbiteriano que en su blog cuyo nombre es “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” dice textualmente: “Constantino supuestamente se convirtió en cristiano en el año 313 d.., con esta supuesta “conversión” dio categoría oficial a la Iglesia cristiana en colaboración con el paganismo. Ahora la iglesia cristiana era un cuerpo religioso reconocido por el Imperio cuya cabeza era el mismo Constantino. Convocó el primero Concilio de Nicea en el año 325 como cabeza de la iglesia cristiana, Constantino era el PONTIFEX MAXIMUS. Los cristianos lo honraron como “obispos de obispos” y “vicarius christi, Vicario de Cristo. Esta frase en latín, si es traducida en griego literalmente significa “anticristo”.
Es verdad que el Concilio es convocado por el emperador Constantino, que no se preocupó de consultar a Roma. Constantino es aquí el testigo de las repercusiones políticas de las disensiones religiosas. Por otra parte, una reunión tan importante de obispos es en sí misma un acto político, en el sentido de que no habría sido posible celebrarse esta asamblea sin utilizar los servicios del estado, por ejemplo, el transporte público.
Pregunto: ¿tengo que creer y aceptar esta afirmación como dogma de fe? Hoy se puede creer a cualquiera. Aquí en Perú los Medios de Comunicación dijeron que una rusa había pronosticado un gran terremoto para el día 19 del pte mes en Lima. Hoy es 25 y todavía sigo vivo. ¿Me puedo fiar del señor Sapia?
Muchos creen que Constantino se convirtió en el primer “papa”. Eso es mentira porque al tiempo de ser entronizado Constantino el Papa era San Silvestre.
Otros sostienen que Constantino fundo la Institución religiosa, llamada “Iglesia Católica Romana” en el año 313. Otra mentira sin evidencia histórica. Lo que hizo Constantino fue establecer la libertad de religión en el Imperio Romano. Con esto cesaron las persecuciones.
¿Por qué fue la iglesia Católica la beneficiada? Por la sencilla razón de que NO EXISTIA “otra” Iglesia. Todos eran parte de la UNICA Iglesia de Cristo.
Hoy se exige una Iglesia “más pura” y “más pobre”, una Iglesia que nada tenga que ver con el poder político, una Iglesia “ácrata”, es decir, SIN PODER (poder entiendo como servicio).También se la somete a un examen crítico, porque ¿Cuál es esa Iglesia pura, dónde está esa Iglesia de los puros, a la que corresponden los calificativos de AUTENTICA y VERDADERA. Sin duda, el Nuevo testamento llama SANTOS a los miembros de la Iglesia; pero esta palabra hay que entenderla en el sentido del Antiguo Testamento, equivalente a elección y consagración, pero ahondado por la obra reconciliadora de Cristo. Es un término que se aplica, sobre todo, al núcleo primitivo de la Iglesia, a “los santos de Jerusalén”, que es, desde siempre, la ciudad santa por excelencia. Ahora bien, de sobra se sabe que esta consagración colectiva de la comunidad no transformó a los individuos hasta hacerlos tan “inmaculados” como debieran serlo en virtud de su elección.
Ya para el pastor de hermas, “todos estos santos” son pecadores, que deben hacer penitencia y por los que hay que rezar. En suma, el titulo de santo atribuido a la comunidad cristiana como tal, no garantiza, pues, en manera alguna que represente concretamente a la “virgen pura”, a la “gloriosa esposa sin mancha ni arruga”.
Me estaba saliendo del tema. No hay que olvidar que hay que ser sincero con la historia y consigo mismo. La historia registra que los cristianos vivían en las catacumbas y miles llevados al martirio. Eran perseguidos por los emperadores del Imperio pagano y no podían celebrar libremente sus actos litúrgicos. Es un hecho conocido que antes de Constantino se había dado en Roma una de las persecuciones más brutales hacia los cristianos.
