Hoy, excepto en Toledo que conserva la tradicional del Jueves “que brilla más que sol”, se celebra en la Iglesia Católica la fiesta del Corpus Christi. Quien quiera evocar cristianismo tradicional, Presencia Divina en la Hostia Consagrada, cuya adoración quiere recobrar el papa actual, que se emocione con este vídeo del Corpus 2012 en Toledo. Pero quien quiera un comentario más cercano a Jesús de nazaret, que lea este de nuestro joven Cartujo con licencia propia.
“Dadle vosotros de comer” (Mc 6,37)
Un año más, nos acercamos a la fiesta propuesta por la liturgia para este fin de semana, el Cuerpo y Sangre de Cristo. Sin lugar a dudas, alabado sea. Y alabada sea toda la alegría y la solemnidad, con la que comúnmente se suele festejar esta onomástica sacramental. Igualmente sin lugar a dudas, hay otros modos de celebrar esta fiesta, y de orientarla según las circunstancias en las que uno vive o se desenvuelve. Digamos que no solo es posible, sino deseable, dejar la fastuosidad de lado y centrar este misterio en la vida misma, dignamente vivida; quizás para dar ejemplo de humildad.
Bueno, ¿hablamos de eucaristía, de presencia real de Jesucristo?
Yo en los tiempos en los que vivimos, prefiero centrarme en esta ocasión, en lo que yo considero el autentico valor y significado, por el que reflexiono sobre lo sagrado del alimento eucarístico –sacramento de fraternidad-, el valor incuestionable de la comunión. Comunión de comer. No admito aquí la posibilidad de diferenciar lo cerca o lejos que una persona puede estar de otra, respecto a pensamientos magisteriales o dogmaticos, con la sentencia de en comunión o en incomunión. Eso lo dejamos para intrigas episcopales palaciegas.
Comunión de comer, que es lo que le importa a la gente de hoy, cansada de leyes, de ladrones financieros, de intrigas políticas y de mensajes que tranquilizan la conciencia pero no acallan los ladridos de las hambres. Porque, no solo hay hambre de pan. Hay hambre de Jesús testimoniado, hay hambre de dignidad reconocida, hay hambre de apoyo real, hay hambre de solidaridad efectiva, hay hambre de amor incondicional y sin condicionantes.
Hay necesidad de dar a conocer a las personas creyentes y que desean creer, el misterio eucarístico que se hace realidad en la cotidianeidad de la vida de cada uno. “El alimento que Cristo nos da es amor, es un mismo pan; como en la familia la mamá parte aunque sea pobre, el mismo pan para repartirlo a los niños, a los hijos y así se siente en torno de la mesa la unidad de la familia; el altar que es lugar de holocausto, es también mesa del hogar” (+Oscar Romero, 17-06-1979)
“Dadles vosotros de comer” (Mc 6,37). Como otras máximas de Jesucristo, en ella nos muestra su preocupación por la persona y los problemas de las personas. Pues sabemos, que no fue pan como elemento físico el que alimentaba a la multitud; sino el mensaje carismático y concluyente, de un hombre que amaba tanto a las personas, que tenia la facultad divina y la gracia de Dios suficiente como para transformar el corazón de la persona.
Eucaristía como ceremonia a la que acudimos y participamos, aunque sea de manera residual y mecánica; puede ser un lugar de comunión y sacramento de Cristo. Pero, reducir a estos ritos la facultad de hacer presente a Jesús entre la comunidad, considero que es una pobreza espiritual y una injusticia, pues cierra a las personas no ordenadas ministerialmente, al misterio de la gracia por el cual Jesús nos dejó dicho que: “donde dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20)
Lejos de mi intención, el que los laicos tengamos capacidad para consagrar, no es lo que deseamos ni esperamos. Pero si debe reconocerse, que los actos que en nombre de Jesús podemos realizar o la comunidad que podamos formar en determinadas ocasiones, son plegarias de invocación al Espíritu de Jesucristo, epíclesis a todos los efectos. “Numerosas epíclesis piden que el espíritu procure no sólo la consagración de los dones en cuerpo y sangre de Cristo, no sólo su santificación, sino los frutos en el fiel” (El espíritu santo. Y.Congar), para ser así mismo reconocido realmente, en la vida de los que en el creen o esperan.
No se nos escape la etapa de profunda crisis que vivimos. Económica, de valores, de fe. En cada caso, prima el desencanto de las personas con las instituciones políticas, judiciales y la propia iglesia; al no dedicarse a aquello que radica en sus códigos de buenas conductas y sus leyes. En el caso de nuestra iglesia, su constitución es el propio evangelio, denostado por tantos escándalos lastimosos e intrigas vaticanas por cuotas de poder.
