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La iglesia y los dineros

Cuando digo “iglesia”, no me refiero a la “Iglesia” propiamente dicha: la gran comunidad de Jesús, discípulas y discípulos, hermanas y hermanos de Jesús que miran y aman el mundo con los ojos de Jesús, que disfrutan de la Vida y sienten compasión con las entrañas de Jesús. Santa Iglesia de Jesús sin límites de catecismos ni pretensiones de verdad ni monopolios de virtud. No. Cuando aquí digo “iglesia”, me refiero a la institución, la jerarquía, el aparato eclesiástico: “iglesia” con minúscula.

¿Qué le pasa a la iglesia con el dinero? Pues le pasa exactamente lo mismo que nos pasa a casi todos: codicia, avaricia y dependencia. Y, ante todo y sobre todo, adicción al Poder que da el Dinero, poderoso caballero. Pero si es así, y todo indica que es así, está de sobra Jesús, el Evangelio está de más, y harían bien los obispos en apearse de todo ese montaje, o en renunciar a llamarlo “Iglesia” y en dejar de tomar el nombre de Dios en vano. Cuando lo más sagrado se mezcla con los dineros (o con el poder), la religión se convierte en sacrilegio.

No vengo a denunciar la riqueza del clero. El clero no es rico, no lo es al menos por el sueldo que cobra ni por los ahorros de sus cuentas. El clero es más bien pobre, y en general es muy austero (por lo demás, entre los curas que conozco, nadie se hizo cura para “tener un trabajo fijo” –¡qué mal gusto, por Dios, y qué despropósito!– , como dice este año la publicidad del día del Seminario que se celebra mañana, día de San José; un seminario que necesita de tal marketing me parece a mí una mala empresa, además de un muy mal seminario). Hasta los obispos son en general pobres y austeros. Pero el poder, ¡ay el poder…! El hecho es que la iglesia (en minúscula: la institución eclesiástica, incluyendo en ella las numerosas congregaciones y órdenes religiosas) es propietaria de inmensas riquezas, en particular inmuebles. ¿De quién son esas riquezas y para quién? ¿De quién acabarán siendo esas innumerables propiedades de la iglesia: templos, ermitas, casas (parroquiales o no), fincas, parcelas, monasterios, conventos, monumentos, colegios, clínicas, hoteles y casas de espiritualidad (o lo primero bajo nombre de lo segundo)?

La iglesia católica es, como se sabe, una de las mayores propietarias inmobiliarias de este país. En tiempos pasados, y de buena o de mala gana, una sociedad enteramente católica puso todos esos bienes en manos de las instituciones eclesiásticas o religiosas. Sea. Eran otros tiempos. Pero hoy, en una sociedad donde los católicos ya son franca minoría y disminuyen sin cesar, ¿es justo que la iglesia católica siga gozando de tantas propiedades y en condiciones tan ventajosas? No pregunto si esta situación es evangélica, a saber, si responde al Espíritu de Jesús. Huelga la pregunta, de tan evidente que es la respuesta. Pregunto si esta situación es justa, si es éticamente admisible. Me parece que no lo es.

La iglesia católica, como también se sabe, está exenta del impuesto sobre bienes inmuebles (IBI). Justamente, acaba de plantearse en el Congreso español la exigencia de que la iglesia española pague el IBI, como parece que va tener que hacerlo la poderosa iglesia italiana. (Dicho sea de paso: ¡qué casualidad que al Partido Socialista se le haya ocurrido justamente ahora que no gobierna una exigencia que estuvo en su mano imponer a la iglesia pero no lo hizo mientras gobernaba!).

La iglesia institucional, como era de esperar, ha puesto ya el grito en el cielo. Pero no le hemos oído citar al respecto ninguna frase del Evangelio, ningún dicho de Jesús (¿cómo podría hacerlo? En balde buscaría ningún dicho de Jesús en su favor en toda esta cuestión). Se ha limitado, como era también de esperar, a defender sus intereses enmascarados de derechos o incluso de caridad. Vayamos por partes.

Primero: intereses enmascarados de derechos. “La iglesia católica –se nos dice– no goza de ningún privilegio en cuestión de IBI, pues se le aplica la misma ley que rige para los bienes inmuebles de todas las asociaciones sin ánimo de lucro”. Que digan los expertos si es o no es así, pero yo apostaría a que, también en lo que se refiere al Impuesto de Bienes Inmuebles, la iglesia católica goza de muchos privilegios, si la comparamos con otras religiones o asociaciones o fundaciones sin ánimo de lucro. Eso por un lado. En cuanto a que las instituciones católicas posean “sin ánimo de lucro” tantos bienes inmuebles como poseen, ¿qué queréis que os diga? Toda la credulidad del mundo no bastaría para creerlo. ¿Cómo es que la iglesia institucional posee tantas casas, fincas, conventos, monumentos, colegios, clínicas y hoteles sin ánimo alguno de lucro? Misterio. Y si de verdad no tienen ánimo de lucro, ¿cómo es que les cuesta tanto deshacerse de tantos bienes? Otro misterio.

