Cristo adoptó una actitud de rebeldía frente al sistema y el orden establecido.
Artículo publicado en El País, 5 ABR 2012
Tras acusar a Dios de ser “nuestra más larga mentira”, calificar a los evangelios de “testimonio de la ya incontenible corrupción existente dentro de la primera comunidad”, definir a Pablo de Tarso como de “disangelista” y dirigir la “maldición sobre el cristianismo en El Anticristo, Nietzsche hace el siguiente retrato idílico de Jesús de Nazaret: “Él no opone resistencia, ni con palabras ni en el corazón, a quien es malvado con él… No se encoleriza con nadie, ni menosprecia a nadie. No se deja ver en los tribunales, ni se deja citar ante ellos (‘no jurar’)… Lo que él legó a la humanidad es la práctica: su comportamiento ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores, ante toda especia de calumnia y burla, su comportamiento en la cruz Él ora, sufre, ama con quienes, en quienes le hacen mal. No defenderse, no encolerizarse, no hacer responsable a nadie”.
De ser cierta la versión de Nietzsche, Jesús habría huido del conflicto como de la quema y se habría instalado en una religión conformista, sin que nada ni nadie le turbara. Pero nada más lejos de la realidad. Jesús fue un Indignado que adoptó una actitud de rebeldía frente al sistema y se comportó como un insumiso frente al orden establecido. El conflicto, nacido de la indignación, define su modo de ser, caracteriza su forma de vivir y constituye el criterio ético de su práctica liberadora. La insumisión y la resistencia fueron las opciones fundamentales durante los años de su actividad pública, tanto en el terreno religioso como en el político, ambos inseparables en una teocracia y la clave hermenéutica que explica su trágico final.
Indignado con la religión oficial. Se indigna con la religión oficial y sus intérpretes, que anteponen el cumplimiento de la ley al derecho a la vida e incitan a la venganza en vez de llamar al perdón. Cuando está en juego la vida y la libertad de las personas infringe a conciencia las leyes judías del ayuno, del sábado, de la pureza, etc. y justifica que sus discípulos las incumplan. Come con pecadores y publicanos y osa afirmar que las prostitutas preceden a los escribas y fariseos en el reino de Dios. El centro de la religión está en la práctica de las bienaventuranzas, carta magna de la nueva religión.
Indignado con los poderes religiosos. Las autoridades religiosas vivían una escisión entre la realidad y la apariencia. Su actitud no podía ser más hipócrita: decían y no hacían, absolutizaban la Torá e imponían al pueblo cargas legales que ellos mismos no cumplían. Jesús les echa en cara la falsedad de su magisterio y su falta de coherencia. No les reconoce autoridad, ni sigue sus enseñanzas.
El conflicto, nacido de la indignación, define su modo de ser, caracteriza su forma de vivir.
Indignado con los poderes económicos. La acumulación de bienes es quizá la causa más importante de la indignación de Jesús, convencido como estaba de la incompatibilidad entre servir a Dios y al dinero y de que toda riqueza es injusta y se convierte en un medio de dominación y de opresión que genera pobreza en derredor. Cuestiona las raíces materiales y religiosas –generalmente unidas- de la exclusión y lucha por erradicarlas. Se pone del lado de los grupos marginados social y religiosamente: publicanos, pecadores, prostitutas, enfermos, posesos, paganos, samaritanos y gente de mal vivir.
Indignado con el poder político. La indignación de Jesús sube de tono cuando se enfrenta con los poderosos, a quienes acusa de opresores, y con la tiranía que imponía Roma a su pueblo. Precisamente la condena a muerte de Jesús, y muerte de cruz, dictada y ejecutada por la autoridad romana, fue la consecuencia lógica de la indignación contra con el poder político, a quien niega legitimidad, y contra el Imperio, a quien considera invasor. No se trató, por tanto, de un error, como creía Bultmann. ¡Se lo tenía merecido!