Hoy también se dice que Constantino PAGANIZO la Iglesia Católica. ¿Es esto cierto? Lo cierto es que no existe ningún dato histórico que sostenga esto. El hecho de que en el reinado de Constantino se promulga la libertad de culto, no se puede interpretar como la “paganización” de la Iglesia. La fe de la Iglesia antes y después de Constantino es la misma. Es más bien luego de la reforma protestante donde se ve un cambio radical entre las doctrinas que siempre creyó la Iglesia.
Lo que me parece un chiste es lo que se sostiene que Constantino convocó el Concilio de Nicea con la finalidad de ser reconocido “de facto” como “cabeza” de la Iglesia. El emperador ciertamente tenía interés especial en que el imperio se mantuviera en paz. No conozco una fuente histórica seria que afirme que Nicea fue convocado por Constantino PARA ser reconocido como “cabeza” de la Iglesia. Si tienen esa “fuente histórica” le agradeceré que me avisen.
Otro dato que parece inverosímil es que Constantino se haya convertido en “obispo de obispos”. La historia demuestra que Constantino no estaba bautizado y solo se bautizo en su lecho de muerte. ¿Cómo se hizo obispo? No quiero entrar en detalle de lo que significa la palabra “obispo”. Lo que debo suponer es que haya usado la palabra obispo no en el sentido bíblico sino etimológico, es decir, un “obispo desde el exterior”. Constantino reunió a los obispos y les dejo deliberar. Constantino es un “inspector” que vela desde “el exterior” para que todo se realice en paz y orden. Por consiguiente no hay evidencia historia seria que Constantino fuera “obispo de obispos”.
Por consiguiente el emperador es “el obispo de fuera”, es decir, el que vela desde fuera por el buen funcionamiento de las instituciones y por la paz religiosa. Al emperador no le toca juzgar las cosas de la fe en ellas mismas, pero tiene que velar por el bien de la religión. El emperador es considerado como un “mediador”, ya que está revestido por Dios del cargo de procurar el buen orden y la armonía entre el Estado o la sociedad civil y la sociedad eclesial.
En el momento de Nicea la Iglesia cree que está viviendo un sueño: el imperio, hasta entonces amenazante y perseguidor, viene en su ayuda y toma su defensa.
Saludos
Lucho
SOLO SI JESUCRISTO ES DIOS, ESTAMOS SALVADOS
Frente a la herejía de Arrio, que negaba la verdadera divinidad de Jesucristo, el Concilio de Nicea (325) fijó la ortodoxia cristiana al definir que el Hijo es “consustancial” con el Padre. Una palabra no bíblica, “consustancial”, es introducida en el Credo para defender, con términos nuevos, la peculiaridad de la fe cristiana, profesada desde los orígenes: Jesucristo es el Hijo encarnado, de la misma sustancia que el Padre, unido esencialmente al Padre. No es una criatura, ni una especie de ser intermedio entre Dios y los seres creados, sino “Dios de Dios y Luz de Luz.
La confesión de fe no se cambia en absoluto, sino que explicita para hacer frente a explicaciones teóricas equivocadas que, con el pretexto de asimilar el cristianismo a la cultura helenística, terminaban por traicionar la herencia apostólica.
El Concilio de Nicea tiene lugar en un momento particularmente significativo, por cuanto estaba cuajando la instauración de un sistema de Iglesia imperial. Un teólogo notable como Eusebio de Cesarea se sentía fascinaba por la idea de la convergencia, en los planes de Dios, entre el Cristianismo y el Imperio. La Providencia había guiado los destinos de la historia para hacer coincidir la aparición del mesías con la paz imperial; la monarquía celeste con la monarquía romana.
El emperador Constantito personificaba, a los ojos de Eusebio, esa feliz coincidencia. Su papel no eran meramente político, sino también religioso. Hará falta esperar el genio de San Agustín para que se plantee la adecuada distancia entre la Ciudad terrena y la Ciudad de Dios.