Segundo: intereses enmascarados de altruismo o incluso de caridad. “No hay en el Estado –se apresuran a decir los obispos sacando pecho– ninguna institución que desempeñe una labor social tan altruista y caritativa como la Iglesia. ¿Qué sería, por ejemplo, si los colegios religiosos dejaran de escolarizar a casi la mitad de nuestra sociedad? ¿Y qué sería de tantos y tantos pobres si no existiera Caritas, que depende de la iglesia? Vosotros, socialistas e izquierdosos todos, ¿queréis acaso fiscalizar la caridad, someterla a impuestos?”. Yo también pienso que casi todos los colegios y universidades religiosas desempeñan una magnífica labor educativa –y lo hacen tanto mejor cuanto más libres son de las directrices de la jerarquía eclesiástica–, pero no es la iglesia institucional sino los padres (religiosos o no) de las alumnas/os los que pagan (muy “religiosamente”) de su propio bolsillo la esmerada educación que reciben sus hijas e hijos en esos centros religiosos. Se puede discutir si los centros educativos ahorran algo al Estado, pero en ningún caso el mérito sería de las instituciones religiosas, sino de los sufridos padres que pagan.

En cuanto a Caritas… ¡Qué feo es apelar a Caritas, admirable Caritas, para justificar el injustificable apego de la iglesia al poder, al privilegio y al lucro! ¿No pretenderán hacernos creer que son los obispados, despojándose de sus bienes o vaciando sus tesoros, los que proporcionan a Caritas las enormes sumas de dinero que permiten comer y vivir y tener una casa a tanto necesitado? Caritas sí es evangelio puro. Caritas sí es auténtica Iglesia de Jesús. La historia de la Caridad sí es la verdadera historia de la verdadera Iglesia. Pero el mérito no es de la iglesia con minúscula. Y mencionar a Caritas para justiciar la exención del IBI es puro sofisma. El dinero que gestiona y distribuye Caritas –por cierto, de manera muy fiable– no es dinero de la iglesia, es dinero de la gente, dinero de gente compasiva y generosa, religiosa o no religiosa, afín u hostil a la iglesia católica. Y aunque no existiera Caritas, la Caridad seguiría existiendo, y estoy seguro de que la gente buena seguiría dando de su dinero para la gente necesitada.

Jesús, el profeta manso y resuelto, el que expulsó y seguiría expulsando a los mercaderes del templo, dijo: “No podéis servir a Dios y al Dinero”. Y también dijo: “El que tenga oídos para oír que oiga”.

Para orar. CENTINELA, ¿QUÉ HAY DE LA NOCHE?

Solo una cinta en flor guarda el entorno
de la garita, libres los ejidos.
Tarda la lluvia, pero en el bochorno
ya estalla nuestra sed de redimidos.

Para que Dios se vea Dios ahora,
hay que ir haciendo el Reino, a contramano
de cualquier otro reino; y es la hora
de que este mundo lobo sea humano.

¿Qué fue del latifundio, centinela?
¿Qué hay de la esperanza, compañeros?
La noche de los pobres está en vela

y el Dueño de la tierra ha decretado
abrir todos los surcos y graneros,
porque el eón del lucro ya ha pasado.

(Pedro Casaldáliga)

9 comentarios

  • Rene Espejo

    Amigos, realmente da mucha rabia ver la actitud de la jerarquia en los tiempos que vivimos y digo jerarquia porque la Iglesia de Jesus es pobre y a veces hay curas que no tienen que comer y ese hambre tambien lo comparten, esa es la IGLESIA, la otra una empresa trnanacional , preocupada del lujo, de ceremonia y vestiduras que jamas debiero usar, pero en el actual sanhedrin tambien hay algunos Nicodemos, el Papa Luciani que quiso hacer una tremenda reforma y no “pudo”, ya que murio y no se ha aclarado nunca su deceso, si Jesus viniera ahora no entenderia nada y otra vez lo lo reconocerian y tratarian de safarse de El para que no les quitar todas sus prebendas y negociados dentro del atrio, pero siempre esta Jesus, a El sin miedo.