Indignado con la religión y la sociedad patriarcales, Jesús denuncia las múltiples marginaciones a las que eran sometidas las mujeres por mor de la religión y de la política, se opone a las leyes que las discriminaban (lapidación adulterio, libelo de repudio) y las incorpora a su movimiento en igualdad de condiciones que a los varones y con el mismo protagonismo. Es en el movimiento de Jesús donde ellas recuperan la dignidad que les negaba la religión oficial y la ciudadanía que les negaba el Imperio.
Indignado con el Dios autoritario. Es sin duda la indignación más dolorosa, la que más desgarro interior le provoca y la que pone a prueba su fe y su esperanza. El conflicto con Dios se muestra en toda su radicalidad en los momentos finales de su vida, cuando el agua le llega al cuello. Jesús pide cuentas a Dios por no estar de su lado en el proceso, la condena y la ejecución, como antes su correligionario Job, le expresa su más profunda decepción y lanza un grito de protesta: ”¿Por qué me has abandonado?”. La indignación de Jesús de Nazaret con los poderes económicos, religiosos, políticos y patriarcales constituye un desafío para los cristianos y cristianas de hoy y una llamada a incorporarse al movimiento de los Indignados. Y no para sacralizarlo, ¡en absoluto!, sino para sumar fuerzas y aportar nuevas razones a la lucha por “Otro mundo posible”.
Juan José Tamayo es teólogo y autor de Otra teología es posible (Herder, 2012. 2ª ed.).
Edelmiro, has preguntado y por eso te he respondido. Y añado: olvida eso de la Trinidad, que no es más que un invento de los dirigentes eclesiales para divinizar a Jesús, siguiendo el modelo de divinizar personas, como hacían los divinos emperadores romanos -fue el emperador romano quien, a medio de su delegado Poncio Pilato, asesinó a Jesús. Y como se divinizaban los farones egipcios, y el emperador japonés, y otros jefes de naciones en otras culturas.
La doctrina del dogma de la Trinidad es una chapuza, racionalmente hablando, inventaada para hacer encajar los intereses de los dirigentes de la religión católica/cristiana. El credo católico surge como dogma en los concilios cristológicos, convocados y dirigidos por interes del divino emperador romano.
Todo es mucho m ás sencillo: Jesús nunca fue Dios, fue lo que tenía que ser: todo un hombre. Pero admitirlo así va contra los intereses paganos, tan mundanos, de la ICR.
Edelmiro Rodríguez,
“Padre ¿por qué me has abandonado?” dice Jesús –si hemos de creer al evangelista- instantes antes de morir.
Jesús –que es evidente que no era Dios- se da cuenta de que él se ha equivocado al creer que Dios intervendría para echar a los invasores romanos de Israel y para ayudar a la personas a traer el reino de Dios (del amor) a nuestra sociedad, a nuestra vida.
Se da cuenta Jesús, porque ve que Dios no interviene, como Jesús creía que intervendría, en la causa de Jesús que era traer el reino del amor (el reino de Dios) a la sociedad humana. Por eso Jesús se siente lógicamente abandonado por el Padre en la lucha de Jesús y sus seguidores de hacer el reino del amor en la Tierra.
Pero Jesús sigue confiando en Dios a pesar de constatar que Dios no interviene en nuestras vidas. Por eso concluye Jesús: “en tus manos encomiendo mi espíritu” Y muere, confiando en Dios.
La lección es evidente. Es directamente contraria a la doctrina del magisterio católico, que se empeña en que Dios sí interviene en nuestras vidas, saltándose cuando le da la gana las leyes del universo. Pero es lo que hay: Jesús reconoce que Dios le abandonó en la tarea de traer el reino del amor: porque esto es cosa nuestra, no de Dios
Ya somos mayorcitos, como para seguir intentando a Dios a hacer lo que nosotros no tenemos cojones de hacer.
Pero la ICR se empeña en mantenernos infantilizados, menores de edad, ovejas de sus pastores, súbditos de los jerarcas católicos, inundados de pensamiento mágico según el cual Dios interviene en nuestras vidas y el papa y los jerarcas nos dicen cuándo y cómo interviene Dios y cuál es su voluntad y su Ley –que no es sino la voluntad y Ley de esos jerarcas)
En mi siempre modesta opinión, claro está.
