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Mujer

Hoy, jueves 8 de marzo, celebramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Ya estoy viendo a una amiga mía –joven y eficiente profesional, y además con la casa, los hijos y hasta el marido a cuestas, trajinando de la mañana a la noche 365 días al año, y uno más en este bisiesto– levantar las cejas y arrugar la frente con cierto desdén nada más leer la frase de entrada. Como si me dijera: “¿También tú eres de los que piensan que nos honráis concediéndonos galantemente un día de la mujer al año? ¡Hartas nos tenéis con vuestros días de la mujer y vuestro entero calendario!”.

Tienes razón. Yo también estoy harto. A mí tampoco me gusta que aún sigamos celebrando un día internacional de la mujer, igual que cuando fue instituido en 1910 por la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas. Pero han pasado 100 años, y aún sigue en pie buena parte de las razones por las que fue instituido. ¡Cuántos días de la mujer y del hombre nos harán falta todavía para vivir en igualdad y dignidad!

Quiero honrar la memoria de todas las mujeres y hombres que, desde hace 100 años y muchos milenios, han luchado para liberar a la mujer de la sumisión y al hombre del dominio. Quiero honrar especialmente la memoria de las mujeres cristianas que se han empeñado –con poco éxito– en reivindicar la libertad y la dignidad que el profeta de Nazaret les reconoció. Hasta ahora han fracasado. También Jesús fracasó. Pero de ese fracaso no han sido responsables ni Jesús ni las mujeres, sino las autoridades de la Iglesia. Han fabricado montañas de argumentos y de falsas razones. Han hecho del sistema eclesiástico la institución más patriarcal y machista de todo el Occidente. Y a la marcha que vamos, pues vamos para atrás, tendremos que instituir el Día Internacional de la Mujer en la Iglesia.

Pero al principio no fue así, aunque no tardó mucho en empezar a serlo, o en volver a lo que era desde hacía milenios. Al principio fue el espíritu, la enseñanza, la praxis de Jesús. En un mundo en que el mundo femenino era invisible, Jesús lo hizo visible. Narró –cosa singular– preciosas parábolas con la mujer como protagonista, haciendo de ella parábola de Dios. Curó a la mujer de “demonios”, de todas las fuerzas que oprimen, las fuerzas del poder patriarcal en especial. Hizo a las mujeres no solo oyentes, sino también profetisas de la palabra. Jesús las emancipó. Y las hizo compañeras itinerantes de día y de noche en compañía de varones, para escándalo mayúsculo de quienes miraban el cuerpo de la mujer como peligroso y contaminante (¡mujer, contamínanos, por favor, como a Jesús!).

Honor a ti, mujer cananea que discutiste con Jesús y le convenciste de que no puede haber fronteras para Dios y el evangelio; eres la única persona en todo el evangelio que convence a Jesús en un debate dialéctico, tú la extranjera. Honor a ti, mujer samaritana, que conversaste de tú a tú con Jesús junto al pozo de Jacob, donde te  había llevado tu sed y la sed de los tuyos; tú, mujer libre y misionera. Honor a ti, mujer que ungiste a Jesús como Mesías con el óleo de tu amor profético (¡cómo no vas a poder ser “ordenada” para todos los ministerios, tú, mujer, que “ordenaste” a Jesús!). Honor a ti, gran María de Magdala, compañera privilegiada de Jesús, que por alguna razón poderosa fuiste llamada por muchas iglesias “la superapóstol”, cosa que provocó los celos de Pedro en el evangelio de Tomás hasta el punto de exclamar: “¡Que se aleje María de nosotros, porque las mujeres no pueden heredar la vida!” (pero ¿qué dices, hombre, Pedro, si ellas son las que engendran y gestan la vida?).