En la “Vida de Constantino”, Eusebio de Cesarea exagera el papel desempeñado por el Emperador en los concilios y, en concreto, en el Concilio de Nicea. Al emperador le atribuye la tarea de abrir los debates, reconciliar a los adversarios, convencer a unos y doblegar a otros, instando a todos a la concordia. Constantino, según la imagen que de él nos da Eusebio, parece imponerse, incluso en cuestiones doctrinales, sobre los obispos reunidos en el Concilio.
¿Es real esta visión? ¿Puede sostenerse con argumentos, la idea de que Constantino manipuló el Concilio de Nicea, imponiendo a todo los Obispos la doctrina de la “sustancia” con la finalidad de garantizar la unidad religiosa del Imperio?
La realidad se distancia de esta imagen trazada por Eusebio. Es verdad que el Emperador defendió la relación entre la Iglesia y el Imperio; entre el bien del Estado y el bien de la Iglesia, pero su participación en el Concilio de Nicea, aunque destacada, fue mucho menos importante de lo que Eusebio de Cesarea nos quiere hacer creer.
El investigador J.M. Sansterre, en su obra “Eusebio de Cesarea y el nacimiento de la teoría cesaropapista”, examinò críticamente catorce textos que proceden del emperador, datado entre 325 y 335. Del análisis de esta documentación extrajo importantes conclusiones, decisivas para demostrar históricamente la construcción de Eusebio.
Constantino convocó el Concilio de Nicea con la finalidad de fomentar la unidad y eliminar la herejía. Se sintió obligado a velar por las resoluciones dogmaticas y disciplinares, pero jamás aspiro a suplantar a los Obispos. La intervención imperial la entendía como meramente subsidiaria, puesto que la norma última en cuestiones doctrinales había de ser, como de hecho fue, las tradiciones y los cánones eclesiales y la asistencia del Espíritu Santo a los obispos. Únicamente si los Obispos no conseguían hacer cumplir las decisiones conciliares, el Emperador estaba dispuesto a intervenir para aplicarlas; jamás para imponerlas él mismo.
Constantino no reclama para sí una supremacía sobre el Concilio en cuestiones de fe; prerrogativa que, junto a otros, sí está dispuesto a reconocerle a Eusebio, quien convierte al emperador en algo más que un guardián de la Iglesia, viendo en él la cúspide religiosa suprema del mundo visible.
El análisis de los documentos imperiales de 325 a 335 prueba, por tanto, de modo concluyente que el emperador no influyó en el Credo de Nicea. Pero, además, idéntica conclusión se deduce del estudio de la cristología de Constantino, que se deja entrever en alguna de sus cartas.
El emperador carecía de la preparación teológica necesaria para dominar los problemas que se abordaron en Nicea. Su cristología es decididamente pre-nicena.
Más allá de visiones precipitadas, bien sean polémicas o apologéticas, el estudio serio de las fuentes se presenta, también en este caso, como el único recurso para reconstruir, de modo fiable, el pasado.
Saludos a todos los participantes.
Luis
Hace tiempo que el “padre” Boff no es padre en el sentido eclesiástico y espiritual que usted, Luis Alberto Pizarro, quiere darle. Las cosas como son. Leonardo Boff se considera a sí mismo católico disidente, o sea, muy crítico con la jerarquía católica. Podrá tener más razón o menos en sus planteamientos, pero no creo que esté bien llamarlo “padre” en el sentido que usted utiliza.
Lo que parece fuera de toda duda -incluso para los que no somos expertos en la manteria, y confío en que no sea temerario afirmar algo así- es que el papado ha ido acumulando a lo largo de los siglos un poder que exegética, evangélicamente hablando no parece poder derivar del Evangelio. Incluso aceptando la primacía de Pedro en claves no solamente espirituales sino también jurisdiccionales, lo que no aparece por ningún lado en el Evangelio es la forma concreta como esa primacía petrina se ejerce de hecho hoy día; esto es, la dinámica constitutiva misma de lo que es ser papa en la actualidad. Me parece.