“De ser cierta la versión de Nietzsche, Jesús habría huido del conflicto como de la quema y se habría instalado en una religión conformista, sin que nada ni nadie le turbara”.
Esa es la ICR de los jerarcas, hoy y desde hace ya demasiados siglos: una religión conformista, que se mueve como pez en el agua codo con codo con el sistema establecido. Traición. Empezó Pablo de Tarso, con Romanos 13, 1-2. Luego el divino emperador romano se dio cuenta del poder fanático que suponía el cristianismo paulino monoteísta, y la hizo su religión oficial de su Imperio Romano. Y hoy sigue, en la práctica, de religión oficial del Imperio.
Jesús, dice Tamayo “… No les reconoce autoridad (a las autoridades religiosas), ni sigue sus enseñanzas.” ¿Por qué reconocer autoridad hoy a los jerarcas católicos, instalados en una religión conformista, de ultraderecha, del PP/ICR en España? Creo que por miedo a quedar fuera de la ICR, donde según el catecismo de esos jerarcas no hay salvación.
Así que a Tamayo, famoso, lo han excluido de la comunidad (de la ICR) esos jerarcas.
No han excluido de la comunidad a Torres Queiruga, ni a Hans Küng, ni a Castillo, ni a Sobrino, ni a González Faus, que los cinco son curas, también famosos: pero sí a Tamayo, que no lo es, y (si yo no entiendo mal a Tamayo) no les reconoce autoridad a esos jerarcas con su papa católico a la cabeza.
DONDE DICE NO VA ESCUCHAR DEBE DECIR LO VA A ESCUCHAR, (QUE PUNTERIA PA EQUIVOCARME DE LETRA).- Gabriel
Antes que nada mi solidario abrazo a Juanjo…lo mandaron con sus búsquedas a las bibliotecas donde el pueblo no va a escuchar…Como al la comunidad de los Helenistas, es doloroso…si no que le pregunten a San Esteban…, pero eso permitió que el nombre de Jesús proscrito, fuera pronunciado por toda lengua…y sentido en cada corazón, de aquí la insistencia de la T de L de asociar a la comunidad, el anuncio en el testimonio, que antes que teología, es praxis, caliente, sangrante y palpitante…y es también búsqueda…desinstalación y hacer preguntas incomodas…
En el gran planteo de Juanjo, debo compartir, yo diría más, toda indignación contra la injusticia en todo tiempo y lugar, lo tiene como fuente…Pero un matiz, todas esas indignaciones que Juanjo dice y otras más, se reúnen en la gran liberación de todo lo que hace al hombre esclavo, lo oprime y deforma lo deshumaniza que es una forma de decir que deforma la imagen de Dios, que todo hombre es…La liberación es contra la oscuridad, que engendra esa opresión…y contra sus ídolos…la riqueza, el poder, el honor, el placer a toda costa, la falta de solidaridad y el egoísmo…
En cuanto al Dios autoritario, no existe tal cosa, es una construcción humana, que manipula a Dios, para esclavizar al hombre, es una gigantesca farsa, que atenta contra la fuente misma de la vida…Y contra eso El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, se indignan…
La otra cuestión es que Eloim Eloim Lama Sabactani, es parte del Salmo 22 y para entender que sentía-decía Jesús, conviene leer todo el salmo…sobre todo su final…Un abrazo Juanjo, a vos y a todos los buscadores que entre asertos y yerros, buscan y los desinstalan y nos obligan a caminar y a buscar a todos… Con cariño Gabriel
Comentario al último párrafo. Me pregunto y pregunto si Dios es uno, entonces Jesús está en el Padre y el Padre en Él y con ellos el Espíritu Santo.No entiendo cómo es que Jesús se indigna con el Padre. En la economía de la trinadad son una misma cosa, un solo Dios y tres divinas personas. Dios Padre no puede haber abandonado al Dios Hijo. Tiene que haber otra explicación a esa expresión de Jesús.
