Quien haya leido mis últimos textos sobre ecología y la situación dramática de la Tierra, tal vez se haya quedado con una impresión de pesimismo. No puede ser pesimista quien se da cuenta de los peligros reales que pesan sobre nuestro destino. Debemos siempre respetar la realidad, pero al mismo tiempo es necesario ampliar la comprensión de la realidad. Ésta es mayor de lo que se muestra, pues lo potencial también es parte de lo real. Siempre hay una reserva utópica presente en todos los eventos.
Si comprendemos la realidad así enriquecida, no se justifica un pesimismo cerrado, sino un realismo esperanzador. Éste capta la eventual irrupción de lo nuevo escondido dentro de lo potencial y de lo utópico. Esto nuevo hace entonces historia y funda otro estado de conciencia e inaugura un ensayo social distinto.
Además, si tomamos distancia y medimos nuestro tiempo histórico con el tiempo cósmico, tenemos aún más razones para la esperanza. Si condensamos en un año el tiempo cósmico, los 13,7 miles de millones de años que es la edad presumible de nuestro universo, notaremos que como humanos existimos hace solo una pequeñísima fracción de tiempo. Así, el 31 de diciembre a las 5 de la tarde nacieron nuestros antepasados pre-humanos. El 31 de diciembre a las 10 de la noche entró en escena el ser humano primitivo. El 31 de diciembre a las 23 horas, 58 minutos y 10 segundos surgió el hombre de hoy llamado sapiens sapiens. El 31 de diciembre a las 23.00 horas, 59 minutos y 56 segundos nació Jesucristo. El 31 de diciembre a las 23.00 horas 59 minutos y 59,2 segundos Cabral llegó a Brasil.
Como se deduce, temporalmente somos casi nada.
Además de esto, si tenemos en cuenta las 15 grandes destrucciones que conoció la Tierra, especialmente la del Cambriano hace 570 millones de años en la cual desapareció entre el 75 y el 90% del capital biótico, verificamos que la vida sempre resistió y sobrevivió. Y si nos concentramos solamente en el ser humano, siempre sobrevivió a las muchas glaciaciones. Y aún más, tuvo un proceso de encefalización altamente acelerado. Desde hace 2,2 millones de años aparecieron sucesivamente el homo habilis, el homo erectus, y en los últimos cien mil años, el homo sapiens, ya plenamente humano. Sus representantes eran seres sociales, se mostraban cooperativos y usaban el habla, característica humana.
En el intervalo de un millón de años, el cerebro de estos tres tipos de homo se duplicó en volumen. Después de la aparición del homo sapiens, surgido hace 100 mil años, el cerebro no creció más. Ya no era necesario, pues surgió el cerebro exterior, la inteligencia artificial, que es la capacidad de conocer, de crear instrumentos y artefactos para transformar el mundo y crear cultura, característica singular del homo sapiens sapiens.
A partir del neolítico, hace cerca de diez mil años, surgieron las primeras ciudades que dieron origen a la cultura elaborada, al estado, a la burocracia y también a la guerra. Comenzó también una utilización sistemática de la razón instrumental para dominar la natureza, conquistar y someter a otros. Obviamente allí también estaban otros tipos de razón como la emocional, la simbólica y la cordial, pero sometidas a la razón instrumental que, desde entonces hasta culminar en nuestro tiempo, asumió la hegemonía, razón a la vez creativa y destructiva.
El proceso de la mariposa nos ofrece una sugestiva metáfora. La mariposa no nace mariposa. Es al principio un simple huevo que se transforma en una larva, devoradora insaciable de hojas. Después se enrolla sobre sí misma en foma de capullo (crisálida). Dentro de él, la natureza teje su cuerpo y lo pinta de colores. Cuando todo está listo se rompe el capullo y surge una mariposa espléndida.
Nosotros estamos todavía en el estadio de larva y de capullo. Larva, porque día y noche devoramos la naturaleza; capullo, porque estamos cerrados sobre nosotros mismos, sin ver nada a nuestro alrededor.