Soy de los que piensan que Benedicto XVI es sin duda un sabio teólogo, un hombre espiritual, un enamorado del Dios de Jesucristo y un sincero servidor de la Iglesia universal; empero, no pocos rasgos de su ministerio petrino no logro la manera de concertarlos con los esquemas que de ese mismo ministerio petrino derivan del Evangelio y aun de la práctica de los primeros siglos del cristianismo.
Y aun es más: me temo que cientos de millones de personas de nuestro mundo, que no son nada expertas en teología ni en historia de la Iglesia católica -tampoco lo soy yo-, piensan al respecto de lo que aquí seguimos aproximadamente como yo.
Saludos a todos y el tema que vamos a tratar es un refrito del pasado, presente y será del futuro. Me extraña que el padre Boff que estaba escribiendo artículos sobre la ecología y como preservarla ante una destrucción inminente, AHORA se lo agarre contra el Papado.
Como ayuda de memoria sería bueno recordarle padre Boff sus palabras: “Prefiero andar con la Iglesia que solo con mi teología”. ¿Cómo cambian los tiempos padre Boff?.
Un saludo desde mi corazón padre Boff. Rece por nosotros que nosotros haremos lo mismo con usted.
Lucho.
Hola!
Un amigo me arrima algunas reflexiones en torno a este Art. De Boff.
……………….
He leído con atención el artículo de Leonardo Boff ”Cómo se formó el poder monárquico absolutista de los papas”.
Este artículo toca uno de los problemas de base de la iglesia católica actual.
No el único problema.
Hay otros problemas.
………………..
Cito otro: la exégesis “espiritualizante” de los evangelios:
a fuerza de querer descubrir en las palabras de Jesús un sentido escondido profundo, se menosprecia el sentido concreto inmediato que se expresa en palabras sencillas del lenguaje de todos los días.
Jesús ya nos advertía : “que tus palabras sean sí sí, no no…” (Mateo, 5,37).
Pero muchos exégetas espiritualizantes pretenden que si Jesús decía una cosa, es que querría decir otra.
………………
El artículo de Leonardo Boff no ofrece grandes novedades.
Muchos, antes que él, han examinado cómo el absolutismo romano se ha apoderado de la iglesia.
A título de ejemplo, veamos lo que escribía Pierre Leroux hace unos 150 años:
Pierre Leroux (1797-1871) es un francés que debutó como obrero tipógrafo; los tipógrafos del siglo XIX, a menudo, han sido los pensadores del pueblo. En su juventud, pasó por el sansimonismo, que abandonó cuando este propuso una liberación sexual excesiva. Se dedicó luego a pensar la situación de la sociedad, y de la religión dentro de esta sociedad.
En aquellos tiempos (1830-1850), las masas populares francesas todavía no habían dado la espalda a la iglesia. Leroux es un hombre religioso; pero descubre que la iglesia católica, de varias maneras, ha desviada la iglesia de lo que Jesús de proponía; entre otras maneras, por su centralismo y su autoritarismo.
En 1848, publica “Del cristianismo y de su origen democrático” y “Del origen democrático del cristianismo (o de los concilios)“.
Es un largo relato de cómo, a través de los siglos, el Vaticano conquistó, en la iglesia católica, un poder cada vez más absolutista, en contra del pueblo, y en contra de las orientaciones primitivas de los evangelios.
Leroux ha sido criticado por su falta de profesionalismo teológico.
Pero Jesús también fue criticado por el mismo motivo, cuando le recordaban que no era más que un “hijo de carpìntero”.
(nota : Las obras de Leroux son consultables en Internet).
……………..
Los papistas considerarán hereje a Leonardo pero la verdad histórica yace patente para quien no se guía por prejuicios.