Hoy me congratulo por las intervenciones que he leído y añado unas citas de Pierre Teilhar de Chardín, tomadas de “Escritos del tiempo de guerra” Taurus 1966
“Jesús de Nazaret debe ser comprendido como el mundo natural, el organismo vivo en el que todos nos hallamos” Página 67
“Entre el Cristo de la Iglesia y el ideal humano hay algo que no funciona bien, que no pega. ¿Cómo puede ser esto, si Jesús de Nazaret no es otra cosa que la síntesis del Universo creado y su Creador?” Página 299
“El Mundo y Cristo no se oponen sino que son una misma realidad: una comunión con Dios a través del mundo. Adoramos en nosotros Algo que es nosotros: Dios con nosotros . Página 272
Hola Héctor!
De nuevo. Pero esta vez para recordar.
En este día de la Cena de Jesús con sus seguidores y seguidoras,
-donde no hubo nada de “con-Sagraciones” sino de “Ben-diciones”-,
quiero recordo-agradecer a alguien,
y en ella a quienes me ayudaron a seguir yendo:
¿Te acordás de Lali? ¿Qué estará haciendo ahora, que hace tanto que no nos visita?
Creo que vos tenías afinidad con su pensamiento y expresión ¿no?
Aliento a los amigos atrienses a recordo-agradecer a aquellos
que aun sin saberlo nos hubieron acompañado en el ¡Seguir yendo! – Oscar.
Gracias, Ana. Yo, me alegro enormemente haber encontrado este espacio de atrio, lo encontré buscando o siguiendo todo el proceso de Joxé Arregui.
Creo que en mayor o menor medida todos nos hemos podido sentir excluidos de la Iglesia cuando dejamos de ser sumisos, cuando se nos caen las escamas de los ojos y comenzamos a “ver”. Y ése ver se podría traducir a mirar con los ojos de Jesús. Os cuento una pequeña anécdota que cuando la recuerdo me da hasta risa. Durante algunos años iba todos los domingos a un asilo de ancianos voluntaria. Un dia una anciana se acercaba a comulgar y una monja se lo impidió. Yo, me encaré hacia la religiosa y le pregunté el por qué de su acción. Me respondió .”pues porque no quiere perdonar a su cuñada ni muerta”
Estábamos en cuaresma y las monjitas se pusieron a cantar el canto de “Perdona a tu pueblo…no estés eternamente enojado” Me fuí hacia ellas y les dije: “Pero que se piensan que Dios, es Pilar, la anciana que no la dejan comulgar porque no perdona? Pues si lo piensan lo excomulgan.
¡Cuanto sufrimiento el de tantas peronas buenas, por tener una imagen tan distorsionada de Dios…¡ Y cuanto necesitamos de Tamayo, Pagola, Torres Queiruga y sobre todo los necesitamos libres para buscar la verdad, que para ello nos libertó Cristo.
Es increíble la capacidad de J J Tamayo para regenerarse en artículos cada vez mejores. No es la primera vez que se sirve de una cita del camaleónico Nietzsche para, a partir de ella, sugerir interpretaciones actuales de aspectos nucleares del cristianismo original. Nietzsche reflejó una relación ambivalente respecto a Jesús y el cristianismo. Tan pronto le llama imbécil y lo ve como significativo representante de los valores contrarios a la vida, como manifiesta un gran respeto por quien da lugar al origen del cristianismo, antes de que se corrompa. En ese texto parece admirar en Jesús los valores que en otros párrafos destesta por encarnar valores del rebaño.
Más acorde con los textos evangélicos parece la interpretación de JJ Tamayo. Nos lo presentan empezando su vida activa encolerizándose en el templo, convertido en lugar de trapicheo. No se calló ante la autoridad que le preguntó
por la verdad. Conmueve la difícil relación con el Padre al saberse a punto de ser ejecutado, injustamente. Frente a quienes nos lo han querido presentar sumiso, apelando a textos de Isaías, como va la oveja al matadero, Jesús fue muy asertivo, sin recurrir a la violencia.