¿Cuál es nuestra esperanza? Que la razón rompa el capullo y surja como razón-mariposa. Tal vez la situación actual de gran peligro fuerce el nacimiento de la razón-mariposa. Ella revolotea por ahí, no es destructiva sino cooperativa, pues poliniza las flores.
Estamos todavía en génesis. No hemos acabado de nacer. Una vez nacidos, vamos a respetar y a convivir con todos los seres. Habremos superado para siempre la fase de larva y de capullo. Como mariposas seremos portadores de la razón sensata que nos concede tener junto con la Tierra un futuro sin amenazas.
[Traducción de MJG]
Cuando miro a mis alumnos, alumnas y a mis hijos; pequeños, en pleno proceso de descubrimiento, con la mirada encendida, aún descubriendo el mundo, no dejo de pensar en lo que están recibiendo. Más aún, con la posibilidad de sumarse a un ritmo desencarnado de egoísmo, aprendiendo a prolongar el estadio de larva y capullo hasta el momento irreversible de la destrucción.
No sólo están heredando un entorno en crisis. Hay algo aún peor. Posiblemente se sumen a una disposición mental que los arrastre, sin plena conciencia, a continuar dándole la espalda a la vida, siguiendo el mismo orden que hemos vivido siempre.
Hay niños y niñas que hoy, respiran pólvora, ven morir a sus familias o mueren ellos mismos sin saber por qué.
Hay niños y niñas que hoy mueren lentamente de hambre, pensando que es la realidad que todos están viviendo.
Hay niños y niñas que hoy están sumidos en la droga, en la esclavitud, en el dolor.
Hay niños y niñas que hoy viven cómodamente, alucinados por la magia del consumismo, esperando curar la soledad y el abandono con regalos caros y sofisticados (Sus padres se sienten culpables, deben trabajar mucho para sostener el bienestar y la prosperidad. Ya no ven a sus hijos).
Entonces ¿Qué estamos haciendo?
La educación formal no está enseñando a vivir en un mundo en crisis. Siguiendo la metáfora de Leonardo Boff, en estado de larva y capullo (crisis), no estamos intencionando con convicción el nacimiento de la mariposa.
Por otro lado, la religión utiliza un lenguaje tan extemporáneo que resulta poco entendible y convincente. Hay un mensaje maravilloso en el evangelio que no está llegando.
Y la familia está sometida a la influencia y presión de una sociedad en constante competencia. Ya no hay tiempo para formar.
Entonces ¿qué hacemos?
Se cuenta la historia que un hombre pretendía mover una gran montaña, con una cuchara de acero, porque daba mucha sombra al pueblo y los niños crecían enfermos sin los rayos del sol.
Cuando iba de camino hacia la montaña, la gente le decía que estaba loco, que nunca podría lograrlo.
El hombre les decía: lo más probable es que nunca pueda hacerlo, pero alguien tiene que comenzar.
La utopía no es inalcanzable.
Alguien tiene que comenzar. EN ESO ESTAMOS. ¡¡¡ FUERZA ENTONCES !!!
En realidad Ana, mejorando de a ratos y de ratos más o menos…pero con Esperanza…y buen humor.- Gabriel
La esperanza que, por su realidad, merece tal nombre es aquella que germina y se nutre de la conciencia de carencia o deficiencia del bien necesitado y percibido como realmente posible.
Si se trata de la verdadera esperanza capaz de suscitar rechazo a la falsedad o desorden del que parten las desequilibradoras consecuencias vitales en tanto individuos. como sociedad o globalidad humana.
Esa toma de conciencia debe concretarse en la concepción verdadera de la realidad personal: igual en valor, dignidad, finalidad y necesidad.
Mientras no nos afecte entrañablemente la falsa concepción del ser humano y nuestra conciencia no sea capaz de considerar necesariamente rechazable esa falsedad, dejando de admitir como normal y bueno el falseamiento de esa realidad personal, la verdadera esperanza, de auténtico y necesario cambio, no surgirá por no recibir, como la reseca semilla, o el cuerpo en hibernación, la apropiada energía ambiental para preparar y realizar su eclosión vital retenida.