A los laicos cristianos en mayor medida, nos corresponde ser esperanza para aquellos que la han perdido o están desanimados. Cada cristiano, además de colaborar con ONG dedicadas a mitigar el hambre y las necesidades personales, está llamado a ser presencia de Jesucristo y a invocar la asistencia de su Espíritu, por medio de la convivencia positiva y las buenas relaciones humanas. Es ponerte al lado del otro, y entregar lo mejor de ti mismo, respecto de ayuda física o moral, así como hacerlo en nombre de un ser que nos trasciende y anima a esta comunión de vida humana, que es Jesús de Nazaret.
Es ponernos al servicio del principio cristiano de comunión. “Literalmente podemos decir que comunión es algo que no hace violencia ni anula, que libera y acepta a los demás como son. La comunión es apertura e intercambio reciproco algo que fomenta el respeto de unos para con otros. La comunión vive del intercambio mutuo y el reconocimiento reciproco. […]En toda comunión real hay una mezcla de las relaciones objetivas y relaciones personales.” (El espíritu de la vida. J.Moltmann pag.237).
Hay un hambre escandalosa y que es causa de vergüenza en pleno siglo XXI, para los que vivimos en el primer mundo, el hambre de alimentos. Hay otras hambres. Antes las nombré. Hambres de Ser Personas, dignas, apreciadas y alimentadas. Pongámonos junto a quien nos necesita. Hablémosle al corazón. Démosle físicamente de comer si es necesario, para que sacie su estomago. Pero demos de comer de lo nuestro e interior. Del Jesús autentico, que nadie nos puede quitar. Un Jesús que nos abraza de tal manera que nos envuelve y quiere, y anima. Un Jesús que solo en los que comparten nuestra condición comprometida, podemos reconocer.
Por este Jesús, por este sentido de comunión y por los que nos damos de comer: ¡¡Alabado sea Jesús, sacramentado fragmentado, comido y repartido!!.
Abrazos. Laus Deo.
floren salvador diaz fernandez. estudiante de teología cristiana
Gracias a vosotros Mª Antonia, Santiago y demás amigos. Abrazos.
EL VERBO dar no solo puede ser usado en el imperativo de primera persona: “démonos”, sino que tambien se emplea en otro modo de conjugar como “demos”….pero para “dar de comer a los demás” necesitamos primero el esfuerzo y el empeño de lograrlo, porque tanto el alimento fisico y el espiritual son necesarios para mantener la vida…Por eso Jesus empezó diciendo que el era “el pan vivo bajado del cielo” (Jn 6-51) y el que come mi carne y bebe mi sangre, en MI permanece y yo en el” (Jn 6-57)..Y si EL permanece en nosotros, entonces haremos, sin duda, lo que el hace…amar a los demás con su mismo amor…Es este sacramento de la gracia el que nos acerca cada vez mas al verdadero amor del prójimo…Sería una locura y una falsedad creer que el “rito” es reduccionista y se cierra en una mera ceremonia cuando, por el contrario, su irradiación práctica es efectvamente enorme….
Por otro lado, si Cristo viviera hoy en día sería un ser humano, muy humano, pero tambien muy moderno y se aprovecharía de todos los medios a su alcance para proclamar su mensaje salvífico, a todo el mundo y a toda condición social, en nuestro favor….muchas gracias, Floren, por el artículo un abrazo de Santiago Hernández
¡Qué hermoso artículo, con el que concuerdo plenamente! ¡Gracias, Floren!
Estos son los artículos que hacen falta. Estamos jartos del exceso de ritualismo de la Iglesia. Esa fastuosidad no es otra cosa que dar culto no a Dios, ni a Jesús, ni a la Virgen sino a las personas que las organizan. Esa ostentación que se muestra, se parece a la ostentación que muestran los mafiosos con sus carros último modelo, sus vestimentas extrafalarias, sus vedetes acompañantes, sus relojes, pulseras, cadenas… mansiones…Todo para inflar su Ego. Lo mismo, con estas procesiones no se infla sino el Ego de una Iglesia Jerárquica, y nos hace creer que estamos exaltando a Dios, es a ellos a los que se rinde el culto, ¿ será que toda esa bullanguería lo lleva uno a la meditación, a una concentracion y al silencio inteior para comunicarse con el Dios de la vida, o sólo a hacer comentarios fútiles ? ¿Participaría Jesús en un Corpus como el Toledo? Jesús no necesita tanta parafernalia, sino que nos amemos unos a los otros como Él nos ha amado.
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El compartir la vida de Dios, el cuerpo y Sangre de Cristo, no es un rito, es una forma de sentir y vivir… Él responderá: Os aseguro que lo que no hicisteis a uno de estos más pequeños no me lo hicisteis a mí. (Mt 25,45) Con cariño Gabriel