Pablo lo entendió bien, al menos al principio, y formuló una sentencia que vale por sí sola contra todos los argumentos episcopales: “En cristiano, no hay diferencia entre varón y mujer”. Y así fue más o menos en el siglo primero, hasta el punto de que  algunos intelectuales paganos acusaron al cristianismo de ser “una religión de mujeres”. Honor a ti, María la madre de Juan Marcos, que acogías (y, por lo tanto, de alguna forma dirigías) a la comunidad en tu casa. Honor a vosotras, las cuatro hijas profetisas del apóstol Felipe. Honor a ti, Lidia, vendedora de púrpura y tintorera, primera cristiana de Europa; y a vosotras, Evodia y Síntique, que a decir de Pablo “luchasteis por el Evangelio”. Y a ti, Priscila, colaboradora de aquel en todas las tareas; y a ti, Febe, a quien Pablo califica de “diaconisa”, que es tanto como decir “presbítera” u “obispa”, pues todavía no se distinguían; y a ti, Junia, a quien el mismo Pablo llama “apóstol”, tan apóstol como él mismo.

Luego, muy pronto, ya desde finales del siglo I, las cosas fueron cambiando, ¡y cómo! Los cristianos se fueron amoldando al imperio, y empezaron a aplicar en la familia y en las comunidades el código patriarcal doméstico vigente en la sociedad imperial romana, en contra de Jesús y de Pablo (si bien el mismo Pablo debió de tener más de una duda respecto de la mujer). ¡Dónde quedó el mandato de Jesús: “No sea así entre vosotros, que nadie domine a nadie”! ¡Dónde quedó el criterio inicial de Pablo: “En cristiano, no hay diferencia entre varón y mujer”! En la primera carta de Pedro (que, evidentemente, no es de Pedro) leemos cómo ha de regirse la casa, que es muy sencillo: “Que las esposas obedezcan respetuosamente a sus maridos”. Y en la primera carta de Timoteo leemos cómo ha de regirse la comunidad eclesial, igualmente sencillo: “Que la mujer aprenda en silencio con plena sumisión”. Y la razón es de antología: “Primero fue creado Adán y después Eva”.

Todo fue, pues, a peor. Las mujeres fueron cada vez más relegadas en la Iglesia, y devueltas a su “lugar natural”, en contra de Jesús: la casa y la familia. Y aquellas iglesias en las que siguieron manteniendo su status de igualdad, como las iglesias gnósticas, fueron a su vez marginadas. Honor a vosotras, Maximila y Priscila, profetisas del Paráclito Consolador, dirigentes de un gran movimiento cristiano a mediados del siglo II que perduró hasta el siglo V, vosotras que el teólogo imperial Eusebio de Cesarea calificó de “mujerzuelas” y cuyo movimiento fue condenado como herético, porque fuisteis libres como el Espíritu Consolador.

Dentro de la iglesia dominante, a las mujeres no os fue reconocida más gloria que la virginidad o el martirio. Debíais ser héroes y solo podías serlo negándoos a vosotras mismas o dejándoos matar. Pero muchísimas de vosotras supisteis sacar partido de ese estrecho margen de reconocimiento, para ser quienes sois: vosotras mismas. Honor a vosotras, Blandina, Perpetua y Felicidad, mártires de Lyon y de Roma, que os acompañasteis hasta el fin y disteis prueba de vuestra “fuerza viril”, como entonces se decía, y aun todavía. Honor a vosotras, anacoretas y monjas y ammas o dirigentes espirituales del antiguo Egipto. Honor a vosotras, todas las ”vírgenes” que escogisteis el celibato, no tanto porque clérigos obsesos os enseñaran que vuestro cuerpo es impuro y malo (nunca se lo creísteis), sino porque era vuestra única manera de ser libres. Honor a vosotras que habéis sostenido el peso de un mundo dominado por varones.

Oh mujer, hecha de tierra, de agua y de luna, en nombre de la Vida te reconocemos.