Juan José muestra varios de los posicionamientos de Jesús contra o ante las distintas instancias del poder. La praxis de Jesús prefigura la defensa de lo que hoy llamaríamos derechos humanos, ideologías de izquierda (¿acaso fue en algo conservador?). Estimula pensar que, a pesar de lo poco que conocemos de Jesús, sigue siendo referente para toda persona interesada en promover una sociedad más humanizada.
Por contraste, qué lejos del referente Jesús queda el aparato eclesiástico, más preocupado por el Catecismo que por el evangelio, más preocupado del devocionismo de las procesiones ( este año con un 10% más de militares en ellas, lo que da al traste con un estado aconfesional que quisiéramos realmente laico) que de formar personas de fe madura.
“Jesús de Nazaret, indignado. Por eso lo mataron” reza el título del artículo de Juan José Tamayo Acosta. Lo acabo de leer. Una primera lectura no de censor ni de experto teólogo -ni lo uno soy ni lo otro-, vierte la siguiente impresión: la figuración que brevemente hace Tamayo del personaje Jesús de Nazaret es de tipo ascendente: iría en todo caso del hombre a Dios, de la humanización primera en todo caso a la divinización ulterior.
Sin embargo, hoy es Jueves Santo y la Iglesia universal celebra lo que celebra. Tamayo hace hincapié en su artículo en la dimensión empática de Jesús hacia los que fueron sus predilectos: los pobres, los hambrientos, los marginados, los excluidos de la sociedad, los que sufrían persecución por los poderes constituidos. Pero como hoy es Jueves Santo y la Iglesia universal celebra lo que celebra las palabras del artículo de Juan José Tamayo conducen mi mente a pensar en las palabras, gestos, modus vivendis, residencias, vestimentas, hábitos y protocolos de los que afirman ser herederos de los Apóstoles.
Sé que es ya un lugar común lo que voy a afirmar, que es algo ya muy manido pero… A ver: no se trata de juzgar al prójimo, creo, sino de ver -¿ver, juzgar, actuar?-: Jesús vestía, comía, calzaba, comía, trataba a las gentes y era tratado por las gentes con sencillez y, empero, muchos que aseguran ser sus portavoces en la Tierra (en la sociedad y en la Iglesia) viven en palacios rodeados de comodidades, poder, servidumbre… Esto es lo que se ve; no pretendo juzgar, de modo que, en todo caso, ¿tal vez haya que concluir afirmando algo así como “dichosos los que saben ver más allá de la apariencia de palacios, parafernalias, pompas y honores el rostro pobre, humilde, servicial y liberador de Jesús de Nazaret”?
Me temo que muchísima gente, pero lo que se dice muchísima gente, cree percatarse, de forma muy similar a la mía, de todo ese conjunto de incoherencias y contradicciones al menos aparentes que se han enquistado, con el correr de los siglos, en el seno de la Iglesia católica. ¿O es que estoy -estamos- completamente equivocados los que creemos ver todas esas contradicciones?
Creo que si se preguntara a alumnos de la ESO, pongamos -yo, que he sido docente hasta hace poco, hasta la irrupción en mi vida, como en la de tantos jóvenes españoles, de la crisis en general y, en particular en mi vida, de la miserable hipocresía eclesiástica-, qué imagen tienen de los obispos, invariablemente contestarán -repito, los resultados de mis encuestas escolares han sido exactamente los que diré y se imaginan, no dejan lugar a la duda-, que los imaginan como personas “lejanas, autoritarias, serias, revestidas de una extraña aureola de poder”… Hagan la prueba los que son educadores de adolescentes…
Repito por segunda o tercera vez: no creo abrigar intención alguna de criticar a nuestros pastores gratuitamente, por todo el morro o por mi cara bonita, pero desde luego sí que algo no cuadra en los esquemas clericales y verticalistas de la Iglesia católica. Me parece. Y sobre todo no me cuadran con la idea de Jesús de Nazaret que desarrolla Tamayo en su artículo. Lo cual no es porque Tamayo la desarrolle en ese artículo, ¡es que es la que nos transmiten los Evangelios! ¡Es la imagen canónica de Jesús de Nazaret la que tampoco casa con unas formas de ejercer el poder en la Iglesia que no buscan el servicio, la fraternidad, la igualdad, la liberación, sino más bien lo antes dicho, la perpetuación de estructuras de poder.
