Helder Camara y Jerónimo Podestá, dos obispos que participaron en todas las sesiones del Concilio Vaticano II y que fueron promotores de la Iglesia de los pobres, sufriendo ambos por las dictadures cuyos crímenes denunciaron, van a ser recordados especialmente en el homenaje que el municipio de Quilmes rinde al Concilio Vaticano II en su 50º Aniversario, dentro del contexto de la 38ª Feria Internacional del libro de Buenos Aires.
Helder Camara (Fortaleza 1909-Recife 1999) y Jerónimo Podestá (Ramos Mejía 1920-Buenos Aires 200) fueron muy buenos amigos, vivieron estrechamente unidos toda su vida, a pesar de sus diferentes itinerarios, y nos dejaron casi al mismo tiempo al acabarse el siglo pasado. Clelia Lulo, la viuda de Jerónimo que sigue siendo el alma de muchas iniciativas renovadoras, va a presentar mañana el libro que ha escrito sobre Helder y que se titula HELDER CAMARA. EL MÁRTIR QUE NO MATARON. Este libro, junto con los otros que ella ha escrito presentando el espíritu y los escritos de su obispo y marido, se exhibirán en diversos stands y pabellones de la Feria.
Al reproducir las invitaciones recibidas para estos eventos queremos asegurar a Clelia que ella y el recuerdo de Jerónimo y de Helder van a estar especialmente presentes en Atrio durante estos días. Sintámonos todos invitados a hacer memoria de estas dos grandes figuras de la Iglesia postconciliar.
Gente como Clelia, como Oscar…y muchos más, se han escrito mucho por suerte en los últimos tiempos, hay congresos de teología pendiente que retoman el Vaticano II…pero no desde un abordaje sólo técnico, la teología de verdad, debe partir de la carne y la sangre…Sin los rostros, las luchas, los sufrimientos, los logros de quienes fueron capaces de generar una primavera eclesial en el postconcilio y resistir a la embestida conservadora, que intenta o borrarlo, o manipular sus contenidos…no entenderíamos una cosa que hoy es sustancial, como el Espíritu Santo, va renovando la Iglesia, desde lugares que nos resultan a veces sorprendentes e inesperados…pero que ha mantenido viva la llama del Concilio…Por esos rostro, con los de Jerónimo y Helder, o la gente que hoy…ha levantado sus sueños y sigue trabajando por ellos.- Gabriel
Jesús tampoco llegó a cardenal y, sin embargo, murió por todos nosotros. Tampoco creo que Dom Helder sufriera por este motivo. Lo que sobra en la Iglesia son los cardenales y todo el que tenga algún poder.
Dentro del pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo está la Iglesia con Helder Cámara de papa y con Podestá de secretario de Estado.
Hola!
En este Acto que se realiza en la Feria del Libro de Bs. As. hay una rara conjunción estimulante:
1ª) que lo realiza la Municipalidad de Quilmes –Pcia. de Bs. As.
2ª) que tiene un eje central en torno a 2 Obispos Conciliares
(La “Capa” de uno de ellos –Mons. Jerónimo Podestá- centra el Stand desde la vitrina que la exibe)
Lo “raro” y “significativo” consiste en que es una Entidad Civil
quien ha tomado sobre sí este emprendimiento.
Cualquier teólogo podrá percibir fácilmente como un “signo de los tiempos”,
esta tendencia hacia un reconocimiento de la “carne” humana, e. d., de la con-vivencia social.
Porque del Vaticano II se trata.
La rareza de esta conjunción no para allí,
sino que históricamente, fue en ese Municipio de Quilmes
que se plantó la insipiente semilla de lo que luego fue,
el “Movimiento de Curas del Tercer Mundo”
Y lo más raro, todavía, es que a mí me ha tocado ir siendo testigo de todo ello.
Tal vez sea ese un destino oculto que envuelve mi vida ¿no?
Es en fidelidad a ese destino que cumplo la feliz tarea
de desaparecer detrás de esos Hechos.
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Libro: EL MÁRTIR QUE NO MATARON – de Clelia Luro.
Solapa de Tapa:
“Soy Clelia, apenas Clelia, que recibió inmerecidamente el milagro del encuentro misteriosamente profundo con este ser de luz que se llama Helder Cámara.
Mi corazón goza y sufre cuando revivo tantos momentos vividos junto a él.
¿Cuál no sería el sufrimiento e indignación de muchos si conocieran lo que la Iglesia Institución le hizo vivir en sus últimos años?
Yo, mujer, y esposa del obispo católico Jerónimo Podestá, compañero de causas y amigo del obispo rojo, me he propuesto contar la historia silenciosa de sus últimos años, como él me enseñó: con amor en el corazón, pero eso sí detestando siempre la injusticia y la iniquidad.
Un día Helder me dijo:
-“Clelia, si hubiera diez personas en el mundo que no tuvieran rencor en el corazón, el mundo se salvaría”.
– ¿Diez personas? -Me parecían tan pocas.
– “Sí, no es fácil” -respondió.
Y tenía razón.
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Solapa de Contra-Tapa:
Dom Helder, el obispo rojo, es demasiado conocido. Pero, no lo es en el crepúsculo de su vida.
En sus últimos años vivió cercado en Recife, con una persona a su lado que le controlaba estrictamente.
Él no quería irse de Recite, quería morir junto a su gente, pero se le dijo que no debía hablar, sino Roma lo sacaría de allí… a sus 90 años.
Y callaba. Y lloraba fácilmente. Pero su amor a la Iglesia le hizo llevar oculto este su dolor interior.
La última vez que Clelia estuvo con él en Recife le dijo:
– “Clelia yo le pido al Pai que no entre tristeza en mi corazón, que sepa vivir y morir con alegría”.
El drama de esos últimos años sobre todo, es el que se desgrana en este libro.
Dom Helder fue uno de los obispos que mayor influjo ejercieron en la Iglesia brasileña, latinoamericana y universal.
Fue el hombre más consultado y más escuchado en los tres últimos pontificados, pero no fue, a pesar de merecerlo como nadie, nombrado cardenal”
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