Para orar. “POCAS COSAS”

“En este mundo hay tan poquitas cosas
capaces de endulzarle a uno la vida/
digamos la esperanza amanecida
o la lluvia que brilla en las baldosas

me gusta la constancia de las rosas
que nunca dan su espina por perdida
y también la tristeza repetida
de las palmas tan solas y orgullosas

pero no hay nada tan profundo y leve
como el alma y el vértigo y los labios
de esa mujer que al verla nos conmueve

para ser alguien entre cielo y suelo
y salvarse del odio y sus resabios
nada como el amor y su consuelo”

(Mario Benedetti)

12 comentarios

  • Con todo respeto para José Arregui, que como siempre ha estado “sembrao”, opino que este día es como el día Internaciconal de las “papas fritas”. Como el que tiene un tio en Graná, ya sabéis ni tiene tio ni tiene ná.
    Creo que lo que hace falta es vivir y vivir en igualdad.
    Vivir y vivir bien, compartiendo lo obtenido.
    Vivir y vivir sirviendo, sea hombre o mujer, macho o hembra quien rodea nuestro entorno.
    Abrazos como siempre a todo ATRIO.

    ORACIÓN POR LAS MUJERES

    Padre, Bueno y Santo, que nos amas y nos buscas.
    En tu Madre María nos ofreces
    un ejemplo culmen de ternura,
    amor y entrega al mundo y a tu voluntad.
    Pero ella fue una más,
    entre todas las mujeres,
    que no solo tiene la capacidad junto a ti
    de dar a luz hijos para el mundo,
    sino que sus vidas como mujeres,
    son una oportunidad para el genero humano
    de dignificarse y hacer grande tu nombre.
    Permítenos Padre de Bondad,
    que los que poblamos el mundo,
    concedamos oportunidades reales
    a las mujeres de nuestro tiempo.
    Que admiremos a las que luchando por la fe,
    los derechos humanos o la dignidad femenina
    a causa de los golpes recibidos,
    nos dejaron un ejemplo ecuánime e imprescindible,
    para esta iglesia necesitada de testimonios contundentes.
    Abre nuestros ojos, Padre de bondad,
    para que asistidos por tu Santo Espíritu,
    concedamos a la mujer la dignidad sacerdotal
    al consagrar tu presencia en la realidad eucarística,
    por medio de la reunión fraternal
    de los que se aman en tu nombre.
    Que todas sean ejemplo, porque todas son personas.
    Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

    http://cartujoconlicencia.blogspot.com/2011/03/oracion-por-las-mujeres.html

  • Maddi Bediaga

    ¡¡Gracias, Honorio!! En honor a la verdad tengo que reconocer que en casa el título de amama lo sigue ostentando mi señora madre, yo espero que en cualquier momento me hagan… pero, ya sabes, esto no depende ya de una, je, je.
     
    Ana, de acuerdo en que Jesús no fue machista, pero ni él ni sus primeros seguidores se cargaron la cultura patriarcal en ningún momento.
     
    Las mujeres que seguían a Jesús le ministraban con sus bienes. Es decir, eran mujeres que, dentro el sistema patriarcal judío, disponían de bienes propios con los cuales alimentaban a Jesús y demás tropa. Historias semejantes las puedes encontrar en el origen del budismo, por ejemplo. Las primeras cristianas abrían sus casas a los creyentes y predicaban es decir, servían (de hecho el término diaconisa no quiere decir sino servidora); pero el poder de decisión y la autoridad en las congregaciones desde el principio fue ostentada por varones como podemos ver en Hechos 15, 1 Timoteo 3, Tito 1.
     
    La afirmación de Pablo de que para Dios no hay hombre ni mujer hay que leerla en su contexto:
    “Ya no tiene importancia el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos sois uno solo.” Gl 3,28
    Con esto Pablo se refería a la dimensión espiritual, no a la social. Esto se ve en el hecho de que entre los primeros cristianos había esclavos Ef 6:5 y libres, hombres y mujeres, cada cual en su lugar correspondiente. De ahí la necesidad de diaconisas, mujeres devotas que hicieran a las mujeres los servicios que no podían prestarles los diáconos por decencia (según la wiki). De ahí que Pablo dijera que las mujeres estuvieran en silencio, que no fueran borrachas ni chismosas, que el marido es cabeza de su mujer y todas esas afirmaciones que tan poco nos gustan pero que nos hablan del orden, de la autoridad y del comportamiento y posición que en la congregación cristiana de la época correspondía a las mujeres.
     