Nuestros adolescentes, acaso por desgracia saben muy pocas cosas librescas, académicas -aunque son unos linces para las nuevas tecnologías, como si nacieran ya sabiendo-, de manera que de entrada ni saben lo que es un jerarca católico; pero si uno les insiste y no te acaban jodiendo la clase entre risas y fiestas, sí se percatan al final de lo que es. Y créanme: es impepinable que te van a decir lo que yo les aseguro que dicen. No falla. Hasta hace algunos cursos lo estuve haciendo, esas encuestas, curso tras curso.
Estas cosas nuestros pastores deberían, creo, planteárselas y replanteárselas. Igual lo hacen. Pero yo, la verdad, veo a una madre, pongamos de 85 años, madre de 10 o 12 hijos, con muy poca cultura libresca, mujer de esas de antes -vírgenes hasta el matrimonio, amas de casa sacrificadas, esposas de un solo esposo, etcétera-, que ha barrido los pisos y fregado los cacharros y planchado la ropa y ordeñado las cabras y plantado el ceral cientos, miles de veces sin nunca decir esas rimbombancias de “Yo he venido a este mundo a servir, no a que me sirvan”, y al tiempo veo a un jerarca católico que suele tratarte mirándote por encima del hombro y que te trata paternalistamente y que te exige sumisión si acrítica mejor y hasta que lo reverencies… Pues eso, qué quieren que les asegure: me parece descubrir más al Jesús de Nazaret de que nos habla Tamayo en su artículo en el ejemplo de vida de la viejita de 85 años que en el testimonio de vida del pastor católico. Tan claro y alto lo digo como cierto puede ser que me equivoque en lo que digo o que lo que digo pueda molestar a algunas personas.
De verdad. Dichoso Jueves Santo a todos desde el Monasterio de la Trinidad, comunidad benedictina, en Santa Brígida, Gran Canaria.
Hola Héctor!
Gracias por obligarme a concretizar y digo:
¿Estamos en condiciones de liberarnos de la teología de Juan Luis Segundo,
que pareciera afirmar:
-“El Dios de Jesús es el Padre que sostiene el universo entero, más interior a nosotros que nosotros mismos, que sostiene a los pajaritos y a los lirios del campo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”-? …
… porque un simple vistazo al mundo (o si te gustara: al episcopado español)
no se nota mucho ese “sostén” paternal ni maternal a sus “criaturas” indignadas.
“¡Algo nos huele mal en la teología de Dinamarca ¿no?!”
¿Qué te parece?
·················
A mí me parece que la teología:
1º) está suponiendo un Dios que no existe
2º) y si existiera no lo busca donde está
3º) y si supiera “dónde está” no sabría quién lo puso ahí
4º) y si llegara a darse cuenta quién lo puso en ese “ahí”
le quedaría por decir “por qué” y “para qué” lo puso y lo tiene todavía “ahí”.
La cosa no es tan complicada,
pues se parece a la pregunta sobre cualquier ser viviente
u órgano vital en su en-red-ada cadena vital de evolución
( hormigas, bacterias, pulmones, estómago, lengua, branquias, cerebro, etc. etc., etc.)
Por esos “pareceres” ¡Voy todavía! – Oscar.
Me uno a la indignación de Juanjo, me uno a la indignación de Ana Rodrigo, indignada justamente por la relegación de la mujer. Tu indignación por lo de la letra cadáver, que está muerta y ya no dice nada, es genial.