  • Celso Alcaina

    Puede que venga a caso relatar aqui algo por mí vivido en lo más alto de la “Institución”. Años 70.  Hasta entonces, el Vaticano era subvencionado mayormente por los católicos estadounidenses. Las nónimas de los oficiales  eran bajas. Siempre lo fueron y lo son.Apenas ahorrábamos para frugales vacaciones. En poco tiempo, las remesas americanas habían mermado muchísimo.  Se impuso una política de recortes que resultaba miserable e insoportable. Se nos limitó lo más esencial: papel, bolígrafos, fotocopias, máquinas de escribir, ayudas de economato, alquileres. Se hablaba de que el Opus supliría la financiación americana. Parece que así fue (y es). El Cardenal Séper mandó escribir las cartas y los rescriptos por ambas caras del folio, cosa desconocida hasta entonces en el Vaticano. Contemporáneamente, el IOR (Banco Vaticano), con Marcinkus al frente, hizo una inversión en una parcela de varios kilómetros cuadrados  adyacente a la carretera que va de Roma al aeropuerto de Fiumicino. Nunca he sabido el coste, pero hay que calcular cientos o miles de millones de actuales euros, milliardi di liere de entonces.
    Lo aclara Arregi. Salvo excepciones, no son ricos los eclesiásticos.. Éstos son unos engreídos. Se ensoberbecen y se creen ricos creyéndose tesoreros de la rica Institución, del señor feudal. Antiguamente se decía que “servir al rey es reinar”. Hay quien presume de poder, también económico, porque su feudo o institución es rica. Reyes de pacotilla.
    El caso del Vaticano se repite en muchas órdenes e institutos religiosos. Conozco órdenes e institutos con pingües beneficios y ahorros, pero tienen a sus miembros en la más estricta pobreza y necesidad. Sus ahorros van al IOR anualmente.  Monjas que no tienen ropa interior para cambiarse, hermanos o clérigos que necesitan pedir dinero a sus humildes familias para visitarlas una vez al año o para comprarse la segunda chaqueta o sotana por si la primera, vieja y raída, se le moja debe lavarse.
    Es la Institución la que no entrará en el Reino. Más fácil será que el camello pase por el ojo de la aguja.  Pero ¿qué decir de quienes, obedeciendo pautas antievangélicas, engordan la Institución con dinero de los pobres?

  • Gabriel Sánchez

     Me hace bien tu aclaración José…porque la Iglesia en la vivo, lucho y sueño, es pobre…Gabriel

  • Carmen (Almendralejo)

    Querido Honorio… yo estaré en las calles, no sé aún si de Badajoz, Mérida o Cáceres pero estaré en ellas.
    Dicen que hay que decir quienes estamos de huelga para no saber quienes la apoyan… Tambien digo yo y sobre todo para eso, para quedarse con los ciento y pico de € que nos van a quitar de la nómina.
    Aunque a mi no me quitan ni un duro, ni para darles la razón a unos ni para darles la razón a otros… pero mi voz y mi pancarta en contra de la Robo a la Dignidad de la Clase Obrera estará en la calle.
    No hay nada más sagrado que la voz que no se esconde detrás de las conciencias de otros.

  • Antonio Vicedo

    Un buen amigo, Tomás Malagón, repetía mucho en sus cursillos y charlas, y lo manifestaba también en opción de vida, que la única y gran dificultad que ofrece el testimonio y mensaje de Jesús (Su Evangelio=Buena Noticia) es SU CLARIDAD.
    Gracia, Arregui, por proclamar claramente esta DIFICULTAD.
    Pero la  LIBERTAD y la FELICIDAD, son frutos exclusivos de LA VERDAD.

  • h.cadarso

       Joxe Arregui, Jabier: ¿Hacemos huelga el 29, o no hacemos? Por favor, si puede ser, en vuestra posible respuesta dejad de lado lo sagrado, eclesiástico y todo lo que se relacione con ello.

  • Javier Renobales Scheifler

    Sería curioso ver si venden algo y lo dan a los pobres, y si lo hacen, ver qué es lo que han vendido (vender objetos ostentosos de culto dicen estos cien curas de Girona –parece que no se refiere a inmuebles, sino sólo a muebles-
     
    http://www.redescristianas.net/2012/03/22/cien-curas-de-girona-piden-que-la-iglesia-use-sus-bienes-para-paliar-la-pobreza/
     
    “vemos también que una buena parte de la jerarquía eclesiástica sigue con ceremonias ostentosas y anacrónicas, utilizando objetos ricos y valiosos propios de museos, que contrastan con la sencillez y autenticidad del Evangelio de Jesús”.
     
    ¿Cambiarán algo alguna vez, o seguirá la tradición de siempre?  Mira que si abren la espita de vender una nanoparte de lo que tienen, para darlo a los pobres, alguien se lo podría tomar como cumplimiento de aquello de ‘vende cuanto tienes y dalo a los pobres, luego ven y sígueme’
     
    Así que me temo que no venderán.
     
    Además, cualquiera podría pensarse que los jerarcas obedecen a los curas, y eso sería el caos, se perdería la fe y Satán … bueno, ni pensarlo quiero.