    Aún con todo eso, no cabe duda de que las mujeres, siempre dentro del sistema patriarcal, mejoraron notablemente su estatus en el seno de la primitiva congregación cristiana mientras esta fue perseguida y marginal. Pero conforme el cristianismo fue adquiriendo poder pasó a ser una organización además de patriarcal machista… Lo mismo podemos observar en los origenes de todas las religiones y movimientos sociales. De ahí mi escasa esperanza de que la causa de las mujeres tenga solución en este sistema materialista en que vivimos; tal y como yo lo veo, para alcanzar nuestra meta es necesaria una valorización de la dimensión espiritual del ser humano con todo lo que ello conlleva.
     
    Un abrazo.

  • ana rodrigo

    El cristianismo hemos podido jugar con ventaja con respecto a la cultura patriarcal y machista de todas las sociedades, puesto la fuente en la que deberíamos haber bebido ha sido la praxis de Jesús.
     
    Pero vino la religión, vino la institución, una institución donde alguien ejerce el poder, y, ya sabemos, el poder siempre ha estado en manos de hombres. Y aquí se olvidó lo que no encajaba con losintereses de los hombres y se exaltaron aspectos seleccionados al servicio del poder: “tú eres Pedro y sobre esta piedra…”, el sacerdocio se instituyó en la última cena (¿?), allí sólo estaban los apóstoles (¿?), el Papa actual el otro día le decía al colegio cardenalicio que Jesús se le había aparecido primero a Pedro (si un Papa mienta….!). En fin, ¿qué os voy a decir?, que la religión cristiana es una religión patriarcal y machista como la que más. Y, por si parece una afirmación muy contundente o exagerada, sólo hay que detenerse en que la mujer está fuera de cualquier órgano de decisión de la Iglesia, ¿Hace falta alguna otra razón que justifique la afirmación anterior?

  • h.cadarso

      Maddi:
      Muy hondo tu testimonio y tu forma de ver las cosas en este mundo en el que nos ha tocado vivir…gracias!
      Muy acertado situar el problema de la relación hombre-mujer en este mundo de relaciones laborales y de explotación capitalista que lo envenena todo, que hace casi imposible una relación cordial entre el hombre y la mujer.
      Evidentemente, es de agradecer que desde tu posición de mujer y de amama-abuela te des cuenta de que el hombre que está a tu lado, todos los hombres del pueblo que estamos al lado de una mujer, necesitamos un calor y una comprensión que seguramente para muchas mujeres agobiadas también les resulta muy difícil de dar.
      Vosotras y nosotros estamos atrapados en un mundo cruel en el que el dinero es el valor supremo. Por eso Jesús se nos presentará este domingo en las iglesias expulsando del templo a los mercaderes. No habrá equilibrio en la relación hombre-mujer mientras vivamos en una sociedad capitalista que tiene por dios al dinero…
      Las personas religiosas, que es lo que yo quería decirle a Arregi, son las que hacen frente a esa sociedad que tiene por único dios al dinero.

  • Maddi Bediaga

    Pues sí, Sarri, así es.
     
    No cabe duda de que la lucha feminista ha sido y sigue siendo necesaria. Yo hace más de treinta años ya era militante con todo lo que eso supone de ira y de rabia, necesarias en un determinado momento para tomar conciencia. Pero llega un momento en que te das cuenta de que por ahí no se llega a ningún sitio, entre otras cosas porque asumes una visión cínica del mundo y las relaciones que te vuelve amarga.
     
    Es verdad que hoy por hoy las relaciones entre hombres y mujeres pasan por un mal momento (al menos en mi entorno). No es fácil lidiar con el trabajo, tal y como están las jornadas y ritmos laborales; con la crianza de los hijos pequeños, su necesidad de atención y cuidado; tener necesidad de un apoyo emocional que no llega… porque resulta que el otro está tan necesitado o más que tú y no puede dártelo. Y ahí vamos. Siempre que hablo con alguna amiga sobre problemas de pareja acaba por aparecer una situación laboral del marido llena de tensión… esa tensión se lleva a casa y se traslada a la mujer y a los hijos. La mujer, a su vez, lleva la suya. Una bomba de relojería, más ahora con la crisis. De ahí el comentario que hacia esta mañana en el post de Ana, porque no ceo que la solución sea que ni mujeres ni hombres se enclaustren en casa, sino que entre todos/as tenemos que hacer que las condiciones de trabajo cambien, que este mundo se convierta en un lugar más habitable. Así ganaremos todos.
     