Y esta percepción y conciencia falseada de la igualdad universal de las personas, aún queda lejos de ser considerada por la conciencia indignada de quienes soportan necesidades , nás o menos extremas e insuperables, como objetivo prioritario a rechazar y cambiar.
El lloro quejoso de tanta gente por faltarle su teta, ¿no es como el de los niños que lloran hasta que la teta materna les sacia su apetito y, eso conseguido, se quedan dormidos o satisfechos, aunque much*s otr*s berreen o mueran de necesidad?
¿Nos está doliendo la inhumana competencia por escapar de la pobreza y situarnos en algún grado de riqueza, sin valorar la necesaria solidaridad para que nadie tenga que ser considerado y utilizado como escaño de nuestro particular ascenso?
Tienes razón, querido Gabriel, la fe y la esperanza como actitudes vitales no pueden existir independientes una de la otra. Se tiene esperanza en aquello en lo que crees, y si crees en una causa deber luchar por ella. La esperanza siempre es activa y ese dinamismo procede de la fe. Se retroalimentan una a la otra.
Esta idea enlaza perfectamente con la idea del post y con la de Bloch.
Un abrazo esperanzado en tu recuperación.
Acabo de leer este pequeño texto de Ernst Bloch, citado a su vez por Tamayo en su último libro Invitación a la utopía (Ed. Trotta), que dice así: “La razón no puede florecer sin esperanza; la esperanza no puede hablar sin razón”
Me alegra bastante coincidir con la intuición de Leonardo. Como muestra adjunto una nota que envié hace unos días a la prensa.
“Necesitamos una metamorfosis mental.
Que una benefactora ola de horror al coche privado nos transforme en humanos sin coche. Pasar de orugas chóferes a mariposas felices, bellas y no contaminantes. Milagro que la naturaleza hace todos los días como ayer mismo contemplé extasiado en el Mariposario de la Costa del Sol.
Se me han iluminado los coches a la luz del CO2.
Veo a cada occidental como un drogado en su coche sin poder prescindir de él. Emitiendo sin avergonzarse ese CO2 – tolerado por ahora- que nos va a hacer la vida casi imposible. Sin poder quitarse la adicción Nos gustan tanto los coches .
Las anunciantes nos han hipnotizado. Pensar que hace 100 años no había coches y ¡¡¡ vivían!!!
Para mayor desgracia el coche individual es la gran trampa occidental en la que están cayendo los países emergentes. China, India y Brasil atascados de coches y creciendo. Todos hipnotizados creen que el desarrollo empieza por tener un coche.
Nuestro primer deber de ricos, si fuéramos responsables, es disminuir drásticamente nuestros coches y así servir de buen ejemplo. Metamorfosis global.”
Un asunto universal, la Esperanza, que debe esta cimentada según mi buen leal y entender en la Fe (cada uno será libre de elegir su camino) y en aquello que podamos aportar al bien de todos los seres de la naturaleza.- Gabriel
En medio de tanta crisis de toda índole que nos lleva a la desesperanza y al dominio invasivo de las distopías que nos acosan por todos lados, no viene mal una luz de esperanza en la evolución de la especie, a pesar de las involuciones crueles y los altibajos de la historia humana.
Siempre me he caracterizado por una visión amplia de determinados momentos puntuales encuadrándolos en el marco de la macrohistoria, pero últimamente me estoy dejando llevar por el pesimismo de lo inmediato, y por eso agradezco a Boff que me devuelva a ampliar el horizonte de mi perspectiva, de creer en la utopía que nos lleve a luchar porque esta realidad cruda y dura cambie. El miedo paraliza, inmoviliza, acobarda, nos hace olvidar que el curso de la historia está en nuestras manos, que aunque “ni tú ni yo ni el otro, lo lleguemos a ver, pero habrá un día en que esto pueda ser”(Labordeta, más o menos).
Despues de todas estas volutas evolucionistas, lo único que queda cierto y bien cimentado es que todo ello es “presumible”.
Ese es el talón de Aquiles de las ciencias!