Me uno también a la indignación de Oscar porque la lucha por la libertad tenía que liberarse de la teología, como hizo ya hace mucho tiempo Juan Luis Segundo: Jesús se indignó contra las falsas teologías que creaban Dioses capaces de abandonar a sus hijos más queridos. “Eloi, eoli” , hacía referencia al Dios que no era.
Abrazos a todos Héctor
Gracias, Juanjo: Nunca había visto tan claramente la indignación de Jesús contra el Dios autoritario, que es el Dios que las falsas teología nos habían relegado. Jesús se dirige a él en la Cruz para enseñarnos a ver que ese Dios no sirve, ese Dios no existe, es un Dios que castiga, que se esconde, que te abandona, que te olvida. El Dios de Jesús es el Padre que sostiene el universo entero, más interior a nosotros que nosotros mismos, que sostiene a los pajaritos y a los lirios del campo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Hola Juanjo!
OK, OK!
¿Piensas que ya se ha ido formando Masa suficiente de indignados?
¿Puedes pensar que la “Teología de la Liberación”
es una forma de indignación contra la Teología “europea”?
¿Puedes pensar que no sólo contra la europea “vaticana”
sino también contra la europea del “nuevo paradigma”?
¿Puedes pensar que hay una indignación contra la “Teología” misma?
En fin: lo que ya te comenté una vez que le había preguntado a L. Boff:
¿Está en condiciones la “teología de la liberación”
de liberarse de la teología?
Y si es así: ¿cómo hay que hacerlo?
De todas maneras ¡Voy todavía! – Oscar.
Quienes tenemos como referente vital, humano y religioso, a Jesús el Galileo, debemos, asimismo, tener como referente vital su praxis, porque la tentación de divinizarlo, nos ayuda poco a nuestra realización personal.
En este artículo Tamayo resalta un aspecto que sintoniza con el movimiento universal actual de indignación ante tantas injusticias.
Indignado con las autoridades religiosas, tan sacralizadas entonces como lo son ahora. Su enrocamiento en el cumplimiento de las tildes, los puntos y las comas de la ley religiosa, asfixiaba el objetivo para lo que la religión debe servir, como es ayudar a la vida y a la realización de la persona en cosas fundamentales, ir al espíritu de la letra, y dejar a la letra en su sitio, como cualquier cadáver que si no transmite vida, es porque no la tiene. Jesús fue heterodoxo, ahora los obispos le tacharían de hereje, le enviarían notificaciones, apercibimientos, condenas, y no sé, ¡no sé! si lo crucificarían físicamente, al igual que crucifican sicológicamente a los indignados teólogos produciéndoles injustamente mucho sufrimiento.
Asimismo, Jesús fue una persona atípica: se enemistó con los poderes políticos y económicos, mientras se relacionaba con la gente del pueblo más desfavorecida, es decir, no iba de visita al barrio de turno a ver cómo vivían, sino que vivía con ellos, como ellos y compartía sus alegrías y sus penas, “sanando” del sufrimiento a aquella persona que lo deseaba y se lo pedía.
Trata a las mujeres en igualdad, dejándolas formar parte del discipulado que estaba con él. Esta conducta, que no valoramos suficientemente, irritaba mucho a las autoridades en una sociedad machista, patriarcal y excluyente. Imagino un “cabreo” soterrado a los varones que lo vigilaban y lo acompañaban, y que les llevaba a aceptar los hechos consumados. Si bien, muy pronto sus sucesores lo olvidaron, olvidaron el protagonismo de la mujer en el acto más significativo de la fe, como fue la Resurrección; hoy la mujer en la Iglesia es persona de segunda categoría, no se la acepta como igual al hombre, por mucho que nos restreguen por la cara continuamente a la virgen María como modelo a imitar, no se la escucha, no se la tiene en cuenta sino es para limpiar los templos o apagar las velas de la parroquia. En el Vaticano no hay mujeres, las que viven allí son sirvientas de los varones, les lavan la ropa, les hacen comida, les limpian las estancias…, ese es el papel que le adjudican a las mujeres allí donde se decide el rumbo de la Iglesia. ¿Cómo no vamos a indignarnos las mujeres?