    Yo, la verdad, cada día estoy más contenta de irme haciendo viejita, je, je.
     
    Aquí os dejo una canción que un amigo ha colgado en su muro de facebook… Se titula “Yo soy feliz”, me ha encantado, especialmente ahí donde dice: “… que nunca nos falten caricias ni besos, que no pase hambre este/a niño/a que hay dentro…”
    http://www.youtube.com/watch?v=yX2850tsyrA&feature=share

  • sarrionandia

    Ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer son «el Hombre» creado por Dios.

  • Maddi Bediaga

    Pues a mí me gusta el enfoque del artículo de visibilizar y reconocer a todas esas mujeres mencionadas en el NT y otras de las primeras cristianas tan poco conocidas, tan poco reconocidas en general, seguro que muchos cristianos ni saben de la existencia de muchas de ellas. De todas maneras, del NT falta una… no sé si es que no mola o que no se la considera mujer de carne y hueso… pero es importante reconocerla aunque no sea sino por rigor histórico…
     
    Luego estaba yo pensando en esa mujer, joven profesional, que lleva la casa, los hijos y el marido “a cuestas” y me ha entrado un agobio que no veas. No sé, pienso que algo está al revés en un mundo que considera aquello que tendría que ser el núcleo que nos alimenta física y emocionalmente, el lugar que nos puede hacer fuertes, como una carga.  Conozco algún caso así, da pena ver algunos hombres geniales siempre tristes. Las mujeres tampoco somos perfectas, a veces nos cuesta años reconocer la grandeza de los hombres que nos acompañan, de los compañeros que un día elegimos, su necesidad de ternura y cariño, de reconocimiento genuino… mientras tanto nuestros/as hijos/as crecen… Y así, poco a poco, si antes no nos come algún lobo de esos que nos aullan anhelantes en la oscuridad, vamos madurando, desaparece la luna pasiva y fría y aparece un precioso solete que alegra la vida a su alrededor, amandre eguzki ederra… A esas se les llama abuelitas sabias, y, por cierto, también son mujeres y también trabajan 😉
     
    Para orar: ESTOY VIVA COMO FRUTA MADURA
     
    Estoy viva
    como fruta madura
    dueña ya de inviernos y veranos,
    abuela de los pájaros,
    tejedora del viento navegante.

    Si.
    Es verdad que a ratos estoy triste
    y salgo a los caminos,
    suelta como mi pelo,
    y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
    y atesoro recuerdos
    brotando entre mis huesos
    y soy una infinita espiral que se retuerce
    entre lunas y soles,
    avanzando en los días,
    desenrollando el tiempo
    con miedo o desparpajo,
    desenvainando estrellas
    para subir más alto, más arriba,
    dándole caza al aire,
    gozándome en el ser que me sustenta,
    en la eterna marea de flujos y reflujos
    que mueve el universo
    y que impulsa los giros redondos de la tierra.

     
    Gioconda Belli
     

  • Carmen (Almendralejo)

    Querido Jose Arregui, desde el principio sí fue así…desde el A.T donde un hombre y varios mandados por un dios ohombre deicen que una mujer vieja diera a luz, sin su consentimiento, y sin que ella pudiera decidir si querían para su viejo cuerpo parir. Hablo de Sara, como habrás comprobado.
    En el N.T no es mejor las escrituras, porque dejan al lado toda la femenidad en una sumisión total sobre ese espiritu que solo necesita de ella el oído, y un sí como mucho. Es decir otra vez la mujer debe estar sometiendo su cuerpo y sus necesidades fisioligas al gusto del escribiente.
    Queramos adornar las escrituras como las queramos adornar toda mujer queda superditada a los varones de turno y a merced de lo que se quiera decir y como no más a la mujer. Buena, sencilla, obiendiente, pura, casta, silenciosa y obendiente…
    Nada comparado con la risa burlona y el bailes de Sara, que al igual ya estaba embarazada y se partió el culo de la risa de los tres o dos ángeles y el marido…
    Como la propia María… Quien sin pena ni gloria sale del pueblo y se va a otro sola… ¡Vamos ya! con tantas patrañas de la historia, endulzar nuestras vidas para que el varón obtengan su taza de café a su gusto.

  • Gabriel Sánchez

    Horror…donde dice incompartible, debe decir y compartible…me estoy volviendo viejo… Gabriel

  • Gabriel Sánchez

    Un encendida y incompartible reflexión de Arregi…Me voy a permitir, aportar a su reflexión, un modesto aporte latinoamericano…En homenaje a la lucha de la mujer de hoy en medio de estas tierras nuestra de Abya Yala… “Ayutla de los Libres, Gro. Tenía 24 años cuando tres soldados del 48 Batallón de Infantería con sede en Cruz Grande, Guerrero, agredieron sexualmente a Inés Fernández Ortega en la cocina de su casa, en la comunidad de Barranca Tecuani, municipio de Ayutla. Hoy, con sus 34 años, curtida ya no sólo en la lucha social de su organización sino en las grandes ligas del derecho internacional, aún monolingüe –sólo habla me’phaa (tlapaneco)–, pudo escuchar de boca del secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, en representación del presidente Felipe Calderón:

    “A usted, a su esposo Prisciliano Sierra y a sus hijos Noemí, Ana Luz, Colosio y Nélida, les ofrezco las más sentidas y sinceras disculpas por los hechos ocurridos hace casi una década en los que resultaron gravemente lesionados sus derechos”. Fue la única frase en el discurso de Poiré en la que no la tuteó. Nunca mencionó a los militares. Jamás aludió que el “lamentable hecho” fue un ataque sexual.
    La respiración de Inés Fernández se agitó; estrujó un pañuelo que tenía en la mano. Aguantaba.
    Como lo había expresado antes en su discurso Abel Barrera, de Tlachinollan: “Inés, señora que vale mucho, sólo tu corazón sabe lo que esta disculpa significa”. Y había aludido al revés de la moneda del Estado, que hoy se mostraba contrito y generoso, pero que durante 10 años “te llamaron mujer mentirosa y dudaron de tu palabra”.
    Momentos antes, Inés Fernández había estado de pie frente al micrófono sin dar tregua a los funcionarios de los tres niveles de gobierno que se habían dado cita en los portales del ayuntamiento de Ayutla de los Libres para dar cumplimiento a uno de los 16 resolutivos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en octubre del 2010 había declarado culpable al Estado mexicano por las violaciones de Inés y Valentina Rosendo, en hechos separados, por elementos del Ejército.
    “Escúchenme todos, hombres, mujeres y niños: los del gobierno, aunque te digan que están de tu lado, no van a cumplir, no les hagan caso”.
    Instantes antes de recibir una disculpa por parte del Estado mexicano, Inés Fernández volvió a sentir el latigazo de la discriminación racial. ¿Cómo pretendía esta mujer morena, con la cola de caballo despeinada y sandalias de hule, subir al estrado donde se estrechaban ya las manos el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré; la procuradora general, Marisela Morales, y el gobernador, Angel Aguirre? Los militares de guayabera blanca y armas mal disimuladas le cerraron el paso. Nadie les advirtió que ella era la pieza central en el acto público que se celebraba en los portales del palacio municipal.
    Por eso cuando le tocó hacer uso del micrófono estaba indignada. Y ese coraje dictó sus palabras:
    El gobernador Ángel Aguirre, político con tablas, sólo sonreía como si estuviera recibiendo flores cuando Inés le echaba en cara desatenciones e incumplimientos: “Cometieron ese crimen contra mí porque somos pobres. Y no sólo contra mí sino contra otras personas”. Y seguía: “El gobernador, aunque está aquí presente, no va a cumplir. Yo por eso tuve que ir a buscar justicia a otro lado, porque aquí no me atendieron. Que hoy nos diga qué puede hacer y qué no puede hacer”.
    Y enumeraba los hechos de una agresión que continúa; los retenes, los interrogatorios, el asesinato de su hermano Lorenzo como represalia a su denuncia penal, los cateos ilegales, el robo de sus cosechas, las órdenes de los sucesivos presidentes municipales de no entregar recursos a Barranca Tecuani o a Barranca Bejuco, mientras Inés y Valentina Rosendo, víctima de hechos similares, no desistieran de sus denuncias penales.

    “El gobierno no nos deja organizar. Los soldados siguen sin dejarnos mover libremente en nuestras comunidades. Siempre andan cerca, de civil, no necesariamente uniformados. En este momento se encuentran entre nosotros”.
    Fortunato Prisciliano Sierra, su marido, que nunca dejó de apoyarla pese al estigma que suele caer sobre las mujeres violadas, y Abel Barrera, líder de la organización Tlachinollan, que siempre sostuvo su lucha por la justicia, la miraban henchidos de orgullo. Rompiendo el ánimo solemne y protocolario que las autoridades quisieron imponer, desde la sillería estallaban los aplausos y el apoyo de delegaciones que llegaron a presenciar el momento: campesinos de Atoyac, de Xochistlahuaca, estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, reclamando justicia por los dos compañeros asesinados en diciembre, opositores a la presa de La Parota.
    En el extremo del estrado, el único representante de las fuerzas armadas, el director de Derechos Humanos de la Secretaría de la Defensa, general Rafael Cázares Anaya, no pronunció palabra ni cruzó saludo alguno con la víctima que era objeto de desagravio. De hecho, en ninguno de los discursos de los funcionarios –la procuradora Marisela Morales, Poiré y el gobernador Aguirre– se mencionó que los perpetradores de la agresión sexual fueron integrantes de la institución castrense.
    Poiré, incómodo, no encontraba dónde poner las manos. La procuradora exhibía el semblante maquillado e impávido que la caracteriza. El alcalde de Ayutla, Armando García Rendón, pedía auxilio con la mirada cuando la señora Fernández ilustraba la negligencia y las promesas incumplidas, recordando su compromiso de hace tres años de poner alumbrado público en la comunidad de Inés. Barranca Tecuani sigue a oscuras, sin maestros en las escuelas, sin caminos pavimentados, sin casas con piso.
    La agraviada no respondió con algún gesto de reconocimiento a las palabras de Poiré, que tampoco supo imprimir emoción a su discurso:
    “Muy estimada Inés Fernández, hace una década fuiste víctima del ataque de un desleal (en realidad fueron tres los agresores, ya identificados, de quienes se tienen retratos hablados pero no las muestras de ADN porque el Ministerio Público local, en el curso de la investigación penal, las destruyó). Quiero decirte que tienes razón, no entiendo tu lengua, pero sí entiendo tu lucha. No te pido que hoy confíes, porque apenas se van cumpliendo los compromisos. Pero si seguimos caminando juntos verás que iremos avanzando.”
    No hubo el tradicional abrazo. Inés no lo concedió.
    A su vez, Obtilia Eugenio Manuel, presidenta de la Organización del Pueblo Indígena Me’phaa, amiga y traductora de Inés, ofreció el contexto histórico de la lucha popular y la represión en esta región de la Costa Chica, desde la masacre de El Charco, donde fueron asesinados 11 mixtecos en 1998, la esterilización forzada de medio centenar de hombres de estos pueblos, el secuestro y asesinato de los líderes Manuel Ponce y Raúl Lucas, detenciones ilegales y otras violaciones no denunciadas, “porque los militares ven a la mujer como un botín de guerra”.
    “Esta disculpa pública a Inés –concluyó Obtulia– es una victoria del pueblo organizado.”
    http://www.jornada.unam.mx/2012/03/07/politica/005n1pol
    Un abrazo desde Montevideo.- Gabriel

  • h.cadarso

       Amigo Arregi, adiskide, anaia: Los cristianos de los primeros tiempos aplicaron los principios evangélicos sobre la dignidad de la mujer en la clave del momento histórico y cultural en que les tocó vivir. “Lo que se recibe, se recibe según la medida y condiciones del receptor”, dice un adagio.
      No me sirve tu alegato para este momento cultural e histórico en el que vivimos. Tu alegato me huele un poco a apologética del cristianismo y de la iglesia, más que a lectura de los signos de los tiempos y del mensaje del evangelio para los tiempos de hoy.
      El mensaje evangélico, la voz de Dios, nos llega hoy a través de las mujeres de la Primavera árabe, a través de las mujeres que el 8 de marzo de no sé qué año se declararon en huelga en Chicago y fueron masacradas. A través de Victoria de Kent, de las sufragistas, de Simo0ne Weil…
      El mensaje evangélico no nos llega a través del democratacristiano Ruiz Gallardóon, ni a través de Esperanza Aguirre, ni de Rita Barberá, ni de María Dolores de Cospedal…algunas de ellas y algunos muy católicos, según dicen. Nos llega a través de las mujeres que estuvieron presas en Saturrarán y cuya vida y muerte narra la película Estrellas por alcanzar…a través de las otras mujeres de la película de las Trece Rosas…
      “El Espíritu sopla donde quiere, y no sabes de dónde viene ni a dónde va”, dice alguien. No me interesa en absoluto elogiar lo que hicieron por las mujeres los primeros cristianos, me interesa lo de hoy, me importa interpretar correctamente los signos de los tiempos, la voz de Dios a través de los hechos y personas de nuestro tiempo. Esas mujeres que he mencionado,  las de la Primavera árabe, la Victoria Kent, las sufragistas, las presas de la cárcel de Saturrarán que fueron torturadas por las religiosas que hacían de carceleras, etc. etc., son para mí la Magdalena, la hemorroísa, las que acompañaban a Jesús en su vida pública, las heroínas del evangelio.
     No se puedee congelar el mensaje de Jesús y pararlo en un momento de la historia, ni siquiera en los primeros tiempos del cristianismo. Cristo es de ayer, de hoy, de todos los siglos…
      ¿O no?

  • Antonio Vicedo

    Bravo Xose y porque creo encaja perfectamente con lo que expones en esta tu aportación, a ella junto también mi comentario en el otro tema sobre lo mismo, pues en él hago referencia al posible origen religioso del desconcierto, por haber preferido en la Comunidad de Jesús lo expuesto en el Cap. IIº del Génesis sobre el varón y la mujer a lo del Cap Iº.
     
    “-Otro gallo cantaría y otra aurora avanzaría, si, como es la realidad de la condición humana, el soporte de DEBERES Y DERECHOS fuera el SUJETO PERSONAL y no el resultado de su primera clasificación diferenciadora de la circunstancia GÉNERO.
    La identidad humana radica en el SER PERSONA constituido en la especie humana como SUJETO INALIENABLE al amparo de cualquier objetivación, mediación, o relativización entre lo humano.
    Por la aportación y mantenimiento que las religiones han estructurado entre hombres y mujeres, sobre todo en las tres monoteistas de fundamento bíblico, bueno sería que este problema o desequilibrio humano se hubiera planteado y mantenido sobre lo que se dice del origen humano en Génesis I:- “A su imagen y semejanza los creó varón y mujer” y no como se puede deducir de Gen. II, creando primero Adán como humano y después, de él (costilla cosificada como pequeña parte y no vital) haciendo aparecer a la mujer como complemento, con todo lo que conlleva de descripción paradisíaca frustratante y culpabilizadora.
    ¿Cuando lo HUMANO será esa plenitud a la que llega cada YO en ese NOSOTROS sin clasificaciones valorativas fundamentales?
    ¿Por qué no se llena de realismo ese NUESTRO que TOD*S L*S HUMAN*S CRISTIAN*S  unimos a la invocación PADRE (MADRE) DIOS?
    En este día de dolorido recuerdo por tanto sufrimiento, luchas y muertes violentas de mujeres, un esperanzado y cariñoso abrazo de SOLIDARIDAD y HERMANDAD, en la lucha porque desaparezca este profundo y universal DESEQUILIBRIO HUMANO.” y CRISTIANO.